María Elvira González En sus trece Ayer estaba maquillándose frente al espejo de la sala. Vivía sola desde que su papá se fue a Irlanda y su mamá se mudó a Barquisimeto. El bombillo del baño estaba quemado. Iba a comprarlo cuando dijo que no, que siguiera en el jardín. Entonces seguí podando el granado. Al mediodía entré a beber agua y vi el bolso donde llevaba su comida a la universidad. Supuse que lo había olvidado. Regresé al patio y continué trozando y amontonaba ramas cuando vi a Eumaris cerca del espejo y grité: —¿Qué pasó? ¿Viniste a buscar tu almuerzo? No me contestó. Tal vez el equivocado soy yo, sería la sombra de alguna nube. Yo la conocía desde niña. La primera vez venía llegando de su primer día en el liceo. Entró por el garaje, yo estaba puliendo el carro de su papá y me saludó: —¡Hola, chamo! —Hola. Cuando me llamaron a comer dije que no podía, que me esperaban en la casa. La muchachita, que era muy salida, enseguida dijo: —Embuste, es que le da pena. Tuve ganas de agarrarla por su cola de caballo y arrastrarla por el medio de la calle, pero no dije nada y seguí. Después escuché a su mamá: —Eso no se hace, pobre muchacho. Eso me dio más rabia y no volví más. http://www.letralia.com/ed_let
Varios autores
39