Descripción de la Patagonia

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no v;tcilaba nnnca, tlirigibndonos A tra8v6s de cbros qne se alternaben con espesaras, y veinnios 5, iino y otro laclo restros de animal vacuno, en su mayor parte pisadas 6 rerolcatleros. Los elaros terminaron en breve en selvas, que a1 parccer se extenciian sin interrupcion 6 ambos kddos. Habismos crcitlo que antes de lleger B ese piinto ibamos it encontrar :miinales vaciinos en gran nitmero, pero e1 calor del dia 10shahia cohado probablemente i{ Ins espesiiras en busca de abrigo. Comenzamos 5 snbir entonces por iin sendero peligroso, sembrado equi y all5 de peiiescos sueltos y (le densos nintorrales, y eritretanto podianros oir y ver de tiempo en tiempo a1 rio que bajabe espumoso por nn barranco sitnaclo A* nuestra izquierda; en breve llegamos A la cunibre de iina cresta, doiide 10s bosques eran menos uniformmnente espesos, y doncle con gr;in dificiiltad podiamos proseguir la marcha. Para m i era n n misterio el hcclio de que OrBeke, que hacia de gnia, snpieix d6nde estkharnos, porque ora el borroso sendero se bifuroaba en diferentes clirecciones, ora nos encontr6bnmos literdmente en meclio de Arboles caidos, en una selva tan espesn que la 1117, riel tiia, d i s i p : h ;II penas SUR somhras. Pero nuestro guie no vacilaba nunca ; nos 1lev:ib:t atlelante, siempre con tocla segnridad. Mientras nos escnrri:mos, si se me permite I s expresi6n7 tratando tie no pmtler tie vista, a1 gnin, oi iin golpeteo en u n Arbol, y alzando 10s ojos, vi nrriba tlc mi iin pAja,ro cwpintero cle megnifica cresta roja. A1 fin enipcxamos el dcscenso; y despuks (le pasar miichos canales de arroynelos que salian de siis manentiales, donde n n resbalon del caballo en las piedras 1ihit:ilas y inusgosas habria caiisado algo peor qiie hnesos rotos, porqiie estAbamos en el borde de u n profundo barranco, salimos de lox bosqnes y nos encontremos sobre una colina de nnos trescientos pies de altnra. nestle alli podia verse iin ancho llano (le forme tri:ingular, limitado a1 norte por el rio que pasaba por el barranco, y a1 siir por otro rio que reniti de ese Iado, corrientes que se nnian para formar unit sola en el extremo oocidental, A la distancitb cle una, legiia tad vex. -4rriba y alrededor, por todm partes menos a1 oeste y en 10s b:trranoos pol. donde p:Lsabb:tn 10s rios, se alzaba la muralla continua de las altas montafas de la cortlillere, (:on miiclios (le sus picos nevados todavia. X o S P oia ruido algiino fiiera tiel qiic hacia el rio en el barranco, y no se veia ningfin signo de vi&i miinal exct-lpto iino qiie otro condor q u e flotaba mny alto en el c:ielo a m l . El panorama era, sublinip, y lo contemp16 en xilencio tlnr:mt8e algqnos rniniitos; Iiasta que la p i p que me pasztroii tlisip6 todas 1:is tenclenoias poeticas nacientes. Los indios peruia~leciar~ silenciosos y pareciwn contreriados, porque habian creido qiie ibamos :'I encontrer iina mmada de mimales vacnnos en el llano que teniamos 5 nnestros pies. Eajanios !I81 y cruzamos el rio, en cuyas orillas creoia en abunclancia la paja 6 hierba pampa, asi como la cniis p:Lreeid;i a1 bzimb6 con que 10s aranc;lnos fabrican sus lanzas, y unit planta qiie 10s cliilenos


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