La voz dormida, de Dulce Chacón. Guía de Lectura
LA VOZ DORMIDA, de Dulce Chacón La voz dormida es una novela coral que recrea la situación de las mujeres presas en las cárceles franquistas de la primera posguerra. Nos acerca a la guerra civil y la represión franquista vista desde la óptica de las mujeres, las que estuvieron tanto en la retaguardia como en la vanguardia armada de la guerrilla. La novela empieza alrededor de 1941, poco después del final de la guerra civil, y termina en 1963. Aunque se centra en cuatro mujeres, Hortensia, Elvira, Reme y Tomasa, aparecen otros personajes secundarios (Don Fernando, Doña Amparo, Doña Celia, Sole, Mercedes, Zapatones, La Veneno, El Peque, Amelia…), además de Pepita, la protagonista e hilo conductor del relato. Todos ellos nos ayudan a ir recomponiendo poco a poco la historia y la visión del mundo de los vencidos en la guerra y represaliados durante el régimen de Franco. Por ello, Dulce Chacón no sólo nos introduce de la mano en la cárcel de Ventas (Madrid), también nos enseña cómo era la España de entonces: la vida cotidiana de las mujeres; los sentimientos de miedo, rabia, desolación; el hambre, la escasez… pero también la solidaridad, la amistad y la ternura. Además de presenciar la vida cotidiana en la cárcel de Ventas, también asistimos a la organización de la guerrilla en los montes, al exilio, a algunas de los sucesos más humillantes hacia las mujeres ocurridos en la guerra (las purgas con aceite de ricino, las rapadas de pelo), pero también de los más cruentos: las torturas, los fusilamientos, “las sacas”, “los mareados”… Dulce Chacón utiliza una prosa concisa, concreta, de oraciones cortas pero poéticas y delicadas. A través de su forma de narrar nos transmite la ternura y la emoción que le provocan ciertos personajes y establece una especial “conexión” con el lector, con el que llega casi (o sin casi) a la complicidad, desde el mismo comienzo, cuando comienza por darnos una información, terrible, que todavía nadie sabe, y nos pone así ya desde la primera línea (“La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia”) en una atalaya desde la que contemplar toda la terrible realidad que se despliega a nuestro alrededor. Y no podemos evitar sentirnos implicados porque la historia que cuenta es nuestra historia, aunque las voces de sus protagonistas se hayan mantenido dormidas durante décadas, incluso durante generaciones. La historia que nos cuenta es ficción, pero está construida a base de pequeñas y grandes historias reales (no olvides leer los agradecimientos del final).