Reseñas
L il ia n a Bodoc
El perro del per Por Winter Mary Cuando se habla de religión es difícil salir ileso de la opinión pública. Indiferentemente del criterio propio que hayamos formado, cuando emitimos un punto de vista sobre el tema, muchas personas resultan contrariadas con el discurso. Autor Liliana Bodoc Editorial Alfaguara Páginas 168 Publicación 2018
Es lógico, no es un tema menor, y las diversas culturas a lo largo y ancho del mundo han logrado diversificar enormemente el sistema de creencias. Ahora bien, arduo trabajo es el que decidió emprender Liliana un día, cuando en su mente se gestó la idea de combinar la ficción, género casi absoluto en su obra, con una temática tan polémica como la religiosa, sin mencionar que el libro estaría destinado a lectores muy jóvenes. Miga de León es un perro que, como producto del desafecto de alguien, fue arrojado en una bolsa al lago de Tiberíades y gracias al amor de otro, fue rescatado y devuelto a la vida. A partir de ese momento, el cachorro pasará a formar parte de la vida del peregrino más famoso de la historia. Con lealtad y gratitud, seguirá los pasos del hombre hasta el final y será testigo de los sentimientos más profundos de la (des)humanidad. Es a través de su percepción canina que descubriremos que el amor está en una mirada, en un pequeño gesto, en un paso que se da y en otro que no. Y allí donde se ausenta, el mal puede encontrar una rendija por la cual colarse.
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Cuando decimos que Bodoc se desprende de toda doctrina o religiosidad, hacemos referencia a su bien logrado intento de esbozar el aspecto cotidiano de la vida de Jesús, eje central del relato, y de su necesidad de transmitir la esencia del mensaje bíblico desde un nuevo punto de vista. Desde la ficción,
se encarga de rellenar los espacios vacíos, aquellas páginas en blanco de la historia de vida del mesías. En este punto, la singularidad encuentra solidez en dos grandes pilares. En primer lugar, la decisión de hacer un uso mínimo del relato bíblico, lo justo y necesario para establecer un marco de referencia y que el resto de la inventiva se encargue de recrear a Cristo en lo cotidiano y, en segundo lugar, que esta reconstrucción suceda ante la atenta mirada de un perro. El camino es el mismo, polvoriento y transitado infinidad de veces a lo largo de la historia con los pasos de diferentes religiones. No falta la presencia de personajes icónicos como el de María, una madre preocupada y llena de amor, la mujer a punto de ser apedreada por sus pecados, circunstancia memorable ya que sería en la que se gestara la conocida frase “El que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra” y el grupo de discípulos entre los que se encontraría el que entregara a Jesús a sus enemigos. Miga de León es capaz de olfatear la intención de todas y cada una de las personas que se cruzaran en el camino de su amo, pero siempre con la incapacidad de advertirle sobre ello y de ese modo convertirse en un impotente testigo de lo inevitable. La elección de un perro como guía a lo largo del relato parece, en un principio, una idea arriesgada y un tanto aleatoria, como ya tantas veces hemos evidenciado el uso de este recurso para ganar al empatía del lector. Cuando indagaba en esta idea encontré una analogía con Los ojos del perro del siberiano de Antonio Santa Ana. Y así llegué a la conclusión de que cuando uno quiere narrar una historia con im-