Huellas de Tinta Mayo 2018

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Especial por Erzengel Eds Huellas en la FIL 2018 Escribir esta crónica significa mirar hacia atrás y pensar en cada Feria del Libro compartida con otros miembros del Staff. Si bien Huellas se fundó en junio del 2011 (ya vamos para el séptimo aniversario, ¡todavía no me lo creo!), el primer encuentro entre quienes conformamos el Staff de la Revista llegó en 2013. La Feria del Libro se convertiría entonces en la mejor excusa y pasaría

a formar parte de nuestro ritual anual de reencuentro. Por aquel entonces, ni imaginábamos de ninguna manera que llegaría el momento en que tendríamos nuestro propio espacio para acercarnos al público… y aunque ya el año pasado tuvimos un primer evento, esta vez quisimos ir por más, mucho más. Desde Huellas de Tinta siempre pensamos en cuánto trabaja y se esfuerza cada escritor nacional por llegar al público, bien por seguir el camino independiente, bien por lograr la atención de alguna editorial reconocida. Sabemos que, lamentablemente, para las grandes editoriales y el público en general, suelen tener más peso y relevancia las obras de autores extranjeros. Por eso, creímos que no había mejor oportunidad para invitar a autores con distintos recorridos literarios, unidos por el amor a la Fantasía y la Ciencia Ficción y con ganas de pasar un rato acompañándonos un domingo a la tarde hablando sobre libros y experiencias escritoriles. Buscábamos, a nuestra manera, acercar a nuestros lectores con autores que valoramos y apoyamos en su desempeño literario. Todavía no me creo la mesa de lujo que conformaron nuestros invitados. Aceptaron acompañarnos ante el simple pedido y nos alegra mucho la repercusión que tuvo el evento. Autores geniales y con amplia trayectoria como Franco Vaccarini, Marisa Potes, Leo Batic y

Victoria Bayona. Otros, que se animaron a costear los gastos de sus hijos literarios y vieron con alegría que toda apuesta tiene su premio, como Andrea V. Luna, Mariana Di Aqcua y Leonel Videtta. Y quienes van levantando vuelo con paso firme, como Anabella Franco, Matías Zitterkopf y Esteban Dilo. Diez genios de las letras que, gustosos de sentarse en las sillas que les preparamos, le demostraron a los asistentes al evento (sala llena, cof, cof), que el amor por las letras lo trasciende todo. Todo ocurrió demasiado rápido, como siempre sucede con las cosas buenas. Un evento que planeamos por semanas, que esperamos durante meses, se nos escapó en un abrir y cerrar de ojos. Nada importó la lluvia con que nos recibió Capital Federal cuando llegamos a la estación de Retiro, tampoco pesó el mojarnos los pies y pasar algo de frío, porque todo se vio recompensado en ese encuentro de escritores, miembros del Staff y lectores que disfrutamos con tanto cariño. Debo reconocer que, a eso de las 7 am, cuando recién estábamos pasando el desayuno aquel domingo, la idea del evento se nos hacía lejana y extraña. Faltaban

demasiadas horas y aunque había montones de cosas por hacer, recién a la hora del almuerzo nos agarraron los nervios… y es que, muchas veces si no estamos bajo presión, no trabajamos a toda pila. Deberían habernos visto, armando los regalitos para quienes asistieran al evento mientras esperábamos las pizzas de Kentucky, justito frente al predio de La Rural. Todo para que, ni bien abriera la Feria, pudiéramos entrar y terminar de preparar lo que faltaba… ¡Y cuánto que faltaba! Con Max y mi hermana Roma, nos dedicamos a recorrer stands de editoriales que colaboraron aportando


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