La Vía para el Futuro de la Humanidad

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Las políticas de la humanidad

La acción política se ha basado siempre, implícita o explícitamen­ te, en una concepción del mundo, del hombre, de la sociedad y de la historia, es decir, en un pensamiento. Una política reaccionaria, por ejemplo, puede basarse en Bonald, ]oseph de Maistre y Maurras; una política moderada, en Tocqueville; y unas políticas revolucionarias, en Marx, Proudhon y Bakunin. Una política que se proponga mejorar las relaciones entre los humanos (pueblos, grupos e individuos) debe, más que cualquier otra, basarse únicamente en una concepción del mundo, de! hombre, de la sociedad y de la historia, pero también en una concepción de la era planetaria. He intentado hacerlo en mi Intro­

duction ¡¡ une poZitique de Z'homme. Potlr une poZitique de civilisation, Terre-Patrie. 10 Necesitamos, pues, un diagnóstico pertinente sobre el curso ac­ tual de la era planetaria que está arrastrando en su carrera a la especie humana. Es lo que he intentado hacer en mi texto ¿ Hacia el abismo? y en la introducción de esta obra encontramos una actualización de di­ cho diagnóstico. Pero e! pensamiento político se halla en e! grado cero. Ignora los trabajos sobre el devenir de las sociedades y del mundo. «La clase política ha dejado de pensar en la marcha del mundo», dice el econo­ mista ]ean-Luc Gréau. La clase política se contenta con informes de expertos, estadísticas y sondeos. Ya no tiene un pensamiento. Ya no tiene cultura. Ya no percibe el efecto de Shakespeare. Ignora las cien­ cias humanas. Ignora los métodos que serían aptos para concebir y tratar la complejidad del mundo, para vincular lo local con lo global, lo particular con lo general. Privada de pensamiento, la política va a remolque de la economía. Como decía Max Weber, la humanidad ha pasado de la economía de la salvación a la salvación por la economía. Ésta cree resolver los pro­ blemas políticos y humanos mediante la competencia, la desregulari­ zación, el crecimiento, el aumento del PIE y, en caso de crisis, el rigor, es decir, los sacrificios impuestos a los pueblos. Y, al igual que la le­ chuza huye del sol, la clase política rehúye cualquier pensamiento que pueda iluminar los caminos del bien común. La regeneración del pensamiento político supone, al mismo tiem­ po, una reforma del pensamiento que presentaremos más adelante. que et l'aCtlOID>, Arguments, 1958, reproducido

scm, 2010.)

en

Potlr el con/re Marx, Temps pré­

10. Las referencias de las obras de Edgar Morin se hallan al final del libro.


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