Neruda clandestino

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era un tanto patibulario. Los socorri6 en este trance un oficial del ejircito argentino. Mientras Bellet discutia, algo irritado, con el recepcionista del hotel, el militar hablaba con Victor y don Antonio y se daba cuenta en seguida de que 10s viajeros no eran cuatreros, sin0 gente de pro. Con su intervencibn, se ganaron el derecho a ocupar una amplia habitaci6n para 10s tres, con el lujo asiitico de un baiio exclusivo. Se bafiaron, se afeitaron, comieron civilizadamente y, sin mayor termlia, se heron a acostar. Estaban realmente fatigados. A la mafiana siguiente, a las nueve en punto, Bellet comenz6 a pasearse con una pipa en la mano, con traje de montar y una camisa azul a cuadros por una ancha galeria cuyo ventanal daba hacia el pueblo. Este paseo matinal, a las nueve en punto del dia sefialado, habia sido convenido para que se presentara ante ellos un enlace del Partido Comunista Argentino, encargado de facilitar la continuaci6n del viaje del poeta. No apareci6 nadie. A las 10 de la maiianayBellet subi6 para hablar con Bianchi y Ruiz. No se explicaban q u i podria haber sucedido: era 5. de marzo, estaban en el mejor hotel de San * . . . . . . . . - ..


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