Estado del Arte sobre Sexualidad en México 1996-2008.

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ESTADO DEL ARTE SOBRE SEXUALIDAD EN MÉXICO 1996 -2008

cuestionada por tener sexo con otros hombres, siempre y cuando fueran ellos los que penetraran a los otros y fueran receptores en el sexo oral. Por otra parte, se relacionaban de forma consistente con mujeres. En este sentido, los masajistas no transgredían las normas culturales aceptables, de modo que podían entrar y salir del trabajo sexual sin muchos costos personales. Además, trabajaban en horarios diurnos, por lo que podían llevar una vida familiar regular; no obstante, eran explotados por los encargados de los baños. En relación a las prácticas, como se dijo, nunca se dejaban penetrar y eran receptivos en la felación; los que hacían lo contrario eran una minoría. Su conducta preventiva se mostró uniforme: manifestaban un uso consistente del condón, tanto por las políticas de los establecimientos en los que trabajaban como por convicciones propias. Los travestis de asentamiento urbano, por el contrario, llevaban una vida marginada y estaban sometidos a confrontaciones cotidianas. Sus ingresos variaban de acuerdo a la zona de trabajo en la ciudad: en zonas de clase media podían ganar más que los masajistas, pero éste no era el caso en zonas populares. En cualquier caso, aunque su trabajo no era explotado por otros, estaban expuestos a mayores peligros y violencia. En cuanto a sus prácticas, los travestis se consideraban más abiertos al disfrute sexual y afirmaban estar dispuestos a ejecutar un repertorio más amplio de prácticas sexuales. Su conducta preventiva era alarmante: en general, trataban de usar condón cuando penetraban o eran penetrados, pero no lo hacían cuando no “había”; durante el sexo oral nunca lo utilizaban. Esto respondía a tres circunstancias: en México no se había establecido una cultura preventiva centrada en el uso consistente del condón; los pocos esfuerzos que se habían hecho para promover el uso del condón, no habían promovido al mismo tiempo una cultura de compra del condón; por último, la población masculina que se dedicaba al trabajo sexual era tratada, tanto por las autoridades mexicanas como por las agencias de cooperación internacional y los organismos internacionales, como una “población prescindible” por la que no valía la pena hacer esfuerzos. Un estudio sobre comercio sexual realizado en varones con clientela básicamente masculina, en la ciudad de Xalapa (Córdova, 2003c), se concentra en los trabajadores sexuales que se asumen como heterosexuales o bisexuales. Se entrevistó a varones entre 16 y 33 años. Las dimensiones de su problema de estudio fueron la autodefinición de los individuos a partir de las actividades que realizan, el lugar de trabajo, la frecuencia de su dedicación al comercio sexual, el tipo de servicios ofrecidos y la personificación de género. 99


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