Luria Alexander lenguaje y pensamiento

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Enteramente distinto es el carácter que entraña la comunicación de relación». Existen enunciados que no denotan ningún suceso, pero formulan determinadas relaciones. Son construcciones de esta índole, por ejemplo, las siguientes: «Sócrates es un hombre», «el perro es un animal», o construcciones gramaticales como «el hermano de un camarada», «el perro del dueño», etc. El significado de dichas construcciones no se puede transmitir a través de una lámina gráfica. No expresan sucesos reales en los que intervienen los objetos, sino una relación lógica entre las cosas, y se utilizan como procedimientos para formalizar no tanto el pensamiento figurativo directo como el lógico-verbal, más complejo. Por supuesto que una situación gráfica, un gesto indicativo o descriptivo, la mímica o la entonación no pueden contribuir a revelar el significado de dichas construcciones, y toda la plenitud de las relaciones por ellas enunciables solamente puede ser expresada por la estructura gramatical de las palabras que la componen. En algunos casos de singular interés, el verdadero significado de la «comunicación de relación» puede entrar en conflicto con la percepción viva directa. Pueden servir de ejemplo las construcciones que utilizan una de las variantes del caso genitivo (el «genitivo atributivo»): la expresión «brat ottzá»/el hermano del padre, aparentemente crea la impresión de que se trata de dos personas, y no denota en modo alguno «hermano» y «padre», sino que designa una tercera persona: «diadia»/el tío; la mención de «padre» no entraña aquí el valor de sustantivo, sino el de atributo, de adjetivo, por lo que la expresión se puede reemplazar fácilmente por la de «ottzovski brat»/el hermano paterno, en la que el primer vocablo va expresado por un adjetivo y figura en primer término, al igual que todos los adjetivos en la lengua rusa («dobry diadia»/un buen tío, «vysokoie diérevo»/un alto árbol, etc.). Asimismo peculiaridades análogas distinguen a las construcciones gramaticales complejas en las que el orden de las palabras no coincide con el de los sucesos designados en la frase, por ejemplo: «He desayunado después de haber leído el periódico», donde, para entender el significado de la oración es necesario «invertir» mentalmente la secuencia de palabras. El verdadero significado de la construcción gramatical, expresado por medios especiales de subordinación de un término a otro, entra aquí en conflicto con la catalogación objetiva directa de la palabra y requiere unas operaciones mentales singularmente complejas, que inhiben las impresiones directas y transfieren el proceso en su totalidad desde el plano directo al plano de las operaciones verbales y lógicamente abstractas. Una serie de construcciones gramaticales complejas, análogas a éstas, en las que la designación de determinada relación lógica se transfiere por entero a los medios del lenguaje, constituyen una parte considerable de las matrices

lógico-verbales que subyacen a las formas complejas del pensamiento; de ahí el gran interés del análisis psicológico de los procesos intelectuales necesarios para la adecuación de las operaciones. Evolución de las estructuras lógico-gramaticales del enunciado La descripción de los medios y tipos fundamentales de las estructuras lógicogramaticales del enunciado discursivo permite ver hasta qué punto es complejo el carácter que entrañan las matrices del lenguaje que dan forma al pensamiento, y hasta qué punto el proceso de reflejar los sucesos y sus imágenes en el discurso puede apartarse de las leyes de la percepción gráficofigurativa directa. Surge espontáneamente una pregunta: ¿cómo aparecieron los complejos métodos lógico-gramaticales formativos del pensamiento y cuáles son los cambios que han sufrido en el proceso del desarrollo histórico? Sería erróneo pensar que dichas formas lógico-gramaticales del lenguaje surgieron de pronto y que ya desde las primeras etapas el lenguaje se convirtió en el mismo medio formativo del pensamiento abstracto que actualmente es. El lenguaje no siempre ha dispuesto de medios complejos de expresión de las relaciones; por eso la constitución del mismo en sistema de códigos de por sí suficientes para formular cualesquiera nexos y relaciones, es fruto de un prolongado desarrollo histórico que se extiende a decenas de miles de años. Ya hemos dicho que la protolengua, cuya existencia los investigadores relacionan con las etapas más tempranas de la historia humana, no se basa en un sistema de palabras de significado firme y estable, que los «vocablos» de la protolengua eran más bien exclamaciones entrelazadas con la acción práctica directa, y que su sentido sólo se hacía comprensible a partir de la situación práctica en que había surgido, y de los gestos y entonaciones que le acompañaban. En la fase más temprana de la paleontología del habla, el lenguaje no era todavía un sistema de códigos permanentes, capaces de transmitir la información, de modo que el papel decisorio en la transmisión de las comunicaciones era desempeñado por los factores extradiscursivos: el conocimiento de la situación, los gestos indicativos, la mímica y la entonación. Esta fase de desarrollo del lenguaje cabe designada, por lo tanto, como fase indiferenciada de un lenguaje enteramente «sinpráctico». La evolución sucesiva del discurso constituye en sí un proceso de emancipación gradual respecto de los medios extradiscursivos (sinprácticos) y de desarrollo de códigos complejos mediante los cuales el lenguaje se fue convirtiendo paulatinamente en un sistema capaz de formular independiente-

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