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El Decamerón, los vascos y Baldorba

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Sakonki

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El Decamerón, los vascos y la canción Baldorba (PARTE II)

Mari Jose Ruiz

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A priori parece disparatado que tengan algo que ver Bocaccio, su obra El Decamerón y el poema Baldorba. Sin embargo, Juan Antonio Urbeltz, autor de la letra escrita en 1978 y popularizada 30 años después por Benito Lertxundi mediante su álbum Hitaz Oroit, nos da las claves en este relato escrito en primera persona, dirigido a su mujer Marian, ya fallecida.

El libreto de 22 páginas, debidamente autorizado en el registro de la propiedad intelectual con el título “Conversaciones con Marian, del amor de un adolescente octogenario”, ha sido muy resumido y, dada su extensión, Merindad lo ha publicado en dos artículos por considerarlo de interés para Tafalla, la Valdorba y la Zona Media. Esta es su segunda y última parte.

Viaje a la Valdorba

“… El talante fuertemente mediterráneo que rezuma la narración con su alusión al vino, me llevó de manera natural, aunque sin saber cómo, a Valdorba, de uno de cuyos lugares precisamente, de Olleta, era mi bisabuela materna. Su apellido era Mina, el segundo apellido de mi abuelo. En este valle, uno de los pequeños lugares que deseábamos visitar se llamaba Benegorri, considerado por

mi como un topónimo eufónicamente cercano a Bengodi; en tanto que el otro lugar, no lejos de la misma geografía, era Berbinzana, que se me hacía próximo a Berlinzón.

Nada habría más emotivo que en cada uno de los humildes pueblos y lugares de la Valdorba, habitados o abandonados, una calle de cada lugar quedara rotulada como Giovanni Bocaccio karrika. En ese tercer cuento de la octava jornada Bocaccio habla de los vascos, y no podemos dejar de lado que en el tiempo en el que escribe su libro, mediados del s.XIV, la Valdorba era una tierra donde la lengua vasca era sin excepción la lengua de todos sus moradores, incluidos los animales domésticos.

La intuición

Una intuición, animada por los dos topónimos que figuran en El Decamerón, fue la que nos llevó a visitar Valdorba. Y aunque hemos apuntado la posible cercanía que se daba -según lo veíamos nosotros- entre Benegorri y Bengodi, la pregunta sobre el modo en que este segundo topónimo habría llegado a Bocaccio, quedaba en el aire. A nadie que tenga un mínimo conocimiento de la lengua vasca, se le escapa la naturaleza vasca de esa voz. En la propia ciudad de Tafalla, donde una gran porcentaje de su población es originaria de las abandonadas villas y lugares de la Valdorba, conocen bien el apellido Bengoa, que también se encuentra en otros lugares de la zona media de Nabarra como es la villa de Urantzia o Los Arcos. Por tanto, ¿de dónde le llegó a Bocaccio la voz de Bengodi? Sn que tenga nada que ver con la instintiva motivación que nos llevó a dar una vuelta por el apartado valle, pasado aquel 1978 vino el “descubrimiento” de un cierto color “toscano” en partes de esa Zona Media de Nabarra.

Cuando visitamos aquella retirada tierra fue toda una sorpresa. El miércoles santo 22 de marzo de 1978,

Iglesia de San Martín de Orisoain.

nos alojamos en un hostal de Olite. Al día siguiente iniciamos el periplo y cinco días después volvimos a casa. La antigüedad del territorio, pese a su depauperación, quedaba bien definida por su abundancia en construcciones románicas; riqueza monumental indicativa de que toda esa área tuvo suficiente patrimonio para pagar tan espléndida arquitectura. Visitamos las bellas y recoletas criptas de Orisoain y San Martín de Unx.

El poema

La visita fue inspiradora del poema que dediqué a Valdorba, cuya versión en euskera fue cantada por Benito Lertxundi y que ha sido un bálsamo para las gentes de la Zona Media de Nabarra, deseosas de recuperar la lengua vasca. A la excursión fuimos toda la familia, los cuatro que éramos entonces: tu y yo, Mikel y Maider. Un par de años después vendría Beñat. La holganza de esos días –tuvo más de peregrinación que de excursión- la iniciamos en Barasoain para rendir homenaje -como navarros que somos- a Martín de Azpilkueta, el “Doctor Navarro” (Barasoain 1492-Roma1586). De ahí pasamos a Garinoain para visitar las ruinas del cenobio que históricamente cuidó de la iglesia románica del Santo Cristo de Catalain; de allí continuamos hasta Iratxeta para fotografiar el esbelto hórreo que allí se guarda. Muy emotiva fue nuestra visita a Uzkita, con humildes viviendas cubiertas con lajas de pizarra, donde los únicos habitantes eran tres hermanos solteros que, por aquel entonces, estarían cerca de los setenta años. Estuvimos hablando de tiempos pasados. Unos años antes de llegar nosotros, había visitado Uzkita un hijo del lugar venido de Argentina, la emoción era tan fuerte que no se atrevió a entrar en el pueblo, por lo que mandó a su hijo. Como regalo de su paso, uno de esos tres hombres le dio la llave de una de las casas del

Hórreo de Iratxeta.

lugar. De esta singular situación le hablé al cineasta Fernando Larruquert (director con Nestor Basterretxea de la película Ama Lur) por si quería llevar a cabo un documental.

Visitamos Leoz, Amatriain –de gran belleza pero sin campanas en la espadaña de su iglesia, algo que me impresionó mucho-. Entramos, la habían esquilmado, paja y forrajes extendidos por el suelo, hojas de misal por aquí y por allá… Estuvimos en Benegorri, uno de los objetivos de nuestro viaje. También nos acercamos a Makirriain y Olleta y de allí a San Martín de Unx, lugar de donde era mi madre.

En Olleta nos encontramos con una familia de Rentería que conocía de Donostia. La pareja nos invitó a su casa y un tiempo después pudimos comprar esa casa y en Olleta tuvimos nuestra segunda residencia. Por las noches, después de cenar, mientras Mikel y Maider se iban a dormir, nosotros nos quedábamos para charlar de nuestros proyectos. De la ensoñación de aquellos momentos nacieron algunos poemas, como este dedicado a la tierra recién descubierta, a Valdorba… “fértil desierto de iglesias sin campanas”… “alakiketan de guitarra” o la referencia a un “kanum de Armenia en voz desgarrada”. Por entonces quise descubrir el sentido de la voz kanum. Además buscamos coregrafiar un montaje relativo a las fiestas tradicionales de “Moros y Cristianos” con dos ritmos básicos dedicados al recién descubierto valle, tus inspiradísimas melodías Jota y Bolero de Valdorba. Diez años después, más o menos, estrenamos Muriska con “Turcos y Cristianos” como protagonistas, pero siempre mantuvimos el bello proyecto dedicado a la Valdorba, a él debo sumar un programa inspirado en nuestra presencia, presencia vasca en América: Indianoenea. Carta de Ameríca. Te prometo que si Dios me da bastante vida, en memoria tuya, todo esto lo montaré”.

EL AUTOR

Juan Antonio Urbeltz (Iruña, 1940) es antropólogo y folklorista. Reside en San Sebastián. En 1958 ingresó en el grupo de danza Goizaldi, pasando en 1966 a Argia, grupo con el que ha investigando la coreografía, instrumentos y trajes tradicionales. Desde 1988 dirigió la sociedad Ikerfolk (apoyada por la Diputación Foral de Gipuzkoa) donde se desarrolla también una importante labor de investigación del folklore vasco.

Colaborador en numerosas publicaciones con artículos sobre cultura y danzas tradicionales vascas, dirigió la elaboración de un Atlas coreográfico vasco y es autor de un buen número de libros. Ha recibido varios premios y reconocimientos internacionales entre los que destacamos: Primer Gran Premio Internacional de Danza de Middlesbrough (Inglaterra, 1968); el Grand Collier d'Argent y Distinction Chorégraphique en Dijon (France, 1970); el Prix International de Danse à Charleroi (Belgique, 1973); el Premio Internacional en Llagollen (Gales, 1974) y el Premio Europa a la Cultura Popular de la Fundación Alfred Toepfer de Hambourg (Allemagne, 1998). Desde 1987 el minucioso trabajo de recogida de material se ha plasmado en espectáculos de danza que hunden sus raíces en la tradición y aportan nuevas apuestas coreográficas: Irradaka, Zortziko (1988), Muriska (1989), Alakiketan (1991), Kondharian (1997) y Pas de basque (2002).

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