En la 46 Conferencia Internacional de la UNESCO (2001), se trabajaron dos líneas claves de la orientación educativa para el siglo XXI: la formación de competencias en los alumnos/as y la educación para la ciudadanía (es decir generar ciudadanos responsables). Años antes (1996) se había publicado el Informe Delors UNESCO (“La educación encierra un tesoro”) que establecía cuatro pilares o principios educativos, con categoría de saberes fundamentales que hay que desarrollar: Aprender a conocer (a aprender)
Aprender a convivir
Aprender a hacer
Aprender a ser
En el año 1997, bajo los auspicios de la OCDE (“Organización para la Cooperación y Desarrollo”), se inició el Proyecto Deseco (“Definición y Selección de Competencias: Fundamentos Teóricos y Conceptuales”), que propone Competencias genéricas ordenadas en tres categorías. Véase Rychen D.S. y Salganik, L.H. (2004). El Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), desarrollado en etapas sucesivas 2000, 2003, 2006, 2009, 2012 es también un importante aporte al enfoque de un cambio de paradigmas educativos. El objetivo del Programa PISA, cuando se inició en el año 2000 con 17 países, era y sigue siendo evaluar la calidad educativa; en el año 2012, participaron más de 70 países; los ítems o reactivos de las pruebas no se proponen evaluar los contenidos curriculares en sentido estricto, que es lo que se suele enseñar hasta ahora, con un enfoque memorístico en los Centros Educativos, sino las destrezas o procedimientos que los alumnos van desarrollando, como parte integrante de las competencias, además de cultivar ciertos conocimientos básicos que necesitan los jóvenes para seguir sus estudios y para poder integrarse en la vida adulta, tanto como profesionales, o en los llamados “oficios” como operarios.
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