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Saeta de Adrián González

Es noche de Viernes Santo veleña, el incienso trae aromas a azahar de una primavera que se muere en los brazos del Cristo de Vélez.; El Cristo de los Vigías. La luna altanera marca la hora exacta y su luz se funde con el blanco de las túnicas de la Cofradía, el rojo de las capas y capirotes; es sangre de Cristo derramada.

Avanza lentamente el galeón de oro y fuego. El Cristo de los Vigías llega a su encuentro con la ciudad. En el fulgor de la Hermandad late el corazón vivo

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del verbo hecho carne. El hijo del hombre ha suspirado y su cuerpo pende dulcemente del madero. Los horquilleros mecen suavemente, delicadamente el trono. La Cofradía avanza lentamente, a paso nazareno, pues nadie quiere despertar al Rey de Reyes de su apacible sueño. La A.M. “La Estrella” de Jaén entona la marcha “La Saeta”, el tiempo ni se detiene, ni avanza. Todo se ha consumado en ese preciso instante; Se renueva la promesa de un pueblo con su Dios. Y de los labios de su pueblo, de los labios de la inocencia, surge la saeta que lo explica todo. El joven Adrián Martín Vega nos demuestra que con Cristo de nuestro lado, nada puede fallar. No hay barreras que impidan alcanzar nada en la vida si confiamos en Él.

“Dijo una voz popular: ¿Quién me presta una escalera para subir al madero, para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?”. Sus palabras son bellas notas musicales que adornan la noche, entonando una nana de dolor, una nana para seguir apaciguando el sueño del Cristo de los Vigías. La Plaza de las Carmelitas se ha convertido en escenario improvisado de la magia de la Semana Santa.

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