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VIERNES 13 DE NOVIEMBRE DE 2009 / LP-898

Opinión

La reforma migratoria y sus protagonistas Por Maribel Hastings - America’s Voice

Introducción Cuando se habla en abstracto de los indocumentados, los que algunos llaman con desprecio “ilegales”, no se piensa en que esos “invisibles” están presentes a cada momento de nuestro día: en la comida que nos llevamos a la boca que pizcaron o procesaron sus manos, quienes cocinan o nos sirven en restaurantes, cuidan a nuestros niños, limpian las oficinas donde trabajamos, son dueños de negocios que auspiciamos, o son nuestros vecinos, amigos, familiares, y así podríamos ofrecer una inmensa lista de posibilidades. Como sólo en el mundo del alguacil Joe Arpaio los indocumentados se identifican con sólo mirarlos, la realidad es que todos estamos mezclados en esta sopa. No me gusta cuando se dice que la reforma migratoria los “sacará de las sombras” porque parece que fueran criminales y no están en las sombras sino a la vista de todos, aunque algunos no quieran mirarlos o reconocer su existencia, y aunque ellos tengan que vivir en diaria incertidumbre. Se ha repetido hasta el cansancio que la reforma migratoria está por venir y ya parece el cuento del lobo diciendo que ahí viene, y no pasa nada. Pero nuestro papel consiste en seguir presionando para que sí ocurra algo. El último debate migratorio fue en 2007 y desde entonces muchas cosas han pasado. Durante las próximas semanas publicaremos una serie de artículos sobre los protagonistas de esta novela de la vida real para explicar quiénes son, qué cambios han experimentando respecto al fracasado intento previo de reforma, y qué cambios se han dado en su interacción. Los protagonistas centrales, claro está, son los indocumentados, que todavía no han visto un “final feliz” a su situación. Pero la lista de personajes es larga como diversos son los grupos de interés inmersos en el asunto, una

de las razones para que se haga tan complicado arribar a un acuerdo. Dentro del grupo de los indocumentados hay una variedad de situaciones y dos de las más dolorosas son la de los jovencitos que fueron traídos a este país cuando eran niños, los llamados “soñadores”, y la de los trabajadores agrícolas que siguen enfrentando una de las situaciones más precarias entre la población laboral de este país. Sin embargo, además tenemos a los sectores religioso, empresarial, sindical, las autoridades policiales, los activistas pro inmigrantes, los grupos anti inmigrantes, el Congreso con sus divisiones partidistas y sus intereses creados, y una Casa Blanca que aunque apoye una reforma y pertenezca al mismo partido que controla el Congreso, depende en gran medida de ese Congreso dividido para avanzar su agenda. Ahora, de hecho, la batalla por la reforma de salud ha detenido la discusión de la reforma migratoria, mientras la crisis de los indocumentados persiste. Dada la polémica generada por el programa 287(g), que permite a los policías locales y estatales actuar como agentes migratorios, dedicaremos el primer artículo al sector policial y cómo esta vez, contrario a años previos, son cada vez más los jefes policiales los que abogan por una reforma migratoria que coloque la responsabilidad de aplicar las leyes migratorias donde debe estar: sobre el gobierno federal.

Primera Parte

Con la autoridad de nuestro lado “Los estadounidenses quieren una solución a nuestro dilema migratorio… Pero la solución no es convertir a cada departamento de policía local en una extensión del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE)”. Esto no lo dijo un activista pro re-

forma migratoria. Lo dijo el ex jefe de la Policía de Los Ángeles, William J. Bratton, la semana pasada en un editorial del diario Los Angeles Times. Bratton no está solo. En el transcurso de este año han sido varios los reportes y los eventos en los cuales autoridades policiales se han convertido en aliados de quienes abogan por la reforma migratoria. Las razones son obvias: en vez de concentrarse en labores policiales para garantizar la seguridad de las comunidades con las cuales deben establecer una relación de confianza para poder protegerlas, decenas de departamentos de policía están destinando agentes y tiempo a funciones migratorias. Ron Miller, jefe de Policía de Topeka, Kansas, lo resumió así: “No podemos proteger a una comunidad que no nos habla. Necesitamos trabajar juntos como nación para abordar la reforma migratoria”. J. Thomas Manger, jefe de Policía del condado de Montgomery, en Maryland, enumeró las consecuencias de que la comunidad inmigrante sienta temor de las autoridades: “Un aumento en la cifra de crímenes no reportados, víctimas y testigos renuentes (a reportar lo que saben), y que los inmigrantes se conviertan en blanco favorito de los criminales porque saben que esos inmigrantes no llamarán a la policía”. La Police Foundation presentó este año un reporte que detalla cómo destinar policías a labores migratorias es contraproducente porque desvía escasos recursos, aumenta la posibilidad de demandas, y genera desconfianza en la misma comunidad que pretende protegerse. Art Venegas, ex jefe de la policía de Sacramento y director del proyecto Law Enforcement Engagement Initiative (LEEI), lamentó que la atención nacional se centre en figuras como el alguacil Joe Arpaio en Arizona y sus cuestionables tácticas de aplicación del programa 287(g), que permite a policías locales fungir como agentes


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