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La humildad
C.S. Lewis, «viene directamente del infierno».1 Satanás es padre, fuente y medida del orgullo. Y dos pasajes apoyan esta verdad y nos ayudan a tener una idea más clara al respecto. Cuando la mujer dijo a Satanás que no podían comer del fruto del árbol porque Dios les advirtió: «ciertamente morirás» (Gén. 2:17), la serpiente respondió «no van a morir» (Gén. 3:4). Este es el primer registro que tenemos de las palabras de Satanás, y lo que vemos aquí es un cuestionamiento a las palabras de Dios, una resistencia a Su autoridad y un desafío a Su persona. Pero otro relato también instructivo es el que tenemos en Mateo 4 cuando se nos narra la tentación de Jesús. En esa ocasión, la tercera y última tentación del diablo fue así: «Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares» (Mat. 4:8‑9). Aquí vemos a Satanás procurando recibir la adoración que está reservada solo para Dios. Es decir, se estaba colocando en la posición de Dios y asumiendo el derecho de recibir alabanza. Estos dos pasajes nos dan una descripción del diablo y de la natural disposición que lo caracteriza: el orgullo. Esa actitud de insubordinación, de rebelión a la autoridad divina y deseo de usurpar lo que le pertenece a Dios, es lo que constituye el orgullo y todos los pecados. Satanás no solo es la encarnación, sino también la raíz y causa del orgullo, porque él personifica esa actitud antiDios, que define a los hombres y a sus actos. Por esta razón el orgullo es malo. Ahora bien, después de establecer que el diablo es la fuente del orgullo, creo que podemos abundar en otras cuestiones para responder de forma más integral esta pregunta. 1. C.S. Lewis, Mero cristianismo, p. 138.
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