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Programas infantiles: asunto de mayores
from TVV 26-1

por: MG. luis fernando GutiÉrrez cano MG. luis JorGe orcasitas Pacheco
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La televisión es, hasta ahora, el medio de comunicación que mayor atracción genera en los niños, pues esta hace parte de su entorno y ocupa un destacado lugar entre las actividades de ocio y de tiempo libre de los infantes (hay que tener en cuenta que la segmentación de los diferentes tramos de edad en las que tradicionalmente se segmenta la televisión, señala que el concepto infantil, incluye el segmento de 4 a 12 años).
Sedeño (2005) señala que la televisión se impone porque penetra en el hogar, en la vida diaria y llegar a formar parte de los hábitos cotidianos, presentando estímulos audiovisua
les, más efectivos que los visuales y auditivos por sí solos. Los niños y niñas de entre cuatro y siete años son los menores de edad que más tiempo pasan frente al televisor.
En ese contexto, para Sedeño (2005:5), “es indudable que la televisión constituye una fuente efectiva en la creación y formación de actitudes en los niños, ya que, desde temprana edad, son sometidos a su influencia sin poseer otro tipo de información”; de ahí, surge un interrogante y es ¿cómo se produce la influencia de la televisión en los niños? Algunos expertos coinciden en que se debe a su penetración en el hogar, en la vida diaria, tanto que llegar a formar parte de los hábitos cotidianos. Por su parte Perlado y Sevillano (2003:167), subrayan que:
La actividad del niño receptor frente a la televisión trasciende del momento de estar frente a la pantalla. Esto es, no concluye al acabar un programa o al apagar el televisor. La construcción de asociaciones y la producción de significados a partir de los mensajes de la programación se extienden a otras situaciones de la vida del niño.

no. Al respecto, Carmona y Horta (2017:36), resaltan que:
En los/as niños/as la televisión genera procesos que son reproducidos en los diversos escenarios donde se desenvuelven cotidianamente, por ejemplo, en ocasiones lo llevan al salón de clases, a los parques o a sus juegos con otros compañeros reproduciendo o imitando lo que vieron anteriormente en la televisión. En su interacción con los demás niños en la escuela o en el barrio se dan una o varias reapropiaciones y se re-produce el sentido de lo visto en la TV.
Del mismo modo, se debe recalcar que un porcentaje apreciable de los niños acceden a la televisión cuando sus padres no están en el hogar y son los mismos niños los que deciden que ver o no en el televisor. Asimismo, en muchos hogares (especialmente en clase media y altas), el televisor se encuentra muchas veces en el cuarto del niño y no en la sala principal de la casa para permitir de esta forma el diálogo con el niño y con lo que está viendo. Y son ellos los que reaccionan frente a lo que se les está presentando.
Es importante destacar que el tiempo que los niños pasan frente al televisor, son abrumados por diferentes tipos de mensajes, como la publicidad (especialmente de juguetes), que en muchos emerge como engañosa; del mismo modo, para los niños no es fácil distinguir de lo que es real y lo que Por ejemplo, en el caso de la televisión colombiana, especialmente los canales públicos generalistas, esta determinó que la franja infantil estuviera localizada en la jornada vespertina, debido a que en esa franja horaria la mayoría de los niños ya están en casa luego de salir de sus
actividades académicas. Hay que destacar que mientras esto sucede, los padres permanecen o ingresan de nuevo a sus trabajos, por lo que, paradójicamente, al determinar la franja infantil no se tuvo en cuenta que lo niños ven televisión cuando sus padres no están.
Por otro lado, hay que advertir que existen muchas investigaciones sobre los efectos de las imágenes televisivas en la formación de los niños, la violencia y el comportamiento social, que presentan los hallazgos entre la relación televisión-comportamiento social, que se pueden sintetizar en cuatro teorías: la del aprendizaje observacional, según la cual la visión de modelos agresivos induce a la imitación; la de Berkowitz, que predice una activación emocional en el individuo frustrado que contempla la violencia y que puede conducirle a ella; la teoría del refuerzo de Klapper, la violencia televisiva reafirma pautas de agresión ya existentes en el observador y; por último, la teoría de la catarsis, que sugiere que la observación de la violencia reduce el impulso agresivo.
¿Nuevos paradigmas? A lo antes descrito, se han agregado una serie de variaciones en la forma en que los niños del siglo XXI están estableciendo su relación con el medio televisivo, tal es el caso de las nuevas formas de consumo infantil y, asimismo, nuevas formas de realización de los programas infantiles que, según Fuenzalida (2007:49), “involucran cambios en la representación infantil simbólica del texto”. Dichas variaciones tienen que ver con lo que Cardona y Horta (2017:41), denominan como “cambios profundos en el sistema de comunicación conducido por la globalización, por ejemplo, la interconexión y la liberación cultural”.
Otra mudanza en el consumo infantil de la televisión, tiene que ver con la migración de las audiencias infantiles de la televisión abierta al cable. Canales como Cartoon Network, Boomerang, Tooncast, Discovery kids o Disney Channel, monopolizan las preferencias de las niñas y niños y en América Latina. Este fenómeno se debe a que “los niños se reconocen como destinatarios de esos canales infantiles de cable, en tanto canales especialmente diseñados para ellos, con una continuidad apelativa especial en voces e imágenes, que transmiten las 24 horas solo para ellos” (Fuenzalida 2007:50).
Además de lo antes expuesto, también están transformándose las formas de realización de los programas infantiles, en donde se han superados los modelos obsoletos con los conductores adultos (tipo escuela), por un modelo en donde los niños tienen un papel protagónico, exhiben sus iniciativas y su inteligencia. Este tipo de esquemas de programas infantiles establecen prototipos que establecen formas lúdico-simbólicas de representación del infante (Fuenzalida, 2005).

Algunas conclusiones El niño televidente asocia imágenes, acciones, palabras y sonidos. La televisión produce sensaciones artificiales, pero no un contacto emocional directo. El niño es un aprendiz activo que debe ejercitar actividades como leer, escribir, jugar y desarrollar la creatividad, la fantasía y la imaginación. La televisión no debe ser exclusivamente para el tiempo libre de los niños, este tiempo se debe aprovechar para la creación, el aprendizaje y la sociabilización. Asimismo, la televisión plantea, con sus imágenes, postulados éticos, ideológicos, culturales e incluso científicos.
La televisión fracasa cuando dice qué se debe pensar, pero tiene éxito cuando dice a los televidentes sobre qué deben pensar y cómo han de hacerlo. Se trata de hacer televisión al servicio y a la medida del niño, donde la caja mágica no se una caja vacía, sin contenido y negra en lo profundo. Sino por el contrario, una caja mágica con color, música, sonido, movimiento todos estos elementos estén reunidos con las mejores intenciones y que transmitan la ética de la vida.
La televisión infantil puede aportar programas cuya base la constituya una narrativa de características lúdico-afectivas, que defiendan un discurso en donde los niños puedan percibir que están preparados para superar adversidades, lo que Fuenzalida (2007) denomina como capacidades de resiliencia.