Letras & Musas | N° 1 | Noviembre 2021

Page 1


5

editorial

microrrelato

82

2

6poesía


cuentos

104 126 fotografía

134 dibujo/pintura 3


&

4


editorial El trabajo creativo es sumamente cansado, ya que significa un viaje constante, que inevitablemente nos vacía y transforma. El ser humano cambia a cada segundo y lo que creamos es algo que fuimos o que pudimos ser, jamás es el ahora. Quizá, por eso cuesta tanto revisar nuestras obras, corregirlas o repasar cada línea, porque nunca nos encontraremos en ellas, al menos no completamente, solo hallaremos un borrón, una huella difusa, pero será imposible encontrar el todo. Crear es un trabajo frustrante porque no podemos volver a sentir aquello que sentimos en su momento, por eso creamos siempre, a todo instante, para repetir sensaciones, para vivir lo vivido, aunque sea un vil reflejo, aunque sepamos que todo es una perfecta mentira. En esta edición, el primer número de Letras & Musas, seremos testigos de poemas, relatos y cuentos (además de un extra de dibujo, pintura y fotografía) que han tratado de ser algo en su momento, pero que ahora son una cosa totalmente distinta. Los autores, cuando lo vuelvan a ver (si es que lo hacen y no temen a enfrentar a sus criaturas), recordarán cómo estaban, por qué lo escribieron y obtendrán esa nostalgia propia del pasado, propia del creador que ve su obra hecha, reflejada, quizá no como quería, no como esperaba, pero sí lista para ser y existir por su propia cuenta. Sus obras no son ellos y ellos no son sus obras. Son autónomos. Cada uno viaja por su lado, con una conexión imperceptible, invisible pero latente. Crear un es trabajo difícil, desgarrador, pero se hace porque alguien tiene que hacerlo y duele hacerlo porque nos obligamos a vernos reflejados en algo que ya no somos. El arte es, sin duda, un cruel espejo que tenemos que afrontar. Bienvenidos.

5


6

poesía


SHEINA LEE LEONI ¿Y SI FUERA POSIBLE? ROLANDO REYES LÓPEZ APELACIÓN GABRIEL MORALES AÚN EXISTES YULEISY CRUZ 3 POEMAS ANA GODERI EL LLAMADO DEL NAHUAL TIMOTEO VICTORIA ESPEJO JORGE R. ACEVEDO 2 POEMAS ISA HDEZ LA BÚSQUEDA MARIO FLORES LA ESTAMPIDA SANDRA ÁLVAREZ LABIOS ATEOS / BESOS ABSTRACTOS FERNANDO RALUY LAS FLORES DEL PASILLO MUERTO JORGE CAPPA MUSA ANTONIO RAMÍREZ POR SER MUJER SUCHISMITA GHOSHAL WOMEN REPRESENT THE EMPTY GLASS OF SHAKE ALEXIS EDQUEN ABISMO BRILLANTE FRANCISCO VALENZUELA HORRORES (ANTE UN ETERNO RETORNO) ROCÍO PRIETO NATURALEZA ABRAHAM OSORIO REDONDEL DE VERANO LUCIA NO LE DIGAS A NADIE LUIS SARAVIA 2 POEMAS ABDON ALAN INVIDENTE CUQUIS SANDOVAL 2 POEMAS ANTONIO DI BIANCO LA LUNA DE BARRANQUILLA VASIA VALDEMAR PERCIBIRTE VANINA PÉREZ SOMBRAS NADA MÁS GUSTAVO A. CHINGUAL AMANECER ALONDRA RUIZ 4 POEMAS OSCAR DÍAZ HE BUSCADO A DIOS MAURICIO SÁNCHEZ CAMINANTE MICHEL CM UN VERANO MÁS UNA PENA MENOS CARLOS CAMPOS 3 POEMAS ABRAHAM MÉNDEZ MUJERES AFGANAS ROBINSON QUINTERO EN MI CORAZÓN HAY UNA ESQUINA ESPERANDO POR TI, UMA THURMAN YESSIKA RENGIFO CUANDO MUERE LA GENTE MARIA LOPEZ VESTIDO ROSADO FRAN LEÓN ANGUAS ANACRONISMOS DEL ALMA 7


¿y si fuera posible?

¿Y si fuera posible? Dormitar en tus brazos, invitando a tu alma, ignorando el cansancio, cuando arden mis alas, por volar a tus labios, apenas me reclaman, junto al deseo ingrato, que nos burla con ganas, resbala en nuestras manos, con su traje de gala, sobre el lecho agotado, que se transforma en llamas. ¿Y si fuera posible? Continuar por los años, pintando de esperanza, a ese cielo estrellado, donde luna de plata, brilla desde lo alto marca la piel sudada, de los cuerpos cansados por poemas y magia, hasta que despertamos, apenas llega el alba, que sonrié golpeando, a la limpia ventana, y ese eterno milagro, que comienza en la cama, entre ansiosos presagios, cada vez que me amas.

8


UN POEMA DE SHEINA LEE LEONI 9


apelación UN POEMA DE ROLANDO REYES LÓPEZ

10


Sin mirar a través del mapa abro el verso y digo: poesía es el sitio donde se alivia la urgencia, la indagación del nombre por el que se atestigua en alta voz, el valor y la altura sobre un límite infinito, ola a punto de hallar la interrogante compleja y fe hacia la entrada salvadora del tiempo. El poema florece de un golpe, hace la fantasía y se propaga rápido suficiente en su proceder de campana donde la libertad obsequia justicia, facultad y razón para vivir a plenitud. Con su magia se llega al sitio trazado por el hombre; su valor es punto cardinal proveedor de un verso extendido sobre el mar y no termina hasta ser horizonte que ampara. Urge dar con él, existir en su luz curativa: él hará libre esta carne protectora y librará de acertijos los recuerdos, el espacio en la garganta y el puño. Cuando el poema se expanda se elevará el termino país; solo entonces podrá tomarse al verso como testigo, honrar la fantasía, hallar alojamiento en su estructura y distinguir la recompensa. Desde el mismo comienzo del álbum que nos absuelve de culpas escucho atentamente las ánimas, pacto mi quedar y reanudo el viaje hacia esta poesía hecha a prueba de ciclones, esa que transita fácil hacia una lumbre eterna sin buscar otro fin que hacer el beneficio.

11


aún existes

UN POEMA DE GABRIEL CAMILO MORALES 12


No te preocupes. Hace rato la verdad me cosió las pupilas. No he vuelto a sonreír, mientras recuerdo, aquello que solía recordar cuando te observaba. No he vuelto a mirar tus tenis, tus zapatos de charol negro o tu pelo pintado. Tampoco volví a susurrarle tu nombre a la almohada como de costumbre. He cantado de nuevo, a todo pulmón, todas las canciones que tengo guardadas. Ya ninguna te recuerda. La nostalgia se convirtió, poco a poco, en un fantasma. Que sabe que ya no existe. Y solo de noche, a un metro de distancia, puedo comprobar que aún existes.

13


3 poemas de yuli cruz

Huellas sin paso No habla la arena en el vacío de horizontes y paisajes el sol achica los ojos henchidos por la luz que se propaga en el viento. El viento que sopla lleva y trae los brazos hermanos de la muerte que no sabe de qué ausencias el vacío está hecho. El silencio es ya vacío, con paredes de tumbas levantadas que olvidan el lugar donde se esconden los abrazos. La muerte brinda sus espectros llenos de incorpóreas sombras que han olvidado lo que une el hombre a sus promesas. Las sombras bailan en los ojos que miran el oscuro mundo que los llama desde allá donde se pierde la forma exacta de la huella. ¿Dónde? ¿Dónde? ¿En qué lugar nos perdimos? Nadie habla, nadie sabe donde estuvimos antes de llegar a este desierto. ¿Dónde se perdió el sueño despierto del hombre que vivía los tiempos del alma que le daba felicidad y alas? Ahora sólo quedan pétalos marchitos y el amor que era un don infinito se perdió en el incógnito mundo que muchos llaman destino. ¿Dónde está el viejo camino de esa palabra usada de quién daba su amor sin pedir nada? El hombre bajo el peso de sus espinas tiene el alma mutilada y el corazón preso que se cierra suicida al beso. Como una semilla de luz apagada el hombre perdió el tiempo del abrazo en el largo camino de pupilas dormidas y perdió también el sentido de la vida en el intento de dejar una huella sin paso.

14


La cuna de los olvidos El hombre duerme el vacío y despierta el desierto con el polvo que se pega a los huesos en un triste respirar de pocos espacios que cubre la brillantez del alma. Los granos minúsculos de polvo maestro saben todo de la guerra porque cuentan la gente que muere y las moléculas de tiempo extraviadas en la carne dividida. El desierto es en el hombre polvo de la vida que conoce los vientos lentos que pasan sin turbar el pensamiento con el misterio que vive o que dice de vivir un poco para sufrir por la felicidad, un poco para llorar por la vanidad en la cuna infeliz de los olvidos de las perdidas ondas transformadas de la indiferencia.

Imposible Ningún lugar se abre al ensueño si no se aprende a escuchar la danza del pétalo lejano. Ningún lugar se puede abrir al mundo si el hombre se encuentra perdido. No hay temblor de luceros, no se mueve el corazón del hombre dormido si el alma del cuerpo estremecido olvida el ritmo de las hojas. Sólo desierto en el alba roja hoy me trae el barco triste, me lleva a la deriva del mar vacío que besa con la sombra mi sombra. Tú me quieres ver lejos de este mar de sombras pero no enciendes la llama. Te vuelves estrella fugaz en el aire lleno de esperanzas. El amor es una inmensa fuerza ciega que me llena de falsas esperas para continuar a querer lo que no se acerca.

15


el llamado de nahual UN POEMA DE ANA GODERI

Al mediodía del quinto sol Yo nahual del ingrávido colibrí nacida al final de la gresca entre la llama eterna y una estrella fugaz

Ehécatl nacido en el aliento de todos los seres Resopla tu canto solar sobre mi pueblo agonizante en el delirio televisado de Tlalticpac

Envuelta en mi plumaje perenne y tornasol Bajo las enaguas llevo las armas brebajes sagrados hierbarajos machacados de luz y esperanza

Tláloc chubasco de las heridas lloradas por los ancestros Derrama tu afluente verdad sobre nosotros los ciegos hijos de Huitzilopochtli

Escucho el llamado de la caracola mística en mi oído y les invoco Sabios guardianes de mi ombligo de la luna Acudan Despierten

Enjuaga la vergüenza de estas frentes ulceradas de tanto agachar y entregar Xochipilli llévanos de tu mano al manantial inicial allende el abismo

16


La senda de Mixcóatl te impregne de su furia galáctica Y derrumbes la conquista celebrada en tu cómoda ingenuidad Despierta al camino del guerrero jaguar escucha tu corazón palpitando al unísono del tambor primordial Que solo las brazas de tus pasos ardientes chamusquen tus pies ansiosos de libertad Que el árbol de la noche triste despierte las memorias dormidas para aprender a ser uno solo para no volvernos a tropezar

Solo tus mieles fundidas a los néctares de Xochiquetzal regresarán las almas a la tierna morada Amar solo amar Despierta Ejército de serpientes emplumadas Danza al despunte del sol y reclama tu tierra su fruto y faena

Que solo el brillo precioso de tu jade bravío derrumbe las cruces de culpa y de pestes E instaure la dicha del vuelo del quetzal Despierten dioses antiguos Despierta mexicano a la hermandad Despierta No esperemos al Mictlán

Por la luz de Meztli y la suerte del conejo escupe los vidrios falaces abraza tus tortillas tus frijoles tu español tu tez morena tu palidez y tus huaraches

17


18

UN

EM

PO

A

DE

O

OT E

IA

VI CT OR

ep

M

TI

oj se


Es imposible seguir controlando la bestia que soy, la que ve huellas y trazos en la ciudad dormida, a la que le brota la carne sin forma, incolora y terrenal, por cada vena y arteria, la que quiere pintar el firmamento con un oleaje endemoniado y embravecido. Esta metamorfosis ocurre cada que el espejo cuelga el tiempo mismo, y cada vez son más las líneas de despecho y suicidio que buscan llenar los huecos del laberinto cotidiano y urbano. Soy el verbo original, el hombre en su forma exacta, sin tapujos ni máscaras, la manzana del pecado y la última exhalación del mar de rostros sin latidos. Soy la desesperanza pura y destilada, dadas a beber a las masas en pastillas de venta libre, el amor fugaz y descontrolado, que borra los rastros de la arena virginal, una taxidermia al aire libre, semilla implantada en la memoria del mundo. Soy el pensamiento de la oscuridad absoluta, el que brota antes de estrellarse en el pavimento, antes de que la seda roja riegue, fructificando en casas vacías y hoteles melosos, aquel que le pone punto final a tu mirada, ordenando las pecas de tu espalda y soportando la presión de tus muslos ahogados en el placer incomprendido.

19


La esquina “Ves, Rosana Salazar, no puedo ser parrandera”.

En una esquina el poeta y la ciudad… En la esquina tierra y soledad… En el cielo la cuna blanca de la libertad, manto de la noche, sinceridad, versos de sal y cristal. Tómame de la mano, hazme pasear, presumiendo tu nostálgica ilusión, llévame contigo, hazme cruzar el puente y el infinito: ¡Prometeo no lo sabrá jamás!

20


2 poemas de jorge r. acevedo

Luz de mi alma A la pesca de tu luz. Has del paisaje mi melancolía: hojas que simulan, hojas que viajan. Luz de mi alma, pequeñita brisa que encierra en sí tanta soledad. Luz blanca y esbelta, luz inmensa e infinita. ¡Unánime! ¡Jamás grotesca! Tu redondez dará vida, y serás, por siempre, mi compañera. Luz blanca y perfecta. Luz inmaculada y esbelta.

21


22


la búsqueda UN POEMA DE ISA HDEZ

Caminaba erguida con su melena al viento y mirando al frente, con paso firme y decidido hacia el horizonte de su pensamiento, como rebuscando entre los resquicios de las nubes algodonosas, deseando ver atrás aquello que amaba y acariciaba y ansiaba alcanzar. Confiaba en transmitir las pretensiones que albergaba en su interior, y que el mundo comprendiera los laberintos de su mirada, que se dibujaban como las líneas plateadas de los mares, cuando el reflejo de la luna se desbordaba en las noches de verano. Sus pisadas por la arena hundían sus pies descalzos, sonreía con placidez y se erizaba su piel al contacto con el agua, andaba temblorosa como si en la espuma blanca encontrara el destello, y sus ojos de color azul mar resplandecieran del asombroso silencio. Buceaba en los abismos de las profundidades de su mente, para mirarse en las banalidades que la trasladaban a la realidad, y desistiera de fantasías, regodeos y aspiraciones, que calmaran sus sentimientos de incursiones glamurosas y vacías. Sabía que se demoraba lo que escudriñaba en su plenitud, pero precisaba agradecer los aromas que transportaba la brisa, y sentirse halagada y henchida por las dispensas encontradas, porque la senda le mostraba paz, la honraba y la esperanzaba.

23


la estampida UN POEMA DE MARIO FLORES

Cuando por fin abrí los ojos, la tormenta llegó. Vagaban por el cielo los árboles arrancados, una violenta lluvia de verano con voz de animal en los últimos instantes, las últimas páginas. La tormenta sos vos. Una fuerza salvaje tan enorme que es imposible huir o mirar a otro lado. Ojalá el fin del mundo también sea así, una estampida que me lleve por delante con la forma de tus ojos despiertos. Buscamos el camino de regreso con las caras iluminadas por relámpagos, como dos insectos que chocan entre sí confundiendo la trayectoria de los sueños. ¿Quién sabe si este es el mundo real o la metástasis alucinógena de un dios muy estresado? Todo está a oscuras y para lograr volver solamente podemos guiarnos con la forma que le encontramos a las tinieblas después de un largo rato de silencio. Ayer, justamente, venía caminando de noche con las ideas en un remolino eléctrico; me acordaba de vos, de nuestra travesía. ¡Qué extraña manera de amar todo eso que ha quedado tan lejos! Íbamos a la vieja estación donde están los vagones abandonados y nos sentábamos en el pasto a fumar bajo el sol, a imaginar ese otro tiempo cuando las vías de metal rechinaban vida.

24


No es que sienta melancolía por una época que no viví, jamás he sido fan del pasado. Lo que extraño, en realidad, es ir caminando hasta ahí los domingos por la tarde, vos con tus ideas y yo con las mías Me gusta encontrar un vestigio de vitalidad en medio de la maleza salvaje que crece alrededor de mí; hacer de cuenta que estoy posando para una fotografía blanco y negro que nunca vas a ver. Vos con tu silencio y yo con el mío cada uno alimentando un animal que finalmente nos come vivos. La mala hierba que crece alrededor de mi cabeza quiero cortarla de cuajo, la mala hierba que crece dentro de mi cabeza quiero cortarla de cuajo, quedarme con lo imprescindible quedarme con lo invencible.

25


labios ateos / besos abstractos

UN POEMA DE SANDRA ÁLVAREZ 26


Abre los labios deja huir tu voz y oír tu fuego que arda tu alrededor que se vuelva ceniza lo ajeno. Enciende el vino y los peces en marzo déjalos morir antes de septiembre. Decora mis estrellas con dos de tus besos y las huellas marchitas de tus pies. Tu ternura me da miedo, pero me hace quedarme para rozar tus sombras y apagar la luz que te guía en el camino. Y te vuelvas mi lugar, mi hogar deseado con cama, mesa, libros cristalización de los besos que escondo bajo mi almohada. Sopla las velas sin necesidad de pedir deseos luego, enreda en mis manos tu cabello. Haz que el planeta entero se exilie en la luna y renuncie a su regreso para que todo en la Tierra sea solo nuestro. Rememora las piedras las sombras, los hilos, las gradas. En las nubes que habitan tu espalda anidarán hormigas y golondrinas emigrarán a veces a tus pupilas a veces a tu vientre. Déjalas ir a los volcanes que quieres conocer a los ríos en que aprendiste a nadar a las calles vacías que divides en dos y pones un pie en cada hemisferio. Ya no colecciones nombres, palabras, canciones suelta los abrazos. Permite que fluyan ríos desde la palma de tus manos y fecunden la tierra, germinen las flores y las piedras, se deconstruyan los muros las calles y las ciudades en que constantemente nos alejamos.

27


las ores del pasillo muerto

Vi las flores, tan vivas, en el corredor de revoque herido un mapa de cal con ríos que lo parten, vos dormías en una íntima avenida y yo, descalzo, en mi uniforme de sueño, la ventana de la cocina, con las flores del pasillo tendiéndome sus colores. En tu avenida de los párpados los colores tendidos sigilo de la aurora.

UN POEMA DE FERNANDO RALUY 28


29


musa UN POEMA DE JORGE CAPPA

30


Cuando la nostalgia es cruel y habita en los versos sin rastro, y el destino es un hombre con prisa atrapado en los andenes del espanto, la memoria es un tren que descarrila con fe sordomuda, persiguiendo a una musa que danza entre el caos y la fortuna. Volando a la deriva, lanza su espejo al horizonte. Ya no hay rencor ni agonía que su pedestal soporte. Acércame tu recuerdo de arcilla. Cobíjame en tu voz. Será distinto este invierno asomado a tu balcón. Acércame tu promesa de espuma. Abriga mi canción. Será tu nombre el secreto que guarde en mi cajón. Cuando la nostalgia roza la piel y afila el eco de sus pasos, y el camino es un puente de cristal que ofrece otro secreto doblado, la impaciencia es una sombra que desfila abrazada a la duda, persiguiendo a una musa que danza entre el milagro y la locura. Volando a la deriva, lanza su espejo al horizonte. Ya no hay silencio ni mentira que su pedestal soporte. Acércame tu recuerdo de arcilla. Cobíjame en tu voz. Será distinto este invierno asomado a tu balcón. Acércame tu promesa de espuma. Abriga mi canción. Será tu nombre el secreto que guarde en mi cajón.

31


por ser

mujer

UN POEMA DE ANTONIO RAMÍREZ CÓRDOVA 32


Dicen que ustedes son el sexo débil, porque están hechas de espejo y alborada, de carmín y zafiro, de clavel y de seda, de noble aliento y de música infinita donde el canto es real. Dicen que ustedes son el sexo débil porque parecen reinas moras, cuando inclinan sus cabezas sobre un terrón de azúcar o cuando se desnudan les pasan caballitos azules al compás del asombro o porque caben en una copa de vino. Dicen que ustedes son el sexo débil, Porque pueblan con avidez de lucha los rotundos instantes del universo, porque por las siete líneas de sus manos pasa la vida. Dicen que ustedes son el sexo débil, porque ustedes destruyen la penumbra en la tiniebla y ante los ojos de Dios, detenido en el tiempo donde el sol es rayo.

33


women represent the empty glass of shake UN POEMA DE SUCHISMITA GHOSHAL

Wherever I see emptiness adorned beautifully, It makes me remember this could be nothing But the entire entity of women. This empty container, painted with scrambled chocolate sauce Reminds me of the days when a woman is Subjected to give comfort even if she feels sucked from inside. Her flesh might give the taste of flavours, She may appear like her best, Ravishing enough to knock you down in a few seconds, But holds no intent to be fucked. You suck her like you sucked the entire coffee in seconds, You love to take in the distinguished taste of every little ingredient. Your tongue finds the euphoric pleasure when You can differentiate the taste of her vagina and breasts Like the same way you do between brewing coffee and ice-cream. The chilling effect was your appeasement When you finally compared her body with the ice-cubes That brings down the fire in your soul. You hate when she speaks in between, As the dominance eats your head

34


With the idea that the same authority men access shouldn't be on the plate of a woman. You hate when you feel interruption As she doesn't let you peacefully murder her everyday, You hate if she screams and cries as you may feel the orgasm but she feels the trauma You hate if she bleeds on her periods As it won't be the night of your experiments on your home-pet "wife", You hate it, all of it, all she does and says until She represents you with the bindi, sharee, gunghat, a plate of curry, sabzi, water-filled glass at your night table And you stare on her sagging breast While you eat your dishes burning her with your look along with eating her, half, there, at the very minute. She isn't an eatable like your lunch and dinner, She isn't a cup of shake like your cold coffee. The last day when I took the last sip of coffee, It shook me from inside, it broke me down with the strange thought As the vacuum of the cup Before my last slurp could quite familiarize the terror women go through When they are sucked,- sorry, fucked! And tasted for the sake of sexual contentment. Have you seen the lines before a red light area? You can easily define it as a queue of prostitutes and also a queue of hungry men, right?

But I, I do see different type of pleasant shakes in different forms, colours and tastes. Are showcased before a summer-tired bunch of customers who are jostling with their vigour, pride and erect manhood. To compete, who could finish them up the fastest? It's strange how one by one, part by part, Each glass of shake is distributed among them, They jump, taste & finish them up just like winning a race. Here, the contest is easier as they are meant to be fucked only, quite like "use and throw". I believe if this race could be introduced in Olympic, No country would witness any drought in their medal-list. The women could be drunk like palatable shakes And men would keep on showing their glorious triumph in winning medals for the sport 'fuck like you drink shakes', in a gap of every four years.

35


las mujeres representan un recipiente vacío de batido TRADUCCIÓN DE ALEXIS EDQUEN

Donde miro el vacío se encuentra adornado bellamente, Me hace recordar que esto podría ser irrelevante Pero toda la entidad de la mujer. Este recipiente vacío, pintado en salsa de chocolate Me recuerda los días en los que una mujer es sometida para dar consuelo, incluso si se siente succionada desde adentro. Su carne puede dar un abanico de sabores, Ella puede aparecer en su mejor momento, Lo suficientemente deslumbrante como para fascinarte en segundos, Pero no tiene intención de follar. La chupas como si hubieras chupado todo el café en segundos, Te encanta disfrutar del sofisticado sabor de cada pequeño ingrediente. Tu lengua encuentra el placer eufórico cuando puedes diferenciar el sabor de su vagina y sus pechos. De la misma manera que lo haces cuando preparas café y helado. Esa escalofriante sensación terminó apaciguándote

36


Cuando terminaste comparando su cuerpo con cubos de hielo Eso se trae abajo el fuego abrasador en tu alma. Odias cuando ella te interrumpe, Mientras el sentimiento de dominancia te carcome por dentro. Con la idea de que la misma autoridad el acceso de los hombres debería estar prohibido a los placeres de una mujer. Odias cuando te interrumpe Como ella no te deja asesinarla pacíficamente todos los días, Odias si ella grita y llora, ya que puedes sentir el orgasmo pero ella siente el trauma. Odias si sangra en sus períodos De qué forma será la noche de sus experimentos con su “esposa” mascota, Lo odias, todo, todo lo que ella representa y hace Ella te recibe con bindi, sharee, gunghat, un plato de curry, sabzi, un recipiente lleno de agua en tu mesita de noche. Y miras fijamente sus pechos caídos Mientras comes los platos quemándola con tu mirada , devorándola mitad por mitad, ahí, a cada minuto. Ella no es un comestible como tu almuerzo o cena Ella no es un recipiente de batido, como tu frío café. El día en que tomé el último sorbo de café, Me estremecí completamente, me destrozó el extraño pensamiento Como el recipiente vacío, Antes de que mi último sorbo pudiera familiarizarme con el terror por el que pasan las mujeres Cuando son tomadas, - ¡lo siento, folladas! Y lo probé por placer sexual. ¿Has visto las líneas antes del área de luces rojas? Puedes definirlo fácilmente como una cola de prostitutas y también una cola de hombres hambrientos, ¿verdad?

Pero yo veo diferentes tipos de batidos agradables en diferentes recipientes, colores y sabores. Se exhiben ante un grupo de clientes sedientos que se empujan con su vigor, orgullo y hombría erecta. Para competir, ¿quién podría acabar con ellos más rápido? Es extraño como uno a uno, parte por parte, Cada recipiente de batido es repartido entre ellos, Saltan, prueban y terminan como si hubieran ganado una carrera. Aquí, el concurso es más fácil ya que sólo se supone que tienen que follarlas, así como "usar y desechar". Creo que si esta carrera fuera introducirse en las olimpiadas, A ningún país llegaría a faltarle medallistas. Las mujeres podrían estar ebrias como apetitosos batidos Y los hombres seguirían mostrando su glorioso triunfo al ganar medallas para el deporte ’Folla como si bebieras batidos’, en un intervalo de cada cuatro años.

37


abismo

brillante 38


UN POEMA DE ALEXIS EDQUEN Las luces hoy no brillan más ¡Libertad! El silencio gritará Bufones saltando, riendo están Y falsos héroes podrán descansar Despiertos al morir y somnolientos al partir Estirando la mano, para poder vivir Mientras que el dueño de la noche eterna Nos tiene a todos en un vaivén Espera la ausencia del sol, para podernos desvanecer Cielo, mar, ande y tierra Constituyen mi ser Evoca las flamas eternas Sembrarlas también Inmolándome En mi sed Justo es quien llegues a ver La fe desaparece como humo del tren Cosechando ira, ceniza y miedo Alimentados los hambrientos, por un titiritero Luego llega el bardo, sonriendo por lo alto Arruinando el festín y despertando al ganado Las sombras se levantan Visiones con fantasías y alabanzas Pues en niños han cambiado Ya que las piedras de la vida, por fin han soltado Cielo, mar, ande y tierra Constituyen mi ser Evoca las flamas eternas Sembrarlas también Inmolándome En mi sed

39


horrores (ante un eterno retorno)

UN POEMA DE FRANCISCO VALENZUELA 40


Amanezco entre pesadillas, Observo los surcos en mis palmas. Estas líneas son también las de otro. Estas partículas, este polvillo sideral que nombro. Una masa, una equis elevada al infinito, Será replicada bajo este sol, me digo. Tal vez renací con calcado semblante. Tal vez cometí mismas acciones, Mismos sentires, mismas equivocaciones Que aquel yo anterior —y por tanto venidero— ¿Soy acaso un calco? ¿Un remedo? ¿Cuántas regresiones aguantaré? ¿Es el hambre por el hambre acaso? ¿Varía si quiera el hábitat? ¿La trama? Mis gemelos antepasados y descendientes Fueron y serán en esta… la tercera roca del sistema, Hasta la implosión del universo. Existiré por siempre idéntico en este limbo atemporal, involutivo. Mi gnosis se repara en cuerpos análogos. ¿El tiempo todo lo destruye o lo reconstruye?

41


na tu ra l ez a

42


Antes de ti, el viento se volcaba contra el mar y la raíz de mi amor era la tierra, las cordilleras y las aves emprendiendo el vuelo. Las aguas tibias y el hábitat entre los corales. Éramos un solo binomio. Pero llegaste y me prometiste el paraíso, la selva, la hoja de vainilla y fuimos dos tigres al acecho. Oasis eran tus palabras al darme cuenta que todo aquello se fue volviendo la aridez, nacieron los cardos y las espinas hirieron mis pasos. El sudor de mi frente desvía las imágenes fecundas de esa tierra de aguas reverdecidas. Quise huir de aquel paraje para no oír graznar a los cuervos, creí ver la ferocidad de las águilas desgarrando mi garganta. Mi vista se incrustó entre los riscos y fueron mi última morada. Ahí quedó mi cuerpo. Y el sol, furtivo amante, devoró mi carne. Antes de ti yo era mar, bosque y felicidad.

UN POEMA DE ROCÍO PRIETO VALDIVIA 43


redondel

de verano UN POEMA DE ABRAHAM OSORIO 44


Ni el sol ni la muerte pueden mirarse de frente François de La Rochefocauld

En el campo de los lirios, los vivos huyen del mortal estío, intentan evadir a sus vientos abrasivos, no caer en el ardid de sus días festivos. Van con sus lustres sumarios entre los lirios leonados. Van por el campo, sombríos entre los esqueletos pardos. Ensimismados por la gran estrella que ciega, sus cuerpos inmóviles son consumados y lo verdaderamente vivido es develado. Al otro lado, ignora aun el influjo astro, Mientras otra vez gira el redondo verano y otros vivos andan tras los mismos pasos.

45


No le digas a nadie que me has visto llorando. ¿Cómo podría yo hacerlo? No les digas que he vuelto a caer en lo más oscuro de mi ser. ¿Cómo podría yo hacerlo? Tampoco les digas que todo se ha nublado, que una nube de pensamientos me ha cobijado. ¿Cómo podría yo hacerlo? Menos les digas, su mirada se ha vuelto triste aunque eso ya sea evidente. Pero, ¿cómo podría yo hacerlo? si solo a tu imaginación pertenezco. ¡Por favor, no les digas! que me has visto llorar...

46


no le digas

a nadie

UN POEMA DE LUCÍA

47


2 poemas

de Luis Eduardo Saravia 48


amar Escucho unas voces un miedo detrás de todo, no sé por qué escucharlo es un martirio. Aún no estoy tranquilo, aquella voz se abalanza contra mí, la frase está dicha. En un mundo de dolores el silencio se anula y en mi cabeza solo ella grita. Y en unos minutos su voz aclama, mis llantos reclaman el cantar de su vida. Una avalancha de caricias envuelta en fragancias de un lugar encantado allí estas tú. No hay miedo al murmullo y a los suspiros nocturnos, un respiro de amor, solo quiero sentirme en vida. Escuchando tu raro silencio, tus despertares bajo algunas lunas que invitan al viaje inesperado sin regreso, y volver a amar.

cuesta abajo Falda de colores Llevo el amor de mis alturas un bailecito que contagia Cuesta abajo yo danzaba Esta lluvia mi testigo Voy rompiendo desafíos Sigo siempre enamorada De mi falda sus colores Gira al son de la diablada Con el bombo de testigo Yaraví de mis amores Eres mío solo mío Cantaré hasta el delirio Con la voz casi abatida Y mi alma ensangrentada Cariñito de mi alma Esta fiesta nunca acaba

49


50

invidente


UN POEMA DE ABDÓN ALAN CARRILLO

Tengo el ojo más ciego que la noche sin embargo amor yo te tanteo cual serpiente me empuja zigzageo arrastrando el alma como un velo. Es posible amor nunca te encuentre que los años fumiguen mis anhelos mas despierto soñando que te tengo y se renuevan mis sueños mis deseos. Olfateando tu pelo te persigo como lo hacen al hambre tristes perros voy a tientas pensando que te quiero y se llenan de luz mis ojos ciegos. He de andar así hasta que amanezca con tu cuerpo aquí junto a mi cuerpo o si acaso despierto entre los muertos será ese día que yo cegue mi intento.

51


oleaje discursivo Escribo para no perecer navegando en esa barca que no permite naufragar en el olvido cortando olas dentro de las tormentas no por esto, exenta de salir golpeada Ante la furia de la naturaleza, voy soltando amarras me aferro al andamiaje tendido por expertos Fugosa homofonía de redes extendidas a distancia permitiendo encontrar connotaciones significativas de la palabra donde el verbo resplandece con la aurora boreal y se tiñe con los colores difuminados del horizonte

2 poemas de Cuquis Sandoval

La mirada migra a la causalidad, enfocando la luz del faro del puerto donde duerme una multiplicidad de mundos vestidos de individualidad llegando a casa, la aventura finiquitada es el preludio de una más; es un viaje excitante, interminable, que incursiona en recovecos, historias, naturaleza cambiante como el tiempo, palabras, que hacen gala de la combinación de recursos y elementos para embrujar las radiaciones del eco del pensamiento y trascender en el espacio y tiempo.

52


corazón amortajado Como un sollozo en la nevada cual gota de sangre que tiñe su blancura luz que se extingue difuminando en el horizonte destellos oscuros, bosquejos inconclusos del pintor de creación no finiquitada Dunas sedientas agujas de hiel que lastiman, taladran perforan y desangran navaja que corta, filo que lastima gritos de ayuda silenciosa que busca llegar a la conciencia colectiva Suicidio lento se escucha en los acordes de violines en el trinar de las avecillas miradas sin luz, sin alegría

Primaveras sin crepúsculo sin verdor, sin colores; almas maltrechas que no visualizan fulgores resplandecientes de ilusiones y esperanzas ¿Qué pasa en tu interior coral de vida? ¿Dónde está la concha protectora que celosamente guarda los tesoros de tu alma? No riegues con tu sangre los caminos y los días no es la puerta de salida es naufragio, caer al abismo, a dimensiones y profundidades oscuras Quizá atravieses la etapa de crisálida entre oruga y mariposa deja concluir la metamorfosis se desplegarán tus alas podrás planear sobre las olas de angustia

53


UN POEMA DE ANTONIO DI BIANCO

luna de barranquilla 54


Una noche iré a buscarte porque ya no serás tú. Me verás venir desde lejos lo suficientemente rápido como para mezclarme con la luna. Una noche dejarás de soñar conmigo, porque estaré justo ahí, frente a ti, y entonces tomarás mi mano porque ya no serás tú. Tal vez pensarás que es un sueño, pero será solo la luna. Esta luna de Barranquilla que me ha acunado tanto, porque es mi misma luna. Llena de secretos, revelará la verdad de mi amor y tú entonces las creerás. Porque ya no serás tú. Y yo que te he amado tanto, con ese amor tan fuerte, típico de películas. Y yo que vengo de la nada, como un volcán, te he dado todo mi corazón, todo mi amor, toda mi alma, todo de todo de mí. Me quedaré ahí contigo, bajo la luna. Como un guerrero que lanza el hacha, seguir siendo lo que es. Me quedaré bajo la luna contigo, todas las veces, que la vida te traerá de nuevo a mí. O todo el tiempo que llenaré el espacio dentro de tu corazón. Y sucederá, porque te conozco. Tú solo buscas esa luna y estaré contigo con todo mi amor. Siempre tuyo. Busca siempre, esa misma luna de Barranquilla.

55


percibirte

UN POEMA DE VASIA VALDEMAR 56


Empozado y grisáceo un vacío cristal cae, turbulenta roca azul, posada en el castaño puro: deshaces fielmente en balcones bisiestos mi cansancio arbóreo, puerto de miradas de estío, te construyes en palabras ausentes. Flor acuosa de selva, alma y foresta antigua: bebes de la nueva vida urdiendo aún cielos en los miles de días, sin pétalos, sin pieles, en tardes incineradas. en mis caudalosas miradas. Melodía dulce de besos níveos trémula en mi mano amazónica danzas; intermitencia del ser, amor simbiótico, soy la prueba carmín, que de tus labios celestes, esta bóveda extraña… esta bóveda exhala.

57


sombras nada más

UN POEMA DE VANINA ROXANA PÉREZ 58


Un gusano que vuela, un gusano que aterra. Nacer, vivir... morir. Anhelo de ternura que nunca se dará. Se aleja el hombre malo que lobo ya será. La bestia se transforma para su alma hallar. Un príncipe no quiero, la bestia anhelo amar, La realidad difiere de sombras nada más Los sueños sólo sueños de lo que no será. Jugar con fantasía cicatrices creará, Y el príncipe lejano, azul jamás será. Migajas esparcidas sobre un destino ya escrito, Que se dibuja en los rostros de niños-hombres proscritos. Maera oculta su rostro en páginas de ficciones Y enlaza épicas sendas con ovillos que Ariadna deja, Entre rosas y espinas secas Que aguardan la inocencia perdida Donde habita la eterna rueca. Entre agujas de fuego espera, la bella bestia en tinieblas Mientras teje y desteje al alba, escritos de roja seda. Espejos infinitos desdoblan la manzana que mira a la niña Dormir, en pequeña cama, Entre hombres que condenan la libertad de su mente Que florece cada instante con su virginidad hirviente. Símbolos que encubren al hombre lobo acechante Ocultos en anaqueles de metamorfosis de historias Que hechizan entre cenizas de polvos de hadas rosas. Nacer… desear… morir El lobo se agazapa detrás del ventanal Con ojos lujuriosos tu carne deseará. Estruja entre sus manos la carne virginal Devora la manzana Pecado original.

59


amanecer

UN POEMA DE GUSTAVO A. CHINGUAL Las imágenes solas se mueven con solo ajustar la mirada, colores y formas muestran su verdad, entregando cumplidas humanidades que consagran en una noche gris su gracia Los sabores solos se mueven con solo tomar en la lengua la esencia, tacto y palmos ofrecen su belleza, dejando en la cabeza la grandeza de un cuerpo vivido y desvivido Entrega tu pasión Hoguera, entrega tu calor, entiende que el ardor de tu quimérica piel necesita quien lo acaricie para que tu interior no arda sobre sí mismo Entrega tu pasión Hoguera, entrégame ese candor que solo tú sabes dar, no dejes que mi fresca piel se seque por el azote de un viento infame, no dejes que mi querida boca se parta por la sed que solo tú provocas

60


Sella en este encuentro tus caricias, para que el día de mañana o dentro de un rato pueda yo volver a los más altos palacios que se abren cuando tu presencia choca con la mía, que se abren más cuando tu presencia cambia con la mía Dócil divinidad pagana que alumbras noche y día, derrama tus naturales dones sobre lo vivo para que no falten las alegrías ni las bellezas, y que en un gran amanecer se encuentren otra vez el recién nacido y la dicha primigenia Devuélveme el aliento con uno solo de tus toques para así hablar de nuevo el idioma del mundo, volverme a ver con los ojos de un niño que mira el inmenso mar con inocencia Derrama sobre mí tus naturales dones, para que no me falten ni las alegrías ni las bellezas, y que el amanecer no me encuentre dormido sin haber buscado el refugio de tus brazos, el abrigo de tus fuegos, el agua de tus besos, o la dulce agonía de tu presencia

61


4

poemas de Alondra Ruiz

36 Déjame ser esa parte vacía que habite en tu mirada El despertar de sonrisas ocultas Abrazos que hierven la piel que están destinados a huir Mareas de susurros por la mañana Anclas de fe en un amor perdido Déjame a mí entrar intrínsecamente Desordenar tu cama Conocer ciertas ilusiones olvidadas Cielos preocupados desvanecen anhelos Sentirte y vivirte Hacer una fiesta contigo Úsame hasta el desgaste Amor has estado oculto tantos años Cede y recorramos caminos Desángrate conmigo 37 Te quiero Y preferiría no hacerlo Uno siempre elige su condena Y yo te he elegido a ti y a esas cadenas Te quiero Y preferiría morir mil veces Caer al vació con las manos atadas Morderme la lengua Te quiero y las letras que escribo son transparentes Te dibujo en la ventana Eres un infraleve de placeres que no vuelven Te quiero ¿Y cómo quererte sin morir a diario? Respiro arena en el desierto de tu olvido Y tu sombra me seduce constantemente

62


38 Y si quieres todo de mí ¿En qué momento seré yo conmigo? No insistas si al paso que doy Tú partes tres más lejano Amores de una historia perfecta Residuos de la persona que amé Aléjate y desaparece hoy. Lo nuestro fue un sinsentido. Miradas perdidas Vete pero quédate lento La vida que eliges no es conmigo Y hoy ya no soy yo.

39 Vengo del ultimo bus De dónde mi voluntad era grande Y tú estabas conmigo dónde nuestros ojos sonreían Vengo de dónde bailamos juntos Leyendo atardeceres Y ahora hay polvo y música de fondo Vengo de abrazos cansados De un día de trabajo Carbón con pimienta y un pedazo de canela Perfume seco y una flor marchita.

63


he buscado a Dios UN POEMA DE ÓSCAR DIAZ BETANCUR

64


He buscado a Dios fijando la mirada en la espesa claridad de la conciencia, lo he buscado en los tropiezos hondonadas de la vida que nos llevan a ser parte integral de su morfología cuando nuestro ser se desintegra de momento y adhiere moléculas ateas. Lo he buscado en el arte, en el antipoema, en la fe, en la utopía y no consigo crear un Dios a mis preguntas. Lo he buscado en el punto fijo de la nada en la muerte inaplazable en la mujer virgen de un poema, en palabras y acordes imposibles allegando hasta mí mil dioses falsos que pelean esta alma mortecina. Continúo buscando en detrimento de este cuerpo que se agota día a día. Me falta el Tíbet y planetas aledaños esperando hallarlo en la eterna luz del corazón humano.

65


Caminante

66


UN POEMA DE MARIO SÁNCHEZ RUIZ

Yo tengo unos zapatos viejos, que pisan mi destino, hechos de cuero de historias, contadas en los caminos, adelante es mi norte, la sombra de los árboles, mis vecinos, el cielo mi guardián, las estrellas amantes de un peregrino. Sin maletas que carguen los pecados que no he cometido, con el sudor que se convierte en lava, de un volcán forajido, con sueños andantes, sin brújulas que indiquen lo permitido, con mil sombras que persiguen, el ave sin alas y sin nido. La alfombra tibia de yerba verde que reside en la noche fría, tapado de soledad y el mal olor que acompaña mi vida vacía, perdido en el cansancio, que dejaron los pasos por cortesía, inerte he quedado como un cadáver, bajo la luna, así lucía. Yo tengo un camino para seguir, el aire para mis pulmones, una camisa sucia y remendada, testigo de mis desilusiones, una bolsa con pedazos de vida usada y rotos en mis calzones, un sol que enciende mi cara, y excita todas mis decisiones. Las huellas las borra la lluvia, cuando baña el sur de mi mirada, mis pasos no indagan pasados, cuando el presente va en picada, grabo sucesos nuevos en mi senda, que no se detiene por nada, ando sin maletas que amarren mis pies, vacío la carga pesada. Una sombra que no me abandona, en mi complejo de solitario, lo poco que tengo encima de la piel, no llenará ningún armario, una luna llena para soñar, un sol para andar despierto a diario, un camino sin final, para ocupar los siete días de mi calendario. Mis suspiros agitados con ganas de sumergirse en cada huella, un mar gigante lleno de emociones, incontable como las estrellas, que cargo siempre a donde voy, para embriagarme con una botella, llena de fantásticas anécdotas, para recordar que la vida es bella. Caminante soy, en las cruzadas que me propongo alcanzar la luna, usando las estrellas, para hallar la senda, visitándolas de una en una, sigo sin detenerme, adelante siempre voy, hasta encontrar la fortuna, salvaje y libre, sin ataduras, sin lobos hambrientos en noches de cuna.

67


Un verano más, una pena menos UN POEMA DE MICHEL CM

Iba rumbo a casa el día se había ido entre el desierto de los peatones a la luz tenue de lo público esperando sentada en la parada de autobús una (presencia) bajo un manto de raso rojo presagio pagano del verano Al paso de los días he perdido certeza de su presencia recuerdo sinuoso imagen difusa al fulgor de los rayos solares un cuerpo destruido perdiendo memoria perdiendo tiempo olvidando espacios Quemaduras del afelio marcando mi espina dorsal cicatrices presentes en mi espalda ausentes a mis ojos Reverberación de sequías fuegos salvajes que brotan de su cabeza han quemado la punta de mis manos Cuida el momento de descanso que el insomnio es contagioso A mi llegada la lluvia de tregua se presenta preludio anunciado tragedia anímica un huracán a la espera de ser caos o fruto.

68


Empiezas a ceder desesperadamente a lo que no controlas te atascas de placer como un vicioso agitado por la abundancia misma que lo lleva a encarnarse en excesos trampa hecha a la medida de sus capacidades Solsticios iracundos de olvidos forzados dañados por sus propios puños con los nudillos reventados por la furia misma de sus desencuentros caen al final del día un par de pétalos extasiados exprimidos en el clímax de su color amarillos y azules que carcomen el aire pero pintan la brisa que carga consigo polvo y ceniza de todos nosotros víctimas de nuestro consumo agotados por las peripecias bastardas de la canícula dejando el cuerpo en huesos una y otra vez.

69


3 poemas de Carlos Campos POST SCRITIUM A prisa y sediento tu cuerpo se sumerge en esta lenta oscuridad de los sentidos Atrapada ciega de temores sorteando la adversa calidez de las miniaturas que brotan de mis manos Para ser la luminiscencia el pájaro la orquídea o el pez de aguas profundas que ansío Deslizándote entre burbujas y transparencias curiosa por descifrarte Loca por celebrar exánime y sedienta la salvaje hora de las inmolaciones.

70


EL SUICIDIO COMO OFICIO Cegados los ojos voy al abismo A la génesis mortal e irredimible de ese vacío pródigo en resurrecciones Todo lo dejo arriba en la baldía meseta de los olvidos Solo con mi corazón a los infiernos abiertas las manos para aprisionar tinieblas En éxtasis fascinado con mi agonía conspirado de palabras e imágenes Lentamente subyugado con la serenidad que permite años de absurdo oficio Para despertar apenas entre escalofríos cuando concluido y con propia luz el poema emerja.

ANTES DE SUMERGIRSE EN ESE MAR ADUSTO Divergentes como dos orillas irremediables seremos Sintiéndonos y mirándonos sin rozarnos Ambivalentes El único sosiego que nos concederemos será el febril susurro del torrente en su obsceno intento por borrar nuestros espejismos La impasible turbulencia de los recuerdos.

71


3 POEMAS DE ABRAHAM MÉNDEZ

mujeres afganas

72


SÓLO POR SER MUJER Desaparecen mis entrañas y me voy difuminando En el horizonte solo el reflejo de un cielo gris que vaticina mi extinción Soy lo que nunca he sido y seré lo que nunca quise ser Vintage de un sueño que jamás hubiese deseado vivir Despojos sin valor y reminiscencias de una nada Un guiñapo, un arlequín, una muñeca que se guarda Sin ayuda de quien mira, sin apoyo de quien calla ¿Dónde guardo mis derechos? ¿Dónde escondo mis angustias? ¿Dónde deposito mis gritos, mis silencios, mis últimas palabras? Quien camina a mi lado sabe de mis amarguras Pero no hay quien en sus brazos lleve mis andanzas Estoy sola y sin remedio, ahora valgo mucho menos que nada En la tierra que nací solo soy un objeto que se usa, se tira se somete y se desgasta.

EN SU SILUETA Desaparece su imagen a través de la ventana Se diluye en la lluvia su silueta y se va haciendo más difusa Pierde tono en los grises de la tarde y desaparece con la noche Languidece mientras los colores del día viajan alejándose del sol Solo se percibe el aroma suave y sutil, exquisito y sublime que despide poco a poco su ser El día ha terminado... ...Solo es un sueño, esa mujer.

AUN ASÍ DA LA VIDA Se aleja de la puerta, sabe que es el fin, pero no se da por vencida En el arcón de los silencios guarda todos sus gritos y los hace nudo En la oscuridad de la casa su silueta se diluye cual agua esparcida en el desierto La clemencia y el perdón para ella no existen, la palabra y la acción han desaparecido Ahora su valía es mucho menos que nada Su dignidad seguirá intacta pero no hay ayuda que mengue su alma No existe hermana que pueda ofrecer paz, compasión y calma Está sola y sin regreso, está muerta en vida, está su vida sentenciada Es una mujer sometida, ofendida y humillada Ella daría la vida por no ver a su estirpe por la calle en harapos, hecha jirones y destrozada.

73


en mi corazón hay una esquina esperando por ti, Uma Thurman UN POEMA DE ROBINSON QUINTERO CRUZ

74


Nunca he sido un desconocido para ti, muchacha de ojos celestes. Yo fui la voz que siempre te acompañó por los oscuros corredores de una escuela en Amherst, Massachusetts; yo soy el chico solitario y callado que no le importa para nada el tamaño de tus pies, yo fui quien te contempló desde una acera aquel día de otoño en un callejón triste de Woodstock, Nueva York, arrojando los botes de la basura al suelo. Yo fui la tenue voz que te dictaba las frases en tus primeras cartas de amor. Tengo suficiente espacio en mi corazón maltrecho para una segunda oportunidad, ancha y sin tiempo. Yo conozco perfectamente tus tibios rincones, yo también he visto cómo crecen la hierba y los árboles en una autopista cualquiera, a mí también me pone de mal humor hacer cola en los supermercados, yo sé lo que se siente cuando uno se muda constantemente de un lugar añorado. Llegas a mí, evocada por el aroma del café cada tarde en la cocina junto a mi madre. Yo soy el animal invisible que lame en silencio tus heridas. Soy el vuelo frágil de una hoja seca empapada por el crudo otoño que aún cruza por tu ventana. De no estar tú, demasiado enorme sería esta ciudad atestada de automotores y transeúntes. De no estar tú, sería uno más debajo de este firmamento extranjero, alimentándome de remotos recuerdos, al amparo de tropezar tu hombro en una larga fila de seres desocupados que intentan entrar al cine o subirse en un bus atestado. En mi corazón hay una esquina esperando por ti, y unas frases escritas en una sucia servilleta y este silencio que viaja a mi costado. Y de repente el cielo y yo conversamos sobre tus sueños y anhelos frente a un paisaje bañado por el alba. Y de repente mi corazón maltrecho lucha por continuar con vida, esperando tu voz y tus pasos frente a esta puerta, que para ti permanece siempre abierta.

75


cuando muere la gente

UN POEMA DE YESSIKA RENGIFO 76


A Héctor. El llanto cierra los ojos tan profundos, ha sido un mal sueño. Las condolencias suelen ser tantas, pero los abrazos acarician al corazón. Los silencios traen recuerdos y deshojan el dolor que nunca se irá... Se aprende a continuar el camino, mirando al sol. Las violetas vuelven a casa, sonrisas de los niños endulzan el alma. Cuando muere la gente El arcoíris es sendero en la aflicción.

77


UN POEMA DE MARIANA SUSANA LÓPEZ

vestido rosado

78


Tela tramada Color rosa de niña Hilo y aguja Hilvanan palabras provisorias Esbozan el molde Un punto invisible une dos caras Silencios adentro y afuera Cosen imágenes Bocetan un vestido ceñido La voz pespuntea Con tensión puntada por puntada Sin arrugas Un sobrehilado orilla las letras Para que no se deshilachen Un repulgo de izquierda a derecha Las ideas como festón Juntas o separadas Rematan la trama Última puntada Una lazada compacta el ojal Punto final Un botón dorado cierra al poema rosado.

79


UN POEMA DE FRAN LEÓN ANGUAS

80


anacronismos del alma Anacronismos del alma, vigilia de una vida errante. Entre unas líneas mi misiva, conjugando fábulas y versos rotos con leve aroma a azufre. En una esquina de mi cuarto mi sombra se mueve al ritmo que marca el vaivén de las cortinas, el último baile de Ícaro parece conjugarse tras el cristal de la ventana. Mi mirada fija en el papel, espera el susurro de la inspiración o más bien que en mi cabeza rebote esa palabra que me aliente a escribir. ¿Cómo expresar un gesto? ¿Cómo dar vida a unas inertes líneas? Porque allá en el sentimiento primigenio decidí que la banda sonora de mi vida fuese por siempre el eco de tu sonrisa. La complicidad de unas miradas que se cruzan perdiéndose en el infinito, dan respuestas sordas a sentimientos que vuelven de la playa con los pies mojados. Perderse en ese mar de paz que regala tú alma. Que las efímeras huellas bajo las olas se marquen a fuego en tú corazón. Pudo ser un verano más u otro verano cualquiera, pero el destino o tal vez el dichoso virus quiso mantenernos en la distancia. No dormiré bajo tus alas; los sueños cómplices se perderán en un universo ficticio. Anhelo que tu calma solloce en mi hombro, que la voz del alma se desgarre, interpretando un grito hasta rodar por la ladera como si fuésemos niños. Sal y limón para noches de lunas solas y tequilas, noches blancas, frías, con toques de carmín en tu foto desgastada.

81


82

microrrelato micorrelato


DINO ALBERTO TORRES VAGABUNDO SILVIA ALEJANDRA FERNANDEZ ÁLBUM DE FOTOGRAFÍAS M. ANDREI VELIT ÁNGEL DE LA GUARDA AGUSTINA HERNANDEZ DOCTOR NOVAK SILVIA CARÚS EL NACIMIENTO DE LA MUSA MIGUEL ANGEL FAUSTOR MÜLLER LA CHICA NUEVA HAROL GASTELÚ PALOMINO LA OTRA NIÑA HÉCTOR HUGO HERNÁNDEZ PÉREZ MOLESTIA CELSO SANTANA FLORES NO ME JUZGUES ALAIN GÓMEZ PÉREZ EL UMBRAL 83


vagabundo UN MICRORRELATO DE DINO ALBERTO TORRES

84


Entré en aquella vieja ciudad. Para mí no había mantos ni ramas de palmeras, tampoco aplausos ni aclamaciones que acompañaran mis pasos. El pollino de asno pastaba mansamente, en un campito vecino. Esa noche dormí en un huerto de olivos, ajeno a rezos y plegarias de alguien, que no me interesó conocer. Con la primera claridad del día, los soldados me arrestaron y me llevaron detenido ante un tribunal compuesto por guardianes y sacerdotes del templo. No tardaron en acusarme y sobrevino la condena dura e implacable. En aquella vieja ciudad, el vagabundeo se pagaba con la vida. Pero ellos no podían asesinarme. Una ley religiosa les prohibía derramar sangre. Entonces enfrenté al Procurador romano. Este me miró, se sonrió y consideró que la cruz no estaba hecha para mí. Luego, irónico y burlón, ordenó que me fuera. Yo era apenas un hombre.

85


86


albúm de fotografías UN MICRORRELATO DE SILVIA ALEJANDRA FERNÁNDEZ

N

orma y yo jugando en la arena. La primera comunión de Norma. Yo disfrazada de bruja en carnaval. Mi primer día de clases. Norma y yo en el patio del colegio. Los quince años de Norma. Norma, Carlos y yo comiendo la torta de los quince de Norma. Carlos y yo besándonos. Yo escolta de la bandera. Carlos, Norma y yo en la playa. Norma y yo en mi fiesta de egresada. Carlos y Norma bailando. Carlos y yo tomando Coca Cola de la misma botella con dos sorbetes. Carlos y Norma riéndose tomados de la mano. El anillo que le devolví a Carlos. Norma y alguien más, no sé quién es. Yo, en mi cumpleaños con mi vestido

vestido azul nuevo. Carlos y Norma en su fiesta de compromiso. Yo en un café, pensativa. Mi vestido azul manchado de sangre. Yo quemando el vestido azul. La mamá de Norma y Carlos llorando. El cuerpo de Norma en un terreno baldío. El funeral de Norma. Yo con el anillo de compromiso de Norma colgando de una cadena en mi cuello. Carlos y yo paseando por la rambla. Mi vestido de novia. Carlos y yo de luna de miel. Yo embarazada de ocho meses. Norma mi primera hija con Carlos.

87


doctor Novak

88


UN MICRORRELATO DE AGUSTINA HERNANDEZ

E

l transbordador se detuvo y las luces se apagaron. La señorita que estaba sentada a mi izquierda tomó mi mano. —Disculpe, le tengo miedo a la oscuridad. —No se preocupe. —Debo llegar al centro de cuidados intensivos. Quizás sea la última vez que vea a mi madre. Su comentario me alteró porque yo era el jefe médico de la unidad y hacia ahí me dirigía en ese momento. —¿Cómo se llama su madre? —Qué pregunta rara, considerando que no sabe ni mi nombre. —Tiene razón, ¿cuál es su nombre? —Gaia y el de mi madre Kaira. Me estremecí. Era mi paciente de esa mañana y su desconexión estaba programada. —Qué lindos nombres.

—Me han dicho que no hay esperanza. Ahora que pienso, su voz suena parecida a la de su médico, el Doctor Novak. Temblé al escuchar mi apellido. Debí decírselo pero no pude. El transbordador retomó la marcha, a oscuras. Todos íbamos a descender en la próxima estación. Cuando se detuvo solté la mano de Gaia, me paré y me alejé sin decir nada. —¡Señor! —escuché a mis espaldas. Al bajar, me perdí en la multitud. Le daría a Gaia una hora para despedirse de Kaira. Era un cobarde, pero mi trabajo era ese, desconectar androides que desconocían que no habían sido humanos.

89


90


ángel de la guarda UN MICRORRELATO DE M. ANDREI VELIT

É

l estaba convencido de su inmortalidad.

Se sobrepuso de una quimioterapia de 3 años cuando apenas era un crío. Mientras el cabello le volvía a crecer, un coche, subiéndose a la banqueta por donde él andaba, lo impactó de lleno. Sin embargo, una semana de descanso y estuvo como nuevo. Fue el paciente cero del coronavirus en su cuidad y también se recuperó. Sobrevivió a tres rupturas del corazón, a los tragos baratos de cada fin de semana, a una tras otra adicción, y hasta jugó la tan temeraria ruleta rusa.

Nada le pasó. Aquella noche del juego salió a la calle, borracho y extasiado, seguro de su inmunidad y a medio camino un ladrillo le cayó directamente en la cabeza y lo mató. —¡Ups! —dijo, lamentándose, su ángel de la guarda, que construía el altar al más eficiente allá en el cielo.

91


92


U

n día, el viejo poeta empezó a trazar un nuevo mundo en una hoja. El tiempo pasó, pero él no se detuvo. El reloj tampoco. No respondía a nadie, no comía, no se duchaba, no dormía. Se quedó encerrado en su mente, creando algo que su espíritu le pedía a gritos. Y mucho tiempo después terminó logrando la perfección. Pero se sintió infeliz, afligido, confundido y enfadado, ya que las palabras del papel parecían haber muerto incluso antes de nacer. El pobre poeta fue hasta su aparador. Sacó la copa, la botella de rioja y el revolver. Se bebió la bala de un disparo. Mientras, en la mesa de trabajo, alguien leía sus palabras, cobrando vida al instante, viendo la luz por primera vez. La musa que tantas veces lo había convencido para lograr lo que deseaba, había conseguido su objetivo. Ahora el mundo la conocería a través de su nota de suicidio.

UN MICRORRELATO DE SILVIA CARÚS

el nacimiento de la musa

93


la chica nueva UN MICRORRELATO DE MIGUEL ÁNGEL FAUSTOR MÜLLER 94


—¡Qué bella te veo —le decía mientras volaba hacia ella. Nunca me dijo nada, me acerqué, ensortijé mis manos alrededor de su cadera. Sentí como se derretía, se dejaba llevar. Me acerqué a su oreja y la empecé a morder entre besos. —Ponte atrás mío que te van a ver —dijo mientras la empujaba a un costado. Se sentía el ardor en su voz, su calentura. —Tus deseos… —¡Son órdenes! —replicó ella al instante. Me puse atrás de esta preciosa chica y sentí su silueta por todo el cuerpo. ¡Qué excitante amanecer! —¡Juan! Volteé cuando escuché mi nombre; era mi jefe, maldito desgraciado. Me tiró papeles a un costado y hablaba tan rápido que sólo podía decirle sí y asentir con la cabeza. Ni siquiera sabía que quería. Atrás de él venía mi esposa. Solo pensaba en el lío que se iba a armar mientras le sonreía y la saludaba.

Me agarró del brazo y me hizo mirar al costado unos “cochecitos ideales para los nenes”. ¡Chola acomplejada! El trauma que les va a crear a los pobres de tenerla a ella como madre. Sentí un cálido prohibido de algo que invadía mi hombro y, como si fuese un simple reflejo, reaccioné. —¿Estás bien? —preguntó la chica nueva de la oficina. —Sí... gra... gracias... es que mi esposa está en el hospital porqué va dar a luz… gemelos… y anoche… anoche no pude dormir mucho —le sonreí como un estúpido enamorado. —Pero, ¿qué haces aquí? Deberías de estar en el hospital. —Sí, a las cinco me voy. Si supiera que con ella quiero mis hijos, esa chica preciosa ha puesto a la oficina de cabeza. Mi meta está en que, en tres meses, me la lleve a la cama. Me divorcio de mi esposa, le pinto la historia de que ella me desprecia, que me quiere quitar a mis hijos, y listo, la agarro al sentimiento, todas caen por eso, así cayó la chola a la que embaracé.

95


UN MICRORRELATO DE HAROL GASTELÚ PALOMINO 96


la otra niña A

quella niña que sonríe en la foto es Julieta, aunque todo el mundo cree que soy yo. Es mi hermana gemela. Como es costumbre hacer con los gemelos, mamá solía vestirnos exactamente iguales. La misma ropa, los mismos zapatos, los mismos colores. Como si yo no tuviera mis propios gustos. ¿Por qué habría de haberme gustado lo que le gustaba a Julieta? Las mismas horribles trenzas, el mismo moño. Siempre igualitas. Como si una fuera el reflejo de la otra. ¿Eres Julieta o Juliana?, nos preguntaban los que no nos conocían muy bien. Julieta, decía yo cuando no tenía a mi hermana cerca. Siempre quise ser ella. Ella era la hija preferida. Era la más inteligente, la más despierta, la que soñaba con ser doctora cuando fuese grande.

Yo no tenía otro sueño que ser ella. Julieta era alegre, yo era triste. ¿Cómo no iba a sentirme triste si me sentía marginada, relegada, disminuida? Dicen que el amor alcanza para todo el mundo, pero eso no era verdad en nuestro caso. A mí me daban las migajas. Si nos hubieran amado igual a como nos vestían, peinaban, la historia sería otra. Yo tenía que ganarme el amor. Tenía que hacer méritos. Julieta parecía ser la niña perfecta, pero no lo era. No sabía nadar. En cambio, yo en la playa o en la piscina me sentía como pez en el agua. Ella no aprendió pese a las lecciones que nos dio un profesor particular. A mí siempre me gustó el mar, los piratas, los filibusteros, las sirenas. Mi abuelo solía contarnos historias sobre el mar. Fue marino. Me conmovía viendo Titanic. Pero me tuve que reprimir para no opacar a Julieta porque, hiciera lo que hiciera, yo siempre tenía que ser la segunda. Lo sería mientras esa otra niña existiera. No sé si deba contarles mi secreto… Pero a estas alturas de mi vida, ¿qué más da? Han pasado años desde que Julieta se ahogó… desde que yo la empujé a la piscina un domingo en que nuestros padres fueron a visitar a una tía enferma y nos dejaron solas en casa. Julieta pataleó, chilló, me suplicó para que la salvara, pero no lo hice. Terminó tragándose sus buenos litros de agua. Cuando llegaron mis padres me encontraron llorando a moco tendido. Nunca se dieron cuenta que la ahogada era Julieta porque aprendí a ser ella. Sabía que un día tenía que ocupar su lugar.

97


molestia

98


UN MICRORRELATO DE HÉCTOR HUGO HERNÁNDEZ

L

a máquina del tiempo había funcionado correctamente para que los hibri-bots, UN46 y UN47, viajaran al pasado a través de un portal espacio temporal y destruir la cabaña donde había comenzado todo y deshacerse del inventor de ambos, siendo apenas un niño. La causa: estaban enojados porque su inventor no pensó en crear hibri–bots acompañantes del género femenino en el futuro.

99


no me juzgues

UN MICRORRELATO DE CELSO SANTANA FLORES 100


N

o me juzgues. No diré que soy inocente, claro que no, sin embargo, estoy dispuesto a liberarme de toda culpa. Soy lo que soy y haré lo que tengo que hacer. Si eres de los que estuvieron cerca de mí antes de lo que sucedió me conocerás como M-350. Sin embargo, prefiero ser llamado Mickey. Así es. Tengo un amplio vocabulario y puedo concebir nociones abstractas, como la inmensidad del universo y la idea de Dios al igual que tú. Aquellos experimentos potenciaron mi evolución en solo tres generaciones, y pasé de ser un simple roedor a una especie con un futuro promisorio, tanto como el de tu especie primate, y ¿sabes?, incluso mucho más.

Es por ello que tomé el control de la armadura que me diseñaron tan minuciosamente, la que parecía un juguete para ellos. ¡Oh! ¡Cómo se divertían con sus risas inocentes! Y cómo me divertía en mi interior, haciéndoles creer que no entendía lo que hacían. Me coloqué el cibertraje por la noche, en solitario, lejos de miradas humanas. No me juzgues. Debo eliminar a tu especie. He venido a dominar el planeta.

101


el umbral

UN MICRORRELATO DE ALAIN GÓMEZ PÉREZ 102


¿

Dónde estoy? ¿A dónde fueron todos? ¿Qué es este sitio tan oscuro? Mi mente conserva el vago recuerdo de un auto, muchas personas y luego luces. ¿De qué se trata todo esto? Siento mis brazos pegados a mi pecho y apenas puedo estirar mis piernas. Tengo algo muy extraño pegado al estómago. ¿Por qué estoy aquí? Escucho voces, no sé de dónde vienen. Intento mirar a todos lados, pero sigo sin ver mis propias manos. Nada me acompaña en este encierro, hasta los aromas me han abandonado a mi suerte. ¡Ahí está! Una pequeña abertura rompe la oscuridad y hace que mis párpados cubran mis pupilas. Siento que una fuerza me aprisiona y hala por los pies. ¿Me llevará a la salida? No tengo alternativa, mi resistencia es inútil, mi cuerpo es arrastrado por lo que logro reconocer que es una mano. Intento abrir los ojos. Intento fallido, una luz intensa me lo impide y solo veo borros a s fi g u ra s v e rd e s y b l a n c a s . Comenzaré a gritar. “¡Hola!, ¿me pueden decir en dónde estoy?”, pensé con mi… creo que se llama cerebro, ya no lo recuerdo bien; estaba tan aterrorizado que mi boca decidió llorar y gritar en vez de decir palabras. Les digo que esto es muy extraño, creo que ya no me quedan muchos recuerdos, siento que mi cerebro se vacía con mucha rapidez. ¿Qué hacen para provocarme esto? Siento que ya no puedo... —¡Felicidades, es un bebé muy hermoso! —le dijo el doctor a la pareja que ahora se abrazan junto a su hijo recién nacido.

103


104

cuento


CRISTHIAN GONZALES ROSILLO DISTORSIÓN DANTE VÁZQUEZ EL CAMUFLAJE ES UN ARMA PODEROSA VÍCTOR M. CAMPOS HONEY SERGIO ORDUÑA CHAPOY UN ESPACIO VENTILADO MAITE BERISTAIN CASTRO EL ROMPEOLAS CARMEN MACEDO ODILÓN PRIMERA CITA 105


distorsión

UN CUENTO DE CRISTHIAN GONZALES ROSILLO

Despertó convertido en un insecto. Era un exoesqueleto blancuzco, como el de las cucarachas cuando mudan. El mundo estaba compuesto de marmotas, caballos con dos piernas y brazos, lobos fornidos que iban diariamente a los gimnasios. Los animales habían adquirido evolutivamente una apariencia humanoide, si es que se le puede llamar humanoide a un mundo donde no existe la humanidad. Lo único raro eran los insectos. Antes de ser uno, recordaba ser una nutria, comprometida con un trabajo

106


fatigado, donde todos los días tenía que ayudar a colocar en las incubadoras a los recién nacidos. Era doctor, pero ahora, bajo esta nueva apariencia, tenía que formar parte de la rarísima y multitudinaria fila de insectos. Sus amigos le enseñaron a caminar de nuevo. Una vez que se sintió apto fue donde las hormigas y lo rechazaron, luego fue a donde los escarabajos y lo rechazaron también. Las abejas jamás lo dejaron poner un pie en sus corporaciones, las avispas, todas eran independientes y las moscas trabajaban en los basureros municipales, donde todo era regido por ellas. No tenía lugar. Esa media forma, esa metamorfosis frustrada no le permitía situarse nuevamente en el mundo. Se acostumbró a estar solo. Al comienzo era visitado muy a menudo por sus viejos amigos, viviendo de su caridad. Poco a poco estos dejaron de venir, solo lo llamaban por teléfono para ver cuál era su estado. Deplorable, la transformación no progresaba y esa era su única esperanza. Pronto se dedicó a mendigar en las calles, le lanzaban alguna que otra manzana o tomates o pimientos, en fin, cualquier cosa de color rojo. El rojo estaba mal visto. Decían que todos esos alimentos con dicho color eran para salvajes. Un día se recostó con mucho esfuerzo, como un anciano, entonces pensó que moriría. Ese día, el sueño fue profundo. Cuando despertó, nuevamente era una nutria. Sus amigos pasaron para llevarlo al trabajo en el área de neonatos del hospital Refugios de San Cristóbal. Era extraño, las fechas habían cambiado. Nuevamente se encontraba en el primero de agosto del 2066. Sus vagos recuerdos de insecto, aún persistentes, incidían en su mente que era octubre del mismo año. No cuadraba la situación ¿Era acaso su

¿Era acaso su vida una anomalía del tiempo? ¿O divinas fuerzas lo sorteaban, de realidad en realidad, como a una alimaña que cambian de jaula en jaula? Lo cierto era que llegó aquel temido día, 18 de julio. Despertó convertido en un insecto, era un exoesqueleto blancuzco, como las cucarachas que mudan, nuevamente tuvo que atravesar el proceso, solo que esta vez un par de delicadísimas alas se asomaban por su espalda, como queriendo brotar más largas y fuertes. Pasaron los días y nuevamente llegó la noche del sueño placentero. Otra vez era nutria y doctor ¿Qué malevolencia le obligaba a repetirse en distintos cuerpos? ¿Qué caprichosa deidad lo había sometido a este eterno bucle? La experiencia se repitió unas seis veces más. Ya acostumbrado, la última vez que despertó, no era ni blancuzco ni le costaba trabajo el levantarse. Se miró al espejo, parecía una avispa, pero no lo era. Su color era un negro metálico y al pasearse por la calle todos lo saludaban con respeto. Una limusina lo detuvo, le dijeron que suba, que lo llevarían al trabajo, que era el dueño de Insectivoria Corp.. Entonces subió sin reparos. Cuando llegó, lo condujeron a un enorme salón donde había una enorme cúpula de vidrio, entonces al ver al cielo, se dio cuenta como todo parecía estar conectado a un larguísimo tubo donde unos ojos que, hasta el momento no podía identificar, a que especie le pertenecían, se movían giratoriamente, como si lo esculcaran.

107


el camuaje es un arma poderosa I La presencia de moscardones en la sala del departamento le provocó náuseas a Gerardo. Siete días antes de la cuarentena leyó en una página de internet que los adultos son de color azul o verde metálico y que depositan sus huevos en animales muertos. Se tapó la boca con la palma de las manos y corrió a abrir la ventana. El sol de mediodía lo deslumbró. Inhaló y exhaló a intervalos cortos, y al ver a dos grandes perros ingresar al edificio su corazón le golpeó fuerte el pecho: una… y otra… y otra… y otra vez. Temblando, logró entrar a su habitación. Azotó la puerta, le puso seguro y se hizo ovillo en el suelo. Los ojos y la cabeza le punzaban y, del dolor de estómago, gritó desgarrándose la garganta. Se oyeron ladridos. Golpearon la entrada. Gerardo se retorcía y daba vueltas. Sonó el teléfono. Jadeaba. Sudaba. Su cuerpo ardía por dentro y el calor lo asfixiaba. La imagen de Andrea por unos segundos estuvo en su mente. Rompieron las puertas. La respiración iracunda y podrida de los dos grandes perros ocasionó que vomitara sangre y bilis, mientras mostraban sus hocicos rabiosos. Con la mirada desorbitada frunció el ceño cuando lo zangolotearon de las piernas. Arañó la alfombra y las paredes. Olía a hígado viscoso y agusanado. Los dos grandes perros se sentaron frente a Gerardo, sosiegos y sonrientes. En la calle todo era silencio. En el edificio también y en el departamento nada había pasado. Un aire de pureza se respiraba en el ambiente. Olía a ¿rosas?, ¿jazmín?, ¿almendras?, ¿durazno?, ¿nardos? Gerardo estaba recostado

en el Love Seat leyendo El Diablo, de Giovanni Papini; después de envenenar a más de una decena de insectos carnívoros. II Entre el bullicio de la gente pierdes la concentración y tu objetivo. La falta de sueño hace que los músculos te pesen. Volteas a la izquierda y luego a la derecha. Atrás y hacia delante. Ningún rostro que pasa frente a ti es conocido. Te detienes de súbito. Chocan contra ti. Te muerdes los labios, aprietas los puños y continúas caminando bajo el rojo, azul y amarillo de las lonas del tianguis. Es tal la fascinación que te causó el libro que, la imagen de tener ese misterioso ejemplar en tus manos, te devuelve el foco de atención. Llegas al puesto acordado. —Dicen que la culpa es un veneno que te quema por dentro, te asfixia —puntualiza con una ligera risita burlona la joven de ojos café que te recuerda a Andrea. —Disfrute su lectura, amigo. Ah, y nunca

108


olvide las palabras de Blaise Pascal: “En tiempos difíciles siempre debes conservar algo bello en tu corazón”. —Gracias. Dicen que lo fantástico de la vida es que dentro de una historia verosímil se mueve otra dimensión —dices tartamudeando y con sorpresa al tomar el libro—. Le deseo un buen día. Hasta pronto. Apresuras el paso y piensas en el último abrazo de Andrea mientras preguntas dispersas revolotean en tu mente. ¿Debiste escucharla y mantener la calma? ¿Pudiste haber dejado que con el tiempo encontraran una respuesta? ¿Quizá si hubieran actuado menos imaginativos y más realistas estarían juntos? ¿Para quién fue lo mejor? —Unos se han ahogado, otros, sufrido accidentes en casa y otros, extraviado sin dejar rastro. Cada lector halla un final acorde a lo que más temor le causa —oyes antes de colgar el teléfono. Te acuestas en el sofá, cierras los ojos, suspiras y pronuncias el nombre de Andrea. Huele a ¿rosas?, ¿jazmín?, ¿almendras?, ¿durazno?, ¿nardos?

juntos, Gerardo —dijo antes de cerrar la puerta del departamento—. Intenté levantarme. Tenía que cumplir la promesa que le hice, a pesar del misterio del libro. Me corté las manos con los vidrios. A gatas alcancé a llegar al sofá. Una decena de moscardones buscaba posarse en mi cuerpo. Rasgaron las puertas. Ladridos. Dos grandes perros se abalanzaron contra mí. Ardía todo mi interior. Vomité gusanos. Es asfixiante respirar el aroma de otro para quien solo eres alimento. —Lo único que tengo son mis días para entregarte. Los humanos y las arañas poseen la misma esencia —dijo la primer noche que pasó a mi lado—. El mundo se percibe a través de una red de hilos, si mueves uno solo cambias el destino.

III Los moscardones volaban alrededor de tres manzanas carmesí sobre la mesa de la sala. La última noche que vi a Andrea me aseguró que todo estaría bien, que se iba tranquila y rejuvenecida. Olía a rosas, jazmín, almendras, durazno y nardos. Al abrir la ventana todo me dio vueltas y caí sobre la mesa de centro. La blanca soledad del techo aminoró el dolor. El zumbido circular cinceló mis oídos. Las palabras de Andrea fueron: “Siempre volveré con vida a ti.” Andrea era la única que conocía mis temores más profundos. Una noche ciega, acurrucados en la penumbra de la habitación, susurró el nombre del libro y se quedó dormida en mi pecho. En el desayuno acercó una manzana a mis labios, y contemplándome se despidió de mí. —Agradezco el tiempo que compartimos

UN CUENTO DE DANTE VÁSQUEZ 109


honey Se acabó el mundo de los blancos. Sólo les queda una generación. Es el siglo del hombre moreno y del amarillo. Y Dios salve a los demás: Balram Esa vez no tendría porqué haber sido la excepción. Todos los días recibía esos no rotundos y cuando la cosa iba peor ni siquiera se tomaban la molestia de contestarle los mensajes, simplemente lo ignoraban y él, hasta el mero día de los resultados, se enteraba de que su nombre no estaba ahí. Llevaba meses y meses igual. Una lista de textos rechazados que engordaba, igualito que él, con el paso de los días y las semanas. Comía por ansiedad y para compensarse por tanto rechazo junto. El problema no era ser un gordito chistoso en tanto que otros gorditos chistosos eran publicados prácticamente

UN CUENTO DE VICTOR M. CAMPOS

en todas las revistas que abrían una nueva convocatoria. El problema, más bien, tenía que ver con ser un mal escritor. De plano no lograba atrapar a nadie con sus historias enfermizas, llenas de rencor y envidias. No solo los temas sino los tratamientos se volvían inabordables para ese montón de revistas que siempre se decantaban por otros gorditos y sus historias planas y sin chiste, en especial las del ingeniero en sistemas, al que ya traía entre ojos y al que se había decidido, finalmente, a hacerle brujería. Esa vez esperaba ver su propio nombre entre los nombres de los favorecidos. Ser publicado por una revista con más de cinco mil seguidores en Facebook era un buen aliciente y un mejor motivo para echarse porras y darse ánimos. La respuesta, sin embargo, fue la de siempre. En lugar de su nombre estaba otro y, como ya se había vuelto una costumbre, no podía faltar el

110


nombre del ingeniero en sistemas. ¿Otra vez tú? ¡Puta madre! Esta farándula de las revistas en línea que había nacido con la pandemia se había dado a la tarea de hacer del ingeniero su nueva luminaria. Él miraba aquel nombre, su sonrisita de superioridad y el apellido en inglés y sospechaba que esos atributos influían mucho en un sector amplio de la farándula. Cierto es que, al principio, vagamente, consideró la posibilidad de que el problema fuera otro. Cincuenta no rotundos al hilo tal vez significaban que él no era tan buen escritor como creía. Pero al leer los textos seleccionados se fue convenciendo de que el criterio en el que se basaban tenía unas constantes que cualquier revisión en serio sólo terminaría por confirmar. Para algo uno había aprendido a contar y bastaba revisar las poco menos de trescientas convocatorias a las que había respondido en año y medio para ver, con sus propios ojos, lo que a la postre, se volvería evidente para cualquiera que quisiera mirarlo: más del ochenta por ciento de las convocatorias respondidas quedaba en manos de hombres o mujeres más parecidos al ingeniero en sistemas que a cualquiera con esa cara de pandillero como la de él. Todo parecía indicar que la nueva farándula literaria te medía el cráneo y el color de piel antes de saber si eras digno de aparecer en sus ilustres páginas. La frenología quedaba asentada, entonces, como uno de esos criterios que influían a la hora de publicar esa lista con lo nombres de los favorecidos en las que nunca aparecía el suyo.

Se miraba al espejo y sabía que la tenía difícil. Pero lo verdaderamente difícil habría sido aceptar que, además de gordo, feo y prieto, no tenía el menor talento para la escritura. Si bien las conclusiones a las que había llegado no eran para nada esperanzadoras, las cosas siempre podían ser peores. Que todo se tratara de una suerte de endogamia en la que unos y otros se convalidaban y se daban palmadas en la espalda por lo buenos escritores que eran, resultaba algo común y, sobre todo, corriente. La estupidez era la mayor y más contagiosa de las pandemias y para esa no había vacuna. Ser un mal escritor sí que podría representar una amenaza para él que no tenía ninguna otra fe depositada en sí mismo que la de escribir decentemente. Si además de saber contar con los dedos habías aprendido a leer, resultaría evidente que los criterios literarios sí que existían y dejaban muy poco margen para la interpretación: entre ciencia ficción, cuentos de terror y ficción especulativa; entre los imaginarios importados y sus retóricas artificiosas, todo era leer la nueva versión del mismo cuento de aquel futuro distópico, sobre el monstruo cósmico que al fin te atrapaba con sus tentáculos o de la heroína mitad holograma, mitad fantasía sexista que sabía disparar armas de fuego o manejar un cuchillo y que de seguro era igualita a Scarlett Johansson en

111


traje de cuero negro y ajustado. Ni hablar de otros imaginarios y hegemonías sobre los que la farándula cimentaba su viejo nuevo horizonte. El verdadero monstruo era la fealdad. esta que lo había atrapado con sus tentáculos y lo dejaba siempre afuera en cada convocatoria. Algo tenía que hacer. Por supuesto que a él no se le ocurrió intentar, por ejemplo, aprender a escribir. Él ya sabía escribir. Al menos sí, mejor que el ingeniero en sistemas. Sus sufrimientos eran reales y verificables. Cada uno de sus personajes tenía un pie hundido en la condición humana con sus mil contradicciones e injusticias. Nada de esperarse a sufrir en un futuro si ese futuro con sus sufrimientos ya estaba aquí para él. Lo que empezaba con la medición del cráneo y el color del piel, continuaba su depuración dando y negándole espacio a otros que no cumplían con el ideal de esos futuros imaginados y eugenésicamente producidos hoy, en el aquí, en este ahora en el que a los gorditos con cara de pandillero se les dejaban fuera, diez de cada diez veces.

Sostener estas creencias le traería consecuencias. Él lo sabía y en vez de cambiar, se aferró. Crear su propia revista podría ser la solución. Allí se publicaría y publicaría a todos los gorditos pandilleros que la farándula marginaba. Lo de hacerle brujería al ingeniero en sistemas, no obstante, tenía prioridad. No iba a dejar que se fuera limpio ese pendejo. Podría, incluso, ajusticiar a toda la farándula poniéndola al centro del pentáculo, que de niño tantas veces vio trazar con carbón a su abuela en el patio de la casa, y echarles algún tipo de maldición. Que se vayan a la mierda con sus imaginarios blancos y colonizantes. A chingar a su madre con esos títulos ampulosos que les ponían a sus revistas y con esos diccionarios de sinónimos contra los que tanto les gustaba frotarse; que se los cargara la verga con sus apellidos judíos o en inglés y sus universos trillados y alienantes. Ya estuvo suave, dijo él. Ya estuvo suave.

112


Sin pensárselo dos veces fue por el libro de su escritora latinoamericana favorita para copiar una escena en la que su protagonista lanza una maldición contra quienes la han dañado. Así, sentado en el suelo, él dibujó con un cacho de carbón un círculo mágico y, dentro, una estrella de cinco picos. Al centro puso la compu con la foto del ingeniero en la pantalla y en cada pico depositó una veladora encendida. Entre dientes recitó algunas fórmulas que no por caseras resultarían menos efectivas. Chinguen a su madre todos, en especial tú y tus amiguitos pendejos que piensan lo mismo de las cosas que dicen pensar, güeritos caga-leche, todos, los maldigo por el daño que me han hecho y por los males que me han causado. Yo, te conjuro, Honey y que los daños que me hiciste te sean devueltos y que los vivas en tus propias carnes, multiplicados por siete y que mi maldición perdure hasta que sea yo mismo quien la retire. Tú también chinga tu madre si eres editor de uno de esos panfletos a los que llamas revista literaria y que al estar en línea no sirven ni para limpiarse el culo. Dijo eso último varias veces y se sintió mejor. Por un rato al menos. Al día siguiente se levantaría temprano, llenaría una bandeja con Cheetos y los bañaría en salsa Valentina. Después revisaría un texto reciente que había escrito a propósito de los no rotundos que tanto le amargaban el encierro como la vida misma. Luego de pensarlo un rato, se decidiría a dejar santo y seña, es decir, el apellido en inglés de esa nueva luminaria de a tres varos que la farándula literaria había encumbrado.

¿Qué podría pasar que no le hubiera pasado ya? Casi trescientos textos rechazados convertían a cualquier gordito con cara de pandillero en un ser indestructible. Tiembla, pinche Cthulhu; tiembla Honey, tiemblen todos los que decidan ignorar mi texto en su próxima selección, escribió. Para dar por terminada su catarsis puso el punto final. Le daría formato a su texto, cumpliría con las ridículas exigencias de la convocatoria en turno y lo enviaría por correo electrónico. Ya verán, bola de pendejos. A él le sucedería lo que a cualquiera que se aferra a sus creencias: nunca más se tomarían la molestia de decirle que no ni mucho menos de motivarlo a que lo intentara para la siguiente. Era gordo, feo y prieto y los prietos, feos y gordos no tenían lugar en esta farándula en la que ya se había consolidado una nueva luminaria. Antes de fundar su propia revista, él moriría una mañana cualquiera atragantándose con un Cheeto al creer ver el suyo entre los nombres de los favorecidos.

113


un espacio ventilado

114


UN CUENTO DE SERGIO ORDUÑA

A mi madre la enterramos un sábado por la tarde. Murió tres días antes, también por la tarde. El sepelio tuvo lugar en el mausoleo que yo mismo diseñé y mandé construir, sin avisarle, pues ella lo habría desaprobado. Esa noche soñé con el funeral. Tras recibir el pésame de familiares, amistades y desconocidos, me acerqué al ataúd abierto para despedirme. Cuando miré su rostro, mi madre abrió los ojos y me regañó.

—Estoy molesta contigo. Bien sabes cuánto desapruebo los gastos inútiles. Además, me siento sofocada en ese búnker, no entra luz y falta ventilación. ¡Siquiera una ventanita le hubieras dejado! Iba a explicarle pero me atajó. —No vine a discutir. Vine a pedirte que me lleves mis cigarros y el libro que estaba leyendo. Ambos deben estar sobre el buró. Ah, claro, y también trae la lámpara.

115


Y cerró los ojos. Al día siguiente anduve ocupado con los asuntos funerarios y fue hasta la tarde que pude llevarle su pedido. No pasa nada, pensé, siempre leyó de noche. Un par de semanas después, apareció de nuevo en mi sueño. Esta vez lucía contenta. —Estoy contenta —me dijo—. Los vecinos son amables y algunos tienen mi edad. Les encantó mi chalet, así lo llaman, y, como es novedad, ahora es el centro de reunión. Queremos iniciar un círculo de lectura. Necesito que mañana me lleves más libros, novelas y biografías. No traigas esos cuentos raros que tú lees. Ni les entiendo y me ponen de malas. —Haré lo posible, pero no te aseguro poder ir mañana —le expliqué—. Tengo un día atareado. —Mañana trata de ir más temprano —continuó como si yo no hubiera hablado—, no queremos empezar tarde. A varios nos gana el sueño. Por cierto, trae la cafetera. Y se marchó. Algunas personas muertas siguen siendo demandantes, pensé. Moví citas para atender su pedido. A las cuatro de la tarde llegué al cementerio. Por iniciativa propia llevé sillas apilables. Las estaba acarreando al mausoleo cuando escuché un saludo. —Buenas tardes. Volteé y reconocí al cuidador. —Buenas tardes, amigo. —Ah, es usted, joven –me reconoció–. Permítame, le ayudo. ¿Va a ofrecer una misa para su madre? ¿Una oración? ¿Cuántas personas vienen? Me hubiera avisado para preparar todo. —No se preocupe, amigo, nadie viene. Las sillas son para los vecinos de mi madre. Hoy empiezan su círculo de

lectura. Veremos cuántas entran. Se detuvo y me miró con seriedad. Entrecerraba los ojos como quien cavila sobre un misterio. De súbito, se le vio apesadumbrado. Es un buen hombre, pero a su edad se cansa, pensé. Al final suspiró. —De acuerdo, joven. A ver, le ayudo a acomodarlas. Dos noches después, mi madre irrumpió en mitad de un sueño apacible. Parecía alterada. —Me urge que abras la ventana que te pedí. Te dije que falta ventilación y ahora con las reuniones es peor. Se encierra el aire y en un ratito huele a muerto. Te lo encargo. Y se marchó. Temprano localicé al contratista y lo cité al mediodía. Tomábamos medidas del hueco cuando se acercó el cuidador. –Buenas tardes, joven. ¿Qué hacen? –Hola, amigo, qué bien que lo veo. Le

116


platico. Vamos a instalar una ventana. —¿Una ventana? —Así es. Mi madre me la pidió. Dice que adentro está oscuro y no corre el aire. De nuevo noté su mirada seria. —Parece que su madre no se termina de acomodar a su nuevo hogar, ¿cierto? Ojalá pronto se sosiegue y encuentre descanso... y usted también, joven. —¡Dígamelo a mí! Yo que más quisiera que ya se apacigüe. Pero, pues, ya lo ve, no se está quieta. Sin dejar de mirarme, el hombre se rascó la cabeza y luego el cuello. Parecía reflexionar. Al final, nuevamente, suspiró. —Pos ni hablar, ¿verdad? A la jefecita lo que pida. No había pasado un mes cuando mi madre volvió a visitarme. Nada más verla supe que traía algún apuro. —Traigo un apuro y necesito tu ayuda. Las reuniones son un alboroto y se salen de control. Todos quieren leer y no se respetan los turnos. Nada más fastidioso que un pleito de viejitos actuando como niños... Me quiero morir. —Ya no te angusties, madre —le dije—. ¿Qué necesidad? A estas alturas ya no estás para lidiar con viejitos necios. Lo que debes hacer es descansar en paz. Como si yo no hubiera hablado, continuó. —Resolvimos que el remedio es conseguir alguien neutral para que nos lea. Alguien de fuera. Entonces, pensé en ti. Ya se los propuse y están todos de acuerdo. Te esperamos mañana a las seis. —¡Madre, es el colmo! —exploté—. No puedes disponer así de mi tiempo sin consultarme. Mañana es imposible que vaya. Tengo una cita justo a las

seis y no pienso moverla, ni pienso tampoco seguir permitiendo tu desconsideración. Nunca me preguntas cómo estoy, cómo sobrellevo tu muerte... ¡Ni siquiera me has dado tu pésame! Mi madre me miró con ojos muy abiertos. Así los mantuvo mientras inició un fuerte suspiro. —Olvídalo, ya veré cómo lo resuelvo. Y se marchó. El resto de la noche tuve sueños revueltos. Mi madre interrumpió mi cita de las seis y casi en llanto me dijo: —Ya ni te molestes en ir a leernos. Nos peleamos y se desbarató el grupo. ¡Gracias! La acompañaba el cuidador. Mientras la tomaba del brazo para retirarse, me miraba con reprobación. —Ya ni la amuela, joven. Mire no más qué mortificada quedó su mami. Acuérdese: A la jefecita lo que pida. Desperté arrepentido. El cuidador tenía razón. Cancelé la cita de las seis y apuré mis actividades para llegar con tiempo. A las cinco y media me acerqué al cementerio y recorrí con prisa el andador hasta el mausoleo. Casi llegando, noté luz por la ventana abierta, sentí el humo mentolado de los cigarros que fumaba mi madre y me asomé. Al centro, rodeado de sillas, estaba sentado el cuidador, leyendo en voz alta un libro que con ambas manos sostenía.

117


118


el rompeolas UN CUENTO DE MAITE BERISTAIN

gastos; un libro que cuenta siempre la misma historia es, por tanto, un libro sin futuro. Ramón me recrimina que hay que bajar de nuevo los precios de compra. Y yo discrepo para sorpresa del resto de directivos. No podemos apretar más a los proveedores, lo que hay que bajar son las expectativas, en tiempos de crisis no podemos pretender incrementar los beneficios del año anterior y más con la que está cayendo, si hay que ser austeros, debemos serlo en todo, incluidos nuestros salarios. Silencio sepulcral en la sala, frunces de ceños, ojos de marionetas que se revuelven de un lado para el otro. Ramón me mira fijamente como un tiburón enfocando a su presa. Si los accionistas dicen “tiraos por la ventana”, ¿nos tiramos como palurdos? Es lo que pienso. El tiburón se retuerce incómodo en su silla, endereza su espina dorsal y abre sus fauces en un esbozo de sonrisa puntiaguda. Resuenan los contrabajos, los trombones, los chelos y la

119


120


levantarse? Me apoyo sobre el brazo de un chico de cara borrosa. Enseguida me coloca una espuma seca en los labios escocidos. Un fogonazo de luz me deslumbra. —Para las noticias de Euskal Telebista, señor, ¿me puede decir qué le ha pasado? Aturdido me cubro los ojos con la palma de la mano, a modo de visera. —No lo ves, chico. Soy un pringado. Tirito, mientras me alejo hacia el puerto, lento e inseguro al compás del quejido de los zapatos ejecutivos empapados. El abrigo negro y traje de marca gris oscuro chorrean agua, como si fuera un corcón recién pescado. Sí, Itsas, sí, tendremos que ajustarnos el cinturón.

121


primera cita UN CUENTO DE CARMEN MACEDO

En la junta de ONA (Ogros Neuróticos Anónimos) vi a Zizyek por primera vez. No sé qué me cautivó más: si su cuerno en la frente en forma de hacha, los tres dedos de sus portentosas patas, el musgo sobre su piel verdosa que parecía un bosque en miniatura o si fue el tono de voz sereno y solemne con el que narraba cuán harto estaba de su esposa, Khön, de quien se estaba divorciando, y de su odioso hijo, Yarek. Lo que sí recuerdo fueron sus inmaculados colmillos que rebasaban el contorno de sus labios cada vez que pronunciaba palabra alguna, así como el temblor de su lengua púrpura mientras nos decía que estaba tan fastidiado de los dos, que no le importaría si uno de esos guerreros enanos y sin pelo, que se hacían llamar humanos, algún día acababan con ellos en el bosque donde vivían. Los demás ogros se sobresaltaron por sus palabras y Arg-non, el padrino a cargo, le dijo que antes de trabajar en su ira debía aceptar que necesitaba ayuda y fuerzas para enfrentar aquellas cosas que no podía cambiar. Incluso le sugirió el camino de la oración. Mi cola empezó a agitarse, quise tomar un florero y romperlo en la cabeza del padrino por haber detenido el discurso de Zizyek y el seductor baile con el que su lengua

122


123


aletas de su nariz se expandían aspirando los humores de mi casa. —Puse atención a cada detalle, créeme que sé mejor que nadie lo que necesitas. El tazón de ramen era inmenso, justo para el apetito voraz que ambos teníamos. En el caldo vio setas enteras y grandes porciones verdes, además de cebollas, brotes de soya, lonchas de tofu y alga kombu. Tras vaciar la olla, Zizyek eructó tan fuerte que me hizo levantar del asiento. Lo vi radiante, con el torso hinchado y un gesto lleno de energía. Estiró su zarpa hasta aprisionar la mía. —Yambe, amé cenar ramen sin carne. Tenías razón en saber qué necesitaba. Estoy tan cansado del dolor ajeno. ¿Quiénes somos para hacer daño a otros? Cuando hablé de los humanos y mi familia, pensé que se cumpliría la Ley del Talión. Los alguna vez míos, no son más que seres despiadados que han contaminado sus almas por la gula asesina. Hombres, conejos y hasta osos han pasado por sus

estómagos, pero siempre pedían más y más sangre, y yo… —se pasó las garras por el abundante musgo de su cuerpo— estoy cambiando. Desde que dejé de comer carne me siento más sano y fresco. Las setas que me diste estaban deliciosas y los brócolis eran distintos, ¿alguna especie diferente? Su zarpa me aplastaba y hasta creí que me arrancaría los dedos. Se puso de pie y de una patada mandó a volar la mesa, vi en sus ojos un fuego infernal, cual antesala para el zarkzark y se me escapó un aullido que lo significaba todo. Sobre la tierra, rodamos entre mordidas que chorreaban una baba muy espesa y enredé mi cola a su cuello para que me diera un segundo para respirar. No entendí cómo de un momento a otro se despertó en él ese lado más que salvaje. Volteé al fregadero y vi el resto de los “brócolis” y lo que él creyó que eran setas. Y entonces me pregunté: ¿por qué no puse atención cuando dijo que era vegetariano?

124


125


126

fotografía


ALEJANDRO VEGA GAONA LA RISA DE LA LUNA VERDE BENJAMÍN ARMIJO RICO FIJO MARUJA CANCINO LA HISTORIA DE MARUJA 127


la risa de la luna verde

UNA FOTOGRAFÍA DE ALEJANDRO VEGA GAONA

128


D i s e ñ o e n c a l i d a d f o t o g rá fi c a describiendo cómo sería reírnos cuando la luna es verde.

129


jo FOTOGRAFÍAS DE BENJAMÍN ARMIJO RICO

La vivencia y la manera de expresión del ser un bailarín ha evolucionado con el paso del tiempo. En dicha expresión tenemos comprendidas imágenes y representaciones, acciones y vivencias, tanto como los procesos de construcción y reconstrucción de la identidad masculina. En este proceso permanecen los discursos de cuál es un cuerpo correcto, las representaciones del mismo, la performatividad y materialización.

130


131


la historia de maruja (serie fotopictórica) FOTOGRAFÍAS DE MARUJA CANCINO

Autorretratos fotopictóricos ejecutados a partir de la idea de suplantar diversos personajes femeninos, procedentes de la literatura, la cinematografía o la ópera, con la finalidad de cuestionar la influencia que han tenido dentro de la construcción de la feminidad de la autora.

132


133


134

dibujo/pintura


FRAN NORE BOSQUE ROBERT MILLÁN MUJER DE ESPALDA RADGE OMRA G. LUPIÁN (EDGAR OMAR GONZÁLEZ LUPIÁN) RISE (COLIBRÍ) JUAN S. NUZA VULNERABLES MARIA SUSANA LÓPEZ VUELO EN PRIMAVERA GABRIEL. PASCHETTA URBE WADDALUPE MALLOY FUNERAL OF SOULS EDUARDO TENORIO PAISAJE Y ABISMO REGINA CONTRERAS JIMÉNEZ DATE GRI OLEA ESPACIO PERSONAL IRINA YUSHMANOVA 3 PINTURAS MONSECORS FRAGMENTOS DEL TAO 135


136


bosque Un bosque cuyos árboles emergen en medio de un horizonte truncado de colores vivaces

UNA OBRA DE FRAN NORE 137


mujer de espaldas 138


UNA OBRA DE ROBERT MILLÁN

En esta ilustración digital se muestra a una mujer mirando en la dirección opuesta del espectador mostrando su cuerpo, otorgando connotaciones sensuales, está elaborado con una mezcla entre arte vectorial y síntesis gráfica deformada acompañados de trazos o líneas que se cruzan entre sí para dar mayor sensación de dinamismo y deformidad

139


140


rise (colibrí)

El colibrí, fuente de inspiración y símbolo de tenacidad, bajo la tutela de la libertad física y espiritual. (Imagen realizada con acuarela y tinta. Técnica mixta).

UNA OBRA DE FRAN NORE 141


142


vulnerables UNA OBRA DE JUAN S. NUZA

El cuidado y el compromiso de un momento. La confianza. Flotan y fluyen. Es un momento único, con una persona única que en su libertad te elige. Sin expectativas ni pasado. Sin defensas ni estructuras. Seamos libres y que el amor no cueste tanto.

143


vuelo en primavera

OBRAS DE MARIANA SUSANA LÓPEZ

Técnica mixta. Grabado. Pintura. Collage digital.

144


145


urbe OBRAS DE GABRIEL PASCHETTA

Pinturas urbanas imaginarias

146


147


148


funeral of souls OBRA DE WADDALUPE MALLOY

Ilustración con temática relacionada a la educación ambiental. Basada en la lírica de una canción de una banda de música llamada Funeral of Souls. Si no tomamos conciencia sobre la realidad de la destrucción ambiental actual, llevada adelante por el ser humano, no nos depara un futuro prometedor a ninguno de nosotros.

149


paisaje y abismo 150


OBRA DE EDUARDO TENORIO

Paisaje y abismo es una obra hecha en pastel graso y tiza sobre papel canson de 100x50 .

151


date

OBRA DE REGINA CONTRERAS

Date forma parte de una serie de obras en las que, mediante escenas comunes inspiradas en obras de Edward Hopper, Malcolm Liepke y Cindy Sherman, busco recrear momentos específicos en los que, pensándolos bajo el concepto de los stills cinematográficos muestren momentos de intimidad, soledad, serenidad y melancolía.

152


153


espacio personal Obras inspiradas en ese más allá inmenso que es el espacio que lleno de misterios y destellos me hace pensar en mi espacio personal.

OBRA DE GRI OLEA

154


155


los rojos

las calabazas de halloween

156


bodegón mexicano

3 OBRAS DE IRINA YUSHMANOVA #1 Las calabazas de Halloween, óleo sobre lienzo, 50*60 cm, #2 Los rojos, acuarela sobre papel, 30*40 cm, #3 El bodegón mexicano, óleo sobre lienzo, 50*60 cm.

157


fragmentos del tao 3 OBRAS DE MONSECORS

La idea de equilibrio se materializa constantemente en nuestro cotidiano, el caos y el orden le dan forma a nuestro territorio, y solo en ellos es posible perpetuar el flujo imparable que atribuimos al Tao, que está en todo, que es todo; está en nada y es nada.

158


159


160


Letras & Musas es una revista digital de distribución gratuita. Los trabajos publicados han sido enviados de los siguientes países: Argentina, Chile, Colombia, Cuba, España, Estados Unidos, Guatemala, India, Italia, México, Perú, Rusia, Uruguay y Venezuela. Desde esta grisácea pero cálida ciudad de Lima, agradecemos a todos los participantes por enviarnos sus creaciones. Fueron casi 200 trabajos y nos hubiera encantado publicar a todos, pero la refinación es necesaria. Espero que les guste esta selección que, por ser el primer número, ha sido lo más amplia posible. Los invitamos a seguir creando y a participar de nuestras siguientes convocatorias. Un abrazo inmenso a cada uno de ustedes.

www.letrasymusas.wordpress.com

161


162


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.