Los héroes del Pacífico o aventuras de la ex generala Buendía

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ron bastante del sitio donde yo, varios de mis compañeros i muchos de nuestros enemigos, habíamos quedado, los unos muertos i los otros, como yo, heridos. En ese instante llegan al mismo sitio tres soldados bolivianos, replegándose de una trinchera inferior. -¡Aquí ha habido fandango! esclamó uno. -¡Pues aquí hai aun varios chilenos vivos! dijo otro. -¡Acabemos, pues, con ellos! dijo el tercero. 1 principiaron la horrible tarea de matar, a bayonetazos i culatazos, a Jos heridos. Cerré los ojos i me preparé a morir, cuando oigo una voz poderosa i amenazante que gritó: -¡Detente, infame!. .. Abrí los párpados i vi a un boliviano en actitud de pasarme con su bayoneta; i acto contínuo, miéntras el soldado volvia la cara para ver quién le hablaba, cayó sobre él, terrible como el rayo, un jóven vestido de paisano i lo pasó banda a banda con un yatagan. -¡Así se mata i nó a los heridos! le dijo con ronca voz; i asiendo un fusil de los muchos que habian quedado sin dueño, cargó como un lean sobre los otros dos soldados, que comenzaron a defenderse con valor. En ese momento reconocí a mi bravo salvador; era un amigo, un condiscípulo de la infancia, Félix avarra, en una palabra, a quien no veia en muchos años. Le miré combatir con orgullo, como chileno, al verlo tan valiente, i con viva inquietud, como amigo, al ver que los bolivianos paraban sus golpes i le agredian con valor. Sin embargo, habiendo de un revez arrancado de las manos de uno de ellos el fusil con que se defendia, le dió con la culata del suyo tan terrible golpe en la cabeza, que le partió en dos partes el cráneo. El otro


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