Conversaciones con el Sol

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Sábado, 10 de octubre de 2009

as Naciones Unidas proclamaron 2009 Año Internacional de la Astronomía. Fue elegido por conmemorarse los 400 años de las primeras observaciones astronómicas que realizó con un telescopio el gran sabio Galileo Galilei. En 1609, por primera vez en la historia, un ser humano vio maravillado los cráteres de la Luna, los satélites de Marte, los anillos de Saturno… Para contribuir a esta importante celebración, La Oreja Verde se ha entrevistado con el mismísimo Sol, nuestro astro rey. Sin duda, era muy difícil conseguirlo, pero pusimos todo nuestro empeño en ello, y como no sabíamos que era imposible, lo logramos.

Deva, de 8 años, conversando con el Sol


LA OREJA VERDE

LA NUEVA ESPAÑA

Sábado, 10 de octubre de 2009

Nicolás Copérnico

Aquí están, posando con el Sol, Deva, Manuel, Celia, Elena y Marina.

F

ue un día nublado cuando conseguimos entrevistarnos con el Sol. La información del tiempo anunciaba que llovería con fuerza. Sin embargo disfrutamos de una jornada espléndida; nubosa, pero sin una gota de agua. Tuvimos además la gran suerte de que aquel día nos acompañaran un grupo de niños y niñas. Para evitar que fuésemos dañados por el calor de sus rayos, el Sol tuvo la gentileza de adoptar una apariencia humanizada. Y, así todo, estaba, como siempre, deslumbrante. –Muchas gracias, Sol, por tu amabilidad al aceptar ser entrevistado en exclusiva mundial para La Oreja Verde. –No hay de qué. Es para mí un auténtico placer poder ser conocido por los niños y las niñas a través de esta conversación. Ya sabes lo que dice un sabio humano sobre la conversación, ¿no? –¿Me lo recuerdas? –El sabio se llama Wagensberg, y dice: «La mejor lección es una conversación». –Pues empecemos la conversación. Sol, tú ¿qué eres exactamente? –Soy una estrella de tamaño

no muy grande, pero si muy importante para vosotros. Al estar a la distancia adecuada de la Tierra, ni muy lejos ni muy cerca, os doy la luz, el calor y la energía imprescindibles para que exista vida en vuestro planeta. –Afirmas que eres una estrella y, además, de tamaño no muy grande, entonces ¿esas miles de estrellas que vemos en una noche despejada también son soles? ¿Y alguno de esos soles es mayor que tú? –Claro, las estrellas son soles, es decir, poseen, como yo, luz propia, y en efecto, muchas de esas estrellas son muchísimo mayores que yo. –Pero si son

La Tierra está situada a una distancia del Sol de 149,6 millones de kilómetros. La luz del sol tarda en llegar hasta nosotros 8 minutos y 30 segundos.Y eso es gracias a que la luz viaja a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo.

Antiguamente se creía que la Tierra era el centro del Universo y que a su alrededor giraban, como se muestra en este gráfico, el Sol, los planetas y las estrellas. Nicolás Copérnico fue el primer astrónomo que se opuso a esta creencia demostrando que son los planetas los que giran alrededor del Sol.

mayores que tú algunos de esos soles, ¿por qué se ven en el cielo como si fueran pequeñas lucecitas? –Porque están muchísimo más lejos de lo que yo estoy de vosotros. Se encuentran a una distancia inmensa de la Tierra, por eso los veis como diminutos puntos luminosos. –¿Qué diferencia hay

entre un planeta y una estrella, y por qué el planeta Venus brilla más que cualquier estrella? –Los planetas y sus satélites, como la Luna, carecen de luz y brillan porque yo los ilumino. Venus parece una bola de plata resplandeciente porque, repito, recibe la luz de mis rayos. –Nosotros, quiero decir la Tierra, gira a tu alrededor, igual que los demás planetas, ¿es así? –Eso es. Yo soy el centro de lo que vosotros llamáis el Sistema Solar. A mi alrededor, cual si fueran diminutas naves espaciales, giran los plane-

Galileo Galilei nació en Pisa, el 15 de febrero de 1564 y murió en Florencia el 8 de enero de 1642. Fue un gran astrónomo seguidor de las teoría de Copérnico. Está considerado el «padre de la astronomía moderna».

tas y sus satélites. Llegar a entender y a aceptar esto no fue nada fácil para los seres humanos. Durante mucho tiempo creyeron que la Tierra era el centro del Universo y que el Sol y los planetas daban vueltas a su alrededor. A los primeros sabios que tuvieron la osadía de afirmar que la Tierra no era el centro del Universo, como al sabio Copérnico, casi les cuesta la vida. –¿Y eso por qué? –La Iglesia, que era el máximo poder, había impuesto la creencia de que todo giraba alrededor de la Tierra y quien dijera lo contrario, aunque lo pudiera probar, se arriesgaba a ser condenado a muerte. –Qué barbaridad. Otra cuestión, si tu eres una estrella, y a tu alrededor giran unos

cuantos planetas, ¿es posible que las demás estrellas puedan tener planetas a su alrededor? –Pues claro que sí. Vuestros científicos han llamado exoplanetas o planetas extrasolares a esos cuerpos celestes que giran alrededor de una estrella que no soy yo. Se han descubierto casi 400 exoplanetas en el espacio. Lo que pasa es que están tan lejos que vosotros no podéis verlos ni siquiera con los más potentes telescopios que existen en el mundo. ¿Entonces cómo los han descubierto? –Esa es una buena pregunta. Los han descubierto a través de complicados sistemas de detección basados en los efectos que producen a su alrededor. –¿Pueden esos platenas albergar vida? –Por supuesto. Es probable que en algunos de ellos se den las condiciones para que haya vida. –¿Hay alguno de esos exoplanetas

que se parezca a la Tierra? –Sí, hay uno que parece ser tiene muchas semejanzas con el vuestro. Se llama Gliese 581c. –¿Puede haber en ellos seres como nosotros? –A esa pregunta ni yo ni ningún científico humano es todavía capaz de responder.

CONTINUARÁ

Seguiremos conversando con el Sol la próxima semana. Si queréis formularle alguna pregunta, enviádnosla por correo electrónico y con mucho gusto se la trasladaremos a nuestro astro rey.

Correo electrónico:

laorejaverde@lne.es


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Helios, dios del Sol, visto por los griegos

Atón, el dios sol de los egipcios

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ol, ¿cómo te han visto los seres humanos a lo largo del tiempo?

–Casi siempre me consideraron el ser más poderoso del Universo. Al principio, cuando no sabían que era una estrella, me adoraban como si fuera un dios. Los antiguos griegos, por ejemplo, me llamaban Helios y aseguraban que recorría el cielo todos los días montado en un carro tirado por cuatro caballos alados. A cada caballo le pusieron el nombre de una cualidad mía. ––¡Ah, sí! ¿qué nombres tenían? –Pues eran Ardiente, Resplandeciente, Ígneo y Amanecer. –Preciosos nombres, ¿y siempre te consideraron un dios, nunca una diosa?

nos cantaban una canción que me encantaba. Niños y niñas la entonaban todo los días. Así era la letra: Muy temprano, por la mañana, nos despertamos, cuando la madre Dios-Sol se levanta. La saludamos con alegría. Ella nos acoge con un rostro radiante. Ella nos recibe con un cálido beso. Tan dulcemente, tan dulcemente…

¡Qué bella es tu aurora en el horizonte del cielo, Oh Atón vivo, iniciador de la vida!... ¡Cuando te elevas en el borde del cielo, Oh radiante Atón, el mundo se ilumina!... Los hombres se despiertan y se levantan. Al ver tu aurora sus brazos se elevan para adorar tu llegada… –¿Cómo te sientes más tú mismo en el papel de dios o en el de diosa?

–¿Y algún canto que te guste especialmente como dios? –Me gusta mucho el poema que los egipcios dedicaban al dios sol al que llamaban Atón. Me define de una manera exacta y bellísima. Dice así:

–Oh, nadie me había hecho una pregunta tan interesante. Sí, ha habido muchos pueblos que me consideraron una diosa. En la mitología nórdica yo encarnaba a la diosa Sol. Y refulgía en el orgullo de ser mujer, pues era, como ellas, dadora de vida. También iba en una carroza por los cielos. Los caballos que tiraban de aquel carruaje volador se llamaban Arvak y Alsvid. Lo malo es que siempre iba un lobo detrás de mí intentando devorarme. Siempre me pregunté qué representaría aquel lobo. –Sigue contándonos de cuando te consideraban una diosa. –Os cuento que una tribu de indios america-

Sábado, 17 de octubre de 2009

Elena, de 8 años, disfrutando con la compañía del Sol

–Me siento yo mismo en el papel de la estrella que soy, en ese sol que es a la vez masculino y femenino, en ese sol que os da ánimo, aliento y energía a todos los terráqueos por igual. Si los humanos establecéis absurdas diferencias entre vosotros, sólo vuestra es la responsabilidad. CONTINUARÁ

Seguiremos conversando con el Sol la próxima semana. Si queréis formularle alguna pregunta, enviádnosla por correo electrónico y con mucho gusto se la trasladaremos a nuestro astro rey.

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ol, nos decías que los planetas dan vueltas en círculo sin parar a tu alrededor, pero ¿cómo hacen para no caerse y no chocar unos con otros? ¿Están sujetos a algo?

–Esas son preguntas que se fueron haciendo los astrónomos a lo largo de la historia de la humanidad. Una de las primeras cosas que descubrieron, después de darse cuenta de que todos los planetas giran a mi alrededor, fue que no lo hacen de forma circular, sino que orbitan dibujando una curva elíptica. –Un momento, por favor, explícanos, antes de seguir, qué es eso de orbitar. –La órbita es el viaje, el recorrido, la trayectoria que sigue un cuerpo que gira alrededor de otro. Vuestro planeta hace un recorrido a mi alrededor en el que emplea un año en dar una vuelta completa. Para ser

exactos tarda 365 días, 5 horas y 47 minutos. Ese recorrido es su órbita. Pero la cosa se complica, porque ese viaje no lo hace, como os decía, siguiendo un círculo –figura que los antiguos creían que representaba la perfección–, sino dibujando una curva elíptica.

Sábado, 24 de octubre de 2009

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salen nunca de su órbita. ¿Los sujetas tú para que no se te vayan? –Pues sí. Yo los sujeto. ¿Cómo? Con una fuerza invisible que se llama gravedad.

que te preda fina, ata gunte si es sus extremos correcto para formar decir que un círculo y un niño, del pasa la cuerque tampoda por las dos co quiere chinchetas. decir su 5. Con un nombre, rotulador está siemtensa la cuerpre orbitanda y, mantedo a su alreniendo esa dedor. tensión, Niño dibujando una elipse marca un –Ja, ja, ja. óvalo en el Más que papel. Esa es una elipse. correcto es genial, ha entenEse es el recorrido que reali- dido a la perfección lo que zan los planetas a mi alrees orbitar. Ja, Ja, ja. dedor. –Que te parece si conti–Sol, una niña que ha estado escuchando tu explicación, y que no quiere decir su nombre, me pide

–¿Y en qué consiste esa fuerza? –Es una fuerza de atracción que yo ejerzo cual si fuera un potentísimo imán. Todo el sistema solar está sostenido por esa fuerza gravitatoria, por esa fuerza de atracción que hace que todo se mueva en un orden y no en un caos. –Sol. La niña de antes te pregunta si ella tiene también una fuerza gravitatoria para el niño que orbita a su alrededor. –Huy, ya lo creo que la tiene, y muy potente.

nuas explicándonos por qué los cuerpos celestes no chocan entre sí y no se

CONTINUARÁ

Celia, nombre de origen latino relacionado con el cielo, en compañía del Sol. El astro rey acaba de ofrecerle una de sus más espectaculares puestas, en las que, al ocultarse en el horizonte al atardecer, pinta el cielo con los radiantes colores de su luz.

–¿Cómo podríamos hacernos una idea clara de lo que es una elipse? –La mejor manera es dibujándola. Si quieres trazar una elipse sigue estas cinco indicaciones: 1. Pon un papel encima de una tabla o un cartón grueso. 2. Traza una línea recta con una regla. 3.Clava dos chinchetas en dos puntos cualesquiera de esa línea. 4.Busca un trozo de cuer-

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Sábado, 31 de octubre de 2009

Con una lámpara y un globo terráqueo, podemos comprobar cómo se produce el día y la noche en la Tierra. Imaginemos que la lámpara es el Sol, observaremos que es de día cuando sus rayos iluminen una parte del globo. En el lado opuesto, sin luz, es de noche.

–Poco para nuestro inmenso Universo y mucho para la percepción humana. Son 930 millones de kilómetros por mi autopista elíptica, y además a una velocidad que os parecerá vertiginosa. Por cierto, ¿cuál es la máxima velocidad que puede alcanzar uno los vehículos terrestres más rápidos? –Hay trenes en Japón que llegan a los 500 kilómetros por hora. Pero me has dejado muy intrigado, ibas a decirme la velocidad a la que se desplaza la Tierra por tu autopista orbital. –La Tierra circula a una velocidad media de 106.200 kilómetros a la hora, o lo que es lo mismo, unos 30 Km. por segundo. –Dices a una velocidad media, ¿es qué unas veces va más rápida y otras más despacio? –Eso es. Todos los cuerpos celestes, cuando en su órbita están más cerca

de mí, van más rápidos, y cuando están más lejos, circulan más lentos. –Sol, perdóname, pero me he hecho un pequeño lío con tanta vuelta a toda pastilla. A ver si lo he entendido: un año es el tiempo que nuestro planeta tarda en dar una vuelta a tu alrededor, pero ¿por qué se produce el día y la noche? ¿Tienes tú algo que ver en ello? –Para entender por qué se produce el día y la noche hay que hablar de otro tipo de vuelta, la que la Tierra da sobre sí misma. Esa vuelta se llama rotación. Al girar sobre ella misma, una cara de vuestro planeta queda iluminada por mí, mientras la opuesta permanece a oscuras. A la iluminada la llamamos día y a la oscura noche. El tiempo que tarda vuestro planeta en esa rotación es de 23 horas 56 minutos y 4 segundos, pero claro, para abreviar decís que un día tiene 24 horas. La velocidad de rotación es de unos 1.666 kilómetros por hora. –Caray, cuánto movimiento y cuánta velocidad. Un amigo mío dice que se marea en todo lo que se mueve, incluido el planeta Tierra, ahora entiendo el porqué. CONTINUARÁ

Aún con cierto temor, Marina, de 8 años, no dudó en darle la mano al sol para sentir la calidez de sus rayos.

Texto y fotografías: El Mensajero del Sol

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ecías, Sol, que la Tierra tarda un año en dar la vuelta a tu alrededor y eso ¿cuántos kilómetros son de recorrido?


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ol, te traslado una pregunta que nos ha hecho un niño a través de nuestro correo electrónico. –Me gusta ese invento del correo electrónico. Los mensajes que os mandáis por ese medio vuelan casi a la velocidad de la luz, pero venga la pregunta. –Es de un niño de 10 años que vive en Avilés y se llama Hugo. Pregunta: «Sol, si la Tierra gira sobre sí misma y a tu alrededor a impresionante velocidad, ¿por qué no sentimos el viento en la cara, como lo sentiríamos si fuésemos en un bólido descapotable?». –Esa es una pregunta magnífica, querido Hugo. El gran astrónomo Galileo también se preguntaba lo mismo. Planteó su pregunta así: «¿Por qué no sopla un terrorífico viento de este a oeste, en dirección opuesta a aquella en que la tierra gira?» La Tierra, amigo Hugo, da vueltas sobre sí misma y a mí alrededor envuelta en un impresionante casco o manto protector

que vosotros habéis llamado atmósfera. Ese casco, formado por diferentes gases, os protege de mis rayos solares y de los terroríficos vientos de los que hablaba Galileo.

Sábado, 7 de noviembre de 2009

adoptado para poder conversar con nosotros. –¡Oh, cuánto lo lamento. Me vestí así, para no dañaros con mi rayos. En modo alguno pretendía asustar a nadie.

–Permíteme cambiar de tema, Sol, una niña de tres años, llamada Nora, se asustó

miedo?”, insistí. ¿Y sabes lo que me contestó? –No, ¿qué? –Que no le daba miedo porque el que brillaba en el cielo era un sol de luna.

–Ya, ya lo sé. Le pregunté a la niña si no le asustaba el sol que brillaba

en el cielo. Me contestó que ese no le daba miedo. “¿Por qué ese no te da

mucho al verte con esa apariencia que has

–¡Deslumbrante! ¿Cómo los seres humanos no os maravilláis con las respuestas de los niños? Ella, lo que nos dice es que ese que ve en el cielo es un astro, un astro como la luna, y que está tan familiarizada con esos objetos celestes que no le dan ningún miedo. Claro que ella lo dijo de manera mucho más bella. ¡Un sol de luna, qué maravilla! CONTINUARÁ

Texto y fotografías: El Mensajero del Sol

Dos momentos de Nora, de tres años, en su encuentro con el Sol. Cuando lo vio por primera vez se asustó muchísimo. Ahora, sonriente, está tratando de entenderlo para, poco a poco, vencer su miedo.

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Sábado, 21 de noviembre de 2009

Elena pensando en las inmensidad del Sistema Solar.

Texto y fotografías: El Mensajero del Sol

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on muchos los niños y niñas que nos han pedido, Sol, que nos hables de todos esos objetos que dan vueltas a tu alrededor.

–Lo haré encantado. Alumbraré cada rincón de mi sistema solar para que podáis ver bien lo que hay en este inmenso espacio.

la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. –¿No había otro que se llamaba Plutón? ¿Se te ha olvidado o ha desaparecido? –Ni se me ha olvidado ni ha desaparecido. Lo que pasa es que la Unión Astronómica

–Si te parece, dinos primero qué tipo de objetos existen y, después, nos describes cada uno de ellos.

Internacional, institución formada por relevantes agrupaciones de astrónomos de todo el mundo, ha llegado a la conclusión de que Plutón no es un planeta con las características que poseen los otros, por eso lo han dejado en la categoría de planetas enanos. La verdad es que podían haber llamado a estos cuerpos más pequeños de otra manera más imaginativa.

–A mi alrededor giran planetas, satélites, asteroides, cometas y planetas enanos.

–Perdona, pero aún no has explicado lo que es un planeta.

–Empecemos por los planetas. ¿Qué son? –Planeta viene de una palabra griega que significa errante. Los antiguos griegos, que observaban el cielo con mucha atención, vieron que había unos puntos brillantes en el espacio a los que llamaron estrellas. Las estrellas parecían estar fijas en la bóveda celeste. Noche tras noche formaban los mismos dibujos en el cielo. Pero entre esas estrellas fijas había otros puntos luminosos que se desplazaban entre ellas. A esos puntos brillantes los llamaron errantes, esto es, planetas, los que se mueven entre las estrellas fijas. –¿Cuántos errantes, quiero decir planetas, hay? –Ocho. Te digo sus nombres empezando por el más cercano a mí y terminando por el que está más alejado. Son Mercurio, Venus,

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–Todavía no existe una definición clara y precisa de lo que es un planeta. Pero se puede decir, para aproximarnos, que es un cuerpo celeste esférico que carece de luz propia y que gira alrededor de una estrella. –¿Qué significan los nombres de los planetas? –Vienen de la antigua Roma. Eran todos dioses. Mercurio, el más cercano al sol, era el dios del comercio. Su nombre está formado por las palabras latinas merx, mercancía, y mercari, comerciar. –¿Se ve a simple vista este planeta? Es difícil de ver por estar muy próximo a mí. En escasos momentos del año se le puede distinguir casi en la línea del horizonte. CONTINUARÁ


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Sábado, 28 de noviembre de 2009

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ol, después de Mercurio, ¿cuál es el planeta que está más cerca de ti? ––Venus, al que los humanos han querido mucho. Ahora ya no se fijan tanto en él. Es el objeto que más brilla en el cielo después de la Luna. Cuando aparece por la mañana, se le llama lucero del alba y, cuando se le divisa por la noche, lucero vespertino. Lo veis como una bola plateada brillante porque es el más cercano a la Tierra. –Anda, yo creía que eran dos estrellas diferentes el lucero del alba y el lucero vespertino. –Así lo creen muchos humanos, pero no es una estrella. Se trata del mismo planeta que se ve en diferentes horas del día. –¿Podría tener vida? –Es casi imposible, dado que las temperaturas en en Venus pueden llegar hasta los 500 grados. Ningún ser vivo soportaría ese tremendo calor. –¿Por qué tiene ese nombre? –Le pusieron el nombre de la diosa romana del amor, la fertilidad y la belleza. –Y después de Venus, la Tierra, ¿cómo es posible que aquí sí haya vida? –Porque, como te dije en otra ocasión, estáis a la distancia adecuada de mí, ni muy lejos ni muy cerca. Mis rayos, mi luz y mi calor, que recibís en su justa medida, han propiciado que se produzca y mantenga la maravilla de la vida en la Tierra. –Nos puedes explicar qué es un satélite. –Es un cuerpo celestes que gira alrededor de un planeta. –¿Como nuestra Luna? –Eso es. La Luna es el único satélite que tiene la Tierra. Juntos, Tierra y Luna, dais vueltas a mi alrededor como si fuerais un solo cuerpo celeste. –¿Y en la Luna no hay vida? –Los científicos ven muy improbable que pueda haber vida en la Luna, pero hace muy poco se descubrió que había agua en uno de sus cráteres. El agua es indispensable para la vida. Lo que sí hay en la luna son muchos misterios aún por descubrir. –Pelayo, un niño de 8 años pregunta que si, aparte de estas conversaciones contigo, le podemos recomendar algún libro para empezar a conocer, dice, «todo ese lío del Cosmos». –Hay bastantes títulos interesantes para intentar entender «este lío», pero puede empezar por el titulado Sistema solar. Viaje hasta los planetas y más allá. Es una atractiva guía para iniciarse en el conocimiento del universo. El libro, aparte de la información sobre el sistema solar, nos presenta, en espectaculares desplegables, cinco escenas de los secretos del espacio.

Bárbara Muñiz Cortina y David Álvarez Bueno de 10 y 11 años, nos muestran el libro Sistema Solar. Viaje hasta los planeta y más allá publicado por la editorial Macmillan. Fue para ellos un gran viaje alrededor del sol.


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Sábado, 5 de diciembre de 2009

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igue, Sol, por favor, hablándonos de los planetas que giran a tu alrededor. ¿Cuál viene después de la Tierra? –El cuarto planeta, empezando por los más próximos a mí, es Marte, conocido como el planeta rojo. Su coloración hizo pensar a los antiguos griegos y romanos que se debía a la sangre. Por eso le dieron el nombre del dios de la guerra. –¿Tiene lunas? –Sí, posee dos satélites llamados Fobos y Deimos. Fobos, en griego, significa pánico, horror. De ahí salió la palabra fobia. Esa palabra se utiliza para decir que tenemos una tremenda aversión a algo. Deimos era para los griegos algo así como un genio que representaba el Miedo con mayúsculas. –Vaya trío, no apetece mucho ir con esa familia. –No hay que dejarse engañar por los sugestivos nombres creados por la imaginación de los humanos. Los planetas no son lo que sugieren sus leyendas. Por cierto, todavía no me has hecho la gran pregunta. –Ah, sí, ¿hay vida en Marte? –Hay indicios de que hay o pudo haber agua. El agua es el indicador más fiable de la posible existencia de algún tipo de vida. –Creí que me ibas a decir que había posibilidad de que hubiera marcianos.

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–Los marcianos son una bonita invención de la ciencia ficción, pero los científicos no ha encontrado ni un solo indicio que pruebe que allí habiten seres inteligentes. Y cuanto más alejados están de mí los planetas, más imposible se hace la vida. –De los siguientes planetas ni te pregunto si puede haber vida. ¿Cuál viene después de Marte? –El mayor planeta del sistema solar, Júpiter, que es 318 veces más grande que la Tierra. –¿Tiene satélites? –Hasta ahora se han contado 63. Los cuatro más grandes fueron descubiertos por Galileo. –¿Qué planetas nos quedan? –Saturno, Urano y Neptuno. Saturno es famoso por sus característicos anillos. No se sabe con exactitud cuántos satélites tiene. Se calcula que alrededor de cuarenta. Urano no era conocido en la antigüedad, pues no se descubrió hasta 1781. Posee 23 lunas. Neptuno es el último planeta del sistema solar. Se descubrió gracias a precisos cálculos matemáticos. Se le conocen 13 lunas. –¿Y qué más objetos importan-

tes tienes en tu sorprendente Sistema Solar? –Los más sorprendentes de todos son los cometas. Están constituidos por hielo y rocas. Como tardan muchísimos años en dar una vuelta a mi alrededor, dado que tienen una órbita muy, muy elíptica, su aparición, esto es, cuando son visibles desde la tierra, provocó siempre todo tipo de terrores. Muchos llegaron a creer que anunciaban catástrofes, enfermedades y hasta el fin del mundo. Los seres humanos sois seres muy fantaseadores. CONTINUARÁ

Texto y fotografías: El Mensajero del Sol


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Sábado, 19 de diciembre de 2009

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ol, hemos tenido muchas llamadas preguntándonos si ya no ibas a salir más. La verdad es que te echamos de menos la semana pasada. ¿Te ocurrió algo para no acudir a la cita del sábado? –Ocurrió que hubo tal cantidad de nubes que no me permitieron salir. Por mucho que mis rayos lo intentaron, no pudieron salvar esa barrera de agua que flota en el cielo y que se convirtió en lluvia, granizo y nieve. –Volvamos a nuestra conversación, nos habías hablado de todos esos objetos que giran a tu alrededor: planetas, satélites, cometas, asteroides y meteoritos. ¿Hay algún objeto más girando por el espacio? –Hay muchos objetos orbitando alrededor de vuestro planeta. Son residuos, desechos, cosas inservibles que habéis producido los seres humanos, lo que llamáis basura espacial. Los humanos no sólo llenáis de porquería la Tierra, sino que ensuciáis también el espacio. –¿Qué es eso de la basura espacial? –Peligrosos restos de satélites artificiales, de cohetes y de sondas que dan vueltas a toda velocidad alrededor de la Tierra. –¿Por qué son peligrosos? –Se calcula que pululan por el espacio unos 17.000 objetos mayores de cinco centímetros, y a impresio-

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nantes velocidades. Para que quienes siguen esta conversación puedan hacerse una idea del peligro que suponen, veamos un ejemplo

pero antes, por favor, recomiéndanos un cuento que tenga algo que ver contigo. –Acabo de leer uno que me ha emocionado por su senci-

más importante tarea en el mundo. Y se aplica a ella con toda su fuerza, sintiéndose dichoso al comprobar que, en efecto, el Sol sale tras su potente quiquiriquí. –No sé por qué me parece que ahora viene un pero.

curioso. En 1965 a un astronauta se le cayó un guante. Durante un mes ese guante estuvo viajando, nada menos, que a 28 mil kilómetros por hora. Un choque de un astronauta contra esa prenda podría haber sido catastrófico. Por eso se llegó a decir que fue «la prenda de vestir más peligrosa de la historia». –Sol, después de esto, sácanos de tu barrio, llévanos hasta las estrellas,

Título: El despertador del Sol Autores: Martin Baltscheit y Christofh Mett Editorial: Lóguez A partir de 6 años

llez, su ingenuidad y, a la vez, por su verdad. Se titula El despertador del Sol. –¿De qué trata? –De un gallo al que le han enseñado, desde que nació, que su canto despierta al Sol cada mañana. Él cree que eso es verdad, y que despertarme a mí es su

–Sí, lo has adivinado, el pero es que empiezan a decirle al pobre gallo que no presuma, que el Sol sale también sin su canto. El protagonista del cuento se inquieta, piensa, duda: ¿cómo va a ser mentira lo que le han enseñado su padre y su madre? –Claro, cuando estamos seguros de algo es muy difícil hacernos cambiar de idea. ¿Se convenció el gallo de su equivocación? –La respuesta está en el libro. Hay que leerlo para saber lo que pasó, qué actitud tomó el gallo y qué pensamos nosotros sobre lo ocurrido. El otro día, asomado a la ventana de un colegio, oí un apasionado debate que unos niños sostenían sobre el cuento. Pensé que si una historia es capaz de suscitar ese intercambio de ideas, es sin duda una buena historia y un estupendo regalo. CONTINUARÁ

Texto y fotografías: El Mensajero del Sol


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Sábado, 26 de diciembre de 2009

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Texto y fotografías: El Mensajero del Sol

ol, este es el último número del año 2009 de La Oreja Verde. Tú conoces a los seres humanos desde que aparecieron sobre la Tierra. Mira, al llegar a fin de año, es costumbre que las personas se deseen lo mejor unas a otras. Es la época de los buenos deseos. Hay a quienes esto les resulta superficial, y piensan que esta tradición no tiene ningún valor, que se hace por cumplir, sin que nadie se lo crea de verdad. Insisten que, decirle a alguien “te deseo lo mejor”, no es más que una frase vacía, insincera, falsa. Tú que nos conoces tan bien ¿qué opinas de esta costumbre? –Los deseos, buenos o malos, poseen una potencia mucho mayor de la que creéis. Veámoslo en negativo. Si sientes que alguien quiere tu mal, tratarás de alejarte de él lo más posible, porque intuyes, o sabes, que tarde o temprano, esa persona, va a intentar convertir su deseo en realidad, esto es, va a intentar causarte un daño. Por el contrario, cuando alguien te desea un bien, va a procurar que esa aspiración se convierta en un acto que te beneficie, que te ayude, que te proteja, que te eleve el ánimo, que te de alegría. Los humanos debéis aprender que los buenos y los malos deseos tienen una fuerza transformadora impredecible, sean para bien o para mal. –Es positivo entonces fomentar los buenos deseos. –Estoy convencido. Los deseos pretenden transformarse en actos. Por eso no está de más, aunque sólo sea una vez al año, que expreséis buenos deseos de esos que hermosean, que generosean y mejoran la vida de los seres humanos. –Pues si me permites, Sol, aprovecho esta conversación contigo para enviar un gran montón de esos buenos deseos energéticos a todos las lectores y colaboradores de La Oreja Verde. –Y yo me sumo a ello con toda mi energía solar. CONTINUARÁ


LA OREJA VERDE

LA NUEVA ESPAÑA

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lanisferio del Hemisferio Norte. Sirve para saber qué estrellas se ven en el cielo en cada mes del año. La Estrella Polar está en el centro y a su alrededor giran las demás.

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ol, aceptaste conversar con nosotros por celebrarse, en 2009, el Año Internacional de la Astronomía. Ahora que ya se terminó esta celebración, te importaría prolongar unas semanas más nuestra interesantísima charla. ¡Nos queda tanto que preguntarte! –Estaré encantado de seguir contestando a vuestra preguntas. El Año de la Astronomía se

acabó, pero yo seguiré calentando la tierra más tiempo del que podéis imaginar. –A los seres humanos nos cuesta mucho entender el Universo en toda su magnitud. Vuelve a explicarnos qué son las estrellas. –Las estrellas somos soles, esto es, grandes bolas de fuego de diferentes tamaños. Las hay muchísimo más grandes, pero también más pequeñas que yo.

–¿Cómo? ¿Que las hay más grandes que tú? –Sí, sí, como ya os dije, yo soy una estrella de tamaño mediano. Hay estrellas que son diez, cien y mil veces mayores que yo. –Ves, Sol, eso es lo que nos cuesta mucho entender a los humanos. Si son más grandes que tú, ¿por qué las vemos tan pequeñas? –Te devuelvo la pregunta. ¿Por qué crees tú que puede ser? –¿Por qué están más lejos? –Claro, eso es, porque están más lejos. –Vale, porque están más lejos, pero ¿cuánto de lejos? –Cada estrella se encuentra a una distancia diferente de la Tierra, unas más próximas y otras más distantes, pero todas muy, muy lejos. –¿Cuál es la estrella más próxima a la Tierra? –También te devuelvo la pregunta. Supongo que lo que quieres saber no es cuál es la estrella más próxima a la Tierra, sino al Sistema Solar,

Sábado, 9 de enero de 2010

porque, ¿cuál es la más próxima a la Tierra? –Claro, claro, tienes razón. Nuestra estrella más próxima eres tú, Sol, por supuesto. ¿Y la más próxima al Sistema Solar? –Es una estrella que se llama precisamente Próxima Centauri. Se encuentra a algo más de cuatro años luz. –Recuérdanos qué es eso de año luz. –La luz viaja a trescientos mil kilómetros por segundo, o sea, que yendo a esa velocidad, tardaríais un poco más de cuatro años en llegar hasta esa estrella. Te recuerdo que la nave espacial Apolo 10 viajaba a una velocidad de 11 kilómetros por segundo. –Y si viajáramos desde la Tierra a una velocidad más rápida que el Apolo 10, pongamos a 40 kilómetros por segundo, ¿cuánto tardaríamos en llegar a Próxima Centauri? –A esa velocidad, tan lenta, tardaríais alrededor de ¡treinta y dos mil años! –¡Cielos! Eso si que son

cifras que se escapan a nuestra comprensión. ¡Qué barbaridad! Da vértigo sólo pensarlo. Otra pregunta, ¿cómo podemos distinguir unas estrellas de otras, entre las miles que vemos en el cielo? –Los seres humanos, desde muy antiguo, agruparon las estrellas según las figuras que ellos creían que formaban en el cielo. A esos conjuntos de estrellas los llamaron constelaciones. La más conocida de estas constelaciones es la que se ha llamado Osa Mayor o Carro Mayor.

–¿Acaso dibuja en el cielo una figura de osa o de carro? –En realidad su dibujo parece un cazo con un asa larga.

–Vaya lío, ¿es una osa, es un carro, es un cazo? –Cada uno vio, en esos agrupamientos de estrellas, lo que quiso ver. –Entonces esas figuras ¿fueron inventadas?

–Los seres humanos le pusieron mucha imaginación al cielo nocturno. Se imaginaron un cielo poblado de seres extraordinarios. Pero lo que cuenta es que, esas figuras inventadas y esos preciosos nombres, os sirven de maravilla para distinguirlas, hablar de ellas y estudiarlas. –Otra cosa, Sol, ¿quién les dio el nombre a las estrellas y a las constelaciones? –Los antiguos griegos fueron los primeros en ponerles vistosos nombres. Unos cuantos os llegaron a vosotros a través de lo árabes. El nombre de la primera estrella de la Osa Mayor es árabe. Se llama Alkaid, que quiere decir «el jefe». Muchos nombres que empiezan por “al” son de origen árabe. Pero si no te importa seguimos hablando sobre las estrellas la semana que viene, pues tengo que organizar el verano en América del Sur. –Por favor, Sol, antes de irte dinos una adivinanza sobre las estrellas. –Una de las que más me gustan es esta: Siempre quietas, siempre inquietas, dormidas de día, de noche despiertas. CONTINUARÁ

M artín Bello contempla la Osa Mayor. Todas las estrellas de esta constelación parecen estar a la misma distancia de nosotros, pero sólo lo parece. Si Martín, o cualquier observador, pudiera ver las estrellas de esa constelación en tres dimensiones, se daría cuenta de que unas están más cerca y otras más lejos, tal como se indica en el dibujo. Texto y fotografías: El Mensajero del Sol Marina

Elena

Celia

Deva

Manuel


LA OREJA VERDE

LA NUEVA ESPAÑA

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uchas gracias, Sol, por volver a conversar con nosotros. La semana pasada nos hablabas de la Osa Mayor. ¿Es la constelación en la que se encuentra la estrella Polar? –No, la importantísima estrella Polar pertenece a la constelación de la Osa Menor. Esta constelación es muy parecida en su forma a la Osa Mayor y está junto a ella, pero es bastante más pequeña. –¿Cómo se puede localizar la Polar en el cielo nocturno? –Podéis buscarla a partir de la Osa Mayor. Para ello, unid con una línea imaginaria las dos últimas estrellas de esta constelación. Medid, a ojo, la distancia que separa a ambas estrellas. Prolongad esa medida en línea recta cinco veces, y daréis con la estrella Polar. –¿Brilla mucho? –Para vuestros ojos brilla poco, ya que no es precisamente de las que más destacan en el cielo. –¿Es una estrella pequeña? –¡Qué va! Es una supergigante. Se calcula que es cien veces mayor que yo, y con una luminosidad muy superior a la mía. Lo que pasa es que se encuentra muy lejos, a 466 años luz de distancia, por eso la veis tan débil.

Puesta de sol fotografiada desde la ventanilla de un avión.

instrumentos para orientarse, era un indicador fundamental para no perderse. –Pero sólo se podía ver si el cielo estaba despejado. Me imagino un barco en alta mar

agitado por imponentes olas en medio de una tormenta una noche sin estrellas. ¿Cómo podían orientarse si no la veían? –En ese caso los barcos lo tenían muy difícil. Sólo la pericia del piloto podía evitar que se perdiran en medio del océano. –Desde muy pequeños los humanos miramos asombrados las estrellas, pero, ahora, la verdad, pocos padres y madres hablan con sus hijos sobre ellas. –Sí, es cierto, es curioso que estando en la era que vosotros llamáis de la comunicación, las personas mayores hablen tan poco con los niños del cosmos, de las estrellas, de los planetas… Sería deseable que a la vez que les hablaran de lo que es el Universo les narraran historias, leyendas, cuentos y poemas que los seres humanos habéis inventado a lo largo de la historia de la humanidad. –A mí, una vez una persona me dijo que los cuentos son mentiras, y que a los niños no se les deben contar mentiras. Me quedé cortado, sin saber qué contestar. ¿Qué le

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Si prolongamos cinco veces en línea recta la distancia que separa las dos últimas estrellas de la Osa Mayor, localizaremos en el cielo la estrella Polar, que siempre nos señala el norte.

hubieras respondido tú? –Que los cuentos no son mentiras, sino la forma de contar la verdad de otra manera. –Recítame, por favor, algún poema de esos que tú sabes sobre las estrellas.

–¿Por qué es tan importante una estrella que se ve tan poco? –Para los antiguos, sobre todo, era la estrella más importante del firmamento porque siempre señalaba el norte, y eso, en épocas en las que no se disponía de

N

ora, de tres años, se va, poco a poco, haciendo amiga del Sol. Ya nos ha pedido las instrucciones para vencer el miedo.

Sábado, 16 de enero de 2010

–En Guatemala un poeta llamado Humberto Ak’abal me contó lo que le dijo su mamá cuando le preguntó lo que eran las estrellas. Lo escribió en un poema que dice así: –Qué son esas cosas que brillan en el cielo –pregunté a mi mamá. –Abejas– me contestó. Desde entonces, cada noche, mis ojos comen miel. –¿Los ojos de los humanos deberían comer más miel? –No os vendría mal tomar un poquito de esa miel de

poesía cada día. Dulcifica el carácter. –Cambiando de tema, cuando se les pide a los niños y niñas que pinten el sol, siempre te colorean de amarillo. ¿Te sientes cómodo vestido de ese color que los humanos usamos bien poco en nuestro vestuario? –El amarillo es el color de la luz. Yo soy luz. También es el color de la alegría y de la energía. Y yo represento ambas cualidades. ¿Cómo no voy a estar contento con ese color? –¿El amarillo no representa también cosas negativas? –Sí. Simboliza también la enfermedad, la locura, la mentira y la traición, pero yo soy el amarillo positivo, el que da vida, ánimo, fuerza, vitalidad y razón. No olvides que razo-

nar es iluminar, clarificar, dar luz. –Pero también produces sombra. –Sí, por supuesto. Para los humanos la sombra significa inquietud. A vosotros siempre os inquietaron las sombras, siempre os produjeron intranquilidad y desasosiego. Por eso las oponéis a la luz y decís, de algo que no os acaba de gustar del todo, que posee luces y sombras. El poeta guatemalteco Humberto Ak’abal también tiene un poema sobre la sombre a la que define de esta manera: Sombra: noche pequeña al pie de cualquier árbol.

–Preciosa definición. La aprenderé de memoria. Hablando de sombras, dicen que cuando la Luna se coloca justo delante de ti, da la sensación de que has desaparecido al quedar una zona de la Tierra a oscuras, esto es, en sombra, como si la noche surgiera en pleno día ¿Cómo se llama a ese fenómeno? –Se llama eclipse. Eclipsar quiere decir oscurecer, tapar, ocultar. Este fenómeno siempre asustó mucho a los humanos. En China creían que yo desaparecía porque era tragado por un enorme dragón. –Una niña de 8 años, que se llama Ana, quiere preguntarte si es posible que hubiera un planeta que tuviera dos soles, y qué tipo de sombras producirían. –¡Lúcida pregunta! Claro que es posible. En ese fascinante planeta de dos soles, los objetos tendrían también dos sombras, incluso sus sombras podrían ser de diferente color.

–Sería fabuloso poder verlo. Oye, Sol, una maestra te pide que le recomiendes un libro ameno, claro y bien ilustrado para que niños y niñas de 7 años empiecen a conocer el Universo. –Me encanta que me pidan información de libros que se entiendan, porque hay algunos que parecen estar escritos sólo para que los descifren no se sabe quién. Un libro que se ajusta a lo que pide esa maestra es el titulado El Universo. Está escrito de forma sencilla, con textos muy asequible y lleno de ilustraciones a todo color, vamos que entra por los ojos sin dificultad.

–Muchas gracias, Sol, es un auténtico placer hablar contigo cada semana. Hasta la próxima. Texto y fotografías: El Mensajero del Sol CONTINUARÁ

El Universo ha sido publicado por la editorial SM.


Sábado, 23 de enero de 2010

LA OREJA VERDE

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na vez más, Sol, muchas gracias por acudir a esta cita con La Oreja Verde. Parece ser que estas conversaciones son leídas y comentadas en bastantes colegios de Asturias. Un grupo de niñas y niños de tercero de uno de esos colegios nos ha pedido que le expliques qué son las galaxias. –Una galaxia es un enorme conjunto de estrellas, planetas, nubes de gas y materia y energías aún desconocidas. –O sea, que todavía hay muchas cosas que no se saben del Universo. –Muchas no, muchísimas. A la ciencia humana le quedan, con respecto al Universo, enormer enigmas por descubrir. –¿El Sistema Solar también pertenece a una de esas enormes galaxias? –Por supuesto. El Sistema Solar está situado en el extremo de una galaxia a la que vosotros llamais la Vía Láctea. –Suena a leche. –Sí, porque lácteo viene de una palabra latina que significa leche. –¿Y por qué le pusieron ese nombre?

Elena, a punto de cumplir nueve años, le entrega al Sol un regalo de La OrejaVerde. ¿Qué le regalaría? Sólo sabemos que es algo pequeño y que le ha gustado mucho. ¡A ver quién lo adivina!

LA NUEVA ESPAÑA

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Imagen de la Vía Láctea

–Porque vuestros antepasados creían que esa interminable y estrecha banda blanquecina que veían en el cielo era precisamente un reguero de leche, de ahí su nombre de Vía o Camino de la Leche.

Los antiguos griegos afirmaban que era la leche derramada de los pechos de la diosa Hera, al quitar de mamar a su hijo Hércules. –¿Todos creían eso? –Bueno, todos no. Hubo un sabio griego, llamado Demócrito, que sostuvo, casi cuatrocientos años antes de Cristo, que esa masa blanquecina eran estrellas muy lejanas, por eso se veían tan tenues. Pero nadie le creyó. Si el cielo estaba poblado de dioses, ¿cómo iban a aceptar que la Vía Láctea fuera sólo un enjambre de estrellas? Tuvieron que pasar casi dos mil años hasta que Galileo, mirando el cielo por primera vez con un telescopio, confirmara que aquello no era leche derramada, sino millones de estrellas. –Perdón, ¿has dicho millones de estrellas? ¿Tantas hay en la Galaxia? –Sí ese es el número de soles que los astrónomos calculan que hay en nuestro Sendero de Leche. ––Espera, espera que estos números me marean. Dices unos mil millones de estrellas en nuestra galaxia y supongo que habrá bastantes más galaxias, ¿no? –Sí, unas pocas más. Como no quiero que te marees, confórmate con saber que hay centenares de miles de millones, y que cada una contiene otros tantos millones de estrellas con posibles planetas a su alrededor. –¡Caray, cuesta asimilar esas impresionantes cifras! Texto y fotografías: El Mensajero del Sol CONTINUARÁ


Sábado, 6 de febrero de 2010

LA OREJA VERDE

LA NUEVA ESPAÑA

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ola, Sol. La semana pasada te volvimos a echar de menos en La Oreja Verde. –Es que no hubo manera de salir.¡Cómo llovió! –Sí, el cielo se abrió en una catarata interminable. –Y vosotros, los humanos, parecíais anfibios. Fue como si hubierais retrocedido a la época en la que los animales salieron del agua y empezaron a adaptarse a la vida en la tierra. –Ahora entiendo porque

muchas personas de Asturias dicen que van a ir a León a secar, esto es, a recuperarse del estado anfibio recibiendo tus benefactores rayos. Volviendo a nuestra conversación anterior, me hablabas de que el Universo tiene millones de galaxias y millones de estrellas. Parece imposible entender el significado de lo que abarcan esas cifras. Si todo eso hay a nuestro alrededor, ¿cuál es el tamaño del universo? –Esa es una pregunta a la que nadie puede responder. Está muy bien como

título de algo. De hecho hay un libro de poesía hermosísimo, escrito por Ángela Vallvey, que se titula precisamente El tamaño del universo.

–¿Y en un libro de poesía se explican sus dimensiones? –Claro que no, la poesía nos da otra mirada ante las cosas. –¿Quieres decir que a través de la poesía, en vez de verte a ti, vería otra cosa? –No otra cosa, pero sí me

verías de una manera diferente, como nunca me habías visto antes. –Recítame algo de ese libro a ver si consigo entender lo que me dices. –De acuero, te leeré unos versos. «Y sé –o así me lo parece– que las estrellas siguen siendo lo mejor/ que pudo habérsele ocurrido/ al cielo de la noche». –Vaya, si que es otra mirada. Un cielo que puede tener ocurrencias… Sol, un grupo de maestras de niños y niñas de cinco años, nos cuentan que sus alumnos estuvieron conversando el otro día sobre si tú caminabas por el cielo. Al parecer, los niños y niñas, llegaron a la conclusión de que tú les sigues. ¿Que les puedes decir? –Que para ellos ahora eso es verdad. Pronto descubrirán las otras razones del movimiento, ahora son demasiado pequeños para entenderlo. Ya que hemos hablado de poesía, les envío un poema de lo que creía de niño el poeta mexicano Alfonso Reyes, que nació en Monterrey en 1889 y murió en Ciudad de México, 1959. Dice así su poema: No cabe duda: de niño a mí me seguía el sol. Andaba detrás de mí como perrito faldero; despeinado y dulce, claro y amarillo: ese sol con sueño que sigue a los niños. Saltaba de patio en patio, se revolcaba en mi alcoba. Aún creo que algunas veces lo espantaban con la escoba. Y a la mañana siguiente, ya estaba otra vez conmigo, despeinado y dulce, claro y amarillo: ese sol con sueño que sigue a los niños.

Marina, de 8 años, se está aprendiendo un fragmento de un poema de Ángela Vallvey sobre el Universo.

CONTINUARÁ

Texto y fotografías: El Mensajero del Sol


LA OREJA VERDE

LA NUEVA ESPAÑA

Sábado, 13 de febrero de 2010

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ola de nuevo, Sol, Alfonso, un niño de 10 años, que vive en Sama, pregunta: «Si la Tierra se mueve constantemente alrededor del Sol, ¿podemos decir que nuestro colegio está cada día en un lugar diferente?». –Estupenda pregunta, Alfonso. La respuesta es que, por supuesto, vuestro colegio se encuentra cada día en un lugar diferente del espacio. Bueno, vuestro colegio, vuestra casa y vosotros. –Imaginemos, Sol, que Alfonso pudiera bajarse de la tierra al terminar el cole, y se quedara a dormir en una casita situada en un punto fijo, al borde del recorrido que realiza la Tierra a tu alrededor, ¿dónde estaría su colegio al día siguiente? –En el caso de que pudiera bajarse en marcha (recuerda que la Tierra viaja a 106.200 kilómetros por hora), nuestro querido Alfonso, ¡ay!, iba a tener que correr mucho, mucho para llegar pronto al cole al día siguiente, dado que, cuando se levantara de la cama, su colegio se habría desplazado alrededor de dos millones de kilómetros. Esta broma nos ayudará a entender otra que le gustaba hacer a Einstein, un gran sabio que nos dio una visión revolucionaria del Universo. Cuando estaba esperando un tren, le solía preguntar al jefe de estación: «¿Podría decirme a qué hora llega la estación de tren?». –Alfonso, quieto en su casita, podría preguntar también:»¿A qué hora tiene la llegada mi colegio?» –Sí, ja, ja, aunque él tampoco estaría quieto, recuerda que el Sistema Solar también se mueve. Todo en el

Universo se encuentra en movimiento permanente, nada está quieto. –Hablas de movimiento y ya estoy empezando a marearme. Permíteme cambiar de tema. La gran mayoría de los niños y niñas te ponen en sus dibujos con cara sonriente, ¿por qué crees que lo hacen? –Porque para ellos simbolizo la alegría. La luz trae alegría. La oscuridad parece favorecer la tristeza, por eso a las personas deprimidas los médicos les aconsejan que salgan a tomar luz, mucha luz. –Si la luz pudiera tomarse en pastillas, ¿las personas seríamos más alegres?

–Es muy, probable que sí. –¿Qué más significa la luz? –Para vosotros representa la verdad, la razón, la justicia, la sabiduría. Por eso, cuando algo oscuro se aclara, soléis decir: ¡por fin se hizo la luz! –Lo contrario de

María Trenor, de 8 años ha pintado un paisaje soleado. El Sol se ha mostrado muy contento de ser el protagonista del dibujo de María. Y nos ha pedido que le mandéis, por favor, más dibujos radiantes.

la luz es la oscuridad, ¿qué simboliza la oscuridad? –Estar en el lado oscuro, lo podéis ver en las películas de La Guerra de las Galaxias, es aliarse con la maldad, con el deseo de dominar a los otros, es estar del lado del fanatismo, de la manipulación, de la mentira, de la envidia, de la calumnia… Lo

tenebroso se prepara siempre en ese lado oscuro. –Esperemos, Sol, que sigas sonriendo en los dibujos de los niños y niñas. –La luz también simboliza la esperanza. El poeta Jhon Berger escribió: «La esperanza es una llama (una luz) que se enciende en la oscuridad». –Seguiremos conversando contigo, amigo Sol. CONTINUARÁ

Texto y fotografías: El Mensajero del Sol


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Sábado, 27 de marzo de 2010

B

ienvenido, Sol. Te echábamos mucho de menos. He oído, no sé si será verdad, que un viento altanero, llegó a afirmar que era más poderoso y fuerte que tú, y que hasta se atrevió a desafiarte, ¿es cierto?

renacuajos tienen muchos recursos. Ahora te toca a ti, reyezuelo dorado!». Yo acerqué mis rayos a aquel hombre. Lo vi respirar aliviado con el calor que le proporcionaba. Me acerqué un poco más. Cuando sintió que subía la temperatura, el hombre se quito la bufanda, luego el gorro y, por último, el abrigo.

–Nada en absoluto. Jamás lo había visto antes. –Por favor, sigue. –Aquel viento, envalentonado por-

–Esta historia se ha contado de muchas formas diferentes. Dejo a tu criterio, y al de los lectores, juzgar si sucedió de verdad o no. –Estoy impaciente por conocer ese relato. –Verás, sucedió que una vez se presentó ante mí un imponente viento. Era altivo, arrogante y fanfarrón. Se jactaba de ser el personaje más poderoso del mundo. 17

Me gritó: «¡Contémplame, Sol, soy mucho más fuerte que tu!». Le contesté: “Tú eres muy fuerte, es cierto, yo sólo soy una estrella que da calor. Somos distintos. No veo la necesidad de compararnos. Mi respuesta le enfureció. Bufó indignado, cómo si le hubiera dicho el peor de los insultos. Formando enormes remolinos, se infló cuanto pudo y me increpó: «Creí que eras más valiente, que te enfrentarías a mí sin dudarlo. No eres más que una estrella sin vigor, un sol cobarde». –¿Qué le habías hecho para que se pusiera así?

que no aceptaba enfrentarme a él, me chilló: «Mira allá abajo. Observa a uno de tus queridos humanos. Tiene frío. Qué tapado va con su abrigo, su gorro y su bufanda. Te reto a ver quién consigue despojarle de su ropa en menos de diez minutos». Acepté el reto y le rogué que empezara. Sopló con furia. Le lanzó una andanada de gélido frío que había traído del Polo Norte. Cuanto más soplaba, más se apretaba la ropa aquel ser humano. Transcurrido su tiempo, el viento no pudo contener su frustración y aulló encolerizado: «¡Esos

Al verlo despojado de su ropa, el viento salió disparado, lleno de rabia, sin ni siquiera despedirse. –Oh, es una historia preciosa, Sol. No importa que haya ocurrido o no. Ahora entiendo por qué calidez significa afecto, amabilidad y simpatía. ¿Volveremos a verte? –En el cielo me veréis con más frecuencia, en La Oreja Verde apareceré de vez en cuando.

Marina, junto al Sol, ve pasar veloces las nubes impulsadas por el arrogante Viento.

–Siempre serás recibido con los brazos abiertos, Sol. Hasta cuando quieras. Texto y fotos: El mensajero del Sol


LA OREJA VERDE

LA NUEVA ESPAÑA

Sábado, 26 de junio de 2010

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Q

ué alegría volver a verte de nuevo, Sol! Desde nuestra última conversación, ha llovido tanto en Asturias que llegamos a temer que nuestra región se quedara sumergida bajo las aguas. ¿Vamos a sentir de ahora en adelante tu intensidad? –Aunque ni yo mismo sé lo que va a pasar, porque el tiempo meteorológico depende de muchas circunstancias, vengo dispuesto prepararos un estupendo verano. –Ojalá sea así, Sol, porque estamos muy necesitados de tu calor para secar. Cambiando de tema, sé que te gustan mucho las adivinanzas y que estás reuniendo todas las que se refieren a tí, ¿has conseguido recoger alguna diferente de las que ya nos contaste en otras conversaciones? –Me gustan las adivinanzas, sí, porque son pequeñas obras literarias que te impulsan a pensar. Mira, acabo de oír en Tenerife a unos campesinos que cultivan la famosa papa negra, posiblemente una de las patatas más exquisitas, esta adivinanza: ¿Quién muerde, quién muerde con dientes de oro las canas del Teide?

–Nos la explicas. –El Teide, con sus 3.718 metros de altura, es el pico más alto de España. El que “muerde con dientes de oro” soy yo, claro está. En su cúspide, con frecuencia nevada, se ve una especie de cono de color blanquecino, son “las

canas” a las que hace referencia la adivinanza. El Teide es un volcán. Los primeros habitantes de la isla, los guanches, lo consideraban una montaña sagrada a la que pusieron el nombre de Echeyde. En su lengua significaba infierno. –¿Y por qué ese nombre tan tremendo? –Pensaban que en su interior vivía Guayota, el gran demonio del mal. Y aquí viene la parte que me afecta de esta leyenda. –¿Quieres decir que tiene algo que ver contigo esta historia? –Sí, porque Guayota, el demonio, me raptó y me metió en el interior de las profundidades del Teide. Para ellos yo era Magec, el dios de la luz. –¿Cómo saliste? –Parece ser que los guanches solicitaron la ayuda de su dios supremo, que se llamaba Achamán. Él fue quién derrotó al demonio, me sacó de las entrañas del Teide y tapó el cráter con un cono blanquecino que se conoce ahora como el Pan de Azúcar. Y hasta aquí lo que oí. –Impresionante leyenda, Sol. Nos encantan tus historias.

–Bueno, ahora, te ruego que me disculpes, pues voy a concentrarme en cumplir mi promesa de forjaros un cálido verano.

–De nuevo gracias y hasta siempre, Sol. Esperamos que nos traígas nuevas historias para calentar el invierno. Los buenos relatos calientan como soles. Texto y foto: El Mensajero del Sol


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