La República y la paz: la guerra

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05 2006

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bajo el título Colección de canciones de lucha. ¿Hasta dónde, entonces, llega la importancia de la música y la poesía en la resistencia? ¿Cuál fue su alcance? Si en 1939 se editó un recopilatorio de todas ellas, no pudo tratarse de una manifestación aislada y fugaz. Más aún cuando nos encontramos con que hasta las canciones infantiles del momento fueron readaptadas al tema de la guerra. Sirva como ejemplo esta letra que se publicó en El Parapeto, Órgano de la 67 brigada Mixta en Madrid, y que responde a la música de la popular Arroyo claro14: Madrid de mi alma, ciudad serena, aunque caigan obuses no tengas pena.

Cuando a los fascistas echemos de aquí, todo nuestro esfuerzo será para ti.

Aquella famosa estrofa de El patio de mi casa que reza: «Agáchate / y vuélvete a agachar / que los agachaditos / no saben bailar...» se transforma en esta divertida, pero cruel, versión: «Agáchate / y vuélvete a agachar, / que si no, los obuses / te van a zumbar». Así pues, ningún estilo musical pudo huir de la guerra; tampoco las personas, ni siquiera los niños y sus canciones. Tras este pequeño recorrido, pequeño porque el número de canciones es inabarcable en este trabajo, merece la pena dedicar unas líneas a la transmisión de las canciones republicanas y al lugar que hoy ocupan en nuestra sociedad. La inmediatez que define a este tipo de canciones debería haberlas convertido en una suerte de manifestaciones efímeras y olvidadas por las generaciones posteriores –y más aún si se piensa en lo que les aconteció durante los siguientes treinta y seis años–, pero nada más lejos de este supuesto. Los defensores de la República en tiempos del franquismo, exiliados o no, se encargaron de mantenerlas vivas a través de publicaciones y, una vez finalizada la Dictadura, consiguieron que no se perdieran. Hoy muchas personas recuerdan estas canciones tal como se concibieron durante la Guerra Civil. Tal es este romance titulado Relato del Señor don Queipo de Llano, que recogemos a continuación y que nos fue cantado por un octogenario residente en Madrid, cuyo nombre prefiere mantener en el anonimato: Está visto que todos los genios que hemos nacido en España, hemos de ser combatidos por toda la gente ingrata, que envidiando nuestras dotes a todos nos ponen faltas. A mí todos me critican, a mí todos me maltratan unos me dicen borracho, otros bodega me llaman; algunos me dicen curda, curdela, mosto, vinarra, beodo, alumbao, ceporro, pítima, cogorza, caspa,

pellejo, cuba, bocoi, merluza, trucha, tumbaga, toquilla, mona tajada, jumera, chispa, legaña, el general papalinas y gran brigadier tres capas. Total, ¿por qué? Por la gracia que derrocho en la radio sevillana cuando hago esa estupenda […] que regocijan al mundo y enfurecen a los parias y me apunto más kilómetros que hay de Sevilla a la Pampa.

14 Texto recogido por Serge Salaün en Romancero de la guerra de España II. Romancero de la defensa de Madrid [París], Barcelona, Ruedo Ibérico, 1982, p. 98.

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