Por amor al arte - cap. 1 a 3

Page 19

Le miré a los ojos enarcando las cejas. El joven se sobresaltó, tiró el caballete y sus lápices y papeles acabaron esparcidos por el suelo, con lo que se ganó algunas miradas de reproche por parte de sus compañeros más experimentados. Se agachó para recoger sus cosas con las orejas encendidas. Bertram seguía en el rincón con las manos metidas en los bolsillos. Le señalé su caballete con la cabeza, él dudó durante un instante y abrió la boca como si fuera a decir algo; sin embargo, se limitó a encogerse de hombros. Luego volvió a su sitio y se puso a dibujar. Noté cómo se me relajaban los hombros y los nervios iban de­ sapareciendo. Me sentí entonces como la reina Boudica cargando contra los romanos. Me incliné hacia adelante, apoyé la barbilla en la mano y contemplé a los muchachos. «Ahora soy una de vosotros.»

4 Cuando terminó la clase, mis compañeros –todos salvo Étienne, que se marchó a casa dando tumbos– me preguntaron si me gustaría acompañarles a una taberna cercana a la que solían ir después de clase para charlar sobre arte. Era la primera vez que me invitaban. Como aún tenía algo de tiempo por delante antes de reunirme con Lily en el lugar donde siempre me esperaba con mi uniforme, decidí aceptar. Aparte de mí y de la esposa del tabernero, solo había otra mujer allí sentada en una mesa pequeña. Sostenía en la mano un vaso lleno de un líquido verde y tenía la mirada perdida en el horizonte; parecía algo aturdida. Cada una de sus botas apuntaba despreocupadamente en una dirección y tenía las rodillas separadas. Nunca había visto a una mujer sentarse de aquella forma en público. Los estudiantes de arte ni le prestaron atención, a excepción de Pierre, que la saludó con un gruñido. Los artistas arrastraron con gran estrépito varias mesas y sillas hacia el centro del bar y formaron una gran mesa en la que cupiéra20


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.