El Juego de Abalorios

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El juego de los abalorios

Hermann Hesse

LAS POESÍAS DE SU JUVENTUD DE ESTUDIANTE34

QUEJA Nos es negado ser. Mera corriente somos que fluye obedeciendo en todas las figuras: por el día, la noche, el infierno y la cumbre vamos pasando en pos de nuestra sed de ser. Así colmamos sin cesar las formas: ninguna es patria, por suerte o por desgracia; siempre estamos en marcha, huéspedes eternos; sin campos, sin arados, no cosechamos pan. No sabemos siquiera cómo Dios nos piensa. Con nosotros juega, somos greda en sus manos, que muda y maleable, ni llora ni sonríe: y Dios la amasa, sí, pero nunca la quema. ¡Endurecerse en piedra un día! ¡Durar! Por eso eterna agítase nuestra nostalgia, y eterna, permanece tímido temblor... Nunca el reposo alivia el largo caminar.

IR AL ENCUENTRO El extraviado eterno, el meramente ingenuo, ignora nuestras dudas y seguro avanza. Nos dice sólo que este mundo es llano y son leyendas abismos y hondonadas. ¿Por qué pensar en otras dimensiones que en las dos buenas y ya tan vulgares? ¿Podría vivir seguro aquí un ser humano?, ¿Podría vivir aquí despreocupado?

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Versión fiel, sin respetar la métrica, para no traicionar los pensamientos y sus matices.

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