Historia de losada

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EDITORIAL

LOSADA

Éste es nuestro pasado, que es presente


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Gonzalo Losada, fundador de la Editorial Losada

JosĂŠ Juan FernĂĄndez Reguera, actual presidente de la Editorial Losada

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LOSADA Una historia

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or qué? Sobre esta pregunta se fundamenta la filosofía. Es imprescindible plantearla cuando se trata de escribir la historia de la Editorial Losada, que tan honda y nítidamente se proyectó y se proyecta en el campo de la cultura, sin dejar de lado sus objetivos industriales y comerciales. Proyectarse en el campo de la cultura implica básicamente una definida toma de posición. En el caso de Losada, esta toma de posición ha sido siempre a favor de la libertad para publicar autores y textos de valor, sin distinción de religiones, ideologías o razas. Implica también, como lógico corolario, dar a conocer dichos autores y obras en todos los países de habla castellana y en el mundo, difundirlos en todos los sectores sociales, hacerlos accesibles aunando calidad y popularización. Y también dar la cara ante los embates de la censura. Por supuesto: son esenciales también los aspectos educativos, que no pueden ni deben desprenderse de una empresa con los objetivos mencionados. Una filosofía, ni más ni menos. Sobreviene entonces el ¿por qué? ¿Por qué se fundó la Editorial Losada? Para responder es necesario empezar por el inspirador de la empresa, Gonzalo Losada, y sus particulares circunstancias de vida.


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Ideales y sentido común

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o todos los hombres son capaces de equilibrar sus ideales con el sentido común, que permite la realización de aquéllos. Gonzalo José Bernardo Juan Losada Benítez, o Gonzalo Losada según lo conoce la historia cultural, era oriundo de Madrid. Había nacido en 1894. En 1928 llegaba a la Argentina como director de Espasa-Calpe, editorial de gran importancia con sede en España. En 1936, a poco de estallar la guerra civil española, quedó materialmente cortada la corriente que suministraba material de publicación, y se acotaron hasta un límite inadmisible las libertades que hubieran permitido un sostenido crecimiento de la empresa local. Gonzalo Losada transformó la sucursal que dirigía en una sociedad anónima: Espasa-Calpe Argentina S.A., con el claro objetivo de convertir a la Argentina en un país productor de libros. Así, por ejemplo, con la colección “Austral” se colmaron de inmediato muchas necesidades del público, y se pudo luchar contra la piratería editorial creciente. También fueron creadas colecciones de distinta índole. Pero el éxito de los primeros años se agotó hacia 1938, cuando la península estaba ya dominada casi totalmente por fuerzas dictatoriales. Ejecutivos de la casa central de España arribaron a Buenos Aires con imposiciones que, entre otras restricciones, implicaban la proscripción de autores argentinos y

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latinoamericanos, como así también un intento de colonialismo cultural y hasta político, puesto que los textos para publicar deberían ser previamente aprobados en la casa central. Gonzalo Losada no pudo admitir semejantes atentados contra la libertad de pensar, de manifestar abiertamente las ideas, de publicar sin exclusiones arbitrarias. Sus ideales, equilibrados por ese sentido común que le permitía avizorar el futuro, lo llevaron a emprender una aventura.

Un compromiso con la Argentina y con América No sólo estaba compenetrado con su propia vocación de editor libre, sino también con la Argentina y con toda América, en especial la hispanoparlante. Por eso Gonzalo Losada, con un grupo de amigos entrañables entre los que se contaban técnicos de la edición e intelectuales muy prestigiosos, fundó el 18 de agosto de 1938 la Editorial Losada. Ésta es una clara respuesta al porqué formulado al principio. La empresa, como se ha visto, no nació por casualidad, sino por una suma de causalidades, no por un capricho individual, sino por una necesidad profunda con implicancias sociales, no por motivos solamente económicos, sino también por razones espirituales trascendentes.

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Guillermo de Torre, Pedro Henríquez Ureña y Gonzalo Losada (1940)

El grupo fundador estaba integrado por Gonzalo Losada, Guillermo de Torre, Atilio Rossi; luego se integraron Amado Alonso, Pedro Henríquez Ureña, Francisco Romero, Felipe Jiménez de Asúa, Luis Jiménez de Asúa, Lorenzo Luzuriaga, Teodoro Becú y Enrique Pérez en la parte administrativa. La organización de la editorial se diagramó siguiendo el modelo de las empresas editoriales más importantes del mundo: una sociedad anónima compuesta por un directorio de personas especializadas en sus respectivas disciplinas, de reconocido prestigio y honestidad. Los departamentos fueron y son una Gerencia General —coordinadora y conductora de todas las actividades de la Casa—, otra Gerencia dedicada a aspectos concretos e inmediatos y una Administración General. Como se dijo, esta estructura se mantiene hasta la fecha. El plan de trabajo ideado por los fundadores contempló inicialmente la creación de varias importantísimas colecciones. A un año de creada la

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editorial, en el catálogo de 1939, se da cuenta del éxito de las siguientes:

• BIBLIOTECA CONTEMPORÁNEA (después se llamó BIBLIOTECA CLÁSICA Y CONTEMPORÁNEA, denominación que mantiene hasta hoy). • LAS CIEN OBRAS MAESTRAS DE LA LITERATURA Y EL PENSAMIENTO UNIVERSAL (dirigida por Pedro Henríquez Ureña). • OBRAS COMPLETAS DE FEDERICO GARCÍA LORCA. • PANORAMAS, dirigida por Guillermo de Torre. • CRISTAL DEL TIEMPO. • LA PAJARITA DE PAPEL. • BIBLIOTECA DEL PENSAMIENTO VIVO. • BIBLIOTECA FLOSÓFICA (dirigida por Francisco Romero). • MANUALES DE ENSEÑANZA SECUNDARIA. • TEXTOS LITERARIOS (dirigida por Amado Alonso como complemento de los manuales de enseñanza secundaria). • ENSEÑAR DELEITANDO. • POETAS DE ESPAÑA Y AMÉRICA. • AZUL Y BLANCO. • CIENCIA Y VIDA (dirigida por Felipe Jiménez de Asúa). • LOS GRANDES NOVELISTAS DE NUESTRA ÉPOCA. • BIOGRAFÍAS HISTÓRICAS Y NOVELESCAS. • GRANDES ESCRITORES DE AMÉRICA. • LIBROS DE ARTE. • UNA NUEVA CRISTIANDAD (dirigida por Rafael Pividal). Se publicaban también la REVISTA DE PEDAGOGÍA, las revistas de las UNIVERSIDADES ARGENTINAS, los libros del FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, los textos de la CASA DE ESPAÑA EN MÉXICO Y LETRAS DE MÉXICO.

Empezaban así a cumplirse, y de manera más que prometedora, los objetivos de los fundadores:

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• Sostener una empresa argentina con el propósito de servir a los intereses culturales de los lectores sudamericanos. • Ser la primera empresa argentina que presentaba no libros sueltos sino colecciones orgánicas, respondiendo a una verdadera necesidad cultural. • Dar a conocer colecciones dirigidas por especialistas de la más alta solvencia intelectual. • Lograr calidad, economía, legitimidad y perfección artística.

Otro propósito de los fundadores fue, desde el primer momento, aunar lo clásico con lo contemporáneo, la tradición con la vanguardia. Autores polémicos que años más tarde serían reconocidos, aceptados y valorados, fueron publicados originariamente en castellano por Losada. En 1938, Lo inconsciente, de C. G. Jung, constituyó un verdadero desafío. También fueron desafíos a los convencionalismos obras como Decamerón Negro, de Frobenius; La metamorfosis, de Kafka. Pero estas audacias se equilibraban —siempre estaba presente el sentido común de Gonzalo Losada—, con el Poema del Cid, la Teoría del conocimiento, de Hessen, o La vida de las abejas, de Maeterlinck. Y no es posible, a esta altura, dejar de lado el hecho de que Losada y sus colaboradores dieran tan destacado lugar a la poesía. Por la Editorial Losada fueron difundidos entre nosotros poetas como Federico García Lorca, Antonio Machado, Rafael

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Alberti, Juan Ramón Jiménez y muchos más. Entre esos muchos más, la figura de Pablo Neruda es inolvidable.

De pie: Andrés Vázquez, Enrique Pérez, Francisco Romero, Silvio Baldessari, y otros; sentados: Felipe Jiménez de Asúa, Gonzalo Losada, Lorenzo Luzuriaga y Guillermo de Torre, entre otros (1941)

La metamorfosis, F. Kafka, 1938. “La pajarita de papel”

El patriota, Pearl S. Buck, 1939. “Los grandes novelistas de nuestra época”

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Residencia en la tierra, P. Neruda, 1944. “Poetas de España y América”

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Moisés y la religión monoteísta, S. Freud, 1939. “Cristal del tiempo”

Un largo y difícil camino Si bien la historia de la Editorial Losada está jalonada por el éxito y por el reconocimiento público, el camino recorrido en sus más de sesenta años de existencia no siempre fue fácil por los inconvenientes económicos y financieros que conocieron y recuerdan las empresas tradicionales en el área. También por algunos embates de la censura que hoy quizá nos hagan sonreír, pero que en su momento hacían pensar que los Torquemada recuperaban poder en pleno siglo XX. (Véase Censura.) Las sucesivas crisis económicas no lograron abatir a la Editorial Losada, que crecía poco a poco. Se crearon sucursales en Uruguay, Colombia, Perú y Chile. Los libros con su sello llegaban a todos los rincones del mundo hispanoparlante, los autores que con dicho sello publicaban eran reconocidos en su país de origen y en países distantes. El período comprendido entre 1936 y 1947 —dentro del cual se funda la editorial—, fue brillante porque la crisis política española culminó con la guerra civil, lo que permitió nuestra expansión a los mercados latinoamericanos. Paralelamente la Argentina crecía, adquiriendo madurez intelectual y técnica y colocándose así en

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condiciones óptimas para exportar. En 1943 se realiza la importantísima Feria del Libro Argentino, impulsada por Gonzalo Losada entre otros pares. Hay congresos de editores, se recopilan estadísticas que permiten apreciar el desarrollo de la actividad, el mercado interno es estimulado por actividades culturales. En fin, el futuro es prometedor. El período entre 1948 y 1955, cuando ha finalizado la Primera Guerra Mundial, marca la recuperación de España, el país vuelve a lanzarse a los mercados latinoamericanos que, a su vez, se reabastecen en los productores europeos en inglés, francés, italiano y alemán. Crece mucho la industria editorial mexicana, que aprovecha su situación geográfica ventajosa, y al mismo tiempo la Argentina empieza a padecer problemas de orden político, económico y cultural. Hay falta de divisas, y como consecuencia faltan el papel, las buenas telas para encuadernar, el dinero para el pago de derechos de autores extranjeros. Sufre alteraciones negativas el régimen de exportaciones y los costos editoriales siguen subiendo. La competitividad se hace cada vez más difícil. Durante el período comprendido entre 1956 y 1960, si bien se libera la comercialización de divisas, la industria editorial sigue afectada por problemas locales. Ascienden los costos, no hay reequipamiento gráfico, se desarrollan mucho las industrias editoriales

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española y latinoamericanas. Se obtienen ventajas pero “gota a gota”. Descienden cada vez más las exportaciones de libros argentinos. Sin embargo, la Editorial Losada capea las tormentas y sigue adelante. Sostiene a los autores que la acompañaron desde su nacimiento y descubre a otros nuevos, sin dejar de publicar a los clásicos. Los malos vientos económicos y financieros sirven para probar la solidez de la nave. Pero en el camino no sólo se presentaron obstáculos económicos; Gonzalo Losada, como editor libre y como miembro de numerosas instituciones relacionadas con la industria editorial y con la cultura, luchó también de manera ardua y constante contra la censura, que desde ciertas “comisiones de moralidad” oficiales o privadas se ensañaba —entre otras cosas también vinculadas a las bellas artes— con la literatura. Hoy parece mentira que en 1945 hayan sido considerados “inmorales” u “obscenos” autores como Restif de La Bretonne, Honoré de Balzac, Ovidio o Émile Zola, entre muchos otros. Y sin embargo la condena caía inexorablemente, y era necesario dar la cara para impedir clausuras, requisas o cárcel de los considerados “responsables”. Pero lo esencial en esta sinopsis histórica es tener en cuenta que son muchos los frentes en que una institución con finalidades económicas, educativas y culturales debe presentar batalla, si

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quiere seguir embanderada en sus ideales. La Editorial Losada y sus fundadores fueron verdaderos paladines en esta guerra que hoy, en los umbrales del tercer milenio, parece haber terminado. Aunque nunca se sabe.

De pie: Enrique Pérez, Atilio Rossi, Francisco Romero y Rafael Alberti; sentados: Pedro Henríquez Ureña, Teodoro Becú, Gonzalo Losada y Guillermo de Torre (1943)

La permanencia de su espíritu

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onzalo Losada falleció en Buenos Aires el 18 de marzo de 1981, sin haberse alejado nunca de su


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vocación de editor. Más aún: su espíritu vive y está presente en la editorial que lleva su nombre, después de haber rebasado ésta sus sesenta años. En este ahora afirmado en un sólido ayer y un promisorio mañana. En vida de Gonzalo Losada habían sido publicados autores de renombre universal y títulos de larga permanencia. Junto a Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, brillaba Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes; junto a los nombres de Sartre, Camus o Neruda destellaban los de Quiroga, Asturias y Arguedas… Estos ejemplos —pocos— sirven sólo para dar una idea del amplio abanico estético e ideológico de la empresa. Con la desaparición de don Gonzalo, se hicieron cargo del timón su hijo, Gonzalo Pedro Losada, y fieles colaboradores ya arraigados en la empresa, que siguió ubicada entre las más importantes de la actividad editorial argentina e hispanoparlante. En ningún momento la Editorial Losada dejó de tener en cuenta los conceptos —nunca perimidos— que expusiera su fundador en 1945, refiriéndose a los problemas y necesidades del gremio editorial hispanoamericano. Entre esos conceptos, además de la necesidad de permanentes reuniones entre editores del área y de la Península Ibérica, el visionario proponía el estudio de una política del libro en su acepción más noble, la implementación de leyes de propiedad intelectual y amparo de los derechos legítimos de autores y editores, la unificación de los

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derechos de autor post mortem, la libre circulación de los libros sin trabas de ninguna especie, la reducción de tarifas postales, completas franquicias aduaneras y consulares, la creación de una federación de las Cámaras del Libro de América y España para la defensa de un patrimonio común, y la creación de un premio literario para españoles y americanos pagado por las Cámaras del Libro, con los fondos que para ese fin pudieran obtenerse. Estos ideales fueron siempre objetivos de la Editorial Losada, que los planteó en distintos foros a través de quienes la representaron oportunamente. En 1990 la situación económica presentaba muchas dificultades. Después de que dos importantes editoriales españolas auditaron Losada con el fin de reflotarla, descartándolo por imposible, se hizo cargo de la misma José Juan Fernández Reguera quien, confiando en el apoyo de autores y sus herederos: Alberti, Bioy Casares, Sábato, Amado, Casona, Girondo, Neruda, Asturias, Arguedas, Bernárdez, Ábalos; en el de agentes literarios: Carmen Balcells, Lawrence Smith, International Editors; en editoriales muy allegadas: Gallimard, Éditions du Seuil, Feltrinelli, Presses Universitaires de France; y libreros, tanto argentinos como extranjeros, hizo resurgir a esta importante empresa cultural en sus alcances nacionales e internacionales. Si bien continúa con la línea editorial y con la tradicional filosofía de difusión y cultura, se da al

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mismo tiempo un gran impulso renovador a los nuevos tiempos, a las nuevas técnicas de venta, a los nuevos movimientos promocionales. Y se reimprime la mayor parte de los títulos agotados en los catálogos preexistentes, actualizando así el acervo editorial y poniendo libros intensamente solicitados al alcance del público lector.

PRIMEROS TÍTULOS DE LA EDITORIAL LOSADA* Fichero: ¿Cuál fue el primer título del sello Losada? Gonzalo Losada: No fue un solo título, fueron trece: La agonía del cristianismo, de Miguel de Unamuno; Libro de Sigüenza, de Gabriel Miró, Cartas a una señora sobre temas de derecho político, de A. Ossorio; Teoría del conocimiento, de J. Hessen; El Decamerón Negro, de Frobenius; Pepita Jiménez, de Juan Valera; La vida de las abejas, de Maurice Maeterlinck; El cartero del rey, de Rabindranath Tagore; La hija de Iorio, de Gabriele D’Annunzio; El poema del Cid; el primer tomo de las Obras Completas de García Lorca, con “Bodas de Sangre”, “Los títeres de cachiporra” y el “Retablillo de don Cristóbal”; La metamorfosis, de Kafka, y El puesto del hombre en el cosmos, de Max Scheler. * De la revista Fichero Bibliográfico, noviembre de 1973.

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PARA UNA POLÍTICA DEL LIBRO Hace más de tres décadas, Gonzalo Losada proponía las bases para una política del libro necesaria en ese entonces y necesaria aún hoy. Conviene recordarlas: 1. Créditos a largo plazo y con bajo interés para el desarrollo de la producción, principalmente de obras fundamentales de muy alto costo. 2. Descuento de letras también a largo plazo, pues la comercialización del libro lo exige, para la exportación con intereses moderados. 3. Exención de impuestos, a condición de que los beneficios sean reinvertidos, totalmente o en su mayor parte. 4. Créditos especiales para contratar derechos de autor de obras importantes, poniéndonos en condiciones parecidas a las de otros países que pagan enormes anticipos que a nosotros nos están vedados. 5. Exención del pago de impuestos a los réditos a las sumas destinadas al pago de los derechos de autor, para facilitar la contratación de obras interesantes o de gran envergadura. 6. Tarifas postales ordinarias y aéreas económicas, tanto para los servicios nacionales como para los internacionales. 7. Facilidades para la importación de maquinaria que permita la renovación del utilaje industrial de las imprentas, muchas de las cuales están trabajando con máquinas muy antiguas y asimismo, para la importación de papel y otros elementos indispensables tanto para la impresión como para la encuadernación.

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UNA VISIÓN UNIVERSAL DEL HUMANISMO Desde sus comienzos, la Editorial Losada seleccionó sus autores dentro de una visión universal del humanismo. Humanistas propiamente dichos como Henríquez Ureña, filósofos como Romero, gramáticos como Amado Alonso, críticos y literatos como De Torre, penalistas como Jiménez de Asúa, poetas y escritores de enorme valía empezaron a saciar necesidades culturales hasta entonces insatisfechas o satisfechas a medias. Losada publicó las obras completas de Federico García Lorca (en 1938), de León Felipe, de Antonio Machado y de Miguel Hernández, entre otros. Popularizó a los clásicos, pero incorporó también a autores como Sartre (El muro, 1947, con traducción de Aurora Bernárdez) Camus, Moravia, Piovene, Pratolini, Calvino, Faulkner, Gide, Huxley, Kerouac (En el camino, 1959), Mauriac, Henry Miller, Robbe-Grillet, D. H. Lawrence, Kenzaburo Oë (Un asunto personal, 1971) y muchos otros que entonces constituían la vanguardia.

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Miguel Ángel Asturias y su mujer, en el baile de celebración del Premio Nobel

Los premios Nobel en la Editorial Losada 1911. MAURICE MAETERLINCK (belga). La vida de las abejas (Bibl. Contemporánea, nº 4); El pájaro azul; Interior (Bibl. Contemporánea, nº 29). 1912. GERHART HAUPTMANN (alemán). Teatro 1: Los tejedores; La ascensión de Hannele; El abrigo de castor. Teatro II: Henschel el carretero; Rosa Bernd; Las tinieblas. 1913. RABINDRANATH TAGORE (hindú). El cartero del rey; La luna nueva (Bibl. Contemporánea, nº 5). El rey del salón oscuro (Bibl. Contemporánea, nº 7). El jardinero (Bibl. Contemporánea, nº 117). Mashi y otros cuentos (Bibl. Contemporánea, nº 110). La cosecha (Bibl. Contemporánea, nº 148). Ciclo de primavera. (Bibl. Contemporánea, nº 205). Chitra; Pájaros perdidos. (Bibl. Contemporánea, nº 211). Moradas de paz (Bibl. Contemporánea, nº 215) La hermana mayor y otros cuentos

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(Bibl. Contemporánea, nº 218). Ofrenda lírica (Bibl. Contemporánea, nº 234). 1921. ALBERT EINSTEIN (alemán). La física, aventura del pensamiento. 1925. GEORGE B. SHAW (irlandés, literatura inglesa). Guía política de nuestro tiempo. 1927. HENRI BERGSON (francés). La risa (Bibl. Contemporánea, nº 55). 1929. LOUIS DE BROGLIE (francés). La física nueva y los cuantos. 1929. THOMAS MANN (alemán). Carlota en Weimar; El pensamiento vivo de Schopenhauer; Cervantes, Goethe, Freud (agot.); El triunfo de la medicina (agot.). 1934. LUIGI PIRANDELLO (italiano). Cada cual a su juego; La vida que te di (Bibl. Contemporánea, nº 136). 1937. ROGER MARTIN DU GARD (francés). Los Thibault (10 volúmenes). 1938. PEARL S. BUCK (norteamericana). El patriota (Bibl. Contemporánea, nº 22 y Grandes Novelistas de nuestra época). 1939. FRANZ EMIL SILLAMPAA (finés). Silya.

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1945. GABRIELA MISTRAL (chilena). Tala (Bibl. Contemporánea, nº 1874, y Poetas de España y América). 1947. ANDRÉ GIDE (francés). Si la semilla no muere; Et nunc manet in te (Diario íntimo); Los alimentos terrestres; Los nuevos alimentos; El pensamiento vivo de Montaigne; Corydon (agot.). 1949. BERTRAND RUSSELL (inglés). El poder en los hombres y en los pueblos; Vieja y nueva moral sexual (agot.); Investigación sobre el significado y la verdad (agot.). 1950. WILLIAM FAULKNER (norteamericano). Intruso en el polvo; Estos trece. 1952. FRANÇOIS MAURIAC (francés). Los caminos del mar (Bibl. Contemporánea, nº 6); El mar. Genitrix. El pensamiento vivo de Pascal. 1956. J. R. JIMÉNEZ (español). Estío (Bibl. Contemporánea, nº 130); Eternidades (Bibl. Contemporánea, nº 142); Antología poética (Bca. Contemporánea, nº 144); Belleza (Bibl. Contemporánea, nº 147); Poesía (Bibl. Contemporánea, nº 174); Diario de poeta y mar (Bibl. Contemporánea, nº 2l2); La estación total; Canciones de la nueva luz; Españoles de tres mundos; Platero y yo; Antolojía para niños y adolescentes.

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1957. ALBERT CAMUS (francés). El exilio y el reino; La caída; El mito de Sísifo; El hombre rebelde; El revés y el derecho; Discurso de Suecia. Teatro: El malentendido; Calígula; El estado de sitio; Los justos; Carnets 1 y 2. 1963. JORGE SEFERIS (griego). El zorzal y otros poemas; Diario de a bordo. 1967. M. A. ASTURIAS (guatemalteco). El señor Presidente; Hombres de maíz; Leyendas de Guatemala. 1971. PABLO NERUDA (chileno). Obras Completas. 1977. VICENTE ALEIXANDRE (español). Espadas como labios; Sombras del Paraíso; La destrucción o el amor.

Traducciones

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sí como aparecieron con el sello de Losada los autores clásicos y de vanguardia más destacados, se ocuparon de las traducciones hombres y mujeres sumamente capacitados y a menudo creadores, puesto que eran también escritores responsables de textos notables. Pablo Neruda, por ejemplo, se ocupó de la versión al español de Romeo y Julieta; Miguel Ángel Asturias —con la colaboración de J. M. González de Mendoza— realizó en nuestra lengua la versión francesa del Popol Vuh. Juan Ramón Jiménez

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y su mujer, Zenobia Camprubí, vertieron a nuestro idioma muchas piezas de Rabindranath Tagore. León Felipe recreó el Canto a mí mismo, de Walt Whitman. Son muchos los grandes autores que también fueron excelentes traductores en Losada. Entre ellos Alfonso Reyes, María Luisa Bombal, Gregorio Martínez Sierra, Ricardo Baeza, Atilio Dabini, Aurora Bernárdez, Pedro Henríquez Ureña, Felipe Jiménez de Asúa, Luis Echávarri, Teodora Efrón y Julieta Gómez Paz, entre otros muchos de parejas calidades. Como dato interesante y emotivo: Armando Discépolo —con Jura Netchaeff— tradujo para Losada obras de Anton Chéjov. En cuanto a los prólogos de obras famosas, se encargaron de ellos, entre otros, celebridades como Alfonso Reyes, Rafael Alberti, Jorge Luis Borges, François Mauriac, Miguel Ángel Asturias, Guillermo de Torre, Aurora Bernárdez, Francisco Romero, Ricardo Baeza, Pedro Henríquez Ureña y María Rosa Lida.

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Rafael Alberti, retrato de Ricardo Carpani

Refugio y centro de irradiación literaria sus comienzos la Editorial Losada se constituyó D esde en un núcleo desde donde la literatura latinoamericana tuvo repercusión mundial. Pero también fue refugio de escritores que tuvieron que exiliarse, y por eso mismo centro de irradiación literaria hacia los cuatro puntos cardinales. Con el sello de Losada vieron sus obras autores españoles residentes en Buenos Aires por períodos a veces largos, a veces cortos. Entre esos autores contamos a Rafael Alberti, Ramón Gómez de la Serna, Eduardo Blanco-Amor, Ramón Pérez de Ayala, Jacinto Grau, Rosa Chacel y muchos más. Entre ellos, por supuesto, los que cofundaron la

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editorial. ¿Hace falta mencionar una vez más a García Lorca, a Juan Ramón Jiménez? También encontraron editor y amigo en Losada sudamericanos como Elvio Romero (paraguayo) y Sebastián Salazar Bondy (peruano). Esta editorial fue una caja de resonancia para voces que no podían alzarse en sus países de origen, y contribuyó a la armonía a través de la cultura. Cabe agregar aquí que otros españoles contribuyeron al desarrollo de la industria cultural argentina, entre ellos Antonio López Llausás, creador de Editorial Sudamericana, y el catalán Joan Merli, fundador de la Editorial Castelao. Un músico como Manuel de Falla eligió la Argentina para pasar sus últimos años, y no hay que olvidar que actores como Margarita Xirgu y Pedro López Lagar, entre otros, fueron inspiradores en el teatro nacional argentino. España se descubría en América, particularmente en el Río de la Plata.

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Primera Feria del Libro Argentino, 1943

En la primera Feria del Libro Argentino a inauguración de la primera Feria del Libro L Argentino tuvo lugar en abril de 1943. Fue organizada por la Cámara Argentina del Libro y congregó a escritores, editores, distribuidores, libreros, gráficos y público en una serie de actos culturales extraordinarios. Todos estos actos se llevaron a cabo en un vasto recinto especialmente levantado en la avenida 9 de Julio de Buenos Aires, entre Cangallo y Bartolomé Mitre. El local estaba decorado y en él se desplegaban las instalaciones de las editoriales más importantes del país. Frente al estrado, un amplísimo anfiteatro permitía que miles de personas asistieran a danzas, conciertos y espectáculos teatrales varios. La Editorial Losada, a través de Gonzalo Losada, puso todo su impulso y su infraestructura para contribuir a la realización de esta Feria y las que siguieron. Los escritores más importantes del momento dieron conferencias y respondieron al interés del público. La actual Feria del Libro de Buenos Aires tiene en la primera, realizada hace más de medio siglo, un honroso antecedente.

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Programa de actos

Los primeros veinte años de la Editorial Losada (Salutaciones)

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a Editorial Losada realiza desde hace muchos años un trabajo magnífico. Hace un eminente servicio a la literatura universal al procurar al público de lengua española —tan numeroso— el conocimiento de algunas de las más grandes obras actuales. La Editorial Losada ha mostrado un severo discernimiento en la elección de estas obras; y ha sabido rodearse de excelentes traductores como yo mismo, que algo conozco el español, he podido verificar-. Esta alta calidad de los traductores, que en este caso es una condición esencial, suele encontrarse con menos frecuencia de lo que podría pensarse; y no se obtiene por casualidad. En esto la Editorial Losada da un ejemplo que otras casas, que en otros países se han asignado una tarea análoga, harían bien en seguir.” JULES ROMAIN (de la Academia Francesa)

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“Aunque mi mala salud me impide otra cosa, quiero con estas líneas asociarme a la celebración del 20º aniversario de la Editorial Losada, ilustre casa editora que siempre me dispensó su cordial acogida, hogar de escritores con el que me siento amistosamente identificado y al que deben las letras hispanoamericanas tan señalados y eminentes servicios. Téngame siempre por su amigo y servidor afectuoso.” ALFONSO REYES

“Veinte años son pocos para una empresa editorial, pero parecen muchos cuando la actividad es intensa como la vuestra. Sobre todo muy importante es la contribución que habéis dado a la cultura no solamente de la Argentina sino también de todos los países en que se habla el castellano. Con frecuencia recibo ecos de mis ideas que han sido dadas a conocer por el libro que habéis publicado. Por esto me alegro con vosotros, y os deseo un éxito cada vez mayor para el bien conjunto de vuestra casa y de la cultura.” LIONELLO VENTURI

“La Editorial Losada ha realizado una obra de cultura verdaderamente extraordinaria. Pero su mayor mérito reside, a mi juicio, en la gran cantidad de libros argentinos que ha editado. Tal vez, en esto, supere a las otras editoriales. Esta simpatía por las obras de los argentinos obliga nuestro reconocimiento a Gonzalo Losada, persona excelente, generosa y cordialísima.” MANUEL GÁLVEZ

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“¿Cómo demostrar así el sentimiento profundo que me une a Uds.? Me habría honrado el colaborar en el número extraordinario de la revista y en mi corazón se habría satisfecho el deseo constante que tengo de manifestarles mi adhesión; pero, créanmelo, apenas me permite la vista cumplir los más elementales deberes, y ello con máxima brevedad.” EDUARDO BARRIOS

“Desde que en 1933 visité Buenos Aires por primera vez el movimiento editorial argentino ha crecido fabulosamente. Han sido veinticinco años fecundos en el desarrollo cultural del país, al margen muchas veces de sus bandazos políticos. Los españoles estamos orgullosos de haber contribuido a ese avance. Muchas de las editoriales que le han favorecido son obra nuestra. Entre ellas figura la Casa Losada que cumple hoy sus veinte años de trabajo. Corresponde a los argentinos agradecerla su colaboración a la gran empresa nacional de su renovación espiritual. Al español que soy yo no le cabe sino la satisfacción de haber presenciado su éxito y desear que continúe su proficua labor para el bien de este gran pueblo que hoy tengo por segunda patria.” CLAUDIO SÁNCHEZ ALBORNOZ

“No quiero estar ausente en la celebración del 20º aniversario de la fundación de la Editorial siquiera sea con estas pocas líneas. Ya casi podría escribirse un tratado sobre la influencia de la labor cultural que ha realizado. En nuestro mundo de habla hispánica, el sello de Losada constituye como una

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contraseña, y los argentinos nos honramos perteneciendo a un país cuya madurez intelectual y cuya capacidad de empresa permiten tan señalados frutos. Me siento tan próximo a la Editorial que tengo cierto pudor en felicitarlo. Me limito pues a reiterarle mi firme adhesión, mi personal admiración por su labor de adelanto en el campo editorial y mi invariable y verdadero afecto personal.” JOSÉ LUIS ROMERO

“Al cumplir los veinte años de su vida, la Editorial Losada puede contemplar con íntima satisfacción la fecunda obra de cultura que ha cumplido no sólo en la Argentina, sino en toda América latina; y puede sacar de su pasado los auspicios más promisorios para su actividad futura. Los autores de la Casa y el público acompañan con su augurio cordial la luminosa trayectoria de esta obra cultural y saludan con sincero sentido de solidaridad la celebración de esta fecha.” RODOLFO MONDOLFO

“Estimo que la Editorial Losada debe considerarse como uno de los principales institutos libres de cultura de nuestro país.” EZEQUIEL MARTÍNEZ ESTRADA

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ALEACIÓN “Tengo libros en Losada y los tengo en otras editoriales que también admiro y quiero. La producción y venta de libros no es industria y comercio, sino una diplomacia; hay que estar con todos y con unos. Los unos son los que están al margen de todos. Los unos dan el prestigio, y todos proporcionan el provecho. Y el editor, para prosperar, para adelantar, necesita –diplomáticamente, cautamente– hacer una discreta aleación. Losada la practica.” AZORÍN

“Yo he seguido el rumbo de mi gran amigo Gonzalo Losada desde mucho antes de que iniciase su editorial. Mi conmadrileño amigo plantó un día un esqueje con una sola hoja de laurel y hoy es un magnífico árbol bajo el que nos cobijamos. La casa Losada se levantó con clara y elevada torre y asomado a ella él sabía enseguida a quién tenía que dar posada. Después, buen escuchador, decidir a quién debía publicar libros y así gracias a ese instinto de editor, logró ese catálogo magnífico y triunfante. Merece ser la esperanza de todos y tener en sus manos la llave de oro del editor responsable, la llave de la inmortalidad que sólo el editor ayuda a conseguir.” RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA

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“Señor Gonzalo Losada. Mi querido amigo: En este jubileo de las letras que es el vigésimo aniversario de la fundación de la Editorial que lleva su apellido, no quiero que falte mi felicitación como la de uno más entre los escritores cuyo nombre se honra con figurar en los catálogos de la casa. ¡La casa! Dispersos por las varias naciones de nuestro idioma, toda una gran familia de escritores convergemos hacia la casa, en la que nos sentimos, a veces desde muy considerables distancias geográficas, en nuestro propio hogar. La Editorial Losada convoca a las más varias actividades letradas y abre un brazo seguro, largo de millares de kilómetros y más largo todavía de entendimiento, para recibir en redondo una compleja representación escrita del ánimo creador expreso en el ámbito de la lengua. Pero aún se extiende más y, alerta, adopta y sirve para el consumo de millones de lectores, con exquisito tino adelantado, el latido espiritual con que el mundo se revela progresivamente desde la multiplicidad de las latitudes. Presentando, en efecto, con perspectiva la unicidad del espíritu humano, en la articulación de su movimiento. ¡Qué lección admirable! Cada cual encontrará entre los valores de la Editorial Losada alguna virtud que sentirá como preferida. Para mí, con ser tan fecunda en realizaciones, es la ejemplaridad moral su distinción suprema. En situaciones favorables, como en el clima adverso, a través de sus años, la Editorial Losada ha sostenido insobornablemente siempre el principio superior del servicio a la inteligencia, sin doblegarse nunca, sin otra fuerza que la de su norma y sin otro respeto que el de su inalterable dedicación. En una empresa, una posición ética así informadora la tiñe y la define y como que propiamente la nombra. El catálogo es rico, vario, adelantado y está entre los más significados motores de cultura de nuestra lengua. Pero es su fundamentación moral sobre la que se levanta y que firmísimamente lo hace posible, lo

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que yo me complazco en saludar en este jubileo de los veinte años, en la ininterrumpida historia de la Editorial. Y a usted y a todos sus inmediatos colaboradores envío mi felicitación, solidario, como los demás beneficiados lectores, de esas fértiles horas.” VICENTE ALEIXANDRE

“En sus 20 años de labor tenaz, Gonzalo Losada ha publicado 1.300 títulos. Son 1.300 mensajes de cultura que han recorrido por todos los países del mundo. Otras editoriales han dado también obras de calidad, pero nadie ha puesto como Losada tanto corazón y un empeño tan generoso en ofrecer libros argentinos y españoles. Libros de España y América. De españoles emigrados o de los que viven en la península, de los indomables de siempre o de los resignados, y de argentinos de todas las tendencias. Personalmente, debo agradecer a Losada su publicación de mi Campo de hierros en una época en que me resultaba tan difícil convencer a un editor. Y en la neutralidad debo expresarle también mi reconocimiento más profundo por ser el pilar principal de la revista “Ficción”, siempre presente desde el primer número, con su página generosa de cooperación. Vayan en estas líneas mis mejores votos en su magnífica trayectoria de prosperidad.” JUAN GOYANARTE

“¡Que cien nuevos soles iluminen a la Editorial Losada! Y el agradecimiento caluroso de un escritor francés al editor que tan generosamente acoge a la literatura de su país.” ALBERT CAMUS “Hago llegar a ustedes mi adhesión a la obra que realizan en

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Facsímil de la carta de salutación de Ramón Gómez de la Serna

favor de la literatura universal y, sobre todo, de la literatura sudamericana y argentina. Honrada de contarme entre los escritores de la casa, los saluda afectuosamente.” BEATRIZ GUIDO “Considero muy importante el papel que desempeñan las


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Facsímil de la carta de salutación de Pablo Neruda

editoriales progresistas en beneficio de la educación popular y la cultura, haciendo accesibles no solamente a las minorías sino también a masas cada vez más amplias de lectores las obras representativas del pensamiento, de las ciencias y de las artes de todos los tiempos. La Editorial Losada se destaca entre ellas como una de las

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instituciones de difusión bibliográfica más importantes del Continente, que honra a la industria del libro sudamericano. Al cumplir veinte años de decorosa labor en pro del conocimiento e intercambio cultural entre los países de habla hispánica, con sus nutridas y selectas colecciones de amplio sentido ecuménico, formulo mis congratulaciones y augurios por su creciente prosperidad.” AUGUSTO ROA BASTOS

“El esfuerzo de Gonzalo Losada y sus colaboradores ha sido quizás, entre otros, el más fértil y ponderable para nuestra cultura argentina y americana. Pero lo que en esta ocasión conviene destacar, es el especial interés que ha demostrado la Editorial Losada para los escritores de lengua española. Difícilmente otras empresas editoriales hayan mostrado mayor preocupación por difundir los escritores y poetas de nuestro idioma. Esta capacidad de generosidad ha convertido a la Editorial Losada en centro consagratorio de cultura, en fuerte de irradiación del pensamiento americano que puede ser de capital importancia para el destino de lo humano, en una nueva época de mayor comprensión y libertad.” EMILIO SOSA LÓPEZ

“La fundación de la editorial Losada es un episodio importante

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en la historia de las lenguas argentinas. Algunos acontecimientos pasan inadvertidos para los contemporáneos; creo que todos entendimos el significado de éste: desde entonces, el hecho de publicar un libro sería un poco más real (¿alguien ignora que nuestra actividad entera está afligida de irrealidad, y que huir de la irrealidad es la mayor de las dichas?). Entendimos también que la publicación de un libro por Losada equivalía a un título de escritor profesional o de escritor en serio. A mí me cupo ese honor en 1940, con la primera edición de ni novela La invención de Morel.” ADOLFO BIOY CASARES

“Es importante este cumpleaños de los primeros felices veinte de la Editorial Losada. Al asociarme a la gran fecha, quisiera hacer resaltar, entre tantos méritos acumulados por esa Casa, dos facetas del carácter de su fundador y constante guía: Don Gonzalo Losada. Primero, su predisposición, en muchos casos mecénica, por las letras argentinas, mantenida desde el día inaugural de su empresa y nunca amenguada a lo largo de todos estos años. Segundo, que es un editor que lee. “Sabe” leer y “sabe” admirar, con lo cual queda abierta una posibilidad de la que se beneficiaron, y se beneficiarán, los que comienzan, los inéditos, aquellos cuya única esperanza depende de que, de verdad, sean leídos sus originales; en ellos pienso siempre en mi condición de escritora solidaria y libre. Que otros exalten todas esas otras cosas que –lo sé– es en el orden cultural, progresista e industrial, la Editorial Losada.” LUISA SOFOVICH “Me adhiero jubilosamente a la celebración de los Veinte Años

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de la Editorial Losada, que ha sido durante ese tiempo la más alerta de la cultura hispano-americana en este orilla. Su difusión de los grandes maestros clásicos y contemporáneos, su búsqueda afortunada de nuevos valores sin la menor preocupación de frontera, su generosa atención a la lírica joven, sus aportaciones científicas y sus bibliotecas populares, han hecho por la cultura y el acercamiento de nuestros pueblos una obra que podría enorgullecer juntamente a la más inteligente Cancillería, a la más exigente Universidad y a la más democrática Tribuna. No puedo dejar de subrayar entre las más valiosas contribuciones de su catálogo su dedicación a la literatura dramática; al teatro que, además de sus necesarios valores de espectáculo, no olvida que pertenece con plenitud de derechos y deberes a una rama vital de la Poesía.” ALEJANDRO CASONA

“Mis cordiales saludos y felicitaciones al cumplir sus veinte años de existencia. En ese espacio de tiempo, no sólo se ha convertido en una de las primeras empresas de su clase, sino que ha realizado en toda América, además de la Argentina, una obra espiritual e intelectual valiosísima, y si ello debe producir justa satisfacción a todos aquellos que dentro de la Editorial han contribuido con su esfuerzo personal a colocarla en lugar preeminente entre las principales editoriales del mundo, debe ser también motivo de satisfacción y orgullo para los artistas y escritores, cuyos libros llevan su sello tan prestigioso. Entre los innumerables elogios y merecidas felicitaciones que recibirá usted por la vasta y trascendental labor realizada, quiero destacar, como paraguayo, la obra americanista cumplida por la Editorial. Ninguna otra lo ha hecho con tanta generosidad, amplitud y variedad. Es grande la deuda de gratitud que los escritores de los otros países de América tenemos para con ella, ya que gracias a

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ese esfuerzo y generoso empeño, una gran parte de la literatura americana hasta ayer ignorada fuera de sus respectivos países, ha podido difundirse y llegar a otros públicos de América y España.” GABRIEL CASACCIA

Premios instituidos por la Editorial Losada

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esde siempre la Editorial Losada se preocupó por alentar las actividades literarias. Lo hizo de muchas maneras; una de las más importantes fue implementar concursos literarios que significaran un ingreso económico para los autores y la publicación de sus obras, con el sello de esta casa. Ya en 1939 se establecía el premio RICARDO GÜIRALDES, de novela argentina, que tuvo honda repercusión en los ambientes literarios y en el público. En 1942, junto con la Sociedad Argentina de Escritores, se creó el premio LORENZO LUZURIAGA como homenaje a Sarmiento. En 1958 y en ocasión de cumplir 20 años, Editorial Losada establecía en forma anual un concurso de novela para todo el mundo hispanohablante. Fueron muchos los escritores que se consagraron, entre ellos cabe

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Bernardo Canal Feijóo, Gonzalo Losada y José Campobassi. Entrega del Premio de Ensayo 1960 (Sesquicentenario de la Revolución de Mayo)

Adolfo Bioy Casares y Beatriz Guido con María Mombrú, Ana María Shúa, Alberto Lagunas y Gustavo Bossert, los cuatro premiados en el concurso de Novela 1980

destacar al paraguayo Augusto Roa Bastos, que con su novela Hijo de hombre ganó el primer puesto, y pasó a integrar la prestigiosa lista de los autores del boom latinoamericano. Este concurso se mantuvo hasta 1980. En 1960, para el Sesquicentenario de la


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Augusto Roa Bastos en la entrega a su premio de novela por Hijo de hombre (1959)

Revolución de Mayo, Losada propuso un concurso de ensayos sobre la Revolución de Mayoy la vida de la República Argentina en los 150 años a partir de la misma.

Una distinción bibliográfica

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n 1966, la Fundación Interamericana de Bibliotecología Franklin distinguió a Cien sonetos de amor (2da. ed.) de Pablo Neruda entre los “libros de literatura general, realizados con intención artística, con ilustraciones en negro o color”. Estas ilustraciones y el dibujo de tapa eran de un artista y colaborador de la editorial, el talentoso Silvio Baldessari. La dirección gráfica estuvo a cargo de Andrés Vázquez, que formó parte del plantel técnico-literario desde la primera hora. El libro, impreso en Graficolor, había sido publicado por Losada ese mismo año. El premio Tormargana

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n 1965, Rafael Alberti y Gonzalo Losada obtenían el prestigioso premio Tormargana, el primero por sus cualidades de poeta y el segundo por ser considerado “el más calificado e importante protagonista de la edición internacional (…)” y “el más infatigable, generoso, iluminado cooperador desde hace treinta años en el intercambio cultural entre Europa y América latina”.

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FacsĂ­mil del programa de la entrega del premio Tormargana


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Facsímil del grabado entregado a la Editorial con motivo de la concesión del Premio Biblioteca Europea

Premio Biblioteca Europea

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n el año 2000, la Editorial Losada fue premiada por la Biblioteca Europea con el premio Editore Europeo.

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Christiane de Rochefort y Gonzalo Losada en el agasajo a la escritora francesa por la aparición del libro El reposo del guerrero, editado en español por Losada, abril de 1962

Luis Jiménez de Asúa saluda a don Gonzalo Losada

Un intranquilo reposo frente a la censura

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a censura, ese monstruo arbitrario que hoy nos parece inconcebible, se cebó en muchísimas manifestaciones artísticas en la Argentina. La literatura fue una de sus víctimas, y sería largo enumerar las obras condenadas en nombre de la obscenidad o de la pornografía. Para colmo, eran también condenados autores, editores y hasta traductores de dichas obras. Siempre se elevaron protestas y a menudo las condenas tuvieron que ser levantadas, pero de todos modos el fantasma de la censura segaba y cegaba. Probablemente el ejercicio de la autocensura haya sido el peor de los efectos. Fiscales cuyo nombre es mejor no recordar se arrogaban el derecho de pensar por los demás y de condenar a quienes no se encerraran en límites de una intolerable estrechez. Los intelectuales, por cierto, protestaban. A veces era como clamar en el desierto. La Editorial Losada no se salvó de la

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insensatez de aquellos que pretendían “salvar a la moral pública”. El 28 de abril de 1961, la justicia argentina dictó un fallo sin precedentes: se condenaba al editor don Gonzalo Losada y al traductor Miguel Amilibia a un mes y seis meses de prisión condicional, respectivamente, como responsables directos de la publicación de la novela El reposo del guerrero, de Christiane Rochefort, en castellano y en Argentina. El proceso se inició el 19 de octubre de 1959, cuando el agente fiscal De la Riestra presentó querella contra el director de la colección “Grandes novelistas de nuestra época”, de la Editorial Losada. Este era don Guillermo de Torre, quien quedó desvinculado del pleito cuando el presidente del directorio de la empresa, don Gonzalo Losada, asumió toda la responsabilidad. El fiscal logró no obstante que el traductor del libro, Miguel de Amilibia (con el seudónimo de Miguel de Hernani), no escapara de su rigor. La Embajada francesa informó acerca de las calidades y cualidades del libro, reconocido por la crítica francesa por su excelencia, y premiado por un jurado entre cuyos integrantes estaban Camus y Mauriac. Numerosos intelectuales apoyaron a Losada. Fermín Estrella Gutiérrez, entonces presidente de la SADE, declaró: “Me apena profundamente el fallo del juez pues, como él mismo no puede dejar de reconocer, se condena a un mes de cárcel, como a un vulgar delincuente, a uno de los

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editores más serios y que más ha hecho por la cultura del país, de treinta años a esta parte. Y no es ésta, creemos, la manera de premiar o estimular a quien tanto merece nuestro respeto y nuestra gratitud”. Gonzalo Losada sostenía que El reposo del guerrero es “un documento aleccionador sobre las bajezas y debilidades del ser humano sometido a las dificultades del mundo contemporáneo. Una obra fuerte y ruda que tiene tres atributos, al margen de los puramente estilísticos. La obra condena la rebeldía sin sentido, exalta al amor y reafirma a la maternidad como virtud y bien supremo. Como novela de la literatura moderna es deliberadamente audaz porque quiere enfrentar, sin hipocresías, los problemas de nuestro tiempo”. Las partes apelaron el fallo y el pleito adquirió las proporciones que tiempo atrás tuviera, en Londres, el enjuiciamiento de El amante de Lady Chaterley, de Lawrence. Esta novela fue absuelta por la justicia inglesa. Afortunadamente lo mismo sucedió entre nosotros con El reposo del guerrero, lo que provocó una verdadera ola de adhesiones y un gigantesco homenaje a Gonzalo Losada. Quinientos comensales asistieron al agasajo que se llevó a cabo en el Hotel Español, para testimoniar a don Gonzalo un infinito reconocimiento por su “infatigable labor de divulgación cultural y por su obra en beneficio del libro, los escritores y los pueblos de habla hispana”. Estuvieron, entre otros, Adolfo Bioy

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Augusto Roa Bastos, Nicolás Repetto, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges en el homenaje a Gonzalo Losada (1961)

Casares, Nicolás Repetto, Carlos Sánchez Viamonte, Fermín Estrella Gutiérrez, Rafael Alberti, María Teresa León, Oliverio Girondo y Roberto M. Giusti. Se recibieron adhesiones del senador nacional Alfredo Palacios, de Juana de Ibarbourou, del Fondo de Cultura Económica (México) y de innumerables hombres y mujeres destacados del país y de América latina. El primer orador fue Fermín Estrella Gutiérrez en nombre de la Sociedad Argentina de Escritores; por los escritores latinoamericanos lo hizo Augusto Roa Bastos; por los españoles José Blanco Amor. Lucas Ayarragaray improvisó unas palabras en nombre de la Cámara Argentina del Libro. Finalmente habló don Gonzalo Losada, quien expresó: “El editor ha de tener infinitas caras o facetas porque debe, en primer lugar, amar entrañablemente al libro por sus elementos físicos y por las ideas que contiene. En lo inmaterial, no hay manifestación del pensamiento y de la imaginación del hombre que no pueda ser reducida a fórmula y aprendida en un libro: la ciencia, la literatura, las artes, la matemática”.

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Celebración en el Hotel Nogaró por el 35º Aniversario. Juan Valmaggia, Fermín Estrella Gutiérrez, Margarita Aguirre, Beatriz Guido, Luis Torres Agüero, Horacio Armani, Antonio Requein y otros (1973)

Las serenas palabras de Gonzalo Losada, pronunciadas aquel 22 de mayo de 1961, no mostraron ningún resentimiento hacia la arbitraria actitud de cierta “justicia” que, haciéndose eco de la censura, lo condenara por ejercer la libertad de publicar. Vale la pena tener en cuenta el final de su discurso: “Amo a la humanidad entera y, sobre todo, a los pueblos de nuestra estirpe y de nuestro idioma y, en primerísimo lugar, a la patria Argentina. Amo con singular intensidad a todos los creadores, cualquiera sea la naturaleza y el destino de sus obras. Amo a mis colegas, los editores, a nuestros complementarios —digámoslo así— los libreros y, en suma, a todos aquellos que tienen una relación directa con el libro y con la cultura en cualquiera de sus manifestaciones. Todos ellos son mis verdaderos hermanos y para todos ellos vaya la expresión de mis más fervientes votos de felicidad. Que la providencia se muestre pródiga en derramar sobre ellos los bienes del espíritu, que son los más valiosos y los más permanentes”.

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GONZALO LOSADA Biografía

“Y

o soy español de Madrid y nací en 1894. Los Losada eran gallegos. Soy un espécimen hispano con los vicios y virtudes de este pueblo. Mi infancia fue humilde en un país que vivía de frustraciones. Se había perdido la última colonia, había conflictos internos. España no estaba en contacto con el resto de Europa. Hermano mayor de un hogar con siete hijos, tuve que trabajar desde chiquilín. Cuando ingresé en los estudios de economía un tío, hombre de palacio, me consiguió sucesivamente tres empleos. El primero fue en una compañía de telégrafo. No me gustó. Después ingresé en un banco donde debía sumar todo el día. Me fui. La última fue la vencida. Entré en la Papelera Española, de don Nicolás María Urgolti. Anduve tan bien que antes de cumplir veinte años era apoderado. La ley no permitía que con mi poca edad firmara documentos y tenían que firmarlos subordinados míos. Desde entonces pienso que el destino trabaja para la vocación de cada hombre.” Así, de manera colorida y concisa, Gonzalo Losada narraba sus orígenes. Este modo de expresarse, característico en él, lo definía como un hombre que en ese momento acababa de cumplir 80 años, y que sin embargo gozaba de una juventud espiritual no solamente lúcida sino también luminosa.

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Sentados: Miguel Ángel Asturias, Guillermo de Torre, Gonzalo Losada, Luis Jiménez de Asúa y otros. De pie: Gonzalo Pedro Losada, Arturo Capdevila, Rafael Alberti, Francisco Romero, Jorge Luis Borges, José Luis Romero, Felipe Jiménez de Asúa y otros (1946)

Es decir que esclarecía a quienes lo rodeaban: escritores, intelectuales, gente del arte de editar libros. amigos en todos los sectores imaginables. Había nacido en Madrid, en efecto, el 6 de mayo de 1894. Los trabajos que ejerció “desde chiquilín” lo condujeron a la Editorial Espasa-Calpe, grupo empresario en el que empezó a desarrollar esa vocación que, por cierto, se manifestaba también en otros aspectos vitales. Lo declaraba él mismo al diario La Opinión el 8 de setiembre de 1974: “Iba a las conferencias, a los ateneos y, algo más importante, a los cafés, esas ‘segundas universidades de España”, como decía Unamuno (…). Me acuerdo de El gato negro, en el centro de Madrid, al cual acudía Benavente y era apeadero obligado de Unamuno (…). Otro café inolvidable era el Del Levante, cuartel general de Valle Inclán (…). En ese Madrid, en esa España, me formé. Cuando vine a Buenos Aires por primera vez me encontré con una ciudad tan universal que ni extrañaba Europa. Era como estar en París. Y opté por América, por la Argentina, por esta ciudad. En ningún otro lado encontré vida tan variada, tan heterogénea y cosmopolita como acá”.

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Su contacto —que podríamos llamar “de piel”— con la vida corriente y con los hombres de letras, siguió en estas tierras como en aquellas. Viajó a la Argentina con su esposa, doña Ascensión Arriola, y sus hijos pequeños, Gonzalo Pedro y Carmela Ascensión. En Buenos Aires Losada trabajó empeñosamente para Espasa-Calpe, pero en 1938 y a raíz de la guerra civil española, decidió fundar la Editorial que llevaría su nombre, acompañado por su grupo de amigos (ver Historia de la Editorial Losada). Así nació la empresa que hoy, a más de 60 años de su fundación, continúa la obra de su creador y su equipo. Pero a todos los datos concretos, es imprescindible añadir los de carácter espiritual. Gonzalo Losada, acostumbrado en España a la amistad con los hombres de letras, anudó en la Argentina lazos entrañables con los grandes escritores de estas latitudes. Él mismo decía: “Fue un milagro haberme encontrado en este país con la colaboración de intelectuales que hoy pertenecen a la cultura universal. Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda, Manuel Gálvez, Ricardo Rojas no son gente fácil de reunir alrededor de uno. Hombres que entre muchos más ayudaron a que hoy esta empresa continúe colaborando en la educación humana”. Esa empresa, destinada desde su nacimiento a “la educación humana”, se constituyó en uno de los

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Fryda Schultz de Mantovani, Gonzalo Losada y Mabel Peremarti, 1970

pilares de la industria editorial y de la cultura latinoamericana (ver Historia de la Editorial). Además de dedicarle ingentes esfuerzos, Gonzalo Losada se destacó en actividades paralelas. Fue presidente de la Cámara Argentina del Libro, gran impulsor de la Feria del Libro —desde sus inicios—, en 1955 recibió el Premio Tormargana y la medalla del Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia —por su acción a favor de la lengua y la cultura de ese país—, asesoró permanentemente a otros editores, distribuidores y libreros. Pero, por sobre todo, fue amigo entrañable de sus escritores. En la producción literaria de su empresa, supo aunar calidad a éxito. Nunca procuró el “best-seller”, que sin embargo estuvo muchas veces presente en diversos títulos de la Editorial. También tuvo que afrontar los ataques de la censura y lo hizo con el valor de un “caballero de capa y pluma”. Al cumplir los 80 años declaraba a la prensa: “Tengo planes inmediatos para los próximos 20 años y otros planes, de largo aliento, para más adelante. En resumidas cuentas, pienso portarme de la mejor manera posible —aunque siempre me

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Pablo Neruda y Migel Ángel Asturias, en Isla Negra, 1958

resultó dificil—, para que Dios, Nuestro Señor, me reserve un lugar bien divertido en el Paraíso, si es que tengo el mérito y la suerte de ir ahí”. Siete años después Gonzalo Losada fallecía en Buenos Aires, rodeado por el afecto, la amistad y el respeto de cuántos lo conocieron. Era el jueves 18 de marzo de 1981. Su memoria se perpetúa en la Editorial Losada, cuya trayectoria sigue marcando rumbos. Aquellos “planes de largo aliento, para más adelante”, están en marcha.

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Amigos entrañables: Alberto Gerchunoff, Sara Tornú de Rojas Paz, Gonzalo Losada, Ezequiel Martínez Estrada y Norah Lange (1949)

Gonzalo Losada: sus amigos, sus escritores

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adie mejor que Gonzalo Losada para definir sus relaciones de amistad con los escritores que integraron el catálogo de la Editorial. En ocasión de sus ochenta años, confesaba ante la prensa sus sentimientos y sus impresiones, con respecto a personalidades inolvidables.

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Guillermo de Torre, María Teresa León, Norah Lange, Eduardo Mallea, Oliverio Girondo, Atilio Rossi, Rafael Alberti, Jorge Luis Borges, Lorenzo Luzuriaga, Francisco Romero, Felipe Jiménez de Asúa y otros (1941)

Primeros encuentros en Buenos Aires

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ra muy amigo de Pablo Rojas Paz y su esposa, Sara Tornú. En su casa celebrábamos tertulias como en los cafés madrileños. Ese hogar era una especie de consulado general de todos los países de habla española. Bajo ese techo conocí al otro Pablo, al entrañable Neruda, que por aquel entonces era cónsul de Chile en Buenos Aires. La casa de Oliverio Girondo y Norah Lange era otro de mis centros de gravedad, quizás un poco más cosmopolita que el anterior. Oliverio siempre fue un poeta de ‘última hora’, con su surrealismo exacerbado y su pasión por lo exótico. Pablo Rojas Paz, en cambio, era mucho más apegado a lo tradicional. No recuerdo cómo me hice íntimo amigo de Ricardo Rojas o comencé a frecuentar a Manuel Gálvez o Arturo Capdevila, todos ellos escritores destacados de esa época. Al principio, Gonzalo Losada no existía como editor: sólo se trataba del amigo Gonzalo. Todas mis relaciones fueron en un comienzo muy personales, muy puras y


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desinteresadas. Esto a pesar de que yo en esos momentos representaba en Buenos Aires a la Espasa-Calpe, una de las principales casas editoras de España. Después se vino encima la década del ’30. En 1937 —esta fecha es inolvidable para mí— empecé a trabajar como editor y todas esas amistades se convirtieron también en relaciones comerciales, para darle un nombre insoslayable u oficioso. Ese mundo de escritores y artistas constituyó el humus donde la Editorial Losada echó raíces. Y fue como una cadena imantada: un eslabón atraía al otro, casi mágicamente.”

Personalidades

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n una reunión casi familiar que celebró Capdevila estreché por primera vez la mano de Federico. Me dijeron: ‘Éste es Federico’, y yo supe de inmediato que tenía enfrente a García Lorca (…). En lo de Girondo conocí a Martínez Estrada. Rubén Darío lo hubiera incluido entre sus ‘raros’. Siempre mal de salud y con algunas salidas infantiles, en el buen sentido de la palabra. Su capacidad creadora no tenía límites y todos sabíamos que cuando entraba en un tema, no salía nunca. Por supuesto, ninguno de nosotros tenía tampoco ganas de salir. Martínez Estrada iba hilvanando las ideas y descubría nuevos matices como quien talla un diamante (…).

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Con Lugones, que entonces era bibliotecario del Consejo Nacional de Educación, había mayor distancia. Con Rafael Alberti, todo lo contrario. Antes que a él conocí a María Teresa León, su esposa. Pasamos a integrar casi una misma familia, hasta que terminé siendo padrino de su hija Aitana.”

Juan Ramón Jiménez

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uan Ramón Jiménez, don Juan Ramón… Verlo era un verdadero acontecimiento, pues llevaba una vida muy retraída, casi de claustro. Cerraba sus ventanas y les ponía contraventanas, y aun así el ruido de la calle le seguía molestando. A raíz de esta y otras extravagancias se rumoreaba que su salud psíquica estaba bastante desequilibrada. Creo que así era, como un precio a su refinado lirismo y a su exaltación poética. De más está decir que a las tertulias no concurría, aunque sus poemas estaban siempre presentes. En la década del 40 vino a Buenos Aires y acá lo conocí, después de haber mantenido una extensa correspondencia. Cuando lo tuve delante de mí y estreché su mano, me parecía imposible…”

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Juan Ramón Jiménez

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Me gusta la vida

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o sólo fui y soy amigo de plásticos como Berni, Soldi, Petorutti, Batlle Planas, o de músicos como Juan José Castro y el gran pianista Rafael González, sino que también me gustan los deportes, me gusta la calle, me gusta la vida. Creo que el hombre debe abrir su corazón a los cuatro vientos, sin alienarse en un solo mundo. De lo contrario, la más apasionada vocación puede volverse rutina, monotonía (…). Me gustan las letras, el arte, también una buena comida, el buen vino, y ¿por qué no? una hermosa mujer. A la vida hay que vivirla en toda su amplitud…”

Sobre los poetas

…Se vende poco la nueva poesía. Una razón de este fenómeno está en las características de las nuevas escuelas poéticas. En general son muy abstractas, muy herméticas, muy intelectualizadas… Otros poetas, diferentes, en cambio sí son entendidos por el hombre de la calle. Entendidos y sentidos, o sea: compartidos con la vida misma de todos los días. Me refiero al entrañable Neruda, mi querido Pablo, cuyas ediciones, de todo tipo y precio, se agotan una tras otra. Es así porque su poesía le habla al hombre, le habla a la vida, sin introversiones, sin hermetismos. Rafael Alberti es un caso similar. O Nicolás Guillén. O Machado, esa alma puesta a la intemperie…”

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Antonio Machado

Antonio Machado “Recuerdo que don Antonio —para mí Machado siempre será don Antonio— residía en Soria. Después se fue a vivir a Úbeda, y por último a Segovia. Ahí lo conocí. Vivía en una pensión tan modesta como eran todos sus modales, sus vestimentas, su mismo tono de voz. Por esa época don Antonio se reunía con Fernando Arranz, un gran ceramista que fundó la Escuela Nacional de Cerámica. Su taller estaba en la vieja iglesia románica, una de las tantas que pueblan Segovia (…). Todas las tardes Machado venía al taller. Arranz y otros pintores, todos amigos de Ignacio Zuloaga, lo esperaban con unción. En una de esas tardes yo también lo esperé y lo vi cruzar ese umbral desgastado, esa puerta abierta para siempre… En 1958 viajé a España y me encontré con mi amigo Vicente Aleixandre, muy parecido a Machado en su aspecto humano. Hablamos de don Antonio y recordábamos que a menudo se decía de él que iba demasiado desaliñado, casi sucio. Ambos coincidimos en que lo de Machado no era un problema de aseo.

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Oliverio Girondo rodeado por José Luis Lanuza, Norah Lange, Carlos Alberto Erro y Gonzalo Losada (1960)

Antonio solía quedarse pensando, con el cigarrillo entre sus dedos, mirando vaya a saber qué. Su cigarrillo se iba consumiendo y la ceniza rodaba sobre su saco y se quedaba en una solapa, al borde de una manta sobre su rodilla. De pronto, Machado volvía de ese otro mundo suyo y se sacudía a la ligera la ropa, que quedaba manchada, y nuevamente Antonio encendía otro pitillo, y nuevamente se ensimismaba…”

Cada persona es un mundo

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uena a cursi pero es cierto: cada persona es un mundo, y sobre todo cada escritor, que es otro universo. Aleixandre es retraído, serenamente reservado, como Machado. Rafael Alberti, en cambio, es exultante. Oliverio Girondo era directamente explosivo. Y es curioso: hay una coincidencia entre la gente y el techo en que se vive. La casa de Oliverio, por ejemplo, estaba llena de objetos: pequeños, grandes, minúsculos, grotescos. Tenían una buena biblioteca y una excelente colección de cuadros. En

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plástica, Girondo era sumamente exigente. Atesoraba unos Figari que adoraba. Recuerdo una mesa de billar en uno de los rincones. Sobre ella había unas ranas jugando, muy diminutas. Pablo Neruda, otro gran coleccionista, estaba enamorado de esa mesa y siempre pretendía que Oliverio se la regalara. Nunca lo logró, ni aun cuando Girondo murió, pues en sus últimas semanas dispuso que la mesa fuera entregada a Enrique Molina (…). Girondo tenía también una inmensa serie de botellas rarísimas, de esas que se fabricaban antes, muy decorativas y plenas de gracia. Después de su muerte, su familia regaló a Pablo Neruda unas cuantas botellas. Oliverio también tuvo una colección importantísima de huacos: figuras, vasijas y algunas piezas de oro incaicas. No sé qué destino han tenido. Ojalá la colección se mantenga junta, sin dispersarse. Su ubicación correcta sería en un museo nacional.”

Veladas inolvidables en lo de Girondo

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on inolvidables para mí esas veladas en lo de Oliverio y Norah Lange. Todos los cuadros, los objetos, las infinitas botellas, formaban un mismo mundo con los poemas, las ironías, las bromas, las historias. Y también la gente. Norah Lange, en especial, esa gran mujer. A tal punto estaban unidos ella y Girondo que, cuando éste falleció, Norah no supo vivir más con

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nadie, ni siquiera con esa selva de artesanías y rarezas que brotaban en cada rincón de su casa… Las tertulias en lo de Girondo comenzaban tarde y terminaban a la madrugada, cuando daba vergüenza salir a la calle y encontrarse con gente que iba ya a trabajar. En esas reuniones era posible hallar a los seres más extravagantes y dispares. Era el verdadero reino de la libertad. No obstante, jamás presencié cosas que pudieran tildarse de mal gusto. Eran famosas las veladas de disfraces en lo de Oliverio. Norah solía leer uno de sus maravillosos discursos. Nosotros publicamos una antología de esas piezas de original oratoria, bajo el título de Tomo la palabra. Aún zumban en mis oídos los dardos que Norah Lange disparaba contra los ‘monstruos sagrados’ de la época: Capdevila, Gálvez o Ricardo Rojas. Pero no con ensañamiento sino con humor, con finísimo humor… Ahora todo está bastante cambiado (…). Ya no hay tiempo ni espacio para la vieja bohemia. Quienes se inician en la literatura tienen más compromisos extraliterarios que otra cosa. Porque, ¿quién puede vivir actualmente de lo que escribe? Rara vez se alcanza el gran éxito que permite romper las barreras de las deudas y los sueldos bajos. En fin, creo que hay razones bien objetivas para que la producción de los novísimos escritores no sea mayor y mejor. Y bueno, ya cambiará la vida…” (De La Opinión Cultural, 8 de septiembre de 1974.)

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Sobre José María Arguedas

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uando Arguedas llegó a Lima, procedente de la selva, casi no hablaba castellano. Dominaba el quechua, su idioma natal. Hizo un aprendizaje duro y finalmente logró su objetivo. Pero una pertinaz angustia no lo abandonaba ni un minuto (…). Contrariamente a la política que, por desgracia, tenemos que seguir los editores —pues nos salen genios incomprendidos por todas partes—, a Arguedas le animé y estimulé para que escribiera ya que nosotros le publicaríamos con mucho gusto. Empezamos nada menos que con Los ríos profundos, un libro fundamental no sólo en la literatura peruana sino también en la americana y aun mundial (…). La considero, junto con Pedro Páramo, la más honda, la más honrada y la más auténticamente americana de toda la extensa bibliografía sobre el tema (…). El suicidio de Arguedas fue temido durante mucho tiempo por sus amigos, a causa de los estados de depresión que periódicamente lo afligían. (…) Para mí su suicidio fue como si se tratara del de un hermano, y se dio la coincidencia de que en uno de mis viajes llegara a Lima el día en que cumplió su intento, falleciendo después de una agonía de cinco días. En la caja de la editorial, en Lima, se conservaba un sobre cerrado que tenían orden de entregarme si algo le sucedía a Arguedas. Lo tuve horas sin atreverme a abrirlo por el estado de ánimo en que me

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Juana de Ibarbourou y Pablo Neruda

encontraba y la impresión que habría de causarme. Al final me decidí: era una carta testamento, muy conocida porque apareció en la edición de El zorro de arriba y el zorro de abajo. Suspendí el resto de la gira programada y regresé a Buenos Aires después del entierro, que fue realmente impresionante. Bajaron indios de la sierra e hicieron un círculo de fuego en torno al ataúd, mientras tocaban interminablemente sus quenas.” (Revista Runa, del Instituto Nacional de Cultura, Nº 5.)

El cálido recuerdo de Neruda

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l que por vía de la amistad llegara a ser yo (permítaseme que use la primera persona en lugar de la tercera como correspondería, ya que Losada es una sociedad anónima), editor del inmortal Pablo Neruda, es uno de los títulos de honor que no se me pueden discutir y que más entrañablemente estimo. Podría contar infinitas anécdotas de cómo fue Neruda, pero esto me llevaría tiempo y por lo demás estas

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anécdotas serían comunes pues, por sobre todo, Pablo Neruda fue un hombre cabal, a quien no sólo le interesaba sino que también le apasionaba todo lo que tiene relación con la vida, incluida naturalmente la cultura. Lo que yo podría destacar como cosa muy poco corriente, es que Neruda siempre declaró la amistad que lo unía conmigo y mi comportamiento con él como hombre, y como autor de la editorial, pues ya es sabido que la relación entre autor y editor pocas veces es auténticamente amistosa, por razones de diversidad de enfoques que no cabe analizar. Parecería que el autor evitara declarar la amistad y la confianza que lo unen a su editor, temeroso de que esto pudiera ser considerado por los demás como una obsecuencia.” (De la revista Fichero Bibliográfico, noviembre de 1973.)

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ANECDOTARIO Memoria de calor y de colores

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a memoria de Gonzalo Losada fue siempre una memoria de calor humano y de colores vívidos. Así exponía sus recuerdos en los reportajes de sus 80 años:

El fervor de un país

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i generación no sabía nada de América. En el colegio nos enseñaban historia excluyendo la independencia de las colonias. Sin embargo, a todos los españoles nos atraía el misterio de este continente. Al llegar [a la Argentina] quedé impresionado por la hospitalidad de la gente, el estrecho contacto con Europa, el fervor popular de la época de Yrigoyen. Entonces pensé en quedarme al frente de una sucursal [se refería a la de Espasa-Calpe].”

No hay osos en la Antártida

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n uno de mis viajes a Madrid presentí la proximidad de la guerra, antes de mi regreso a la Argentina, y al desembarcar el 18 de julio de 1936 me enteré del estallido de la guerra civil. Las comunicaciones quedaron cortadas. Yo deseaba tener una editorial

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propia, pero aún no me decidía. En ese tiempo colaboraba conmigo, Guillermo de Torre, quien se había casado con Norah, hermana de Borges. Con Atilio Rossi y ellos creamos la colección Austral (de Espasa-Calpe). Fue la primera colección de bolsillo y con precio popular. Habíamos ideado un logotipo para identificar la colección. Era un ‘oso’ que suponíamos vinculado al nombre ‘Austral’. Por suerte, Borges se dio cuenta de que los osos no existen en la Antártida. Lo cambiamos por el zodíaco.”

Pero América era independiente…

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sto marchaba cuando desde España piensan en cerrar la sucursal. También me objetan una Historia Argentina de Emilio Ravignani y un Romancero de Arturo Capdevila. A un país que no tenía himno ni días con celebraciones patrias (España), le molestaba que en estas obras se hablara de la independencia de América, de sus héroes y de sus luchas. Pero América era independiente. ¿Para qué negarse a ver la realidad? Fue entonces cuando fundé mi propia editorial. Hipotequé mi casa. Vendí el auto. Mis amigos eran artistas, escritores. No tenían dinero para ayudarme.”

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GONZALO LOSADA EN EL RECUERDO DE AUGUSTO ROA BASTOS (Extracto de la entrevista entre Roa Bastos y el Dr. Alejandro Maciel, en el libro El trueno entre los páginas) Roa Bastos: Don Gonzalo Losada era un español de raíz, un hombre muy emprendedor y trabajador (…) Muy fuerte y decidido. Muy organizador y amante de la cultura (…) Era un tipo macanudísimo, un español de esos de fuste, completamente fuera de serie, tan empresario y al mismo tiempo bon vivant. Le gustaba la belleza, era muy seductor con las chicas jóvenes… Tenía un modo muy pícaro de seducir. Por ejemplo: en medio de una reunión, él la llenaba de alabanzas. Y claro, la chica no podía decir nada… ¡Hombre extraordinario este Don Gonzalo! Tengo un muy buen recuerdo de él. Como empresario era sumamente honesto. Y era también un visionario. (…) Él mismo leía los libros que después publicaba, cosa que no todos hacen (…) ¿Usted vio alguna vez al músico Pablo Casals? (…) Bueno, don Gonzalo era idéntico a Casals físicamente. Era exactamente la misma figura (…) Pero repito, este don Gonzalo fue un hombre excepcional, de buen humor, siempre vital. Después de publicarme El trueno entre los hojas, editó mi novela Hijo de hombre, que recibió un premio importantísimo: el Municipal de la Ciudad de Buenos Aires.

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Nicolás Guillén con Elvio Romero

Don Gonzalo Losada visto por Elvio Romero

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onocí a don Gonzalo Losada en 1948, en casa de Rafael Alberti, en la calle Las Heras, frente al Botánico de Buenos Aires. Solía llegar allí los sábados, por la tarde. Dos eran las personas que él quería y respetaba: Rafael Alberti y Pablo Neruda. Con el primero tenía una intimidad que no la repitió con nadie; el temperamento andaluz de Rafael lo hechizaba. (Además de la fuerte gracia castellana de María Teresa León, esposa del poeta, animadora de las tertulias que reunía en aquella casa a los más diversos escritores del mundo, europeos y americanos.) ¡Quién no pasó por aquella sala de milagros! Desde Alfonso Reyes a María Rosa Oliver, León Felipe y Juan Ramón Jiménez, Oliverio Girondo y Miguel Ángel Asturias, Ciro Alegría y Miguel Otero Silva, Ehrenburg, José María Arguedas; y naturalmente don Gonzalo, cuya picardía y cultura lo hacía inolvidable, personaje central de esas tertulias. Vivía él en la calle Oro, rodeado de libros, donde lo frecuenté con mayor intimidad. Con don Gonzalo viajamos juntos a Europa, a Praga y a

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Berlín; le interesaba el experimento socialista, demócrata y republicano como era. En Berlín nos contactamos con Erich Arend, amigo de Chagall, que nos mostró los magníficos dibujos que éste le regaló en París. En Praga visitamos el barrio de los alquimistas, al costado del castillo señorial que enorgullecía a la ciudad, la más feudal y hermosa de Europa; recorrimos los barrios de la Mala Strana, donde vivió el escritor Jan Neruda, cuyo apellido el poeta chileno Pablo adoptó y universalizó. De más está destacar la viva impresión que le causó el cementerio judío y la casa donde vivió el Doctor Fausto, personaje que Goethe inmortalizó. Losada era un hombre cultísimo, un notable memorioso. Y de una simpatía excepcional. ¿Sus amigos? Pues todos los grandes escritores que se le acercaron y quedaron imantados por su fuerte personalidad, desde Martínez Estrada, a Eduardo Mallea, pasando por todo lo mejor de la cultura argentina, como Oliverio Girondo, Ernesto Sábato, Norah Lange y los latinoamericanos Ciro Alegría, Enrique Amorim, José María Arguedas, Jorge Icaza, el poeta Rugeles de Colombia, Miguel Otero Silva; pero tenía sus preferidos, como todo ser humano, los amigos del alma, como solía decir, Pablo Neruda y Rafael Alberti y Miguel Ángel Asturias, los únicos que pesaban con un extraño poder sobre su persona. Cuando vivíamos en Italia, en Génova, con el novelista guatemalteco, que después obtuvo el Premio

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Nobel, nos visitó don Gonzalo. En compañia de Juan Rulfo, Oliverio Girondo y otros, pasamos días maravillosos. Recuerdo vivamente la emoción que lo embargó cuando los Alberti, dado el riesgo que pasaban en un país enrarecido por anuncios políticos, decidieron abandonar su dorado exilio argentino; Miguel Ángel Asturias que lo visitaba diariamente en su editorial, también abandonó Buenos Aires. Y ya solo, fuimos una tarde a saludar a Neruda, que llegaba enfermo de Europa rumbo a Chile. Don Gonzalo, cuando lo vio subir al avión, luego del encuentro en tierra y de saludar desde la escalerilla de la nave, exclamó ‘¡Adiós amigo del alma!’ Todo eso lo hirió hondamente. En esas circunstancias, me pidió que preparara la edición de una antología poética de Raúl González Tuñón, amigo de Miguel Hernández, durante la guerra de España, pero el poeta no pudo ver la edición, pues la muerte sorpresivamente lo llevó consigo. Don Gonzalo Losada fue un maestro, sus últimos años no fueron muy felices, aun así, siguió siendo el lector admirable que fue siempre. Tenía los ojos zahoríes para seleccionar los textos de su editorial, donde pareció encerrar, como un puño, lo mejor de la literatura de esos momentos y de siempre, clásicos y modernos. Su sueño era que toda la cultura del mundo cupiese en los anaqueles de la editorial que él había fundado.”

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BIOGRAFÍAS

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DE LOS OTROS FUNDADORES DE EDITORIAL

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Guillermo de Torre

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uillermo de Torre nació en Madrid en 1900. Se graduó de abogado en Granada, al mismo tiempo que Federico García Lorca. Posteriormente recibió también títulos universitarios en Diplomacia. Desde muy joven participó en los movimientos literarios renovadores que surgieron luego de la Primera Guerra Mundial. Fue iniciador del movimiento ultraísta. Su primer (y único) libro de poemas, Hélices, fue publicado en 1923. Su personalidad acabó de definirse con Literaturas europeas de vanguardia (1925), tratado sumamente completo sobre las nuevas tendencias estéticas de su tiempo. Torre se interesó también por las artes plásticas. En 1927 llegó a Buenos Aires, donde permaneció hasta los primeros años de la década del 30. Durante esa primera estada fue secretario del Suplemento Literario de La Nación, diario con el que colaboró toda su vida. También tuvo una intensa actividad en la revista Sur y se vinculó al grupo literario martinfierrista. Se casó con la pintora Norah Borges. Retornó a España y finalmente, en 1937, se radicó en Buenos Aires, tomando la ciudadanía argentina.

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Fue cofundador de la Editorial Losada, donde editó múltiples títulos de autores famosos, prologó muchísimos libros y publicó ensayos sobre distintos temas y autores. También fue profesor titular de Estética en la Universidad del Litoral, y profesor de Literatura Española Moderna en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Entre sus libros más notables señalamos Valoración literaria del existencialismo, Qué es el superrealismo, La aventura y el orden (desdoblado luego en dos temas, uno bajo ese título y otro como Tríptico del sacrificio: Unamuno, García Lorca, Machado), Las metamorfosis de Proteo y Problemática de la literatura. La vastedad y profundidad de su obra indican su importancia en el panorama de las letras hispanoparlantes. Ejemplo de método, disciplina de trabajo, dedicación y cumplimiento de una vocación indeclinable, Guillermo de Torre falleció en Buenos Aires en 1971. En su sepelio —y entre otros oradores—, habló don Gonzalo Losada quien recalcó: “Por encima de sus curiosidades, de sus inquisiciones y de sus precisiones, encontramos en su obra, como un hilo invisible e insobornable, el amor a la libertad del hombre y a la democracia de los pueblos”.

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Pedro Henríquez Ureña

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ste notabilísimo ensayista y profesor dominicano nació en 1884. Su madre, Salomé Ureña de Henríquez, fue una distinguida poetisa, también lo fue su hermano Max. En su familia, pues, se respiraba ya el amor hacia la cultura. Pedro Henríquez Ureña publicó sus primeros Ensayos críticos en 1905; siguieron otros ensayos de gran riqueza humanística y científica en una prosa de enorme dignidad. Se radicó en la Argentina en 1924, dictando cátedras en las Universidades de Buenos Aires y de La Plata. Se incorporó a la Editorial Losada, prácticamente desde su fundación, como asesor de una de las colecciones publicadas por la misma. Entre sus obras se destaca sobre todo la Historia de la cultura en la América hispana (1947), de la que derivó un completísimo trabajo titulado Las corrientes literarias en la América hispánica (1949). Entre 1940 y 1941 dictó cursos en la Universidad de Harvard. Fue miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras y colaborador del Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires. Murió en 1946.

Amado Alonso

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ingüista y filólogo español (1896-1952). Se formó en el Centro de Estudios Históricos de Madrid y en

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Alemania. Retornó a su país para iniciar una honda labor de investigación, pero debió salir de España y vino a la Argentina, donde continuó trabajando en el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires. Participó aquí en la fundación de la Editorial Losada. En 1946 partió a los EE.UU. donde se integró a la Universidad de Harvard, hasta su muerte. Con sus publicaciones y mediante la docencia, orientó una verdadera escuela de investigadores en los campos de la gramática y la lingüística. En Losada dirigió la colección Textos Literarios.

Francisco Romero

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ilósofo argentino nacido en España (1891-1962). Fue colaborador de prestigiosas publicaciones literarias y científicas, profesor en las universidades de Buenos Aires y La Plata y en el Colegio Libre de Estudios Superiores. Se incorporó a la Editorial Losada desde su fundación. Miembro de diversas academias y sociedades de filosofía, nacionales y extranjeras. Recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores en 1951, y el Primer Premio Nacional a la producción intelectual. Su abundante obra publicada lo sitúa entre los grandes filósofos de la primera mitad del siglo. Considerado como un auténtico sabio, de él dijo Jacobo Kogan en La Prensa (14/7/91): “En

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Francisco Romero, vida y doctrina tenían su fuente unitaria en su ser, íntimo, en una eticidad básica que informaba tanto su vida como su filosofía: era la afirmación de los valores éticos como actitud supremamente elevada, más allá aún de la postura teórica a la cual pueda integrar”.

Luis Jiménez de Asúa

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lustre maestro del derecho penal y político, Luis Jiménez de Asúa nació en Madrid el 19 de junio de 1889. Se recibió de doctor en jurisprudencia en la universidad madrileña (1911) y perfeccionó sus estudios de derecho penal en Francia, Suiza, Alemania y Suecia. A raíz de la trágica marea que después de la guerra civil dispersó, fuera de España, a tantos espíritus democráticos, se radicó en la Argentina, y se unió muy pronto al grupo de distinguidos colaboradores y autores de Losada. Ejerció la docencia y presidió en forma nominal el gobierno de la República Española en el exilio. Siempre había luchado, contra las dictaduras, y lo hizo también desde la docencia, inculcando a la juventud su sabiduría y sus ideales. Entre sus obras (muchas de ellas publicadas aquí) se destaca su Tratado de Derecho Penal, que entre más de trescientos títulos hace que su vigencia como jurisconsulto continúe. Luis Jiménez de Asúa falleció en Buenos Aires el 16 de noviembre de 1970.

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Felipe Jiménez de Asúa

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elipe Jiménez de Asúa —que fue durante muchos años vicepresidente de Editorial Losada— nació en Madrid en 1892. Desde muy temprana edad su vocación se orientó a la medicina, y, siendo ya estudiante de esta ciencia, hacia las investigaciones de laboratorio. Tuvo grandes maestros —entre ellos los doctores Cajal, Achúcarro y Del Río Ortega—, y se especializó en los estudios sobre enfermedades de la sangre. Al estallar la guerra civil española se radicó en la Argentina. Obtuvo la nacionalidad argentina en 1940, y se vinculó con la Editorial Losada. Por concurso logró el cargo de jefe del Servicio de Hematología del Centro Gallego, al que siempre cedió sus honorarios. Siguió investigando y obteniendo éxitos en la lucha contra la leucemia, publicó enjundiosas obras y realizó numerosas traducciones para Losada. Dueño de una vastísima cultura y de sólidos ideales democráticos, murió en Buenos Aires el 22 de agosto de 1973.

Lorenzo Luzuriaga

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ació en España en 1889. Cursó estudios en la Escuela Superior de Magisterio y en la Universidad de Madrid, que amplió posteriormente en las de Berlín y Jena. Se desenvolvió, en su país, en distintos cargos

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culturales oficiales; fundó la Revista de Pedagogía, y participó de las corrientes renovadoras en materia de educación. Desde 1939 residió en la Argentina; se vinculó con la Editorial Losada, donde dirigió muy meritoriamente la Biblioteca Pedagógica. Escribió importantes obras de repercusión mundial, entre las que se destacan la Historia de la educación pública, La educación de nuestro tiempo, Pedagogía social y política y el Diccionario de pedagogía. Ocupó destacadas cátedras en distintos países y, en su contacto con filósofos, sociólogos y pedagogos, se destacó siempre como un auténtico maestro e investigador. Falleció en Buenos Aires en 1965.

Atilio Rossi

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ació en Albairate (cerca de Milán) el 25 de marzo de 1909. Estudió gráfica y pintura. En 1933 fundó y dirigió la revista Campo Gráfico, que modernizó las artes gráficas en Italia, inspirándose en el movimiento Bauhaus. En 1935 llegó a la Argentina. Fue crítico de arte de la revista Sur y organizó la primera exposición de arte abstracto en Buenos Aires. Al mismo tiempo, comenzó a pintar y en 1941, 1943 y 1948 realizó exposiciones de su pintura. Ocupó el cargo de Director Artístico de Editorial Espasa-Calpe Argentina y en 1938, junto con Gonzalo Losada y Guillermo de Torre, fundó la Editorial Losada, para

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la que diseñó el logotipo. Tuvo a su cargo la dirección gráfica de la Editorial durante trece años e ilustró las ediciones especiales de A la pintura de Rafaél Alberti y Buenos Aires en tinta china, poema de Rafael Alberti, con prólogo de Jorge Luis Borges y ciento treinta dibujos. En 1951 volvió a Italia se dedicó, principalmente, a la pintura, donde obtuvo importantes premios en distintas muestras europeas. Trabajó también, durante algunos años, en la actividad gráfica y organizó grandes exposiciones históricas de arte. Falleció en Milán el 6 de abril de 1994.

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Correspondencia de autores


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Carta de Jorge Amado a Gonzalo Losada

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Carta de Jorge Amado a Gonzalo Losada (continuaciรณn)

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Carta de Miguel Ă ngel Asturias a Gonzalo Losada

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Carta de Miguel Ă ngel Asturias a Gonzalo Losada (continuaciĂłn)

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Carta de Miguel Ă ngel Asturias a Gonzalo Losada (continuaciĂłn)

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Carta de Ramรณn Gรณmez de la Serna a Gonzalo Losada

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Carta de Pablo Neruda a Gonzalo Losada

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Carta de Pablo Neruda a Gonzalo Losada (continuaciรณn)

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Nota de Oliverio Girondo (1950)

Nota del embajador de EspaĂąa don Ă ngel Ossorio y Gallardo

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Carta de Ricardo Rojas a Gonzalo Losada

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Carta de Federico GarcĂ­a (padre del poeta) a Gonzalo Losada (continuaciĂłn)

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Carta de Juana de Ibarbourou a Gonzalo Losada

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Carta de Leรณn Felipe a Gonzalo Losada

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Carta de Norah Lange a Gonzalo Losada

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Carta de Lorenzo Luzuriaga a Gonzalo Losada

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Dorso

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Carta de Arturo Uslar Pietri a Gonzalo Losada

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Carta de Arturo Capdevila a Gonzalo Losada

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Carta de Alejo Carpentier a Gonzalo Losada

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Carta de JosĂŠ MarĂ­a Arguedas a Gonzalo Losada

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EDITORIAL

LOSADA

En la actualidad



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Panorama de hoy

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a Editorial Losada está constituida actualmente tal como lo estuviera en el momento de su fundación. A las colecciones lanzadas en el inicio se agregaron paulatinamente otras, cubriendo prácticamente todos los temas relativos a la cultura. Actualmente las obras publicadas en primeras ediciones alcanzan alrededor de dos mil títulos. Muchos de esos títulos siguen teniendo vigencia, como lo demuestra el hecho de que, aun cuando algunos de ellos hace ya tiempo que fueron publicados, las ventas aumentan en valores constantes. Ya se dijo que la Editorial Losada, además de sus objetivos industriales y comerciales, siempre estuvo animada por una ideología y un alma. Esa ideología y esa alma señalan un derrotero en el que libertad, educación y cultura se dan la mano. También se dijo que en el largo camino fue necesario luchar contra obstáculos materiales y prejuicios. Se indicó lo relativo a la censura. Pues bien, es imprescindible aquí dejar constancia de que esta empresa nunca ha sido penada o castigada por ninguna infracción de orden legal, comercial o contable, y que es posible enorgullecerse por tratarse una auténtica fuerza intelectual y moral en el mundo, muy por encima estrictamente del capital o de los recursos materiales.

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En los últimos años, si bien manteniendo la ténica de los negocios de la sociedad, se acentuaron las medidas tendientes a lograr mayor eficiencia en todos los rubros y a incrementar la competitividad necesaria en una sociedad global y de consumo. Las políticas comerciales de Editorial Losada se han adecuado a las modernas exigencias, con resultados satisfactorios. La producción continúa con ritmo sostenido, los libros del sello están en casi todas las cadenas y canales de distribución de Argentina y en muchos del extranjero, se encara la incorporación de nuevas obras y de nuevos autores —lo que ha de ajustarse a los riesgos y a las circunstancias de mercado, sin perder de vista la tarea de vanguardia que implica lanzar nuevos valores, tanto de las letras nacionales como de las extranjeras—. Los aumentos de ventas han sido constantes en el mercado interno. En el mercado externo la tarea se desarrolla en un marco muy competitivo, debido al florecimiento de nuevas editoriales en otras latitudes hispanoparlantes y a la sobreoferta. De todos modos, se ha aumentado la participación en la plaza latinoamericana. Las exportaciones tienden a recuperar mercados del área idiomática hispana y también de otras, donde los libros de las colecciones de Biblioteca Pedagógica y Biblioteca Clásica y Contemporánea fueran utilizados en programas de enseñanza oficial o privada.

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El futuro

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as perspectivas de Editorial Losada para el futuro están proyectadas dentro de un panorama económico general que, sin duda, no carece de dificultades. De todos modos, se contemplan tanto relanzamientos de obras tradicionales como nuevos lanzamientos, teniendo en cuenta que el fundador, Gonzalo Losada, siempre cultivó, junto a sus ideales, un sólido sentido común. En sus más de seis décadas de vida, esta empresa puede hacer gala de una cantidad de obra publicada excepcional, y de nombres de excepcional valía ética y estética en sus catálogos desde 1939 —el primero— hasta la fecha. Los proyectos de la editorial son moderados, pero con una perspectiva promisoria de expansión dentro del mercado latinoamericano, mediante la creación de un conjunto de distribuidores compartidos en la mayoría de los países del área. Teniendo en cuenta la importancia y la influencia del libro español, es prioridad de Editorial Losada instalar una oficina en España. De esa forma será posible: 1. Participar en el mercado español, muy conocedor de nuestro fondo editorial. 2. Estar en contacto permanente con las tendencias del mercado europeo y detectar nuevas corrientes.

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3. Competir y usufructuar las ventajas de la producción gráfica española. Para el año 1999, está en preparación la Biblioteca de Obras Maestras del Pensamiento, un proyecto que es un verdadero desafío, consistente en la publicación de cien obras de los más importantes intelectuales del mundo. Queda así ampliamente contestado el por qué del inicio. La Editorial Losada se fundó porque, en su origen, estuvo un hombre excepcional que se rodeó de hombres excepcionales; porque entre todos pusieron en funcionamiento una empresa industrial, comercial y cultural perfectamente equilibrada en estos tres vértices; porque se luchó contra problemas materiales y espirituales dando siempre la cara; porque se buscaron hondas raíces en el pasado literario, filosófico, pedagógico y científico, pero se proyectaron ramas hacia el cielo con nuevos autores. Y porque hoy aquellos ideales son siempre renovados y están al servicio de un país que crece, de una lengua que constantemente se acrecienta, de la educación que requiere de constantes cambios, de la cultura que permite el desarrollo material y espiritual de los pueblos.

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DIRECTORIO ACTUAL DE EDITORIAL LOSADA Presidente: Vicepresidente 1º: Vicepresidente 2º:

Sr. JOSÉ JUAN FERNÁNDEZ REGUERA Dr. LUIS ÁNGEL MORETTI Sra. LIL MABEL PEREMARTÍ

José Juan Fernández Reguera

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ace en Oviedo, Asturias. A los cuatro meses sus padres lo trasladan a Buenos Aires, donde vive durante doce años. En 1962 regresa a Oviedo, donde obtiene el título de bachiller. En 1969 retorna a Buenos Aires; estudia periodismo y se inicia en la industria editorial. En 1987 funda REI Argentina S. A. (Red Internacional Iberoamericana), distribuidora de varias editoriales latinoamericanas. También funda la Editorial REI Argentina S. A. y comienza publicaciones con ese sello. En 1989 se hace cargo de la Editorial Losada, impulsando su desarrollo. A principios de 1990 adquiere la mayoría de las acciones y es nombrado presidente de la empresa. Los cinco primeros años son un verdadero desafío pero se logra encauzar la Editorial, conservando y acrecentando su valioso patrimonio cultural. A partir de 1996 el crecimiento es sostenido. La meta actual es establecer la Editorial también en España. Es además presidente de Vallarta S. A.

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Dr. Luis Ángel Moretti

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ngresa en la Editorial Losada como Síndico Suplente en 1989, y el mismo año es designado Síndico Titular. En 1990 es elegido Director y Vicepresidente 2º. En 1994 es elegido vicepresidente 1º, cargo que ocupa en la actualidad. Cumple también funciones de asesor jurídico de la empresa. Es además: Titular de un estudio jurídico; Director de Servicio de Ley S. A.; Síndico de Editorial Perfil S. A.; Síndico de FOTOCOM S. A.; Asesor letrado de Fundación El Libro, de Editorial La Razón S. A., de Editorial Sineret S. A., de Editorial Quark y de otras empresas.

Lil Mabel Peremarti

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studia Letras e Idiomas e ingresa a Editorial Losada S. A. como Secretaria Privada del fundador, Gonzalo Losada. Posteriormente ocupa los cargos de Secretaria General, Secretaria de Actas del Directorio, Directora Suplente, Directora Titular (Vicepresidente 2º), cargo que ocupa en la actualidad.

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José Juan Fernández Reguera y Javier González Fraga (vicepresidente de la Bolsa de Comercio), en el acto de entrega de la placa conmemorativa de los 50 años de cotización

La Editorial Losada empezó a cotizar en la Bolsa en 1948. Tiene actualmente distribuidoras en México, Chile y Uruguay y contempla la posibilidad de tener otra en España. Sus proyectos de expansión siguen adelante, como también la profundización de su labor en pro de la educación y la cultura.

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La poeta Olga Orozco descubre la placa recordativa

Placa recordatoria

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uando en 1986 se cumplió el quinto aniversario de la muerte de Gonzalo Losada, una comisión de poetas e intelectuales notables se ocupó de rendirle homenaje mediante la colocación de una placa recordatoria a la entrada de la Editorial, en Moreno 3362, Buenos Aires. Este homenaje, basado en el agradecimiento y el afecto, contó con los auspicios de la Secretaría de Cultura de la Nación, la Secretaría de Cultura de la Municipalidad, la Dirección Nacional del Libro, la Academia Argentina de Letras, la Sociedad Argentina de Escritores, la Fundación El Libro, la Cámara Argentina del Libro y la Asociación Prometeo. La obra artística fue realizada por el escultor Constante O. Paladino y la fundición fue una contribución de la Fundación El Libro. En el acto habló el escritor León Benarós en nombre de la Comisión de Homenaje; habló también Carlos

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Alberto Débole como presidente de la SADE. Se recibieron adhesiones oficiales y privadas que revelaron la profundidad de la impronta de Gonzalo Losada en nuestra cultura.

Homenaje a García Lorca

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ederico García Lorca llegó a la Argentina en 1933. Poco tiempo después, entre sus primeras publicaciones, la Editorial Losada daba difusión a las obras del genial granadino, ejecutado posteriormente por una dictadura sangrienta. En 1983 se cumplieron cincuenta años de la llegada de Federico a la Argentina. Para conmemorar el aniversario, la Editorial Losada auspició un homenaje al que adhirieron el Pen Club, Argentores, la Asociación Argentina de Actores, la Cámara Argentina del Libro, la Casa del Teatro, la Sociedad Argentina de Escritores y Sadaic.

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Agasajo a Federico García Lorca después del estreno de Bodas de Sangre, 1933. En el centro, el poeta. También Norah Lange, Oliverio Girondo, Augusto Mario Delfino, Conrado Nalé Roxlo, Jorge Larco, Lisandro Galtier y otros. (Archivo General de la Nación)

La actriz Zully Moreno descubre una placa (1983), en el Teatro Maipo, en conmemoración del estreno de Bodas de Sangre


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Federico García Lorca, Elena Cortesina y Lola Membrives en el estreno de La zapatera prodigiosa, en Buenos Aires (1934)

Numerosos actos se sucedieron entre el 3 y el 24 de octubre del año 1934. La Comisión de Homenaje y la Comisión de Honor estuvieron integradas por instituciones y personalidades esenciales en la vida cultural de la Argentina.

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Almuerzo en honor a Rafael Alberti. Jerónimo Martínez, Margarita Aguirre, Rafael Alberti, Olga Orozco, Mabel Peremarti y José Juan Fernández Reguera

Homenaje a Rafael Alberti en 1991

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afael Alberti fue, desde los comienzos de la Editorial Losada, uno de los autores españoles de mayor repercusión publicados por esta casa. Su amistad con Gonzalo Losada se mantuvo inalterable mientras éste vivió. Después de su muerte, en el año 1991, Alberti volvió a Buenos Aires, donde fue declarado ciudadano ilustre, se entrevistó con Ernesto Sábato, ofreció recitales y fue mimado por todos los medios de prensa. La Editorial Losada se sumó a estos homenajes ofreciéndole un almuerzo, que se realizó en La Boca a pedido del agasajado. Antes de entrar al restaurante La Barca, el poeta eligió pasear por Caminito, por las orillas del Riachuelo y por el cálido y típico barrio porteño. Editorial Losada posibilitó así un contacto directo entre Alberti, la ciudad y su pueblo. Numerosas personalidades compartieron una mesa presidida por el imborrable recuerdo de Gonzalo Losada. Fue el 26 de abril de 1991.

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Busto de Miguel Ángel Asturias inaugurado el 20 de abril de 1998 en el Rosedal

Homenaje a Miguel Ángel Asturias

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l 20 de abril de 1998 se realizó el Buenos Aires un cálido homenaje a la memoria de Miguel Ángel Asturias, en el cual participó la Editorial Losada, que publicara y difundiera mundialmente la obra del gran Premio Nobel guatemalteco. El homenaje consistió en la inauguración de un busto en el Rosedal de Palermo, con la presencia del Presidente de Guatemala Alvaro Arzú Yrigoyen y en una muestra de artesanías guatemaltecas en el Centro Municipal de Exposiciones en Recoleta. Al día siguiente, por la mañana, se descubrió una placa en Avda. del Libertador 218, la casa donde Miguel Ángel Asturias vivió y escribió la mayor parte de su obra.

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El stand de Losada

Losada en la actualidad: Feria del Libro de Buenos Aires

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odos los aĂąos Losada abre su stand en la multitudinaria Feria del Libro de Buenos Aires. Los escritores mĂĄs prestigiosos acuden al mencionado stand para firmar sus obras. Adolfo Bioy Casares

Jorge Amado

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Francesco Tonucci

Ernesto Sabato

Presentación del libro Poemas revelados de Mario Benedetti, con selección, guión y fotos de Eduardo Longoni. Librería Losada, 23 de noviembre de 1998


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Eladia Blázquez, Ernesto Sabato, Alejandro Dolina, Hugo Beccacece y Héctor Stampone, durante la presentación del libro de Ernesto Sabato Tango, discusión y clave. Centro Cultural Recoleta, 22 de abril de 1997

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Algunos autores de Losada y salutaciones


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Algunos autores de Losada

EugĂŠne Ionesco

Roberto Arlt

Francisco Luis BernĂĄrdez Jean Genet

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FacsĂ­mil de una carta de Ernesto SĂĄbato en relaciĂłn con el 60 aniversario de la Editorial

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Algunos autores de Losada

Alfonsina Storni

Albert Camus

Ricardo GĂźiraldes

Alejandro Casona

LeĂłn Felipe

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Facsímil de una carta de David Viñas en relación con el 60 aniversario de la Editorial

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Algunos autores de Losada

Alberto Moravia

Aldous Huxley

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FacsĂ­mil de una carta de Gustavo Bossert en relaciĂłn con el 60 aniversario de la Editorial

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Algunos autores de Losada

Horacio Quiroga

Gabriela Mistral

Juan Anouilh Miguel Hernรกndez

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FacsĂ­mil de una carta de MarĂ­a Granata en relaciĂłn con el 60 aniversario de la Editorial

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Algunos autores de Losada

Alejo Carpentier

Arthur Miller

Carlo Levi Manuel Gรกlvez

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Facsímil de una carta de Ana María Shua en relación con el 60 aniversario de la Editorial

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Con respeto, con cariño Muchos años después supe que la editorial se llamaba Losada. Muchos años después escuché el nombre de Silvio Baldessari y lo asocié con esas tapas reconocibles y queridas. Muchos años después me enteré de la historia completa y fue por ese río de sueñera y de barro que vinieron los editores republicanos a fundarnos las grandes editoriales argentinas. Muchos años después. En ese entonces eran los estantes de las librerías enteramente blancos de libros de Losada, esos amigos en los que se podía confiar sin siquiera mirar el título o el autor. Los libros Importantes. Los que nos pedían en el colegio, pero también los que empezamos a pedir nosotros, adolescentes de los sesenta, cuando nos convertimos en lectores independientes y compulsivos: Sartre, Camus, Asturias, Arguedas... Qué orgullo, entonces, cuando en 1980 fue nada menos que Losada la editorial que me abrió las puertas con el concurso que premió “Soy Paciente”. El primer concurso literario de los años de la dictadura, con un jurado de lujo, independiente y digno de la editorial que lo promovía. Con respeto, con cariño, me sumo a la alegría de estos sesenta años de Losada, parte esencial de la historia intelectual argentina.

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Algunos autores de Losada

Albert Einstein

John Dewey

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Luis ALberto Sรกnchez

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FacsĂ­mil de una cartahomenaje con la firma de MarĂ­a Esther de Miguel

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Algunos autores de Losada

Tennessee Williams

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Rudyard Kipling

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Facsímil de la salutación de Edolfo Bioy Casares en relación con el 60 aniversario de la Editorial

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Algunos autores de Losada

Luis Jiménez de Asúa Adolfo Bioy Casares

Artuto Uslar Pietri André Guide

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FacsĂ­mil de una carta de Oliverio Girondo

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Algunos autores de Losada

Beatriz Guido Miguel Ă ngel Asturias

Augusto Roa Bastos

Ernesto SĂĄbato

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Facsímil de una carta de José María Arguedas

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Algunos autores de Losada

Jorge Amado Ezequiel Martínez Estrada

Francisco Romero

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FacsĂ­mil de una carta de Miguel Otero Silva

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Algunos autores de Losada

Jorge Luis Borges

Mario Benedetti

Oliverio Girondo

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