Vol 2: Saint Seiya - Saga: CATACLISMO 2012

Page 44

Saint Seiya • Los caballeros del zodiaco dores!

—¡Humanos insolentes! ¡Se atreven a matar a mis hijos y ahora intentan rebelarse contra sus crea-

—No es así, Mielikki —musitó Marin encarando a la contrincante con determinación—. Nos estamos rebelando contra nuestros destructores. Así que por Atenea, por mi hermano Touma, por Seiya y por mi alumno Kenji terminaremos con tu existencia ahora. El rostro de la Guerrera de Águila era claramente visible por primera vez mientras exclamaba con ímpetu: —¡Vamos, hermano! ¡Mielikki sabe que la flecha la lastimará porque está reforzada con su propio cosmos divino, por tal razón quería destruirla! ¡Aprovecha mientras siga inmovilizada por el golpe que le di! Touma acogió enseguida la sugerencia de Marin, y tras apuntar al corazón de su adversaria, soltó la cuerda dejando libre la poderosa flecha. Mielikki sabía que aquel disparo de Väinämöinen equivalía a recibir un flechazo disparado por ella misma, así que en un último intento desesperado intentó controlar la trayectoria de la flecha, mas no tuvo éxito. Shaina se mantenía en su afán de suprimir el cosmos de su oponente, aprovechando el máximo nivel de su propia aura. El dolor físico que atenazaba a la rubia se había diseminado desde su abdomen hacia todo su cuerpo, haciendo imposible sus movimientos. A la diosa le pareció que el tiempo se ralentizó durante la mortífera trayectoria de la saeta. Podía ver a Touma con esa expresión de valentía en su rostro, bajando el brazo tras el disparo. Al girarse, vislumbró la figura de Shaina con los brazos extendidos hacia ella y la de Marin, cayendo exhausta sobre la hierba. —«Entonces lo consiguieron, humanos… —reflexionó con resignación, cerrando lentamente sus ojos turquesa—. Supongo que al final, su amor fue más fuerte que mío… Al menos podré reunirme nuevamente con mis hijos en el inframundo de nuestros ancestros. Espérenme en Tuonela, Nyyrikki… Tuulikki…» Una imagen se formó repentinamente en su mente. Por un instante le pareció ver enfrente de ella la fornida figura de su compañero caído. —«¿Viracocha?» Mielikki se sintió reconfortada al contemplar aquella musculosa espalda por la que caía una frondosa melena verde. El mismo cálido cosmos del bondadoso dios que la acompañó en el maizal del territorio inca, se hizo presente por un instante. —«¿En serio eres tú? Sentí tu vida extinguirse y…» La diosa enmudeció cuando vio que su aliado inca se giró y la observó sonriendo con amabilidad. Él no dijo una palabra y simplemente se despidió calurosamente con la mano. —«¡Espera, Viracocha! ¡No me dejes!» —le suplicó con desesperación, al ver que el supremo inca le daba las espaldas nuevamente y extendía sus poderosos y gruesos brazos. La figura del hombretón se difuminó y desapareció tras el embate de una cegadora energía luminosa, la cual había colisionado contra él. Mielikki volvió a la realidad, y tras seguir esperando con resignación el impacto de la flecha, sintió en cambio la completa calma que invadió el bosque sagrado. Los cosmos de Marin, Shaina y Touma se habían apagado por completo. Este hecho hizo que abriera los ojos con sorpresa, para notar que sus tres rivales humanos yacían inconscientes sobre la alfombra de pasto. Su reacción instintiva fue posar la mano sobre su pecho con el fin de palpar la flecha, pero esta ni siquiera la había tocado. La saeta increíblemente se había clavado en la mazorca de oro que le obsequió Viracocha, la cual yacía indefensa a sus pies.

44


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.