LA VOZ de Mazarrón Hasta el 22 de diciembre de 2001
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CULTURA
MAZARRÓN RECIBE EL PREMIO CONDE DE GUADALHORCE
Los tiempos en que el gobernador civil se sentaba en la silla del alcalde El jueves día ocho de noviembre de 1962 los dos diarios de tirada regional, que entonces eran ’La Verdad’ y ‘Línea’, se hacían eco de lo sucedido el día anterior en Mazarrón: su Ayuntamiento recibía el Premio Nacional ‘Conde de Guadalhorce’, una condecoración dotada con 100.000 pesetas, instituida por el Ministerio de Obras Públicas para distinguir a los ayuntamientos que más habían destacado en el cuidado y embellecimiento de las márgenes de las carreteras del Estado en sus travesías e inmediaciones. Al acto asistió en representación del director general de Carreteras y Caminos Vecinales, el inspector general de la Quinta Demarcación, Carlos Gabriel Leyda Arañó; y lo presidió el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, Antonio Luis Soler Bans. El premio ‘Conde de Guadalhorce era de carácter nacional y de considerable reputación; a él optaban muchos municipios de toda España, aunque sólo se les otorgaba a tres en todo el territorio nacional. Mazarrón lo había conseguido por la reciente urbanización de sus aceras en la hoy denominada Avenida de la Constitución, la instalación de un ‘moderno alumbrado’ y la señalización para el tránsito de peatones con una favorable ornamentación de sus inmediaciones. Según aparece reflejado en las crónicas de ambos rotativos, el acontecimiento se convertiría en un acto de afirmación nacional, si bien hemos podido constatar que la travesía que motivó el premio se encontraba engalanada con gallardetes de los colores nacionales y mucho vecindario aglomerado dispensando un entusiasta recibimiento a la comitiva de au-
toridades. El gobernador civil, Soler Bans, llegó a las cinco de la tarde del día siete, y ya desde que pisara término municipal le acompañaba el alcalde accidental don Antonio Méndez Bonmatí. Entre las numerosas autoridades que los esperaban en la plaza del Mercado, se encontraban también los alcaldes y jefes locales del Movimiento de Cartagena, Lorca y Totana; además del ingeniero jefe de la Junta de Obras del Puerto de Cartagena. Los actos se iniciaron con una salve de honor a la Patrona; después los ilustres huéspedes de la villa se trasladaron todos al Ayuntamiento. El diario ‘Línea’, subtitula a cuatro columnas: « ...bajo uno de los más bellos artesonados dieciochescos de los Ayuntamientos españoles, el alcalde accidental de Mazarrón, señor Méndez Bonmatí, recibió del Inspector General de la quinta demarcación, don Gabriel Leyda, el Premio Nacional “Conde de Guadalhorce”, de cien mil pesetas y placa de plata conmemorativa...». En 1962 no habían comenzado a cambiar todavía muchas actitudes del antiguo régimen franquista, persistía una soterrada posguerra en bastantes formas y modos de los políticos; y aún entre el pueblo llano no acababan de creerse lo de los planes de desarrollo y las tímidas aperturas internacionales que hacían apuntar a una mejoría en lo económico y social, plasmada algunos años después. Este premio de cien mil pesetas —de las de 1962— no era en todo caso un ‘bienvenido Mister Marshal’, pero si debió ser un hermoso aliciente para un pueblo que veía diariamente cómo muchos de sus hijos partían a Francia, Alemania y Luxemburgo en busca del
Entrega del Premio Nacional Conde de Guadalhorce. De izquierda a derecha: Carlos Gabriel Leyda, inspector general de la Quinta Demarcación, pronunciando un discurso; en el centro, sentado en el sillón del alcalde, el gobernador civil, Antonio Luis Soler Bans, y el alcalde accidental, Antonio Méndez Bonmatí. FOTO PACO GARCÍA.
En 1962 no habían comenzado a cambiar todavía muchas actitudes del antiguo régimen franquista, persistía una soterrada posguerra en bastantes formas y modos de los políticos; y aún entre el pueblo llano no acababan de creerse lo de los planes de desarrollo y las tímidas aperturas internacionales que hacían apuntar a una mejoría en lo económico y social, plasmada algunos años después trabajo que aquí, desgraciadamente, no hallaban. Quizá lo que aconteció aquella tarde en Mazarrón sea hoy contemplado como una rancia estampa de época, una vieja fotografía marchitada por el paso irremediable de los años que ahora vamos a reproducir con la voz estremecida de un periodista anónimo. Un reportero que plasmó en su crónica algo más que una noticia, seguramente hizo sin saberlo una semblanza emocionante de una España insólita: «...merecía la pena recorrer los 150 kilómetros entre ida y retorno de la capital a Mazarrón para sumarse al acto. Éste tuvo como marco
su espléndido Ayuntamiento. Edificio de dos plantas, desde cuyo balcón principal contemplábamos el castillo, y allá al fondo, en la cumbre de un cerro desnudo de vegetación, la efigie del Corazón de Jesús, y en la plaza del Caudillo, el gentío, y por frente, el monumento a los gloriosos caídos. Y en el edificio banderas y gallardetes y la iluminación, y el tremolar de banderas al viento del atardecer, ya con vislumbre de tarde en ocaso. Tras el edificio, arriba, como gaviotas, en el monte de color terroso, las minas (...), después de la plegaria en la iglesia de San Antonio, una vez que
el vecindario aclamó al señor Soler Bans y restantes autoridades, se produjo aquel acto solemne, que sin duda dejó honda huella en el vecindario, que engalanó sus calles y balcones, y disparó cohetes para recibir a las autoridades, y que se desbordó en un vivo entusiasmo, porque era su Ayuntamiento, su auténtica representación, el que recibía el Premio Nacional concedido por Obras Públicas». Simplemente conmovedor.
Bibliografía: Diarios ‘La Verdad’ y ‘Línea’ del 8-111962.