Historia de la Campaña de Tarapacá

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30 Tanta era a la verdad nuestra tardanza que el enemigo comenzaba ya a dar signos de acometida, y el 15 de junio llegaba a Tocopilla el comandante Vidaurre de la Artillería de Marina, destacado según antes vimos, en las faenas salitreras del Toco y en la aldea fronteriza de Quillagua, con la noticia más o menos acentuada de que el enemigo se movía. Y en efecto, viéndonos empantanados durante medio año en Antofagasta, algo comenzaban a meditar y a poner por obra los jefes de Iquique, según en su ocasión tendremos lugar de demostrarlo (Entre las medidas acertadas que se tomaron en el cuartel general respecto del enemigo y de sus movimientos, fue talvez la más acertada de todas el envío de un niño que recorrió todo el sur del Perú y recibió después triste pago por su notable empresa. Se llamaba este singular espía Abdon Rey Stuardo, natural de Valparaíso, de 17 años de edad, voluntario de la Artillería de marina. Véase en el anexo la curiosa carta que sobre sus hechos y aventuras nos escribió desde el hospital de Valparaíso a mediados de diciembre de 1879. Es un documento interesante y completamente inédito.)

Este estado de cosas traía al país profundamente disgustado, y en el seno del gobierno mismo parecía reinar la desazón de la inquietud por el bloqueo de Iquique, que no daba un solo resultado práctico y por la tardanza de las operaciones militares que equivalía a un bloqueo en tierra firme. Motivo esta situación el viaje a Antofagasta, más militar que político, del miembro de más empuje del gabinete, el ministro de Relaciones Exteriores don Domingo Santa María, quien, acompañado de don Isidoro Errázuriz y de otros amigos, se dirigió al Litoral en el Loa el 22 de junio, remplazándole en su cartera el ministro de justicia don Jorge Huneus. ( Decreto del 21 de junio. Era singular que a propósito de este viaje, que se susurraba desde principios de mayo (tanta era la justa alarma del público) el Diario 0ficial del gobierno hubiese dado editorialmente, el 9 de aquel mes el siguiente desmentido con el título de Rumores infundados: “Algunos órganos de nuestra prensa han reproducido, aunque con reservas, cierto rumor que en estos días ha circulado en la capital sobre un próximo viaje del señor ministro de relaciones exteriores a Antofagasta, con el objeto de concertar allí con el señor general en jefe del ejército, nuestro plan de campaña definitivo, Bien motivada ha estado aquella reserva de los diarios que reprodujeron semejante rumor pues éste carece completamente de fundamento. El gobierno no ha pensado siquiera en el anunciado viaje de uno de los ministros del despacho, y ello por razones que son demasiado notorias para que sea menester enumerarlas expresamente. Conviene asimismo advertir, una vez por todas, que son completamente desautorizadas las versiones que se divulgan en público o se insinúan en círculos privados, sobre los planes militares definitivamente adoptados por el gobierno. Nadie conoce esos planes, salvo los funcionarios y empleados sobre quieres pesa la responsabilidad de su elección y ejecución, y el gobierno es bastarte discreto para permitir que se trasluzcan siquiera sus juicios y decisiones sobre un punto tan grave y delicado como es el del plan de campaña que ha de asegurar, sobre la base del valor de nuestro ejército y armada, el triunfo de la causa nacional”. Un año entretanto ha pasado, ¿Y donde estaban esos planes militares tan sigilosamente guardados?

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