Revista Asociados online02

Page 31

Y recordamos un detalle “franciscano”: doña Librada, la dueña de una gran estancia y donante del terreno de la escuela, le regaló en una oportunidad una vaca “sagua´a” (orejana, salvaje, en guaraní) para ser faenada y consumida, un animal por demás arisco, que se nos escapaba frecuentemente para refugiarse en la espesura del monte. El Hermano supo “ganársela” a fuerza de cuidados (una búsqueda paciente por el monte, una provisión diaria de agua y pasto, y un trato cercano y cariñoso) hasta llegar a convertirla en un animal dócil, en una buena lechera... También recordamos alguna picardía nuestra, que el Hermano supo descubrir y perdonar: él nos había enseñado a atraer a los cerdos con un tarro de maíz, agitándolo y haciéndolo sonar para que nos siguieran. Lo hicimos varias veces, pero al final decidimos cambiar los granos de maíz por piedritas, para poder saborear nosotros el “avati mbichy” (maíz tostado), una delicia que no podíamos desperdiciar… Para poder calibrar el proceso de socialización realizado por aquellos educadores con nosotros, tendríamos que imaginar nuestro contexto real: todo nuestro universo se limitaba a la presencia de nuestros padres y hermanos, nuestra casita de “karanda´y” (la palmera chaqueña), algunos animales, el monte y el cielo infinitos... ¿Se imaginan compartir la vida de golpe y porrazo con tantas personas extrañas durante el lapso de nueve meses lejos del hogar? Queremos expresarte, Hermano Alberto, que tenemos un grato recuerdo de aquellos comienzos de la escuela, donde nos sentimos cuidados y queridos, en una soledad que se nos fue convirtiendo en convivencia feliz, en un lugar de amistad y de crecimiento humano, y nos transformó en personas abiertas a los demás.

(1) El Hermano Molinero sigue sosteniendo actualmente este testimonio de vida que escribiera con motivo

del 40° aniversario de la Fundación de la Misión en el Paraguay, cuando contaba con 92 años de edad… También hemos agregado algunas palabras de su correspondencia asidua con el H. Arsenio Bóveda Villagra.

El Hermano Alberto Molinero, Hermano de La Salle, educador H. Adelardo Álvarez

He conocido al Hermano Alberto, sólo de visita, en dos ocasiones distintas durante su estancia en el Paraguay, entre los años 19731980. Actualmente llevo conviviendo cinco años con él en la Residencia La Salle de Griñón (Madrid). El Hermano Santiago Rodríguez Mancini, me pide unas pinceladas, sobre su persona en estos últimos años de su vida, cuando ya está próximo a la fecha - 7 de agosto de 2014 - en la que va a cumplir cien años. Centro mi reflexión considerando al Hermano Alberto como Hermano Educador. He mantenido con él un diálogo - entrevista; y al preguntarle cómo definiría su vida de Hermano educador, su respuesta fue inmediata y espontánea: Hermano Adelardo, yo nunca he sido realmente educador. Matizando su respuesta, voy a centrar mi reflexión, considerando al Hermano Alberto, desde su realidad, como modelo de un verdadero educador. En principio, coincido con él en que su vida no ha sido la de un Maestro educador en el “sentido formal” de la palabra. El Hermano Alberto no ha dedicado su vida a transmitir conocimientos científicos, sistemáticamente estructurados en sentido académico; pero sí ha transmitido, desde la espontaneidad, la cercanía, el trato humano, la escucha atenta y sincera, su disponibilidad a toda prueba, su sonrisa sincera y permanente, su palabra discreta, humilde, sabia y llena de experiencia, etc. Ha transmitido, ha contagiado, ha construido en infinidad de personas con las que se ha relacionado, ese mundo de valores

asociados 29


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.