Revista Llave Literaria

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espués de leer esta primera parte del artículo, creo que nadie se negaría a salir con una chica

que lee pero ahí no termina. Como lo sabrán, siempre hay un contraste para todo, a eso viene la segunda parte que este curioso articulo que personalmente no fue de mi total agrado, es comprensible que una chica que lee tenga un poco mejor definido lo que quiere y como lo quiere, pero no somos tan malas, ni neuróticas como para intentar cambiar a alguien, no tenemos afán de perfeccionismo porque sabemos que eso ciega de lo bello que son los sentimientos y de su goze. Incluso nosotras mismas, hablando en términos generales, podríamos saber de antemano cuando algo no va, y aun así nos veríamos en el intento de hacer que funcione de la mejor manera posible. Sin embargo no mentiré, no todo es color de rosa, ni siquiera en los libros. Aquí la segunda parte, final de este articulo, ahora escrito por el punto de vista del otro género. Sal con una chica que no lee…

Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela. Original por Charles Warnke

Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta.

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