Fábulas

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ÍNDICE: 1º El príncipe sapo. 2º Fábula de leones. 3º El león y el ratón. 4º El caballo viejo. 5º El cuervo y Hermes. 6º La golondrina y el ruiseñor. 7º La zorra y las uvas. 8º La zorra y el leñador. 9º El astrónomo. 10º La zorra y el perro. 11º El perro que soltó su presa. 12º La liebre y la tortuga. 13º Pedro y el lobo.


EL PRÍNCIPE SAPO


Érase una vez una princesa que estaba jugando con su pelota de oro junto a un río, hasta que se le escapó y se le cayó al agua. Un sapo oyó sus sollozos, asomó la cabeza y le preguntó por la causa de su pena. Entonces se ofreció a devolverle la pelota de oro con esta condición: que ella lo tomaría como compañero. El sapo le explicó que ella tendría que llevarlo a su casa, sentarlo a su mesa, darle de beber de su vaso, comer del mismo plato, acostarlo a su lado en su cama y besarlo cuando él se lo pida. La princesa, sin pensarlo media vez, se lo prometió. El sapo se zambulló en el agua y le devolvió la pelota. Y al pedirle que lo lleve a su casa, la princesa echó a correr, llegó al palacio y se puso a comer con sus padres, el rey y la reina.


Al cabo de un rato, un sirviente avisó al rey de que había un sapo en la puerta que pedía comer con la princesa. El rey dejó que pasara, y al contarle el sapo lo sucedido, ordenó a su hija que cumpliera lo prometido. Así que el sapo comió con ella, aunque a ella le dio mucho asco y apenas comió aquel día. Cayó la noche y, cuando la princesa se iba a la cama, el sapo exigió dormir con ella. Accedió con asco, y cuando estaban acostados el sapo reclamó un beso, la princesa, ahíta de repugnancia, lo cogió de una pata y lo estrelló contra la pared. Refulgió una llamarada y el sapo se convirtió en un hermoso príncipe. Y se abrazaron palpitando de amor amorosísimo.


Fテ。ULA DE LEONES


Durante el verano, cuando con el calor aumenta la sed, acudieron a beber a una misma fuente un león y un jabalí. Discutieron sobre quien sería el primero en beber, y de la discusión pasaron a una feroz lucha a muerte. Pero, en un momento de descanso, vieron una nube de aves rapaces en espera de algún vencido para devorarlo. Entonces, recapacitando, se dijeron: -¡ Más vale que seamos amigos y no pasto de los buitres y cuervos !


EL LEÓN Y EL RATÓN


Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reír y lo dejó marchar. Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre. - Días atrás - le dijo -, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.


EL CABALLO VIEJO


Un caballo viejo fue vendido para darle vueltas a la piedra de un molino. Al verse atado a la piedra, exclamó sollozando: - ¡ Después de las vueltas de las carreras, he aquí a que vueltas me he reducido !


EL CUERVO Y HERMES


Un cuervo que había caído en un cepo prometió a Apolo que le quemaría incienso si lo salvaba; pero una vez liberado de la trampa olvidó su promesa. Capturado de nuevo en otro cepo, dejó a Apolo para dirigirse a Hermes, prometiéndole también un sacrificio. Mas el dios le dijo: - ¿ Cómo voy a creerte ahora, miserable, si ya engañaste y renegaste de tu primer señor ?


LA GOLONDRINA Y EL RUISEテ前R


Invitó la golondrina a un ruiseñor a construir su nido como lo hacía ella, bajo el techo de las casas de los hombres, y a vivir con ellos como ya lo hacía ella. Pero el ruiseñor repuso: - No quiero revivir el recuerdo de mis antiguos males, y por eso prefiero alojarme en lugares apartados.


LA ZORRA Y LAS UVAS


Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca. Mas no pudiendo alcanzarlos, se alejĂł diciĂŠndose: - ÂĄ Ni me agradan, estĂĄn tan verdes... !


LA ZORRA Y EL LEÑADOR


Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó a la casa de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que pasara a su cabaña. Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra. El leñador, les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido. Los cazadores no comprendieron la señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.


La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada. Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió: -Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.


EL ASTRÓNOMO


Había un astrónomo que le gustaba todas las noches ir a ver los astros. Un día, mientras caminaba por los campos que quedaban fuera de la ciudad, observaba y contemplaba el cielo, cuando cayó en un enorme pozo. Al caer, comenzó a gritar y lamentarse. En esto pasó un hombre, quien le preguntó como había terminado en semejante desgracia. Al conocer lo sucedido, se limitó a decirle: - Compañero, ¿quieres ver los astros que están en el cielo pero no ves todo lo que hay en la tierra?


LA ZORRA Y EL PERRO


Una zorra entró a un rebaño lleno de corderos y se acercó a un pequeño cordero. Lo acercó a su pecho y fingió acariciarlo. El perro, que cuidaba el rebaño, se dio cuenta de lo que sucedía y le dijo a la zorra: - ¿Que crees que estás haciendo? - Solo lo acaricio y juego un poco con el -le dijo la zorra, fingiendo cara de inocencia. - Pues si no quieres conocer mis caricias, ¡entonces suéltalo! -le respondió el perro.


EL PERRO QUE SOLTÓ SU PRESA


Estaba un perro que atravesaba el río nadando, mientras en su boca llevaba un buen pedazo de carne. El perro vio su reflejo en el río, y creyendo que se trataba de otro perro que llevaba una gran presa, intentó quitársela. El mismo perro quedó engañado y por su avaricia quedó sin presa, porque no solo soltó la que ya tenía, sino que tampoco pudo tomar la que quería.


LA LIEBRE Y LA TORTUGA


Un día estaban la liebre y la tortuga discutiendo acerca de cual de los dos era mas veloz. Luego de mucho discutir, decidieron que la mejor manera de resolverlo era participando de una carrera. El día de la carrera, la liebre confiada por su gran velocidad, no se apuro por ir muy rápido, sino que se acostó a un lado del camino hasta que se quedó dormida. La tortuga, sin embargo, sabía que era mucho mas lenta, así que corrió sin cansancio hasta llevarle mucha ventaja a la liebre. La tortuga ganó la carrera y la liebre no pudo hacer nada.


PEDRO Y EL LOBO


Pedro era un pastorcillo alegre y bromista que cuidaba su rebaño de ovejas en un monte. Un día que se aburría junto a sus corderos se le ocurrió ponerse a gritar con todas sus fuerzas: - ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Que alguien me ayude! ¡El lobo! ¡Que viene el lobo! Los Campesinos que estaban al pie del monte ocupados en los trabajos de la tierra dejaron todo y subieron corriendo. Al verles aparecer cansados y sudorosos Pedro se partía de risa. Los campesinos vieron que el muchacho les había gastado una broma y volvieron enfadados a sus tareas.


Unos días más tarde el pastor embustero repitió el grito de alarma con mucha, insistencia: - ¡Auxilio! ¡El lobo, el lobo! ¡Labradores, que viene el lobo y se va a comer las ovejas! . Aunque dudaron un poco, los campesinos fueron corriendo de nuevo y por segunda vez se vieron burlados por Pedro, enfadándose muchísimo. Pero un día llegó el lobo de verdad. Estaba hambriento y empezó a comerse las ovejas. Pedro volvió a llamar a los labradores gritando muchas veces: - ¡El lobo! ¡Ha venido el lobo! ¡Socorro, Socorro!


Los campesinos creyeron que sería una broma, como las veces anteriores y nadie acudió para ayudar a Pedro que vio como el lobo acababa con su rebaño. Cuando los labradores se enteraron de lo sucedido se enfadaron con Pedro y le dijeron: - Esperamos que esto te haya servido de lección, las personas que mienten no pueden esperar que los demás confíen en ellas, pero te daremos cada uno de nosotros una oveja para que puedas volver a tener un rebaño.


Por: Laura Placer Picado


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