Descripción de la Patagonia

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mino, llegn6 A la, orilla misma del siibnrbio meridional, que, como torlas Ins poblaciones espafiolas, niievas 6 viejas, no resistia A iin atento examen. Un gran barrial que probablemente resultaba impracticable clespui..; tie 1111aguacero, bortiaba sus contornos, y a1 llegar A, estos se vei:s que estaban abiindantemente seinbrados de desperdicios, montones de ladri110s y otros residuos, lo que hacia indispensable abrirse paso cnidadosamente por 10s senderos. Como habia oido decir qiie era probable que el comandante fiiese a1 barrio siir A a r r e g h r una carrera, visit6 una pulperia qne me indimroil como liigar donde probablemenbe in0 informarian sobre si1 paradero, y d l i encontr6 B Linares y A s11 capitanejo t i ayiidante, tomando iina copa tle cognac, y fiii presentado por ellos a1 propietario don Jose Real, qne me ofreci6 sus servicios y me hizo saber que el comandante Miirga llegaria tlentro de media hora. Segiii, por consigniente, hasta l a e s t a c i h niisionera, donde, una vez que me hnbe presentado a1 doctor Humble, tlej6 en su quinta mi caballo ya exteniiado, y despnPs de descansar 1111 rato volvi A la pulperia de Jose Real y encontr6 alli a1 cornandante Murga, a1 que entregn6 la carta de Casimiro y mi propia cart&de prcsentaci6n. E n el primer rnornent,~no me senti predispnesto en favor del sefioiMurga; era un hombre (le mediana estatnra, vestido con la cmnisa garibaldina, pantalones de nniforme y botas y gorra con 10s gadones qiie intlicaban el grado de coronel. Despacho mi asiinto diciendo que lo cons;deraria << maiiana >), respiiesta que se aplica B todo en las provincias del Plata, y apartando eridentemente el tema de su pensamiento, reaniitlci una discusi6n con don JosP 6 propcisito de un caballo corredor. Este coronel Murga es aficionado B toda clase de deportes campestres. es b u m jinete, iin perfecto gaiicho realmente, y ram vez pierde imw rifia, de gallos 10s domingos despn6s de la misa. Un poco disgustado por el recibimiento. fui A la casa del botero con la intencion tie cruzar el rio h:rsta la orilla norte, y, llamendo B la piierta, pregiint6 en espafiol por Salombn. Me abri6 m a mujer bitln vestida, y en el interior divis6 iin individao de anchos hombros, bien formado, qiie estaba almorzando. Iba A retirarme pidiendo disculpe ciiando el hombre reconoci6 en mi nn ingl6s, y conjetnrando qiiien podia ser, inmediatamente me hizo entrar y sentar A la mesa, en tanto qiie la biiena miijer cortaba rebanaclas de pan con manteca y preparaba mAs tP. Yo estaba tremendamente hambriento, como tlicen 10s americanos, y saboree el el pan con inanteca y el t 6 , como en niiiguna parte he saboreado niinca cvmida alguna. La acogida ben6vola y honracla de esta familia galensc serA sienipre para m i u n reciierdo agradable de Patagones. Saliendo de la casa con S a l o m h , mcontramos A don Pabln, cnpa


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