Neruda clandestino

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se sacudia, h puertas asustadw se golpeaban con seco disparo de las escalas .j y una alta recriminaba, hostii mientras h tempex ‘a LLuvia c a en Los t e poco apoco

aespejanao el camino y se reanuao la marcna. Pablo, de buen humor, contaba antcdotas de su infancia. Evocando aquel viaje, escribi6 unos afios mhs tarde, a su regreso: crPasC por Temuco a mediodia, no me detuve en ning6n sitio, nadie me reconoci6, Ilevaba barba y anteojos y me disponia a salir de Chile. Por simple azar era mi ruta de salida. ))Past el puente y Padre Las Casas. Me detuve ya lejos de la ciudad a comer algo en el camino, en el mismo camino, sentado en una piedra. Alli pasaba un ester0 bajo y las aguas sonaban. Eran aguas de Temuco, sonaban y cantaban las aguas en las piedras y me decian: ‘Hasta lhego’. Era mi infancia que me despedia. ))Penst q u t extrafio era mi destino. Yo creci en esta ciudad, mi poesia naci6 entre el


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