bajo la tormenta isabelle bellmer,

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Capítulo 7 Natalie Durante los siguientes seis días no fui a trabajar. El doctor me había dicho que hiciera reposo para poder recuperar fuerzas, y para mi sorpresa, Oliver no dijo nada. Cuando hablé con él por teléfono para avisarle, me dijo que estaba todo bien, que no me preocupara. Al principio creí haber escuchado un dejo de preocupación en su voz, pero no estaba muy segura. Se sentía extraño, era como la calma antes de la tormenta, o tal vez el silencio en una película de terror antes de que el asesino atacase. Así me sentía. Con Oliver en silencio, nunca podía adivinar cómo iba a reaccionar después ya que su carácter solía ser errático. Casi postrada en mi cama, la única idea que daba vueltas por mi cabeza era lo que Dexter había dicho de Oliver. Ese hombre nunca se iba a enamorar de mí, y no era que yo estuviera enamorada de él, pero cuando Oliver estaba cerca no podía evitar sentirme nerviosa, como si estuviera al borde de un abismo; el cuerpo me temblaba y la boca se me secaba impidiéndome decir palabra alguna. Y eso que solo lo había visto dos días. Sin embargo, en el restaurante parecía otro. Había dejado de lado su faceta de hombre soy-muy-malo-con todos, y había visto la amabilidad en esos ojos verdes tan bellos. Él tenía un lado bueno, de eso estaba segura, y quería ser yo la que lo revelara. Semanas después, todo había vuelto a la normalidad, y Oliver seguía siendo el mismo cretino de siempre. Atrás habían quedado sus amabilidades, al igual que el invierno que daba paso a la primavera. Había sobrevivido un mes a Oliver Finns, ¿quién lo hubiera dicho? El mes de abril era el mejor. Siempre era perfecto para tomar un buen libro e ir a Central Park a pasar el día bajo los frondosos árboles. Y era allí a donde Kristine iba a enviarnos ese día, a Central Park. La fundación "todo por ellos" realizaba un pequeño festival seguida de una suelta de globos, y aquel era el evento del mes. Muchas personalidades estarían presentes, porque ¿quién no se tomaría un día para ayudar a niños huérfanos? Yo creo que todos lo haríamos. Oliver estaba escribiendo algo cuando Kristine apareció detrás de la puerta con un pequeño papel, y cuando le avisó que debíamos ir. Fue en ese momento en el que…él simplemente estalló. — ¿Y me lo dices con menos de una hora de tiempo? —Espetó—. ¿Sabes que debiste habérmelo dicho hace por lo menos dos días?


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