bajo la tormenta isabelle bellmer,

Page 112

Marco Ay, santo cielo. Nada como la brisa fría del otoño. Grandioso. A pesar de que mi mejor amiga, la chica harapos estaba durmiendo aún como si no tuviera nada que hacer, decidí salir al centro a comprarle algunas cosillas. Tenía unas ojeras tremendas como si le hubieran propinado dos golpes es sus bellos y redondos ojos azules. ¿Cómo era posible que la chica más bella que había conocido en mi vida, a excepción de su hermana Angélica, estuviese así de triste? La niña no había comido casi nada por cinco días. Solo unas asquerosas sopas. Con el cabello sin peinar y de pijama todo el maldito día. La muy perra no estaba dispuesta a salir ni a la acera, y todo por culpa de nuestro pastelito agridulce, que más que agridulce ya parecía podrido. Aunque no podía negar que era un hombre bien torneado. Y además con esos ojos verdes, ¡ay, mami! En fin, así que mientras mi amiga sufría y el señor Oliver -soy un completo idiota y no me doy cuenta de que ella me ama- Finns, andaba quién sabe por dónde con aquella mujercita que había vuelto del pasado, o algo así; como Casper, el fantasma amistoso, yo me veía obligado a actuar de hada madrina. Y sabe Dios que un vestido me sentaría mejor que a cualquier perra. Pero los caminos del destino se cruzan a menudo, y esa vez me trajo un lindo regalito envuelto en un traje de lino azul francia oscuro, entallado al cuerpo…, con una impoluta camisa blanca y sin corbata. Por eso Natalie estaba tan loquita con él. El tipo estaba tremendo. Y tal perfección estaba a las doce en punto, con la mirada perdida y ojos apagados. Yo era una persona imprevisible, así que en segundos me planté frente a él con celeridad. —Oliver Finns. «Vaya que es suculento y jodidamente sexy» Él me miró serio, pero en sus ojos pude atisbar que en cuanto me vio, le recordé a ella y algo dentro suyo se removió violentamente. —Hola, Marco, ¿cierto? ¿Ni un insulto? ¿Ni una mirada de: llevas la bandera de gay pegada a la frente? ¡Aléjate de mí, criatura abominable! —No esperaba encontrarme al gran señor de las revistas por aquí. Estiré un poco el cuello y la vi, la mujer que tomaba fotografías y que minutos antes lo había besado ¡puaj! —Estoy tratando de ser paciente contigo, ¿sabes? Así que dime qué quieres. —Para que sepas, Pastelito Agridulce, no quiero nada más que decirte una cosa: arruinaste la vida de mi amiga. — ¿Qué?


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.