Los héroes del Pacífico o aventuras de la ex generala Buendía

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de terreno de humo mas denso i de una nube de polvo levantado del terreno. -¿ Nadie ha sido herido? pregunt6 el jenera1. No tuvieron tiempo de contestarle; una nueva granada esta1l6 casi en la misma via del ferrocarril. -Señor, dijo uno de los ayudantes, el enemigo, aprovechando, sin duda, los instantes en que el humo permite ver a cierta distancia, debe haberos reconocido i dirije aquí sus punterías. Al estallar la segunda bomba, un caballo fué herido en las ancas por un casco; i por tal motivo se encabrit6 i apart6 del grupo. El jinete lo domin6, i lo oblig6 a volver; pero al hacerlo, i por desgracia para Camilo, el oficial lo vi6. -¿Qué haceis aquí i quién sois? le pregunt6 al ver que trataba de ocultarse. -¿Quién está ahí? pregunt6 Buendía. -Un paisano. señor, i si no me equivoco, es el espía que debi6 ser fusilado esta mañana. -¡El espía! repiti6 el jeneral, casi olvidado de él por los graves sucesos que habian llenado su atencion. ¡A ver, traedlo aquí! Camilo, al verse sorprendido, ech6 mano a su rev6lver; pero luego pens6 que nada sacaria con matar a uno o dos de aquellos oficiales, pues los demas caerian sobre él i le ultimarian.-I ya, pens6, que he librado de una buena esta mañana, bien puedo librar de esta otra.-Se dej6, por tanto, conducir a la presencia del jeneral, quien le preguntó: -¿ Por qué estais aquí? -Porque deseaba presenciar el combate, contest6 el jóven con serenidad.


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