Literar junio 2013

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NOTICIAS DE LITERATURA Y CULTURA “REVISTA LITERAR” EDICIÓN 3° JUNIO 2013

CULTURA Y LITERATURA

LITERAR REVISTA

“Literar” es un compendio de ideas, opiniones y consejos relacionados al ambiente cultural (vasado en el derecho de libre expresión, art 14 de la constitución nacional Argentina), en ningún modo la “Revista” asevera o confirma ningún contenido de la misma, la “Revista Literar” es un panfleto que solo difunde los contenidos culturales como opiniones de sus autores y estos no necesariamente reflejan la opinión de “Literar” o pasan por un proceso de verificación o censura. Las imágenes solo tienen un fin ilustrativo y pueden no corresponder a la realidad. “Literar” NO COBRA por publicidad u otro servicio ni persigue fines de lucro…


Libera tu arte‌ libera tu vida

LITER


RAR


ÍNDICE Autores

celebres

Oscar

Wilde------------------------pág.

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Autores celebres Mark Twain -----------------------------pág. 14

Unos cuentos -------------------------------------------------pág. 18 La frase del mes --------------------------------------------pág. 20 Reseña de “Proyecto Reizend”-------------------------pág. 22 Unos cuentos -------------------------------------------------pág. 24

Reseña de “El Homo Transcedente” --------------------pág. 30 Reseña de “Martina Guerrillera”---------------------pág. 36


R

LITERAR


Sección - Autores celebres!!

Oscar Wilde... El amigo fiel.

Una mañana, la vieja Rata de Agua sacó la cabeza fuera de su madriguera. Tenía los ojos claros, parecidos a dos gotas brillantes, unos bigotes grises muy tiesos y una cola larga, que parecía una larga cinta elástica negra. Los patitos nadaban en el estanque, como si fueran una bandada de canarios amarillos, y su madre, que tenía el plumaje blanquísimo y las patas realmente rojas, trataba de enseñarles a mantener la cabeza bajo el agua.

vez en cuando cómo se hacía. Pero los patitos no prestaban atención; eran tan pequeños que no entendían las ventajas de pertenecer a la sociedad. -¡Qué chiquillos más desobedientes! -gritó la vieja Rata de Agua-. Realmente merecen ser ahogados. -¡Qué cosas dice usted! -respondió la Pata-. Nadie nace enseñado y a los padres no nos queda más remedio que tener paciencia.

No soy madre de familia; en realidad nunca me he casado, ni tengo intención de hacerlo. El amor está bien, dentro de lo que cabe, pero la amistad es un sentimiento mucho más elevado. La verdad es que no creo que haya nada en el mundo más noble ni más raro que una amistad verdadera. -Y dígame usted, por favor, ¿cuáles son, a su juicio, los deberes de un amigo fiel? -le preguntó un Pinzón Verde, que estaba posado encima de un sauce llorón muy cerca de allí, y que había oído la conversación.

-Nunca podréis codearos con la alta sociedad, a menos que aprendáis a manteneros bajo el agua -les repetía -¡Ay! No sé nada de los sentimientos machaconamente, mostrándoles de de los padres -dijo la Rata de Agua-. -Sí, eso es justamente lo que yo quiPag. 6


siera saber -dijo la Pata mientras se alejaba nadando hasta la otra orilla del estanque y allí metía la cabeza en el agua, para dar buen ejemplo a sus pequeños. -¡Qué pregunta más tonta! -exclamó la Rata de Agua-. Qué duda cabe de que, si un amigo mío es fiel, es porque me es fiel a mí. -¿Y usted qué haría a cambio? -preguntó el pajarillo, que se columpiaba sobre una rama plateada batiendo sus diminutas alas. -No te entiendo -le contestó la Rata de Agua. -Deje que te cuente un cuento sobre eso -dijo el Pnzón. -¿Es un cuento sobre mí? -preguntó la Rata de Agua- Porque, si lo es, estoy dispuesta a escucharlo. Me encantan los cuentos. -Se le podría aplicar -contestó el Pinzón. Y bajó volando del árbol y, posándose a la orilla del estanque, empezó a contar el cuento del Amigo Fiel. -Erase una vez -comenzó a decir el Pinzón- un honrado muchacho, que se llamaba Hans. -¿Era muy distinguido? -preguntó la Rata de Agua. -No -contestó el Pinzón-. No creo

que lo fuera, excepto por su buen corazón y su carilla redonda y simpática. Vivía solo, en una casa pequeñita y todo el día lo pasaba cuidando del jardín. No había jardín más bonito que el suyo en los alrededores: en él crecían minutisas y alhelíes, y pan y quesillo y campanillas blancas. Había rosas de Damasco y rosas amarillas y azafranes de oro y azul, y violetas moradas y blancas. La aguileña y la cardamina, la mejorana y la albahaca silvestre, la primavera y la flor de lis, el narciso y la clavellina brotaban y florecían unas tras otras, según pasaban los meses, de tal modo que siempre había cosas hermosas para la vista y exquisitos perfumes para el olfato.

Molinero nunca diera al pequeño Hans nada a cambio, a pesar de que tenía cien sacos de harina almacenados en el molino y seis vacas lecheras y un gran rebaño de ovejas de lana. Pero a Hans nunca se le pasaban por la cabeza estos pensamientos y nada le daba tanta satisfacción como escuchar las maravillosas cosas que el Molinero solía decir sobre la falta de egoísmo y la verdadera amistad.

El pequeño Hans trabajaba en su jardín. Durante la primavera, el verano y el otoño era muy feliz; pero llegaba el invierno y se encontraba con que no tenía ni fruta, ni flores que llevar al mercado, y sufría mucho por el frío y por el hambre. En ocasiones tenía que irse a la cama sin más cena que El pequeño Hans tenía muchísimos unas cuantas peras secas o algunas amigos, pero el más fiel de todos era nueces duras. Y además, en invierno, el grandote Hugo el Molinero. Tan estaba muy solo, ya que el Molinero leal le era el ricachón Hugo al peque- nunca iba a visitarlo. ño Hans, que no pasaba nunca por su jardín sin inclinarse por encima de la -No es conveniente que vaya a ver al tapia para arrancar un ramillete de pequeño Hans mientras haya nieve flores, o un puñado de hierbas aro- -decía el Molinero a su mujer-. Pormáticas, o sin llenarse los bolsillos de que, cuando la gente tiene problemas, ciruelas y cerezas, si estaban madu- es preferible dejarla sola y no molesras. tarla con visitas. Por lo menos, ésta es la idea que yo tengo de la amistad, y -Los amigos verdaderos deberían estoy convencido de que es lo correccompartir todas las cosas -solía decir to. Por lo tanto esperaré a que llegue el Molinero. la primavera y después le haré una visita y podrá darme una cesta llena de Y pequeño Hans asentía y sonreía, prímulas, y con ello será feliz. muy orgulloso de tener un amigo con tan nobles ideas. -Eres muy considerado con todo el mundo -le decía su mujer, sentada Aunque la verdad es que, a veces, a en un cómodo sillón junto a un buen los vecinos les extrañaba que el rico fuego de leña-, muy considerado. Da Pag. 7


gusto oírte hablar de la amistad. Estoy segura de que ni un sacerdote diría las cosas tan bien como tú, y eso que vive en una casa de tres plantas y lleva un anillo de oro en el dedo meñique.

amigo y siempre velaré por él, y que no caiga en tentación. Además, si Hans viniera a casa, podría pedirme prestado un poco de harina, y eso sí que no lo puedo hacer. Una cosa es la harina y otra la amistad, y no hay que -¿Pero no podríamos invitar al pe- confundirlas. Está claro que son dos queño Hans a que suba a vernos? palabras diferentes y significan cosas -preguntó el hijo menor del Moline- distintas. Eso lo sabe cualquiera. ro? -Si el pobre está en apuros, le daré la mitad de mis gachas y le enseñaré -¡Pero qué bien hablas! -dijo la mumis conejitos blancos. jer del Molinero, sirviéndose un gran vaso de cerveza tibia-. Estoy medio -¡Pero qué tonto eres! -exclamó el amodorrada, como si estuviera en la Molinero- Realmente no sé para qué iglesia. te mando a la escuela, pues la verdad es que no aprendes nada. Mira, si el -Mucha gente obra bien -prosiguió el pequeño Hans viniera a casa y viera Molinero-, pero muy poca habla bien, el fuego tan hermoso que tenemos y lo que nos demuestra que es mucho nuestra buena cena y nuestro hermo- más difícil hablar que obrar; aunque so barril de vino tinto, le daría envidia. también es mucho más elegante. Y la envidia es una cosa tremenda, capaz de echar a perder a cualquiera. Y se quedó mirando con severidad, Y yo no permitiré que se eche a per- por encima de la mesa, a su hijo peder el carácter de Hans. Soy su mejor queño, que se sintió tan avergonzado

que bajó la cabeza, se puso muy colorado y se echó a llorar encima de la merienda. Pero era tan joven que hay que disculparlo. -¿Y así acaba el cuento? -preguntó la Rata de Agua. -Claro que no -contestó el PirizónAsí es como empieza. -Pues entonces no está usted al día -le dijo la Rata de Agua-. Hoy los buenos narradores empiezan por el final, siguen por el principio y terminan por el medio. Así es el nuevo método. Se lo oí decir el otro día a un crítico, que ia paseando alrededor del estanque con un joven. Hablaba del asunto con todo detalle y estoy segura de que estaba en lo cierto, porque llevaba gafas azules, y era calvo, y, a cada observación que hacía el joven, le respondía: «¡Psss!» Pero le ruego que continúe usted con el cuento. Me encanta el


Molinero. Yo también estoy lleno de -Buenos días -dijo Hans, apoyándose es lo más maravilloso de la amistad, hermosos sentimientos, de modo que en la pala con una sonrisa de oreja a pero me temo que no seas capaz de tenemos muchas cosas en común. oreja. entender la poesía de la vida. Y, a propósito, ¡qué bonitas están tus prímu-Pues bien -dijo el Pinzón, apoyándo- -¿Y qué tal has pasado el invierno? las! se ora en una patita ora en la otra-, tan -dijo el Molinero. pronto como acabó el invierno y las -Realmente están preciosas -dijo prímulas comenzaron a abrir sus pá- -Bueno, la verdad es que eres muy Hans-; y es una suerte para mí tener lidas estrellas amarillas, el Molinero le amable al preguntármelo, muy ama- tantas. Voy a llevarlas al mercado y se dijo a su mujer que iba a bajar a ver al ble, sí, señor -exclamó Hans. Te diré las venderé a la hija del alcalde, y con pequeño Hans. que lo he pasado bastante mal, pero el dinero que me dé compraré otra ya ha llegado la primavera y estoy vez mi carretilla. -¡Ay, qué buen corazón tienes! -le dijo muy contento, y todas mis flores están su mujer-. ¡Siempre estás pensando hechas una maravilla. -¿Que comprarás de nuevo tu carreen los demás! No te olvides de llevar tilla? ¡No mé irás a decir que la has la cesta grande para las flores. -Hemos hablado muchas veces de ti vendido! ¡Qué cosa más tonta! este invierno, Hans -dijo el Molinero-, Así que el Molinero sujetó las aspas y nos preguntábamos qué tal te iría. -La verdad es que no tuve más remedel molino de viento con una gruesa dio que hacerlo dijo Hans. Pasé un cadena de hierro y bajó por la colina -Qué amables sois -dijo Hans- Y yo invierno muy malo, y no tenía dinecon la cesta en su brazo. que me temía que me hubierais olvi- ro ni para comprar pan. Así que pridado. mero vendí la bolonadura de plata de -Buenos días, pequeño Hans -dijo el la chaqueta de los domingos, y luego Molinero. -Hans, me sorprendes -dijo el Moli- vendí la cadena de plata y después la nero- Los amigos nunca olvidan. Eso pipa grande, y por último la carretilla.


Pero ahora voy a comprarlo todo otra vez.

arreglar el tejado del granero, que tiene un agujero muy grande y, si no lo tapo, el grano se va a mojar. ¡Es una suerte que me lo hayas dicho! Es sorprendente ver cómo una buena acción siempre genera otra. Yo te he dado mi carretilla y ahora tú me vas a dar una tabla. Por supuesto que la carretilla vale muchísimo más que la tabla, pero la auténtica amistad nunca se fija en cosas como ésas. Anda, haz el favor de traerla enseguida, que quiero ponerme a arreglar el granero hoy mismo.

-Hans -le dijo el Molinero-, voy a darte mi carretilla. No está en muy buen estado, porque le falta un lado y tiene rotos algunos radios de la rueda. Pero, a pesar de ello, voy a dártela. Ya sé que es una muestra de generosidad por mi parte y que muchísima gente pensará que soy tonto de remate por desprenderme de ella, pero es que yo no soy como los demás. Creo que la generosidad es la esencia de la amistad y, además, tengo una carretilla nueva. De modo que puedes estar -Voy corriendo -exclamó el pequeño tranquilo; te daré mi carretilla. Hans.

es culpa mía. Bueno, y ahora que te he regalado la carretilla, estoy seguro de que te gustaría darme a cambio algunas flores. Aquí tienes la cesta, y procura llenarla hasta arriba. -¿Hasta arriba? -dijo el pobre Hans, muy afligido, porque era una cesta grandísima y sabía que, si la llenaba, no le quedarían flores para llevar al mercado; y estaba ansioso por recuperar su botonadura de plata.

-Bueno, en realidad –dijo el Molinero-, como te he dado la carretilla, no creo que sea mucho pedirte un puñado de flores. Puede que esté equivocado, pero, para mí, la amistad, la -Es muy generoso por tu parte -dijo Y salió disparado hacia el cobertizo y verdadera amistad, ha de estar libre el pequeño Hans, y su graciosa carita sacó el tablón a rastras. de cualquier tipo de egoísmo. redonda resplandecía de alegría-. La puedo arreglar fáciImente, pues ten- -No es una tabla muy grande -dijo -Ay, mi querido amigo, mi mejor go un tablón en casa: el Molinero mirándola-. Y me temo amigo -exclamó el pequeño Hans , que, después de que haya arreglado todas las flores de mi jardín están a tu -¡Un tablón! -exclamó el Moline- el granero, no sobrará nada para que disposición. Prefiero mucho más ser ro- Pues eso es lo que necesito para arregles la carretilla. Claro que eso no digno de tu estima que recuperar la


botonadura de plata.

-Querido Hans -le dijo el Molinero-, Y salió disparado a coger todas sus ¿te importaría llevarme este saco de lindas prímulas y llenó la cesta del harina al mercado? Molinero. -Lo siento mucho -comentó Hans-, -Adiós, pequeño Hans -le dijo el Mo- pero es que hoy estoy muy ocupado. linero, mientras subía por la colina, Tengo que levantar todas las enredacon el tablón al hombro y la gran deras, y regar las flores y atar la hiercesta en la mano. ba. -Adiós -respondió el pequeño Hans.

-Bueno, pues, teniendo en cuenta que voy a regalarte mi carretilla, es Y se puso a cavar tan contento, pues bastante egoísta por tu parte negarte estaba encantado con la carretilla. a hacerme este favor. Al día siguiente estaba sujetando unas ramas de madreselva en el porche cuando oyó la voz del Molinero, que le llamaba desde el camino. Así que saltó de la escalera, cruzó corriendo el jardín y miró por encima de la tapia. Allí estaba el Molinero con un gran saco de harina al hombro.

-Oh, no digas eso -exclamó el pequeño Hans-. No querría ser egoísta por nada del mundo.

llegar al sexto mojón, Hans tuvo que sentarse a descansar. Sin embargo prosiguió muy animoso su camino, y llegó al mercado. Después de un rato, vendió el saco de harina a muy buen precio y regresó a casa inmediatamente, temeroso de que, si se le hacía tarde, pudiera encontrar a algún ladrón en el camino. -Ha sido un día muy duro -se dijo Hans mientras se metía en la camaPero me alegro de no haber dicho que no al Molinero, porque es mi mejor amigo y, además, me va a dar su carretilla, A la mañana siguiente, muy temprano, el Molinero bajó a recoger el dinero del saco de harina, pero el pobre Hans estaba tan cansado, que todavía seguía en la cama.

Y entró corriendo en casa a buscar su gorra y se fue caminando al pue- -Válgame, Dios -dijo el Molinero-, Edgar Allan Poe. blo con el gran saco a sus espaldas. qué perezoso eres. La verdad es que, teniendo en cuenta que voy a darHacía mucho calor, y la carretera te mi carretilla, podías trabajar con estaba cubierta de polvo y, antes de más ganas. La pereza es un pecado


muy grave, y no me gusta que ninguno de mis amigos sea vago ni perezoso. No te parezca mal que te hable tan claro. Por supuesto que no se me ocurriría hacerlo si no fuera tu amigo. Pero eso es lo bueno de la amistad, que uno puede decir siempre lo que piensa. Cualquiera puede decir cosas amables e intentar alabar a los demás; pero un amigo verdadero siempre dice las cosas desagradables, y no le importa causar dolor. Es más, si es un verdadero amigo lo prefiere, porque sabe que está obrando bien.

jado, Hans? -le preguntó el Molinero se ponía muy triste, pues temía que con voz alegre. sus flores creyeran que se había olvidado de ellas; pero le consolaba el -Está completamente arreglado -con- pensamiento de que el Molinero era testó el pequeño Hans, mientras se su mejor amigo. bajaba de la escalera. -Además -solía decir- va a darme su -¡Ay! No hay trabajo más agradable carretilla y eso es un acto de verdadeque el que se hace por los demás -dijo ra generosidad. el Molinero. Así que el pequeño Hans seguía traba-Realmente es un privilegio oírte ha- jando para el Molinero, y el Molinero blar -respondió el pequeño Hans, sen- seguía diciendo cosas hermosas sobre tándose y enjugándose e! sudor de la la amistad, que Hans anotaba en un frente- Es un gran privilegio. Lo malo cuadernito para poderlas leer por la -Lo siento mucho -dijo el pobre Hans es que yo nunca tendré unas ideas tan noche, pues era un alumno muy aplifrotándose los ojos, y quitándose el bonitas como las tuyas. cado. gorro de dormir-. Pero estaba tan cansado que quise quedarme un rato -Ya verás cómo se te ocurren, si te Y sucedió que una noche estaba Hans en la cama, escuchando el canto de empeñas -dijo el Molinero- De mo- sentado junto al hogar, cuando oyó los pájaros. ¿Sabes que trabajo mejor mento, tienes sólo la práctica de la un golpe seco en la puerta. Era una cuando he oído cantar a los pájaros? amistad; algún día tendrás también la noche muy mala, y el viento soplaba teoría. y rugía alrededor de la casa con tan-Bien, me alegro -dijo el Molinero, ta fuerza, que al principio pensó que dándole una palmadita en la espal- -¿De verdad crees que la tendré? -pre- era sencillamente la tormenta. Pero da-, porque, tan pronto estés vestido, guntó el pequeño Hans. enseguida se oyó un segundo golpe, y quiero que subas conmigo al molino y luego un tercero, más fuerte que los me arregles el tejado del. granero. -No tengo la menor duda -contestó otros. el Molinero-. Pero ahora que ya has El pobrecito Hans estaba deseando arreglado el tejado, deberías ir a casa «Será algún pobre viajero», pensó ponerse a trabajar en el jardín, por- a descansar, quiero que mañana me Hans; y corrió a abrir la puerta. que hacía dos días que no regaba las lleves las ovejas al monte. flores, pero no quería decir que no al Allí estaba el Molinero con un farol Molinero, que era tan amigo suyo. El pobre Hans no se atrevió a replicar, en una mano y un gran bastón en la y a la mañana siguiente, muy tempra- otra. -¿Crees que no sería muy buen ami- no, el Molinero le llevó sus ovejas cergo tuyo si te dijera que tengo mucho ca de la casa, y Hans se fue al monte -¡Querido Hans! -dijo el Molinero-. que hacer? preguntó con voz tímida y con ellas. Le llevó todo el día subir y Tengo un grave problema. Mi hijo vergonzosa. bajar del monte y, cuando regresó a pequeño se ha caído de la escalera y casa, estaba tan cansado, que se quedó está herido y voy en busca del médi-Bueno, en realidad no creo que sea dormido en una silla y no se despertó co. Pero vive tan lejos y está la noche mucho pedirte, teniendo en cuenta hasta bien entrado el día. tan mala, que se me acaba de ocurrir que te voy a dar mi carretilla -le conque sería mucho mejor que fueras tú testó el Molinero-. Pero, si no quieres, -¡Qué bien lo voy a pasar trabajando en mi lugar. Ya sabes que voy a darte lo haré yo mismo. el jardín!», se dijo Hans; e inmediata- la carretilla, así que sería justo que a mente se puso a trabajar. cambio hicieras algo por mí. -¡De ninguna manera! -exclamó Hans y, saltando de la cama, se vistió y su- Pero cuándo por una cosa, cuándo -Faltaría más -exclamó el pequeño bió al granero. Allí trabajó todo el día, por otra no había manera de dedicar- Hans-. Considero un honor que acuy al anochecer fue el Molinero a ver se a las flores, pues siempre aparecía das a mí. Ahora mismo me pongo en cómo iba la obra. el Molinero a pedirle que fuera a ha- camino; pero préstame el farol, pues cerle algún recado, o que le ayudara la noche está tan oscura que tengo -¿Has arreglado ya el agujero del te- en el molino. A veces el pobre Hans miedo de que pueda caerme al canal.


y se ahogó. Unos cabreros encontra-Lo siento mucho -le contestó el Mo- ron su cuerpo flotando en una charlinero-, pero el farol es nuevo. Sería ca y se lo llevaron a casa. una gran pérdida, si le pasara algo. Todo el mundo fue al funeral del -Bueno, no importa, ya me las arre- pequeño Hans, porque era una perglaré sin él -exclamó el pequeño sona muy conocida; y allí estaba el Hans. Molinero, presidiendo el duelo.

usted sentimientos -dijo la Rata de Agua.

Descolgó su abrigo de piel, se puso -Como yo era su mejor amigo, es su gorro de lana bien calentito, se justo que ocupe el sitio de honor enrolló una bufanda al cuello y salió -dijo el Molinero. en busca del médico. Y se puso a la cabeza del cortejo fú¡Qué tormenta más espantosa! La nebre envuelto en una capa negra noche era tan negra, que el pobre muy larga y, de vez en cuando, se Hans casi no podía ver; y el viento limpiaba los ojos con un gran paera tan fuerte, que le costaba trabajo ñuelo. mantenerse en pie. Sin embargo era muy valiente, y después de haber ca- -Ha sido una gran pérdida para tominado alrededor de tres horas llegó dos nosotros -dijo el herrero, cuana casa del médico y llamó a la puerta. do hubo terminado el entierro y todos estaban cómodamente sentados -¿Quién es? -gritó el médico, aso- en la taberna, bebiendo ponche y mando la cabeza por la ventana del comiendo pasteles. dormitorio. -Una gran pérdida, al menos para -Soy yo, el pequeño Hans. mí -dijo el Molinero-, porque resulta que le había hecho el favor de rega-¿Y qué quieres, pequeño Hans? larle mi carretilla, y ahora no sé qué hacer con ella. En casa me estorba y -El hijo del Molinero se ha caído de está en tal mal estado, que no creo una escalera, y está herido, y el Moli- que me den nada por ella, si quiero nero dice que vaya usted enseguida. venderla. Pero, de ahora en adelante, tendré mucho cuidado en no volver -¡Está bien! -dijo el médico. a regalar nada. Hace uno un favor y mira cómo te lo pagan. Pidió que le llevaran el caballo, las botas y el farol, bajó las escaleras y -¿Y luego qué? -dijo la Rata de agua, salió al trote hacia la casa del Mo- después de una larga pausa. linero. Y el pequeño Hans le siguió con dificultad. -Luego, nada. Éste es el final -dijo el Pinzón. Pero la tormenta arreciaba cada vez más y la lluvia caía a torrentes y el -Pero, ¿qué fue del Molinero? -prepobre Hans no veía por dónde iba, guntó la Rata de Agua. ni era capaz de seguir la marcha del caballo. Al cabo de un rato se perdió -Realmente no lo sé, ni me impory estuvo dando vueltas por el pára- ta, de eso estoy seguro -contestó el mo, que era un lugar muy peligroso, Pinzón. lleno de hoyos muy profundos; y el pobrecito Hans cayó en uno de ellos -Entonces, es evidente que no tiene

-La moraleja.

-Me temo que no ha comprendido usted la moraleja del cuento -observó el Pinzón. -¿La qué? -gritó la Rata de Agua.

-¡Quiere decir que ese cuento tenía moraleja! -Pues sí -dijo el Pinzón. -¡Bueno! -dijo la Rata de Agua muy enfadada-Pues debería habérmelo dicho antes de empezar. Y así me habría ahorrado escucharle. Y hasta le hubiera dicho igual que el crítico: «¡Psss!» Aunque aún estoy a tiempo de decírselo. Y entonces le gritó muy fuerte: -«¡Psss!», hizo un movimiento brusco con la cola y se metió en su agujero. -¿Qué le parece a usted la Rata de Agua? -preguntó la Pata, que llegó chapoteando unos minutos después-. Tiene muy buenas cualidades, pero yo, la verdad, es que tengo sentimientos maternales y no puedo ver a un solterón sin que se me salten las lágrimas. -Siiento mucho haberle molestado -contestó el Pinzón- El hecho es que le conté un cuento con moraleja. -Ah, pues eso es siempre muy peligroso-dijo la Pata. Y yo estoy de acuerdo con ella.

FIN.


Sección - Autores celebres!!

Mark Twain.

Una historia de fantasmas

Alquilé una gran habitación lejos de Broadway, en un edificio grande y viejo cuyos pisos superiores habían estado vacíos por años... hasta que yo llegué. El lugar había sido ganado hacía tiempo por el polvo y las telarañas, por la soledad y el silencio. La primera noche que subí a mis aposentos me pareció estar a tientas entre tumbas e invadiendo la privacidad de los muertos. Por primera vez en mi vida me dio un pavor supersticioso; y como si una invisible tela de araña hubiera rozado mi rostro con su textura, me estremecí como alguien que se encuentra con un fantasma. Una vez que llegué a mi cuarto me

sentí feliz, y expulsé la oscuridad. Un alegre fuego ardía en la chimenea, y me senté frente al mismo con reconfortante sensación de alivio. Estuve así durante dos horas, pensando en los buenos viejos tiempos; recordando escenas e invocando rostros medio olvidados a través de las nieblas del pasado; escuchando, en mi fantasía, voces que tiempo ha fueron silenciadas para siempre, y canciones una vez familiares que hoy en día ya nadie canta. Y cuando mi ensueño se atenuó hasta un mustio patetismo, el alarido del viento fuera se convirtió en un gemido, el furioso latido de la lluvia contra las ventanas se acalló y uno a uno los

ruidos en la calle se comenzaron a silenciar, hasta que los apresurados pasos del último paseante rezagado murieron en la distancia y ya ningún sonido se hizo audible. El fuego se estaba extinguiendo. Una sensación de soledad se cebó en mí. Me levanté y me desvestí moviéndome en puntillas por la habitación, haciendo todo a hurtadillas, como si estuviera rodeado por enemigos dormidos cuyos descansos fuera fatal suspender. Me acosté y me tendí a escuchar la lluvia y el viento y los distantes sonidos de las persianas, hasta que me adormecí. Me dormí profundamente, pero no


sé por cuánto tiempo. De repente, me desperté, estremecido. Todo estaba en calma. Todo, a excepción de mi corazón: podía escuchar mi propio latido. En ese momento las frazadas y colchas comenzaron a deslizarse lentamente hacia los pies de la cama, ¡cómo si alguien estuviera halándolas! No podía moverme, no podía hablar. Los cobertores se habían deslizado hasta que mi pecho quedó al descubierto. Entonces, con un gran esfuerzo, los aferré y los subí nuevamente hasta mi cabeza. Esperé, escuché, esperé. Una vez más comenzó el firme halón. Al final arrebaté los cobertores nuevamente a su lugar, y los así con fuerza. Esperé. Luego sentí nuevos tirones, y la cosa renovó sus fuerzas. El tirón se afianzó con firme tensión; a cada momento se hacía más fuerte. Mi fuerza cesó, y por tercera vez las frazadas se alejaron. Gemí. ¡Y un gemido de respuesta vino desde los pies de la cama! Gruesas gotas de sudor comenzaron a poblar mis sienes. Estaba más muerto que vivo. Escuché unos fuertes pasos en el cuarto -como si fuera el paso de un elefante, eso me pareció- y no era nada humano. Pero era como si se alejara de mí. Lo escuché aproximándose a la puerta, traspasándola sin mover cerrojo o cerradura, y deambular por los tétricos pasillos, tensando el piso de madera y haciendo crujir las vigas a su paso. Luego de eso, el silencio reinó una vez más. Cuando mi excitación se calmó, me dije a mí mismo: “Esto ha sido un

sueño, simplemente un horrendo sueño.” Y me quedé pensando eso hasta que me convencí que había sido solo una pesadilla, y entonces me relajé lo suficiente como para reír un poco y estuve feliz de nuevo. Me levanté y encendí una luz; y cuando revisé la puerta, vi que la cerradura y el cerrojo estaban como los había dejado. Otra serena sonrisa fluyó desde mi corazón y se ondeó en mis labios. Tomé mi pipa y la encendí, y cuando estaba ya sentado frente al fuego, ¡la pipa se me cayó de entre los dedos, la sangre se fue de mis mejillas, y mi plácida respiración se detuvo y quedé sin aliento! Entre las cenizas del fuego, a un costado de mi propias huellas, había otra, tan vasta en comparación que las mías parecían las de un infante. Entonces, había habido un visitante, y las pisadas del elefante quedaban demostradas. Apagué la luz y regresé a la cama, paralítico de miedo. Me recosté un largo rato, mirando fijamente en la oscuridad, y escuchando. Percibí un rechinido más arriba, como si alguien estuviera arrastrando un cuerpo pesado por el piso; entonces escuché que lanzaban el cuerpo, y el chasquido de mis ventanas fue la respuesta del golpe. En otras partes del edificio escuché portazos. A intervalos, también oí sigilosos pasos, por aquí y por allá, a través de los corredores, y subiendo y bajando las escaleras. Algunas veces esos ruidos se acercaban a mi puerta, dubitaban y luego retrocedían. Escuché, desde

pasillos lejanos, el débil sonido de cadenas, los que se iban acercando paulatinamente a la par que ascendían las escaleras, marcando cada movimiento con un matraqueo metálico. Escuché palabras murmurantes; gritos a medias que parecían ser violentamente sofocados; y el crujido de prendas invisibles. En ese momento fui conciente de que mi habitación estaba siendo invadida, y de que no estaba solo. Escuché suspiros y alientos alrededor de mi cama, y misteriosos murmullos. Tres pequeñas esferas de suave fosforescencia aparecieron en el techo, directamente sobre mi cabeza, brillando durante un instante, para luego dejarse caer... dos de ellas sobre mi cara, y una sobre la almohada. Me salpicaron con algo líquido y cálido. La intuición me dijo que podría ser sangre; no necesitaba luz para darme cuenta de ello. Entonces vi rostros pálidos, levemente luminosos, y manos blancas, flotando en el aire, como sin cuerpos; flotando en un momento, para luego desaparecer. El murmullo cesó, lo mismo que las voces y los sonidos, y una solemne calma siguió. Esperé y escuché. Sentí que tenía que encender una luz o moriría. Estaba debilitado por el temor. Lentamente me alcé hasta sentarme, ¡y mi rostro entró en contacto con una mano viscosa! Todas mis fuerzas me abandonaron de repente, y me caí como si fuera un inválido. Entonces escuché el susurro de una tela; pareció como si hubiera pasado la puerta y salido.


Cuando todo se calmó una vez más, salí de la cama, enfermo y enclenque, y encendí la luz de gas con una mano tan trémula como si fuera de una persona de cien años. La luz le dio algo de alegría a mi espíritu. Me senté y quedé contemplando las grandes huellas en las cenizas. Las miré mientras la llama del gas se ponía mustia. En ese mismo momento volví a escuchar el paso elefantino. Noté su aproximación, cada vez más cerca, por el vestíbulo, mientras la luz se iba extinguiendo poco a poco. Los ruidos llegaron hasta mi puerta e hicieron una pausa; la luz ya había menguado hasta convertirse en una mórbida llama azul, y todas las cosas a mi alrededor tenían un aspecto espectral. La puerta no se abrió; sin embargo, sentí en el rostro una leve bocanada de aire. En ese momento fui conciente que una presencia enorme y gris estaba frente a mí. Miré con ojos fascinados. Había una luminosidad pálida sobre la Cosa; gradualmente sus pliegues oscuros comenzaron a tomar forma; apareció una mano, luego unas piernas, un cuerpo, y al final una gran cara de tristeza surgió del vapor. ¡Limpio de su cobertura, desnudo, muscular y bello, el majestuoso Gigante de Cardiff apareció ante mí!

Pero ya era tarde. Se había sentado antes que pudiera detenerlo; nunca Así que se sentó en el piso y encendí vi una silla estremecerse así en toda una pipa que me dio, le di una de mis mi vida. mantas y se la puso sobre los hombros, le puse mi bañera invertida en -Detente, detente o arruinarás todo. la cabeza, a modo de casco, y lo puse a sentir confortable. Entonces él cruDe nuevo muy tarde. Hubo otro des- zó las piernas mientras yo avivé el trozo, y otra silla fue reducida a sus fuego y acerqué las prodigiosas forelementos originales. mas de sus pies al calor. -¡Al infierno! ¿Es que no tienes jui- -¿Qué pasa con las plantas de tus pies cio? ¿Deseas arruinar todo el mobi- y la parte anterior de tus piernas, que liario de este lugar? Aquí, aquí, tonto parecen cinceladas? petrificado. -¡Sabañones infernales! Los agarré Pero fue inútil, antes que pudiera estando en la granja Newell. Amo ese detenerlo, ya se había sentado en la lugar como si fuera mi viejo hogar. cama, y esta era ya una melancólica No hay para mí nada como la tranruina. quilidad que siento cuando estoy ahí.

-¿Qué clase de conducta es esta? Primero vienes pesadamente aquí trayendo una legión de fantasmas vagabundos para intranquilizarme, y luego tengo que pasar por alto tal falta de delicadeza que no sería tolerada por ninguna persona de cultura elevada excepto en un teatro respetable, y no contento con la desnudez de tu sexo, me compensas destrozando todo el mobiliario mientras buscas lugar dónde sentarte. Tú te dañas a ti mismo tanto como a mí. Te has lastimado el final de tu columna verteTodo mi miseria desapareció, ya bral, y has dejado el piso sembrado que de niño sabía que ningún daño de astillas de tus destrozos. Deberías podría esperar de tan benigno sem- estar avergonzado, ya eres bastante blante. Mi alegría regresó una vez grande como para saber las cosas. más a mi espíritu, y en simpatía con esta, la llama de gas resplandeció -Está bien, no romperé más muebles. nuevamente. Nunca un solitario exi- Pero ¿qué puedo hacer? No he teniliado fue tan feliz en recibir compa- do la oportunidad de sentarme desñía como yo al saludar al amigable de hace cien años. gigante. Dije: Y las lágrimas comenzaron a brotar -¿Nada más que tú? ¿Sabes que me de sus ojos. he pegado un susto de muerte durante las últimas dos o tres horas? -Pobre diablo -dije- no debería haber Estoy más que feliz de verte. Desea- sido tan rudo contigo. Eres un huérría tener una silla, aquí, aquí. ¡No fano, sin duda. Pero siéntate en el trates de sentarte en esa cosa! piso, aquí, ninguna otra cosa aguantará tu peso.

Hablamos durante media hora, y luego noté que se veía cansado, y se lo dije. -¿Cansado? -dijo-. Bueno, debería estarlo. Y ahora te diré todo, ya que me has tratado tan bien. Soy el espíritu del Hombre Petrificado que yace sobre la calle que va al museo. Soy el fantasma del Gigante de Cardiff. No puedo tener descanso, no puedo tener paz, hasta que alguien dé a mi pobre cuerpo una sepultura. ¿Qué es lo más natural que puedo hacer para que los hombres satisfagan ese deseo? ¡Aterrorizarlos, encantar el lugar donde descansan! Así que embrujé el museo noche tras noche. Hasta tuve la ayuda de otros espectros. Pero no hice bien, porque nadie se atrevía luego a ir al museo a medianoche. Entonces se me ocurrió acechar un poco este lugar. Sentí que si escuchaba gritos, tendría éxito, así que recluté a las más eficientes almas que la perdición pudiera proveer. Noche tras noche estuvimos estremeciendo estas enmohecidas recámaras, arrastrando cadenas, gruñendo, murmurando, deambulando, subiendo y bajando escaleras, hasta que, para decir la verdad, me


cansé de hacerlo. Pero cuando vi una luz en tu cuarto esta noche, recuperé mis energías nuevamente y salí con la frescura original. Pero estoy cansado, enteramente agotado. ¡Dame, te imploro, dame alguna esperanza! Encendido por un estallido de excitación, exclamé:

tamente y dijo: -Honestamente, ¿es eso cierto?

pobre fantasma sin amigos como yo, por favor no dejes que esto se sepa. Piensa cómo te sentirías si te hubieras puesto tú mismo en ridículo también.

-Tan cierto como que estoy aquí sentado. Escuché esto, y el bribón se fue retirando lentamente, paso a paso bajó Sacó la pipa de su boca y la dejó en las escaleras y salió a la calle desierta; el mantel, luego se irguió dubitativa- me sentí triste de que se hubiera ido, mente (de manera inconsciente, por pobre tipo, y también porque se llevó algún viejo hábito, llevó sus manos mi manta y mi bañera. hasta donde los bolsillos de sus pantalones deberían haber estado, y de forma meditativa dejó caer su barbilla en su pecho) y finalmente dijo:

-¡Esto sobrepasa todo, todo lo ocurrido! ¿Por qué tú, pobre fósil antiguo, te tomas tantas preocupaciones por nada? ¡Has estado acechando una efigie de yeso de ti mismo, ya que el verdadero Gigante de Cardiff está en Albany! ¡Demonios! ¿No sabes en -Bien, nunca antes me sentí tan abdónde están tus propios restos? surdo. ¡El Hombre Petrificado ha sido vendido a alguien más, y ahora el peor Nunca vi tan elocuente mirada de fraude ha terminado vendiendo su vergüenza, de lastimera humillación. propio fantasma! Hijo mío, si alguna El Hombre Petrificado se levantó len- caridad queda en tu corazón por un

FIN.


Unos cuentos del libro “El ángel del olvido”

Aroma del último café…

Muchos años después y durante algún momento de ol-vido sucedió que aquel caminante de aroma frío cru-zó su última calle. Aquella que siempre está llena de nieve y neblina que fue olvidada en Stanley para elegir otras nuevas, con luminarias renovadas. Sin embargo aquel caminan-te deseaba la soledad de aquella calle. El bullicio presente en el sendero concurrido no deja soñar despierto una última fantasía. Escapándose de la oportunista razón, con intachable prestigio, él lograba vender lógica por ilusiones, saturado de recuerdos inconscientes y evitando así la prudencia. En la esquina del juzgado, en el pequeño bar Sweetness preparaba siempre su café de día y de noche,

la señorita de ojos marrón claro, que hacían recordar al ocaso bajo la sombra de las alas de un olvido. Recuerdos con aroma a café que se pre-sentaban con tal fuerza, eran la razón de una sutil humedad en sus ojos acompañada de aquel acostumbrado temblor de sus manos. Un lugar repleto de impresiones equivocadas donde aquel aroma podía trasformar una simple infusión en el café del más exquisito sabor y una mirada pícara de la joven moza se trans-formaba sin excepción en la sonrisa de quien la recibiera...Un lugar donde la cafeína propiciaba algunas verdades reales co-mo los vivaces recuerdos... ése fue el lugar alejado del mundo donde un juez perdió su juicio en presencia de una

moza con ojos de extraño matiz, que le recordaban un amor antiguo uni-do por siempre a aquel aroma de café que aún le producía melancolía. Al observar esto el olvido recordó otros ojos con el mismo extraño matiz. Aquel recuerdo hizo temblar sus manos y en-friar sus alas, por develar un oscuro patrón que el humano nunca entendería. No faltó más que aquel instante para recordar eternida-des en infinitos eones y ver los ojos de Esperanza entre las mu-chas tristezas olvidadas. El olvido acompañó al juez hasta su oficina en donde al ritmo de los pequeños sorbos del más exquisito café, borraba recuerdos de la aba-


rrotada mente del letrado destinado a morir esa misma noche... después del último sorbo. Una pequeña pe-ro considerada espera del Hades que le concedió ese último regalo antes del ataque cardíaco que lo fulminaría silenciosamen-te. Por fin la pesada carga fue quitada, para caer en las ma-nos del olvido que la guardó en su bolso, seguido por la mira-da atenta del destino que selló la última hoja y un Hades que firmó al final. Un instante tan valioso que fue digno de las remembranzas del olvido. Saliendo de allí volvió a sacar el recuerdo de aquellos ojos para observar sus matices innumerables y el brillo perfecto, se-ría la más fina y única obra de arte, Pero encontró tantas como ilusiones mismas, el misterio de aquellos repetidos ojos que al verlos se convierten en inolvidables. Ser visto por ellos enalte-ce por tener la falsa certeza de creerse ser dignos de tal mirada. En proporción a los días que se sucedían, aquel recuerdo se hacía cada vez más pesado y producía el olvido de los mie-dos, para sentirse contenida hasta su curiosidad. Pero bajo la mirada de Esperanza

se tornaba tan pesado que apenas lo po-día soportar. Su peso lo obliga a caminar tan despacio... tan len-tamente dentro de un infinito sin espacio y un tiempo sin espera logrando la evasión de lo que los humanos llamarían angus-tia. Al tercer día, primero entre muchos y siguiente entre tan-tos un olvido no recordaba sus trabajos por llevar tan pesada carga que no deja lugar a razonamientos ni abandonos. Lleva una bolsa cuya única carga la hace demasiado pesada como pa-ra moverla. Pero es tan importante que no se la puede destruir y una vez más el majestuoso olvido se siente pequeño, pero a la vez consciente de que es solamente porque se siente a la som-bra de algo superior. Por primera vez siente angustia en el momento mismo que reconoce que tal peso ya no lo puede se-guir llevando. ¡Hasta para el olvido, el recuerdo de esperanza es demasiado grande! Distante deambulaba con sus pensamientos, asumía poco a poco la idea de que debía olvidar la pesada mirada de espe-ranza para progresar entre los olvidos eternamente diarios.

En breves e imperceptibles instantes todos esos pensares cruzaron por olvido para matar su incertidumbre, marcando las angustias. Vió que debía afrontar la única solución que no le era grata y así sin más arrodillándose por vez primera, sintió el suelo con sus rodillas. En ese momento, con las alas extendidas y el corazón palpitante entregó el insoportable peso al destino que ya lo esperaba, para convertir aquel recuerdo en simples letras de infinitas páginas. Allí se pactó en silencio, sin que las palabras mediaran so-lamente por el comportamiento y acentuado por la mirada. Fue el pacto más grande del poder más noble. El olvido comprome-tido a olvidar de inmediato y el destino a dar a esas nuevas páginas otro sentido. Ambos censurándose, logrando que el ol-vido de un ángel tuviera al destino como garante. Así fue que el olvido olvidó todo lo hecho, visto, sentido y escuchado desde la muerte de aquel juez, comenzando así un nuevo segundo posterior…


La frase del mes

La vida no es la que uno v cuerda y c贸mo la recuerda


vivió sino la que uno rea para contarla Gabriel García Márquez


Reseña de “Proyecto Reizend”: ¿Hasta dónde llegarías para salvar al mundo? por Miriam Lake Gracias a la gentileza de la web “El Universo la Maga” le traemos este análisis…. Hoy nuestra compañera Miriam Lake nos trae la reseña de “Proyecto Reizend“, la nueva novela de Paul G. Fern, y una interesante entrevista que ella misma ha hecho al autor de este original libro.

Hace unos años, cuando empecé mi caminata por los mundos de la escritura, conocí como compañero de editorial a Paul G. Fern. Un chico ilusionado, un seguidor de la

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ciencia ficción y aficionado a los cómics que presentaba un libro que se me antojó pionero. He de confesar que, desde que escuché su primera entrevista de radio, sentí una necesidad imperiosa de comprar su libro e introducirme en sus páginas. “Proyecto Reinzend” nos plantea una mezcla de realidad y ficción, un paralelismo misterioso que transcurre durante el asesinato del Presidente Kennedy y que nos invita a recordar JFK de Oliver Stone con cierta nostalgia.

’60, con un toque de actualidad a la hora de expresar los diálogos. Dichos personajes, nos muestran las dos caras de una misma moneda en una historia que habla, por sí sola, de la labor de documentación que ha hecho Paul G. para esta novela de ficción.

Destaco la manera de contar y desarrollar la historia, a través de personajes malhumorados, mal hablados y barriobajeros que ambientan la novela en los suburbios más misteriosos, corruptos y oscuros de los años

Muy buenas Paul G. Fern. Según va desarrollándose la historia, el lector ve cómo, a través de fotografías y hechos históricos, existen muchos cabos sueltos e incoherencias sobre las investigaciones de aquel asesinato ¿Podrías hablarnos de cómo fue el período de documentación?

Escrita con soltura y personalidad, la satisfacción del lector por haber descubierto algo realmente original, abastecerá ese vacío que tantos hemos intentado llenar sin éxito, en muchas ocasiones. Tras haberlo terminado, me puse en contacto con el escritor para que me contase un poco cómo había desarrollado esta misteriosa trama:

Hola, es un placer realizar esta entrevista contigo Miriam. La docu-


mentación me llevó gran parte del tiempo, quería que todo cuadrase al lector. Que si alguna vez ha estudiado el suceso o a raíz de leer la obra se interesara, todo le fuera muy familiar. Del mismo modo, como siempre he dicho, esta obra no es más que el relato de una película que creé en mi cabeza, la vena guionista no descansa (risas). De ahí la ardua tarea de documentación/localización para crear escenarios verosímiles y acordes con la realidad. Si tuviera que destacar el punto que más trabajo me dio, este fue sin duda, hacer cuadrar el tempo de la historia real (la que conocemos) con la historia de ficción que se desarrolla paralela y se intercala en varios momentos. De ahí que para que resultase posible, todos los movimientos debían estar muy sincronizados. Como muchos otros que nos interesamos por este misterio ¿Te sorprendió descubrir detalles del asesinato de Kennedy que no encajaban, que resultaban de lo más lúgubres?

que quiero”. Varias teorías, con sus pruebas verídicas que dan credibilidad a cada una de ellas. Ver el video de Zapruder, los informes oficiales contradictorios, la “retransmitida” muerte de Oswald etc… A mi parecer es todo tan cinematográfico que resulta imposible no pensar que hay gato encerrado tras este crimen.

sas) ya que al tratarse de una historia que claramente debe concluir, en este primer volumen solo se percibe de manera sutil el mensaje que intento transmitir. Como verás, estoy toreando la pregunta como puedo… (risas) ya que la respuesta a esta, es el gran final de Proyecto Reizend. Como primicia adelantaré que es más filosófico de lo que se podría Personalmente, esta mezcla de he- esperar de una historia de acción/ chos reales y ciencia ficción me pa- ciencia ficción y que desde ya, dejo rece de lo más interesante ¿Cómo claro… no va a gustar a todos. sugió la idea de “fusionarlos” en el transcurso de la historia? Muchas gracias por la atención Paul G. Fern, esperamos tener noticias de El proyecto Reizend se encarga de nuevas obras tuyas muy pronto. arreglar ciertas desviaciones temporales. Por ello, no es que decidiera intercalar la ciencia ficción en la hisFuente original toria real, esta era la única opción. De esta manera aunque la obra es ciencia ficción pura y dura, dejo entrever que sería muy posible que los acontecimientos pudieran haberse desarrollado de esta manera, en el caso que los viajes en el tiempo fueran posibles.

¿Cual es el mensaje que quieres Por supuesto, cuando comencé con transmitir con esta obra? la fase de documentación y fui descubriendo todo lo que rodeó a este Si te digo la verdad, nunca he sabido crimen, me dije “es perfecto para lo como afrontar esta pregunta… (ri-

http://universolamaga.com/

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Unos cuentos del libro “El ángel del olvido”

Un comienzo olvidado…

En aquel lejano suburbio de Stanley sobre claros días carecía de existencia y en noches de nostalgia se presentaba tangible en-tre arrabales y residencias, entre lujo y humildad por igual con simple caminar sin divinidad alguna como si de mortal se tratara pero poco notable. Solo, firme con pasos constantes y atuendo gris con finas casi imperceptibles líneas negras de or-namento, mirando siempre seguro, sin dudas, sin problemas. Así deambulaba aquel ángel del olvido eligiendo qué debemos olvidar. Aquella noche se dirigió a una de las más grandes casas de esa zona cuyas puertas desplegaban marcos grabados en antiguos tiempos. Un pasillo lleno de flores daba a la puerta principal de roble a color natural. Detrás de tan cuidada en-trada un sinfín

de esculturas y costosos cuadros antiguos, es-pectáculo de arte que no observó siquiera por segundo alguno como si de la más banales y simples cosas se tratara, dirigién-dose en forma directa al cuarto donde encontró a una mujer que desprendía lágrimas en constante sin emitir sonido al-guno, a la vista estaba su trabajo, allí estaba ella. Sin perder demasiado se acercó y como era habitual la observó hasta el momento en que extendió su mano, no transparente, sino más bien imperceptible, rara cual trabajo de un ángel que en majestuoso no se nota y tomó un recuerdo, el de las rosas ensobradas, resaltando el epistolario que guardó en el bolsillo interno del pulcro saco gris y al son de gotas cayendo se fue como ingresó, en silencio, en invisible presen-

cia. Trabajo largo, eterno, como tal la astucia se fue pero la práctica magna desde inmemorables tiempos lo hizo perfecto, instintivo, para ello fue hecho, para olvido su especialidad. Solo tomaba fragmentos de la memoria solo fragmentos que poco a poco caían en su poder o los tiraba para su des-trucción. Tras salir se dirigió a una casa vecina donde un anciano de sombrero marrón oscuro que cubría su corto cabello cano-so reposaba casi dormido en el sofá después de tomar el pe-queño té que representaba el fin del mísero trabajo, aquel que tanto lo cansaba y el comienzo de un breve descanso allí en el sofá de la cálida casa con aroma canela. Tal cual lo hizo con la mujer se


acercó esta vez sin to-marse el tiempo para observarlo solo tomó el recuerdo de parte del laborioso día y un recuerdo tan profundo que le costó tomarlo, un recuerdo pequeño pero quizás importante, un nombre, tan sólo un nombre que salió esforzadamente, luego tiró algunos recuerdos y guardó aquel nombre en su bolsa de color gris con un desproporcionado cierre en cobre oscuro para continuar con su nocturna rutina. Casa por casa lugar tras lugar en su radio, en su jurisdic-ción hasta una plaza poco iluminada, de poco esplendor más un lugar baldío que nadie cuidaba, era el extraño lugar donde aquel día sentado en uno de los bancos se encontraba un jo-ven vestido de verde camuflaje con mochila de un lado y un cuaderno del otro, allí pensativo, como si hubiera esperado demasiado yacía en aquel banco de madera agrietado donde todo rastro de pintura se había des-

vanecido hacía tiempo. Sentándose a la diestra del mortal solo separado por una mochila de cuero ya gastada, se decidió a escudriñar los re-cuerdos entre los que encontró algunos del día que no le cos-tó más que un movimiento de muñeca tirar junto con algunos antiguos nombres que solo desvaneció y el segundo día de abril, un recuerdo de una mañana, de tristezas y de noches recordadas a diario, aquel recuerdo de interminables contra-tiempos que debió pasar hasta llegar a aquella tarde donde conoció a Esperanza y aquella noche en que deseaba volver a tener su compañía. Retiró la cabeza unos centímetros extendió sus dos ma-nos e intentó sacar aquel recuerdo una y otra vez sin embargo aquel día estaba demasiado arraigado en el joven por lo que intentó sacar el recuerdo por partes de nuevo sin éxito, solo pudo extraer un poco de la maña-

na y el aroma de Esperanza todo lo demás quedó intacto motivo por el cual enojado con un movimiento lo desvaneció solo un poco, solo un poco pu-do, aquel joven tenía tal recuerdo muy fuerte para que fuera dado al olvido. Decidió dejarlo para otra noche guardando el aroma de Esperanza en el bolsillo para continuar su recorrido. En aquella misma plaza se recostó en el pastizal tras el fin de su labor, habiendo olvidado mucho y observado poco, allí en aquel pastizal se disolvió tal cual los recuerdos que caen a olvido o destrucción tal cual aquello que no podemos recordar, a misma forma de olvidar se fue sin que nadie lo vea o sienta para volver a aparecer en su turno de noble juicio a la noche siguiente. Sin ser visto y sin ser escuchado solo volvió cerca de la solitaria bahía que frecuentaba, punto cero de su radio de ju-risdicción aquel que


le asignaron desde tiempos remotos en acción olvidada. Entre las muchas casas del lado norte encontró a una mujer dormida, tapada con una fina sábana blanca en su cama de exótica caoba y cuidado relieve artístico como todo mueble fino, de la solitaria vivienda cuyo tamaño contrastaba con la única habitante, aquella mujer de rojo cabello y muy blanca piel. Tras caminar muy despacio en movimientos que revela-ban cierta paciencia logró acercarse recostándose en el suave colchón que no se movió o aplastó en lo más mínimo como si su existencia no tuviera peso alguno, la miró y apreció su res-pirar tranquilo recordándole el sonido de las mareas en leja-nas playas de su solitaria bahía, acercó su mano y entre mu-chos recuerdos que solo tiró extrajo un abrigo de tibia lana que pusieron es sus hombros una fría noche de invierno ade-más de atenuar un “te extraño” y se retiró en un silencio abrumador con el recuerdo en su bolsa que ya parecía pesarle. Días después el mismo joven de verde con su misma mochila de cuero gastada lo volvía a encontrar en aquella ol-vidada plaza. Con una suave mueca se acercó al banco esta vez más pacientemente buscó recuerdos más cercanos en cu-rioso afán por saber qué lo traía a tan horrible lugar, vió el trasporte nocturno que durante horas esperaba para ser llevado a su provisorio hogar. Frecuentemente aquel transporte se descomponía y otro tomaba su recorrido después de completar el propio, lo que retrasaba la llegada por horas, tras el descubrimiento volvió a intentar sacar ese 2 de abril sin éxito, esta vez ni siquiera pu-do desvanecerlo, así con cierto deseo de venganza buscó en el recuerdo de Esperanza y se lo llevó con en el más brusco ti-rón posible su tibia voz, que puso en su bolsillo mientras se alejaba, dejando al pobre joven un poco desconcertado como si se le hubiera perdido algo pero no supiera qué. Entre adoquines, tierra, asfalto, nun-

ca ensuciaba su ves-timenta en pulcro y suave tono gris, por pertenecer al temera-rio ángel que la tierra no se anima a manchar, tan poderoso y de facciones tan malignas que de verlo hubiera provocado el miedo en el más malvado humano, haciéndolo un emblema digno de alas negras. Un anciano de aspecto cansado con una chaquetilla oscu-ra (algo sucia) llevando muchas bolsas cruzó esa tarde justo frente a él, aprovechando la oportunidad miró entre los recuerdos y desistió de sacar alguno, ese hombre ya tenía pocos y todos ellos muy difíciles de sacar y que al final lo dejarían tan cansado como el mismo ser que los poseía, así que conti-nuó por aquella calle sin fin aparente, siempre buscando… borrando… pensando… siempre… siempre… siempre. Ya tarde en la noche de ese mismo día una muchacha pa-só caminando a su lado casi rozándolo en singular acto dila-tado en el tiempo, como si alargara cada segundo en proporción a su acercamiento y este dispersara su aroma, un aroma que llevaba en su bolsillo, la siguió avanzando velozmente a paso lento como solo el olvido puede hacerlo, en su intento de asediar ahora a la joven Esperanza. No fue sino hasta cansarse que el olvido se acercó y hurgó entre los recuerdos pero impresionado no encontró los de aquel joven que en camuflaje verde aún poseía la fe en un nuevo encuentro. Si tanto trabajo le costó desvanecer algún recuerdo de ella en aquel joven ¿cómo pudieron arrancar de raíz los re-cuerdos de aquella cabeza que se aferraba a ellos tanto o más que el pobre muchacho? ¿Será que otro olvido le decretó su amnesia? Aun así siempre rastros quedan pensó confundido. El ángel se alejó pensativo, por primera vez cuestionaba su eficacia frente a la Esperanza que habitaba fuera de las islas de su jurisdicción y tan solo caía bajo su poder cuando cruza-ba alguna frontera.

Ansioso esperó por el joven que después de dos días sin aparecer se presentó en la plaza, en un rápido movimiento hurgó entre los recuerdos para sacar un nombre: “Clemente” entre los tantos que lo mencionaban, cínico cruzó casi toda la ciudad hasta el punto donde ella entraba en jurisdicción. Expectante deseaba saber cómo sacaron los recuerdos de la joven Esperanza y quién lo hizo. Los ángeles realizaban su trabajo año tras año, década tras década casi sin problema alguno, sin curiosidad notable por lo menos hasta ahora en que preguntas como: ¿si habría un ser mejor que él? Se hacían cotidianas y persistentes. Tardó meses en volver a ver a Esperanza pero apenas la distinguió entre la multitud en un accionar apresurado sacó el recuerdo de la carta con la rosa, del bolsillo en la que, des-pués de borrar los nombres se aseguró de escribir “de Cle-mente a Esperanza” e incrustó el recuerdo lo más firmemente que pudo en la mente y el corazón de la joven. Días han pasado para volver al mismo camino y notar a Esperanza pero no su recuerdo, su carta plagiada, esto enfu-reció al misterioso ángel casi obligándolo a incluir en un segundo intento de incrustar recuerdos falsos, algunas remem-branzas imprescriptibles agregando también un tibio saco so-bre sus hombros que llevaba en su bolso Buscando encontró la persistencia de un recuerdo que se aseguró de poner junto al nombre de “Clemente”, esta vez pegándolo con ilusiones que sacó de una pequeña caja rectangular cubierta con una te-la aterciopelada negro mate con uniones en zafiro, sin dudas una caja que pocas veces sacó para su uso. Con risas se retiró algunos metros asintiendo con la ca-beza y pensando que nadie era capaz de arrancar tan aferra-dos recuerdos más que el ángel del olvido, el creado para ese trabajo y que solo él podría incrustar. Días después al regresar a la isla Esperanza no tenía los recuerdos que le


supo incrustar el olvido con su mayor esme-ro, algo increíble para aquel ser poderoso, solo bastaron días fuera de su jurisdicción para que algún otro le arrebatara esos recuerdos además de las ilusiones que atesoraba, trabajo de alguien más poderoso y ciertamente más hábil. Práctico y magno en todo aspecto, no podía caer en la banal y humana sensación del enfurecimiento y la inseguridad motivo por el cual decidió aplicar la paciencia necesaria, es el amo del olvido pero no del recuerdo,

meses pacientes inten-tando sacar conclusiones pasaron, sin embargo nada era con-vincente. En cambio decidió dedicase a implantar recuerdos que habilidosamente adaptaba para las personas en las cuales te-nían consecuencias inmediatas y parecían perdurar. Logró producir acciones que de otro modo no se produ-cirían como casamientos entre desconocidos, compras de obje-tos a exorbitantes precios, incluso algo parecido al amor en fin casi todo lo que quiso hacer lo logró

con estas personas, po-bres víctimas manipuladas tan solo con pequeños recuerdos obtenidos con poco esfuerzo, ¿Por qué esto no funciona en Esperanza? Se volvía a preguntar. Indudablemente había algo más para que ella escapara a sus poderes ilimitados algo que no podía dejar sin descubrir, sin resolver, por eso aquella noche escudriñó los recuerdos de Clemente para ver que podía descubrir de aquel 2 de abril de antaño.


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No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento, porque no estás solo, ¡porque yo te quiero!

Mario Benedetti


“Búscame donde nacen los draReseña de “El Homo Transcedente” gos”, de Emma Lira (Ediciones Carena) RESEÑAS UNIVERSALES Gracias a la gentileza de la web “El Universo la Maga” le traemos este análisis…. EL AUTOR: JOSÉ MEMBRIVE Nació en Andujar, en 1953. Estudió bachillerato en Baeza y en Jaén y se licenció en Filología hispánica en la Universidad de Granada. En 1979 se traslada a Cataluña y se dedica a la docencia. Ha realizado cursos de posgrado de español para extranjeros y de formación de editores en la Universidad de Barcelona. Formó parte de la tertula literaria de José Jurado Morales y ha dirigido la tertula Diálogos Literarios de Real Círculo Artístico de Barcelona Ha escrito en diversos medios de comunicación, entre sus obras publicacdas destacamos del amor y la noche (1985) Reductos de silencio (1991), El rockero de Mollet (1999) y Besos.com José Membrive (poeta, escritor, editor, articulista y ex profesor de Literatura) nos vuelve a sorprender con otra obra llena de ingenio, frescura e interrogantes. Esta vez se trata de un ensayo, y se titula “El homo trans-

cendente“. El título ya nos dice mucho de qué nos vamos a encontrar dentro de esta obra, precisamente los eternos interrogantes del ser humano (¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos? ¿adónde vamos?), pero asumidos y resueltos de una manera realmente original tanto en el aspecto formal como en el sustrato filosófico que subyace en este ensayo. Todo comienza para el autor cuandro Pedro, un personaje ficticio, se le aparece de un modo prácticamente casual: “A medio camino entre el sueño y la vigilia, siendo un ligero aturdimiento provocado por una presencia contundente. Es un homínido peludo, fuertote y hábil”. Pedro le promete presentarle a su hija Eva, y él se pregunta si será la Eva Bíblica. Un personaje que de

pronto toma vida propia en el autor y que a su manera le va a llevar de la mano a recorrer un camino muy inspirador. Tratando de dilucidar si la historia que el autor vislumbra en Pedro está escondida entre las páginas de la Biblia, vuelve a examinar el Génesis, un poco olvidado por el paso de los años, y en sus páginas encuentra una revelación provocada precisamente por esa nueva mirada con que lee sus pasajes. Descubre a Yavé como a un ser amonestador, que “parece el Señor de las Broncas”. A los pocos días, el narrador se topa con un documental sobre simios que años atrás le había causado un gran desasosiego. En él se explica la lucha territorial entre los machos, la importancia del tamaño de sus colmillos a la hora de atemorizar a sus iguales, la violación de las hembras… Al ver minutos después en el telediario las narraciones terribles de un conflicto bélico, el narrador comprende que es como si el hombre estuviera imitando al mono. Un mono interior que aunque nos ha llevado a ser más poderosas que otras especies, también nos condena a un universo de rabia animal contenida. Una estirpe de hombres que


contienen bestias despiadadas dentro, y que el autor denomina simihumanos (SH). Los monos humanos “se increpan entre sí y están permanentemente obsesionados por el poder”, y contempla cómo la ciudad en realidad está poblada de jaulas.

han sido engendrados por Dios, y la rebelde que se atreve a romper con la asfixiante sociedad “paradisíaca” y probar de la fruta prohibida. La primera es la progenitora de los simihumanos, la segunda nos lleva a la necesidad de asumir que somos hijos de una nueva estirpe, los Homos Pero no será hasta que vuelva a apa- EVA, hijos de la dignidad. recer el ficticio (o no) Pedro, a relatarle cómo su hija Eva había cono- De este modo comienza una muy cido a Adán, un miembro expulsado interesante obra que nos llevará a de otro grupo que experimentaba el darnos cuenta de cuántas contradicarte de la agricultura en un islote casi ciones encierra la sociedad actual, escondido al que él accedía por bar- movida por el ego, la competencia ca. Se había enamorado de él y culti- y, en resumidas cuentas, por el ser vaban juntos allí un hermoso huerto animal que nos habita. El ser humalleno de árboles (entre ellos, por su- no actual debe dejar atrás su faceta puesto, el manzano). Los poderosos prehomínida y aprender a escuchar de su manada les habína prohibido el mensaje de su sujeto lírico, gracomer las frutas del manzano por ser cias precisamente a esos tres valores venenosas, pero Eva no solo se re- o dimensiones que contiene el unibeló comiéndolas, sino que además verso EVA. A través de sus páginas las repartió entre los miembros más veremos la evolución que el hombre desfavorecidos de la manada, mien- a sufrido para ser Homo Artístico y tras “los incitaba a experimentar con más tarde Homo Transcendente, un las nuevas artes amatorias y profe- nuevo ser que promete llevar al destizaba el advenimiento de una era plome de la civilización simi-humamarcada por lo Eterno, lo Verdadero na, para reencontrarse con un cony lo Amoroso”. Ello le recuerda al au- vepto festivo, fraternal y sentimental tor la contradicción bíblica entre la de la vida. Eva dócil que declara que sus hijos

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El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia; esto es la esencia de la humanidad

William Shakespeare

(1564-1616).


Reseña de “Martina Guerrillera” Gracias a la gentileza de la web “El Universo la Maga” le traemos este análisis…. Os presentamos la reseña de “Martina guerrillera”, la nueva novela de Ascensión Badiola, publicada por Txertoa. Una novela que denuncia los horrores de la invasión francesa de España durante el s. XIX LA AUTORA: ASCENSION BARDIOLA ARIZTIMUÑO Nació en Bilbao en 1961. Es licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales y diplomada en Estudios Avanzados de Historia. Ha publicado diversos trabajos en el ámbito privado de Historia Contemporánea, entre los que destacan “Cárceles y campos de concentración en Bizkaia” (2011). Paralelamente cultiva la literatura de ficción en concreto la novela histórica, a las que ha dado títulos como “La ría de los afrancesados” (2010) y “La bala que mató al general (2011).

Martina Ibaibarriaga es natural ble rodeada de su padre boticario, de Berriz, vecina de Bilbao, tiene su madre (Magdalena), su hermaveinte años y lleva una vida apaci- na mayor Ramona y su hermano pequeño, cuando los soldados de Napoleón atraviesan el puente tras la batalla de Ibeni y el saqueo de Bilbao en los días que siguieron al 16 de Agosto de 1808. Ella contempla impotente cómo un soldado francés asesina a su padre y a su hermano. Consigue escapar con su madre y su hermana, pero el nombre del asesino (Marcel Dupont) y su cara se le quedan grabados. Así que se une a la guerrilla en su ansia por vengar la muerte de los suyos.

Martina nació en Berriz en 1788 y murió en Oña en 1849. Practicó la guerrilla contra el ejército de Napoleón, al integrarse en el ejército regular parece ser que alcanzó el grado de teniente coronel. Una calle de Vitoria lleva su nombre: “Coronela Ibaibarriaga”. Arthur Weslley (Duque de Wellington) quedó impresionado al comprobar que el soldado digno de su admiración era una mujer. La autora nos hace seguir a Martina, en su integración en la guerrilla, su cambio de aspecto, corte de pelo, ropa y ademanes masculinos (entre los que se incluían escupir con soltura y rascarse la entrepierna). Consigue ser aceptada por sus compañeros como uno más, de hecho sus correrías por Álava y Vizcaya causaron estragos.

La vida de los insurgentes era durísima. A las inclemencias del tiempo, el hambre, la enfermedad y las Comienza así una penurias se les unía el recelo de los novela sobre un paisanos. Los franceses imponían personaje histórico. penas muy duras a los que colabo-

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raban de alguna forma con ellos, y también premiaban las delaciones Ascensión Badiola denuncia la que eran frecuentes, bien por envi- crueldad de la guerra, cómo se mandias o por necesidad. da a invadir un país por la ambición de sus dirigentes a personas muy jóLos invasores robaban lo que tenían venes que asustados, violan, roban, los campesinos que a su vez eran es- matan y mueren, mientras los ofiquilmados por los guerrilleros. Nos ciales no son mejores y los propios explica muy bien el problema de los invadidos cometen auténticas barafrancesados: unos lo eran de buena baridades. Pero también durante la fe, creyendo que se modernizaría Es- novela vemos la importancia de la paña y otros por el simple hecho de amistad, del respeto hacia la mujer medrar. en personajes primitivos, la superación continúa de Martina y siempre El relato es en primera persona, presente su feminidad a pesar de hael narrador es el propio personaje ber llegado a tener bajo su mando a y así la escritora nos mete de lleno cincuenta hombres y ser una valienen el mundo de Martina, nos hace te guerrillera. Martina con los años comprender la profundidad de su llega a la conclusión que odiar no amor, de la maternidad, cuando el merece la pena. sufrimiento se convierte en desesperación, su bravura, el ansia de ven- En esta novela histórica, pero tamganza ciega que la mantiene en pié bién de aventuras pasan personajes durante esos años. Pero sobretodo reales, como el misógino Espoz y queda expuesta la barbaridad de la Mina, Longa, Félix Asenjo (su mariguerra. Acostumbrados a que nos do) entre otros. El desenlace es sorcuentes quienes son los buenos y prendente. Realmente recomendable quienes los malos que es una forma si os de enmascarar las brutalidades que se cometen, aquí, sin concesiones,

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La poesía huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o de los lechuginos de televisión.

Joaquín Sabina...

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L

ITERAR es una organización con el noble objetivo de difundir la cultura de forma amena y gratuita. El nombre LITERAR surge de la unión de las palabras “Argentina” y “literatura” sin embargo lejos del humilde símbolo creador hoy intentamos expandirnos del gran mundo de la literatura hacia el universo de la cultura en todas sus facetas fomentándola y difundiéndola. Bajo estos términos surge LITERAR que hoy en día cuenta con el valioso aporte intelectual de muchos colaboradores dispuestos a brindarnos contenidos para enriquecer aquel sueño emprendedor de promover elambiente artístico. Sabemos lo difícil que puede ser para un artista o incluso para un arte en sí mismo difundirse y promocionarse por eso hemos puesto nuestro granito de arena en pos de contribuir con un ambiente cultural más diverso y saludable. Sin más preámbulos esperamos que disfruten de este espacio simbólico que no es más que el compendio de opiniones enmarcado en el entrañable formato revista. --DIRECTIVA DE LITERAR--


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