Gominolas para los patos

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GOMINOLAS PARA LOS PATOS


Para Carlos, que me sigue leyendo desde allรก arriba.


GOMINOLAS PARA LOS PATOS

HUGO IZARRA Ilustraciones: MATT SESOW :: Pr贸logo: LUIS FELIPE COMENDADOR


GOMINOLAS PARA LOS PATOS Poemas de Hugo Izarra Ilustraciones de Matt Sesow Prólogo de Luis Felipe Comendador Pro SBQ causas © left Diseño y maquetación: Barco de Ideas Imprime: AGH impresores Béjar (Salamanca) España


EL BRUT DE LOS CORAZONES SOLIDARIOS El hombre que indaga en sus potencias, conoce sus limitaciones y es capaz de hacer que ambas interactúen buscando resultados ‘posibles’ y capaces de ser volcados en los demás, es el nuevo humanista, el tipo necesario para crear el presente y abrirlo a la incertidumbre del futuro. El proyecto que hoy presentamos bajo el nombre de “el brut de los corazones solidarios” no es ni más ni menos que el fruto de esa ‘posibilidad’ llevada a la praxis: una colección de textos intensos que indagan sobre el hombre con sus causas y efectos, donados en calidad de ‘copy left’ por sus autores para atender causas solidarias [de lesa humanidad, por qué no decirlo] pequeñas y a la vez grandísimas. Todo desde la convicción de que el mundo no se arregla solo con posturas colectivas y grandilocuentes, sino que se precisan empeños chiquititos que aúnen pocas voluntades para ir creando una red cooperativa que vaya creciendo con naturalidad y siempre dentro de la posibilidad individual y voluntaria. El primer trabajo que sacamos al ‘mercado colaborativo’ es esta deliciosa colección de poemas de Hugo Izara que, bajo el título de “Gomi-


nolas para los patos”, debe servir como base ideológica de lo que queremos ofrecer en este proyecto literario comprometido con el mejor humanismo, el que se mide uno a uno y nunca acepta la resta: “el brut de los corazones solidarios”... textos directos, modernos, llenos de intensidad y de verdad, altos en calidad literaria y estéticamente acordes con el ideario y el gusto de quienes conformamos este proyecto... y la mirada plástica de otro tipo extraordinario, el pintor norteamericano Matt Sesow, para poner color y más razones a un volumen realizado desde la emoción, para hacer que nos sintamos hombres entre los hombres y con los hombres... obras directas, llenas de un contraste de mano suelta que es capaz de definir al mundo y al hombre de hoy de forma muy atinada. Todo para solventar una causa ‘pequeña’, la de Jamir Alexander Ruiz Graos, un chiquillo peruano de cuatro años que sobrevive en una familia extensa bajo las condiciones de pobreza extrema en el distrito de Río Seco, en los arrabales de la ciudad de Trujillo, pero que, además de su torcida suerte familiar, sufre un problema de retraso psicomotriz que se agrava con una malformación en su pierna izquierda y un problema en su mandíbula que le impide comer y expresarse con normalidad, circunstancias que tendrían fácil solución en nuestro primer mundo,


pero que en su espacio solo pueden ser solventadas con la cantidad económica que supone su operación y su tratamiento médico posterior. La finalidad de esta edición, por tanto, consiste en recaudar los fondos necesarios para atender la causa de Jamir con los resultados obtenidos por la venta de este hermoso volumen, de tal forma que el delicioso contenido no es más que el gesto de agradecimiento de sus autores, Hugo Izarra y Matt Sesow, a quienes decidan apoyar esta causa, ofreciendo poesía de la mejor y arte del bueno a quienes tengan la sensibilidad de sumarse a nuestra idea de ‘posibilidad’ y a nuestra decisión de acción desde los justos mimbres de la cooperación. Mi afecto, mi total admiración y mi consideración por siempre a Hugo y a Matt... y también la emoción por poder contar en este proyecto con sus obras sobresalientes, que son todo un lujo literario y estético. Vamos a conseguirlo, amigos.

Luis Felipe Comendador



GOMINOLAS PARA LOS PATOS



Podemos decir cosas bonitas, o podemos decir la verdad.


CUADRILÁTERO A E., por conservar una copia de la llave

Ella, desatada, me habla sin pudor del furor y del castigo de la falta de sexo y yo, mientras tanto, pensando en mi infierno y en sus ángeles guardianes custodiando sus cuatro esquinas, mi jaula y sus accesos. Le digo, sin venir a cuento: Escucha, preciosa, sabes que un día de otoño lo tiene cualquiera. Y ella me dice: No olvides poner sal y aceite en la lista de la compra. Y yo destapo el bolígrafo y escribo lo que ordena, con letra de médico. Nunca vas a escribirme un poema de amor, ella reclama. Y puede que tenga algo de razón. Le digo que el amor no es algo que quepa dentro de una lata. Ella se para y me escruta. Las cajas de recuerdos no son más que proyectos de ataúdes.

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Y en eso convenimos. Y también en el paté y las hierbas provenzales. Y en que la falta de carne nos hace sentir más solos, más condenados y absurdos en este cuadrilátero invisible, que suele resurgir cada invierno, con el olor de la pascua y el azufre.


BROOKDALE PARK, 1964

Ya lo sé, sí, pero, entonces, había tanta niebla que era hasta difícil encontrarse la nariz sin ayuda de las manos. Y, sin embargo, ellos, una pareja de osados amantes irresponsables, desafiando a la niebla, ya ves, junto a los árboles. Ella, no sé, no tendría más de catorce, pero tenía una voz de un hombre de cuarenta, grave y algo arrogante.

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Era ella quien hablaba. Le decía a él: Tú tienes dos y yo tengo uno. Tú tienes dos y todo el mundo tiene derecho a saberlo. Aminoré la marcha, pero sus reproches acababan allí, en aquel punto. Y aún sin saber bien de qué hablaba, le di la razón a aquella chica. Porque yo intenté algo parecido alguna vez, protestar por lo que creía justo, supongo.


CHELSEA HOTEL NO. 3 A Leonard Cohen, que no lo leerá

Janis frunció el ceño cuando vio mi cicatriz. ¿Qué ocurre?, pregunté; ¿Es que ya no te gustan los hombres con heridas? No me gustan las historias que se repiten, dijo ella. Y apoyó su espalda en la ventana y miró hacia otra parte.

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CABALGAR LA MAÑANA ENTRE BOSTEZOS A los que esperaban.

Ocho y diez o puede que ocho y cuarto. Y diciembre, que es rígido y cruel y perseverante, ha vuelto a dejarse caer por la ciudad y se entretiene haciéndose notar —tal vez porque no es grande, su presencia es más notoria— en cada partícula de existencia. La lluvia nos azota en diagonal y aún es de noche, y el ruido acostumbrado ha comenzado a instalarse ya por las aceras: los pasos, las persianas, los motores de los coches, las válvulas que rugen, las voces de los niños, el abrir y cerrar de cremalleras, las miradas nos inundan y nosotros no podemos hacer más que contenernos. Rostros proletarios, somnolientos, cabalgan la mañana entre bostezos, 20


—algunos son blancos, pero los he visto también azules y amoratados—, encendiendo sus luces y sus cuencas tras las lunas empañadas por el frío, saliendo de los parkings, esperando su turno para incorporarse al tráfico. Algunos parecen impacientes por llegar, otros caminan ateridos con la cabeza baja, plegando el cuello, fumando e ignorando invariablemente la sombra breve que, tímida y fugaz, proyectan sin querer sobre los escaparates.


TODO ACABARÁ CUANDO LLEGUE AGOSTO

Todo acabará cuando llegue agosto; la voz de los cantantes, el tacto de las hojas, la felicidad engañosa de ciertas promesas. Porque todo termina donde empieza agosto; la enfermedad y la furia, el amor y la inocencia, las tarrinas de helado de mascarpone y fresa. Empezará otro agosto, este agosto. Ya no habrá más lágrimas en terminales, ni pornografía entusiasta, ni invisibles. Llegará agosto, el verdadero agosto, y lo que ayer nos sacudía el corazón hoy sólo nos hará menear la cabeza. Todo acabará cuando llegue agosto, porque todo termina donde empieza agosto, afortunadamente. 22



1990

Aunque madrugar en verano era tan fácil no soportaba el olor a cloro de la piscina ni la idea de regresar a aquel feo colegio inevitablemente el día de su cumpleaños. Su madre le obligaba a hacer sus ejercicios pero él se escabullía con la destreza de las ardillas, cerraba los ojos y viajaba a África, sin moverse de la silla, con sus dos leones. Y cuando todos volvían de la playa oliendo a crema bronceadora y bocadillo de queso, él los contemplaba satisfecho, tras el libro, resguardado del calor, tocándose la frente.

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URTICARIA CALIFORNIANA

De camino al sol tan dorado de California, en la cama de nuestra habitación doble en el Hotel Congress —siempre el más barato— comeremos puñados de snacks salados de esos que, según tú, saben como a ortiga. (No olvides que te odio cuando dices palabras como inconspicuo) Y beberemos refrescos, también, fríos pero sin gas en las peores estaciones de servicio de Arizona y, como siempre, insistirás en que


crucemos la frontera cuanto antes. (No olvides que no te aguanto cuando sugieres que somos seres unisexuales) Nosotros florecemos en julio, como esas plantas hostiles que crecen junto al asfalto a pesar de todo. Sin envidiar, por suerte, a las personas normales.

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DOMINE MUNDI

A qué ese afán de domesticarlo todo, de dominar a las especies, de domar al lobo y al león, de enderezar al perro, de aburguesar al gato. A qué tanto interés por hacer hablar a las urracas y saltar a los delfines, por ver a los osos montar, ridículos, en monociclo, por amaestrar al paciente tigre de Bengala. Qué insólito complejo milenario empuja al hombre a civilizarlo todo por la fuerza; a construir zoológicos, circos, jaulas y mataderos. A demostrar su dominio apabullante sobre las cosas de forma tan poco civilizada.


EL AMOR ES CRUELDAD ACCIDENTAL

Pido perd贸n a los mosquitos que murieron estrellados contra el cristal de mi parabrisas, y a las mujeres que me amaron, y yo am茅, en mayor o menor medida.

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VARIACIÓN SOBRE EL ALIENTO DE LOS PERROS

El aliento de los perros en verano es áspero y sonoro como el serrucho desgastando lentamente la madera. El aliento de los perros en otoño es melancólico y cruel igual que una puesta de sol para un hombre ciego. El aliento de los perros en invierno es cálido y tierno como el abrazo de un abuelo, como el pastel de carne. El aliento de los perros en primavera es tan desagradable que hace que las mujeres ansíen la llegada del verano.

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PECADOS DE LA CARNE

En el país de los pequeños petroglifos había dos lesbianas grandes, —que eran también grandes lesbianas—, muy amigas de llorar y criticar y de abrazarse en espacios abiertos, siempre las dos juntas sobre la hierba. De las dos, una era más joven y menuda, y la otra, más callada, estiraba unas medias de rejilla, sin pudor, sobre las piernas enrojecidas; sus muslos parecían roast beef.


LANZADORAS DE CUCHILLOS, NO SEÁIS TAN CRUELES CON LOS ENFERMOS

Lanzadoras de cuchillos, no seáis tan crueles con los enfermos. ¿Por qué no disparáis más cerca de sus órganos vitales? Tened compasión de ellos, lanzadoras de cuchillos; apuntadles al corazón.

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NEBULOSAS

La memoria se vuelve un poco frágil alrededor de aquellos días, supongo que porque entonces no ponía tanto interés en coleccionar cosas bonitas, pero ciertas imágenes aún perduran con la intensidad de las descargas, como la lluvia artificial de aspersores regando el asfalto blando de agosto, que lo hacían brillar como si fuese un mar sintético, y aquel cielo ambarino, o puede que fuese ocre, derramando el tiempo sobre nosotros igual que un inmenso muro de lodo, de fango lento, que no buscaba más que sorprenderte.


STARLING PATROL

Bandadas de pájaros —no importa qué pájaros— desplazándose en el aire con la exuberancia de algunas prostitutas. No diré que gráciles y frondosas, pero imprevistas, inundan el cielo y danzan agitadas por el viento cálido del Este, que hace que todo huela a pan de centeno.

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LA CIUDAD NOS OBSERVA CON OJOS TRANQUILOS

La ciudad nos observa con ojos tranquilos porque tú y yo somos elementos en concordia y cada paso que damos estaba ya escrito en el Gran Libro de los Pasos y es gracioso vernos así, como si siempre hubiésemos sabido dónde acertar con el pie, dónde poner cada palabra. Aquí, entre la gente que avanza y corre y empuja, tú y yo somos dos estatuas de piel tan diminuta, representando un papel para nosotros mismos.

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EL FIN JUSTIFICA LOS MIEDOS

Los hay que están dispuestos a huir de la soledad a cualquier precio, durmiendo con el televisor encendido o dejándose caer en brazos del primer ser humano con que se tropiezan. Hay desdichados también que, por no saber, buscan el amor en el lugar más inaudito, a la salida de las iglesias, entre hombres y mujeres trajeados que lanzan granos de arroz. Y seres extraños que piensan que conservar tradiciones y ritos ancestrales y ridículos, como fiestas de aniversario, es el precio que han de pagar por sentirse acompañados. El fin justifica los miedos porque elimina a víctimas y testigos,


pero las pruebas sobreviven, como fatal profecĂ­a, para advertir a los que vienen detrĂĄs de nosotros, espuma del tiempo.

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ALGUNOS POETAS SUBEN AL CIELO SIN CHAQUETA Y OTROS NO

Después de escuchar a las viejas preconizando con vehemencia las virtudes del Linimento de Sloan, de observar sus extremidades como si fuesen de otro, de sentir el bombeo de la sangre concentrado en las muñecas, el poeta C.B., existencialista sombrío desconvencido y pragmático, invitó a todos sus amigos a desalojar el local y, poniéndose la chaqueta, les deseó buena suerte y subió a su casa a descansar con los gatos. A admirarse la tripa velluda, pálida y blanda. A escribir algo, versos sueltos, lo que fuese, por malo que fuese. Porque era triste que un escritor no escribiese.


DESDE LUEGO QUE NO

Al margen de esporádicos sobresaltos, vivíamos felices en aquel cobertizo de madera que tenía una ventana orientada hacia poniente y olía a maíz y a fruta, y a los dos nos servía de escondite. Bebíamos gaseosa mientras leíamos viejas revistas de la abuela, ediciones antiguas del Reader's Digest, omnipresente, intentando encontrar, en vano, la gracia de sus tiras cómicas. Y comíamos ciruelas negras, escupiendo el hueso en servilletas de papel absorbente. Y por las noches, cuando papá traía aquellas chocolatinas estupendas, que entonces se llamaban Raiders y ahora son sólo Mars, nos preguntábamos si siempre iba a ser así. 40



POR ALGO OCTUBRE ES EL DÉCIMO MES

Los adultos dicen que los niños tienen la llave, pero yo tengo un llavero y no voy a ninguna parte. Se dice también que los jóvenes son la respuesta al futuro, por poco resolutivos que parezcan. Parece que los mayores también tienen derecho a vivir, aunque en menor medida. Y así anda la cosa.

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CIRROS, CÚMULOS Y ESTRATOS

Cirros, cúmulos y estratos, toda esa mierda que inunda el cielo de manchas, descargas eléctricas, tormentas de verano; ¿por qué tenemos que escribir sobre ellas? Hay más poesía en los gases de combustión que expelen los tubos de escape, en los cielos con claros purpúreos, en el monóxido de carbono, en los eclipses radiactivos. Restamos mérito al hombre inventor. Y eso está mal.


CONSUMIR ANTES DE (VER FECHA)

La felicidad es un bien perecedero, como la fruta y la leche, como las hortalizas, como los refrescos con gas, como los zumos. Perseveramos en negarlo, a pesar de todo. La felicidad es efímera. Es delicada. Luce espléndida en el carro de la compra, en las bolsas relucientes del mercado, dentro de su envoltorio de plástico. Pero lleva una fecha de caducidad tatuada en el dorso, e ignorarla sólo lleva a provocar fatales accidentes, evitables y ridículos, como el amor.

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BRAZOS MÁS LARGOS

Los ciegos imaginan los colores, evocando más la sombra que la privación de la luz, como algo abstracto y tangible al mismo tiempo, como una tabla de temperatura filosófica. Nicholas Saunderson reconstruyó, sin ver, el Universo, y jamás se lamentó de su ceguera. Sin embargo, habría deseado tener brazos más largos, tocar la Luna con las manos, para explicarse una pequeña parte de todo lo que nadie podía ver.


MÚSICAS ATÁVICAS

Todos veían la televisión en la cocina. Daban grandes voces, reían, llamaban a sus hijos entre carcajadas y alaridos. Decían: ¡Mucho cuidado con lo que hacéis! y toda esa clase de cosas que se suele decir a los niños cuando son pequeños. Y, luego, volvían a sus cosas. Bebían vino, brindaban con vasos de cristal grueso. Se oía ruido de tenedores mientras los jingles de los anuncios y las voces de la televisión daban calor y ambientaban la escena familiar: «Si encuentra algo mejor, cómprelo». «Si encuentra algo mejor, cómprelo». Tú corrías a esconderte debajo de la cama de la habitación de invitados, la última de la casa, intentando huir del bullicio, pero 46


era imposible. DesearĂ­as haber sido invisible y salir volando por la ventana, igual que una pluma, hasta llegar al suelo, y echar a correr como una ardilla huyendo de los campistas. Pero era imposible.


LOS CAMINOS DEL SEÑOR SON VÍAS DE PEAJE

Yo, que he fingido hacerlo alguna vez, puedo comprender alegre la admiración que sienten algunos locos por los tranvías, la crisis vocacional de los antiguos redentores de Cristo, el calentamiento global, la subida del precio de las cosas en épocas de recesión, el feminismo ilustrado, lesbiano-radical, responsable del auge de la camisa de cuadros. Me cuesta más trabajo asimilar, no obstante, la espiritualidad mercenaria del Sermón de la Montaña, pienso que William Davies pudo hacer cosas mejores. Pero si tuviese que elegir, de entre todas las cosas que me hacen fruncir el ceño, escogería los motivos que llevaron a Pollock a dedicarse al arte, cuando pudo haber sido tan buen taxidermista, o moralista, o haberse reído silenciosamente de los clásicos.

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PARECE QUE TODOS LOS MUERTOS SON BUENOS

Parece que todos los muertos son buenos y apacibles y mansos como las ovejas. Los cantantes de rock, los jugadores de rugby, los porteros de los clubs de noche, los asesinos a sueldo: todos son dignos de despertar compasión y buen recuerdo entre los que se quedan aquí, esperando turno. La muerte puede ser lenta a veces, como la cola de las cajas de los supermercados. Y rápida también, como un descenso administrativo. Llegados a este punto, los viejos procuran ser buenos los últimos días y sustituyen sus listines por páginas de esquelas y rezan y van a misa y hacen todo lo contrario de lo que hacían cuando estaban vivos. 50


CATÁLOGO DE BUENAS ACCIONES PARA HOMBRES CON PRISA

Abandonad el agobio, hombres con prisa. Deteneos y mirad las piernas de las mujeres maduras. Prestad atención a los seres de la calle, aunque os hablen de fiestas, exámenes o partidos. Un resultado deportivo puede ser a veces presagio de algo mejor. No seáis crueles con los jóvenes practicantes de las autoescuelas, aunque se arrastren con lentitud entre los coches a las ocho y veinte. Sed tolerantes, también, con los mayores, esos que cruzan siempre por donde no deben con la parsimonia atroz de los caracoles. Cambiad la arena de vuestros gatos, llevad a vuestros hijos a la playa alguna vez, invitadlos en invierno a chocolate con churros o al cine y fingid entusiasmo por las fiestas.


Ayudad a los perros perdidos que esperan quietos bajo la lluvia a encontrar sus casas, salvad a los gorriones que se caen del nido, amamantad a las crías de rata con biberones. Visitad a los enfermos, llevadles libros de poemas que valgan la pena. Nada de místicos. Ayudad a abrir las ventanas de la sala de espera a las menopáusicas que se sofocan y se agitan. Esforzaos, si podéis, por dedicar algún tiempo a vuestras familias. Encontrad ese método de conciliación laboral del que tanto se habla estos días desde los servicios sociales. Descuidad un poco vuestras obligaciones, hombres con prisa. Es posible que lleguéis tarde a todas partes, pero seréis más felices.

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COMISARIOS DEL ARTE

Comisarios del arte, jueces y árbitros del talento, fiscalizadores del ingenio y la belleza, que os empeñáis en instrumentalizar al artista y buceáis solemnes en cada mancha y ponéis nombre a cada movimiento y pensáis que el mundo se ordena según vuestro criterio, acordaos de Marcel Duchamp cuando lleguéis tarde al cuarto de baño y encontréis la puerta cerrada.


NOSTALGIA DE CABO CAÑAVERAL

Eran tan mágicos los días en que hacíamos volar los sprays de los desodorantes por encima del tejado, lanzándolos al fuego desoyendo los consejos de los viejos, riéndonos siempre tan alto con cada estallido, tan alto. No éramos muy originales, los dos soñábamos con ser astronautas; demasiadas películas de ciencia ficción. Vimos el cielo cambiar de color cientos de veces 54


desde el mismo muro, mientras robábamos cerezas del árbol, (para nosotros, todos los árboles eran sólo árboles) y perseguíamos las sombras de los camiones que corrían por aquel trémulo puente que amenazaba con caerse, eran rápidas como lagartijas sobre el asfalto.


PEDANTES Y PREGONEROS

Por culpa de los académicos, hay iluminados que se empeñan en distinguir la adición de la adicción, la afición de la aflicción, la pompa de la bomba, el llanto de la llama, el año del daño. Apelan, no obstante, alzando bien el mentón, a la milimétrica existencia, al ciclo de las Erofanías, como si en algún momento supiesen de lo que hablan. Derrochan mares de tinta elaborando profundas consideraciones metafísicas sobre el peso de las almas, 56


la densidad de las palabras o la levedad del pĂĄrpado. PalabrerĂ­a barata, nada mĂĄs, buscando impresionar a los impresionables.



NO ESCUPÁIS DELANTE DE LAS CHICAS

No escupáis delante de las chicas, muchachos. No seáis cerdos. Seguid el consejo de los adoquines de Ellsworth. Conteneos, chicos, conteneos. No escupáis delante de las chicas, muchachos. Sed educados. Hay formas más civilizadas de mostrar vuestra hombría. Arreglad televisores, por ejemplo. No escupáis delante de las chicas, muchachos. No seáis ordinarios. Emplead vuestra saliva en destinos más interesantes. Dadles algún beso de vez en cuando.


EL HERMANO TONTO

Me llevaba de la mano a todas partes como si fuese el hermano tonto o el niño que siempre se pierde. Se hace difícil recordarla, pensar en su voz, siquiera, sin sentir esa opresión suave y sudorosa en la palma y en el dorso de la mano. Me decía: voy a contarte otra vez la historia del invernadero, y volvía a repetir el relato, parte por parte, como la primera vez, hasta el último detalle. Y luego estaba su fobia semafórica, 60


decía: ¿Has visto, Hugo, qué mundo de locos éste? Donde los árboles han de ceder su espacio a los semáforos, recortar sus ramas, abrirles paso, para que sus luces rojas se propaguen. Y al día siguiente, lo mismo: Recuérdame que te cuente otra vez lo del invernadero.



MEMORIA HISTÓRICA

De niños, nos lanzábamos como bestias contra la máquina de refrescos: Los más fuertes, que eran también los más incautos, la embestían cada día a cabezazos y siempre —siempre— perdían. Llevábamos nuestras meriendas en el bolsillo pequeño de la mochila; sándwiches blancos de jamón york envueltos en papel de aluminio y galletas de crema que mamá envolvía todas las mañanas cuidadosamente. Nos hacían caminar en fila india, ordenados por el número de clase, con nuestra mano derecha sobre


el hombro de nuestro compañero, marcando el paso, guardando un silencio impropio de aquella edad. Nos llamaban por nuestro apellido, nos atemorizaban, nos hablaban del castigo del infierno, nos manoseaban las piernas y el culo sin que nos diésemos cuenta. Éramos demasiado jóvenes e inocentes todavía. Pero tenemos memoria. Y ahora ya no pueden hacernos nada.

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LA VELOCIDAD DEL RECUERDO

Aunque ella se marchó precipitadamente, —el pelo al viento como un sol atravesado por mil espadas—, corriendo en dirección contraria, él la vio desaparecer muy despacio. Observó su huída en silencio como quien contempla una puesta de sol. Esperó a que se hiciese mínima en el horizonte, tan pequeña que no pudiese ni siquiera imaginarla, y después regresó andando a casa y al llegar se quitó el jersey y encendió la televisión.


ESCULTURAS PORTÁTILES

Bordeamos la comarca con los ojos ciegos como Borges por el tramo largo, por la acera soleada, muy apaciblemente, sin embargo, a pesar de todo, ya sabes. Caminar sin prisa aunque las plantas duelan, permanecer en pie por puro empeño, sin más meta que estirar el entusiasmo, bajo los árboles, sobre los charcos, entre los arbustos y las personas, junto a los perros, contigo.

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CLAVES PARA PARECER POETA

Lanzar libros desde la terraza de un décimo piso con la esperanza de verlos volar como si fuesen palomas mensajeras denota una bonita inclinación por la poesía y algo más. Asistir a congregaciones de poetas, a recitales y lecturas de cualquier tipo, sin importar el autor ni la calidad del catering. Matricularse en cursos de perfeccionamiento de estilo, coleccionar poemarios y manuales de escritura. Leer entrevistas en profundidad de los autores


de moda: Los mismos que promulgan que «escribir es un acto íntimo» aunque todo el mundo tenga acceso a su intimidad leyendo lo que escriben. Haber estado ingresado, al menos un par de veces, en una institución mental o llamarse Leopoldo. O, sencillamente, escribir algún poema de vez en cuando.

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ES LO QUE DICEN

Un día no habrá grúas ni paneles. Derogarán la ley que impide a los hombres cagar con la puerta abierta. Se acabará el hambre; lucharemos contra el empacho. Se acabarán las guerras; tanta paz removerá nuestras conciencias. No habrá periódicos que recortar; tendremos que hacer collages con hojas de té. Se prohibirá, por fin, lucir consignas religiosas


en los guardabarros. (No todo iban a ser malas noticias) Un día saldremos a la calle y no habrá calle. Un día las arañas conquistarán el mundo.

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ARBEIT MACHT FREI

El cielo, Alabama, dibuja curvas en el aire, dibuja hongos nucleares tras las colinas. Se resiente el andamiaje con el ruido de las sirenas. No sé de qué te quejas, si tus lágrimas saben a anticongelante. Prométeme: Esta vez seremos fuertes. No nos pondremos tristes cuando veamos pasar los camiones de la granja, repletos de pollos, hacinados a la ida, vacíos a la vuelta, como vagones de concentrados en Auschwitz-Birkenau.


El trabajo nos hará libres, recuerda. Y la radiación nos pondrá morenos, sin sol, aunque no queramos. He observado, Alabama, que comes caramelos de taurina. Será por eso, tal vez, que pisas la hierba sin ningún recato. Te recomiendo que pienses en cosas agradables: en hombres recios, capaces de quitar multas a sus amigos, en camareras orondas que dan de comer a los pobres, en las viejas canciones de antes de la guerra. En esa clase de cosas, ya sabes, hermosas.

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CLASIFICADOS

ALQUILO mundo. Cinco continentes y baĂąo. Buenas vistas. CĂŠntrico. Posibilidad de reforma. Piscina comunitaria.

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GOMINOLAS PARA LOS PATOS

Ella huía de los hospitales de los cementerios de los aeropuertos de las paradas de autocar de los andenes de las estaciones porque odiaba las despedidas. Él huía de los salones de baile de los estadios de fútbol de los grandes almacenes de los centros comerciales de los restaurantes céntricos de las bibliotecas públicas porque odiaba a la gente. Estaba escrito:


TenĂ­an que conocerse en un parque, comiendo gominolas.

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A LAS GENERACIONES VENIDERAS

Evitad a los repartidores de periódicos gratuitos; sólo buscan ensuciaros las manos de tinta. Huid de las enfermeras gordas y solitarias que sólo palpan vuestro antebrazo para sentir el tacto de otro cuerpo. Compadeced a las mujeres altas y bellas que se permiten trataros con desdén porque alguien se lo consintió alguna vez. Sed indulgentes con la crueldad y la mentira, los mentirosos y los crueles ya tienen bastante con vivir en las cloacas. Ignorad las prohibiciones, las homilías,


los discursos políticos, las manifestaciones, los concursos de jóvenes talentos, las dietas, los crecepelos. No os creáis nada de lo que os digan. Y lo más importante de todo: No os enamoréis jamás.




HUGO IZARRA

MATT SESOW

LF COMENDADOR



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Pro Jamir Alexander Ruiz Ganoza


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