Como dios puede y va a restaurar su matrimonio3

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59 Sí, tenemos una elección: el obedecer el mandamiento o no. Esto no es exactamente lo que los psicólogos cristianos nos está diciendo, ¿o sí? Ame a sus enemigos. Nuestros amigos nos animan a “protegernos a nosotros mismos” o a “no amar a los que son difíciles de amar”. ¿Debemos amarlos o no? “Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan” Lucas 6:27–28. En este pasaje, Dios es aún más claro. Aún amonesta a quienes sólo aman a los que son fáciles de amar: “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen… Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos?” Mateo 5:44–46. Dé lugar a la ira de Dios. En el libro que nos habla acerca de ser “firmes” con nuestros cónyuges, se nos dice que confrontemos, que causemos una crisis. En otras palabras, que tomemos las cosas en nuestras manos. ¿Qué nos instruye Dios que hagamos? “Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración. Bendigan a quienes los persiguen; bendigan y no maldigan. No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuento dependa de ustedes, vivan en paz con todos. No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré’, dice el Señor” Romanos 12:12, 14, 17–19. No amenazaba. Usted se puede preguntar a sí misma “¿Por qué tengo que soportar tal sufrimiento, sin siquiera tener la satisfacción de la venganza?” Lea la explicación de Dios para su sufrimiento.

“Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos. Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia” 1 Pedro 2:21,23. Vence el mal con el bien. “Antes bien, ‘si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta.’”Romanos 12: 20–21.

Dichosos son los humildes. Si usted no toma los asuntos en sus propias manos y toma una posición “firme”, otros (aún los cristianos) le dirán que es pisoteada. Sin embargo, déjeme recordarle quiénes dijo Jesús que fueron dichosos. “Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia” Mateo 5:5. La justicia de Dios. La gente puede aún recordarle de cuando Jesús volteó las mesas en el templo. Ellos usarán ese ejemplo para decirle que está “en lo correcto” al enojarse con otros. Dios dice que él es un Dios celoso. ¿Podemos nosotros también ser celosos? “Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere” Santiago 1:19–20. Que no haga las cosas que quiere. Cuando tenemos un impulso de hacer o decir algo a alguien que no tiene nada que ver con mansedumbre, estamos caminando en la carne y no en el Espíritu. “Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. Porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio” Gálatas. 5:16–17, 22– 23. “Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes” Lucas 6:31.


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