Se empapan de ocaso las montañas

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Emily Dickinson

SE EMPAPAN DE OCASO LAS MONTAÑAS

CARAVASAR LIBROS


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Emily Dickinson

Se empapan de ocaso las montañas Colección Veinte poemas + uno

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LA POESÍA DE EMILY DICKINSON La poesía de Emily Dickinson está signada por una ruptura con las corrientes literarias más a la usanza de su época, además de una economía de lenguaje portentosa y una hondura de contenido y fuerza expresiva hasta entonces no alcanzada por poeta alguno. Su originalidad es tal que no pueden asignársele con certeza seguidores o emuladores de su obra y las influencias a las que estuvo expuesta se disuelven en una síntesis absolutamente homogénea tanto en forma como en temática. En cuanto a la forma, adopta generalmente la rima imperfecta, aunque utiliza también las rimas idénticas, vocálicas, exactas y suspendidas. La métrica que emplea es la asociada a las canciones populares e himnos religiosos, caracterizada por el metro corto con estrofas de cuatro versos, en ocasiones con una variante en la que el primer verso es trisílabo en lugar de tetrasílabo. Emily utiliza, en muchas ocasiones, palabras con un dejo de antigüedad que le dan un carácter singular al poema. Por ello en su fue criticada en su tiempo, creyéndose ver en ello una falta ortográfica e incluso ignorancia implícita. Pero al revisar el conjunto de forma y contenido se encuentran singularidades que le dan a sus poemas el carácter de identidad que los define. De la misma forma, la autora descubre la musicalidad del poema, sin demérito de su contenido. Crea piezas que se comparan incluso a obras musicales disruptivas que causan asombro en el lector-oyente. El universo poético se enriquece


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enormemente con este aporte que sería valorado plenamente en el siguiente siglo. Los textos de Dickinson presentan una especie de anomalía caracterizada por el uso de mayúsculas en algunas palabras, sin que medie razón lógica y consciente para ello, así como la utilización de guiones largos en medio o al final de los versos, que por lo general convierten su contenido en frases elípticas que en ocasiones plantean muchas preguntas. En todo caso, estas dos características de sus textos le dan un toque de originalidad solamente comprendida al evaluar la totalidad del poema. Por ello fue calificada de excéntrica, tal como se hace usualmente con el innovador, ante cualquier incomprensión de los motivos de su conducta o de las razones ocultas de su obra literaria. La poesía de Emily Dickinson aborda como temática el naturalismo, dejando traslucir en ello su hábil manejo de las ciencias naturales a la que fue muy aficionada durante su vida. Sus obras están pobladas por seres vivos de distintas especies, acercándonos a una valoración de la vida cercana a lo rural, a la primacía del valor de la naturaleza y al asombro ante el poder de la misma. Pero no es un canto a la vida solamente, su reflexión se hace profunda al abordar el tema fundamental de la muerte y la inmortalidad, que subyace en sus poemas. Esta profundidad no está reñida sino acentuada por la sencillez con la que aborda el tema, con la que utiliza los recursos de la naturaleza y los propios de la palabra.


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Por todo ello, la obra de Emily Dickinson sigue maravillรกndonos y se inscribe entre la de los grandes poetas de nuestro tiempo y de la humanidad. J. G. B. P.


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10 ¡Mi rueda está en lo oscuro! No puedo ver ni un rayo y sin embargo sé que sus pies goteantes van dando vuelta y vuelta

¡Mi pie en la Marea Una vía no frecuentada— mas todos los caminos tienen un claro al final—

Algunos han renunciado al Telar otros a la atareada tumba encuentran extraño empleo—

Algunos con nuevos—majestuosos pies— pasan reales a través del portal— ¡Arrojando el problema otra vez a ti y a mí!


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Tenía una guinea de oro y la perdí en la arena. Y aunque era módica la suma y en la tierra hay libras de sobra, era de tal valor a mis ojos frugales que—cuando no pude encontrarla— me senté a gemir.

Tenía un petirrojo carmesí que cantaba y cantaba. Pero cuando los árboles se hicieron rojos, huyó también. Otros me trajo el tiempo y eran las mismas tonadas. Pero mi casa aún está en espera de mi perdido trovador.

Una estrella tuve en el cielo, era una de las Pléyades.


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Pero me distraje y se perdió igualmente. Y aunque en el cielo hay multitud de ellas que brillan en la noche, ninguna me importa porque ninguna es mía.

Mi historia tiene una enseñanza: perdí un amigo. Él es pléyade y petirrojo y guinea en la arena. Y cuando esta triste canción que acompañan las lágrimas, en un país lejano vea el ojo traidor quiera Dios que un remordimiento solemne se apodere de su mente, y que no halle consuelo bajo el sol.


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32 Las hojas, como las mujeres, intercambian sagaz confidencia; Algo de seĂąas, y algo de portentosa indiferencia.

Las partes en ambos casos disfrutando confidencialidad,— Inviolablemente compacta a la notoriedad.


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35 Nadie conoce esta menuda Rosa. Quizá una peregrina fuera, si no la hubiera alzado yo del camino para traértela. Sólo una abeja notaría su falta, sólo una mariposa que viene de muy lejos a posarse en su seno. Sólo preguntará por ella un pájaro, sólo sollozará una brisa. ¡Qué sencillo, pequeña rosa, es para ti morir!


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67 El éxito resulta más dulce para quienes nunca lo alcanzan. Asimilar un néctar requiere muy penosa necesidad.

¡Ni una siquiera de las Huestes púrpura que hoy porta la Bandera puede dar definición tan clara de qué es la Victoria

como el que es vencido—moribundo— y en su oído agotado estallan mortecinos y claros los acordes lejanos del triunfo!


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89 Dicen que la palabra muere al pronunciarla. Digo que comienza su vida ese dĂ­a.


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130 Estos son los días cuando las Aves regresan— unas pocas no más—un Pájaro o dos— para echar una mirada hacia el pasado.

Estos son los días cuando los cielos reasumen las viejas—viejas Sofisterías de Junio— una equivocación de oro y azul. Oh fraude que a la Abeja no puedes engañar— tu credibilidad aparente casi a mi creencia convence.

Hasta que filas de semillas su testimonio llevan— y dulcemente a través del aire alterado una tímida hoja se apresura.

Oh Sacramento de los días de verano, Oh Última Comunión en la Neblina— permite a una niña que a ti se una.


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¥Que tus sagrados emblemas ella comparta— tu consagrado pan consuma y tu vino inmortal!


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135 El agua se conoce por la sed. La Tierra—por los Mares navegados El Arrebato—por el tormento— La Paz—por el recuento de sus batallas— El Amor, por el Moho de la Memoria— Por la Nieve, los Pájaros.


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181 Perdí un Mundo—el otro día! ¿Alguien lo ha encontrado? Lo reconoceréis por la Ristra de Estrellas en torno a su frente atada.

Un hombre Rico—puede no notarlo— y sin embargo—a mi Ojo frugal, de más Estimación que Ducados— ¡Oh Señor—para mí—encontradlo!


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291 Cómo se empapan de Ocaso las Montañas Cómo arden las Cicutas— Cómo el Helecho Pardo es vestido de Ceniza por el Mago Sol—

Cómo las viejas Torres sostienen la Escarlata hasta que la Bola está llena— ¿Tengo yo el labio del Flamenco que me atrevo a contarlo?

Entonces, cómo se retira el Fuego cual Marea— tocando toda la Hierba de un rasgo—de Zafiro—que se aleja— tal si hubiera pasado una Duquesa—

Cómo se adentra en el Pueblo un pequeño Crepúsculo hasta borrar las Casas Y la extraña Llama, que ningún hombre lleva brilla sobre la Calle—


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Cómo se hace la Noche—en Nido y en Perrera— Y donde estaba el Bosque— sólo una Cúpula de Abismo se Inclina ante la Soledad—


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384 Ningún cepo puede torturarme— mi alma— en libertad— detrás de este esqueleto mortal se teje uno de más valor—

No puedes horadar con un serrucho— ni traspasar con una cimitarra— dos cuerpos— por lo tanto perdura— amarra uno— el otro vuela—

El águila de su nido no se despoja— y gana el cielo más fácilmente que tú—

Excepto tú mismo tal vez nadie puede ser tu enemigo— cautividad es conciencia— y también libertad.


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441 Ésta es mi carta al Mundo que nunca Me escribió— Noticias muy sencillas que trajo la Naturaleza— con suave Majestad

En Manos que no veo su Mensaje dejó— Por el Amor de Ella—mis Dulces—paisanos— juzgadme—sin dureza.


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568 Aprendimos el todo del amor. El alfabeto, las palabras, un capítulo y luego el grueso tomo. Estaba entera la revelación.

No obstante, cada uno vio en los ojos del otro una ignorancia más divina que la de la niñez. Y cada uno –un niño para el otro–

intentaba exponer lo que ninguno de los dos comprendió. ¡Ay, es tan grande la sabiduría, tan variada la verdad!


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686 Dicen que el tiempo cura. Nunca ha curado el tiempo. Como tendón, el sufrimiento se hace más duro con los años.

No es medicina el tiempo sino examen. La curación sería prueba de que no había mal.


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709 La Publicación –es la Subasta— de la Mente para el Hombre— La Pobreza—justificación de una cosa tan vil

Quizá—pero Nosotros— preferiríamos salir de Nuestra Buhardilla blancos—al encuentro del Blanco Creador— a invertir—Nuestra Nieve—

El Pensamiento pertenece a Aquel que lo otorgó— después—al que sustenta su Corpórea expresión—Vende el Aire Real—

Metido en un Paquete—Serás el Mercader de la Gracia Divina— Pero no rebajes el Espíritu Humano a la Ignominia de ponerle Precio—


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919 Si logro salvar un corazĂłn de romperse, no vivirĂŠ en vano; si logro borrar de una vida el dolor, o enfriar una herida o ayudar a un esfumado petirrojo a regresar a su nido de nuevo, no vivirĂŠ en vano.


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997 Derrumbarse no es Acto de un instante sino pausa fundamental. Los procesos de Dilapidación son Desmoronamientos organizados.

Aparece primero una telaraña en el Alma Una Cutícula de Polvo Una Carcoma en el Eje Un Moho Elemental—

La ruina es ceremoniosa—obra del Diablo persistente y pausada— Sucumbir en un instante—no es un resbalón—es la ley de la Quiebra.


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1508 Tú no puedes hacer que crezca el recuerdo Cuando ha perdido sus raíces— Extender el abono en torno Y fijarlo derechamente Engaña quizás al Universo Más no mejora la planta— La memoria real, como los pies del cedro Está calzada con diamantes Tampoco puedes cortar el recuerdo Una vez que haya crecido— Sus vástagos de hierro germinarán de nuevo Allí donde hay destrucción.


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1680 A veces con el Corazón Raramente con el Alma Casi nunca con la Fuerza Pocos—aman del todo.


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1707 Es, cultivรกndolo, el invierno tan arable como la primavera.


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1763 La fama es una abeja y tiene un canto y tiene un aguijón. ¡Ah, y también alas!


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ÍNDICE La poesía de Emily Dickinson…. 2 10…. 5 23…. 6 32…. 8 35…. 9 67…. 10 89…. 11 130…. 12 135…. 14 181…. 15 291…. 16 384…. 18 441…. 19 568…. 20 686…. 21 709…. 22 919…. 23 997…. 24 1508…. 25 1680…. 26 1707…. 27 1763…. 28


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Colección Veinte poemas + 1 27 Federico García Lorca – ELEGÍA DEL SILENCIO. 29 María Calcaño – ME HA DE BASTAR LA VIDA. 35 Sor Juana Inés De la Cruz – HOMBRES NECIOS QUE ACUSÁIS. 46 Matsuo Basho – SOBRE EL SENDERO DE MONTAÑA. 50 Konstantinos Kavafis – DESEOS. 56 Robert Frost – HORAS PROPICIAS. 63 Emily Dickinson – SE EMPAPAN DE OCASO LAS MONTAÑAS.

La colección Veinte poemas + uno y todos los títulos de Caravasar Libros pueden obtenerse gratuitamente en la siguiente dirección electrónica: http://www.caravasarlibros.wordpress.com/


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Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Massachusetts, 10 de diciembre de 1830 - Amherst, 15 de mayo de 1886), poeta estadounidense. Hija de una familia con notoriedad política y social, de hondas raíces puritanas, obtuvo una educación formal mayor que el promedio de las mujeres de la época, aunque su formación estuvo ligada a la religiosidad y la constitución de una mujer para la casa, tuvo múltiples lecturas que ayudaron a su desarrollo como una de las más grandes poetisas de su patria y de lengua inglesa. Estudió durante siete años en la Amherst Academy de su ciudad natal y luego asistió por un período más breve al seminario femenino Mount Holyoke, en Austin, población de su estado, donde se intentó formarla como misionera religiosa. No era esa su vocación y regresó a su casa para ya no salir sino brevemente a algunos sitios cercanos.


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Su vida estuvo signada por una reclusión voluntaria, primero muy cercana a las usanzas de entonces para con la mujer y luego por decisión propia ligada a su personalidad. Al principio, asistía a las celebraciones convencionales, a la iglesia, a algunas conferencias y daba también paseos por su poblado. A partir de 1870 nadie volvió a verla en su pueblo, pues se confinó en su casa y posteriormente en su habitación. A la par, se negaba rotundamente a publicar sus poemas. No obstante, su producción literaria fue considerable, ya que luego de su muerte se encontraron casi 1800 poemas escritos por ella durante décadas. De sus textos sólo publicó en vida menos de diez y todos bajo anonimato. Sin embargo, sus escritos eran conocidos por un reducido círculo, al que consideraba capaz de entenderlos y apreciarlos. Su primera publicación en libro fue póstuma, realizada por Thomas Wentworth Higginson, al que consideraba su maestro, y Mabel Loomis Todd, entusiasta editora. Esta primera selección de poemas, que vio luz en 1890, estuvo muy intervenida por sus editores, quienes adaptaron sus poemas a las usanzas de la época, sin discernir que ella estaba creando su propio estilo y una manera singular de expresión poética adelantada a su tiempo. Sólo el siglo XX descubriría la trascendencia de su obra y se recopilarían sus poemas y cartas con un criterio más apegado a la originalidad de su creación literaria.

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