Exorcistica

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El exorcismo, el arte de exorcizar, es como Dios ha querido, no como lo hemos diseñado los hombres.

Dentro de esta teología del cuerpo que supone la existencia de la posesión, se ha de entender que existe un poder especial, único, en los esposos para expulsar demonios del cónyuge a través de la oración y la petición a Dios del uno por el otro.

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La longitud de un caso Dios la usa para llevar a la santidad.

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Los demonios entran porque ellos quieren, y Dios lo quiere para que sean santos.

Hay acciones que se hacen con el cuerpo que someten a esclavitud. Las leyes de Dios nos llevan y mantienen en la libertad para la que nos liberó Cristo.

Dios quiere algo más que la liberación. Cada exorcista que se dedica a este ministerio de forma permanente debería escuchar a Jesús diciéndole: Tú no estás aquí para ser un médico, ni un doctor, sino un padre.

A la gente desgraciada que nos llega, que nos llega pidiendo, suplicando, su liberación. Es necesario que el exorcista les haga entender del modo más íntimo que las leyes de Cristo dan esa libertad, así como ciertas otras acciones encadenan al alma. El demonio poseyendo el cuerpo es sólo la apariencia visible de un encadenamiento peor que es el del alma. La liberación del exorcismo se circunscribe y subordina a una liberación mayor, integral y eterna.

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Después del exorcismo hay que hablar con los posesos. Hablar antes del exorcismo y después es muy importante. No se puede acabar el rito y decirle al poseso vuelva el día tal a tal hora. El exorcista debe sentirse padre de ese alma. Tiene que excitar amor y compasión por ese poseso en su corazón de pastor. Pues cuanto más le ame, más poderosa será su oración por él.

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Caminad bajo la guía del Espíritu Santo y no deis satisfacción al deseo de la carne (Gal 5, 16).

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En todos los preceptos del Antiguo Testamento relativos al cuerpo lo que buscaba Dios era la obediencia, pero también no sólo era obediencia lo que había en esos preceptos, sino también una simbología que conllevaba una profunda teología del cuerpo. El precepto ha pasado, pero no el símbolo que fue y será verdadero, aunque a veces muy profundo. También es muy interesante leer Gálatas 5 y meditar el capítulo entero para entender esta teología del cuerpo que subyace en la posesión.

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Pero los de Cristo Jesús crucificaron la carne con las pasiones y deseos (Gal 5, 24). Sin ninguna duda al demonio no le gusta estar en un cuerpo crucificado con Cristo. Al demonio le gusta estar en un cuerpo entregado a todos los placeres y pasiones, pero no le gusta estar en un cuerpo que cada vez se está convirtiendo en una imagen del Crucificado, que cada vez más le recuerda a Cristo. Si tiene horror a una imagen del Crucificado, cada vez irá teniendo más horror a un cuerpo que se

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