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Despedida Por Angela Drei
Hoy te he visto dormir. Tus párpados se movían inquietos, nerviosos, como si tu sueño estuviera a punto de desvanecerse. Pero has seguido durmiendo. Y me ha dado por pensar si estarías soñando conmigo, si en algún lugar remoto de tu cabeza queda un rincón para los recuerdos de esas tardes que pasamos en la playa, de esas noches que eran demasiado cortas, cuando las horas volaban y se deshacían entre nuestros dedos, ocupados en inventar mil caricias. ¿Piensas en mí alguna vez? Yo lo hago a menudo. Pensar en ti. Sobre todo cuando llueve y no hay sol y parece que por fin el mundo tiene el mismo color de mi corazón. Espero que hoy tengas un buen día, que las clases no sean aburridas y el autobús no se retrase. Para mí será un gran día. No gran en el sentido de estupendo. Gran en el sentido de grande, largo, infinito e inagotable. Hoy salgo hacia el norte. Ha llegado el momento de marcharme lejos, de abandonar las esperanzas de regresar a tu lado. Es lo mejor. No quiero ser un acosador y no consigo dejar de pensar en ti. ¿Me harías un favor? Cuídate. No te olvides de desayunar bien, sin prisas, y de comer algo de fruta. Sal a pasear y disfruta del sol, y ríe y ama. Por ti. Por los dos. No te preocupes por mí. Estaré bien. Quizá un día encuentre el valor para llamarte o para volver a verte. Mientras tanto, seguiré pensándote. Siempre tuyo.
E. 50