DOBLE O NADA

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Diciembre / enero 2022 Madrid, ESPAÑA.

La interpretación, como la vida, tiene mucho de juego: hay que arriesgarlo todo en cada apuesta. Con su primer papel protagonista en Toy Boy, Jesús Mosquera saltó a la fama y ahora, con la segunda temporada, espera demostrar que su carrera no es flor de un día, sino de larga duración.

Por: JAVIER QUESADA / Fotografía: RICHARD RAMOS

ESTILISMO — FRAN MARTO. GROOMING — NAOMI GAYOSO CON PRODUCTOS DE GIVENCHY Y L’ORÉAL. DIRECCIÓN CREATIVA — SOMETHING WONDERFUL. ASISTENTES DE FOTOGRAFÍA — YAMEL JANIAH Y LUCA IANI. ASISTENTE DE ESTILISMO — ALEXIS TAME. LOCACIÓN — DAYLIGHT STUDIOS.

La fama es como una novia posesiva, paranoica y absorbente, capaz de envolverte en una tela de araña de la que ya es prácticamente imposible salir: hay que tener los pies firmemente sujetos al suelo para no dejarse seducir por ella. Jesús Mosquera (Málaga, España, 1993) se acostó una noche con 40K seguidores en su cuenta de Instagram y, cuando se levantó al día siguiente, tenía más de un millón. ¿Cómo se asimila eso sin perder la cabeza con apenas 26 años? «Es un proceso, no siempre es lineal. Yo no me dedicaba a esto [antes de ser actor, Jesús era futbolista y soñaba con cconvertirse en el mejor defensa central del planeta], pero antes de iniciar la preparación y la grabación de la serie, me preparé con un gran equipo humano para asimilar lo que se esperaba de mí, porque Toy Boy era la gran apuesta de Atresmedia y había que estar a la altura», asegura. Como él mismo recuerda, se preparó para lo mejor y para lo peor, pero nunca imaginó que el éxito iba a ser tan arrollador y a escala planetaria. «Cuando leí el guión, me imaginé que podía ser un éxito en España. Yo pensaba en algo mucho más pequeño, pero con las plataformas la ficción se consume de otra manera a nivel global. Ahora, por ejemplo, con el estreno de la segunda temporada la presión es mucho mayor: nos están esperando en 190 países de todo el mundo y no puedo fallar», añade. El público puede perdonar un paso en falso; la cámara, en cambio, es como la banca en el juego de la ruleta, implacable; si apuestas, es para ganar. «Si piensas en eso justo antes de actuar, estás perdido; tienes que pensar de otra manera, dar una vuelta», admite. «Tengo que hacer lo mismo que he hecho en la primera temporada: confiar en mi trabajo. Seguramente, si haces eso sin ningún tipo de presión y con todo tu cariño, puede que vaya bien o puede que no. Hay cosas en esta vida que no se pueden controlar: puedes controlar lo que está en tu mano; lo que no, mejor no pensarlo», reflexiona. Como él mismo admite, es una persona precavida a quien no le gusta dejarse llevar por las emociones, lo que no deja de resultar paradójico en un actor. «No me gusta valorar las cosas cuando cuando suceden porque, a veces, las emociones no son reales, sino un sentimiento que tienes en un momento pero que no tiene nada que ver con la vida real», reconoce. «Soy precavido, no me gusta llevarme grandes decepciones. Cuantas más expectativas, mayor puede ser la decepción; por eso creo que hay que ir con pies de plomo y, si vienen cosas maravillosas, hay que disfrutarlas, pero sabiendo también que todo tiene un principio y un final y que ese estado puede durar por un tiempo y hay que estar preparado para lo que venga». Una lección de cordura y sentido común en alguien de quien uno esperaría todo lo contrario. Con menos de 30 años, Jesús Mosquera ha tenido que madurar lo que muchos otros no asimilan —o no asimilamos— en el resto de su vida. Si como señala Truman Capote, el talento es un don que Dios le da a un escritor para autoflagelarse; el éxito, la celebridad o la influencia, un concepto mucho más contemporáneo, es otro don que Jesús prefiere administrar de otra manera mucho más responsable. «Hoy día las redes sociales son un medio de comunicación muy, muy potente, que ha crecido muchísimo. Hay mucha gente para quien eres un referente y quieren lograr lo que tú has logrado, y por eso quieren saber cómo es tu día a día. Por eso hay que tener cuidado con lo que se dice y lo que se hace porque no sólo te afecta a ti, sino que puede afectar a muchas personas de manera positiva o al revés», afirma.

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Suéter de y camisa de cashmere, y pantalón de algodón, HERMÈS.

Pero hasta los referentes tienen otros referentes que han condicionado su vida y sus decisiones, como un juego de espejos. En el caso de Jesús, también opera este principio. «Hay una persona que es todo un ejemplo para el cine español. Para mí, ver a un actor que es de tu tierra, pero que es conocido a nivel mundial, me genera mucha más curiosidad; desde pequeño he sentido un enorme respeto por Antonio Banderas, por lo que es, por su carrera, por lo que oigo de él y porque ha llevado a Málaga a otro nivel», explica. El actor malagueño es también un ejemplo en otro sentido para Jesús Mosquera: una carrera de larga duración que empezó con un físico privilegiado, pero ha continuado década tras década con interpretaciones cada vez más depuradas y técnicamente impecables. En un medio tan inseguro como es la ficción, donde se puede pasar de la cima a la sima en una sola temporada, la carrera de Banderas más que un ejemplo, es casi un sueño. «Soñar es gratis y, por supuesto, yo también deseo tener una carrera larga en la que pueda disfrutar de esta profesión y en la que pueda jugar —me gusta esa palabra— con distintas emociones y poder transmitirlas al público contando diferentes historias. Forjar una carrera así no es fácil, así que estoy luchando y trabajando cada día para cumplir mi sueño», responde. Está preparado, sin embargo, para lidiar con los altos y bajos de su profesión. «Uno quiere que todos los proyectos en los que participa sean acogidos de una manera increíble, pero no siempre pasa así. Sé que, cuando mire atrás, habrá proyectos en los que habré puesto todo el cariño, pero no hayan funcionado. Estoy preparado», concluye. La vida de un actor es una ruleta en la que Dios dispone, pero el público impone.

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Abrigo de piel de ante, saco y pantalón de lana, ERMENEGILDO ZEGNA.

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Chamarra de poliéster, camiseta de algodón y pantalón de viscosa con poliamida, DOLCE&GABBANA.

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Saco de lana con aplicaciones de piel, GUCCI.

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