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Misión: Imposible – Sentencia Mortal Parte 1: peligro a toda velocidad
/ Luciano campos
Tom Cruise, gran dios de la taquilla cinematográfica, regresa en estupenda forma como el agente Ethan Hunt en Misión: Imposible –Sentencia Mortal Parte 1 (Mission: Impossible - Dead Reckoning Part One, 2023).
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No importa que haya alcanzado ya las seis décadas de vida, sigue como un solvente héroe de acción dispuesto a patear traseros, correr a toda velocidad para auxiliar a sus amigos, y saltar en moto desde un acantilado, sin doble. Hará lo que sea necesario, para salvar al mundo.
Cruise, como productor en control de toda la creación de la cinta, volvió a su guionista habitual, el genio Christopher McQuarrie para que le escribiera y dirigiera esta aventura internacional, la número siete, de una de las franquicias de mayor renombre del cine y la TV.
En la primera parte de un díptico que no tiene fecha para estrenarse en su continuación, Hunt se enfrenta a un enemigo invisible y, por ello, sumamente peligroso. Debe retar y derrotar a la inteligencia artificial, representada por un supercerebro electrónico, que desea controlar al mundo y que ya ha comenzado a manifestarse con el control intrusivo de sistemas complejos, como los de la seguridad de los países más desarrollados.
Al servicio de este ente abstracto se encuentra el desalmado archivillano Gabriel, frío, controlador, inteligente y apuesto- Esai Morales parece tener un relanzamiento de su carrera, luego del hitazo de la serie Ozark, en la que también participó como maleante. Este tipo y Hunt tienen asuntos pendientes que deberán resolver de una vez por todas Hunt avanza por varios países en escenarios exóticos ideales para las escenas de peligro, siempre mezcladas con grandes dosis de humor. El super agente se encuentra permanentemente rodeado de chicas bellas y mortales: Rebecca Ferguson y Hayley Atwell, como dos fieras expertas en la lucha y el robo, y Vanessa Kirby, la viuda blanca, que se involucra en el juego peligroso de un valioso intercambio que puede cambiar el destino de la humanidad.
Con situaciones al límite, exquisitamente elaboradas a lo largo de más de dos horas y media, con astutos juegos de engaños, MI7 parece que cruza caminos con Black Mirror, por la tecnología que ha dado un salto formidable en su desarrollo, para entrometerse peligrosamente en las vidas de todos. La máquina finalmente toma decisiones y con un perverso algoritmo puede anticiparse a los intentos de quienes la quieren aniquilar. Aunque la temática es sofisticada, el guión se da la tarea de simplificar todo, haciéndolo accesible.
Y, por supuesto, las proezas físicas son envueltas por el tema clásico de Lalo Schifrin, reconfigurado con una sobremusicalización estruendosa, orquestada por Lorne Balfe.
Con inquietante elocuencia, el cerebro puede intervenir en cualquier dispositivo. Nada está seguro, por lo que Hunt, auxiliado por sus ya conocidos amigos Benji (Simon Pegg) y Luther (Ving Rhames), debe encontrar un dispositivo que puede acercarlos a ese ser virtual, al que es necesario detener.
Toda la cinta es ocupada por Tom Cruise. Aunque hay gadgets como los que utiliza James Bond, y Hunt exhibe habilidades de Jason Bourne, la serie sigue en contacto con su esencia y mantiene las marcas que la caracterizan, con las siempre gratas suplantaciones de identidad y nuevos trucos utilizados por la inteligencia más avanzada, para derrotar a los enemigos.
Mostrándose como galán maduro y prohombre al servicio de la paz de las naciones, Cruise se reinventa gratamente, en muy buena forma física. Decantado ya más por el entretenimiento, hace ya muchos años que no hace un trabajo dramático. Pero no importa, ha encontrado su nicho que ha explotado a un nivel óptimo y con excelencia.
Por eso hace sus peligrosos stunts, como el del ya conocido salto en la motocicleta. Por ahí hay persecuciones en coche y una tremenda escena fuera y dentro de un tren descontrolado que va directo al desastre.
Misión: Imposible - Sentencia Mortal Parte 1 es aventura en su formato más refinado, con un astro como Tom Cruise al control, una producción excelsa, y un guión hecho con toques de genialidad. Vale por cada minuto de acción.
El empresario californiano Bill Price, uno de los pasajeros participantes en una de las exploraciones del Titán para ver los restos del Titanic, que se hundió en abril de 1912, confesó que miembros de la empresa Ocean Gate Expeditions informaron a los tripulantes los riesgos de sumergirse en el mar.
“Experimentamos algunos de los peores escenarios y lo superamos. Mi pensamiento fue ‘podemos hacer esto’”, indicó el hombre, quien vivió una experiencia en 2021. Entrevistado por The New York Times, el sujeto contó que les daban una plática preparatoria para explicarles el inminente riesgo de implosión del sumergible. El turista contó cómo ilustraron el hecho con una lata, la cual aplastaron con un mazo y compararon la presión del sumergible como si un elefante sobre una pata se subía encima de ésta mientras cargaba a otros 100 elefantes.
Recordó su experiencia en el Titán, porque la primera inmersión prevista cuando él realizó la expedición fue suspendida, pero el segundo intento sí se llevó a cabo, aunque con dificultades.
De acuerdo con un documento sobre la exoneración de responsabilidad de los pasajeros de Ocean Gate, que los turistas deben firmar, se resalta el éxito de 13 de 90 inmersiones en el Atlántico norte para llegar a los vestigios del Titanic, revelado por Insider.
DemanDa masiva Después de la implosión del Titán, el 18 de junio pasado, se planea una demanda colectiva contra la empresa, la cual seguía ofreciendo una próxima misión en las profundidades del Atlántico para julio de 2024.
Un periodista de la CBS, quien también viajó en el Titán en alguna ocasión, se refirió a la cláusula donde renunciaban a demandar a la empresa en caso de fallecimiento, pero ese tipo de posturas no son legales en Estados Unidos, sobre todo si la empresa fue negligente o puso en riesgo a las personas.
El domingo 18 de junio, la Guardia Costera de Estados Unidos anunció la desaparición del Titán con cinco personas a bordo, que intentaron llegar a los restos del Titanic, el cual se encuentra a 3 mil 800 metros de profundidad y a una distancia de unos 640 kilómetros de la isla canadiense de Terranova. Los viajes anunciados por la empresa son de siete días y el precio es de 250 mil dólares.
En el documento que los interesados deben firmar se aclara: “Este buque experimental no ha sido aprobado ni certificado por ningún organismo regulador y podría provocar lesiones físicas, traumas emocionales o muerte”, según se lee en el texto de la empresa Ocean Gate Expeditions.