El chef Rodrigo Díaz vocación de servicio por Loor Naissir
L
a cocina de Barranquilla ha experimentado un giro de 360 grados. Gracias a chefs tan creativos como Rodrigo Díaz la ciudad cuenta con restaurantes gourmet para mostrar con orgullo al mundo. Este joven empresario está celebrando siete años de haber montado El Celler, un restaurante de autor que marca la diferencia por su doble propósito: rendirle homenaje
empresarios y altos ejecutivos, como también para compartir con amigos y en familia. El Celler es una cocina de contrastes pero también de matices, sutiles contraposiciones de sabores que se potencian y suavizan mutuamente. Rodrigo ejecuta con convicción una cocina divertida y elegante, en la que sobresalen la pureza de los sabores y la emoción. Lo importante para él es que las
a la gastronomía ibérica y exaltar los sabores del Caribe. Rodrigo estudió hostelería y cocina en Barcelona, donde trabajó durante siete años en varios restaurantes de cocina catalana, contemporánea y mediterránea. También ejerció todos los oficios alrededor de la buena mesa: fue mesero, lavó platos, y fue barman y cocinero. Su proyecto en Barranquilla fue milimétricamente estudiado. Quería desarrollarlo en el Viejo Prado, y consiguió la casa. Su cocina, como sostienen sus asiduos comensales, pasa de lo tradicional a platos creativos y modernos. Su ambiente sofisticado se presta para reuniones de
personas se sientan cómodas. Ir al Celler es una experiencia por el servicio y su oferta gastronómica y de vinos. Se ha caracterizado por las tapas, lo que lo hace más relajado; las entradas no tienen que salir juntas, lo cual le da autonomía a la cocina. Los comensales ‘juegan’ en la mesa con los platos que van pidiendo; éstos van al centro hasta que al final se pide el plato fuerte, que también puede compartirse cuando se está en familia, sobre todo en las noches y los fines de semana. Porque los mediodías tienen un aire más empresarial y ejecutivo. Rodrigo comenzó con una carta que incluía 30 platos, hoy
12 revista LA OLA CARIBE
cuenta con 50 y constantemente está reinventando e innovando nuevas combinaciones de sabores. Empezó con capacidad para 60 comensales y ahora tiene para 120. Anualmente saca de 10 a 15 platos nuevos. Tiene algunos clásicos de la casa como las hamburguesas, los tacos de pork belly, la punta de anca con puré de yuca y el róbalo con arroz a banda de coco, entre otros. El nombre de El Celler se le vino a la cabeza como un homenaje
a la tierra de sus ancestros y donde se formó como chef. Rodrigo es amante de los arroces. Es un generador de empleo: tiene treinta trabajadores directos, entre cocineros, meseros y área administrativa. Su próximo proyecto es abrir otro restaurante con servicio de meseros en septiembre de 2016 en el centro comercial Viva Barranquilla. Un joven empresario con una visión futurista.