Libres para Creer N° 8

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LIBRES p ara c ree r 2015, primer año del trienio jubilar hacia los 800 años de La Merced, está dedicado a la persona de san Pedro Nolasco. En este número encontraran artículos que los ayudaran a crear juntos momentos y espacios en las comunidades que tengan como eje a nuestro fundador.

Pág. 4 Síntesis histórica: San Pedro Nolasco Pág. 3 Presentación

Pág. 7 Pedro Nolasco se presenta: un aventurero de Dios

Coordinan: Fr. Hernán Salegas Fr. Matías Bellanich Dirección general: Provincia Mercedaria Argentina Pastoral Vocacional Diseño y edición: ecos:::merced Lic. Silvina Dasso Lic. Melina Bellanich 1600 ejemplares Mayo 2015 Córdoba, Argentina

Pág. 12 Año de San Pedro Nolasco

Pág. 14 Nolasco, siervo de Dios y servidor de los cautivos

Pág. 18 Hombre de Dios y hombre del hombre

Pág. 21 Un Dios enamorado del hombre


Presentación Por Equipo de redacción

Hola queridos amigos y amigas lectores de “Libres para creer” Volvemos a re-encontrarnos y esta vez la propuesta es hacerlo en torno a la persona de San Pedro Nolasco, nuestro fundador y un apasionado por la libertad. En el 2018 los mercedarios y mercedarias que seguimos sus pasos, cumplimos 800 años de compromiso redentor, por tal motivo se ha propuesto, en estos últimos tres años que nos quedan para llegar a tan esperado y agradecido festejo, tener presente los pilares y modelos de nuestro carisma liberador: Pedro Nolasco, María de la Merced y Cristo Redentor. Este primer año del triduo camino a los 800 años está dedicado a la persona de San Pedro Nolasco para profundizar en su persona y compromiso, para re-descubrirlo y re-encendernos por su compromiso con la liber-

tad de los cautivos mirando la realidad de hoy, en nuestros contextos, como él lo hiciera allá en su tiempo. Por eso en este número encontraran algo así como un portafolio de materiales que los ayudaran a poner la creatividad en juego pensando juntos momentos y espacios en las comunidades que tengan como eje a San Pedro Nolasco. Cómo siempre seguimos insistiendo e invitando a re-descubrir la presencia del Dios-amor en nuestras vidas que nos llama a cada uno y a cada una, como llamó a Nolasco, y a tantos otros y otras, desde la dura realidad de la cautividad (que aún hoy continúa viva clavada como una espina en las entrañas de este mundo), para que nos comprometamos “con la

vida” a luchar, juntos, por la libertad amenazada. Que San Pedro Nolasco nos muestre a todos el camino, tras los pasos de Cristo Redentor, de la mano de Nuestra Madre de la Merced, para que no haya más esclavos, sino hermanos. Continuamos compartiendo en las páginas que siguen…

Si quieres enviarnos un artículo para la revista comunícate con nosotros a pastoralvocacional@merced.org.ar Si envías un artículo: presenta un texto de no más de una página, en letra 11. Destaca el título en negritas. Ilústralo con dos o tres fotos que tengan buena calidad. Firma el artículo y agrega algunos datos como: de dónde eres o en que comunidad o grupo participas. ¡Te esperamos!

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Síntesis histórica San Pedro Nolasco* Lugar y año de nacimiento

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La primera referencia escrita del lugar del nacimiento de San Pedro Nolasco la encontramos en el códice Speculum fratrum (1445) de Nadal Gaver, Maestro General de la Orden, hombre de relevante cultura humana y eclesiástica. La frase, fielmente copiada del códice, es, en su traducción castellana, la siguiente: "ciertamente como el devotísimo varón Pedro de Nolasco de Mas de las Santas Puellas, diócesis de San Pablo, vecino de Barcelona, a la que había trasladado su domicilio...". En esta frase del Speculum fratrum, la tradición mercedaria ha entendido que Nadal Gaver se refiere a Mas Saintes Puelles (diócesis de San Papoul), población ubicada en el condado de Tolosa, sur de Fran-

cia, entre las ciudades de Carcasona y Tolosa, en el bajo Langüedoc. Lo mismo dice el padre Pedro Cijar en su Opusculum tantum quinque, del 1445. Esta noticia la ratifica el padre Francisco Zumel, catedrático de Salamanca, en su De vitis Patrum. Y todos los escritores, mercedarios o no, que desde entonces se han ocupado de este tema, han sido siempre unánimes en sostener que aquel lugar es la patria de Pedro Nolasco. Últimamente, sin embargo, ha surgido una opinión, basada más en interpretaciones de textos que en fuentes fidedignas, según la cual Pedro Nolasco habría nacido en una masía situada en los alrededores de Barcelona. Respecto al año de su nacimiento, no existe con certeza una fecha exacta. Sin embargo, teniendo en cuenta un

* Cf. LA ORDEN DE SANTA MARÍA DE LA MERCED, síntesis histórica, roma 1997, pág. 21.


viejo códice del cual Francisco Zumel extrajo iluminadores datos, en la setencia arbitral del canónigo Pedro Oller, aparece Pedro Nolasco redimiendo cautivos ya en el año 1203. De donde se deduce que el Fundador de los mercedarios, para poder estar empeñado en semejante empresa ese año, debía tener una edad madura y un espíritu emprendedor, nacido del impulso de su juventud. Por eso no es arriesgado afirmar, con muchos historiadores fidedignos, que Pedro Nolasco nació entre los años 1180-1182.

Su figura y obra antes de la fundación de la orden Para el joven Pedro moría el siglo XII, con sus guerras, con sus instituciones, sus organizaciones civiles y religiosas, sus cautiverios, sus angustias y sus problemas. Y nacía el siglo XIII con aires de renovación, con rejuvenecedoras esperanzas. Ya en los primeros veinte años de su vida, el rasgo fundamental y distintivo de su personalidad, transmitido por fiable documentación, es el de un joven animoso que inicia anda-

dura por el siglo XIII enrumbado derechamente hacia la liberación de los cristianos cautivos por su fe. Nolasco, aprendió de su padre Bernardo, el arte de mercader. El padre Cijar lo llama mercader óptimo, y el mismo Gaver consigna que Pedro Nolasco fue mercader, antes de fundar la Orden. Efectivamente, desde su mayoría de edad se manifiesta ya en él su próxima misión carismática dentro de la Iglesia y de la sociedad. Seguirá siendo mer5 cader, pero no comprará mercaderías, sino dedicará

“... para poder estar empeñado en semejante empresa, debía tener una edad madura y un espíritu emprendedor, nacido del impulso de su juventud”.


“Este grup o d e c o mp a ñ e ro s d e P e d ro N o la s co ( ...) tenía n g r a n d e v o ci ó n a C ri s t o q ue n o s redimió p o r s u p r e ci o s a s an gre " .

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su vida a comprar seres humanos. Se asoció a algunos compañeros, partícipes de sus inquietudes en pro de los cautivos, y, como relata Zumel, "perseverando primero en la oración de Dios, se dedicaron, después, cada día, a recoger limosnas de los piadosos fieles, por la provincia de Cataluña y por el Reino de Aragón para llevar a cabo la santísima obra de la redención. Lo cual se hizo así para que cada año se

realizaran en adelante por el santísimo varón y sus compañeros no pequeñas liberaciones y redenciones...Todas estas cosas acaecieron el año 1203". La profesión de mercader de Pedro Nolasco fue de gran utilidad para este grupo de redentores capitaneados por él, en esta primera época, ya que los mercaderes tenían fácil acceso a los países musulmanes, eran conocidos, y, durante siglos, ellos

fueron casi los únicos intermediarios para el ajuste de rescates cristianos en tierra de moros y de moros en tierra de cristianos. Este grupo de compañeros de Pedro Nolasco, según dice Jaime II a Bonifacio VIII en 1301, "tenían gran devoción a Cristo que nos redimió por su preciosa sangre". Nota característica de la espiritualidad del grupo: la devoción y seguimiento a Cristo Redentor.


Pedro Nolasco se presenta: un aventurero de Dios

Mi camino tiene un comienzo sencillo y oculto, semejante a las cosas simples de la vida…Cuando era chico vivía en un pueblito chiquito de Francia, en Mais Saintes Puelles, alrededor del año 1180, sobre una colina y rodeado de montañas. Los tejados de las torres, propios de la época en que viví, eran el marco propicio para que mis padres, Guillermo y Teodora, se conocieran y uniendo sus vidas decidieran formar una familia. Desde tiempo atrás mi padre aprendió de mi abuelo el oficio de merca-

der, lo que significaba en términos claros, una buena posición económica. Mamá era una mujer hermosa, la recuerdo trabajando codo a codo con mi padre; padres comunes que luchaban por trazar un horizonte nuevo a sus vidas que se unían. En aquel pueblito sólo viví hasta los quince años. Mis amigos compartían conmigo las travesuras propias de nuestra edad, nos gustaba escaparnos a la siesta a la falda de un monte donde construíamos casitas de piedra semejantes a las del

pueblo. Durante mi primera infancia mi vida 7 transcurrió entre juegos y mimos, hasta que mi padre enfermó y experimenté fuertemente el dolor de perderlo. Nunca imaginé que sucedería tan rápido. Tengo los mejores recuerdos de él, y cuando los hago presentes, descubro que profundas huellas dejó en mí. Fue muy difícil para mi madre y para mí enfrentar este dolor. Si bien había muchas personas que nos acompañaban, sólo ella y yo comprendíamos lo que implicaba seguir caminando la senda que con


tantos anhelos había iniciado, pero ahora sin él.

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Pasaron dos años apenas de aquel acontecimiento que marcó la primera gran etapa de mi vida, cuando otra vez me toca padecer la enfermedad de un ser querido: mi madre. Aquella tarde mientras acomodábamos mercadería recién llegada, mamá sufrió una fuerte descompostura. No supe que hacer, corrí a buscar ayuda pero cuando regresé con ella ya era tarde, mamá había muerto. Lloré amargamente su partida y hasta me revelé con Dios porque sentí que me había abandonado. Durante varios días

estuve solo, me costaba entender el porque del dolor y el sufrimiento. Unos amigos se acercaron y me ayudaron a descubrir que no todo terminaba allí, que tenía mucho por andar, mucho por hacer. Al cumplir dieciocho años, un pariente de papá me animó a salir de mi pequeño pueblo para emigrar a una ciudad que me diera más posibilidad y porque no, la oportunidad con la que quizás formaría mi propia familia. Debo confesarles que nunca imaginé que llegaría este momento. Pero bueno, cada vez me convenzo más de que la vida de una persona es como un barco, cuyo

rumbo el timonero nunca termina de conocer. Simplemente navegamos mar adentro. Cuando llegué a Barcelona, me encontré con un mundo totalmente diferente. Allí logré sacar de mí algo que seguramente guardaba desde siempre: la astucia, la rapidez, y por que no la sagacidad para comprar y vender. Soy muy afortunado porque siempre hubo amigos que compartieron esfuerzos y desafíos. Confieso que no soy alguien que pueda vivir solo. Pude emprender mi empresa con el paso del tiempo y la ayuda de todos ellos, me fascinaba la idea de entrar en contacto con otras personas, regatear precios, en fin, fui un aventurero. Como se darán cuenta, entre una cosa y otra, fui llegando a este segundo momento de mi vida, marcado por dos cosas esenciales: comenzar a valerme por mi mismo y trabajar codo a codo con otros compañeros para concretar lo que mi padre


soñó para mí, y lo que yo mismo anhelé desde muy joven: ser comerciante. Mercancías, joyas, finas telas, especies, son la felicidad y el orgullo de muchos hombres que como yo transitaron el mundo en viaje de negocios. Muchas veces me dejé fascinar por la posibilidad de poder que tenía entre mis manos, sin embargo, nunca perdí de vista el valor de las cosas simples y pequeñas, el valor de lo que pasa inadvertido a los ojos de la gente, la charla con un buen amigo, un momento de tranquilidad para dialogar con Dios, una buena obra a favor de una persona pobre. Creo que esto no lo conseguí por mis propios medios, sino que lo heredé como un tesoro enorme de mis padres. Ellos cultivaron en mí la sensibilidad por lo que sucedía a mi alrededor, por los pobres y desde allí me enseñaron a descubrir el rostro de Dios que también se hizo pobre para salvarnos. Creo que estos senti-

mientos, esta manera de ver el mundo me permitió, en los distintos viajes que hice hacia África, descubrir realidades muy duras que me golpearon fuerte el corazón. Se trataba de hombres y mujeres que por causa de ser cristianos, eran apresados, sometidos, torturados en nombre del dios Alá. Aquellas personas estaban grabadas en mi mente y en mi corazón, y al volver a España no podía olvidarlas. Esta situación me hizo valorar más mi fe; el testimonio de aquellos hombres y mujeres me hacían pensar en la posibilidad que yo tenía de celebrar los misterios de Dios sin ningún obstáculo.

“Aquellas personas estaban grabadas en mi mente y en mi corazón...”

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“Soy un hombre sorprendido por Dios y fascinado por los desafíos que la vida me fue ofreciendo…” mi vida, que durante años estaba buscando, me enseñaron a valorar el precio de mi propia vida y de mi libertad, el precio de mi fe. Para esta época, ya tenía alrededor de cuarenta y cinco años, no había formado mi propia familia, y sin embargo no estaba solo puesto que mi familia eran mis hermanos, aquellos que compartían mis ideales y también los pobres cautivos que una vez liberados compartían un buen tiempo de sus vidas con nosotros.

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En mí se produjo algo totalmente extraño, sentí la necesidad de hacer algo por ellos y no lo dudé ni un instante. Junto a mis amigos decidimos usar los recursos que teníamos, aquellos que sabíamos hacer (comprar y vender), para librar al menos algunos hermanos

de aquellas horribles cárceles. Años más tarde, me vi envuelto en una empresa totalmente nueva e increíble. Había puesto todo a favor de aquella causa de liberación. Ellos, los cristianos, eran mi perla preciosa. Me ayudaron a comprender el sentido de

Quienes me conocieron desde niño nunca se imaginaron que mi vida recorrería estos rumbos, y a decir verdad yo tampoco. Soy un hombre sorprendido por Dios y fascinado por los desafíos que la vida me fue ofreciendo… yo sólo quería ser feliz, pero Él quiso que también hiciera de mi vida algo valioso.


Siento que detrás de mi proyecto, de tu proyecto de vida, hay un sueño, un anhelo de alguien más grande que quiere que vos no sólo seas feliz sino que hagas de tu vida algo valioso. Hoy me recuerdan como fundador de la “familia mercedaria”, es más, algunos dicen que la obra que organicé con mis hermanos y amigos se asemeja a la redención de Jesús. Yo no entiendo de cuestiones complicadas ni de Teología, sólo sé que mi vida fue para mí la posibilidad de hacerme más amigo del Padre Dios y de mis hermanos más

pequeños, de sentir de cerca su amor, comprender que me creó por amor y para amar. Así de simple, yo amé con lo que siempre fui: un comerciante y por eso aprendí a comprar la vida de mis hermanos cautivos, pagando como rescate mi propia vida. No se asusten chicos, el Padre no les pide más de lo que pueden dar, ni más de lo que saben hacer. No se compliquen la vida, no se rompan la cabeza, miren a su alrededor y oren pidiendo la luz para ver y actuar cuanto antes.

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EncontrĂĄ todos los materiales para descargar en la web Materiales para las celebraciones, para imprimir e ilustrar este aĂąo 12

www.merced.org.ar/dinamico facebook/La Merced en Argentina


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Nolasco, Siervo de Dios y servidor de los cautivos

Pedro Nolasco fue un 14 comerciante del puerto de Barcelona en el siglo XIII. Los comerciantes de aquel tiempo, sobre todo los relacionado con países musulmanes, eran hombres sabios, de aventura y negocios. Debían emprender extensos viajes para comprar, vender y canjear sus mercancías. Conocían las lenguas de otros pueblos, se ponían en contacto con estilos de vida diferentes, y sobre todo debían ser muy diestros para superar los grandes riesgos de combates, piratas y ladrones. Solo en condición de

mercader Nolasco se hizo experto en temas de cautivos. Su misma condición de mercader le hizo sentir la esclavitud del mundo, la miseria y la grandeza del comercio en que se venden no solo mercancías, sino también cautivos, hombres sometidos a la oferta del dinero. Así los vio Nolasco alejados de sus tierras, oprimidos, como mercancía. Nolasco era también, un hombre piadoso, devoto de Jesús desde el principio. Entonces respondió como responde

un “mercader cristiano”: ¿cómo ocuparse de otras cosas si está en venta la vida de los hombres? Como dice la parábola evangélica: “el Reino de los cielos se parece a un comerciante que buscaba perlas finas. Al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró”, descubrió Nolasco que esa “perla” no se adquiere de una vez y para siempre, se empieza y no se acaba, son muchos, infinitos los cautivos, y por eso es necesario emplear todas las fuerzas con el fin de que ellos salgan, se liberen de la lucha y codicia de los hombres. Nolasco fue incapaz de conformarse con redimir a un cautivo. Tras un cautivo hallaba otro. Y ya no pudo retornar a su pasado de negocios personales. Desde entonces vino a hacerse comerciante de cautivos. Por eso queremos destacar los siguientes puntos de su historia:


a

Nolasco se junto con otros compañeros fidelísimos, partícipes del mismo ministerio. Ha descubierto que no puede mantenerse aislado. La mies de los cautivos le desborda y ha pedido al dueño nuevos operarios bien dispuestos. Ha extendido su ejemplo por Barcelona y se le juntan otros laicos de aquella misma tierra formando una asociación redentora. Son buenos comerciantes, amigos de Jesús, decididos a liberar a los cautivos. Nos hallamos en 1203, así empieza la tarea mercedaria.

b

Gastan todo lo que tienen en la tarea redentora. Exponiendo sus propios bienes lo hicieron precio de redención. Son comerciantes que invierten todo su dinero en un negocio económicamente ruinoso. Actúan como Jesús que siendo rico se hizo pobre por nosotros. Han dado con liberalidad hasta quedar ellos vacíos, cumpliendo la palabra que dice: “vende lo que tiene, dáselo a los pobres y luego sígueme”. De esta forma siguen a Jesús, se ponen en sus manos.

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Se hacen mendigos al servicio de los pobres. No se limitan a pedir y compartir lo que reciben con los hombres del entorno. Llegan hasta el fin haciéndose “mendigos”, es decir, pedían limosnas por las iglesias. Se dedicaron después a recoger limosnas de los fieles piadosos de Cataluña y del reino de Aragón, al realizar cada año la obra redentora. Los mercaderes se hacen pobres, han llegado hasta el nivel social más bajo y desde allí comienzan una 15 acción liberadora intensa. Entregándose en las manos de Dios, sin nada propio, ponen su vida al servicio de la libertad, haciéndose testigos de Jesús, ministros de su tarea redentora.

“Su misma condición de mercader le hizo sentir la esclavitud del mundo, la miseria y la grandeza del comercio en que se venden no solo mercancías, sino también cautivos...”


d

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Probablemente acaban fijando su residencia en el hospital de Santa Eulalia de Barcelona. Nolasco y sus amigos empeñaron su fortuna personal, vendieron posesiones, hasta casas. ¿dónde habitan, cómo encuentran cobijo aquellos pobres, colectores de limosnas, mendicantes de cautivos? Acaban vinculados para siempre con los pobres. Viviendo con ellos en el hospital de Santa Eulalia de Barcelona. Más tarde el rey les otorga dicho lugar como residencia permanente. Los hospitales de aquel tiempo eran casa de todos los “sin casa”: caminantes, enfermos, huérfanas, pobres, entre otros.

e

En la tarea redentora hay un momento de crisis: los bienes no alcanzan para la cantidad de cautivos que todavía claman por libertad. Como respuesta a la misma Nolasco descubre que Dios le envía a suscitar una familia de religiosos redentores. La Madre de Jesús es la mensajera e inspiradora de este nuevo camino. La característica de estos religiosos será el cuarto voto por el cual se obligan a quedarse en rehenes y a dar la vida por lo cautivos.

El Proemio de las Constituciones mercedarias nos presenta la centralidad de la figura de Nolasco en la Orden redentora, y lo caracteriza con los siguientes títulos:


Siervo de Dios y servidor de los cautivos: porque empeña su fortuna y vida en redimirlos. De esta manera viene a hacerse imitador de Jesucristo, Hijo de Dios, que teniendo plenitud divina, se ha mostrado como servidor de todos para salvarnos. Fundador: Pedro Nolasco no ha sido un siervo solitario ni un mensajero aislado, sino que ha logrado convocar a unas personas, ha juntado a unos compañeros y con ellos ha fundado una Orden, es decir un grupo establecido, organizado, estructurado al servicio de la redención.

Para compartir

Mensajero: Nolasco es portador del “gran mensaje”: el evangelio de la liberación de Dios. Por eso, es un profeta de esperanza salvadora en la iglesia. Transmite un mensaje de alegría y de liberación no solo a los cautivos, sino a todos los miembros de la iglesia que trabajan para construir el Reino. Adelantador: Nolasco es aquel que va adelante, abriendo, propiciando un camino, y lo precede, arriesgándose en una tarea que luego podrán asumir otros.

A partir del texto: ¿Qué aspectos de Pedro Nolasco se agregan al perfil que venimos construyendo juntos?

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¿Qué cosas de la vida de Nolasco les entusiasman y les animan? ¿Qué otras sienten que los desafían o les provocan dudas?

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Hombre de Dios y hombre del hombre * Su testimonio de fe asume un relieve particular en cuanto que es oferta de un laico que no tiene ninguna colocación en la Iglesia, ningún encargo de tipo institucional.

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El es un simple creyente que se ha encontrado con Cristo, ha leído el evangelio, ha tomado en serio la responsabilidad frente al prójimo, se ha hecho siervo de los otros. Todos, más o menos, leemos el evangelio. Él lo ha leído a la luz de los problemas de su tiempo, especialmente del más dramático: el de los cristianos privados de libertad, porque han caído en manos de los musulmanes. Ha descubierto potencialidades que, sin él, habrían quedado veladas, inexploradas. Se ha sentido interpelado, obligado a dar una respuesta. Una respuesta nueva, original, no dada

por supuesta. En el tiempo en que las catedrales góticas erigían orgullosas su selva de agujas hacia el cielo, él ha sabido dirigir su mirada hacia los bajofondos de la historia, haciéndola detenerse en los subterráneos de las prisiones en los que languidecían millares de hermanos suyos. También él ha realizado una obra de arte. Una obra de arte de misericordia, que ciertamente no desdice frente a las más célebres catedrales. Muchos lo saben. El se siente "llamado" a intervenir. No elabora un proyecto de liberación, pero asume, personal y comunitariamente, un compromiso de liberación. No dice: "es necesario liberar". Sino: "debo liberar". Y así sigue a Cristo arrastrado por una irresistible pasión libera-

dora: "...gestionando libertad". P o d r í a repetir: el Señor "me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos" (Lc. 4,19). Se hace instrumento dócil de una maravillosa creación del Espíritu.

* A. PRONZATO, Un mercader de libertad: Pedro Nolasco, Ediciones Sígueme, Salamanca 1988, pág. 95.


Pero este servicio de la fe ha supuesto para él desprendimientos dolorosos, renuncias dolorosas (comenzando por el ambiente familiar). Y, una vez lanzado a la empresa, no es que el escudo de la fe lo haya protegido. En realidad, siempre estuvo expuesto a dudas, incertidumbres, oscuridad, crisis, incomprensiones, incluso persecuciones. S u actuación le ha proporcionado críticas, hostilidad.

religión y, en última instancia, de animarles en los secuestros, aunque fuera involuntariamente. Encontró violentas oposiciones por parte de los familiares, especialmente al reclutar jóvenes que compartiesen su pasión liberadora. En suma, más que consolaciones, experimentó las pruebas de la fe. Nómada, como todos los creyentes, tuvo que inventarse un camino que no estaba escrito en parte alguna.

También los más benévolos no escondían su perplejidad en relación a él y a sus discípulos, acusados de enriquecer, con el dinero de los rescates, a los enemigos de la

Dios, en el momento de su vocación, no le entregó, en sobre cerrado un folio en donde se especificara todo lo que tendría que hacer, y cómo habría de llevar a cabo aquel

proyecto, y cuáles serían los resultados finales. Inspiración no significa información. Ser inspirado no significa estar 19 asegurado. Pedro Nolasco se sintió arrastrado a lo largo de un camino que había que explorar por completo. Deben buscar, interrogarse, escudriñar en la oscuridad más espesa, ser atenazados por las dudas, ir descubriendo paciente y fatigosamente. Hombre de fe, sobre todo porque supo unir, en una síntesis que pocos logran, la causa de Dios y la causa del hombre. Prestar atención al cielo, y escuchar el grito del hermano oprimido.


Practicar el culto al Señor y el culto al pobre. Adorar y servir. Oración y humanidad. Compasión y justicia. Se le ha definido muy bien como "hombre de Dios y hombre del hombre" (u "hombre para el hombre"). Nolasco nos hace frecuentar los horizontes más vastos de la fe. Nos hace entender que fe significa salir a la intemperie...

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Guía para la reflexión... Ante la situación de cautividad de su tiempo, vemos que Nolasco dio una “respuesta de fe”; ¿de qué manera interpelan, cuestionan, tu fe estas situaciones de opresión que ves en tu entorno?

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Subraya aquellas frases o palabras que más te llaman la atención, aquellas con las que te sentís identificados, aquellas que te sorprenden…

Así como Nolasco miró “los bajofondos” de la historia cuando nadie los tenía en cuenta ¿qué situaciones concretas de cautividad ves en tu entorno social, barrial, familiar…? ¿qué sentimientos, pensamientos, reacciones te provocan?

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¿Te sentís dispuesto/a a afrontar los obstáculos y/o las contradicciones que puedan ir apareciendo en este compromiso de fe?

Lee atentamente Jer 1, 4-10. Dejate conmover por la Palabra, Dios te está hablando. Luego, escribí una oración con tu respuesta.

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Él te amo primero

Un Dios enamorado su imagen, del hombre *

dos a ser participando en su vida. El continuo flujo de amor entre Dios y la humanidad es la trama de toda la historia humana, a través de la experiencia religiosa de Israel primero, y de la Iglesia hoy.

La mente humana en todos los tiempos, culturas y religiones ha tratado de comprender y de expresar las propias concepciones de la Divinidad, atribuyéndole las cualidades que alcanzó a imaginarse. Pero si consiLo que es más extraordideramos el nario es que libro de la “ E s É l q u e h a Dios-Amor, Biblia, desde para amarla primera nos, no esperó venido a hasta la que nos b u s c a r n o s convirtiéraúltima página, Dios que le para donarnos mos, se define, pidiéramos actúa y habla nos s u a m o r ” . que como Diosamara, que (1Jn 4,7-10.19) Amor. Su fuéramos nombre más fieles a sus apropiado es Amor: su enseñanzas. Él nos amó vida es la realización más primero, cuando todavía íntima de la comunicaestábamos alejados de Él. ción en el amor, que une a Es Él que ha venido a las personas divinas del buscarnos para donarnos Padre, del Hijo y del Espísu amor. (1Jn. 4,7-10.19). ritu Santo. Este amor triniEn esta búsqueda que Él tario Dios ha querido inicia esta su “llamado”, a derramarlo sobre el lo que nos “con-voca”. varón y la mujer, llama-

* Cf. GIANNI COLOMBO, MERCEDES DE CARLI INDRI, Enamorarse quiere decir..., colección Jóvenes Hoy, Paulinas.

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¿Qué es la vocación? Somos frutos de la alianza de amor de Dios con cada hombre. En la alianza, Dios toma la iniciativa: lo hace llamándonos a la vida. Esta convocación a la aventura de existir podemos llamarla propiamente vocación. La vida cristiana es con frecuencia entendida y presentada como vocación, esto es, como una respuesta a la llamada de Dios. Efectivamente, la categoría de la vocación 22 abarca uno de los aspectos más característicos y esenciales de la vida cristiana: el hecho de que es la respuesta a la iniciativa de un amor precedente de Dios más que una iniciativa que nazca en el hombre. "El maestro está ahí y te llama" (Jn. 11, 28). Nos llama a todos, no solo a

algunos: "vengan a mí los que están fatigados y agobiados" (Mt. 11,28) "Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame" (Lc. 10,27). Dios invita a todos a crecer en Jesucristo y a seguirlo: todos fuimos llamados a vivir en comunión con el Hijo de Dios (Cf. 1 Cor. 1,9). Así lo definía San Pablo: "los que de antemano conoció, también llamó a producir la imagen de su Hijo" (Rom. 8,29). Sin este llamado, nadie sería cristiano. Todo cristiano es convocado y tiene, por tanto, una vocación. Cristo llama a participar en su misión El papel que la persona convocada debe desarrollar durante su vida constituye su propia misión.

Para esto ha sido llamado el hombre a la vida. La llamada de Cristo es siempre personal, pero exige una vida comunitaria de pertenencia responsable a toda la comunidad de los redimidos. Es una llamada a participar en la misión que Jesús recibió del Padre. Podríamos decir que existen diversas vocaciones cristianas o aspectos de una misma vocación: llamada a la fe, a la Santidad, al apostolado; llamada según los carismas particulares, llamada a un ministerio de profetismo, de culto, de caridad o de servicio comunitario; llamada a un estado de vida laical, consagrada, sacerdotal, etc. Todas estas y otras posibilidades de vocación cristiana tienen una responsabilidad misional propia.



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