Tim lahaye temperamentos controlados por el Espíritu Santo

Page 70

134 Temperamentos Controlados por el Espíritu Santo

El Temor Apaga al Espíritu Santo

¿Cuál es la causa del temor? En razón de que el temor es una experiencia universal del hombre, y en razón también de que los lectores de este libro son padres, que pueden evitar esta tendencia en sus hijos, hemos de responder a esta pregunta en términos sencillos y de fácil comprensión. l. Rasgos temperamentales. Ya hemos visto que las personas de temperamento melancólico y flemático son indecisas y dadas al temor. También el señor Sanguíneo -que no tiene ni con mucho la confianza en sí mismo que su modo de ser fanfarrón nos quiere hacer creer- puede tornarse temeroso. Muy pocos son los coléricos que no participan en algo de las tendencias del melancólico o del flemático, de donde se concluye que toda la gente es, temperamentalmente, propensa al temor, algunos más que otros. 2. Experiencias de la infancia. Tanto los sicólogos como los siquiatras concuerdan en que las necesidades básicas del hombre son el amor, la comprensión y la aceptación. La cosa más significativamente humana que pueden hacer los padres por sus niños -aparte de guiarlos al conocimiento de la salvación que es en Cristo Jesús -es darles el calor y la seguridad de su amor paternal. Esto no excluye la disciplina ni la sujeción a determinadas normas y principios. Es mucho mejor que el niño aprenda ciertas reglas y normas en la cariñosa atmósfera de su hogar que en el cruel mundo de afuera. Pero hay específicamente dos hábitos en los cuales los padres no deben incurrir: a. Excesiva protección. La excesiva protección

de los hijos los hace egocéntricos y temerosos de las cosas que sus padres justamente temen que les ocurra. Los niños aprenden rápidamente a leer nuestras emociones. Sus cuerpos pueden absorber con mucho mayor facilidad las caídas, las quemaduras y los golpes de la vida. En cambio sus emociones no pueden absorber tan fácilmente el espectáculo de ver a sus padres tensos, afligidos o histéricos por estas minúsculas experiencias. La madre timorata que le prohibe a su hijo que juegue al fútbol le hace más daño a su desarrollo emocional, por sus repetidas cantinelas de temor, que el perjuicio que le puede significar al muchacho perder un diente o romperse una pierna. Las fracturas se sueldan y los dientes se pueden reemplazar, pero sólo un milagro de Dios puede sanar las heridas del temor en nuestras emociones. b. Dominación. Los padres iracundos y explosivos que dominan la vida de sus hijos o que los critican acremente en cada uno de los fracasos de su vida, les crean a menudo un sentimiento de vacilación, de inseguridad y de temor. Los niños necesitan ser corregidos, pero también necesitan que la corrección sea hecha en el espíritu que corresponde. Al par que señalemos a nuestros hijos sus errores, debemos practicar el arte de señalarles sus triunfos y rasgos positivos, o al menos criticarlos de tal manera que no les quepa la menor duda que son tanto ahora, como antes, el objeto de nuestro amor. A medida que pasan los años en mi tarea de consejero, más me convenzo que la desaprobación es el golpe más devastador que un ser humano puede aplicar a otro. Mientras más nos

13S


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.