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Mi debilidad, Su fortaleza
punto culminante cuando revela que, para evitar que se envaneciera, «una espina me fue clavada en el cuerpo, es decir, un mensajero de Satanás, para que me atormentara» (12:7). ¿Qué sería?, nos preguntamos. ¿Problemas en la vista? ¿Alguna enfermedad? ¿Cojera? Evidentemente, era algo físico y doloroso, o no se habría llamado una espina en el cuerpo, pero más allá de eso, no sabemos qué era, ni necesitamos saberlo. En tres momentos solemnes de oración suplicante, nos dice: «Tres veces le rogué al Señor [ Jesús, el sanador] que me la quitara; pero él me dijo: “Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad”» (12:8-9). Así que, aunque el Señor no abandonó a Pablo, tampoco lo sanó. Más bien, lo opuesto sucedió, como él testifica: «Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte» (12:9-10).
Una posdata personal Mi propio entendimiento de que el camino de vida y el servicio cristianos constituyen un camino de debilidad, a medida que la fortaleza humana cede y solo la fuerza divina puede sustentar y habilitar, probablemente esté arraigado en mi juventud. Era un niño solitario y más bien saturnino, y durante diez años, tuve que llevar a