Inmigrantes
Don Alfredo Steckerl y su negocio del hierro
E
n Julio de 1934 llegaron al muelle de Puerto Colombia, a bordo del buque Cuba, Alfredo Steckerl Bauer con su esposa Rosita Fuchs y sus dos hijas, Gisi y Susie, quienes se establecieron en Barranquilla para nunca abandonarla por la cálida acogida que desde el primer momento les brindaron. Junto con don Alfredo y doña Rosita también llegaron los hermanos de don Alfredo, Rodolfo y Francisca, con sus respectivas familias. Al poco tiempo de haber arribado a esta bella tierra, don Alfredo y doña Rosita comenzaron el ‘Restaurante Internacional’ en la calle San Blas, hoy calle 38, en donde don Alfredo conoció a don Adolfo Graubard, de nacionalidad alemana y ascendencia judía, con quien estableció una gran amistad, al punto que éste le financió la compra de los rieles del ferrocarril que de Puerto Colombia llegaban a Barranquilla para exportarlo, como hierro viejo, al Japón antes del comienzo de la II Guerra Mundial. Comenzó así su empresa, que por tradición traía desde Viena, su ciudad natal: el negocio del hierro y los metales, A. Steckerl Hierros y Aceros S. A., empresa que en el año 2012 cumplió 70 años. Poco a poco la familia Steckerl se fue adaptando a la vida y sociedad de Barranquilla. Después de clausurar el restaurante, que duró aproximadamente un año, la familia se mudó al Edificio García y doña Rosita dictaba clases de gimnasia en el Colegio Americano para Señoritas, con el fin de ayudar
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Don Alfredo Steckerl Bauer
Doña Rosita Fuchs de Steckerl
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a sostener a la familia mientras don Alfredo desarrollaba el negocio del hierro, recolectando de las calles de la ciudad toda la chatarra que encontraba para luego enviarla a la Siderúrgica de Medellín, con lo que fortaleció su empresa. Ya establecida ésta, doña Rosita comenzó a su lado la importación de químicos, representando en Colombia a la BASF. Del Edificio García se mudaron a la Avenida E entre calles 8 y 9, hoy carrera 59 entre calles 68 y 70. En el año 1942 compraron lo que fue su residencia por el resto de sus vidas, en la esquina de la hoy calle 70 con la carrera 54, frente al Hotel El Prado. Para esa época, aparte de su gran dedicación a la familia y al trabajo, don Alfredo comenzó a comprometerse, con su tiempo y capacidad, con las más importantes instituciones comerciales y obras sociales de la ciudad. Fue cofundador del Banco de la Costa, hoy Banco Colpatria. Fue el primer usuario de la Zona Franca de Barranquilla, a través de una bodega. Se tómo como un compromiso personal la construcción de la Catedral de Barranquilla, del Teatro Amira de la Rosa, algo inusual en nuestra ciudad, y la nueva sede de Comfamiliar. Fue miembro de las juntas directivas de la Cámara de Comercio de Barranquilla, Fenalco, Comfamiliar, Club Rotario y el Asilo Granja San José, entre otras. Por su parte, doña Rosita no se quedó quieta. Hizo parte del grupo de personas dedicadas a los ancianos, en esta oportunidad al Asilo Granja San José. En compañía de don Alfre-