CRÓNICA DE 4 SIGLOS - (La Rioja) - por Bravo Tedin

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CRÓNICA DE 4 SIGLOS EXPLICANDO En los últimos años La Rioja es muy distintos aspectos me ha sugerido monografías, ensayos, escritos periodísticos. La elección que bajo el título de Crónicas de cuatro siglos ha tenido en cuenta el significado que poseen en este intento de mostrar una ciudad y una sociedad únicas y originales que acaban de cumplir el 20 de mayo de 1991, sus primeros 400 años de existencia. La ciudad que fundara Juan Ramírez de Velasco se expresa en estas crónicas elegidas de entre muchas por su sentido y representatividad y como crónicas que son se encuentran aliviadas de pedantería y aparato erudito. Son, en definitiva, el homenaje de un cronista a la ciudad en la que vive desde hace una década. Es mi homenaje a su pueblo sencillo. Miguel Bravo Tedin

LA EPOPEYA DE UN PUEBLO La sedienta historia de La Rioja para obtener agua Larga y trabajosa ha sido la marcha de La Rioja para obtener y aprovechar el agua. Es posible hacer una historia hídrica de La Rioja pues el agua, la falta de ella, las prolongadas sequías, las lluvias esperadas, las pequeñas represas salvadoras, los diques, las perforaciones y demás forman parte de su heroica y seca crónica de 400 años. Por eso, ahora que La Rioja aprovecha el agua subterránea y superficial con toda intensidad y ciencia, echar una mirada hacia su pasado es casi como obligado hacer la crónica de su larga sed, de mil privaciones y sufrimientos, de la emigración, la miseria y el éxodo consecuente. En las primeras actas del Cabildo riojano se trataba de esta cuestión del agua y que el tema del agua y su aprovechamiento preocupaba a todos lo muestra el nombramiento (19 de octubre de 1600) del alcalde de aguas: “Por cuanto soy informado –dice el teniente de gobernador– que en la Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja hay grandísimo desorden en la distribución del agua de la acequia de la ciudad y chacras que ha sido y es causa de que unos rieguen y gocen del agua y otros queden sin ella”. Ni la solemnidad del acto mencionado ni las necesidades del prójimo sirvieron de nada. Y así parece que el remedio o el alcalde fueron peor que la enfermedad… o la sequía. A los pocos días reunido el Cabildo obligó al alcalde de aguas a renunciar pues había aprovechado su investidura para sacar provecho o agua en este caso. Y así, obligado a cumplir religiosamente las disposiciones del Cabildo, exigiendo a todos los vecinos que usaran del agua permitida y nada más, se fueron arreglando las cosas y se impusieron prácticas democráticas de gobierno y estilo de vida.


“El paraíso terrenal” A principios del siglo XVII, La Rioja, pese a que vivía llorando miseria y solicitando al rey de España la eximiese de impuestos por las múltiples necesidades reales o inventadas que tenía, fue calificada por un viajero de “paraíso terrenal”. Y es que debe haber sido impactante llegar a La Rioja luego de atravesar la solitaria travesía que la rodeaba y recorrer más de dos leguas de naranjos, de chacras en plena producción con cómodas casa de adobe. La Rioja prosperaba y realizaba, intenso intercambio comercial con Tucumán, Chile, Córdoba, y más allá… Se derramó mucha tinta y mucho agua hasta que La Rioja lograra ordenar justa y democráticamente, la distribución de las aguas del arroyo que surgía del majestuoso Velasco e irrigaba las chacras en un principio de los indios y luego de la ciudad que prosperaba cuidando minuciosamente su agua. Pero vinieron las guerras calchaquíes y por poco todo se pierde. Poco faltó para que los indios alzados en armas contra los españoles dejaran sin agua la ciudad. La Rioja se salvó de esa y de otras muchas necesidades. La ciudad perdió su empuje primitivo y siguió viviendo a trancas y barrancas durante siglo y medio, hasta comenzar su lenta recuperación. Los indios fueron vencidos más que por españoles por las epidemias que fueron en definitiva más crueles, más despiadadas y que poco supieron de perdón. La Rioja quedó sin brazos y esta cuestión de la desaparición de brazos indios se nota por la cantidad de “mercedes” vacantes porque al no haber indios que repartir y encomendar para el trabajo, poco interés tenían los españoles y colonizadores por tener esas propiedades. El atraso y la miseria fueron notables. Doscientos años después de fundada La Rioja no se decidía a seguir viviendo o desaparecer. Fray Felipe Casale en diciembre de 1782 escribía: “Mantiene esta ciudad y sus haciendas un corto arroyo con título de río el que se distribuye por marcos y medios marcos en días señalados”. Seis años después Sobremonte (1788) daría una relación bastante similar a la dada por el fraile viajero. Las casas de la ciudad eran más bien humildes ranchos que eran calificados por el marqués de miserables.

El agua republicana, representativa y federal Poca población, cada día menos, poca producción casi diríamos de subsistencia y siempre poco agua. Hombres, animales y naturaleza vivían al socaire del tiempo y las estaciones. No había ni hubo hasta el siglo XX obras que permitieran dominar la naturaleza ríspida y salvaje. Una curiosa excepción es la represa de Huaco construida en tiempos de los jesuitas. La República encarará más racional y legalmente los importantes problemas del agua y su distribución igualitaria. Así el gobierno del Dr. Benjamin de la Vega (1868-1870) dicta una serie de leyes (números 175, 180, 185, 200 y otras) a partir de septiembre de 1870 que sancionan similares reglamentos de irrigación para los departamentos San Martín, Chilecito, Arauco, Vinchina y otros. Se creaban por estas leyes las denominadas comisiones de irrigación que eran las encargadas de regir todo lo concerniente a la distribución del agua, pago de los encargados de regar y cobro de los impuestos respectivos. De todas estas leyes quizás la más orgánica y estructurada fue la 185 (24 de diciembre de 1870) que creaba el Departamento de Irrigación que era “el encargado de lo concerniente al buen orden de la irrigación, canalización y agricultura de la provincia” y por ella se creaban las comisiones departamentales.


El gobierno necesitaba hacer algo más que reglamentos de irrigación, por más que éstos contemplaban aparentemente todos los aspectos de esta delicada y esencial cuestión. Y así el 3 de agosto de 1872 el Ejecutivo envía un proyecto de ley “para vender todas las existencias de la extinguida Casa de Moneda, aplicando su valor para el trabajo de la represa de la Puerta de la Quebrada”. La Legislatura le niega sanción por considerar que las máquinas en cuestión no pertenecían al Estado, sino a accionistas que más tarde podían hacer valer sus derechos. Este es uno de los más lejanos antecedentes del actual Dique Los Sauces.

La guerra trajo el desierto El 25 de junio de 1874 el ingeniero nacional Gustavo Zurffbain elevaba un extenso y pormenorizado informe a los senadores y diputados del Congreso de la Nación, en el que hacía un análisis de la situación agrícola-ganadera de la ciudad de La Rioja y zona de influencia, como así también acerca de las necesidades y posibilidades de agua y de construir una represa aprovechando el caudal de arroyo que nutría la ciudad. El informe de Zurffbain trae referencias europeas sobre el aprovechamiento del agua y menciona que en 1872 el Congreso Nacional había acordado la suma de 15.000 pesos “a la provincia de La Rioja, para mejorar el mal estado de las condiciones hidrográficas de aquella capital”. En la segunda parte de su estudio, Zurffbain escribe: “Hay poco de satisfactorio en las condiciones hidrográficas de la ciudad de La Rioja y de las chacras que la rodean; las sequías continuas durante una serie de años no solamente han disminuido considerablemente la cantidad de agua que traía el arroyo que baja de la quebrada, sino que también la mala construcción de las tomas y los abusos que de ello resultan, causan una distribución muy injusta del agua”. Han pasado casi 300 años, cuando estas cosas se escriben, de fundada La Rioja y siguen existiendo los mismos problemas denunciados por los cabildantes de 1600. Refiriéndose a la distribución del agua y al estado de las acequias, Zurffbain dice: “Y como nunca se ha pensado en limpiar regularmente de tiempo en tiempo las acequias que pasan por medio de los arenales, tapándose así aquellas, ha acontecido que en La Rioja el número de terrenos cultivados se ha bajado el 60 por ciento durante los últimos 20 años”. Lo que no dice Zurffbain y que también debe ser tenido en cuenta es que las guerras civiles que abarcan justamente esos 20 años provocaron el abandono de las tareas rurales, del cuidado de las acequias y sistema de regadío, por parte de miles de hombres que se dedicaron a regar con su sangre las yermas tierras llanistas. El abandono, entonces, fue político y luego vino el desierto. La guerra trajo el desierto y la sequedad. Zurffbain ubica el dique en la zona de Las Padercitas y sería una presa de 25 metros de altura por 92 de ancho. El depósito de agua en el estanque sería de 23 millones de pies cúbicos ingleses y la obra se completaría con canales, compuertas y demás.

La mano de la Nación y miseria, éxodo y sed en el siglo XX El ambicioso proyecto del ingeniero Zurffbain durmió cerca de cincuenta años antes que comenzara a hacerse realidad el proyecto definitivo del actual embalse de Los Sauces y que marca también el inicio de otras represas de importancia como Anzulón, Olta, El Portezuelo, El Cisco, Villa Unión, Chañarmuyo, Chuquis y muchas más que fueron surgiendo a lo largo y ancho de la geografía riojana como obras significativas, junto a pequeñas represas y a modernas obras de perforación.


Como complemento a las normas de irrigación del siglo pasado la Legislatura de La Rioja sanciona el 12 de noviembre de 1909 una ley por la que se acoge la provincia a los beneficios de otra de la Nación (Nº 6.546). Esta ley nacional establecía, entre otras muchas obras, el aprovechamiento de las aguas del Río de Los Sauces y mencionaba taxativamente a La Rioja como una de las provincias que se beneficiarían con este enfoque racional e integral del problema. De esta ley surgen los estudios definitivos del dique Los Sauces y su posterior construcción. En la sesiones ordinarias de 1910 la Legislatura Provincial crearía el Departamento de Salubridad e Irrigación cuyo objetivo era entender en todo “lo referente a la distribución y economía de las aguas para el riego y el buen orden y regulación de los turnos y todo lo referido a esta cuestión”.

Los grandes emprendimientos En La Rioja, como consecuencia de esta activa intervención del Gobierno Nacional, comienzan a hacerse estudios profundos, delinearse planes, establecerse prioridades y finalmente se inician los grandes emprendimientos en represas de vastas dimensiones, canales de extensión considerable y se busca la definitiva solución del problema del agua. Es a partir de la segunda década de este siglo que se inicia esta tarea que aún no ha terminado. Ya en junio de 1915 el gobernador Tomás Vera Barros decía: “Se encuentran en pleno trabajo, no obstante las exigencias económicas del momento, las obras del dique Quebrada de Los Sauces, dique de Malanzan, las de canalización de los distritos Pinchas, Chuquis y Aminga del Departamento Castro Barros, en Aimogasta, Chilecito, Nonogasta y Sañogasta”. En cuanto al dique de embalse de Los Sauces, agregaba: “El estado de los trabajos en esta obra al 31 de mayo próximo pasado es el siguiente: se han hecho los estudios de levantamiento, perforaciones, etc. y confeccionado el proyecto definitivo de un embalse de 10 a 12 millones de metros cúbicos de agua. Se calcula –dirá el gobernador optimista, algo que nunca se hizo realidad– poder regar una extensión de 10.000 hectáreas”. A lo largo de este siglo muchas fueron las obras de significación, muchos los fracasos y los aciertos de los sucesivos gobiernos. Uno que tuvo exagerada preocupación fue el de Héctor de la Fuente, pero lo significativo en esta tarea fue lo que hicieron y planificaron dos gobiernos peronistas: los de los ingenieros Zuleta y Melis, a los que todavía no se les ha rendido el suficiente reconocimiento a una labor que aún hoy es de trascendencia. Y que esta cuestión es de fundamental importancia lo demuestra el hecho de que la última ley del gobierno de Piastrellini y primera aceptada por el gobierno del Dr. Menem fue la Ley del Agua (diciembre de 1983). Actualmente muchas poblaciones buscan la solución a este problema de siempre con los aportes de la última tecnología solar y la cuestión seguirá hasta el infinito.

Conclusión Lo anterior no es sino una breve, muy breve síntesis de una Historia del agua de La Rioja que marca paso a paso o gota a gota, esta larga, trabajosa y sedienta historia del pueblo riojano. Sus sufrimientos, sus luchas, no han terminado ni mucho menos e incluso planea sobre muchos proyectos industriales y agrícola-ganaderos como un talón de Aquiles difícil de obviar o no prestar atención.


Este optimismo desusado de técnicos, gobernantes y pueblo en despliegues económicos sin límite, en industrializaciones futuras, pareciera olvidar que todo ese despliegue y ese futuro dependen del agua, trabajosamente sacada a las entrañas de la tierra o difícilmente contenida en represas y diques. Es decir, la historia nos muestra lo difícil que ha sido todo, que aun no se ha terminado ni sacado provecho a muchas obras que costaron mucho dinero y esfuerzos, que si La Rioja pretende incrementar su industria y su potencial económico, en el agua tiene su solución, pero también su gravísimo problema y que las ansias de progreso no pueden hacer olvidar lo frágil y adventicio de su basamento. La lucha ha sido heroica pero no debemos olvidar que lo seguirá siendo.

EN EL PRINCIPIO FUE UNA ESTANCIA Los orígenes de las ciudades y poblados argentinos obedecen a distintas causas. Así en la pampa en un principio fueron fortines, postas fortificadas o destacamentos militares. Enrique Martínez Paz refiriéndose a los poblados del sur de Córdoba dice: “Las poblaciones del sur se levantaron con el propósito de defensa contra los ataques de los indomables y audaces pampas”. Y agrega: “El régimen de los fortines, destacamentos militares, abandonados en el desierto y que servían de vigías y defensa contra las invasiones, no sólo era un medio táctico militar, sino la base de núcleos de población de las guarniciones, rasgos peculiares de la vida social que, de algún modo, persisten hasta nuestros días en aquellas poblaciones”. En La Rioja la cuestión fue distinta, pues el origen poblacional –y a eso lo establece perfectamente Juan Alfonso Carrizo en la introducción a su cancionero popular– de la mayor parte de las actuales ciudades y villas fueron las estancias. Jorge Maldonado, dice en unas paginas muy certeras: “Fueron las primitivas estancias fuente de inagotables recursos que coadyuvaron al sostenimiento económico de las flamantes fundaciones. “La cría de ganado mayor y menor, la explotación de bosques minas y canteras, las plantaciones de vides y frutales, el cultivo de trigo, maíz, tabaco, la provisión a la ciudad de abundante mano de obra y de materia prima para las incipientes artesanías de lana, cuero y madera, alentaron el afincamiento asegurando el progreso humano”. Podemos entonces hacer una breve tipología. En las pampas, en Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe y el norte argentino las poblaciones y ciudades actuales tuvieron generalmente un fortín por piedra basal. En La Rioja, una estancia. La causa quizás no bien exaltada ni considerada: la mansedumbre y bonhomía de los indígenas.

La historia de la estancia de Huaco La historia de la estancia de Huaco que inspirara a Joaquín V. González para escribir su libro más eterno Mis Montañas se inicia con la llegada de los españoles a tierras riojanas. Es un buen ejemplo de una unidad económica integral, origen de un núcleo poblacional que si bien en la actualidad no es significativo tuvo en otros tiempos real importancia económica. La primera merced de estas tierras fue otorgada a don Pedro Ramírez de Velasco, hijo legitimo de don Juan, el fundador de La Rioja, en 1621. Y así por decreto firmado por Juan Alonso de Vera y Zárate, adelantado de las provincias del Río de la Plata, gobernador, capitán general y justicia mayor en Santiago


del Estero el 25 de octubre de 1621 se le hace merced de las tierras que solicita, “que son nueve o diez leguas poco más o menos de esta ciudad en el valle de Sanagasta que llaman Guaco”. Y la merced le es dada a don Pedro Ramírez de Velasco, para él y sus herederos “con los pastos, montes, aguadas y algarrobales y lo demás en las cuales podáis tener estancia de ganado mayor o menor, sementeras”. Se habla en estos primeros documentos de los caciques don Diego Abantaya, don Juan Pasiguayo, caciques principales del valle de Sanagasta, pero como simples testigos de la toma de posesión de una vasta heredad que llegaba casi hasta Famatina. Poco hizo el descendiente del fundador. Por no decir casi nada. Y así al tiempo don Pedro Ramírez vendería la merced o estancia de Guaco a Isidro de Villafañe y Guzmán. Este segundo propietario haría, sin duda, mejoras importantes pues así al menos figuran cuando el tercer propietario Pedro de Vergara se hizo cargo de Huaco. El 8 de octubre de 1681 tomaría posesión “de las casas, tierras y estancias de Guaco”. Recién cuando de Guaco tomen posesión los jesuitas las cosas andarán mejor.

La estancia Jesuítica de Huaco No fueron muy amados los jesuitas en La Rioja y desde el virrey abajo se desconfiaba de ellos o se los envidiaba. Sea lo que fuere, la verdad es que tenían buen criterio comercial y supieron cuidar el valor más importante de estos reinos americanos como lo era el indígena. No por nada, y eso lo apunta Raúl Bazán con todo acierto en su Historia de La Rioja, los jesuitas se apropiaron de todos los valles con agua que había en las laderas del Velasco. “Poseían en la campaña –apunta– cinco estancias llamadas Cuchillaco o Cuchaco, Las Cañas, Las Higuerillas, El Duraznillo, La Saladilla, dos de ellas pobladas con ganado y la otra de abundante producción”. Guaco en el siglo XVIII fue una buena posesión o estancia jesuítica y su progreso fue notorio. Muchos son los papeles existentes sobre esta estancia que hemos tomado como modelo de poblamiento, papeles existentes en su mayor parte en el Archivo Histórico de Córdoba y que ordenara y compulsara hace mucho monseñor Pablo Cabrera. Los indios eran la mayor riqueza de las Indias, mucho más que las minas de plata y oro que quisieron descubrir. El problema fue advertido por Pedro Lozano a mediados del siglo XVIII, cuando la decadencia del extracto nativo llegaba a su culminación. Al respecto dice: “mientras se conservaban las encomiendas la Nueva Rioja creció mucho y se conservaba con gran esplendor y llegó a ser muy opulenta, pero faltando los indios fue decreciendo y se halla reducida hoy a estado miserable”… Testimonio que hacia fines del siglo XVIII se expresaría cierto en lo que escribió el marqués de Sobremonte: Las casas de La Rioja eran más bien humildes ranchos que eran calificados por el marques de miserables. Tras la expulsión de los jesuitas de América, en 1795 era dueño de Guaco don Fabián González. De esta época es una descripción de lo que había en esta estancia a doscientos años de fundada La Rioja (1591) descripción que es interesante conocer: “Primeramente en la situación de dicha hacienda de Guaco que se reduce a un plan o valle circundado de una serrania alta que le constituye potrero tan seguro que tan sólo tiene dos puertas, una al norte y otra al sur. Y dicho valle tiene la longitud de norte a sur cinco leguas y de latitud de oriente a poniente tres leguas (15 leguas cuadradas),


comprendiendo otro terreno parte considerable de regadío para las sementeras con un arroyo que las fertiliza. “En la dicha parte de terreno de pan llevar (tierras para sembrar trigo) se halla fundada una capilla que está en pie, con los utensilios necesarios para celebrar y en contorno, los edificios de vivienda que se reducen a una pieza de ocho varas y media de largo y cinco de ancho con su puerta de una mano sobre horcones, pared de adobe y techo de caña y madera redonda. “A la parte del poniente de las viviendas referidas, otros dos cuartos de igual construcción y capacidad de los primeros, el uno que sirve de bodega y el otro de despensa. Se hallan en dicha bodega trece tinajas de poner vino y agua ardiente. Un ramadón que sirve de cocina sobre horcones y la mitad cercado de pared de piedras y barro. Cuatro pailas grandes la una de cobre de Castilla y las otras tres de Coquimbo. Al costado de la capilla un corredor de madera redonda de ocho varas de largo y más de tres de ancho. Un parrón que se halla inmediato a la casa de vivienda con ciento cincuenta y tres pies de parra todo encastrado de madera. Se contaron las cepas de viñas que se hallan a la parte del oriente de las casas de vivienda y se hallaron mil ochocientas veintidós cepas frutales rodrigonadas y a la cabecera de dicha viña setecientos treinta y cinco perales, un molino corriente con su cuarto con paredes de adobe y techos de madera redonda”. Así terminaba el inventario de una enorme estancia que costaba para ese entonces la fortuna de 8.048 pesos. Este documento de 1796 nos demuestra que don Fabián González poseía una inmensa fortuna que fue distribuida entre sus legítimos herederos. Por ventas ulteriores el dominio de la estancia de Huaco empezó a disgregarse lentamente. La vida que se llevaba en ésta (como cien años después relataría Joaquín V. González) era la de todos los hogares de aquel tiempo, sencilla y laboriosa en sus costumbres domesticas, afectiva en el círculo de familia, liberal en la hospitalidad. La proveeduría de la estancia estaba asegurada por el pan que cada uno cocía en su horno, por la carne que hasta el siglo actual se repartía gratuitamente a todos. En esta ración diaria que se daba a los pobres se incluía maíz molido y no faltaban desde luego los corrales para el ordeñe.

Un alemán asesinado y un riojano soñador En el año 1828 el alemán don Carlos Proner era dueño de Huaco por compra que hizo a los herederos de Fabián González, Manuel y José Nicolás, reconociendo el gravamen que pesaba sobre el campo destinado a la capellanía del Santísimo Sacramento. Años más tarde, en 1845, muerto el alemán Proner en un asalto en su propia estancia de Huaco, no dejó herederos ni levantó la hipoteca, como tampoco dejó pagado el precio estipulado ni solventado el gravamen de la capellanía. Don Nicolás González y doña Rosario Gordillo, viuda de don Manuel González, reclaman al gobierno que la estancia de Huaco les sea devuelta y la decisión posterior de la Justicia así lo establece. El 25 de agosto de 1845 se les dio posesión real actual y corporal de la misma. En 1847 se dividió Huaco entre Nicolás González y Joaquín, hijo de Manuel González y Rosario Gordillo y padre de Joaquín Víctor. En 1851, Manuel Vicente Bustos, obsecuente gobernador rosista y firmante del tratado de San Nicolás, el hombre más poderoso y rico de La Rioja, compraría parte de la estancia de Guaco.


Pero lo que interesa destacar de esta escritura de 1851 es que comparándola a la de don Fabián González de 1796 y a pesar de los enormes trastornos y destrucciones que provocó la guerra civil y las luchas entre unitarios y federales que había dejado muy maltrecha la economía provincial, la estancia de Huaco conservaba todavía gran parte de su capacidad económica. Don Manuel Vicente Bustos con esta estancia sumaria un elemento más a su ya por entonces gran fortuna. Es bueno notar que de acuerdo con la documentación consultada principalmente de fines de la colonia y en esta de 1851, Guaco es un ejemplo de unidad económica de producción o unidad autónoma de producción, pues en ella, además de contar con un grupo importante de familias y trabajadores se daban los elementos favorables para su desenvolvimiento autónomo como centro poblacional. Si bien como lo demuestra Juan Alfonso Carrizo, el origen de las poblaciones riojanas fue la estancia por la evolución de su primitivo asentamiento, en el caso de Huaco esta evolución no se produjo. Fue estancia desde los primeros tiempos de la colonia y su importancia poblacional y económica quizás llegara a su más alto pico en la segunda mitad del siglo pasado cuando ya era habitante de ella el más grande riojano de todos los tiempos: Joaquín V. González.

El recuerdo de “Mis Montañas” Joaquín V. González al vivir en Huaco sus primeros años y pasar allí su juventud llevó siempre el amor a la montaña, a los largos paisajes… Y así lo recordaría en múltiples páginas soñadoras, autobiográficas, que son, quizás las que más perdurarán de su genio. Y de Huaco, decía: “Allí se establecieron mis antepasados, allí llegaron sus petates y se entregaron con labor infatigable el arte que Virgilio cantó en églogas inmortales, en aquellas planicies cubiertas de verdura, donde la flauta rústica de Teócrito congrega los rebaños al caer la tarde”. Sus primeros años transcurridos en aquellas regiones azotadas entonces por las montoneras (González había nacido en Nonogasta el 6 de marzo de 1863) son recordados así en Mis Montañas: “Cuando he visto a la distancia el techo de la casa paterna edificada de rústico adobe encima de una colina, y el grupo verdinegro de los álamos que renovaron mis abuelos; cuando he recordado la historia sombría de los primeros años de mi vida, transcurridas en medio de las peregrinaciones de mis padres, perseguidos por la cuchilla y la lanza de los bárbaros en la época dolorosa de nuestra anarquía; cuando la primera ráfaga de aire vino a mi encuentro desde aquel humilde caserío, sentí anudarse mi garganta y humedecerse mis ojos… “Mis padres, y otros patriotas de la provincia, descendientes de las más distinguidas familias que pudieron escapar a las hordas de Facundo, trasmontando Los Andes en 1828, eran el blanco, la presa codiciada de las turbas desenfrenadas. “Mi familia, huyendo de las agitaciones diarias de la sociedad y de los centros populosos, fue a buscar descanso en aquella morada señorial, sin sospechar que hasta allí llegaría el odio de los bárbaros… Y ahora mi madre no hacía más que llorar encerrada en su habitación o sentada al caer la tarde en el ancho corredor de la casa solariega, con el corazón sobresaltado, y mirando siempre inquieta a todos los caminos. Muy pocas veces he visto a mi padre durante aquel tiempo, y muy tarde supe que aquella ausencia era porque vivía lejos,


sobre las armas ya reclutando los soldados bisoños para hacer la guerra al caudillaje, ya huyendo por las mañanas lejanas, de la persecución a muerte de la soldadesca triunfante. “Nuestra primera instrucción fue recibida allí, pero ya teníamos cartillas con grandes abecedarios que comenzaban con una cruz de donde nuestros índices no pasaban nunca, porque no respetábamos a la preceptora de doce años, nuestra hermana mayor, que había aprendido a leer en casa por el mismo sistema y que mal disimulaba sus deseos de tirar el “cartón” para jugar con nosotros. “He sabido después que se perseguía a mi padre, quien se hallaba oculto en una gruta conocida solamente de los viejos del lugar. Estaba a precio su vida, y se le buscaba con orden de llevarlo vivo o muerto”. Y tal como lo recordaría nuestro Arturo Capdevila en un retiro de Samay Huasi, ubicado al otro extremo de la montaña que González tanto amó: “Nunca pude desprenderme de esas tierras áridas, rocosas y erizadas de arbustos bravíos… Soñé volver un día y vivir en ellas la vida de mi infancia, para cerrar yo también mi ciclo”.

Cuando Huaco casi, casi despega Desde los tiempos coloniales y mucho más en la etapa constitucional, Huaco se autoabastecía y contaba con todos los elementos necesarios para la subsistencia y el intercambio comercial y de productos con otros centros poblados como La Rioja, Chilecito, Famatina… Tenía Huaco bodega, alambique, potreros, molinos y tierras de pan llevar. Tenía todo lo necesario para no necesitar de productos de otras regiones para la vida de sus habitantes. En este siglo llegó a tener importantes majadas de ovejas Karakul y en tiempos de Joaquín Víctor ovejas criollas que proveían buena lana a las tejedoras huaqueñas. Este proceso que notamos perfectamente bien en la escritura de compra venta de 1851 se acentuará en la segunda mitad del siglo pasado que será, sin duda, la época de mayor esplendor y desarrollo de la estancia de Huaco por el inusitado incremento que tuvo la economía de la zona basada en la minería y que se desarrolló en uno de sus limites: Famatina. Y esta expansión favorecía la cría de mulas, de ganado bovino y ovino y el importante incremento comercial y de suministro de productos de su zona que eran consumidos en el oeste riojano, zona en pleno desarrollo y crecimiento. Divisiones sucesivas de la extensa estancia de Huaco fueron debilitando su importancia económica, decadencia que fue simultanea a la decadencia de la minería del Famatina en la segunda década de este siglo. Es difícil establecer por qué Huaco, la enorme estancia jesuítica, la merced de don Pedro Ramírez de Velasco tuvo solamente destino de estancia desde que nació hace casi cuatrocientos años hasta nuestros días. E incluso llegó a ser en un momento determinado mucho más importante y económicamente más fuerte que ahora. Buenos títulos, mucha agua, buenas rutas de acceso. Tal vez la novísima idea de colonizar a Huaco pueda darle un destino de grandeza que quedó en agraz, allá hace cien años cuando el joven soñador Joaquín V. González escribía unos versos en una de las batientes de una ventana de la solariega casa de Huaco. Quizás algún día se cumpla la ley poblacional de La Rioja elaborada por Juan Alfonso Carrizo y Huaco sea una población significativa, una ciudad o un importante centro turístico. Soñar en Huaco ya lo hizo largamente hace cien años un riojano larguirucho de ojos tristes y pensativos.


UNA CORRESPONDENCIA INÉDITA DE LISANDRO DE LA TORRE Una casualidad, la eterna casualidad, me permitió encontrar en el archivo que dejara el procurador Enrique Cortés Guerrero, español, malagueño, que afincara en La Rioja a fines del siglo pasado y que viviera en ella hasta su muerte en 1934, una serie de cartas que por motivos de negocios, y luego por temas comunes y amigables le dirigiera desde el 11 de marzo de 1911 hasta el 25 de septiembre de 1934 el Dr. Lisandro de la Torre, algunas desde Buenos Aires, otras desde su estancia cordobesa de Pinas.

Las aceitunas de don Lisandro Son sabidas las inquietudes agropecuarias de don Lisandro de la Torre. En sus biografías se ha hablado hasta el cansancio de sus horas de hacha y sudor, de sus ganados y demás. Alguno también habrá hablado de sus embelecos amorosos con niñas serranas, que de esto último todavía se cuentan mil historias allá por El Milagro y Comandante Leal. En una de las cartas enviadas a Cortés Guerrero, datada el 6 de enero de 1928 en Pinas, le dice: “Estimado amigo. El Dr. Viale (su socio) acaba de remitirme su amable carta del 30 de diciembre, referente a la preparación de las aceitunas negras de que yo le había hablado a don Ignacio Vera, y con anterioridad había recibido también la receta para la preparación de las aceitunas verdes, no habiéndole acusado recibo enseguida por haber andado en viajes y con algunas complicaciones en la hacienda a causa de la sequía, que quizás por primera vez ha durado este año hasta el 20 de diciembre. “La receta que yo deseaba es la segunda que me manda, la de las aceitunas negras; mucho se la agradezco y le pido muy especialmente que le dé las gracias en mi nombre por su amabilidad al Sr. Justo de la Fuente (que fuera uno de los pioneros en cuanto al mejoramiento de los cultivos de la aceituna en La Rioja y especialmente en Aimogasta)”. Pero sigamos con la pasión olivícola de don Lisandro, que iba más allá de un simple pasatiempo: “Le prevengo que yo no tengo todavía un olivar y en algunos años lo que se prepare aquí será para el consumo y cuando más para regalar a personas amigas. Hace 10 años, por vía de ensayo, ocurriéndoseme que en esta región, al pie de la sierra, debería producir bien el olivo, traje cinco plantas de un jardín de Rosario, sin saber a qué variedades pertenecían y las planté. Poco faltó para que las hormigas dieran cuenta de ellas, porque no viniendo yo entonces cada tres o cuatro meses, la gente criolla ignorante e indolente, que tenia a cargo del establecimiento no las cuidaba. Asimismo, un buen día resultó que las plantitas, que llevarían cuatro o cinco años de colocadas, estaban esplendidas. Eso me determinó en los años subsiguientes a poner 100 plantas más de las que me habrán quedado 80, pues sufren mucho en el viaje. “Al 7º año empezaron a producir las primeras 5 plantas y hasta ahora y en varios años más serán las únicas que me produzcan; por eso le digo que, por ahora, mi conato de olivar carece de importancia”. Y continúa De la Torre contándole a su amigo riojano sus experiencias al respecto: “Alguien me dio una receta para preparar aceitunas verdes, con salmuera y muchos lavados; se hizo así y salieron bien. Otra persona me dijo que las aceitunas negras se


preparaban al sol, simplemente, y el ensayo no me dio resultado, porque se resecaron en forma tal de quedar incomibles y aún así no habían perdido el amargo. De ahí vino que como me obsequiara Vera con unas aceitunas negras muy buenas, de allí de La Rioja, le pidiera que me consiguiese la receta. “Este año –se lamenta don Lisandro– no tendré cosecha debido a la Defensa Civil. Mandé comprar al depósito de la Defensa Agrícola en Córdoba un tambor de sulfato de calcio, para combatir la misma cochinilla de las pichanas, que había invadido a los olivos y me lo mandaron con la instrucción muy recomendada de poner en la mezcla una proporción doble de remedio de la que se usa normalmente, por requerido así la región y el resultado fue que las plantas se han quemado y no han florecido, en absoluto. Sabiduría burocrática”, termina diciendo De la Torre. La experiencia que tuvo con los olivos no puede decirse que haya sido la mejor especie. Como tampoco fue buena, ya lo veremos y escucharemos sus amargas quejas, más amargas que las olivas amargas, su relación con su socio el doctor Aníbal Viale.

Un mal socio, cuatreros liberados y un inocente ladrón de urna Entre temas de negocio, exhortos, cuestiones legales, De la Torre le señala a su interlocutor riojano algunas cuestiones o problemas que tiene. Le pide intervenga para que unos cuatreros que le han robado hacienda reciban su castigo correspondiente y solicita sus buenos servicios para que el ladrón de una urna no sea castigado. Los temas son varios y muchos y nos muestran un De la Torre preocupado por otras cuestiones de las que no se suele hablar mucho. Pero es el hombre, el abogado, el caballero rural, como alguna vez se definió a Tom Jones, tanto más que el político los que asoman en esta serie de cartas. El 24 de diciembre de 1929 le escribe a Cortés Guerrero: “Recibo aquí (Buenos Aires) reexpedido desde Pinas su telegrama preguntándome por la dirección del Dr. Viale y le he contestado que es la misma Esmeralda 22. “Me imagino que su pregunta se deberá a cartas que no le habrá contestado. Con este motivo le haré saber confidencialmente (De la Torre subraya la palabra) que he disuelto la sociedad que tenía con Viale y he interrumpido mi relación personal con él. “Si algún día llega Ud. a enterarse de las cosas que me ha hecho, abusando de la confianza que tenía depositada en él, no volverá de su asombro. Por eso estoy aquí –se lamenta De la Torre– en vez de estar en Pinas. “Deseándole un feliz año nuevo lo saluda su afmo.” Meses después, en mayo 6 de 1930, y también desde Buenos Aires, De la Torre vuelve obre el tema de su mal socio que según parece le ha dejado tecleando las finanzas a él y a otros, por supuesto. “El primer admirado de lo que me ha sucedido con Viale he sido yo –le dice Cortés Guerrero no más sale de los saludos de estilo–. Tenía en él una confianza sin límites y me estaba explotando miserablemente. Descubierto, no sé todavía si a tiempo, se venga con toda clase de miserias. Si no fuera por él, ya todo estaría arreglado y todos los acreedores de la firma que llevó su nombre pagados. Pero no quiere arreglar especulando, como hacen los chantajistas, en sacar tajadas de las dificultades que crea. Pero le va costando caro. Nada sabía del pequeño crédito que Ud. tiene, ni a qué asunto de los que le encargó corresponde. Voy a informarme”. Y luego De la Torre habla de un tema que también lo tuvo ocupado por ese tiempo, recordemos el apelativo de el leñador de Pinas: el obraje. A lo que parece, nada le salía redondo, todo con problemas, intervención de justicia y así por el estilo.


“Lo que ha dicho el Fiscal de Gobierno es erróneo –le sigue diciendo a Cortés Guerrero–. La estación kilómetro 619 por donde se despacharon tantos productos forestales, no está en Córdoba sino en La Rioja y el bosque explotado no estaba en La Rioja sino en Córdoba, en su casi totalidad. Es decir al revés de lo que cree el fiscal. Encontrándose la estación en La Rioja el ferrocarril hacía aparecer el despacho de las leñas como efectuado allí, porque así convenía a la mayor simplicidad de su contabilidad, pero el mismo ferrocarril reconocería que las leñas venían de otra parte, como que la jurisdicción de Córdoba comienza en el Kilómetro 4 y las leñas se cargaban en los kilómetros subsiguientes hasta el 47, que es la terminal. “Por esta razón –sigue explicando De la Torre, experto a lo que se ve en más cosas que las parlamentarias y oratorias– sólo corresponde pagar a La Rioja el impuesto correspondiente a la muy pequeña cantidad de leña cargada y producida en el espacio comprendido entre el kilómetro 4 y la estación y en otro pedazo al poniente. Por no limitarse a cobrar eso y pretender el pago del impuesto sobre las leñas producidas en Córdoba fue que se observó la improcedencia del cobro en esa forma y se ofreció pagar inmediatamente lo que fuera justo, ofreciendo a ese efecto la comprobación por medio del ferrocarril mismo”. Lo más importante de estas cartas es que tocan temas rurales. Y que muestran a un De la Torre preocupado por temas que todavía preocupan a ganaderos de La Rioja principalmente, donde el cuatrerismo sigue siendo el mayor flagelo de las actividades ganaderas, con la vista gorda de la policía, de antes y de ahora, por supuesto. Así en carta a Cortés Guerrero del 10 de septiembre de 1930, le dice: “Un tal Capistrano Oviedo y un hijo me han carneado una vaquillona y han sido sorprendidos por un puestero y convictos por las autoridades del Milagro y de Chacho. “Como el domicilio de los cuatreros y el sitio donde fue carneada la vaquillona corresponde a La Rioja en esta jurisdicción la que prevalece y entiendo que los dos presos han sido ya remitidos a la capital. “Si no se tratara de cuatreros conocidos, autores reincidentes de hechos análogos, no daría gran importancia al asunto, pero en atención a las circunstancias antedichas me interesa que se haga un escarmiento. “Ud. sabe que desgraciadamente, los cuatreros suelen ser puestos en libertad en cuanto llegan a la capital. “Le pido quiera informarse en la policía la llegada de los Oviedo e indicarme lo que procedería hacer para su castigo”. Lo que sospechaba De la Torre que ocurriría, ocurrió. Unos apuntes hechos por Cortés Guerrero señalan que Capistrano Oviedo fue liberado; su hijo Horacio seguía preso al igual que un tal Pablo Ontivero, cómplice. Que De la Torre tenía bronca con los que le robaban, lo muestra otra carta, esta del 17 de setiembre de ese mismo año ´30, en la que sigue machacando con ese y otros temas. Veamos: “Todo lo que me refiere está bien y aún cuando el instigador del robo y el verdadero culpable sea Capistrano Oviedo, si el mismo no intervino y no hay en el sumario cargo directo contra él hay que resignarse con su libertad, ya será suficiente escarmiento el castigo del hijo y de Ontivero”. Y pasa a otra cuestión que hemos visto viene de lejos y lo sigue molestando mucho: el abuso de confianza de su ex socio el doctor Aníbal Viale al que sigue tratando con dureza, pues De la Torre sigue pagando los platos rotos, que no rompió él por otra parte: “Sabía por el Sr. Gradin que se le había girado el saldo que se le adeudaba. No se lo ha pagado Viale –De la Torre no quiere en ningún momento que Viale quede bien, por


eso aclara–. Se lo ha pagado Gradin con fondos provenientes de la venta de haciendas mías –y a esta parrafada la subraya, para que quede bien claro quien es el que paga–, que le entregué para que pagara deudas. Viale no ha devuelto todavía un centavo de lo que se ha robado”. Y ya en la parte final de su carta, aparece el político, analizando un hecho común y corriente en esos tiempos. “Me parece –le dice– que voy a tener que ocuparlo por otro asunto. En marzo de este año por instigaciones de políticos inescrupulosos, sustrajeron la urna de Pinas e impidieron la elección. El más inocente de todos los que intervienen es un pobre muchacho Euclides Silva, que transporta la correspondencia de Kil. 619 al Obraje, pero tiene la desgracia de que a él le entregó la urna el jefe de la estafeta Kil. 619 (que también es inocente) y él la entregó en entera buena fe no sé a quien. No le habían dicho a quien debía entregarla, ni él conocía a los miembros de la mesa, ni éstos se presentaron a reclamarla. “Aparentemente es responsable de la urna desaparecida o robada; en el hecho y en estricta verdad es tan inocente como puede serlo Ud. Me escriben de Pinas que Silva ha sido mandado bajar a La Rioja por el Juez Federal y preveo que ese infeliz pueda ser el pavo de la boda, la victima inocente de los vivos que urden esas pillerías. Le pido que se informe en el juzgado de la suerte de Silva pues hasta temo que lo hayan detenido”.

Hasta que la muerte nos separe La correspondencia entre De la Torre y Cortés Guerrero se prolongaría hasta fines del año ´34 en el que este último fallece. Los temas agropecuarios, para definir la cuestión, son los que campean en estas cartas amables, confidentes y demostrativas de algunas facetas del gran tribuno argentino, que tenía en Pinas no solamente un lugar cierto de descanso para sacarse de encima tanto Spleen y mufa porteña, sino que en Pinas, De la Torre tenía muchos intereses económicos, sociales y hasta sentimentales. Y lo que comenzó siendo un simple intercambio epistolar de tipo comercial, terminó en una mutua y sincera amistad. Y es que a ambos los unía, por sobre todo, una arraigada y militante hombría de bien.

EL CANCIONERO POPULAR DE LA RIOJA A medio siglo de su única edición El 24 de agosto de 1943 el Interventor Nacional Bengolea Cárdenas, buscando quizás encontrar irregularidades en los gobiernos constitucionales anteriores al 4 de junio, inicia una investigación administrativa para establecer el destino final de 200 colecciones enviadas a principios de ese año al gobernador Dr. Héctor de la Fuente. Los testigos que fueron llamados a declarar, documentos presentados y testimonios varios aclaran aspectos interesantes de esta edición de una obra que en los registros bibliográficos de la provincia constituye sin duda, la obra de mayor aliento, trascendencia y valor publicadas en toda la historia provincial y muestra a hombres de gobierno que apreciaron en toda su trascendencia la importancia que tenía la obra realizada por Juan Alfonso Carrizo.

Lo que dijeron los testigos


De los testigos, el que primero abre el fuego, es el propio autor, que en carta fechada en Santa Fe informa al interventor que tan pronto regrese a Buenos Aires informará debidamente lo que se le solicita, que no es sino copia de ayuda oficial elevada el año anterior al gobernador De la Fuente. Por su parte el imprentero A. Naiocco y Cía. De Buenos Aires informaba que se habían impreso 1.100 ejemplares de tres tomos, el primero de 294 páginas, el segundo de 464 y el tercero de 448, formando un total de 1.106 páginas, habiéndose empezado la obra el 1º de octubre y finalizado el 31 de diciembre del ´42. Un dato importante a tener en cuenta es el precio total de la impresión: $14.118,95 moneda nacional. Agregando que por orden del autor se remitieron al gobernador De la Fuente 200 ejemplares. Como la investigación era en serio y muy meticulosa, el expediente pronto insertó las declaraciones de un empleado que anotó que lo recibido en La Rioja constó de cinco cajones con un peso de 587 kilos, pero lo más digno de destacar es la copia de la nota que en su oportunidad enviara Carrizo al gobernador De la Fuente solicitando la ayuda del gobierno y en la que, entre otras cosas, decía: “En la imposibilidad de ofrecer a V.E. el presupuesto exacto del costo del “Cancionero Popular de La Rioja”, me permito anticiparle solamente que será superior al del “Cancionero Popular de Tucumán”. El número de páginas será igual o mayor, pero en ningún caso menor, el número de ilustraciones será superior, porque además de los mapas llevará alrededor de 20 fotografías y otros tantos dibujos a pluma, para mostrar a La Rioja desde el punto de vista etnográfico; se hará un tiraje de 1.500 ejemplares en tanto que el del “Cancionero de Tucumán” fue solo de 1.000”. Carrizo hacía constar que este último había costado 13.000 pesos por lo que daba a entender que se lo ayudara con una suma superior. Luego de hablar de los contenidos temáticos de la obra riojana, terminaba su solicitud explicando: “La ayuda que solicito es indispensable para publicar la obra, porque ella no tiene absolutamente ninguna finalidad comercial, y solo pretende dar a conocer el patrimonio poético-tradicional de esa provincia, que ha sido recogido personalmente por mí durante los años 1938, 1939 y el invierno de 1940”. Y finalmente dirá: “Las circunstancias expuestas son las que ofrece la obra desde el punto de vista formal, que lo que toca a su contenido científico puedo asegurar al señor Gobernador que el “Cancionero Popular de La Rioja” supera en estudio a los de Catamarca, Salta, Jujuy y Tucumán, que han sido publicados ya”. Declararían luego otros testigos, entre ellos el secretario del ex gobernador que darían una larga lista de personalidades, entre ellas Alfredo Palacios, Ricardo Levene, Ricardo Rojas y bibliotecas populares e instituciones de tipo cultural a las que en su momento le fueron enviados ejemplares del Cancionero.

Un decreto digno de ser tenido en cuenta La presentación de Carrizo fue seguida por un Decreto (Nº 7.890 del 7 de octubre de 1942) que decretaba la suma de $10.000 como contribución del Gobierno de La Rioja a la impresión de la obra. Pero lo que realmente es digno de ser tenido en cuenta por lo que de lección aprovechable nos deja es el espíritu que dictó los profundos considerandos de la medida. En ellos se decía: “Que constituye una preocupación dominante de las colectividades cultas, la conservación y acrecentamiento del patrimonio espiritual, por ser la base indispensable que sustenta con solidez su grandeza moral y material como se manifiesta en la celosa tarea que pueblo y autoridades desarrollan alrededor de las tradiciones, evitando que el tiempo y las naturales transformaciones sociales malogren aquella clase de valores, por el olvido o la confusión; que este Gobierno ha definido en


forma categórica a través de numerosas iniciativas, su anhelo de lograr la revitalización de tales fuerzas morales y espirituales al vindicar figuras históricas y tradicionales por considerarlas expresión de un pasado brillante que ostentamos con justo orgullo; que en este orden de ideas y de propósitos se halla comprendido asimismo, el estudio y difusión del folclore poético-musical, que es la más sencilla pero, también, la más íntima y genuina expresión del alma popular; que el miembro de la Academia Argentina de Letras don Juan Alfonso Carrizo, que ha escrito ya los cancioneros populares de Salta, Jujuy, Catamarca y Tucumán, con el aplauso de las más destacadas autoridades científicas y literarias nacionales y de hispanoamérica, ha recopilado y estudiado, más de 6.000 cantares tradicionales de La Rioja, con probidad y dedicación evidente; que esa obra servirá para que el país y la nuevas generaciones riojanas, conozcan la calidad y magnificencia del alma de este pueblo, en una de sus bellas y múltiples manifestaciones”. Y luego el generoso subsidio al autor que le permitió satisfacer casi completamente el costo señalado. Lo que se dijo en ese entonces, avalando el subsidio, es aplicable a muchas otras obras, de tanto o mayor mérito, que en estos 50 años siguieron mudas esperando que otros gobernantes siguieran su ejemplo, pero no tuvo sin embargo mayores continuadores.

El espíritu de un pueblo en la oscuridad Una sola edición tuvo el Cancionero Popular de La Rioja, obra de obligada consulta para todo aquel que desee conocer la cultura de su pueblo; una edición tuvo también Toponimia riojana de Dardo de la Vega Díaz subsidiada asimismo por De la Fuente. Y luego de este ejemplo a través del tiempo se iría espaciando. Torres Brizuela crearía la editorial del Estado que ayudó a publicar unos pocos títulos como Zoonomía riojana de Celindo Mercado y Cuentos Populares de La Rioja de J. Z. Agüero Vera, hasta la reciente y humilde colección del “Cacique coronilla” con titulos de pequeña extensión y formato debido al entusiasmo de David Gatica. Poca cosecha, sin embargo, si pensamos en lo mucho escrito que aun permanece sin editar. Casi cuarenta libros de Celindo Mercado, otros tanto de J. Z. Agüero Vera, unos veinte de Manuel Gregorio Mercado, a más de las necesarias reediciones de los trabajos mencionados y de otros muchos agotados hace mucho. Y eso que nada hemos dicho de los nuevos valores con un par de obras meritorias cada uno que están escritas y sin publicar. Viendo lo que está pasando desde hace tanto tiempo en La Rioja y los ejemplos apuntados, cuesta trabajo pensar que esas soberbias ediciones se hicieron hace medio siglo sin alharaca y sin bombos, pero se hicieron y quedaron como testimonio inapreciable del espíritu de un pueblo que necesitaba expresarse y lo hizo. Los millones de dólares dilapidados en Anillaco y la represa fantasma; los millones de dólares pagados a ladrones de guante blanco en los sonados casos de la Lotería de La Rioja, en Item, en el Banco Rioja y demás nos permite afirmar que sus estudiosos, sus investigadores, sus historiadores y ensayistas nunca tuvieron ni tienen oportunidad alguna, mientras que los vivillos, los corruptos se las llevaron todas.

LA LIBRETA DE ALMACÉN COMO TESTIMONIO HISTÓRICO


Quizás muchos acontecimientos históricos hubieran tenido un más profundo y hondo estudio si los historiadores hubieran tenido en sus manos alguna esmirriada y pringosa libreta de almacén. Esa pequeña y escueta radiografía diaria de la canasta familiar es de singular importancia para establecer debidamente lo que consumía una familia tipo en alguna época determinada. Es común actualmente la colección de libros de historia que se refiere exclusivamente a Un día en…, y ese de hace muchos siglos atrás y en cualquier parte tiene que ver con ese olvidado, manoseado, descuajeringado y fundamentalmente documento histórico que, es sin duda alguna, una libreta del almacén de la esquina. Por eso, por carecer de ese precioso y poco valorizado documento pensamos que muchos hitos fundamentales de nuestra historia no han sido bien estudiados y revelados. Para sustituir ello los estudiosos de las cuestiones socio-económicas, hoy en día echan mano a tablas de impuestos, listas de aduanas, producción, exportación y todo el inmenso almacén de números y estadísticas, que utilizan la econometría, las matemáticas y demás. ¡Que ahorro de tiempo se hubiera logrado de haber contado en todas las etapas de la historia con una de esas libretas de tapas verdes o negras o del color que fuere, del almacén del barrio! En ella con trazos torpes, telegráficos y sintéticos el almacenero anotaba diariamente el fiado que le hacía al cliente, fiado que muchas veces era acompañado de fuertes y suculentas mordidas, so capa de mínimo porcentual de ganancia o mínimo agregado al ya de por sí alto costo de lo por el almacenero adquirido para su reventa.

Unos interesantes antecedentes históricos Alberto Salas en su minuciosa crónica de las invasiones inglesas, trae algunos testimonios personales de protagonistas de aquellos sucesos que dejaron pormenorizados escritos, como si de libretas del almacén se tratara y que hoy nos ayudan bastante a comprender esos sucesos. George Rudé en su libro La revolución francesa se refiere al manuscrito del libreto Sebastian Hardy en el que durante muchos años anteriores a la revolución llevó diaria cuenta del precio del pan y de muchos otros acontecimientos. Y ese registro aparentemente baladí y superfluo como el dejar fijado este problema del pan, adquirió enorme importancia histórica pues fue justamente el desmesurado aumento de este artículo el detonante fundamental de las revueltas populares que desembocarían en la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789.

Las libretas testimoniales Para la historia económica del país, al menos no lo tenemos registrado, la humilde y prosaica libreta del almacén no ha motivado ningún estudio histórico económico-social. Y eso que este humilde documento puede decir, si se lo sabe auscultar y estudiar debidamente, más de lo que suponemos. Las libretas que motivan estas breves y seguramente poco científicas deducciones, se encontraron en un mar de documentos archivados en legajos de la División Policía Económica de la Dirección de Abastecimiento de La Rioja, de los años ´53 al ´55. El periodo era particularmente crítico pues por esos años las dificultades económicas del peronismo en el poder lo llevarían a realizar una activa campaña de control de precios tratando de evitar la suba desmedida de los artículos de primera necesidad, artículos que por otra parte, son los que figuran en las libretas del almacén. Y así esta cartilla de crédito se constituirá en precioso y fundamental documento que los inspectores de llevar a cabo el mencionado control utilizarían como pruebas incontrastables de abusos de todo tipo y medida.


Aunque en alguna circunstancia también las mismas mostrarían que no hubo tales abusos y los comerciantes minoristas, avalados por empresas mayoristas comprobarían que en ellos, justamente los últimos orejones del tarro, no estaba precisamente el quid de la cuestión, sino en lo que ahora se conoce como empresas lideres, que fijan realmente los precios en el mercado. A partir de esos sencillos documentos se haría una intensa investigación basada en libretas en las que se había anotado: “1 kgr. de arina (sin h por supuesto) a 95 centavos; 1 kgr. de grasa a 1,75; 2 kgrs. de azúcar a 5,90; una oya (sin h) a 28 pesos” y así hasta el infinito, de donde surge la verdad o mejor dicho, la diaria y pequeña radiografía, ¡pero qué radiografía!, de lo que consumía un hogar riojano en aquellos años, lo que se le exaccionaba vía crédito de la libreta del almacén y lo que se hacia para evitar que ello ocurriera o quedara impune.

Y en el principio fue una libreta Obviamos nombres y lugares, pero el procedimiento de control se iniciaba con las pertinentes denuncias. La prueba taxativa y concreta: la libreta del almacén que era requerida al ama de casa por el inspector. Luego la declaración testimonial de los clientes y del comerciante minorista acusado de abuso. De uno de esos expedientes extraemos lo siguiente: “Preguntado: Si reconoce como suya la libreta que figura agregada a estas actuaciones y quien se la otorgó. Dijo: Que reconoce como suya dicha libreta y que le fue otorgada por Juan B (…) Preguntado: Si efectuó reclamos por los precios que se le cobraba y qué respuesta tuvo. Dijo: Que sí hizo reclamos, pero que le dijeron que ésos eran los precios. Preguntado: Si la carne que figura a cuatro pesos con veinte centavos es blanda o de puchero, el frasco de aceite marca C., si el precio de nueve pesos con setenta es con envase o sin él, los cigarrillos a noventa, diga la marca. Dijo: Que la carne es de la denominada puchero, el aceite marca C. de litro y medio es sin envase al precio de nueve pesos con setenta, que los cigarrillos que figuran a noventa son los de setenta, que los de cincuenta les cobran a veces hasta un peso como ser los Nobleza”. Y luego las firmas. En otras actuaciones, siempre teniendo como base las decidoras libretas del almacén, solía elaborarse todo un cuadro estadístico que demostraba hasta qué punto algunos comerciantes minoristas abusaban de su monopolio en lugares en los que, pequeños y aislados, la competencia, brillaba por su ausencia.

Los pequeños documentos aleccionadores A 40 o más años de que fueran garabateados estos testimonios con letras de dificultosa caligrafía y no menos espantosa ortografía, las libretas de almacén nos muestran que no hay documento por más pequeño y ridículamente prosaico que parezca que a la hora de investigar el pasado sea realmente descartable. Pues si la sabemos auscultar y escuchar cada libreta de almacén nos podrá hablar de la cotidiana lucha por parar la olla (u oya como escribió el almacenero), de lo que solía comerse, de los preparados que se hacían de muchas, muchas menudas cuestiones que hacen a la historia de un pueblo. Por eso, cuando descubrimos ese montón de libretas de almacén en el Archivo Histórico de La Rioja los calidos recuerdos de un pasado que esta ahí nomás, a la vuelta de la esquina, nos pusieron de nuevo los pantalones cortos, el ir todos los días nuestra sagrada misión de petizo de los mandados con la libreta negra, verde o ¡vaya a saber qué color!, con tapas de hule al almacén de la esquina. Libreta que así como daba motivo para cometer


muchos abusos servia también para corregirlos debidamente. Y es que para la democrática historia no hay pequeños ni grandes testimonios o documentos, pues todos pueden ser iguales de importantes y significativos.

BOSQUEJO HISTÓRICO DE LA LEGISLATURA RIOJANA “En este país no se ha votado nunca! El comicio es la sangre, la violencia y el atropello”. Joaquín V. González No es simple sintetizar más de cien años de labor parlamentaria. Existen sobre la historia de la Legislatura riojana dos estudios históricos; uno, el del profesor Carlos Alberto Lanzilloto, y el segundo, del doctor Ricardo Mercado Luna, en Instituciones políticas y jurídicas de La Rioja con una parte dedicada al Legislativo riojano.

Algunas dificultades Mucho es el material, actas, leyes y sesiones, que el viento se llevó. La incuria, el maltrato o la desaprensión. Pero cien años de labor legislativa marcas algunas pautas que es posible rescatar de este maremagnum y caos. Por empezar, antes de la primera Constitución de 1855, al grupo de legisladores que apoyaban la acción del gobernante se lo llamó Sala de Representantes, sinónimo que aún puede aplicarse. Lanzillotto apunta algo significativo: “En general, el grupo de ciudadanos que la constituyeron – muchas veces bien representativos de sus departamentos– cumplió la tarea de apoyar los actos del Ejecutivo fuerte o sostenido por el poder del hombre fuerte de cada tiempo”. Este núcleo de ciudadanos que conformaban ese grupo o Sala de Representantes era de una misma clase social y lo fue hasta por amiguismo, por parentesco, por muchas razones que el grupo que detentaba el poder establecía. No apoyamos, sin embargo, algunos comentarios del autor citado respecto a que “La Rioja de los prolegómenos del ´90 era distinta La Rioja montonera, pero de ningún modo mejor. El gobierno seguía sucediéndose entre los representantes de las antiguas familias coloniales”. Pensamos, luego de consultar las actas electorales de 1864 a la actualidad, que las practicas electorales en todos los tiempos plagadas de yerros, abusos, fraudes y protestas, muchas protestas, sirvieron para que paulatinamente la civilidad y su participación en elecciones y en la cosa pública fuera de más en más aumentando y calificándose. Es cierto que desde un principio se violó sistemáticamente y a sabiendas la voluntad popular. Es cierto que el fraude como sistema imperó hasta tiempos relativamente contemporáneos, pero también no es menos cierto que esta ágil, frecuente y activa forma de participación de los ciudadanos riojanos a todo lo largo de estos 130 años de vida constitucional, con todos sus yerros, con todas sus mentiras fueron mejorando la vida cívica, fueron arreglando paso a paso un sistema que estuvo siempre bajo el signo del nepotismo, el favoritismo y el camanduleo. Es así que La Rioja en este tiempo tuvo cinco Constituciones y una reforma parcial de su carta magna y fueron estos instrumentos más dos leyes fundamentales anteriores, los que procuraron receptar los principios básicos fundamentales de la Constitución


Nacional. El primer estatuto local data del año 1855, el segundo de 1865, el tercero de 1909, el cuarto de 1949 y el quinto de 1986. Hay también la reforma de 1933 y la eliminación por decreto-ley de la Constitución peronista. Complica un tanto la síntesis de la labor múltiple desarrollada en estos cien periodos legislativos regulares, el hecho de haberse enumerado las leyes en tres formas distintas o series, en la multiplicidad de leyes electorales, tema éste tratado con sin igual certeza por el citado Mercado Luna en un trabajo especifico sobre esta cuestión y en la desaparición de actas.

Para ser legislador Es sintomático que la primera ley que anota Lanzillotto, la número 1, del 31 de enero de 1854, establecía “los fueros de los representantes”, pero más curioso es que ya en esta disposición se establecía “la prohibición de acusar e interrogar judicialmente a los diputados, la inmunidad de arresto, la prohibición de iniciarles demanda sin previo desafuero” y demás. Hacer leyes, elaborar las mismas, defenderlas, apoyarlas, votarlas necesitaba el ámbito de respeto necesario que esta establecida inmunidad, que estos fueros legislativos, no hacían sino expresar taxativamente. Dijimos y es nuestra tesis que todas las leyes electorales, al principio muy elementales y hasta muy toscas y torpes, pasando por otras más elaboradas, con la aparición posterior del Registro Cívico y la aparición de la urna, del voto secreto coexistiendo con el voto cantado o a viva voz, para luego llegar al voto secreto en un todo de acuerdo a la Ley Sáenz Peña (ley provincial Nº 197) y luego para retornar en un breve lapso al voto cantado de los tiempos de Fernández Valdés –1937– (ley Nº 774), el voto femenino de los tiempos primeros del peronismo (año 1947) fueron pasados esenciales y necesarios para que el pueblo riojano fuera mejorando paulatinamente sus practicas cívicas y electorales. Si algo perjudicó lamentablemente este proceso de desarrollo y positiva evolución que se notó durante la segunda mitad del siglo pasado y el actual, no fue otra cosa que la ruptura violenta de los pronunciamientos militares a nivel nacional y sus consecuencias inmediatas en el orden provincial, como así también la serie interminable de intervenciones federales que en número asombroso y cual plaga bíblica se ensañó sistemáticamente, sobre el siempre endeble presupuesto provincial retrasando, sin duda, el proceso de mejoramiento de las practicas cívicas y electorales e impidiendo que la evolución institucional de nuestro pueblo se acentuase. Es ilustrativo mostrar los pasos de esta evolución evidente. En la primera Constitución Provincial de 1855 se establecía que el Poder Legislativo se constituía por una Cámara de Diputados que se integraba por diputados elegidos directa y popularmente a razón de uno por cada cuatro mil habitantes o fracción no inferior a dos mil. Duraba dos años, pero la sala se renovaba por mitad anualmente. Las condiciones para ser diputado eran: ser argentino y con domicilio real en La Rioja, tener 25 años y contar con una renta anual de dos mil pesos. La Cámara nombraba senadores nacionales, elegía gobernador duplicando el número de diputados (diputados doblantes). La primera Legislatura se instaló el 18 de marzo de 1856 y sesionaba los lunes, miércoles y viernes. En la Constitución de 1865 no se modificó la proporción de diputados por habitante como las condiciones de elegibilidad. Duraban tres años y anualmente se producía la renovación por terceras partes. Las sesiones ordinarias iban del primero de junio al 30 de septiembre, aunque se creó una comisión permanente para época de receso formada por tres miembros para mantener vigente el Legislativo. En cuanto a la formación y sanción de las leyes se concedían atribuciones a los diputados para iniciarlas sin las limitaciones fijadas anteriormente.


La Constitución del ´65 establecía preeminencia de la Legislatura en materia de negocios municipales, educación y trabajos de utilidad pública. Desde el principio la Legislatura mostró su independencia de criterio. Por su parte, el largo parto de 22 años que duró la convención constituyente que sancionó la Constitución de 1909 dio como resultado un legislativo que se integraba por un diputado cada cinco mil habitantes o fracción no menor de dos mil quinientos, es decir, aumentaba la base de representación y para ser elegido diputado ya no se requirió la edad de veinticinco años, bastando la mayoría de edad. En lo que atañe a las atribuciones se invistió a la Legislatura de la potestad de abrir y cerrar sus sesiones ordinarias y extraordinarias por sí misma con lo que se logró conjuntamente con otras disposiciones similares mantener la independencia frente al Ejecutivo. Esta Constitución puso como novedad la figura del vicegobernador. Las reformas de la Constitución de 1933 fueron: sufragio femenino, aunque no se aplicó hasta el primer gobierno peronista, elecciones directas del gobernador y vice, inmovilidad de los jueces, juicio político y elección directa del intendente. El Poder Ejecutivo en esta reforma se dispuso que fuera de cuatro años. Al reformarse la Constitución Nacional en el ´49, La Rioja al igual que las demás provincias debió adecuar su Constitución a los lineamientos de aquella. Así y en lo que atañe al Poder legislativo se estableció que las bases de representación por cada diputado fuera de 8.000 habitantes. Así la Cámara tendría un mínimo de 18 y un máximo de 30 legisladores. Los legisladores tendrían que tener un minino de 23 años y duraban seis en sus cargos, siendo el periodo de sesiones del 1º de mayo al 30 de septiembre. Fue ésta la Constitución que menos años duró, pues en el ´56 fue derogada y se retornó a la del ´33. Ésta fue modificada en 1986, actualmente en vigencia.

El lento camino de la participación popular Pensamos que a pesar de sus indudables fallas, de sus rebuscadas chicanas muchas veces, de sus avances y retrocesos en más de una oportunidad, la serie sucesiva de leyes electorales que tuvo la provincia desde la primera ley electoral (número 11 de 1854) hasta la que actualmente rige, fue sin duda un lento caminar del pueblo hacia la más completa y total participación en la lucha electoral. No fue fácil el proceso y veremos que continuamente se buscaba escamotear y se escamoteaba simplemente la voluntad popular con trampas, con sutilezas o con burdas maniobras que solían ser tan simples como atacar a balazos la mesa del comicio, apalear a votantes y conjueces del mismo o, harto frecuente en las luchas electorales de nuestra provincia, robar urnas, violar lacres y destruir las actas correspondientes. Pero ese largo deambular por fraudes, escamoteos y violaciones de la voluntad popular, a las que luego se uniría el violento irrumpir de las fuerzas armadas en la vida política nacional y provincial desde 1930 en adelante, fue la verdadera escuela de civismo y práctica participativa del pueblo que terminó en el impecable proceso electoral del 30 de octubre de 1983. Pero veamos ese proceso y observemos lo que nos enseñan las cerca de 30 carpetas con las correspondientes Actas Electorales de La Rioja desde 1864 hasta los tiempos actuales. Ya dijimos que ha sido el doctor Ricardo Mercado Luna quien en opúsculo sagaz y meditado ha estudiado el proceso electoral de nuestra provincia. Y aunque no compartimos necesariamente muchos de sus conceptos nos referimos a este estudio en esta cuestión. Anota Mercado Luna: “Para la elección de diputados provinciales los


notables de cada departamento (se refiere a los tiempos pre-constitucionales) se reunían en la cabecera o población principal de los mismos y sin observancias formales de ninguna naturaleza procedían a efectuar los nombramientos”. Y más adelante agregará: “Este sistema siguió practicándose en algunos departamentos aun después de sancionada la Constitución Nacional de 1853”. La primera ley electoral de la provincia (Nº 11) de 1854, establecía “que en la ciudad capital y en cada uno de los distritos departamentales debían formarse mesas principales compuestas del juez de Paz, el Cura Párroco y tres individuos de probidad y mesas subalternas para los distritos más distantes”. En 1858 se sancionaba la ley número 64 de “elecciones de la provincia” que “eliminó la Junta encargada del escrutinio, confiriendo esta facultad a la misma mesa electoral”. Pero hasta la ley número 197 que puso en vigencia en la provincia disposiciones de la Ley Sáenz Peña número 8.871 se puede decir que las leyes electorales provinciales con ligeras variantes y algunas mejoras o cambios casi diríamos imperceptibles ayudaron a la persistencia del fraude y de la burla comicial. Así en 1866 y en la gobernación del coronel Julio Campos se estableció la formación del Registro Cívico de conformidad a la ley nacional del 13 de noviembre de 1863. Atento a sus disposiciones cupo a los jueces de Paz de cada departamento la tarea de confeccionarlo. Luego la ley del 15 de diciembre de 1877 excluiría al cura párroco del acto eleccionario. Hasta 1909 subsistió la emisión del sufragio expresado de “viva voz”. Ya veremos algunas cuestiones curiosas que acompañaron a estas leyes. Y parece que al igual que en las cuadreras, era de significativa importancia establecer mediante sorteo qué partido iniciaba el acto electoral. Tras la aplicación de la ley 197 de sufragio secreto, cuarto oscuro y lista incompleta, las prácticas electorales riojanas mejoraron. Mejoraron aunque también mejoró la astucia y a habilidad para violar la ley electoral. Así y en tiempos de la Concordancia (1937) fue sancionada la ley 774 que conmovió a la opinión publica no sólo de nuestra provincia sino del país y que ha pasado a la historia como la ley “del voto cantado”. Esta particular ley establecía que el votante podía hacerlo en forma secreta o de viva voz. Elección que en realidad burlaba las estrictas disposiciones de la Ley Sáenz Peña y que fue motivo de una carta del entonces presidente de la República Roberto Ortiz al gobernador riojano solicitando la derogación de la misma. Eso se hizo así por ley 788 que restituyó el voto secreto. Luego y ajustándose a la ley nacional nuestra Legislatura sancionó la ley 1.115 que daba el voto a las riojanas. Y de esta época Mercado Luna apunta: “Al iniciarse la década del ´50 por primera vez, aunque no por mucho tiempo, las camarillas gobernantes habían desaparecido de escena. Su incapacidad para enfrentar al nuevo fenómeno político (el peronismo) y la necesidad consecuente de conservar sus empleos públicos, les llamó al silencio”. Pero no por mucho tiempo, por supuesto. La revolución del ´55 daba por tierra con el gobierno de Perón y en el orden local del ingeniero Juan Melis que hizo gala de actividad, labor creativa y leyes sabias y populares. La vida sigue y así llegamos al 9 de octubre de 1959, fecha en la que la Legislatura aprobaba la siguiente resolución: “Declarar que vería con agrado que en las próximas elecciones de marzo como en todas cuantas deban realizarse, no se excluya jamás del comicio a ningún partido político, ni se utilicen resortes legalistas y formales con ese fin”. Y agregará: “Que las proscripciones importan un absoluto desprecio a elementales principios del sistema democrático”. Y sentenciará muy sabiamente


nuestra Legislatura, adelantándose quizás a tiempos mucho peores: “destruir la convivencia democrática, cualesquiera sea s pretexto, será destruir todo intento de progreso y felicidad en este país, cansado de ser gobernado y ávido de gobernarse a sí mismo”. Una semana antes de finalizar su mandato constitucional, lo que señalaba la Legislatura riojana, se cumplía con creces. Seguiría un interregno de intervenciones nacionales para dar paso a un gobierno (1963/66) que llega al poder con la exclusión de más de la mitad del electorado para expresar sus aspiraciones políticas. Esta proscripción se agravaría luego con el ascenso al poder de los gobiernos de la denominada Revolución Argentina, gobiernos fuertes que persiguen sin piedad las expresiones populares argentinas de todo color e ideología. En 1973 asume el gobierno el doctor Carlos Menem con amplia mayoría que se expresa en una cámara mayoritariamente justicialista. En 1976 se inicia el largo interregno oscurantista. Y todo el pueblo es perseguido, anulado en su voluntad sin distingos de ninguna clase.

Elecciones de antes: picardía, humor y fraude Analizando las 21 carpetas que conservan las actas electorales, de La Rioja desde 1864 a la actualidad notamos un sinnúmero de particularidades y hechos históricos que bien pueden integrar un grueso capítulo de la picaresca criolla, del fraude y demás, pero también de la seriedad que muchos ciudadanos observaban respecto a cómo debían ser sus elecciones. Así desde un principio figuran las numerosas protestas de electores disconformes y que no aceptaban el fraude, denunciando sin pelos en la lengua las transgresiones cometidas a la buena fe ciudadana. Pero las argucias de los fraudulentos eran muchas. Una resalta por lo curiosa: un presidente de una mesa electoral de Tama que es puesto ex profeso en esa tarea por ser corto de vista y leer con suma dificultad. Esa argucia retrasa el comicio y permite votar a aquellos adeptos al partido que quería hacer fraude. En estos primeros años a partir de 1854 hasta la década del ´80 los votantes no votan como ganado sumiso. Innumeras son las protestas de todo tipo: que se retrasó el comicio a propósito; que los jueces y conjueces fueron amenazados; que se usó la guardia nacional para intimidar votantes; que se amenazó a ciudadanos; que se escondió la urna y que el que la tenía no apareció y así hasta el infinito. Se hacía fraude en exceso, o a lo macho. Y era común que muchos comicios debieran postergarse porque la sangre llegó al río y fue un poco más allá. Sin embargo hacia la década del ´80 las elecciones comienzan a ser canónicas, término empleado por los mismos jueces del comicio, que significaba ni más ni menos de una absoluta y total unanimidad. Tal era el candidato y tal era el elegido por la “voluntad canónica del pueblo”. Es decir que estos gobiernos del Autonomismo Nacional con el General Roca a la cabeza y el juarismo después, apuntaban más que nada a preservar la estabilidad de las instituciones, aunque esta estabilidad se confundiera sospechosamente con inmovilismo total. Por medio de elecciones las situaciones de hecho y las camarillas detentadoras del poder no serian cambiadas. Es por esto, quizás, que a partir de la revolución del ´90 y hasta la Ley Sáenz Peña, los riojanos participaron activamente en cuanta revolución se armaba, aunque el resultado “canónico” también, era que los que tenían el poder lo seguían teniendo, aunque fuera por interpósita persona o interpósito pariente. Eran los tiempos en que en las actas electorales se registraba: “Fulano de tal, electo diputado por tal departamento, sin oposición de ningún genero”. Y así se puede decir


que especialmente a partir del ´87, con pleno juarismo y Unicato, las elecciones en La Rioja son un dechado de fraude. Son perfectamente fraudulentas. Y lo que es bueno de notar, ya pocos o nadie protesta porque se cometa fraude. Corren los tiempos de las unanimidades. Y los candidatos salen electos por absoluta mayoría. Es digno de notar que antes de todo acto comicial el juez de Paz venía con la urna de su casa, la abría con una de las dos llaves que la misma tenía, el pueblo observaba que dentro de ella no había perro alguno y luego, se cerraba la urna, se anotaba escrupulosamente esta ceremonia, se entregaba una de las llaves a uno de los conjueces de mesa y comenzaba el acto electoral que iba de 8 o 9 de la mañana hasta las 16 horas indefectiblemente. ¿Para qué la urna, para qué la papeleta, el Registro Cívico y todo el aparataje de comicios que alguna vez se pretendieron fueran libres y soberanos? Para justificar el fraude, por supuesto. Tanto se siguió por ese camino errado que el colmo de los colmos ocurrió en el ´95 cuando las luchas entre bustistas y carreñistas dio nacimiento en extraño y fraudulento parto a dos legislaturas cada cual más fraudulenta. Y cuando los desaguisados electorales llegaban al paroxismo total la solución siempre venia de la mano de una intervención federal que rápida y eficaz arreglaba las cosas de acuerdo a las directivas del poder central y dejaba funcionando un gobierno fraudulento, con una cámara fraudulenta también pero no duplicadas. Como expresión lingüística y curiosa de ciertas practicas violentas surge en estos tiempos de finales del pasado siglo la palabra timoratandolo que significaba ni más ni menos que lo que se buscaba con el uso de la fuerza era cometer fraudes electorales para que todos se volvieran timoratos. Es cierto lo que dicen todos aquellos que se han ocupado de esta cuestión tanto en La Rioja como en el país. El poder político, el económico, el social, todo o casi todo, lo detentaba una clase muy determinada y especifica. Y más en el caso de La Rioja donde la dinámica social era muy lenta o casi, casi imperceptible. Ello no obstante y a pesar de todo lo dicho y comentado se nota una suerte de fermento cívico, de sorda protesta o airada oposición que el tiempo encauzará y permitirá el cambio necesario. También es bueno notar que no en toda la provincia la respuesta del pueblo era la misma ni mucho menos. Así, por ejemplo, hacia fines del siglo y comienzos del actual se nota que los departamentos electoralmente más difíciles de dominar por el oficialismo eran los departamentos con cabeceras en Malanzan, Tama, Los Sauces y así a cada fraude se contesta inmediatamente con la respectiva virulenta protesta que, no era tomada nunca en cuenta, pero que dejaba asentada la heterodoxia, el disenso. Pero hay un hecho que es bueno anotar: si no había protesta franca, había si protesta encubierta y sorda pues hasta que en La Rioja y en el país no se aplicaba la Ley Sáenz Peña se nota una concurrencia muy disminuida, casi alegórica en los comicios para elección de diputados, electores de gobernador y constituyentes. Indiferencia y protesta civil dentro de todo marcaban también la evolución cívica de un pueblo que no quería ser llevado de las narices. Y como no podía oponerse a la violencia que se practicaba sistemáticamente en las elecciones, se quedaba en casa y le daba la espalda a una clase dirigente y gobernante que para nada lo interpretaba. Pero ya con Padrón Electoral más rigurosamente hecho y elaborado, se comenzaba a producir un fenómeno digno de destacar: el mismo régimen falaz y el descreído al decir de Yrigoyen iba dando los pasos para que se mejorasen las practicas cívicas al imponer el Registro Civil, el Registro Cívico Electoral, y la libreta de enrolamiento. Hacia fines de este proceso de lo que podríamos denominar fraude abierto y total, casi todas las actas electorales terminaban así: “Inmediatamente y en presencia del pueblo se procedió como indica el artículo 34 de la ley de la materia, a la apertura de la urna, para verificar el escrutinio del cual previa revisación del sufragio realizado, dio por


resultado la elección de ciento treinta y cuatro votos (o la cantidad que fuera) a favor del candidato Fulano de Tal”. Así con esa repetida y eterna cantilena legalista o leguleya terminaban las actas electorales hasta que el gobernador Tomás Vera Barros envió a la Legislatura la bomba que derrumbaría o resquebrajaría seriamente el fraudulento edificio creado hasta entonces: la ley número 197 de voto secreto, o aplicación riojana de la ley Sáenz Peña. Las elecciones canónicas, sino democráticas Dijimos que los candidatos electivos, hasta que irrumpen en las luchas electorales miembros de la burguesía o del mundo del trabajo, eran seleccionados entre miembros de la clase alta. La Rioja hasta bien entrado el siglo actual, marchaba a la cabeza de las provincias en cuanto a sociedad cerrada y hermética. Una elección para senadores nacionales (no olvidemos que la Cámara Legislativa era la que elegía los senadores nacionales) realizada el 21 de noviembre de 1906, pinta de cuerpo entero cómo eran en realidad las prácticas electorales a principios de siglo y cómo era la sociedad riojana. En esa fecha se reunieron los legisladores riojanos para elegir a dos senadores nacionales: los doctores Joaquín V. González y Leonidas Carreño. Veamos cómo fue la cosa: “En la ciudad de La Rioja –dice el acta de la Legislatura– capital de la provincia del mismo nombre, a veintiún días del mes de noviembre del año mil novecientos seis, siendo las cuatro pasado meridiano (16 horas), reunidos en el recinto de la Honorable Legislatura de la Provincia, por citación especial, los señores diputados Juan Antonio Carmona, Florentino Cáceres, Nicolás Carrizo, Jacobo De la Fuente, Francisco Fernández, Aurelio Galíndez, Gustavo Malman, Miguel Segundo Noroña, Bustos Cosme Roldán, Tomás Vera y Florentino Villafañe, el presidente señor Miguel Segundo Noroña, declaró abierta la sesión y agregó: Habiendo fijado la H.I. en reunión del lunes que en la sesión especial de hoy se nombren dos senadores al Congreso por el periodo constitucional de nueve años, a contar desde el primero de mayo del año entrante de 1907, en reemplazo de los señores Lídoro Avellaneda y Antonio P. García que terminan su mandato, corresponde de acuerdo con la Constitucional Nacional y el artículo 84 de la ley de elecciones nacionales, proceder al nombramiento de los dos senadores por votación nominal. A este fin –sigue relatando el acta de 1906– empezaremos por la designación en este mismo acto y por separado. Practicada la votación resulta electo por unanimidad senador al Congreso Nacional el doctor Joaquín V. González. “Señor Presidente: Queda elegido senador al Congreso Nacional por el periodo constitucional de nueve años a contar desde el primero de mayo del año 1907 el doctor Joaquín V. González”. Y agrega: “Se va a proceder al nombramiento del otro senador, en la misma forma”. Verificada la votación, resulta electo por unanimidad senador al Congreso Nacional el doctor Leonidas Carreño. “Señor Presidente: Queda elegido senador al Congreso Nacional por el periodo constitucional de nueve años a contar desde el primero de mayo del año 1907, el doctor Leonidas Carreño. Ha terminado el acto, invito a la Cámara a pasar a cuarto intermedio a fin de que se labre el acta de esa sesión especial y se someta a su aprobación”. Y el acta de esta ceremonia de elección de los dos senadores por La Rioja termina diciendo: “Así se hace, siendo las cuatro y siete minutos pasado meridiano”. Lo curioso y digno de destacar es que el acto eleccionario duró exactamente siete minutos. No hubo ni una sola oposición, no hubo nadie que dijera que estaba en


desacuerdo. Todos unánimes, todos conformes, pero no había pueblo para nada. Siete minutos y todo quedó entre amigos. Dos flamantes senadores nacionales habían sido elegidos.

La Ley 197 y los aires democráticos Le tocó al progresistas gobierno del conservador doctor Tomás Vera Barros promulgar la ley 197 que daba paso en el orden provincial a los dispuesto por la ley Sáenz Peña. No debemos olvidar que la casi total unanimidad mencionada en el siglo pasado porque no había otro partido que el Partido Autonomista Nacional, ya en tiempos del Centenario había dado paso a varios partidos que se disputaban los favores del electorado riojano. Ellos eran: Unión Provincial o Partido Provincial; Unión Cívica Radical y Partido Nacional y Autonomista. Y este fraccionamiento de la unanimidad impedía ya las elecciones canónicas. Y así cuando el régimen anterior iba muriendo, las señas de su decadencia se observaban en las numerosas protestas por fraude electoral que llevan incluso a la anulación de las elecciones provinciales. La Rioja se daba el lujo de tener en ese entonces, 1913, a Adolfo Saldías como interventor nacional. Pero eran, como dijimos interventores federales que venían, arreglaban lo que había que arreglar de acuerdo a las directivas del poder central y se marchaban. Prácticas menos viciosas que las largas y reiteradas intervenciones federales que asolarían en la segunda mitad del siglo actual las áreas y la paciencia de los riojanos. Y así llegamos a la elección del 16 de marzo de 1916, elección para diputados y en mayo para diputados nacionales y electores de presidente y vice. Participan el Partido Socialista, la Unión Conservadora y la Unión Cívica Radical. Pero la unanimidad como ocurriría muchos años después con el peronismo cambió de signo. Y así tras una intervención federal (1918) se realizan elecciones para renovar todos los cargos electivos y el radicalismo, en diáfanas elecciones, no deja ni un solo cargo sin ganar y hacer suyo. Fue quizás la única elección provincial en la que el radicalismo estuvo unido. Porque tiempo después comenzaría su progresiva disgregación que daría lugar a una serie interminable de radicalismos con distintos aditamentos. Y así vemos, siguiendo los distintos comicios, que en el ´22 aparte de los conservadores, estaba la Unión Cívica Radical y la U.C.R. Disidente. Pero el tronco radical daba leña para más partidos. Y asi tenemos en el ´23 la Unión Cívica Radical (rinconista, por Benjamin Rincón), la U.C.R. Verdadera y la U.C.R. Principista que orientaban Francisco Baigorrí y López González, partido que protagonizaría el 6 de marzo de 1924 la última revolución del siglo veinte. Tras la caída del gobierno radical del doctor Juan Zacarías Agüero Vera que daría a la Legislatura la más completa y perfecta serie de leyes de promoción que hasta entonces se había dado y que convirtieron a esta Legislatura (1929-1930) en una de las más importantes que tuvo en sus cien años de sesiones ordinarias, se retornó al viejo y conocido sistema del fraude electoral. Y no lo decimos nosotros, lo dice el diputado elector Héctor Granillo Fernández, en febrero de 1932 con toda crudeza: “el proceso de la elección presidido por el ex Interventor Federal don Dionisio Centeno, ha sido irregular, de violencias, fraudes, coacciones y toda una serie de actitudes que han desvirtuado en absoluto la misión federal encomendada”. En estas y sucesivas elecciones el radicalismo yrigoyenista se abstendría de participar. Es decir, la proscripción de la mayoría del pueblo radical llevaría a las funciones de gobierno y a las sucesivas legislaturas riojanas a representantes de esas minorías que el yrigoyenismo había barrido. Similar proceso al que treinta años después ocurriría con el peronismo y


su larga proscripción. Un repetido drama cívico que no hizo sino postergar la evolución y desarrollo del pueblo. Así el fraude da paso a partidos minoritarios, aunque no necesariamente reaccionarios o retrógrados. Y así tenemos (1931) la Unión Cívica Radical Impersonalista (o Antipersonalista); Demócrata Nacional y Socialista. En las elecciones de ese año la U.C.R.I. tuvo 6.717 votos; los demócratas Nacionales 5.651 y el Socialismo 1.620. seguirá en el ´32 otro radicalismo: la U.C.R. Departamental (Villa Unión). De estos años es una serie interminable de radicalismos: U.C.R. Reformista que preside (1934) el doctor Raúl Ceballos Reyes y la U.C.R. Antipersonalista Independiente. Galimatías, exceso de partidos menores que no logran ocultar la triste realidad: el verdadero protagonista está ausente: el pueblo yrigoyenista. Como luego estaría ausente el peronista para ya en la última etapa de esta ausencia popular, todo el pueblo argentino (1976-1983). En el año la Legislatura cambia. El peronismo arrasa y hace que la Legislatura sea unicolor. En el año ´58 con la proscripción del peronismo nuestra Legislatura será de la U.C.R. Intransigente y del Radicalismo del Pueblo. Con el peronismo proscripto la Legislatura (1963-1966) no llega a ser realmente representativa de la opinión pública riojana, por más que en el ´59 esta Legislatura pidiera que no hubiera más proscripciones. Las hubo y por muchos, demasiados años. Vendrían luego los “gobernadores” de la Revolución Argentina, pomposo título que no logró ocultar un proceso militar de toma del poder so capa de defender un estilo de vida. La verdad que surgió para impedir el acceso del peronismo al poder y como consecuencia del triunfo en Buenos Aires y en el resto del país de esta fuerza política. El año 1973 el peronismo triunfa sin atenuantes e impondrá, como lo hizo en el ´46, una Legislatura atenta a la sanción de leyes con hondo y profundo sentido social, pero esta cuestión será motivo de otro ítem de nuestro bosquejo histórico sobre estos cien años de sesiones ordinarias de nuestra Legislatura.

4.464 Leyes en cien sesiones ordinarias y extraordinarias La ley número 60 de la Legislatura riojana fue sancionada en la sesión número 60, el 31 de enero de 1854. Han transcurrido más de 130 años desde aquella lejana fecha hasta la sanción y promulgación de la ley número 4.465, Ley Impositiva, Ejercicio 1985. Una simple división nos daría un promedio de 44,56 leyes por periodo de sesión ordinaria. Pero la fría estadística no dice la verdad, pues recién el 10 de octubre de 1946 se aprueba la ley 1.001 Pago de Salarios, lo que señala un dinamismo más acuciante en la sanción de leyes por parte de la Legislatura pues en los últimos cuarenta años (teniendo en cuenta numerosas intervenciones federales) se aprueban los ¾ del total de leyes, sancionadas hasta mayo de 1985. Y es que las leyes siguen también ellas el ritmo frenético que vive en mundo actual y aquí sí la fría estadística nos lo señala así con toda crudeza. La ley número 1 del 31 de enero de 1854, dice cosas muy hermosas sobre lo que es la Legislatura y el papel que juegan los legisladores. “La Honorable Sala de Representantes considerando que a ella es a quien toca iniciar y dar tono la marcha de la Legislatura como primera autoridad y que ejerce soberanía sobre toda la administración en general, señalando el sendero porque ha de conducirse para llegar a su completo desarrollo y que, sujetando a los magistrados a su autoridad soberana, se constituye por sí misma en Junta Conservadora, ha venido en decretar una forma, protestando a la faz del mundo, que no conoce otro principio que el bien general, la libertad y la felicidad de la sociedad toda, prescribiendo límites a autoridades subalternas, y afianzando sobre las bases del orden el imperio de las leyes hasta tanto


que reunida la Legislatura, establezca el Código Provincial que ha de regir como ley permanente, según lo dispuesto en el artículo 5º de la Constitución”. Y solemnemente, sabiendo que ellos eran representantes (o deberían ser) de la soberanía popular enumeraban los fueros que los protegían, hacían mención al carácter sagrado de la Legislatura y al derecho de los diputados a hablar y opinar con la más completa libertad. Pusieron firmas a esta ley los representantes: Carmelo Valdés, Lorenzo Antonio Blanco, Bernardo Montecino, José Barros, Aurelio Vallejo, Jacinto Rincón y Nicolás Carrizo. Y puso el cúmplase como gobernador Manuel Vicente Bustos, acompañado por Luis Brac como secretario. Hasta muchos años después ya en el siglo actual los diputados ejercían sus tareas en La Rioja en forma totalmente gratuita. La Constitución del ´55 y con sus reformas del ´65 no establecía incompatibilidades parlamentarias y judiciales. Es decir se podía ser diputado y juez, por ejemplo. Salvador de la Colina, refiriéndose a esta cuestión explica: “Esta desviación de los principios estrictos de gobierno se explicaba por la escasez de hombres aptos para la vida pública”. Pero el caso más curioso que cuenta el autor antes citado, fue el de don Serafín de la Vega que reunió en su persona los tres poderes del Estado al mismo tiempo: “En su carácter de presidente de la Legislatura, vocal de la Cámara de Justicia y gobernador delegado, imagen viviente de la trinidad divina y remedo del lord haut chanceller de Inglaterra, que es primer ministro de la Corona, presidente de la cámara de los lores y el juez más encumbrado del imperio”. No hace quizás al sentido de este bosquejo de estas cien sesiones ordinarias de la Legislatura el pormenorizado detalle de partidos políticos y demás. Pero sí que si bien los diputados accedían a la Legislatura por interés político, cuestiones de rango social y parentesco, no es menos cierto que lo hacían sin cobrar un solo peso. Además tenía connotaciones de servicio a la comunidad. Es cierto también que el fraude era habitual pero el pueblo participaba activamente en algaradas, motines y entreveros al menos en los años que van desde 1854 al ´80. Luego, dijimos, la máquina del roquismo impondría el fraude como sistema y la participación del pueblo se achicó, llegando a la total indiferencia en la primera década del siglo actual, cuando los guarismos electorales eran realmente ridículos. Así hacia el ´74 existían en la provincia tres partidos: alsinistas, avellanedistas y quintanistas. Los alsinistas de La Rioja eran presididos por el doctor Guillermo San Román a quien seguían muchas personas de la clase alta, la juventud especialmente y una masa considerable de pueblo. La dirección del partido avellanedista era más impersonal pues estaba a cargo de un comité formado de miembros conspicuos de aquella sociedad. Al pueblo adicto acaudillaba un negro Ramón Bravo, periodista, tribuno y elemento de acción, y los quintanistas eran los oficialistas. El partido más débil aunque contaba con las simpatías del gobernador Gordillo. Con el tiempo estos partidos fueron variando siguiendo los cambios de personas. Así años después los partidos que se enfrentaban (ramas del tronco autonomista) eran los bustistas y carreñistas y así hasta el infinito. Estos partidos respondían directamente a los hombres fuertes del momento o del tiempo y quizás el primero de los partidos de ideas fue el radicalismo que recién en el país y en La Rioja comenzará a tener importancia tras la revolución de 1905. Otro que se agregaría con bastante arraigo hacia la segunda década de este siglo sería el Partido Socialista. Lo que interesa aquí destacar es que con excepción de los tiempos de intervenciones federales, pero más que nada a partir de 1930 y de la destrucción sistemática del posible


acceso del pueblo al poder, el pueblo de La Rioja con fraude o sin fraude, con registros cívicos más o menos correctos, con revoluciones o asonadas y con todo el pintoresquismo que hubo en elecciones y civismos electorales, participaba en los comicios varias veces al año. Pues era convocado para elecciones de gobernador, para elecciones de constituyentes, para elecciones de Comisiones Municipales en Capital y Chilecito, para elegir diputados nacionales y así hasta el infinito. Podemos decir sin mucho temor a equivocarnos que había fraude como una suerte de constante, pero al escamotearle el voto al menos se reconocía que ese voto mal dado o robado tenía valor y valía la pena robarlo. Y entonces no podemos menos que reconocer que esas épocas de comicios, de violencias comiteriles, de urnas violadas y robadas y todo eso era mil veces mejor y más viril, mil veces preferible al estúpido silencio de los gobiernos fuertes y totalitarios, de militarismo descontrolado. Porque aquel sistema de participación fue mejorando paulatinamente las prácticas cívicas y la evolución institucional y legislativa fue notable yb así llegamos a la época de oro, diríamos, de nuestra Legislatura que se dio en el final del gobierno de Yrigoyen.

Las leyes que marcan una historia centenaria Con todos sus errores y deficiencias pero con indudables aciertos la Legislatura riojana en todos sus tiempos ha sido fiel reflejo de la sociedad en la que estaba inmersa. Incluso sus leyes son muestra exacta de las apetencias, anhelos y trabajos de la sociedad riojana. Y en ciertas épocas se adelanta a las expectativas de su tiempo y proyecta leyes de positiva eficacia. Es difícil creer (o al menos no las hemos podido rastrear) que esta Legislatura haya dado muestras de incapacidad, de rémora, de atrasar el desarrollo del pueblo. Por eso es bueno que lo tengamos presente en sus distintas etapas. Al principio su preocupación, siguiendo las directivas nacionales estuve centrada en cuestiones referidas a educación, comercio, y demás. Luego en tiempos del juarismo su atención se centró en transporte, creación de bancos que no fructificaron, obras públicas. Tiempo después, entrado el yrigoyenismo habrá preocupaciones por el desarrollo, trenes y colonización, hasta llegar al gobierno del doctor Agüero Vera en el que por primera vez se impulsa a través de un paquete de medidas legislativas el despegue total de la provincia. Se creará así en muy poco tiempo el Banco Rioja, la Caja de Subsidios, pavimentación de La Rioja y Chilecito, mediante la primera ley de empréstito que tuvo la provincia. Luego los años de la Concordancia verán la sanción de una serie interminable de leyes que marcaban la tónica de un gobierno tecnocrático pero sabio en muchas cuestiones. El peronismo dará salida a una larga expectativa popular y así serán muchas las leyes de acción social, creación de barrios, apoyo a actividades deportivas, culturales y demás. Los años posteriores y hasta el gobierno popular del doctor Menem mostrarán asimismo una preocupación de la Legislatura por ir mejorando las instituciones. No son legislaturas que sorprenderán por leyes de mucha trascendencia, pero podría calificárselas de serias y de trabajo. Pero hagamos al azar y siguiendo el hilo de la historia una suerte de rápido recuento de lo que trabajó la Legislatura de La Rioja en estas cien sesiones ordinarias. Encontraremos cosas curiosas y dignas de rescatar en esta evocación. En 1886 se crea el Departamento Topográfico. Y acá se plantea el problema de tierra indivisa, de la tierra pública. Problema que todavía no está resuelto. Los deberes de este organismo eran: catastro en general; construcción y vigilancia de los caminos provinciales y riego de los campos y canalización en las poblaciones. De ese mismo año


son leyes de construcción de un mercado (el mismo que será demolido para construir el Mercado Progreso), de remate de la tierra pública y otras. En 1889 hay algunas leyes muy interesantes. Una fue la que permitía las riñas de gallos. En largas y entusiastas sesiones fueron muchos los legisladores riojanos que apoyaban esta iniciativa y como en pocas ocasiones anteriores se dio el caso que a estas sesiones concurrían todos los diputados. Pero de esta misma Legislatura son leyes apoyando la instalación de telégrafos, marcados en La Rioja y Chilecito. Tranvías que nunca llegaron a nuestra provincia. El 7 de septiembre de 1889 se declaraba de utilidad pública y expropiables los terrenos necesarios para las obras de aguas corrientes, Tranway, y luz eléctrica y el que requiera la construcción de una avenida y paseo público. Y esto del tranvía parece que obsesionaba a los legisladores pues en el ´90 renovaban la autorización para construir uno en Chilecito a los señores Juan Garcaud y Cía. En el ´89 se autorizaba la creación del Banco Agrícola Territorial de La Rioja, en realidad estos bancos nunca anduvieron pero las buenas leyes existieron al respecto. En el ´91 autorizaba al Ejecutivo a hipotecar tierra pública. En el ´92 sancionaba una ley ordenando la construcción de un modesto homenaje a la memoria de los beneméritos maestros de escuela Fray Laurencio Torres y don Patricio del Sacramento y en el ´93 creaba una Banda de Música y creaba el 21 de septiembre la Lotería de La Rioja. En el ´95 los líos políticos llevaron a la existencia de un grave drama legislativoginecológico pues la Legislatura dio a luz otra Legislatura que llevó a una crisis institucional y la consabida intervención federal. La Legislatura madre diríamos ordenaba el 27 de mayo del ´95 que los diputados rebeldes fueran llevados a la Honorable Cámara por la fuerza pública. Y que algo andaba mal a contramano o en la Legislatura en este 1895 lo muestra otra ley del 13 de diciembre que mandan rebajar el pago de la contribución en la capital de un 30% y en Chilecito y demás departamentos un 20%. Y se decía: “Los valores a cobrar por impuestos fiscales hasta el año ´94 inclusive se abonarán con 50% de descuento, siempre que sean pagados hasta el 30 de junio de 1896”. Y como ya habia bastante abogados y procuradores se mandaba por esos tiempos que se abriese la matricula profesional correspondiente. Ya entrado el siglo, por ley del 22 de junio de 1901 se cambiaba el nombre de las calles Victoria de la capital y de Comercio de Chilecito por Bartolomé Mitre. En todos estos años era motivo de largas sesiones la ley de presupuesto. Además los legisladores riojanos cuidaban escrupulosamente que se determinara muy bien dónde iban a parar los impuestos y tasas. Claro que eran otros tiempos. En 1902 se pagaba por guia de ganado por cada cuero vacuno, lana y cabeza de ganado mayor, 20 centavos. Y se subsidiaba con 30 pesos a la única fábrica de soda y hielo ya instalada en la capital. Muchas de las leyes de por esos años de la primera década del siglo (ley de Minas, de sellado, etc.) buscaban aumentar los ingresos del Estado. En enero 22 de 1902 la Legislatura eleva al Poder Ejecutivo una nota en la que expresa: “Tengo el agrado de comunicar a V.E. que la H.L. ha resuelto en su sesión de ayer dirigirse al Excmo. Gobierno haciéndole presente que miraría con agrado que los empleados de su dependencia cuyos sueldos son garantidos por la Constitución, renunciaran una parte del sueldo mensual y que el Excmo. Gobierno invite a los funcionarios del P. Judicial a tomar una resolución análoga, a fin de poder atender los gastos de presupuesto con los fondos que calcula poder disponer en el corriente año”. Y la nota la firmaba el doctor Wenceslao Frías. La legislatura estaba en todo, sancionando una ley “autorizando al P.E. a expropiar terrenos y fundar una villa en el distrito de Machigasta y concediendo 500 pesos para


ayudar a los gastos de desvío del río de la población de Machigasta”, hasta expropiar terrenos para prolongar el boulevar Sarmiento. En 1907 sanciona una ley de Protección a la Fauna, prohibiendo por cinco años la caza y matanza de avestruces, llamas, vicuñas, guanacos, gamas, chinchillas y chinchillones. Y las penas más que originales: tres meses de trabajos públicos o 2 pesos por día. Por ese entonces se sancionaron leyes de colonización y de reforma a la ley orgánica de los tribunales. En junio de 1909 se sanciona la ley Nº 111 creando un Departamento de Minas con asiento en la capital de la provincia. Y poco tiempo después por ley 113 la provincia se acogía a los beneficios de la ley 6.546 sobre aprovechamiento de aguas para irrigación. El 20 de diciembre de 1909 el Poder Legislativo remitía al Ejecutivo una minuta de comunicación en la que pedía concurriera el ministro a informar sobre la participación directa en política de las autoridades en los departamentos Famatina, Belgrano y Vélez Sarsfield. Interpelación que mostraba la independencia del Legislativo en su accionar. En el año del Centenario destacan la ley de Enseñanza Primaria que establecía que la misma es “gratuita y obligatoria”, y la número 123 de Salubridad e Irrigación. El 23 de marzo de 1912 se sancionaba la ley Nº 146 que decía: “Durante el presente período legislativo y para lo sucesivo todo diputado de la campaña que asista a sesiones tendrá diez pesos moneda nacional diario de viático mientras dure su permanencia en esta capital, debiéndosele abonar también los gastos del viaje”. Y ahí nomás se sancionó la Nº 150 de Impuesto a la Producción, corroborando esto que decimos en cuanto la obsesión legislativa por sancionar leyes que ayudarán a la imposición y a mejorar las arcas del Estado. Y una de las primeras leyes de ayuda al sindicalismo es la que se sanciona el 5 de junio de 1913 otorgando una subvención de 500 pesos por una sola vez en la Sociedad Circulo de obreros de La Rioja, para que concluyera su edificio. Y dos leyes, la número 164 prohibiendo trabajar el 25 de Mayo y el 9 de Julio y la Nº 179 de 1913 que decía: “Eríjase en la Plaza 25 de Mayo de esta ciudad el monumento al General San Martín a que se refiere la ley nacional Nº 9098”. La labor como vemos legislativa, era parsimoniosa, lenta, y no encontramos leyes realmente de fomento o que señalen un claro sentido de promoción integral. Muchas subvenciones, muchas leyes, diríamos menores, pero nada más. La ley Nº 404, por ejemplo, se aparta un tanto de esta monotonía legislativa al exonerar a los vinos genuinos (año 1922) elaborados en la provincia del impuesto de un centavo por litro. Y agrega dicha ley proteccionista: “Los vinos genuinos elaborados fuera de la provincia pagarán un impuesto de cinco centavos por litro”. Cada tanto alguna ley de cierta importancia se sanciona. El 9 de noviembre de 1922 se sanciona la Nº 413 que autoriza “al Poder Ejecutivo para donar gratuitamente al Superior Gobierno Nacional, treinta y una hectáreas de terreno que se destinarán a la construcción de cuarteles militares y campo de ejercicios”. Y medio año después el 2 de junio del ´23 se sancionaba la Nº 414 aprobando la construcción y reparaciones efectuadas por la Dirección General de Obras Sanitarias de la Nación en los canales de Pango y Vargas, canalización de la acequia de la calle Sarmiento e instalación de la Usina Hidroeléctrica en el Alto de Piedra de esta ciudad presupuestados en la suma de 344.998 pesos m/n. una suma realmente importante. Ese día parece que la Legislatura trabajó mucho pues aprobó además la ley 416 donando $2000 a la Liga Riojana de Fol-ball (sic). El 1º de Julio de 1929 sancionaba la ley Nº 475 donando a la Sociedad de Socorros Mutuos Artesanos Unidos de La Rioja, el terreno y edificio en ruinas de propiedad fiscal que se ubica en la esquina de las calles Dalmacio Vélez Sarsfield y boulevar


Sarmiento. Como vemos otra ley de tipo social de las pocas hasta entonces se sancionaron.

El primer paquete integral de leyes El 10 de mayo de 1929 es electo gobernador el doctor Juan Zacarías Agüero Vera, lo acompaña Armando Ocampo por el periodo 1929-1932. Poco menos de 17 meses en el poder cumple una de las más trascendentes, fecundas e histórica gobernación. El 25 de octubre de 1929 lanza sobre la Legislatura una verdadera catarata de proyectos de leyes. Hasta entonces las leyes de fomento, de desarrollo y promoción habían sido en esos casi 80 años de vida constitucional, hechos aislados, documentos insólitos. Pero por primera vez se encara un paquete de medidas que se encadenan unas a las otras para conformar un verdadero plan integral de gobierno utilizando sabiamente una serie de meditadas leyes de distinta índole, pero todas confluyendo en el propósito de desarrollar la economía provincial. De ese día son: ley de Imprenta Nº 477, en la que dirá: “Los abusos de la libertad de imprenta quedan equiparados a los conceptos de injurias y calumnias”; la ley de Explotación de Bosques Nº 485, tendiente a preservar l riqueza forestal de la provincia depredada por los obrajeros, el ferrocarril y otros; ley de Empréstito Nº 486 de Fomento Urbano y Rural. Esta ley puede considerarse la ley-eje de toda la obra de gobierno de Agüero Vera. Sancionada la misma y obtenidos los fondos imprescindibles, se podrían llevar a término y no quedar en mero papel, las otras leyes que se sancionarían. Es decir, cumplir el paquete de leyes que permitirían modernizar La Rioja. De ahí que la creación del Banco de La Rioja y demás leyes, son subsidiarias o leyes de aplicación de esta ley de Empréstito. Se facultaba por esta ley el primer empréstito que lanzó la provincia para contratar uno por un valor nominal de cinco millones de pesos o su equivalente en moneda de oro argentino o extranjero en títulos de la provincia que se denominaría de “Fomento Urbano y Rural”. Algunas disposiciones del empréstito son dignas de considerarse: “Los títulos podrán emitirse –decía el artículo 3º– de una sola vez o en series, en el país o en el extranjero y devengarán un interés mínimo del 7%; serán amortizados mediante un fondo acumulativo del 3% anual como mínimo y no podrán negociarse a un precio menor del 90% de su valor nominal”. Lo que interesa destacar de esta ley-madre es en qué aplicaría el gobierno el dinero obtenido: “Expropiación de comunidades y saneamiento y mensura de la propiedad rural; pavimentación urbana de las ciudades de La Rioja y Chilecito; fundación del Banco de la Provincia; préstamo a la municipalidad de La Rioja para la adquisición de un edificio propio; fundación de pueblos y colonias”. El 29 de octubre entra a la Legislatura la ley de Patentes Nº 490. E inmediatamente entre la ley 494 de fundación del Banco de La Rioja. “El capital inicial del banco –dirá en su articulado– será de 500 mil pesos m/n. que se tomarán de acuerdo a lo establecido en el inciso c) del articulo 6 de la ley de Empréstito”. El banco podría realizar toda clase de operaciones e interesa destacar lo que estipula la ley sobre la distribución de las utilidades netas: el 30% para aumento de su capital; el 20% para fondo de reserva; el 30% para fondo de la Provincia con destino exclusivo a obras públicas; 10% para amortización del capital del banco en forma proporcional hasta su completo pago; 10% para el Consejo de Educación y afectado a la edificación escolar. La ley Nº 495 declarando de propiedad fiscal el sobrante de mensura judicial que exceda del 1% era complementaria de la ley de Catastro Nº 497 de ese mismo 30 de octubre.


Por último la ley más importante en cuanto a asistencia social, es la ley de Creación de la Caja de Ahorros, Pensiones, Jubilaciones y Asistencia Social Nº 499 que disponía como fin: “Fomentar el ahorro y demás formas de previsión de carácter económico social, redimir y transformar la deuda pública –consolidada y flotante de la Provincia– en una sola, bajo la denominación de Conversión Interna de la Deuda; contribuir al fomento de la educación común, a la asistencia pública permanente, a la vialidad y mejoramiento edilicio en todas las ciudades y pueblos de la Provincia; formar el fondo necesario destinado a atender las pensiones y jubilaciones actuales y las que en lo sucesivo se acuerden en virtud de la respectiva ley; concurrir igualmente a la formación del fondo de asistencia social; acordar anticipo de sueldos al personal de la Administración y prestamos para la adquisición del Hogar propio, etc.” No por nada una de las primeras leyes de pensiones que otorgó el primer gobierno peronista estuvo destinada a socorrer las necesidades de la viuda de Juan Zacarías Agüero Vera.

Los legisladores riojanos en la época de la Concordancia 1932-1943 Tras el bache de las intervenciones federales militares y civiles, se reinicia tras el consabido fraude (el radicalismo yrigoyenista está proscripto) la actividad parlamentaria. En la Legislatura están representados los partidos: Conservador que preside el doctor Tomás Vera Barros, ex gobernador; la Unión Cívica Radical Impersonalista con el ingeniero Vallejo y el Socialista que llevará como representante a Ernani Spinoza. El periodo que se inicia con Vallejo en el ´32, en la Legislatura Provincial comienza con la ley número 516 que acuerda 40 pesos de viáticos diarios al gobernador y que Vallejo nunca cobrará por decisión personal, hasta la ley 926 que concede licencia al vicegobernador (1943) Kammerath Gordillo. En total y en el periodo considerado, el Legislativo provincial sancionó 410 leyes entre las que abundan pensiones graciables, subsidios y otras de menor importancia, pero entre las que la historia puede y debe destacar otras de significativa trascendencia. Entre las medidas más destacadas de la Legislatura que acompaña a Vallejo (19321935), cabe mencionar la enmienda a la Constitución Provincial, que consta de 161 artículos, y las principales reformas hechas a la anterior Constitución de 1909, obra de Joaquín V. González, fueron: ampliación del mandato del Ejecutivo y legisladores de tres a cuatro años; renovación parcial de la Legislatura cada dos años; elección directa de los intendentes de las ciudades de La Rioja y Chilecito y sufragio femenino en las elecciones municipales. Este gobierno –como los otros de la Concordancia– fue un gobierno sensible a las necesidades populares. Era, sin duda, un gobierno elegido por el escamoteo del principio de participación popular en las elecciones, pero sus leyes fueron sabias y meditadas. En su primer año de gobierno se aprueban leyes de progreso y atraso, como la 517, en la que se disponía la aplicación de penas a los delitos cometidos por medio de la prensa. Pero es significativo de que esta ley, complementada luego a mediados del gobierno del Dr. Héctor de la Fuente por la número 843 –“Ley Mordaza”–, no impide ni corta la más grande eclosión del periodismo en la historia de la provincia con más de diez publicaciones periodísticas que se expresaban con la más amplia libertad. Leyes progresistas fueron la 521 creando el Departamento de Trabajo: la 522 o Ley de la Silla, en la que se establecía tanto para comercios y fabricas la obligatoriedad de sillas para el descanso de los trabajadores; la 523 que apoyaba el establecimiento de una fábrica de guantes y cueros finos en el antiguo molino de Cochangasta y hasta llegó a


apoyarse la filiación de una película sobre La Rioja el 12 de julio de 1932 que luego fue exhibida en la provincia y en la Capital Federal. Se destaca además la ley 536 del 11 de agosto de 1932 en la que se habla del descanso semanal para las personas de ambos sexos ocupadas en el servicio domestico a sueldo, fijándose una escala de remuneraciones y determinando el trabajo de menores. Esta ley complementaria de la número 535 que declaraba obligatorio el descanso hebdomadario. Una ley realmente interesante fue la número 538 que exoneraba por el término de diez años de todo impuesto provincial o municipal a la primera fábrica de diferentes rubros que se instalara en la provincia. De esta ley de promoción económica e industrial surgieron varios establecimientos que desarrollaron sus actividades en La Rioja, y que ya desaparecieron como “La Riojana”, dedicada a la fabricación de refractarios. Otras leyes de interés fueron la número 541, declarando ley de la provincia al Código de Procedimiento en el Civil y Comercial y el de Procedimiento en lo Penal; la número 550, de Irrigación; la número 551, exonerando del pago de impuestos a las Sociedades Cooperativas, y una de real significación, la número 557, creando la Dirección Provincial de Vialidad. La cuestión del agua fue tomada muy en cuenta. De esta preocupación del ingeniero Vallejo surgirán las leyes número 550 (General de Irrigación), 559 (De agua y usina eléctrica de Chilecito), 571 (Riego para chacras en Chamical), 617 (modificando la ley de Irrigación) y otras. Por ley número 600 del ´33, el Legislativo riojano sanciona el código de Policía Rural. Este fue el primer intento orgánico de legislar sobre esta materia tan compleja. Parecía que en todos los ámbitos la Legislatura actuaba. De ahí leyes sobre temas tan dispares como el Matadero Público (686), perforaciones en campos fiscales (691) y Casinos (694) que modificaba la anterior número 526, buscando facilitar la introducción de capitales que permitieran las construcciones de hoteles y el incremento turístico. El gobierno siguiente del general Eduardo Fernández Valdés (1935-1938) fue un gobierno honesto, trabajador y con ideas de realización. Analizando las leyes que se sancionan en este gobierno, observamos que apenas un puñado de ellas son significativas; la número 710 aceptando el régimen de Unificación de Impuestos Internos; la 714 eximiendo de impuestos y derechos fiscales a los contratos prorrogados de la deuda hipotecaria al Banco Hipotecario Nacional; la 720, “autorizando al Poder Ejecutivo de la Nación la conversión y consolidación de la parte de la deuda pública de la Provincia hasta la suma de $700.000”. Por otra parte las publicaciones de la época se quejaban de la labor “irresponsable” de la legislatura riojana al sancionar a libro cerrado la ley de presupuesto de 1935 (ley 715, similar a la 734 que prorrogaba para el año 1936 el mismo presupuesto. Pero si la Legislatura se prestaba obediente a los dictados del Ejecutivo, fue esa Legislatura que acompaña la acción de Fernández Valdés unas de las más agitadas, peleadoras y díscolas por las fuertes discusiones, los diálogos violentos y algunas sesiones en las que se esgrimieron armas y hubo enfrentamientos a puñetazos y patadas por parte de algunos legisladores. Ni la pachorra ni el buen ánimo del doctor Wenceslao Frías logró a veces evitar estas cuestiones. Si la primera Legislatura de la Concordancia, la que actuara con Vallejo, tuvo un solo diputado opositor, la que acompañó a Fernández Valdés tuvo tres, en un total de 17 lo que no obstante su situación de minoría absoluta permitió una acción opositora más enérgica. El año 1936 fue en la acción legislativa riojana, de singular importancia, pues además de la sanción de la ley 737 que permitió contar con el dinero suficiente para construir la actual Casa de Gobierno, se sancionó la 752 por la que se autorizaba al Poder Ejecutivo


a emitir un empréstito en títulos, hasta la cantidad de $2.000.000 que se denominó “Provincia de La Rioja”. Las lógicas y eternas dificultades económico-financieras de la provincia pudieron paliarse en parte. Y de ahí que tiempo después se pudiera sancionar la ley número 758 que autorizó al P.E. a invertir la suma de $380.000 en diversas obras públicas. Y así La Rioja vio construirse los modernos cuarteles que en esa época albergaron a los efectivos del R.I. 15, el arco de entrada de la ciudad, la pavimentación de las ciudades de La Rioja y Chilecito, el primer tramo pavimentado de ruta entre Nonogasta y Chilecito y otras obras que perduraron por su importancia. En otro orden de cosas y refiriéndose a la labor propiamente legislativa, notamos una verdadera avalancha de leyes otorgando subsidios, pensiones, salas de primeros auxilios en distintos puntos de La Rioja como así también el arreglo y construcción de cementerios. Una ley, la número 774, a la que se llamó del voto optativo o vulgarmente “cantado”, sancionada el 23 de septiembre de 1937, tuvo repercusión nacional y significó el alejamiento del cargo de Fernández Valdés en octubre del año siguiente sin terminar su periodo gubernativo. La ley 788 reimplantó el voto secreto en las elecciones. Una de las últimas leyes de su gobierno fue la número 791 “que prohibía en todo el territorio de la Provincia en día sábado, después de las doce horas, el trabajo material por cuenta ajena y el que se efectúe con publicidad por cuenta ajena”. La Rioja al hacerse cargo de sus funciones el doctor De la Fuente (1939-1943) ha progresado en muchos aspectos, pero sus crónicas falencias y carencias, su infraestructura insuficiente, el éxodo permanente de sus trabajadores, son causas de una toma conciencia por parte del Poder Ejecutivo, si se quiere, revolucionaria e inédita. Las leyes, por eso, que sancionará la Legislatura riojana en este periodo, no se apartarán de la tónica parcial y pequeña que habían tenido hasta el momento, aunque a partir del año 1940 contribuirán a complementar las leyes nacionales que se darán para ayudar al desarrollo de la provincia. Lo importante de destacar de este gobierno es la integral y totalizadora visión que adoptará al respecto. El gobierno entiende que no es posible continuar con la política hasta entonces seguida. Que la Nación debe adoptar con respecto a La Rioja, Catamarca y demás provincias carenciadas o pobres, una nueva actitud. El giro de perspectiva política y legal es, por eso, de 180 grados. Si en el orden nacional la actividad de los legisladores de la Concordancia fue relevante y de trascendental importancia para el desarrollo de la provincia y de los estados federales que conforman el noroeste argentino, en el orden provincial, la labor que cumplió la Legislatura riojana en el gobierno del doctor De la Fuente incluyó también la sanción de algunas leyes que completaron aquella integral tarea. Son dignas de mencionarse las siguientes leyes: ley Nº 823, que otorgó becas de $50 mensuales a estudiantes que desearan cursar estudios fuera de la provincia, en pintura, escultura, música, canto, declamación; ley 824, destinando $1000 para la edición de la parte no publicada hasta ese momento de la fundamental obra del historiador Dardo de la Vega Díaz, Toponimia Riojana; ley 828, autorizando al Poder Ejecutivo para contratar un empréstito de $600.000 que se denominaría “Empréstito de resurgimiento económico de los Llanos de La Rioja – 1940”; ley 842, estableciendo el sistema de colonización por medio de pequeñas granjas, las que serian entregadas a riojanos, casados, padres de familia no mayores de 50 años de edad; ley 844, creando la Intendencia de Lavaderos de Oro de la Provincia; ley 857, autorizando al Poder Ejecutivo a transferir a favor de la Nación un terreno expropiado en la ciudad de La Rioja destinado a la construcción de un hotel de turismo y de acuerdo a lo dispuesto por la ley nacional número 12.669; ley 859, autorizando al P.E. para transferir a favor del Comando de Aviación de Ejercito,


cien hectáreas del inmueble expropiado, destinado al emplazamiento del aeródromo de la ciudad capital de La Rioja; ley 862, declarando acogida la provincia a los beneficios de la ley nacional número 12.341, que crea la Dirección de Maternidad e Infancia; ley 866, sobre Colonización de tierras en la provincia; ley 868, General de Expropiaciones. Y no seguimos, pero haremos referencia a algunas palabras que pronunció el gobernador en su último mensaje a la Legislatura: “El problema de la vivienda que preocupa a todas las comunidades, se afrontó por primera vez entre nosotros, con la construcción de 42 casitas, cómodas e higiénicas que forman todo un barrio (Barrio San Román) en terreno antes incultos y despoblados”. Y agregaría luego: “Con la construcción del Palacio de Justicia, el Poder Judicial tendrá un edificio propio donde pueda cumplir sus altas funciones”. Del 18 de febrero al 19 de junio de 1943 duró el gobierno del doctor Félix de la Colina. La elección de De la Colina no contó con partido opositor pues el radicalismo se abstuvo. Ha sido el gobierno más corto de la historia riojana en lo que va del siglo. Tras la caída del gobierno constitucional por causa de la revolución del 4 de junio seguirá una serie de intervenciones federales.

El frenesí legislativo del peronismo (1946-1955) Del 7 de junio de 1946 es la primera ley peronista de la Legislatura riojana y que lleva el número 929. Todavía el índice de las leyes no ha logrado el millar. El 24 de octubre de ese mismo año se sanciona la ley número 1.000. Pero veamos algunos datos y hagamos algunos números o consideraciones estadísticas. Es sabido que el vicegobernador Francisco de la Vega que se hizo cargo del gobierno riojano por muerte antes de asumir el cargo del gobernador electo Leovino Martínez tuvo un gobierno agitado y controvertido por pasiones, rivalidades y desencuentros entre peronistas que no lograban conciliar en esta primera etapa de gobierno sus diferencias. Y fue esa causa que al año y medio del desempeño de sus funciones el gobierno de De la Vega fue intervenido. El 20 de diciembre del ´47 es la última ley sancionada por la Legislatura en esta primera corta etapa constitucional. Hay intervención federal y la numeración de leyes continua recién el 22 de junio de 1949 con la ley 1.174. Los gobiernos de los ingenieros Zuleta y Melis desarrollan sin duda una labor realmente significativa, especialmente este último, hombre joven, dinámico y con un equipo de colaboradores competentes. Así la última ley de esta primera etapa peronista es sancionada el 16 de septiembre de 1955 y lleva el número 2.410, ley que propiciaba la expropiación en Chilecito de terrenos para la construcción de viviendas. Hasta el último día de la Legislatura riojana trabajó incansablemente. Y esto de trabajar incansablemente no es ni mera fórmula ni eufemismo alguno: es concreta y tajante realidad estadística. En siete años y medio o en ocho periodos ordinarios de sesiones fueron sancionadas 1.481 leyes. Es decir, una tercera parte del total de las leyes sancionadas por esta Legislatura a lo largo de sus cien años de labor parlamentaria, lo que da un indicador interesante de la labor cumplida por la Legislatura peronista en esos ocho periodos ordinarios de sesiones. Haciendo un estudio pormenorizado de estas leyes observamos la gran preocupación por la resolución de cuestiones sociales, sindicales, deportivas, construcción de viviendas, barrios, escuelas, colonización, riego, y muchas, miles más. No se debe olvidar para tener una mejor comprensión de esta frenética actividad legislativa el marco referencial dado por los dos planes quinquenales que cada provincia


adecuara de acuerdo a sus necesidades e idiosincrasia y que también constituyó, sin duda, materia de labor y estudio por parte de la Legislatura. Este periodo entonces, en términos generales, está signado por una tarea realmente vertiginosa, acuciante, incansable, frenética. El Ejecutivo marcaba la tónica del trabajo sin desmayo, pero el Legislativo contribuía con lo suyo y expresaba en leyes, deseos de los distintos sectores de la comunidad. Es decir, no era una Legislatura sumisa y atenta sólo a satisfacer los requerimientos del Ejecutivo. Una expresión de esto que decimos lo tenemos en las 37 leyes aprobadas en un sólo día, el 21 de octubre de 1949, y cinco días después, el 26 de octubre, se sancionaban 10 leyes más. Pero lo más destacado es que sólo tres leyes, de esta verdadera avalancha de leyes, tenían su origen en el Ejecutivo, pues las demás eran de los propios legisladores. Y algo que debemos subrayar: por primera vez la Legislatura contó con legisladoras, a pesar de que la Constitución del ´33 había abogado por la participación de la mujer en la vida cívica activa, ello no se había puesto en práctica.

Los hijos del pueblo en el gobierno Parafraseando el discurso del gobernador José Francisco de la Vega pronunciando al inaugurar el período ordinario de sesiones en 1946, acceden al gobierno hombres venidos de muchos partidos y orígenes, unidos tras una bandera realmente inédita en el país. “Afirmo –dijo De la vega en esa oportunidad– que nunca jamás hubo en esta provincia elecciones tan limpias, tan correctas, tan intachables como las del 24 de febrero (1946); ello explica que, por primera vez en la historia política de La Rioja hayan surgido a la función pública –que es honor y sacrificio– valores nuevos de sólido arraigo popular”. La muerte del doctor Leovino Martínez dio paso a este hombre que no logró imponer realmente un gobierno unido y coherente. Tanto es así que al mes y medio de asumir, media docena de legisladores provinciales viajan a Buenos Aires y exponen a Perón sus inquietudes respecto al gobierno provincial, inquietudes que no eran otras que De la Vega desapareciese. Duró demasiado, pero por suerte para su gobierno, el gobierno nacional estaba demasiado ocupado con problemas similares en provincias más importantes que La Rioja. Ya en septiembre el principal periódico local La Rioja, decía sobre la Legislatura: “salvo la aprobación del presupuesto y de haber prestado acuerdo para la designación de los magistrados, no ha realizado otra cosa de importancia que justifique el aumento de las dietas como se ha hecho últimamente. Además el sistema que adoptó la Legislatura de reunirse semana por medio y durante ella tres días solamente, menos tiempo quedaría”. Pero el peronismo en este primer año está en plena restructuración de la fuerza política, buscando la creación del por entonces llamado Partido Único y que seria luego Partido Peronista. No obstante las criticas que podrían tener justificación por las causas apuntadas respecto a la inactividad inicial de la Legislatura, esta que acompañó el gobierno frustrado de José Francisco de la Vega sancionó un total de 244 leyes. Una muy simpática fue la 954 del 11 de septiembre en la que se declaraba: “Tienese de solidaridad con las letras Pontificias de S.S Pío XII, por Patrono de la Provincia a San Nicolás de Bari cuya imagen es venerada en la catedral de la ciudad capital”. Y en noviembre de ese año la Legislatura y personalidades de la cultura y las letras rendían homenaje en Loma Blanca al Chacho descubriendo monolito y placas


recordatorias además de los consabidos discursos de circunstancias. Y Perón en ese mismo mes en Buenos Aires explicaba las características del Primer Plan Quinquenal a los sindicalistas. Haciendo una síntesis de la labor parlamentaria de este periodo, podemos citar varias que bien cabe estimar como típicas: expropiando terrenos en distintas localidades de La Rioja; subsidios a entidades gremiales (937-1032-1033, etc.) que será una constante de éste y sucesivos gobiernos peronistas; pensiones a viudas; ancianos y demás en numero abrumador. La ley 945 que decía: “Los puestos públicos de la administración provincial que requieran títulos profesionales no podrán ser ocupados por personas que carezcan de ellos”; subsidios por viajes de estudio y a numerosos clubes de la capital e interior, entre ellos a la Liga Riojana de Futbol y las Federación de Basquetbol (ley 972(; liberando de impuesto por 8 años la explotación de la palmera datilera (957); destinando fondos para la mutual del personal de la policía; facultando a la Delegación Regional de Trabajo (995); implantando la enseñanza de la Religión Católica en todas las escuelas publicas y particulares (1.003); implantando seguro de vida colectivo para el personal al servicio de la provincia (1.015) . accionar en pro del trabajador como se nota al crearse el 28 de agosto del ´47 (1.055) la Caja de Jubilaciones y Pensiones del Magisterio, ley seguida pocos días después por la 1.057 del 9 de septiembre de 1947, autorizando al Poder Ejecutivo a invertir 20.000 pesos para la adquisición de un terreno para la Federación Obrera Riojana. Ya en la parte final de su accionar legislativo se autorizaba por ley Nº 1.071 al Ejecutivo a invertir $100.000 para erigir un monumento al general Quiroga. Aunque la ley que desembolsaba más dinero fue la 1.092 destinando la suma de $425.000 para la construcción de un hotel provincial de turismo en la capital. La 1.106 establecía el subsidio familiar para todos los empleados del Estado Provincial; la 1.153 concedía aguinaldo provincial a los empleados y obreros públicos y la 1.156 declaraba de utilidad pública los terrenos necesarios para la construcción del Barrio Parque. Como estas fueron los cientos de leyes de los gobiernos de los ingenieros Enrique Zuleta y Juan Melis.

Los dos gobiernos de los ingenieros La Legislatura que acompaña al ingeniero Enrique Zuleta en lo que vendría a ser el segundo ciclo de los gobiernos constitucionales peronistas riojanos siguió aplicando soluciones puntuales a cientos de problemas planteados en los lugres más remotos de la provincia. Es bueno notar que muchas de estas leyes eran consecuencia de la aplicación en La Rioja del Primer Plan Quinquenal. La ley Nº 1.226 del 21 de octubre de 1949 autorizaba al Poder Ejecutivo a realizar obras del “Plan de Activación Económica de La Rioja”. La Nº 1.231, “destinando partida de $80.000 para expropiación terrenos necesarios para construcción barrios en Capital y Chilecito”. Y de esta preocupación por todo no se eximia la propia Legislatura que ese mismo día establecía por ley Nº 1.235: “autorizar al P.E. entregar $5.000 a la H.I. de la provincia para adquisición bicicletas, artefactos eléctricos, etc.” Y como siempre y como venía ocurriendo desde los comienzos de la Legislatura, en este periodo abundaron las leyes sobre canalizaciones, defensas en ríos, pozos, represas, como lo muestra –entre otras– la ley Nº 1.239 de Riego. Como un botón de los tiempos populares que se vivían la Legislatura sanciona la ley Nº 1.251 destinando $150.000 para construcción de la Casa del Trabajador en la capital que se complementaria con otra ley posterior que establecía lo mismo para Chilecito.


Sobreabundan en este y el siguiente gobierno del ingeniero Juan Melis, muchas pensiones, muchos subsidios (algunos por esta única vez) y becas para estudiantes. La ley Nº 1.275 (28 de octubre de 1949) expropiaba un terreno de 102.839 metros cuadrados para edificio del “Hogar Escuela Fundación María Eva Duarte de Perón”. Siendo de esa misa fecha la ley Nº 1.281 de fomento del olivo. Una de las tantas leyes que hubo en ese sentido. También en una ley de esos días se mandaba construir un barrio de viviendas pre-fabricadas en Vargas. Y por ésta y similares obras públicas son numerosas las leyes de expropiación que en la capital y en la provincia se producían. Entre las más notorias tenemos la ley Nº 1.314 que expropiaba la usina eléctrica de El Milagro de propiedad privada. Y algo que no daba descanso a los legisladores riojanos en tiempos del ingeniero Zuleta era la sanción de leyes que subsidiaban construcción de capillas, arreglos de iglesias, cementerios, caminos y un variopinto mundo de necesidades inagotables y de todo tipo. En extraordinarias, el 26 de enero de 1950 se crea la Caja de Previsión Social de la Provincia. Algunas de las leyes que fueron sancionadas en este periodo eran de real relevancia social. Así, por ejemplo, la Nº 1.387 (12 de junio de 1950) expropiando terrenos por parte del P.E. para un hospital y una maternidad que serian transferidos en donación a la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón. Ewra preocupación de los legisladores ayudar a todo tipo de instituciones de bien público. Por la cantidad y variedad dudamos que alguna se haya quedado sin su correspondiente subsidio. Pues aumentan en forma notoria los subsidios a toda clase de clubes y entidades deportivas, auspiciando además competencias interclubes, carreras de todo tipo y similares actividades. La absoluta mayoría peronista en la Legislatura llevó a ciertos desbordes como la ley Nº 1.419 (28 de junio de 1950) que destinaba $20.000 para gastos del Movimiento Peronista Femenino de la Provincia. Y al igual que en la Capital Federal y las demás provincias, la Legislatura sancionó las leyes 1.417 y 1.418 expropiando terrenos para un gran parque de diversión de niños en la capital y un parque infantil en Chilecito. Por ley Nº 1.450 (26 de julio de 1950) se creaba la Dirección de Turismo en Chilecito y en otros departamentos; y una ley, la Nº 1500, que era un buen indicio: por ella se expropiaban terrenos para el edificio de la Delegación de Arquitectura de la Nación, que no era sino un buen síntoma, pues la Nación necesitaba tener la delegación del organismo que controlaba la enorme cantidad de edificios públicos nacionales que por entonces se construyeron. Y como todo crecía, la ciudad en reconocimiento a la importancia que había adquirido contó por causa de la ley Nº 1.544 (7 de septiembre de 1950) con 200 cuadras más de pavimento. El 29 de septiembre de 1950 las leyes números 1.574 y 1.575 declaraban leyes de la provincia los proyectos de Código Procesal Penal y Código Procesal Civil y Comercial. Y una ley realmente significativa: la Nº 1.617 que autorizaba al P.E. a utilizar la suma de $50.000 con destino a la edición de obras inéditas o agotadas de autores riojanos o que sin ser riojanos hubieran escrito obras de estudio científico o costumbrista. Y mientras cada tanto surgían estas leyes más significativas, el cuerpo legal de la provincia como sui fuera el cemento que se utilizaba, se llenaba de leyes de subsidio, expropiación de terrenos, pensiones y demás. Y así, hacia el final del gobierno del ingeniero Zuleta, se sancionaba la ley Nº 1.666 de Farmacia; la Nº 1.762 instituyendo ocho becas para cursar estudios en la Escuela Industrial de La Rioja.


El gobierno del ingeniero Juan Melis fue quizás mejor estructurado, más orgánico en su accionar y por lo tanto también lo fueron las leyes que por aquel entonces se sancionaron, 1952/55. En tal sentido podemos citar la ley Nº 1.886 (28 de junio de 1952) creando el Instituto de Planificación y Vivienda. O la Nº 1.890 aprobando Plan de Obras Públicas. Todo daba a entender que el espíritu de planificación que campeaba en el gobierno nacional, había logrado insuflarse en el de la provincia, por lo que la acción legislativa fue más orgánica y profunda. La ley Nº 1.910 (14 de agosto de 1952) disponía que el vino destinado al consumo sólo se vendería en botellas de vidrio herméticamente cerradas. Por ese entonces la desaparición de Eva perón y una nueva orientación en la Nación, va mostrando sus correlatos provincianos, y así se nota en las leyes que se dictan una exaltación de los símbolos partidistas, de la mística partidaria, como se observa en la proliferación de nombres correspondientes a las mas altas figuras del peronismo en todo el ámbito provinciano. Que este gobierno fue, diríamos mas sesudo y trascendente, se demuestra por leyes tales como la Nº 1.949 (26 de septiembre de 1952), creando el Instituto de Investigaciones Tecnológicas; la ley Nº 1.979 (27 de diciembre de 1952) por la cual la provincia adhería al Segundo Plan Quinquenal de la Nación y aprobando los objetivos especiales a ejecutar por el gobierno de La Rioja. Y en este orden de profundizar el proceso de cambio es citable la ley Nº 1.978 (28 de febrero de 1953) autorizando al P.E. de la Provincia para firmar convenio de Educación con la Universidad Nacional de Cuyo. A partir de la aprobación del Segundo Plan Quinquenal la Legislatura sancionaría una serie de leyes que buscaban implementar sus lineamientos en la provincia mediante expropiaciones, acción agraria, etcétera. Una ley simpática fue la Nº 2.063 del 28 de agosto de 1953 creando la Dirección de Cooperativas Escolares dependientes del Ministerio de Gobierno, Educación y Salud Pública. Y por la 2.093 de unos días después se creaba el Instituto Folklórico y Tradicionalista de La Rioja. Y una ley realmente de importancia fue la 2.112 del 30 de septiembre de 1953 que creó la Dirección Provincial de Catastro. El bloque único, la existencia de una mayoría total en la Legislatura impidió el aporte constructivo de la oposición. Y decimos esto por algunas leyes que sancionó esta Legislatura pero que, indudablemente, no contribuyeron a mejorar las prácticas democráticas. Nos referimos a dos leyes: la Nº 2.213 (30 de septiembre de 1953) que creaba como empresa del Estado dependiente del Ministerio de Gobierno, una entidad descentralizada denominada Gaceta Riojana y la ley Nº 2.347 otorgándole el 27 de mayo de 1955 la suma de $80.000. La Gaceta Riojana, bien impresa y redactada es un testimonio de obsecuencia y periodismo oficialista que poco o nada aportó al rico historial del periodismo riojano. Una real obsesión del peronismo fue en este periodo proveer de casa propia a los riojanos. Por ley Nº 2.280 se transfirió en venta a los poseedores las viviendas construidas en los barrios Caja Nacional de Ahorro Postal y Pango. Y como una muestra del avance de ciertas zonas, tenemos la ley Nº 2.391 del 16 de agosto de 1955 declarando ciudad a Chamical. Finalmente y como síntesis, podemos decir que de las 4 leyes que se sancionaron el 16 de septiembre de 1955, tres de ellas son casi como un esencial muestreo de lo que hizo y creó el peronismo a través de sus legisladores en La Rioja. La ley Nº 2.408 “expropiando un inmueble en la ciudad de Chilecito para el Sindicato de Obreros y Empleados Vitivinícolas a fin de levantar su sede social”; ley 2.409, expropiando de


terrenos en Milagro para ser donados al Club Sportivo, Cultural y Ferroviario de Milagro y la ley Nº 2.410, propiciando la expropiación de terrenos en Chilecito para la construcción de viviendas. Así terminó este primer ciclo de gobiernos peronistas en La Rioja.

Una legislatura, entre gobiernos de facto (1958-1962) El doctor Ricardo Mercado Luna fue diputado por U.C.R.I. representando a la Capital en el periodo 1958-1962. En breve entrevista nos explica que “las bancadas fueron al de la U.C.R.I. y U.C.R. del Pueblo y en la renovación que hubo en el departamento San Martín en la segunda parte de esa Legislatura entró el candidato conservador German Kammerath Gordillo”. Según Mercado Luna, el periodo se caracteriza por sus resultados en los siguientes aspectos sobresalientes: cultura, justicia, salud pública. En lo cultural: “Creación de la Escuela de Ciencias Económicas, base de la actual Universidad Provincial de La Rioja; creación del Profesorado anexo a la Escuela Normal, que aunque de resorte nacional, fue logrado a través de minutas y gestiones del gobierno provincial. Creación del Consejo Editorial del Estado con la finalidad de publicar las obras más trascendente para La Rioja. Este Consejo Editorial se ensayó con Zoonomía Riojana de Celindo Mercado, Cuentos Populares de la Rioja de J. Z. Agüero Vera, y otros. Creación de la Escuela de Diseño y Técnica Artesanal y del Instituto de Profesorado de Artes Plásticas, cuyo director y propulsor fue Mario Edgar Aciar. Además se reestableció y jerarquizó el Museo de Bellas Artes Municipal encargando a Miguel Dávila su dirección. En este aspecto –subraya Mercado Luna– merece destacarse la Dirección de Cultura dirigida por Carlos Cáceres. “Todas estas medidas y otras, pueden inscribirse como un verdadero movimiento literario y artístico en la provincia que ciertamente marcó una época”. Justicia: En esta cuestión se produjo la restructuración con total autonomía de la Fiscalía de Estado que pasó a ser no un organismo dependiente sino de contralor y fiscalización tanto que por vez primera en la provincia la Fiscalía demandó al propio gobierno por actos y decretos que no se observaban la Constitución. También se mantuvo el sistema oral a pesar de retornare a la Constitución anterior (1933). También marcó una época reconocida la independencia del Poder Judicial, produciéndose en este periodo una serie de juicios contenciosos administrativos en contra del Poder Provincial. Salud Pública: Creación por ley del A.M.I. (Asistencia Médica Integral). Este anhelo del partido fue presentado a la Legislatura por el diputado médico doctor Lauro Busleimán Cabrera. Y por último la ley de tierras que puso fin a un pleito centenario en Chamical. Fue la ley de Saneamiento de Títulos mediante el procedimiento de auto-expropiación. Una ley similar en materia de tierra fue dictada para la merced de San Isidro de Sierra de las Minas. Fue –sintetiza Ricardo Mercado Luna– una Legislatura muy respetuosa y que no tuvo mayores problemas.


La casa de las leyes Integrada la Sala de Representantes, como se decía en aquel entonces, hubo que buscar un lugar físico para sesionar. El primer testimonio sobre esto es de enero 20 de 1854 y es una carta dirigida al Excelentísimo Presidente de la Honorable Sala de Representantes de la Provincia; que firma Ángel María de la Colina y en la que dice: “El infrascripto remite a V.H. el archivo perteneciente a la Legislatura de la Provincia a continuación del oficio 19 del presente (enero) en prolijo inventario como se le ordena (es bueno saber que de este archivo que menciona De la Colina, nada ha quedado). “E igualmente remite la llabe de la casa que debe ocupar la Soberanía que es la de Don Francisco Albares contratada al precio de tres pesos mensuales debiendo dicho señor poner una dosena de sillas para el servicio, con una mesa perteneciente al Estado con una salibadera de cobre que no pertenece a dicha casa. Quedando el infracripto obligado según orden que tiene el Exmo. Sr. Gobernador de la Provincia a probeer de papel, tinta y oblea y plumas. “Dios guarde a V.H.” El testimonio es más que elocuente: doce sillas, una mesa, salivadera. Y la suma de tres pesos mensuales por el alquiler de la casa de don Francisco Álvarez que pasaría a la historia como el medico de la montonera. En sus amenas y vividas Crónicas Riojanas y catamarqueñas, Salvador de la Colina cuenta refiriéndose a la Legislatura (1860) que “el local de las sesiones era una casa de la plaza principal (25 de Mayo), que ocupa antes el banco nacional, y hoy pertenece a la sucesión de Lorenzo Torres”. Y dirá luego: “Recuerdo con bastante precisión el escenario y el drama. En una pequeña mesa, con carpeta hecha de algodón, a cuadros blancos y azules, estaba el presidente don Amaranto Ocampo, y rodeaban la pieza en sillas con asiento de suela negra clavada con tachuelas amarillas, los diputados: don Lorenzo Pizarro, don Ángel Mariano de la Colina, don Nicolás Carrizo, don Lorenzo Antonio Blanco, don Francisco Solano Granillo, mi padre (que era diputado y ciego) y otros que no tengo presente”. Tal era el edificio de la Honorable Legislatura en sus principios. Y que ahí debe haber permanecido casi 30 años. El 17 de agosto sanciona con fuerza de ley la autorización del Poder Ejecutivo “para contratar con el Ingeniero D. Arturo Castaño, la construcción de dos edificios en el municipio de la Ciudad; debiendo uno de dichos edificios ser para la H. Legislatura de la Provincia y el otro para las oficinas de la Municipalidad”. Y en su articulo segundo la Legislatura decía: “El primer edificio de que habla el articulo anterior será construido en la parte de terreno sobrante al fondo donde se construye actualmente la Escuela Normal “Telechea”. En la época de las dos legislaturas, 1985, funcionaban una en casa privada y la otra en el edificio de la Plaza 25 de Mayo. Que de estas cuestiones la Legislatura tomó debida nota lo vemos perfectamente establecido en el articulo 61 de la Constitución de 1909, en el que se dice: “Las sesiones se celebran en un local fijo y serán públicas, a menos que ella resolviese lo contrario”. No podía pues sesionarse en cualquier parte, sino en un local expresamente determinado para la Legislatura. El 1º de enero de 1907 la Legislatura expresa en una nota: “Al Poder Ejecutivo de la provincia. Tengo el agrado de comunicar a Usted que la H. Cámara en sesión de fecha 29 de diciembre próximo pasado, ha resuelto adoptar, desde el miércoles 2 del


corriente para su recinto, el salón penúltimo de la izquierda del 2º departamento del cabildo que ocupa actualmente la Casa de Gobierno”. Luego la Legislatura pasó a establecerse donde actualmente funciona.

Entre la libertad y el golpe de Estado (1963-1966) En la presidencia del doctor Illia acompañó su gestión en La Rioja, De Caminos. Un período gubernativo con administración saneada, con coparticipación federal y con un presupuesto modesto pero adecuado. En la Legislatura actuaban la U.C.R. del Pueblo, la U.C.R. Intransigente, Unión Popular y conservadores. La única legisladora de ese periodo, Ascensión Lidia Juri de De los Reyes, por el radicalismo del pueblo, recuerda esa Cámara. “Eran sesiones muy interesantes y se dialogaba mucho e incluso cuando los peronistas presentaban propuestas se las apoyaba. “Hubo muchas leyes de tipo social. Yo hice una ley por la que todo empleado que trabajara en Rentas tenía que ser perito mercantil, dándole una salida laboral porque en ese entonces no había acá la carrera de contador”. La ex legisladora explica que en esa forma buscaba “jerarquizar la administración pública”. Y como el ejemplo venía de arriba, continúa: “En la Cámara de Diputados se tenia mucho celo para que se practicara la austeridad pública. Así ningún diputado podía llevar su auto a los garages oficiales. Tan es así que por haber entrado una sola vez (su auto a este garage), un diputado peronista y otro radical, se produjo una interpelación al Ministro de Gobierno”. Recuerda la legisladora del radicalismo del pueblo de aquel tiempo que “se creó la DINEA (de educación al adulto) y eso estaba controlado por la Cámara. Fue un tiempo en que se respetó muy estrictamente el Estatuto del Docente. Participé en varias leyes de educación, entre ellas una que ayudó a equipar la escuela de artesanía. Hubo también una interpelación al ministro de Hacienda Lescano y éste contestó sobre la obra pública que estaba atrasada, en forma muy escueta y con pocas palabras, lo que motivó que al otro día el gobernador le pidiera su renuncia. Se presentaron y aprobaron en la Cámara muchas leyes de creación de salas de primeros auxilios con sus médicos asignados, y también muchas escuelas. Recuerdo una inauguración en Alpasinche. Las escuelas eran pequeñas”. La ex legisladora cuenta una anécdota de los últimos tiempos de esta Legislatura a la que da carácter de ejemplarizadora: “cuando iba a caer Illia se debatía fervorosamente la elección de senador nacional que reemplazaría a César Abdala que había terminado su mandato. Desde Buenos Aires querían que se lo reeligiera, pero respetando el federalismo la bancada radical no aceptó órdenes de ninguna especie ni de ningún funcionario nacional y se estaba por elegir a otro candidato cuando cayó el gobierno. Desde la Cámara se defendió el federalismo. Vino el ministro del Interior a querer influir en el ánimo de los legisladores a una reelección que nos parecía mala para la provincia. Yo fui testigo de esa entrevista y del rechazo”. Y la ex legisladora hace un resumen de esa Legislatura: “Yo vi en mi paso por la Legislatura hombres que se preocuparon, oradores brillantes que se preocuparon por la cosa pública a la par que preparaban brillantes discursos como Raúl Galván, “Quelo” Vera, Libardo Sánchez, Mussi y Almonacid de la U.C.R.I. Fue una muy buena, una hermosa Legislatura, representativa y que trabajó en bien de la provincia y la democracia”.


Interregno justicialista, primer gobierno del Doctor Menem (1973-1976) En entrevista que concediera el extinto profesor Cavero, en ese momento vice gobernador y que fuera diputado justicialista en el periodo 1973-1976, se abordó el tema de los aspectos generales que tuvo esa Legislatura, su labor y los ítem principales que podrían caracterizarla en una valoración histórica. “Fue –decía Cavero– una Legislatura muy activa. Constaba de seis radicales, un conservador y diecinueve peronistas, pues había entrado a jugar el sistema de elección D´ Hont (proporcional). Hubo sesiones muy bravas. Por ejemplo cuando se trató el tema de CODETRAL (la denominación finca Azzalini). Esa fue la más agitada, con muchos gritos, intervención de la barra y demás. Otra que recuerdo agitada fue una sesión en la que se interpeló al ministro de Obras Públicas, Ing. Vergara sobre un conjunto de obras de su área”. Leyes sociales En respuesta al interrogante planteado de las leyes sociales que fueron aprobadas en estos periodos legislativos, Cavero manifestaba: “Quizá la más importante y revolucionaria fue la creación del S.N.I.S. (Sistema Nacional Integrado de Salud). Fue muy polémica pero se pudo llevar a cabo e implementar. Se le dio también mucha manija a leyes sociales de distintos tipo”. Plan de obras públicas “Nosotros los peronistas –agregaba Cavero– teníamos un plan de obras publicas que fue aprobado como plan trienal. Nos obsesionaba hacer mucha obra pública. Teníamos un Comando Tecnológico que coordinó toda la labor del gobierno, legisladores y municipios para que no hubiera superposición de iniciativas”. Y Cavero ponía el acento sobre una cuestión: “Así se mediatizó un poco la labor de los diputados porque no podían presentar proyectos nuevos y además si estaban en el plan era una redundancia. Eso no obstante había proyectos originales”. Y recordaba: “Por ejemplo, un proyecto originado en el Poder Ejecutivo sobre la obligatoriedad de que las etiquetas de los cigarrillos debían llevar leyendas o logotipos advirtiendo los peligros del tabaquismo”. Planes de colonización “En esa labor legislativa –afirmaba Cavero– estaba la bodega tipificadota de Chilecito, la de frutas y hortalizas de Chilecito, la planta fruti hortícola de San Blas de los Sauces y de La Rioja”. Durante el gobierno de Menem se logró la equiparación de los títulos de nuestra universidad a nivel nacional y la creación de las sedes universitarias de Chilecito y Chamical. Primera ley de radicación industrial Cavero ponía de relieve uno de los aspectos salientes de esta administración: “La primera ley de promoción industrial fue la de la época de Menem, aprobada en el marco del Acta de Reparación Histórica. Se le dio también mucha jerarquía al I.P.O.S. y se alentó la educación popular. Se creó el Instituto Secundario de Vinchina. Cuando nos sacaron estaba en marcha el dique de Chañarmuyo, la colonia de Vichigasta, El Portezuelo y calculo que habría unas 400 obras en marcha. Y así quedaron obras paralizadas que estando licitadas no se terminaron. Y se terminó el camino de Famatina, Pituil, San Ramón a Portezuelo y otros”. Tal síntesis de la labor cumplida por la Legislatura riojana en el periodo 1973-1976.


La democracia reconquistada (1983-1984) El doctor Miguel Morales, quien fuera diputado justicialista por Chilecito, hace una síntesis de la labor cumplida por la Legislatura riojana a partir del 24 de noviembre del ´83 y hasta mayo de 1985. Apunta como una muestra de lo que pasó, el estado de desmantelamiento en el que se encontraba la Legislatura. Carencia casi total de mobiliario, bibliografía y de la infraestructura para el desarrollo de la actividad legislativa. Hasta mayo del ´85 muchos de los inconvenientes apuntados –señala Morales– perduraban. “Hay un detalle que me quedó grabado –dice Morales– y es una placa que existía en el frente del edificio, que decía el nombre de una repartición y luego entre paréntesis, ex legislatura. Luego del golpe de Estado del 24 de marzo del ´76 y de las elecciones generales de octubre del ´83 la Cámara de Diputados de la Provincia se reúne por primera vez en Sesión Extraordinaria constitutiva el 24 de noviembre de 1983. En dicha sesión y conforme a las disposiciones constitucionales se procedió a la elección de un presidente provisorio y a la elección de los integrantes de la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamentos con el objeto de tratar la aprobación del acto eleccionario y los títulos de los diputados. Posteriormente, se llevó a cabo la elección de las autoridades de la Cámara recayendo el cargo de vicepresidente primero en el diputado justicialista Ramón Reyes Quinteros y la vicepresidencia segunda en el diputado radical Juan Carlos Vega, por renuncia expresa del diputado Jorge Raúl Yalis, quien había sido nominado para este cargo por sus pares justicialistas. “El principio de la actividad legislativa –recuerda Morales– demostró una serie de falencias motivadas por las razones apuntadas precedentemente y en parte por la falta de experiencia en la función de la mayoría de los legisladores. No obstante ello se fueron superando estas cuestiones y a medida que fue dándose a la Legislatura de algunos elementos imprescindibles se logró poner en marcha este Poder”. haciendo una síntesis de la labor cumplida por la Legislatura (1983-1985) se destaca nítidamente el afán puesto en el aspecto educativo. En tal sentido se han creado por iniciativas de los legisladores justicialistas establecimientos de nivel secundario en Vichigasta, Nonogasta, Ulapes, Sanagasta, Villa Castelli, Campanas, Pagancillo y Guandacol. Por medio de minutas los legisladores mostraron su inquietud respecto a la apertura de nuevas escuelas. Y se dictó una ley de obligatoriedad de la educación secundaria en la provincia. Otro de los temas sobresalientes –apunta Morales– en este accionar legislativo fue el de la justicia. En tal sentido se han creado juzgados de Paz Letrado en la localidad de Chepes, Juzgados de Instrucción también en Chepes y en la ciudad de La Rioja. Se creo también la IV Circunscripción Judicial que tiene su asiento en la ciudad de Aimogasta y también se aprueban dos leyes de creación de Archivos de Tribunales y en cada una de las circunscripciones judiciales a los efectos de evitar la centralización en la Capital y la otra ley de creación de Delegaciones de Registro General de la Propiedad Inmueble en las ciudades de Chilecito y Chamical. También es digno de destacarse por la significación que revisten, diversas leyes que hacen a la sensibilidad social de los legisladores y a la solución de problemas sectoriales. Tales como la de creación de la Secretaría de Trabajo, Subsecretaria de la Juventud, Dirección del Niño, la Mujer y la Familia, de jubilaciones para el ama de casa y numerosas leyes de expropiación de terrenos en distintos puntos de la provincia para futuras instalaciones de establecimientos educacionales, sanitarios, clubes y similares. En una palabra, ambas bancadas (veintiuna justicialistas y cuatro radicales) han trabajado en forma armónica y podemos decir que ha sido una legislatura activa.


Quedan aun algunos proyectos de trascendencia que requieren de mayores estudios por la complejidad y lo extenso de los mismos. Debo apuntar un tema importante en materia de salud. Una ley establece la obligatoriedad de la detención en los recién nacidos vivos del hipotiroidismo congénito y renilcetonuria en toda la provincia, su tratamiento, control y rehabilitación.

SINDICALISMO, MARGINACIÓN Y FEDERALISMO Estos breves apuntes sobre el sindicalismo en La Rioja a partir de la constitucionalización del país hasta nuestros días, no pretenden ni con mucho agotar un tema poco estudiado. Son simplemente, avances de algunas pocas conclusiones de un estudio más vasto y puntual sobre la Historia del sindicalismo en La Rioja, en proceso de elaboración. Y del por qué de esta relación con el federalismo es bueno que lo digamos de entrada: existe una estrecha, muy estrecha relación entre economía, estructuras políticas, federalismo y luchas de liberación. Y podemos afirmar que la perspectiva federalista vista desde el sindicalismo, de las luchas obreras en el interior del país, del enfrentamiento al accionar de las empresas imperialistas se enriquece, se integra y complemente la otra lucha paralela de los Estados provinciales por asumir un rol protagónico en la historia de nuestro país y no uno de secundaria participación. En este aspecto no podemos negar la significación que tienen para nuestras breves consideraciones los trabajos de Bialet-Massé, Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas a comienzos del siglo –en especial sus consideraciones previas y lo que afirma sobre La Rioja–, y el informe del doctor Alfredo Palacios, fruto de sus indagaciones por el interior del país y de su realidad, dado a conocer en libro pero mas que nada en escritos circunstanciales, en notas periodísticas y alegatos en el Senado de la Nación en 1940. Decía Bialet-Massé: “Cuando después de vivir quince años la vida de la enseñanza nacional, desde Buenos Aires a Mendoza, a Córdoba y La Rioja, emprendí la fabricación de productos hidráulicos en Santa María (Córdoba) noté desde luego la excelencia del criollo como artesano y como peón. Casi sin aprendizaje, con meras explicaciones, tuve los operarios que necesitaba, y si su trabajo era, en cierto modo, tosco e imperfecto al principio pronto se afinaba y vi que había en él una inteligencia embotada por una vida rustica y miserable, fácil de despertar, que tenia ideas propias y una adaptabilidad de simio”. Y dirá luego: “Uno de los errores más trascendentales en que han incurrido los hombres de gobierno de la Republica Argentina, ha sido preocuparse exclusivamente de atraer el capital extranjero, rodearlo de toda especie de franquicias, privilegios y garantías y de traer inmigración ultramarina, sin fijarse sino en el numero y no en su calidad, su raza, su aptitud y adaptación, menospreciando el capital criollo y descuidando al trabajador nativo, que es insuperable en el medio”. Y entre los tantos conceptos rescatables de Bialet-Massé citamos: “El capitalista extranjero no ha mirado al pais sino como campo de explotacion pasajera y usuaria, ha entregado las gestiones a personas que no miran sino el alto dividendo, como medio de asegurar sus puestos, sin reparar en los procedimientos, etc, etc.”

La Rioja, cuna del sindicalismo argentino Sebastian Marotta en El movimiento sindical argentino –Su génesis y desarrollo 1857/1907, escribe: “El 25 de mayo de 1857 se constituye la primera entidad obrera: la


Sociedad Tipográfica Bonaerense que viene a: propender al adelanto del arte tipográfico, prestar socorro a los miembros que se enfermasen o imposibilitasen para el trabajo, proteger a los que necesiten auxilio justo, conseguir que los operarios sean siempre bien remunerados en proporción de sus aptitudes y conocimientos de modo que les garantice sus existencias”. Pero el primer gremio o entidad obrera organizada no es la Sociedad Tipográfica Bonaerense constituida en mayo de 1857 sino el gremio de mineros de Famatina que en abril de 1855 es convocado a elegir un diputado de minas. Es decir, que para esa época el gremio de mineros de Famatina ya existía con todas las de la ley, dos años antes de la fecha que da Marotta. ¿Por qué este gremio de mineros de Famatina y en este año? La respuesta la da concretamente un censo general levantado el 28 de febrero de 1855 en el que se establecían, entre otros datos, las distintas profesiones que había en toda la provincia, siendo los mineros los más numerosos que trabajaban en La Rioja. En el Departamento Famatina había 228 mineros, azogueros y demás sobre un total de 271 censados en toda la provincia. Además, estos mineros eran nativos o criollos en su mayoría pues en Famatina había solamente 13 extranjeros. Que eran mineros de pala y pico (como los pirquineros de hoy) y no pequeños empresarios o algo así, lo señala otro dato estadístico: había en todo el Departamento Famatina (y en toda la provincia) 13 máquinas de metales.

Los trabadores riojanos luego de las guerras civiles Un repositorio de suma importancia para el conocimiento profundo y numérico de la masa trabajadora riojana hacia tiempos de Avellaneda, lo forman las actas electorales de la época y hasta bien entrado el siglo actual, hasta la aplicación de la Ley Sáenz Peña, que guardan anexo a ellos los Registros Cívicos. Estos primeros Registros Cívicos nos conmueven por algo muy significativo, como testimonio de lo cruel que fue todo ese periodo de las guerras civiles en las que el interior en general y La Rioja en particular, soportaron los embates del proyecto antifederalista del mitrismo que tuvo como acto final la derrota del Pozo de Vargas. Cuando se anota luego de los datos personales apuntados –en donde se demuestra que la totalidad de los empadronados eran criollos con personajes que iban no mucho más allá de un 20 por ciento que sabia leer y escribir–, en el casillero correspondiente al de las señas particulares suele leerse: “marca en la frente”, “cuchillada en la cara”, “tuerto”, y así hasta el cansancio. Ya no son los partes finales de la derrota ni los bandos de Varela, ni las felicitaciones de Irrazabal o Vera o Arredondo o Sandez. No, es la cruel secuela que dejaron las guerras en los cuerpos y los espíritus del criollaje del interior del país y de La Rioja en particular. Y en ese pueblo tatuado sanguinariamente por el centralismo portuario y extranjerizante, está quizás reflejada la política que echó por tierra al federalismo. Ese pormenorizado padrón nos permite afirmar, además, que tras las guerras civiles, muchas actividades perdieron su importancia en La Rioja. La minería fue una de ellas. Hacia 1880 predominaban en La Rioja los jornaleros, los labradores, los criadores, los arrieros y en mucho más número los artesanos, mineros gañanes, habiendo muy escasos representantes de lo que años después serian más destacados: había muy pocos abogados, no había médicos, muy contados ingenieros, un topografo, y así en número irrelevante otras profesiones. Había como dato curioso un acróbata, pero cerca de dos docena de músicos.


La Rioja y el Martín Fierro El Reglamento de Policía de 1885 en La Rioja establecía un sistema que años antes denunciara José Hernández en su poema de reivindicación social como lo fue el Martín Fierro. Pues los males que denunciaba en la pampa húmeda, más acentuados por supuesto, eran los mismos que había en las zonas marginales o áridas. Así correspondía a la policía controlar a aquellos sin ocupación conocida, los vagos o malentretenidos, pero además se inmiscuía en cuestiones que no le competían. Así en los artículos 172 y siguientes se llegaba a decir: “El patrón es un magistrado doméstico revestido de autoridad policial para hacer guardar el orden en su casa haciendo que sus peones, sirvientes y oficiales de taller, cumplan puntualmente con su deber. Articulo 173: El jornalero, sirviente y oficial de taller, debe a su patrón fidelidad, obediencia y respeto, ejecutando con diligencia las labores y órdenes que le imponga conforme el contrato, no siendo contrario a la moral y a las leyes”. Era un régimen feudal aristocratizante y dependiente, negador de todo lo que ya había tomado auge y vigencia en otras partes del país y del mundo. Porque el progreso en La Rioja entraba siempre con atraso. Ya hacia fines del siglo no obstante la introducción desestabilizante y monopólica del capital extranjero en la zona de Chilecito y por obra y gracia de capitales criollos, entre los que es oportuno citar el aportado por Vicente Almandos Almonacid (padre) en una empresa de procesamiento de mineral en Nonogasta, podemos hablar de una significativa minería en crecimiento. Es decir, cuando pudo desarrollar (aisladamente, por cierto), sus propios y autónomos recursos escapando, diríamos, a la política impuesta desde el Puerto, la provincia logró desarrollar sus industrias mineras y artesanales y progresar. Y eso que podemos mencionar hacia fines del siglo pasado, lo podemos apuntar para los tiempos actuales. Y cuando eso no fue posible, a La Rioja no le quedó otra alternativa que la dependencia absoluta a las directrices impuestas desde el Puerto. Hacia fines de siglo vería construirse en sus llanos y valles precordilleranos distintos ramales del ferrocarril que no aportarían progreso sino que facilitaría a extremos inauditos la depredación de sus bosques, el transporte de sus riquezas mineras para que poco o casi nada quedara como balance positivo. Y así el proceso anunciado hacia fines del siglo pasado, se acentuaría en el actual para desgracia de sus hijos que en índices elevados emigrarían a la Patagonia, a la zona de Cuyo o a los cinturones industriales de Córdoba, Rosario y Buenos Aires, integrando el miserable mundo de las villas miserias. Hacia fines del siglo XIX y principios de éste, lentamente, casi con cuentagotas llega a La Rioja una inmigración que hace sentir su presencia, presencia resistida, en muchos casos, siendo trabajadores especializados o con oficios que en La Rioja no había. En 1902 figura una Sociedad de Socorros Mutuos a la que se eximia de impuestos.

La garra del imperialismo y la clase trabajadora en el Centenario Ni Joaquín V. González que tanto y tan bien supo observar muchas cuestiones no logró ver el daño irreparable que a La Rioja, a la gran minería y al país se le haría en los primeros años de este siglo. González patrocinó la monumental obra del cablecarril a la Mejicana. Incluso en esta empresa ciclópea estuvo entreverado como gestor de los capitalistas, Paul Groussac, que buscando engrosar los magros emolumentos que recibía del Estado se puso a gestionar prorrogas y leyes en nombre de los capitalistas que harían la obra hoy declarada monumento nacional, elocuente testigo de aquel fracaso y de la acción fraudulenta del imperialismo. Decíamos que algunas empresas medianas de capitales nacionales habían prosperado porque el imperialismo no las había tomado en cuenta. Incluso se detecta una empresa


que en Nonogasta, hacia 1890, procesó 55 mil kilos de plata pura. Hasta que, como nada podía quedar librado al azar, entra en escena The Famatina Development Company. Empresa inglesa que compra a los titulares de los dominios mineros sus derechos, pero compra de mala fe. Una vez dueña de esos títulos The Famatina los vende de inmediato a una empresa fantasma llamada La Forastera, que tenia su sede legal en una pequeña islita ubicada en pleno Canal de la Mancha, como luego el capital multinacional, lo tendría en Las Bahamas. Cuando los propietarios criollos pidieron la cancelación de la deuda The Famatina se lavó las manos y así a partir del momento mismo en que inicia la explotación en gran escala de La Mejicana comienzan los largos y trabajosos juicios por el pago de esos derechos mineros vendidos. Todo tramposo, todo inescrupuloso, todo en el mundo del negociado. Exactamente como casi 100 años antes cuando Rivadavia quiso meter manos en La Mejicana pero Facundo se lo impidió. Lo que pasó en la primera década de este siglo fue que los Facundos riojanos brillaban por su total ausencia y el atropello se pudo concretar. ¿Y qué pasaba con la clase obrera? ¿Qué era del federalismo y qué de la economía provincial? En tiempos del Centenario la cuestión laboral se caracterizaba, siempre considerando que su estructura económica era netamente rural, por la escasa inserción de nuevos inmigrantes. Por otra parte, la tierra de La Rioja continuó casi hasta ahora siendo predominantemente dividida en mercedes, vinculados, tierras indivisas y demás. Retengamos este dato: actualmente de sus 9 millones de hectáreas que constituyen la provincia, no alcanza al 30 por ciento la tierra procesada y con títulos perfectos. No olvidemos que al imperialismo le interesaba otra tierra, pero tampoco olvidemos que los negocios inmobiliarios afectarían aún más la pobreza de la provincia al impedir que la tierra pudiera ser comercializada en términos adecuados. En tiempos del Centenario podemos mencionar a algunos obreros inmigrantes que trabajaban en la construcción de la Catedral y en algunos edificios públicos y trabajos encarados por la Nación, tales como los del agua corriente. Otros obreros calificados, remachadores, caldereros y demás eran absorbidos en Chilecito por los trabajos que por ese entonces se realizaban en La Mejicana y en la actividad minera de la zona. Cuando La Mejicana se cerró porque el capitalismo internacional decidió dormir los yacimientos de esa zona y poner en funcionamiento los que poseía en Sudáfrica, la minería riojana se vino abajo. Un derrumbe que hoy a pesar de lo que se está haciendo, podemos afirmar, continúa. Porque se podrá decir: “Si, pero si los ingleses decidieron cerrar las minas los criollos podrían haber hecho algo para seguir los trabajos”. El Banco Nación que por muchos años se quedaría con la Mejicana nada hizo, y pasaron los años (casi 40 años) y entraría en acción Fabricaciones Militares que nada hizo y la provincia perdió hasta el mismo dominio de esos socavones hasta que hace un par de años el actual gobierno constitucional decidió poner manos en el asunto y denunciar esta situación. Recién, quizás, se vislumbra una posible solución definitiva, pero esta solución definitiva cuesta mucho dinero y los capitales son hoy deuda externa. El 5 de junio de 1913 y en una de las primeras leyes de apoyo a los trabajadores criollos de La Rioja se otorga una subvención de 500 pesos por una sola vez a la Sociedad Circulo de obreros de La Rioja. Con el tiempo, ésta y otras sociedades similares serán ayudadas con algunos pesos. Que La Rioja vivía estrechamente todos los avatares del movimiento universal lo demuestra el significativo hecho de que en 1919 se publicaban periódicos anarquistas y


socialistas. Además desde principios de siglo figuraban en las celebraciones obreras los 1º de mayo y eran noticias las huelgas, las luchas de los trabajadores. A pesar de algunos hechos puntuales de desarrollo en esta época y en tiempos más cercanos, el accionar del imperialismo, la actividad deletérea de las intervenciones federales que eran sistemáticamente verdaderos azotes a la economía y la sociedad toda de La Rioja, el abusivo centralismo porteño fue la causa de un atraso notable, irritante y lamentable.

El desamparo de la clase trabajadora y un federalismo inexistente Con el problema de las tierras indivisas, con problemas de infraestructura grave, aislada, sin minería, hacia 1920 y décadas siguientes, la clase trabajadora en La Rioja sufrirá el desamparo más total. Y lo será por causas directamente relacionadas con el centralismo porteño, con la desaparición de los fueros federales pues además de padecer las generales de la ley, La Rioja por estos años sufre una seguidilla de prolongadas intervenciones federales que alejan aún más de las funciones políticas a los riojanos interesados en el desarrollo y evolución de la provincia. El hombre que trabaja deja de trabajar, únicamente, cuando no puede trabajar más. Y así abundan en la Legislatura los pedidos de subsidios, de pensiones, de angustiosas solicitudes de auxilio de viudas o hijas desamparadas. Es quizás la labor más prolífica de los legisladores, dar estas magras jubilaciones o ayudas a servidores del Estado o trabajadores autónomos con 40 o más años de labor, que ciegos, impedidos o muy ancianos claman porque el Gobierno los ayude a mal sobrevivir. De esta atroz situación no escapan los docentes riojanos que llegarán a no cobrar sus sueldos de dos o más años. Será recién en 1929 cuando este proceso de decadencia comienza a revertirse. Con un gobierno presidido por un humanista y un yrigoyenista autentico, La Rioja dará un paso importante en la búsqueda de reivindicar al trabajador. En 1929 y bajo el gobierno del doctor Agüero Vera que durará no más de año y medio y caerá en la revolución del ´30 se sancionará la ley 499 de creación de la Caja de Ahorros, Pensiones, Jubilaciones y Asistencia Social que disponía: “Fomentar el ahorro y demás formas de previsión de carácter económico social, redimir y transformar la deuda publica consolidada y flotante de la provincia en una sola, contribuir al fomento de la educación común a la asistencia publica permanente, a la vialidad y mejoramiento edilicio en todas las ciudades y pueblos de la provincia; formar el fondo necesario destinado a atender las pensiones y jubilaciones actuales y las que en lo sucesivo se acuerden en virtud de la respectiva ley: concurrir igualmente a la formación del fondo de asistencia social; acordar anticipos de sueldos al personal de la Administración y prestamos para la adquisición del Hogar Propio”. La verdad que esta iniciativa de un gobierno popular tardaría muchos años en llevarse a cabo y la miseria y el subdesarrollo, la desnutrición, el Mal de Chagas, el alcoholismo, la tuberculosis siguieron haciendo estragos hasta nuestros días. Pues el centralismo depredador, sistemáticamente olvidado de lo que el pueblo ansiaba, entregado a los intereses monopólicos dio como consecuencia una clase trabajadora, especialmente en La Rioja periférica y provincias de la región árida, miserable, paupérrima, sin esperanzas, sin tierras, sin agua, sin nada de nada. Pues quien pagó los platos rotos de este olvidado federalismo, de lo que podríamos llamar en el tiempo la herencia de Pozo de Vargas no fue por cierto la clase ilustrada, los dueños de vinculados o los altos burócratas, sino que fue el pueblo trabajador, el obrero, el


artesano, el pequeño ganadero, el criador, el arriero, el hombre de los llanos y de la montaña, el riojano simple y sencillo.

LA OTRA CARA DE CASEROS El silencio es casi total. Ni la Academia de Historia en sui volumen expresamente dedicado al tema, ni la historia de La Rioja de Bazán, ni Marcelino Reyes en su Bosquejo de la historia de La Rioja, ni el exhaustivo libro del general Sarobe sobre Urquiza mencionan, aunque sea fugazmente, esta cuestión que, vista desde una perspectiva integral, adquiere una cierta significación. En algunas ciudades si existen algunas calles con el nombre del jefe de la expedición Crisóstomo Álvarez. El hecho es que coincidiendo con la acción del Ejercito Grande hacia Buenos Aires los emigrados argentinos en Chile, organizados militarmente, entran a territorio argentino por el Paso de San Francisco en numero aproximado a los 500 hombres, pero a ellos y a sus jefes no los alcanzó ni el éxito ni la gloria, sino la derrota y la muerte, cuando ya Caseros había entrado a formar parte de los hechos históricos trascendentales de nuestra historia nacional.

“De la incursión del salvaje unitario Crisóstomo Álvarez” El 3 de febrero de 1852 el gobernador catamarqueño Manuel Navarro solicita al juez Sinforiano Lazcano que haga comparecer a Ricardo Montenegro que acaba de regresar de Copiapó y debe conocer la incursión del “salvaje unitario Crisóstomo Álvarez y demás salvajes que de allí se dicen vienen o hayan venido a perturbar la paz de estas provincias”. Presuroso el juez mandó comparecer ese mismo día a Montenegro y tras la práctica de rigor, Montenegro respondió: “Preguntado qué día salio de la Republica de Chile, de qué punto de ella y cuánto tiempo estuvo allí. Dice que salió el 15 del pasado enero del Mineral de Chañarcillo en Copiapó donde estuvo como mes y medio… “Preguntado ¿qué es lo que sabe y ha oído decir de la fuerza invasora de Álvarez, cuando salio este de Copiapó, con qué número de gente, con qué recursos y elementos, de dónde los obtuvo, quienes son los demás cabecillas que figuran en este motín, y cuales los que han quedado por salir y han ido saliendo posteriormente a la salida de Álvarez, diga y expréselo todo circunstancialmente? “Dijo: Que era muy público y de voz general lo siguiente: que la fuerza de Álvarez fue levantada y formada en Copiapó con auxilio y consentimiento del gobernador de aquella provincia, que el mismo día que Álvarez salió para tierra amarilla camino de esta banda, salió también el gobernador para el pueblo o ciudad de Copiapó, habiendo antes estado juntos los dos en el río, que el pretexto con que se comenzó a armar esta gente fue defenderse de los ataques de los partidarios del General Cruz; pero que cuando se le ha visto marchar para este lado, sin que el expresado gobernador se lo estorbase, ya no se dudó de que había acuerdo e inteligencia entre ambos acerca del verdadero objeto de la fuerza, que ésta constaba como de 300 hombres que son los que se dice han pasado para esta república al mando del referido Álvarez; que a más de ésta se aseguraba también que debían ser como 400 que sólo esperaban el pago de su enganche para salir; que estos se venían al mando de Videla, Carranza, Neyra y Varela, que éste último aún estaba entonces en el Huaco de donde se le esperaba como los otros tres; que no se sabe de otros cabecillas más que de los


nombrados, y también ignora cuál sea el punto donde se dirijan, si a incorporarse con Álvarez o a tomar por otra vía”. Y Montenegro finaliza su prolija declaración, expresando al juez: “Que esto es todo lo que sabe por haberlo oído así generalmente pero que el declarante no ha visto ni hablado con ninguno de los de tal gente, muchos menos con los cabecillas”.

“No dejar a los salvajes unitarios pisar con su inmunda planta el territorio de esta provincia” La perdiz está levantada. Así, al día siguiente el gobernador catamarqueño Navarro envía comunicaciones a distintas autoridades. En la que le envía al gobernador de La Rioja, Manuel Vicente Bustos le dice: “¡Viva la Confederación Argentina! ¡Muera el loco traidor salvaje unitario Urquiza! “Catamarca, febrero 4 de 1852.1 Constituido el infrascripto en el estricto debe de conservar a toda costa la tranquilidad de su provincia, la seguridad individual de sus conciudadanos, y en la parte que le sea posible los sacrosantos derechos de la Nación, está dispuesto a tocar todos los recursos con que cuenta, y sacrificar su existencia misma para no dejar a los salvajes unitarios pisar con su inmunda planta el territorio de esta provincia y predar los intereses de los fieles catamarqueños, que en nada han ofendido a sus injustos agresores. Partiendo de estos principios, el que firma ha levantado en armas la provincia de su mando, y se ha puesto en expectación vigilando sobre todos los puntos para no dejar impunes a los que intentaren saquearla y robarla. A este mismo fin, no pierde momentos en indagar las marchas, y el rumbo que pueden tomar los bandidos, que partiendo de la República de Chile, pretenden poblar estas provincias de lágrimas y de sangre. Las dos adjuntas copias darán a V.E. alguna luz de la actitud amenazadora que han tomado, y de que es muy probable que tomando el rumbo de Vinchina sea esa provincia la primera que experimenta los funestos efectos de sus pérfidas intenciones. “Para este caso, está dispuesto el infrascripto a concurrir con las fuerzas a su mando al punto que V.E. le señale, lo mismo que espera que si tomaren el rumbo con dirección a ésta, V.E. se dignará protegernos con sus fuerzas para asegurar el escarmiento con que deben ser aleccionados hasta su exterminio. “Espera de igual modo este gobierno que V.E. tendrá a bien comunicarle oportunamente todas las noticias que ha adquirido, o adquieren a este respecto de los que vinieran a esa provincia procedentes de la República de Chile a sus negocios comerciales, o con cualquier otro objeto”. La anunciada invasión preocupaba en extremo a los gobiernos rosistas de La Rioja y Catamarca. Así, además de los consabidos slogans sobre los unitarios, frases que muy pocos días después sean exactamente las contrarias, observamos en los documentos transcriptos algunos nombres que luego seguirán sonando en la historia argentina. El más notable, el de Felipe Varela, dedicado hasta ese entonces, más que nada, a labores de pastoreo, a llevar arrias a Copiapó y a hacer funcionar su molino de Guandacol, y que no obstante eso, ya tenia buenos antecedentes guerreros. Otro aspecto a resaltar es el deseo de coordinación de fuerzas entre ambos gobiernos, teniendo en cuenta la importancia de la fuerza invasora, los nombres de sus capitanes y la seriedad de los informantes. El 6 de febrero en otra misiva urgente a Bustos, Navarro le informa desde Catamarca: “En estos momentos acaba de tener aviso el infrascripto por el jefe departamental del Fuerte (de Andalgalá) que el salvaje unitario traidor, Crisóstomo Álvarez con su horda


de vandalaje, en número más de 400, ha invadido Santa María, departamento de esta provincia, después de haber manifestado su insuficiencia ante las fuerzas capitaneadas por el excelentísimo de Salta, retrogradando desde los Molinos para traer a pueblos que juzga más débiles, la desolación y el pillaje. Este gobierno ha dispuesto una fuerte división compuesta de las dos armas, que marchará hoy para trabajar de acuerdo con el general Balboa, a quien también se ordena comunique a V.E. repetidos avisos por aquella vía a fin de que arregle a V.E. sus marchas, y en combinaciones bien calculadas e indefectibles se logre el escarmiento de aquellos empecinados y delirantes enemigos de la quietud y orden general. “Se servirá V.E. instruirse de la adjunta nota para el excelentísimo de San Juan y darle una rápida dirección para obtener resultados oportunos, como interesantes al bienestar común de estas provincias”. Finalmente, Navarro comentará la comunicación del gobernador salteño que: “Asegura el infrascripto que con una respetable fuerza persigue y perseguirá a esa horda de salvajes unitarios hasta concluirlos y exterminarlos en cualquier parte de la República, de modo que arreglada por esta parte del Sud otra fuerte expedición, es más que evidente el castigo que vienen buscando de la justicia de los pueblos esos ilusos traidores salvajes unitarios”. Estas notas, redactadas con la premura que los acontecimientos marcaban, muestran que poco antes del dramático desenlace, del que faltaban aun muy pocos días, las provincias del Noroeste, San Juan, La Rioja, Catamarca, Salta y Tucumán se habían combinado militarmente para destruir la columna invasora a la brevedad. Pudiendo ponerse de relieve por la rapidez de que hacía gala el invasor si tomamos razón de las distancias que se anotan en los informes pertinentes. En realidad, Navarro, por cuya provincia habían entrado los invasores, no sabia bien donde se encontraban, por lo que a todos los gobernadores próximos comprometía en la lucha contra el salvaje unitario.

El completo anonadamiento de los salvajes unitarios federales Fechada el 17 de febrero, dos semanas exactas luego de ocurrido Caseros, Celedonio Gutiérrez a los gobiernos provinciales desde su cuartel general en El Manantial, el aniquilamiento de la columna de Crisóstomo Álvarez. Decía Gutiérrez en su comunicación al gobernador riojano: “El infrascripto tiene el honor de dirigirse a V.E. para poner en su conocimiento que la vanguardia del Ejército de esta provincia ha obtenido un completo triunfo sobre la horda de salvajes unitarios que acaudillados por el cabecilla Crisóstomo Álvarez invadió este país armados en la Republica de Chile para venir a subestir (sic) el orden de toda la Confederación. “En la madrugada del día 15, estando la vanguardia al mando del valiente coronel don Manuel Espinosa, situada sobre El Manantial en Paso del Rincón, se avistaron los enemigos entre dos luces creyendo sorprender aquella fuerza, más al aproximarse fueron rechazados por un fuego vivísimo de fusilería, que desconcertó el plan de ataque de los salvajes unitarios. No por el vigor con que nuestra infantería contestó a la primera carga desmayaron los enemigos, pues rehaciéndose, intentaron repetidas veces disputar el campo a nuestra caballería, pero al final cediendo al impulso combinado de las dos armas, se declararon en derrota y en una completa dispersión. “El triunfo ha sido tan satisfactorio, que muy pocos hombres de aquella horda de forajidos han escapado a la persecución de nuestra caballeria, habiendo dejado en el campo 30 muertos, considerable numero de heridos, 81 soldados y 16 titulados


oficiales prisioneros, incluso el cabecilla Crisóstomo Álvarez que fue alcanzado a una larga distancia del campo de batalla. Un gran número de armas del enemigo han quedado igualmente en nuestro poder. De nuestra parte lamentamos la perdida de tres soldados muertos y tres heridos. “El infrascripto se complace en transmitir a V.E. este feliz acontecimiento por cuanto la tranquilidad de las provincias interiores queda restablecida con el completo anonadamiento de los salvajes unitarios invasores que han venido desde la República de Chile, a traer un a guerra de vandalaje y asolación causando gravísimos males y de tal importancia que sólo podrán medirlos en su inmensidad las provincias que han levantado sus armas para defenderse de aquella gavilla de forajidos sin principios y sin visión política, que no deben ni pueden ser tratados sino como a verdaderos salteadores. “No quedaría satisfecha la justicia nacional si sólo hubiera limitado el infrascripto a dispensar y desarmar a aquellos bandidos, persuadido de que sus deberes lo obligaban a un ejemplar castigo sobre los principales delincuentes en reparación de los males que han causado, y de la sangre que han hecho derramar, ha mandado pasar por las armas en este mismo campamento al cabecilla Crisóstomo Álvarez y sus cómplices principales, Manuel Guerra y Mariano Villagra, celebres ya en estos pueblos por haber venido en todas las invasiones que han alterado la paz pública”. La última parte de la comunicación de Celedonio Gutiérrez la dedica a lanzar las eternas loas a favor de la causa nacional que ya por entonces hacía dos semanas había caído por tierra.

El triunfo de los obsecuentes Seguramente a las pocas horas de haber sido ejecutados los cabecillas de esta invasión, llegarían las noticias de Buenos Aires comunicando el triunfo de Caseros. Lo cierto es que por esas mismas fechas, todas las legislaturas de la región –La Rioja, Catamarca, Salta, Tucumán, Jujuy– cambian abruptamente su cantilena de obsecuentes loas a don Juan Manuel, para hacer lo mismo por la benemérita y nunca bien ponderada figura de don Justo José. De Crisóstomo Álvarez y sus sacrificados compañeros muy poco se recuerda. Algunos de los que escaparon al desastre serian años después principales protagonistas del ideario federal en armas, como Felipe Varela. Es interesante destacar este hecho poco dicho y reconocido: la existencia de una misma línea de conducta hacia Rosas de Facundo Quiroga y sus dos principales seguidores de su ideario: el Chacho y Felipe Varela. Aquel se opuso a Rosas exigiendo la constitucionalización del país. Pero lo hizo enfrentándose personalmente al gobernador porteño. Si no hubiera habido Barranca Yaco quizás las causas no se hubieran mantenido en ese sentido: pero el Chacho y Varela siguieron luchando con las armas en la mano contra Rosas. Manuel Gálvez en su novela El general Quiroga define lo que sentía un federal porteño en tiempos de Rosas: “Como todos los cívicos, el mayor sentíase porteño hasta el tuétano. Ignoraba lo que fuese el federalismo; pero odiaba con toda el alma a los unitarios, por su espíritu extranjerizo, y por ser a su juicio, enemigos de la Patria. “Para él la Patria era Buenos Aires y su provincia. A los provincianos considerabalos como extranjeros o casi como extranjeros. En todo caso serian argentinos, pero él era porteño. Desconfiaba a los extranjeros, que pretendían quitar a los porteños la libertad, y de los provincianos que aspiraban a quitarles el puerto, la aduana y aun la capital”.


Ha sido sin duda, un novelista quien mejor ha definido esta cuestión de la dualidad del federalismo, existente en estas posturas que Quiroga, el Chacho y Varela muestran a través de una línea de conducta definida y total. La otra cara de Caseros fue dramática, sangrienta, inútil, llena de actos lamentables, continuando en escena los mismos que asesinaron a Crisóstomo Álvarez y a sus amigos, pero esta vez con la mascara urquicista y constitucional.

HACIA POZO DE VARGAS Antecedentes y objetivos de una revolución frustrada Valorando históricamente lo que significó Pozo de Vargas, comprendemos que en esa derrota quedó resumida toda una ideología, un ideario nacional y una esperanza que durante años dominó los espíritus y que compendiaba, en general, las aspiraciones de una fracción del país que pensaba en su evolución equilibrada, en el desarrollo fraterno y unísono y en el respeto a ultranza de las características propias de cada provincia o región. La lucha, así planteada, había nacido en los comienzos mismos de la colonia, pues testimonios de esta búsqueda de identidad y de poder gozar de autonomías que respetaba la misma corona española, hay cientos, miles. Veamos sino aquella famosa revolución de los comuneros paraguayos, esbozada apenas la colonia o, sino tengamos en cuenta el crecimiento de los pueblos guaraníticos cuidando celosamente el no entrometimiento de extraños en los quehaceres domésticos y también la lucha de los cabildos del interior que dejados a sus propias fuerzas, alejados entre si por distancias fantásticas y casi absurdas, desarrollaron a través del tiempo y el sufrimiento un alma, un espíritu común que con los años fue el sustento y la base misma de todas las luchas que inmediatamente de producida la derrota del español, asolaría la nación en crueles y prolongadas luchas fraticidas.

Interregno rosista Rosas, impone sí un gobierno fuerte; impone sí una suerte de conciencia nacional e impide la penetración sin barreras del comercio y de la industria extranjera. Durante sus años de pax romana, paz basada en el terror y en la aceptación ciega a sus dictados, la economía del país, estancada e incluso arrasada por años de indiscriminado accionar, aumenta su vigor y crece. El país ve incluso derrotadas militarmente a las fuerzas invasoras conjuntas y una plena toma de conciencia de que éramos una Nación y un pueblo, hizo carne en el país. Quizás don Juan Manuel no adecuó su pensamiento al paso del tiempo y éste lo dejó de lado. Quien lo sustituyó tenía conciencia de lo que el país necesitaba. Fue por ello que levanta enhiesta y vigorosa la idea del federalismo e incluso prosigue usando la divisa punzó. Pero a ese federalismo de hecho y que se basaba en mucho en la existencia de un poder unipersonal fuerte y sin trabas, Urquiza agregaría el federalismo de derecho, con un compromiso formal y taxativo, con una Constitución que encuadraría a los hombres a los intereses regionales y particulares y los llevaría a aceptar que de ahora en más sería ese marco de la ley y no otro que obligaría al país, sus hombres e instituciones.

El sueño burlado y frustrado


Las cosas no se plantearon en definitiva tan sencillamente. Si Urquiza, representando los intereses progresistas del interior (quizás nunca se haya escrito un trabajo mostrando las mil y una facetas de hombre de industria, de comercio, de futuro que fue Justo José de Urquiza, que representa todo un estilo de vida atento a las reales necesidades de un país pobre, pero potencialmente riquísimo), hubiera triunfado, quizás hubiera cambiado algo las cosas, pero quizás no. No hay por qué pensar que ciertos procesos que no se dieron hubieran llevado las cosas a otras metas. En el caso de este proceso inminente que se produce tan pronto, Pavón da el triunfo a Buenos Aires, quizá Pozo de Vargas hubiera ocurrido, pero en otro lugar o en otro tiempo, pero hubiera ocurrido inexorablemente. Lo que no quiere decir que Pozo de Vargas se transforme en algo anecdótico o aleatorio, ni mucho menos. Lo que sí se burló inmediatamente fue el respeto a las autonomías del interior. Pues a sangre y fuego, Mitre impuso en todo el país lo que él quería. O el puerto, mejor dicho. Lo tétrico y calamitoso de todo este proceso que finaliza, con fecha y lugar en la derrota de Felipe Varela, es que muchos federales murieron pensando que Urquiza se levantaría, que Urquiza sería nuevamente bandera de las aspiraciones del interior. Así murió el Chacho, así murieron todos aquellos que creyeron posible un triunfo lejano, sí, pero factible de tener algún día. Murieron quizás inútilmente porque ya todo estaba cocinado. Es como si la historia se hubiera estado burlando de esos hombres y esos pueblos, porque ella sí que conocía el libreto y en ese libreto se decía claramente que el ideario federal estaba muerto o lo mataría Buenos Aires.

Hacia Pozo de Vargas La revolución varelista se manifiesta en La Rioja con la aparición en Los Llanos y Guandacol de montoneras. La primera está dirigida por Ramón Flores y tiene contacto con la revolución cuyana. En cuanto al brote del Oeste, no cabe duda de que eran los inicios de un movimiento de envergadura que desde Chile preparaba el coronel Felipe Varela. La defensa de Los Llanos, confiada a Vera, tiene éxito. Pero Linares y Bringas en el Oeste no consiguen afirmarse, y una sublevación de sus fuerzas los obliga a retirarse hacia la capital. En la ciudad las cosas no andaban mejor. San Román llamó a colaborar a su pariente Escipión Dávila, pero éste al saber la venida de Irrazabal, se retira a su departamento previa liberación de los presos de la cárcel pública. San Román no se anima a castigar esta transgresion, Irrazabal llega desde San Luis siendo designado comandante de las fuerzas provinciales. Nada más impolítico. La resistencia al victimario del Chacho estalla el 2 de febrero. Los cuarteles se amotinan. No se advierten jefes de volumen pero sí se perciben trabajos desde la sombra. Al comenzar febrero y demostrándose que el episodio de La Rioja, estaba inscripto en los sucesos mayores de la revolución de Mendoza, San Luis, San Juan y Catamarca bien se puede afirmar que las provincias andinas seguían tras los pasos de Varela. El año 1867 iniciado con muy buenos auspicios para los revolucionarios, sufre un tajante y brutal giro cuando Arredondo en San Ignacio derrota al ejército de Juan Saa. Diez días después en Pozo de Vargas, Varela es derrotado. “La popularidad de esta vasta insurrección –comenta un autor– que inscribía entre sus banderas la paz con el Paraguay, era incuestionable y avasalladora, y sólo una extraordinaria impavidez podía dictar en el general Mitre la afirmación de que la guerra contaba ´con el apoyo de la opinión.


“Y no eran los jefes de la montonera esos irresponsables o facinerosos, como los califica el general Vélez, sino individuos harto representativos de las sociedades de Cuyo y del Oeste, tanto por su extracción social como por su historial político”.

La batalla, sus consecuencias, su valoración De acuerdo a la escueta información que Gregorio Mercado trae en su libro Oro de sangre en la vida montonera, “el ejército riojano comandado por el general Felipe Varela y coroneles Severo Chumbita, Sebastian Elizondo, Ambrosio Chumbita y el chileno Medina, es derrotado en la cruenta Batalla de Pozo de Vargas por los 6 escuadrones de tucumanos y 2 escuadrones de santiagueños, fuerza superior a los 3 mil hombres perfectamente armados. “El combate –dice Mercado– duró 2 horas y 15 minutos. “En la misma tarde el día 10 en el paraje La Mesilla distante 22kilometros de la capital riojana, fueron fusilados los comandantes Fermín Bazán, Vicente Barros y el mayor Barcala, teniente Balbino Arias y el vecino de Famatina de la Vega. “Felipe Urzaga y José Posse del ejército vencedor, tomaron una bandera varelista con la siguiente leyenda: ´Defendemos la ley federal jurada, son traidores los que la combaten. Mueran los negreros´”. En realidad los avatares y modo de desarrollo que tuvo esta batalla final contra los montoneros, que puso casi punto final a las aspiraciones de los federales, han sido perfectamente estudiados y es lo que más conocen los niños de las escuelas riojanas. Pareciera que en esta batalla crucial se hubiera detenido para muchos la historia de La Rioja, siendo una especie de paño de lágrimas que enjuga todas las frustraciones, las desilusiones y lo que en verdad no pudo ser. Por eso está bien el breve parte de batalla que da Mercado. Demuestra que el vencedor no tuvo empacho alguno, en matar lo que le vino en gana a mostrar de ahí en más en donde estaba el mazo y quien era el año y señor de vidas y haciendas en este país. Ya no fueron tiempos de andarse con caridades ni perdones, se mataba y a otra cosa. Eso ya lo venían haciendo desde hacía varios años antes de Pozo de Vargas, los coroneles mitristas que invadieron una y mil veces el interior llevando depredación y desolación. Por más que hubieran denuncias de todo tipo y por más también que algunos corazones caritativos y comprensivos hicieran todo lo posible por paliar los males de tanta arbitrariedad y abuso cierto del poder. Desde José Hernández, pasando por Saldías, Palacio, De la Vega Díaz, Ortega Peña y Duhalde, hasta José María Rosa, De Paoli, Mercado Luna y muchos mas, se ha escrito y hablado hasta el cansancio de lo que pasó en esa batalla.

Depredación y tierra arrasada En su primer escrito histórico, Félix Luna recoge testimonios de lo que fue la política de la tierra arrasada de los vencedores. Aunque esto de la tierra arrasada comenzó antes del Pozo de Vargas y siguió después con mayor virulencia. En 1867 La Rioja, que como ninguna otra debió soportar la acción depredadora de los liberales mitristas, vio llegar a su pequeña capital fuertes contingentes de tropas. Lo dice José María Rosa: “Taboada con el ejército del Noroeste reforzado con infantería y artillería veterana, entra en La Rioja en los primeros días de abril aprovechando la ausencia de Zalazar en Los Llanos. Su movimiento obliga a Varela –que se dirigía a


Catamarca– a volver al sur para librar la provincias de los nacionales”. La primera columna que llegó a La Rioja fue la tucumana del ministro Del Campo que ocupó la ciudad el 8 de marzo. Y enseguida ocurre Pozo de Vargas, la batalla más disputada de las guerras civiles. Tanto Dardo de la Vega Díaz como Félix Luna en dos publicaciones –En torno a la batalla de Pozo de Vargas y La Rioja después de la batalla de Vargas–, traen parecidos testimonios de las depredaciones y abusos de las fuerzas de Taboada. Y dice Luna al iniciar su referido trabajo: “En los primeros días de mayo de 1867, el Ejercito del Norte al mando del general D. Antonino Taboada, se retiraba de La Rioja con rumbo a Santiago, llevando los laureles conquistados un mes antes en Pozo de Vargas. Amén de los referidos laureles, las aguerridas tropas santiagueñas llevábanse también todo aquello que fue de fácil transporte hasta su provincia, como animales vacunos, caballares, mulares y yeguarizos; asnal, ovino, cabrio, porcino, trebejos y utensilios en general; como ollas de fierro, planchas, azadones, pavas, teteras, parrillas, frazadas, cobijas, lana de colchones y almohadas; y hasta hombres y mujeres que fueron conducidos con esposas y grillos”.

Las consecuencias políticas Si buscáramos encontrar una imagen de lo que fue Pozo de Vargas en la historia controvertida de estos años, nos imaginamos el furor ciego e histérico de todo aquel que no comprendiendo cabalmente lo que ocurre a una maquina, la patea, la destroza y pisotea. La maquina era el interior, el pisoteador todo lo que constituyó el mitrismo, como arrogante forma de encarar una problemática ya no con ojos nacionales sino directamente con ojos de extranjero. Cosas similares, se han ido dando a través de nuestra historia, mostrando hasta qué punto puede llegar el error y la equivocación en hombres que por su misma educación y estatus deberían ser resumen de comprensión y tolerancia. Pozo de Vargas dejó varias enseñanzas. Que la institucionalización devoraría lo que fuera, seria despiadada y no daría más cuartel. Y –algo realmente significativo– que La Rioja, como exponente postergado del interior, seria uno de los tantos instrumentos que manejaría Buenos Aires o los hombres de Buenos Aires para dirigir el país. Esta política de total sometimiento tendrá su máxima expresión años después cuando La Rioja, vencido su orgullo y quebrada definitivamente toda la política que la llevara en algunos tiempos a ser clave en la política nacional comenzará a buscar en el puerto, con pedidos de subsidios y mendicidad orquestada, todo aquello que le permitiera tirar y seguir arrastrando su postergación y atraso. En ese sentido las consecuencias y ulterioridades –como diría Yrigoyen– de Pozo de Vargas se prolongaron por más de una larga centuria.

LA NOVELA DE VARELA El 10 de abril de 1867 se produjo a las puertas de La Rioja la Batalla del Pozo de Vargas. Marca el punto critico y de inflexión de un proceso revolucionario de masas que encuentran en esta derrota el abandono transitorio de un ideal y de una bandera que nunca terminaron de arriarse. Pozo de Vargas fue un hito significativo de un autentico sentimiento popular como lo demuestra la génesis, su desarrollo y su trágico y dramático desenlace. Lo que fue en definitiva la novela de Felipe Varela.


A partir de la insurrección de Mendoza y San Juan, coincidiendo en esta revolución de los Colorados de fines de 1866 con el retorno de Varela al país desde Chile, un generalizado apoyo al accionar del federalismo del interior expresado en la adhesión masiva de hombres y mujeres impulsa a los jefes federales a coordinar un mínimo plan de acción. Saá y Videla marcharían desde Cuyo por Córdoba hacia el Litoral y Varela lo haría hacia el norte del país. La Rioja no era el objetivo de ninguno de los jefes pues Varela intuía que contaría con el apoyo irrestricto de los antiguos compañeros del Chacho y de los caudillos menores riojanos como Carlos Ángel, Guayama, Elizondo y otros. Al llegar a Chumbicha tras su paso por Famatina, Varela comprueba algo que lo hace dudar y detenerse en su marcha siguiendo el plan prefijado. No siente en los pueblos que va encontrando, el calor popular que hasta entonces ha motorizado y potenciado sus esfuerzos. Quizás la espontaneidad del mismo movimiento revolucionario, quizás la falta de apoyo de caudillos lugareños que incitaran a la movilización del pueblo, provocaron esta actitud de atonía en los mismos hacia los que Varela se dirigía en su marcha audaz y vertiginosa. Y esa frialdad lo hizo dudar. Varela se decidió, entonces, por marchar hacia La Rioja. Decisión desafortunada que no había sido contemplada en los planes previos y que sería definitoria de una acción cuya luz se apagaría durante un largo siglo.

La historia pasó una página dramática La Batalla de Pozo de Vargas ha sido motivo de varios y minuciosos estudios. Así, en un primer intento de síntesis, los historiadores Dardo de la Vega Díaz y Héctor Barrionuevo elaboraron el primer conjunto documental y síntesis de este hecho de armas. Lo hicieron en 1946 con una concepción en muchos aspectos liberal y no del todo justa con los federales. La síntesis la hicieron tomando como base documental los primeros escritos que se originan en Mendoza y San Juan a principios de Noviembre de 1866. Y luego, en meritoria labor, ambos historiadores riojanos nos señalan los sucesivos acontecimientos con una documentación preciosa que aun hoy nos impacta y motiva. De todos estos documentos, rescatamos por su simbología la carta que el día anterior a la batalla dirige Varela al jefe de las fuerzas nacionales estacionado en La Rioja, invitándolo a enfrentarse militarmente fuera de la ciudad para evitar males y desgracias a la población. Y dirá, como síntesis de su pensamiento: “El día de mañana a las tres de la tarde, paso con mi ejercito a ocupar esa plaza en defensa de la Constitución de mi Patria, la República Argentina pisoteada por el poder tiránico que la oprime”. La batalla de la que se recogen testimonios de varios de sus protagonistas, en éste y otros trabajos, constituyó el duro y sangriento enfrentamiento de una masa de combatientes aproximada a los siete mil. Las cifras no son del todo coincidentes. Lo que sí se desprende de los distintos trabajos consultados es que Varela tenía mayor cantidad de caballería y que fue la infantería la que dio el triunfo a Taboada. Pasó el tiempo y la historiografía avanzó sobre este tema. Así, otros historiadores, como Manuel Gregorio Mercado, aportarían lo suyo junto con don Pedro de Paoli en esta concepción actual del pueblo en armas contra un proyecto de país que no quería aceptar. Raúl Armando Bazán, Gerardo Pérez Fuentes, Luis Alem Lascano, Ortega Peña y Duhalde y varios más como Félix Luna y José María Rosa, Ernesto J. Fitte –en su trabajo sobre Varela lo descalificaría y lo calificaría de bandido–, contribuirían desde ópticas distintas pero todas coadyuvantes –con excepción de la apuntada– a definir lo que hoy ya está aceptado: la Batalla del Pozo de Vargas fue la expresión más cabal y


dramática del último gran intento de los pueblos y caudillos federales del interior por oponerse –como se oponía en el otro extremo de la República el pueblo paraguayo– a la política de sometimiento colonialista del puerto. Quizás no se hacia con toda la claridad ni la visión que el tiempo ofrecería al pueblo, pero sí se hizo con todo el vigor y toda la sangre que se pudo y con que se contó. Ya no hay ni puede haber sobre este encuentro dramático y sangriento una visión peyorativa y triste, pues ella ha adquirido mérito propio y por lo mucho que significó nuevas y atrayentes perspectivas.

CIENTO TREINTA AÑOS DE PERIODISMO RIOJANO El 23 de diciembre de 1857, el gobernador Manuel Vicente Bustos con la firma del ministro de Gobierno Ramón Gil Navarro, dirige una nota al doctor Santiago Derqui en la que le dice: “Tengo el honor de dirigirme a V.E. manifestándole la vital necesidad en que esta Provincia se encuentra, de tener una imprenta para promover los intereses generales de la Nación, en el sentido de la Constitución y del orden de cosas que hoy hace la ventura del país, a la ilustración de las masas y al fomento de la industria y del progreso en todo sentido. “La Provincia de La Rioja, es la única en la Confederación que no goza de los beneficios de una prensa en todos los ramos a que ella es aplicada en los pueblos civilizados, y se priva de estas ventajas por la suma pobreza de su erario pues trabajada por las guerras pasadas y después de mil emergencias políticas, recién hoy se reglamentan las contribuciones y los impuestos para formar el tesoro. “En esta virtud ocurro –agrega Bustos– al Gobierno Nacional, para hacerle presente las propuestas que se le dirigen a este Gobierno desde San Juan, en la carta cuya copia se adjunta y solicitar al mismo tiempo la cantidad de 1500 pesos, para la compra de esta imprenta”. Sigue la carta pero no hace al objeto de estas líneas que fijan meridianamente lo que podría ser considerada fecha inicial del periodismo riojano. Tiempo después, el 1º de diciembre de 1858 el Gobierno riojano designaba director de la Imprenta de la Provincia a Tomás Maciel con el sueldo de 30 pesos mensuales.

Una historia más que centenaria El desaparecido periodista Luis Fernández Zárate cuenta en su aún inédita Historia del periodismo riojano que el primer periódico fue La Patria al que seguirían numerosas publicaciones dedicadas a defender por la prensa la acción del gobierno de turno. Aunque Zarate recuerda que muchos fueron los periodistas apaleados o que tuvieron que emigrar con suma prontitud toda vez que el gobierno estimaba inadecuado o subversivo algún artículo publicado en este periodismo oficial. Rosa Bravo fue un periodista pionero al que no sólo pusieron preso repetidas veces los gobiernos no muy amantes de la libertad de prensa, sino que también apalearon. Carmelo Valdés también conoció estas amargas experiencias y así al correr de los años el periodismo riojano fue haciendo sentir de más en más su presencia. Efraín de la Fuente rescata a su vez para Chilecito un fuerte y numeroso periodismo, similar en muchos aspectos al que se editaba en la capital. Fernández Zarate expresa que el primer periodismo realmente libre o que logró contar con fondos apropiados fue El independiente que funda el doctor Pelagio Luna en 1901.


El periodismo riojano en el siglo XX El inédito trabajo de Fernández Zárate es seguido por otro del profesor Roberto Rojo, que toma como motivo de su exposición el periodismo riojano de este siglo. Así se recata el recuerdo y la acción de periódicos de lucha como La Crónica, que era vocero del conservadorismo riojano; La Democracia, dirigido por Francisco Baigorrí, El orden, La Tribuna, El Velasco, Justicia, El Radical, y otros periódicos de lucha, revistas y demás que afloran como hongos y que responden a los encontrados y siempre violentos intereses de grupos políticos, económicos, religiosos y demás de la provincia. Releyendo algunas de esas hojas periódicas riojanas hasta la revolución del ´30 podemos decir que La Rioja tuvo en este primer tercio de siglo un periodismo vibrante, enérgico, apasionado que aún hoy constituye sin duda, el más interesante y vivo testimonio de un pasado provinciano sí, pero nada apático y desinteresado de lo que pasaba en la provincia, en el país y en el mundo.

El periodismo moderno Los años de la Concordancia son años que en La Rioja se expresan en una interminable serie de periódicos tales como el Calchaquí, La opinión, Tribuna, El Zonda, La Voz del Norte, Yunque, El Progreso, La Rioja, El Descamisado, Nueva Era y otros. De todos estos, sin duda, podemos rescatar por significativos y batalladores a El Zonda y La Rioja. Estos eran periódicos con todas las de la ley. Noticias locales, comentarios, noticias nacionales, internacionales y toda la variada gama de secciones con que cuentan los diarios modernos. Del periodismo de estas décadas sobresale La Rioja que dirigiera el periodista y escritor Ángel María Vargas. Con este medio podemos decir que la provincia accede al periodismo moderno y dinámico de los tiempos modernos. Pero no podemos pasar por alto publicaciones especializadas como Láinez que dirigiera por más de una década el hace poco desaparecido Estargidio de la Fuente y que se constituyera en el más autorizado vocero de las necesidades e inquietudes de los docentes riojanos.

Las últimas décadas En el tramo final de la primera etapa periodística (1935-1955) aparece en nuestra provincia La Gaceta Riojana que dejando de lado su exagerado oficialismo aportó al periodismo de La Rioja una diagramación y una tecnificación absolutamente modernas. Periódico obsecuente y desgraciado que nos muestra las lacras del periodismo totalmente oficial. Buena lección a tener en cuenta. A esta publicación siguieron Rioja libre, que dirigiera el profesor Arnoldo Flores. Por estos tiempos aparecían Última Era, Cuarto Poder, El Zonda y El Independiente con buen plantel de periodistas, ágil y realmente con proyección provincial. Luego aparecía El Sol, ya desaparecido y algunas revistas como Planteo, Encuentro, Rupachico, La Avispa y demás.

Conclusión en democracia Inexorablemente el periodismo gráfico, aquí y en todo el mundo, ha dado paso al periodismo radial y televisivo. Y así a medida que el periodismo gráfico en la actualidad en La Rioja cuenta con dos periódicos y una revista, el radial tiene doce radios FM con posibilidades futuras de otras tantas más, y un canal televisivo regional.


A lo largo de toda esta historia de 130 años algunas cuestiones se han planteado que son dignas de tenerse en cuenta. Antes, en el siglo pasado especialmente, el monopolio informativo llevó a ridículos excesos. Primera conclusión: el Estado es mal periodista. Hoy el casi monopolio sigue planteado. Tres radios oficiales y varias recién nacidas, pequeñas y privadas. Un canal oficial absolutamente monopolizado por el gobierno. La Rioja en esta cuestión de la censura tiene una historia por demás interesante y abundante. Leyes de prensa han surgido en todos los tiempos, tratando de amordazarla. Segunda conclusión: al Estado riojano siempre le gustó censurar. La solución a este estado de cosas: un periodismo gráfico con contados medios y una de día en día, más significativa presencia de los medios radio-televisivos oficiales hace necesario el mayor control de los mismos por todas la fuerzas políticas en vigencia en la provincia. Como se practica y estila en las democracias europeas. Mientras no exista ese control por parte de las fuerzas democráticas por el pueblo a través de los partidos políticos, la libertad de prensa en La Rioja no tendrá plena vigencia.

LA CENSURA EN LA RIOJA ES TAN VIEJA COMO LA PRENSA MISMA Luis Fernández Zárate, maestro de periodistas riojanos, dejó escrita una muy interesante Historia del periodismo de la Rioja que abarca hasta bien entrado el siglo actual cronológicamente. Es una lastima que siga esta obra de incalculable valor, inédita. Pues de haberse publicado, los riojanos se asombrarían de las decenas y decenas de periódicos de todo tipo que aparecieron en esta provincia desde hace más de 130 años. En el siglo actual la proliferación de diarios, periódicos y demás ha sido tan grande que en la época de mayor esplendor del periodismo riojano (1920-1940) además de La Crónica, La Democracia, La Justicia, El Velazco, El Independiente, El Radical, El Zonda, La Rioja, El Calchaquí, y muchos más, aparecían revistas, periódicos de ideas, profesionales, y esa revista que todavía nos asombra y llena de respeto como Láinez, órgano de la docencia riojana. Pero algo que debemos tener muy en cuenta: el primer periodista de La Patria, Carmelo Valdés, fue perseguido por sus ideas; Rosa Bravo tuvo que huir de la provincia porque lo persiguieron; Carlos Quiroga, de la plana mayor del primer El Independiente, estuvo preso y fue perseguido, y si seguimos la negra crónica de la censura en La Rioja podremos llegar hasta nuestros días sin mayor inconveniente, por no hablar de cuestiones obvias como la censura de la Revolución Libertadora, la censura de la Revolución Argentina de Onganía, la censura del Proceso de Reorganización Nacional. Casi, casi podríamos decir que fueron muy pocos los años sin censura que ha habido entre nosotros desde que comenzó la larga y prolífera vida del periodismo riojano. Por eso, esto que ahora tímidamente entre algunos, y con mayor virulencia entre otros, se quiere imponer como el derecho a réplica, no es sino algo ya archiconocido y practicado en La Rioja y por supuesto en el país: evitar que los periodistas y los ciudadanos en general utilicen los medios de comunicación para expresar libremente sus ideas. Y este melifluo derecho a réplica se lo endulza o trata de hacerse pasar como producto de buena calidad, so capa de proteger honores y famas. Y cuando no se utiliza esta frase, se echa mano a la palabreja que supieron usar con harta frecuencia los gobiernos conservadores y los peronistas: el desacato.

Un antecedente interesante y curioso


En 1941, Juan José Romero publica un libro de 160 páginas con un título muy escueto: Prensa y Censura –A propósito de la nueva ley de imprenta de La Rioja. El objetivo de Romero era claro: combatir la ley que acababa de dictar la legislatura riojana del gobierno de Héctor de la Fuente y con una versación realmente impresionante traía todos los antecedentes legislativos sobre el tema. Pero ajustémonos a los que dice sobre La Rioja. La Constitución de la Provincia protege la libertad de prensa al decir: “La libertad de imprenta queda asegurada, y no se aplicarán disposiciones de los poderes o autoridades que la restrinjan estableciendo censura o garantía pecuniaria previa…”. En La Rioja en lo que va del siglo se dictaron hasta los tiempos de Juan José Romero la ley de Imprenta Nº 200 en donde se establecía como delito de imprenta: “Las publicaciones contrarias a la moral y al orden publico; las publicaciones en que se incite al desconocimiento de las leyes o de las autoridades…; las publicaciones en que se injurie o amenace a funcionarios públicos o agentes diplomáticos…, las publicaciones de las piezas del sumario sin autorización del Juez de la causa; la publicación de correspondencia o documentos privados sin consentimiento del autor, etcétera”. Los radicales el 25 de octubre de 1929, sancionaron la ley número 477, en donde no se establecía diferencia de concepto entre los delitos de injuria o calumnia cometidos por medio de la prensa y los cometidos por otros medios. Luego el 4 de julio de 1932 se promulgó la ley 517, y luego el 2 de septiembre de 1940 se aprobó la Ley de Imprenta 843. Pero esta ley, motivo del libro de Romero, provocó una airada reacción y así no tuvo mucha vida. Decía Romero: “La opinión pública recibió esta ley con demostraciones de un repudio pocas veces visto, coincidiendo todos los juicios en que importaba un atentado contra la libertad de prensa”. Y más adelante, comentaba: “Los diarios de la Provincia publicaron su texto sin mayores comentarios, enlutando sus páginas, con lo que daban a entender sin duda, que habían muerto las garantías de la libertad de prensa”. Aquí en La Rioja la prensa y la censura nacieron del mismo huevo.

EL LEGADO DE ALIPIO PAOLETTI “Como los nazis, como en Vietnam” De la Segunda Guerra Mundial quedaron algunos testimonios que ni el tiempo ni los siglos podrán hacer mella. Recordamos el Breviario del odio de Leon Poliakov, Treblinka y algún os más. De la guerra de Vietnam no se nos borran de los ojos escenas dramáticas y crueles de Apocalipsys Now. Pero de esos acontecimientos que conmovieron al mundo y dejaron profundas huellas tenemos miles de informes, novelas, testimonios que dejaron poco o nada en la oscuridad, pues todo en definitiva, llegó a saberse. Los testimonios sobre la Argentina De los tristes y sangrientos años del Proceso (1976-1983) al igual que de lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial, en Vietnam, en Argelia y demás, los argentinos y el mundo poco pueden decir que desconocen. Del genocidio argentino hablaron Amnesty International, los que escaparon con vida de cárceles y campos de concentración, los chicos que testimoniaron en esa historia llevada al cine, La noche de los lápices, los muchos relatos de victimas que contaron lo suyo en El diario del juicio o el libro Nunca más, y así hasta el infinito. Pero de todos esos testimonios, historias, ensayos y demás, ninguno, estimamos, quedará como más vibrante testimonio, más acabada muestra, de


fresco tremendo, contrastante, angustiante –ceñido a la estricta verdad de los documentos, enmarcado en un proceso más amplio y coherente de enfrentamiento entre el imperialismo y sus sicofantas de aquí, y las aspiraciones de pueblos que siguen sumidos en el subdesarrollo, la miseria, la desesperanza –que el libro póstumo de Alipio Paoletti, Como los nazis, como en Vietnam: los campos de concentración en la Argentina.

La obra de Paoletti Si estimamos la significación inmensa de este libro de Alipio Paoletti lo hacemos tras considerar los demás testimonios e historias aparecidas en los últimos tiempos como consecuencia de las múltiples revelaciones que quedaron al desnudo tras el fracaso del régimen militar y la ascensión de la democracia al poder. Quizás lo que les faltaba a esos testimonios e historias era una ajustada valoración de los diferentes factores que integraron el drama. Y es aquí, justamente, en esta concepción global de una etapa imborrable de la historia argentina con la que Paoletti, pocos meses antes de su muerte, escribió el más logrado, cabal, profundo, sincero y permanente testimonio de lo que fue esa etapa.

No habrá punto final porque no habrá olvido Es lamentable que se haya dictado una Ley de Punto Final y lamentable porque la justicia, la verdadera justicia, ha sido otra vez burlada y escamoteada. Han quedado libres y gozando de plena libertad de asesinos, los torturadores, los vejadores, los violadores, los enmascarados, los ladrones, los cobardes, los Astiz y miles de sanguinarios represores. Pero esas alimañas podrán escapar al castigo de una justicia que demasiadas veces ha dado muestras entre nosotros de venal y cobarde, pero no podrán escapar de una eterna y cotidiana condena: la de la memoria de un pueblo que ha sufrido demasiado y que no ha encontrado en realidad la justicia que esperaba y merecía. Pero aquí justamente aquí, la historia ha hecho algo parecido a un by pass: cerrado un camino natural para hacer justicia, ha encontrado otro, más profundo, más eterno y estudiado. Ha encontrado un periodista que sufrió en carne propia la persecución y el exilio, que estuvo al lado de las “Madres de Plaza de Mayo”, que retornó de muchos años de ostracismo y que en los últimos tiempos de su vida, estuvo al lado de los que testimoniaron sobre el genocidio, recogió estos testimonios, los estudió, decantó y escribió algo que ni los siglos, ni la miseria humana, ni el olvido de muchos podrá echar al cuarto de los trastos rotos. Porque esa obra de Paoletti ya anda por el mundo, ya anda por muchas partes con su estela luminosa de verdades de a puño que nadie “podrá nunca ni olvidar ni desmentir”.

Los campos de concentración en la Argentina Campo de concentración, tras campo de concentración, uno a uno en ese rosario sangriento y malvado, diabólico y estremecedor, van desfilando en las páginas del legado de Alipio Paoletti al pueblo argentino, a los riojanos que él tanto amó y comprendió y a los hombres y mujeres del mundo. Campo de concentración, tras campo de concentración, algo que les costó trabajo comprender a los argentinos como les pasó a muchos, quizás demasiados, alemanes en tiempo de Hitler. Pero así fue y así se supo. Primero rumores más o menos confirmados, luego la brutal realidad de un sistema de


terror que aplicó sistemáticamente el terrorismo de Estado de una sociedad que no supo comprender del todo el por qué de tantos interrogantes sin respuestas posibles. Paoletti con esa claridad expositiva, concisa, tajante, certera, que sólo dan largos años de periodismo y ser buen periodista, además nos va contando lo que pasó y sucedió en cada uno de esos campos de concentración. Igualitos a los de Polonia, a los de BergenBelsen y demás. Con sus torturadores, sus violadores, sus patológicos carceleros, las torturas inenarrables al mejor estilo medieval, la picana automática, que aplicaba tres segundos de electricidad, cada tres segundos, cada tres horas; trilogía de la infamia, del sadismo y de la deshumanización más primitiva. Y eso envuelto en mensajes nazis, en mensajes antisemitas, en mensajes de amor al prójimo y lucha contra el marxismo apátrida. Paoletti ha dicho lo justo, lo preciso, lo exacto. Ha hecho hablar a los protagonistas toda vez que era necesario, pero lo ha hecho con un conocimiento preciso de todo lo que pasó. Poco más de 450 páginas condensan una década de terror y amargura.

Un legado que no podremos olvidar Como los nazis, como en Vietnam quedará sin duda alguna, como el más alto y fundamental testimonio de una época terrible y angustiante del pueblo argentino. Y el libro de Alipio Paoletti escrito con pasión, pero pletórico de fe, esperanza y seguridad en la definitiva justicia ante tanta atrocidad y desbarajuste se ha convertido, y seguirá siendo, el necesario referente toda vez que alguien quiera saber lo que ocurrió. Están los represores, están las victimas, están los hechos. Aunque los asesinos crean que ya se han salvado y que el pueblo olvidó sus crímenes horrorosos, Alipio Paoletti les ha dicho y seguirá diciendo que la memoria del pueblo seguirá vigente y viva recordando por los siglos de los siglos que hubo una vez en un país llamado Argentina, miles de asesinos, torturadores, vejadores, violadores, que avergonzaron el uniforme de San Martín y asesinaron, torturaron y vejaron a hombres, mujeres y niños dando rienda suelta a la peor y más repugnante represión de que hubiera habido memoria. Y que hubo un lamentable perdón, pero que el pueblo nunca olvidó lo que ocurrió porque hubo un periodista que poco antes de morir legó a su patria y a sus buenos ciudadanos un tesoro precioso que se llamó Como los nazis, como Vietnam. Libro que su autor no vio impreso, pero que ha sido, sin duda, su mejor legado y su mejor hijo intelectual.

EL FAMATINA ENCANTADO, MISTERIOSO Y MALDITO Mucho antes de la venida de los conquistadores y en los siglos de dominación incásica, ya corría por leguas la fama de la riqueza del Famatina. Cuando don Juan Ramírez de Velasco, en mayo de 1591, llegó al asiento donde habría de fundar la Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja y se puso a la tarea de recorrer y pacificar la tierra, un soldado dio a su señoría una patenilla delgada de plata, diciendo “haberla tomado a indios de este valle y con interpretes ha preguntado su señoría a los caciques a e indios que han salido de paz, donde sacan y si se labra aquel metal y por el mismo interprete se dice haber mucho de ello en los cerros que caen a los valles y haber indios que lo sacan”. Tras la expulsión de los jesuitas y en los primeros años del siglo pasado, llegaron a Famatina un minero peruano, Juan Arreluciaga, y el mexicano Félix María Amarello. Este último, cuenta una crónica, descubrió posiblemente la mina más importante del


cerro que llamó La Mejicana, en honor de su patria, pero insalvables dificultades hicieron que abandonaran sus trabajos y aún el país. Otra crónica recogida por Justo Pierenes en su Acto Cuarto (El Famatina continúa allí sin decir palabra), explica las cosas parecidas pero distintas. Según parece llegan a la zona del Famatina y a principios del siglo pasado, dos aragoneses que dicen ser de nacionalidad mexicana. Compran un par de mulas y se largan a subir la montaña hasta los cuatro mil metros. Al cabo de tres meses bajan con las alforjas de sus animales llenas de plata y oro. Es evidente que traían desde España el secreto de algún jesuita que sabía la h historia de algún lugar exacto, donde se habrían tapado los antiguos socavones en la época de la colonia. Por eso, por la confusión de la nacionalidad de los aragoneses que se decían mexicanos para disimular, la mina toma –definitivamente– el nombre de La Mejicana. A otra mina vecina se la bautiza El Aragonés. Los aventureros se llamaban Leite y Echeverria. Uno de ellos fue fusilado, luego de mayo de 1810, en una acción bélica acusado de espía. El otro desapareció para siempre. Curiosos los hechos. Ni los relatos, aparentemente más fidedignos coinciden. Todo se mantendrá en esta tesitura de contradicciones y vaguedades. Es bueno saber que muchos de esos mineros que tanto laboraron las minas a principios del siglo XIX eran ex jesuitas que se reintrodujeron en el país.

La minería de fines del siglo pasado De la importancia que tuvo la minería en esta zona de razón el hecho que a fines del siglo pasado, Chilecito por la llegada de una fuerte inmigración se transformaría en la segunda ciudad de La Rioja. Por 1880 un periódico de nombre sintomático vería la luz; El Famatina Industrial, pues ya Chilecito “era un exponente notable como emporio minero y agrícola, encontrándose, allí instalada la oficina de minas, en lugar de estar en la capital de la provincia”. De 1860 a 1890 hubo en la zona explotación de minas de plata beneficiándose el mineral por amalgamación. Cuenta una crónica de principios de este siglo: “Hasta hace pocos años hubo ´pirquineros´ (buscadores de oro), que sacaban de los afloramientos mineral rico de plata y hacían la amalgamación por el procedimiento del patio, después de haber calcinado en ollas el mineral molido y mezclado con sal”. Algunas sociedades de cierta importancia económica como “Parchap y Almonacid”, “Anacarsis Lanús y Cía.” y la “Sociedad Francesa de Nonogasta” entre otras tendrían a su cargo, en las últimas décadas del siglo pasado, explotar las minas y minerales de plata, oro y cobre del distrito de Famatina. En 1894 dos establecimientos, ubicados en Chilecito y Nonogasta, habían obtenido en menos de 10 años de actividad 54 mil kilos de plata refinada.

Los ingleses explotan “en serio” El empresario Jaime Cibils Buxareo en su fundición de Santa Florentina, inaugurada el 22 de noviembre de 1900, beneficiaba mineral que compraba a varios mineros o que sacaba de sus minas de La Mejicana. Trabajó con interrupciones hasta principios del año 1904 y más tarde vendió su establecimiento y sus minas a “The Famatina Development Corporation” por la suma de 60 mil libras esterlinas. Veremos las consecuencias que tuvo esta venta revelando algunos entretelones de cómo trabajaban las empresas inglesas.


Con las otras empresas particulares (“Charles Seguin”, “René de Fontenelle y socios”) y el costo del cablecarril construido por el gobierno nacional por una empresa alemana, se puede decir que durante esta primera década del siglo veinte, cuatro millones de pesos oro sellado, fueron realmente invertidos para la explotación de minas en el Famatina, “siendo de lamentar –expresa un informe de Pablo Viteau– que capitales tan fuertes no hayan dado todos los resultados que se podían esperar, si las empresas hubieran sido suficientemente estudiadas y bien conducidas”.

“The Famatina Development Corporation” En el Archivo Histórico de La Roja obran gruesos legajos de los muchos juicios iniciados por los afectados contra la empresa inglesa “The Famatina Develpment Corporation” que apenas iniciados sus trabajos en la zona de Chilecito comienza a tener problemas con las empresas y mineros que vendieron sus minas a los ingleses. Según el informe de Viteau, sobre lo ocurrido en esta época en la cuestión minera de esta zona, informe estrictamente técnico y mesurado, “esta compañía inglesa con capital de 40.000 libras esterlinas (600.000 con sus filiales) conocida en la región bajo el nombre de “El Sindicato”; fue formada en Londres en 1903. Adquirió de varios dueños, Víctor Kock, Baush y Hunicken, testamentaria Ricardo Valdés, Jaime Cibils Buxareo, William Treloar, casi todas las minas de La Mejicana. Esa compañía –afirma Viteau– tiene una sociedad filial denominada ´La Forastera Mines Company´s” que no era tal filial sino una empresa fantasma a la que “The Famatina Development” vende las propiedades que había comprado, pero no pagado, a Cibils Buxareo y a otros. En el juicio que inicia Cibils Buxareo contra “The Famatina Development Corporation”, dice cosas que muestran la forma (muy de actuar de las empresas inglesas en el medio utilizando mañosas y falsas maniobras para proteger sus intereses y no responsabilizarse de futuras acciones dolosas.

La denuncia de Cibils Buxareo En su presentación ante la justicia de octubre de 1906, Cibils Buxareo se pregunta: “¿De dónde ha salido la compañía ´Forastera Mines´?”. Los papeles presentados dicen que de Guernesey (una de las Islas Normandas, perteneciente a Inglaterra, famosa porque allí vivió Víctor Hugo su largo exilio). “Guernesey –dice Cibils Buxareo– tiene una legislación especial y que es muy conocido en el comercio de Francia e Inglaterra, sobre todo en lo que concierne a la formación de compañías anónimas. Cuando éstas no pueden protocolizarse en Francia o en Inglaterra, por impedirlo la falta de requisitos que las leyes de ambas naciones exigen, se van los interesados a Guernesey, que aún cuando es posesión inglesa, tiene una legislación especial y allí pasa todo lo bueno y lo malo en materia de compañía”. Y que esta compañía inglesa actuó de entrada de mala fe lo demuestra el hecho –que se denuncia en el folleto de 46 páginas editado en 1906 por Cibils Buxareo– que a fines de 1905 “The Famatina Development Corporation” tenía pleitos con el 90% de los incautos que habían vendido sus minas a la empresa inglesa que para sacarse de encima tanto problema inventó coincidentemente una filial fantasma a la que deriva todos los juicios posteriores.

Las malas condiciones de trabajo


Hace un tiempo entrevistamos en Chilecito a uno de los pocos testigos que aún vivían de aquellos lejanos sucesos de cuando La Mejicana era lugar de trabajo y producción. Nabor Aguaisol, ya próximo a los 100 años, recordaba que oriundo de Vinchina “comienza a trabajar en La Mejicana a los 13 años, primero seleccionando mineral, luego en los guinches y así fui ascendiendo. No tenía comodidades, ni ropa, ni nada. Trabajaba de sol a sol y al principio dormían en una pircas (chozas de paredes de piedra apilada). La Compañía (´The Famatina…´) les hizo piezas de material y dormían sobre tablones. En cada pieza vivían de 15 a 20 mineros. No les daban equipos de ninguna naturaleza. Cuando se enfermaban los bajaban a lomo de mula. No había médicos. Las enfermedades más comunes eran las gripes fuertes. Cuando tenía 19 años (1913) murieron muchos mineros. También morían de los tiros de dinamita. Todos los días se levantaban a trabajar a la salida del sol y trabajaban todo el día. El domingo era libre para sus tareas, aunque seguían trabajando los que trabajaban a destajo. A los 23 años se casó con Cándida Barrionuevo, de Famatina y una vez bajaba al pueblo, dejando un reemplazante en su lugar, sino, no los dejaban bajar. “Por esos años se produjeron incidentes laborales. A causa de una gran huelga que hubo por falta de pago en los haberes (les pagaban un peso por día) y bajaron a Chilecito y la policía los metió presos. Una señora habló con un abogado, los sacaron y así ganaron el pleito. El trato que tenían los ingleses n o era bueno. Como el cablecarril bajaba constantemente con material, ellos necesitaban descansar. No había comedores. Los mismos ingleses nos vendían de todo y luego lo descontaban de los sueldos. Por esa razón entre varios mineros reunían lo que tenían y se hacían las comidas en común. Los ingleses nos vendían de todo; ropa, alimentos, animales… Los mismos no tenían vacaciones. Cuando no trabajaban, no cobraban. Trabajaban chicos de 13 a 15 años, también hombres de edad. Cuando querían tener vacaciones debían buscar un reemplazante”. La Primera Guerra Mundial puso fin a las actividades de esta empresa.

El lento despertar de un largo sueño Como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, las grandes potencias realizan una especie de clearing internacional y ponen en orden sus zonas de influencia. Se resuelve que América del Sur (dominada hasta entonces por la libra esterlina) pase a ser área del dólar y los ingleses abandonan la explotación de las minas del Famatina definitivamente. Nadie sabe bien qué es lo que pasa. Al menos no lo saben los argentinos, porque los ingleses y yanquis lo saben perfectamente. Lo cierto es que el Banco de la Nación toma en su poder las 46 bocas de la mina La Mejicana. Dura poco el arranque nacional, algo más de un año (1922) y el banco abandona su tarea en el Famatina. Las grandes potencias que se repartieron el mundo después de la Primera Guerra Mundial habían resuelto declarar a la Argentina reserva minera. “Hay que extraer todos los minerales de África del Sur y cuando se terminen se debe regresar a la Argentina”. La gran minería de nuestro país tiene un pie puesto en los Nevados del Famatina y otro en Bajo de la Alumbrera, Catamarca. Un llamado a licitación internacional previsto para el 31 de julio de 1982 fracasó por causas de la guerra de las Malvinas. Las 32 empresas y consorcios internacionales que se presentaron y compraron pliegos de condiciones eran en su mayoría inglesas o de la Comunidad Económica Europea.


A partir de la instauración de la democracia varias cuestiones positivas pasaron en el Famatina. Una de ellas fue el traspaso a la provincia por parte de Fabricaciones Militares de las minas del Famatina que estaban en poder de la institución castrense. Se creó la empresa YA.MI.RI (Yacimientos Mineros Riojanos) que inició varios emprendimientos en La Mejicana y en los diseminados vetiformes, pero sin mayor éxito. Donde si se ha logrado despertar el tema es en el punto denominado Los Corrales y zona de los aluviones auríferos ubicados en la zona pedemontana. Una cooperativa de pirquineros con unos 80 inscriptos, pero con la mitad aproximada de asociados que trabajan desde hace unos 3 años, explotan estos aluviones y el resultado, sino espectacular, permite que en 1990 se hayan obtenido un poco más de 4 kilos de oro. Empresas de Sudáfrica se muestran interesadas en participar en una explotación más intensa de las minas del Famatina al igual que otras japonesas… Lentamente, el legendario Famatina comienza a despertar.

UNA VISITA FRUCTÍFERA Atahualpa Yupanqui supo decir que el verdadero amor al folklore lo tuvo al conocer La Rioja, sus cantos, sus poetas. Este reconocimiento del máximo exponente del folklore nacional tiene sus raíces, quizás, en una lejana visita que supo hacer a la tierra de Facundo allí por 1939. Sin duda que conocía los valores de esta tierra ríspida, agreste y plena de tradiciones de todo tipo, pues el viaje de Atahualpa Yupanqui fue casi una peregrinación a las fuentes en las que él quería abrevar.

Un viaje de estudio y conocimiento El 27 de abril de 1939 llegó a La Rioja, Atahualpa Yupanqui invitado por el entonces gobernador de la provincia, doctor Héctor de la Fuente, que se caracterizaría por ser un gobernante lleno de inquietudes espirituales y que fuera quien invitara a Alfredo Palacios a venir a La Rioja y constatar sobre el terreno las muchas desgracias de esta tierra. Yupanqui vino a La Rioja para ofrecer una serie de recitales de guitarra y estudiar la tradición musical indígena, como decía el periódico La Rioja de esa fecha. Pero el viaje que podía haber sido uno más de los que hizo a lo largo de su trajinada vida don Atahualpa, fue un buceo profundo y serio en la tradición y en la búsqueda de la identidad. Más de dos meses se quedó en La Rioja y realizó en ese tiempo una serie de interesantes viajes a los Andes, al interior de la provincia.

“Al silencio de Manuel Silplituca” A poco de estar en La Rioja y a pedido del escritor Juan Aurelio Ortíz, Atahualpa escribió una composición en recuerdo de Manuel Silplituca, viejo cantor riojano desaparecido por esos días. Decía en su composición Al silencio de Manuel Silplituca: Un zonda de mayo se llevó tu canto por raros caminos bajo el cielo añil, y en los siete pueblos de la Costa gaucha se apagó el repique de tu tamboril…


Un tropel de soles de la cordillera te salió al encuentro sobre el pedregal, y en el viaje largo de tu voz chayera alumbró el camino de la Soledad… Cuando los coyuyos en la primavera coreaban la siesta del algarrobal ritmando una copla con tu vidalera ibas y venías por el arenal. ¡Viejo Silplituca de las viejas chayas! Tal vez no te sientan los hombres de aquí, ni La Rioja fuera para ellos la santa tierra, de cantores que fue para ti… ¡Viejo Silplituca de las viejas chayas! Te canto en mis coplas de tono menor. ¡Y pienso guardarme la mejor vidala para que algún día cantemos los dos!

“Salí buscando la vidala mística” De acuerdo a la tradición que se conserva en algunos viejos riojanos, Atahualpa Yupanqui vino a La Rioja hacia los años ´30 y trabajó de albañil en alguna de las obras que se hicieron por acá. No sabemos, ni quizás interese eso, pero sí sabemos, porque el mismo cantor lo dejó escrito, el mucho efecto y el mucho impacto que le hizo conocer el oeste riojano, ir hacia la montaña infinita y dura y conocer sus paisajes, sus hombres, sus cantos. Así el 9 de junio de 1939 el periódico La Rioja publicaba una carta que Yupanqui le escribiera a su amigo el doctor Ricardo Vera Vallejo en la que le decía: “Si hubieran signos en la escritura para expresar una actitud de trabazón de manos, podría Ud. leer mi gesto: ´¿Qué me hago en este caso´? “Ésta sería mi palabra frente al paisaje del oeste riojano. Yo no sé qué obró en mí para decidirme por la preferencia hacia la zona menos cantora de esta provincia, pero agradezco la inspiración que me trajo a la cordillera. He aprendido en estas dos semanas, más que en cinco meses de Córdoba y año en Tucumán. “Estoy frente a la vida cuya ruta busqué siempre, para indicar a los públicos el caso en que el hombre y el paisaje forman una sola unidad. Sólo dos casos anteriores he vivido: el sur peruano y la Puna jujeña. “Salí buscando la vidala mística, y hallo al hombre casi sin tiempo para cantar, realizando su vida en la fuerza de los Andes, con días de sol pleno y vientos que por las noches traen el saludo de las nieves cumbreñas. “Huandacol: misteriosa promesa de cobre y plata. Algún día hallarán los riojanos la riqueza inmensa que sólo los quechuas aprovecharon. De ahí la comarca consagrada Hu Anta, Tolque, ´Lejos, cobre y plata”. El español pervirtió dulcificando la voz Guandacol”.

“Me largué por la senda áspera”


Es indudable que la larga e íntima carta de Atahualpa no tiene desperdicio, contando las impresiones de esos pueblos casi muertos, pero plenos de leyendas, tradiciones y fantasmas. Y sigue hablando de los mismos: “Villa Unión, pueblo criollo pero sin fuerza americana. Está demasiado ligado a Chilecito en su comercio, y envenenado de porteñismo Radiotelefónico. Vinchina, asomada sobre los arenales tiene ya su sabor de antigüedad no mancillada. He visto llegar novios al tranco de mulas guapas. Ella vestida de blanco dudoso, agradeciendo al paso la gruesa de cohetes con que los vinchineros ofrecían la bienvenida. He asistido el 25 de Mayo a un partido de football en potreros pichaneados, con goles que arrancaban alaridos que parecían campear bagualas en los jarillales vecinos. “He escuchado en el intervalo deportivo a Moisés González, alentando en su club, con coplas al compás de su guitarra, diez veces remendada. En mi corazón crecían fuerzas extrañas. Algo cantaba dentro: Las penas pasan de largo, ¡Hui jo jo jo! “Anteayer pechando el viento troyano me largué por la senda áspera: antesala del silencio: Jagüé. ¡Chui, señor! “Visité los nacederos del agua en el Alto Jagüé. Estuve en la Barranca de los Loros, en el Bajo Jagüé. Escuché los cuentos fabulosos de Nazario Cerda, y me informé de las felonías de (…) Y continúa su extensa carta Atahualpa: “Anoche, ya muy tarde (serian las 21 horas) oí discutir a cinco baquianos sobre asuntos de la cordillera. Se vinieron a ofrecerme sus servicios. Consejos, prevenciones, mil detalles de la vida andina riojana, que comprometen mi gratitud eterna, hacia esos hombres a anónimos. Un viejo baquiano don Celio Orquera, me dijo: ´No se confíe en aquel mozo. No conoce bien. Si no ha cruzado más que seis veces la línea´! “Alguna vez, cuando haya un camino a Copiapó y estos pueblos recobren su prosperidad, cuando los camiones con pieles, harina y frutas crucen los Andes en diez horas, tendrán los gobiernos riojanos ganada para siempre la veneración de estos pobladores, último baluarte de la raza andino-criolla. Y tal vez algún gobernador decrete que, sobre el camino de Pucha-Pucha o de Pastos Amarillos, cerca de los refugios, se levante el monumento al baquiano de la cordillera riojana ¡Qué hermoso vivir para volver sobre estas alturas y ver unidos, en realización de progreso, de comprensión y de conciencia, el pensamiento de los poderes públicos con el sentimiento de los hombres de este pago, caras bronceadas, manos curtidas y alma de sol! Mañana al alba salgo para la cordillera. Llevo avíos y víveres para una semana. Félix, mi baquiano, es hombre insuperable. Respetuoso, fuerte y mudo. Volveré con mis alforjas repletas de silencio. Son las 21 horas. Ya voy a descansar”. Otros muchos, también, serian los testimonios de sorpresa, impacto emocional, y milagroso descubrimiento que le dejó la marca por siempre.

Un puñado de adioses llenos de gratitud El 26 de junio de 1939, Atahualpa Yupanqui se despedía con una nota de agradecimiento de los riojanos y de La Rioja en el periódico local. Lo hacia en esa prosa poética y confesional que era más poesía hablada que otra cosa: “Adiós a La Rioja”. “Me llevo la visión de una noche de luna sobre la soledad de tu montaña. Y un alba entretenida en colorear la nieve de tus cumbres, mientras rodaba por las peñas el canto de las pisacas aves del color de la tierra, anunciadoras del zonda, como un guijarro con alas, pájaros humildes como los criollos del cerro, que tienen el color de la raza y un alma que alcanza más altura que un cóndor.


“Tierra del sol amigo y de la piedra muda. “Me llevo tus vidalas lastimadas de ausencias, todas distintas y todas iguales, porque cada una de ellas dice de pasos lentos, de arenas ardientes, y tienen para con el pago nativo la lealtad de la jarilla para con el sol. “Esta guitarra zurda que llevo por el mundo, tiene el raro capricho de guardar en su caja todo el canto olvidado. Parece que ella tuviera la misión de la Shangri, acumulando libros y tesoros escapados de las guerras, para cuando el mundo sienta la frialdad de la ausencia espiritual, darlos al camino de los pueblos sedientos de verdad. “Y los humildes heredarán la tierra. Ya me voy. Junto al arco (de la ciudad de La Rioja) los caminos me esperan, para en tonar el himno del viajero sin brújula. “Donde quiera que vaya, he de cantar la melodiosa pena de tus vidalas. Muchos pueblos gustarán de tus músicas, pero mi corazón sentirá más que nadie la bendición de tu recuerdo”. Pocas veces regresó Atahualpa a La Rioja, pero pensamos que marchó por su larga vida de artista profundamente argentino y humano llevando esa emoción del silencio de los Andes majestuosos que en la zona de Jagüé, Vinchina es de los más bellamente dibujados. Lo reconoció así y a través del tiempo lo supo repetir como un testimonio de alguien que no se miente. El camino a Chile nunca se hizo y la esperanza trunca sigue aguardando a su hacedor. Atahualpa vino a La Rioja, cosechó sus silencios en abundancia y marchó por la vida enriquecido como pocos.

RACISMO EN LA SOCIEDAD TRADICIONAL RIOJANA Hace algunos años recaló en La Rioja el director cinematográfico Nicolás Sarkis que preparaba material para un filme relacionado con la inmigración árabe. Un día nos comentó que no había recogido testimonios sobre racismo o, mejor, actitudes racistas por parte de los nativos, ante la llegada de los turcos o sirio-libaneses. Le respondí que yo sí tenía documentos que testimoniaban que a principios de siglo los riojanos no veían con buenos ojos que, en vez de italianos o españoles, la provincia receptara los mal llamados turcos o rusos. Y le entregué copia de esos testimonios. A ellos podríamos agregar los pintorescos denuestos que contra los turcos escribió en 1917 el doctor Cesar Reyes, a los que calificaba de la peor manera apuntando un dato numérico de interés: en esa época ya estaban viviendo en la provincia unos cuatrocientos turcos dedicados en su mayoría al comercio ambulante y al corretaje. Recogemos otro testimonio de 1939 y que nos dice claramente que el paso de los años no había disminuido la inquina de los riojanos hacia los turcos. Con motivo de una nota aparecida en el periódico riojano La Voz del pueblo (1939), en la que se hablaba peyorativamente acerca de los turcos, árabes y sirio-libaneses, el periodista Pedro Camilo Alem publicó una nota en la que refutaba los conceptos del Menguele pueblerino: “Durante el último proceso electoral, cuando se mencionaban nombres para candidatos a diputados provinciales, haciéndose más recio el tejemaneje de la política lugareña, no dejó de causarme molestia e inquietud el hecho de que en la prensa y en corrillos donde se comentaba la cuestión, la denominación de extranjeros, turcos, árabes, etcétera, estaba en boca de algunos en forma despectiva y hasta insolente, máxime cuando se referían a personas actuantes en ciertos departamentos”. Y Alem, descendiente de sirio-libaneses, pero argentino y riojano en todo lo que hizo y trabajó y cuyo nombre y apellido lleva hoy el estadio oficial de La Rioja, no podía menos que lamentar esas desagradables muestras de intolerancia.


“En las sociedades humanas existió, existe y seguirá existiendo, mientras no lleguen a la perfección, la lucha entre los buenos y los malos, entre los sanos de espíritu y los corruptos, entre los capaces y los que no lo son en los diferentes órdenes de la vida, entre los que tienen almas de santos y los pillos. De esta ley –afirma Alem– no nos escapamos los argentinos ni los extranjeros que habitan nuestro suelo amparados en la libérrima Constitución. No pretendo –aclara– incitar a la polémica sobre el problema de las razas ni del derecho de los extranjeros para compartir en la vida nacional, porque esa cuestión ha sido ya debidamente debatida, defendida y aclarada en el Parlamento Argentino por nuestro ilustre comprovinciano Joaquín V. González como lo fue en el libro, en la cátedra, en el periodismo y la tribuna, por otros tantos maestros”. Y entonces, Pedro Camilo Alem monta el picazo de la cólera y no puede menos que salir a defender a sus antepasados y a los que como él se enorgullecen de sus ascendientes turcos, sirios, libaneses, árabes, pero que se sienten al mismo tiempo orgullosos de su argentinidad. Y así le dice al director del diario La Voz del Pueblo: “Mi padre, señor director, fue libanés y mi madre riojana, corriendo por sus venas sangre llanista. Menciono esto para que el lector sepa y se explique por qué defiendo el nombre de los extranjeros y por qué hablo como lo saben hacer los llanistas, que siempre supieron defender sus derechos de argentinos”. Y a continuación puntualiza: “En la política riojana hay un porcentaje apreciable de extranjeros, especialmente de árabes vinculados estrechamente a sus luchas. Caudillos con votos que actúan con entusiasmo localista a la par de los nativos y que jamás se quedaron con plata que los dirigentes les dieron para afrontar campañas, porque, cuando por excepción la recibieron, le dieron su destino y porque sobre todo ´sus elementos´ fueron y son sostenidos permanentemente por el peculio personal. Estoy creyendo –afirma– y lo seguiré mientras no me prueben lo contrario, que ´esos árabes y turcos´ no han degradado ni pisoteado jamás nuestros derechos de argentinos, porque saben que son los de sus hijos. “Si alguna excepción hubiera, lo que vendría a confirmar la regla de lo que sostengo, con seguridad estuvo detrás de él algún profesional de la política criolla”. Y Pedro Camilo Alem hace un desafío: “Señáleme, señor director, cual de mis numerosos amigos árabes, turcos, sirios, libaneses, extranjeros que viven en todos los departamentos de nuestra provincia fue capaz de degradar y pisotear sus derechos de argentino. Le pido sindicarlo –agrega desafiante– porque debemos depurar el ambiente. Yo hasta ahora me he sentido y me siento espiritualmente digno de descender de Oriente, porque conozco a los que de allá vinieron y están en la provincia. “Los sé libres de poder provocar el ´asco y repugnancia´ como se expresa en el suelto que motiva la presente, siendo en cambio, todos ellos factores de trabajo y progreso hasta en la más lejana y olvidada ranchería riojana”. Por esa misma época y como eco de campañas racistas antijudías producidas en el país, también en La Rioja aparecieron sueltos de indudable raíz nazi. No olvidemos el año 1939, en el que Pedro Camilo Alem sale en defensa de los árabes, turcos, sirio-libaneses, injuriados por los comentarios racistas de un periodista que se escudó en el anonimato, pero que no era en absoluto un hecho aislado y sin relevancia. Actos, comentarios racistas, han existido y existen en La Rioja y en el país. Por eso rescatamos la clara actitud de Pedro Camilo Alem, que supo dar la cara y salir en defensa de gente de trabajo, a la que se le criticaba únicamente por ser de raza o religión distinta. Uno de cuyos denostados hijos es hoy Presidente de la Nación.


UN CURIOSO ANTECEDENTE DEL CABLECARRIL A LA MEJICANA En la segunda mitad del siglo pasado y en buena parte de éste, el escritor francés Paul Groussac ocupa en la historia de la literatura argentina un lugar de singular relieve. Este joven intelectual francés llega al Río de la Plata como tantos otros jóvenes europeos: buscando nuevos horizontes que colmaran no solamente su curiosidad sino para expandir la cultura europea y francesa. Algunos vinieron, estuvieron breve tiempo entre nosotros y partieron. Otros, como Groussac, quedaron prendidos y prendados en estas tierras y aquí realizaron obras titánicas y significativas. Groussac, además de profesor en importantes establecimientos argentinos, realizó una tarea de pionero en muchas cuestiones. La crítica literaria lo tiene como uno de sus principales exponentes; la historiografía, el ensayo y muchos otros trabajos similares, entre los que no podemos menos de mencionar su revista La Biblioteca, todavía hoy digna de ser consultada.

Groussac hacia 1897 Hacia 1897, Paul Groussac publica en entregas varios capítulos de lo que seria luego su excelente libro Santiago de Liniers y lo haría, justamente, en La Biblioteca. Según Alfonso de Laferrere, este trabajo lo hizo entre muchas otras ocupaciones. Al referirse a esta obra precursora De Laferrere expresa: “Sabiase con fuerzas por más, y no abandonaba el plan de historiar la vida del pueblo argentino en obras de mayor enjundia. Opusieronse a ello las inhibitorias dificultades de la existencia, comunes a tantos otros escritores de fuste en países sin asentada tradición cultural. Pero esta limitación no fue obstáculo para que nos dejara algunas de las escasas producciones en que nuestra literatura alcanza la jerarquía de los modelos universales”. Y dirá más adelante su prologuista y exégeta: “Fue un precursor y le tocó arar en suelo virgen. Tomó a su cargo simultáneamente las faenas del erudito y del historiador”. Groussac, a casi cien años de su activa presencia entre nosotros, sigue mostrando su garra de escritor, ensayista y crítico en obras que conservan toda su frescura e irreverencia. Pero no es nuestro objetivo hablar de este aspecto de la multifacetica personalidad del escritor franco-argentino, sino comentar algunos documentos existentes en el Archivo Histórico de La Rioja, en los que se nos muestra en otra actividad que nada tiene que ver con la que lo conocemos: la de empresario minero. Quizás confirman estos documentos lo que afirmaba De Laferrere por causa de “las inhibitorias dificultades de la existencia, comunes a tantos otros escritores de fuste en países sin asentada tradición cultural”. Groussac, por los tiempos que mostraban su interés por Santiago de Liniers y daba a conocer su extraordinaria biografía –y en busca, quizás, de esos pesos que no encontraba como escritor, profesor y tantas actividades intelectuales más–, realiza una serie de gestiones en nombre y representación del empresario francés Ulric Courtois que había obtenido una concesión del gobierno riojano para la construcción de un cablecarril a La Mejicana, uno de los tantos proyectos anteriores al definitivo y que fracasaría.

Franceses por la tierra de Facundo Muchos son los empresarios franceses que hacia fines del siglo XIX proponen y obtienen del gobierno riojano concesiones diversas para la realización de obras de progreso. Citamos así a Prud´ homme y Compañía, que durante el gobierno del doctor


Joaquín V. González proponía la construcción de un ferrocarril de montaña para el transporte del mineral del Famatina, o Luis Gascaud que quería instalar una empresa de tranvías en Chilecito, y así hasta el cansancio. Instalar un cablecarril hacia las míticas riquezas de La Mejicana fue una obsesión de muchos empresarios tanto nativos como extranjeros. Ubicadas las minas a casi 5000 metros de altura el mineral era transportado a lomo de mula, actividad que era importante fuente de trabajo hasta entrado el siglo actual en el oeste riojano. En 1898 la Legislatura riojana concede por ley a Ulric Courtois “la autorización con privilegio exclusivo para construir y explotar una red de alambre carril destinada al transporte de minerales que, partiendo de un punto (Carrizal) de la prolongación del Ferrocarril nacional de Chilecito a las Escaleras, alcanzará por una parte hasta la Mejicana del Famatina y por otras se desarrollará en varios ramales para servir los distritos de Tigre, Ampallada, Bayo, Caldera y todos los centros mineros que puedan formarse en esta zona. El privilegio acordado no priva a un propietario de minas del derecho de construir y de explotar un alambre carril para su uso particular, desde sus pertenencias hasta donde le convenga”. En 19 artículos la Legislatura fijaba claramente fijaba claramente los términos de la concesión hecha a Courtois: 33 años a partir de la fecha de concesión; cesión gratuita de las tierras fiscales necesarias; aprovechamiento del agua de los arroyos para generar fuerza motriz; exoneración de todo tipo de impuestos provinciales o municipales; fijándose 50 toneladas de mineral por hora a la bajada y 10 a la subida, estableciéndose en 24 meses el plazo de construcción del tramo principal y en 6 más los restante ramales. Al término de la concesión el gigantesco alambre carril sería de propiedad de la provincia, estableciéndose con toda minuciosidad aspectos referidos a tarifas, avales y demás cuestiones. Un plano de las obras a realizar nos muestran a una empresa realmente ciclópea, costosa, extensa y carísima. Si observamos documentos relacionados con otras obras de envergadura de la época y de la zona se nos ocurre pensar que eran tiempos de propuestas que aun hoy podríamos calificar de descabelladas. Nada detenía en los planes alucinados de muchos criollos y extranjeros la acción de estos hombres. Acababa de inaugurarse el ramal ferroviario La Rioja-Chilecito y los planes de expansion minera se encontraban en plena ebullición, no siendo extraño a ellos y aun alentodolos el doctor Joaquin V. Gonzalez que con motivo de pronunciar un discurso al inaugurar la me cionada obra ferroviaria, habló de instalar un gigantesco cablecarril a La Mejicana.

Groussac y sus gestiones empresarias El 17 de junio de 1889, Ulric Coutois ante el escribano porteño Ricardo Conde Salgado confería poder general amplio a Paul Groussac “para que lo represente en todos sus asuntos particulares o judiciales, de cualquier naturaleza o jurisdicción que fuere”. El extenso poder le fue otorgado a Groussac fundamentalmente para que éste interviniese ante el gobierno riojano por cualquier eventualidad futura. El caso era que Ulric Courtois debía viajar a Europa con objeto de reunir los capitales necesarios para llevar a cabo la construcción del cablecarril propuesto. Courtois viajó y las gestiones financieras en Europa parece no fueron ni muy fáciles ni muy rápidas. Y los tiempos de la concesión corrían demasiado rápidos,. El 10 de septiembre del ´99 Paul Groussac se dirigía por nota a la Legislatura de La Rioja expresando: “Pablo Groussac, representante de los señores Courtois y compañía como


lo testifica el poder que en copia legalizada acompaño ante V.H. me presento solicitando que el plazo acordado por el artículo de la ley de concesión (sic) de construcción del Alambre Carril en el mineral de Famatina me sea prorrogado por ciento ochenta días. A pesar de los esfuerzos hechos por el Sr. Courtois que se encuentra actualmente en Europa dando la última manera a la formación del Sindicato de Capitalistas extranjeros que emprenderán esa obra tan beneficiosa para la provincia no ha podido terminarla en el plazo señalado por detalles siempre molestos, no por la importancia que en sí tienen, sino por el tiempo que ocupan y más por eso también por la situación a normal del país, económicamente hablando, que no inspiraba confianza al capital extranjero para venir a radicarse entre nosotros. “Hoy todos esos inconvenientes están vencidos y ya llegamos al término de la jornada cuando el plazo se nos concluye; en esas condiciones, pues creo que es justo este mi pedido y sobre todo el acordarlo significa sancionar un progreso para la Provincia de La Rioja”. La Legislatura a los pocos días –18 de septiembre– prorrogaba por seis meses el término para la construcción del alambre carril. No existen otros antecedentes al respecto, pero lo cierto es que ese cablecarril nunca se construiría y años después, 1904, se haría sí, el todavía existente.

De sueños y apuros económicos Para un intelectual siempre en apuros económicos como Paul Groussac, participar en la aventura de construir un gigantesco alambre carril para el acarreo del mineral aurífero de La mejicana, era más que encontrar una posibilidad cierta de incrementar sus ingresos, la posibilidad de concretar un sueño digno de una mente creadora y lírica. Es bueno saber que un escritor, un historiador y crítico de su talla, participó, aunque más no fuera como apoderado de un capitalista, en una aventura parecida. Nada sabemos si alguno que otro peso proveniente de esta empresa lo ayudó a sobrevivir a los siempre escasos sueldos de empleado público, pero si podemos suponer que la empresa en sí le agradaría bastante.

LA REVOLUCIÓN DEL ´90 EN LA RIOJA Dardo Rocha diría en julio del ´90: “La revolución está en todas las casas, no se sabe si el ejército mismo no se encuentra convulsionado y nadie podría asegurar que esta noche no tuviéramos movimientos perturbadores. En todas partes, en las plazas y en las calles, los ciudadanos se reúnen y se agitan y hablan, como de una cosa necesaria, de una nueva revolución”. Lucio V. Mansilla hizo notar que ese estado era exclusivo de Buenos Aires, “que no quiere resignarse a no ejercer la hegemonía política del país, que continua siendo el seno donde se agitan las grandes pasiones que estallan con rugidos, que hacen que los hermanos se desconozcan. Pero no se manifestaba en el resto de la Republica; los vencidos del ´80 eran los vencedores del ´90. Las citas que hace el historiador José María Rosa mostrando el supuesto carácter hegemónico de la Revolución del ´90, como algo casi exclusivo de Buenos Aires, no responde a la realidad que se vivió en esos tiempos ni menos a lo ocurrido en las jornadas revolucionarias de julio del ´90. Asi en La Rioja, aislada más que ninguna otra de la Capital Federal, pues aun el ferrocarril no había llegado a ella; ubicada a más de 1.100 kilómetros del epicentro revolucionario y comunicada exclusivamente por el telégrafo y las mensajerías, vivió las jornadas de julio y los hechos anteriores y


posteriores con suma intensidad, tensión y preocupación por el curso de los acontecimientos. Gobernaba La Rioja desde el 24 de junio de 1889 el doctor Joaquín Víctor González, joven de poco más de 27 años, poeta, ensayista, autor de una tesis universitaria Estudio sobre la revolución, publicada en el ´85, que había ocupado una banca como diputado nacional y que se perfilaba ya como una autentica promesa del pensamiento argentino. La apreciación de Mansilla desconocía las repercusiones ciertas del hecho revolucionario, al asignarle una significación local. En La Rioja en todo este proceso, hubo un protagonismo que meditó profundamente la cuestión, que elaboró sesudas consideraciones y que dejó para la historia certeras apreciaciones sobre el tema, la importancia del nuevo partido político urgido en el Frontón de la Florida y las consecuencias que tuvo para La Rioja y el país la Revolución del ´90.

Un estudioso de la Revolución Una disertación leída en el Salón de la Sociedad Tipográfica de Córdoba en el ´82, serviría de base a Joaquín V. González para su tesis doctoral, sobre el tema La revolución, ensayo de derecho político que vería la luz como libro polémico y significativo en el 85, tiempos en los que en la Universidad de Córdoba se planteaba en todas sus instancias una amplia renovación de ideas. En su disertación decía el riojano finalizando sus estudios de derecho: “Me propongo demostraros el derecho del pueblo a defender su soberanía por medio de las armas”. Y agregaría luego: “La soberanía del pueblo es uno de los grandes descubrimientos de la ciencia política”. González echaría mano a un aparato erudito realmente notable. No dejaría ejemplo sin citar ni historiador, político o filósofo sin consultar. Asombra pensar que tan sólo tenía 20 años y medio el autor de ambos trabajos. Sinteticemos su exposición: “Del fondo de la Judea se levantó el cristianismo. Jesucristo vino a redimir la personalidad humana, levantándola de la esclavitud moral y política, y asimilándola al hombre a su origen, a devolverle la chispa divina de la razón, que crea, piensa y desarrolla todas las demás facultades. “Él devolvió al hombre y al pueblo la soberanía y la igualdad ante Dios y la Ley, que Moisés había predicado en otro tiempo diciendo: ´El derecho de vida y muerte reside en la Nación´. “El cristianismo es, pues, el que nos ha devuelto los derechos políticos y así, Guizot se expresa: ´No es Montesquieu quien ha devuelto sus títulos al genero humano; Jesucristo ha venido a levantar al hombre en la tierra al mismo tiempo que lo redimía para la eternidad”. Y dirá, luego de citar a todos los filósofos habidos y por haber que de algo de este tema hubieran tratado, lo siguiente: “No existiendo la soberanía de origen sino en el pueblo, la que posee el gobierno es la misma del pueblo delegada en él para que pueda poseer su carácter de autoridad (…). Con el estudio de la filosofía de la historia y de la práctica, se ha llegado a establecer que el gobierno republicano-democrático-federal es el que más garantía ofrece a la libertad”. Y expresa: “Cuando los pueblos se hallan en condiciones de practicarlo, tiene el derecho de establecerlo (el auto-gobierno) por la razón o la fuerza, si es este el deseo de la gran mayoría. La democracia no es un gobierno en el sentido estricto de esta palabra, es más bien una institución política por la cual todos los individuos son iguales ante la ley, pero como la práctica hacía


imprescindible su introducción, se ha admitido en la composición del sistema como una garantía para la libertad”. Y es que para González la soberanía del pueblo, la democracia, la libertad son la base para la republica deseada. Y así lo que favorezca esto ayuda al desarrollo del pueblo y lo que no, el mismo pueblo puede y tiene la obligación moral de tirarlo por la borda, es decir, ejercer sus derechos revolucionarios. Es tal la síntesis del pensamiento de González en esta obra sobre la Revolución, que no deja aspecto sin tocar ni comentar en su buceo sobre una realidad que interesaba conocer a fondo. Así, denostará el militarismo, la falta de interés del Estado por instruir a la población y sentenciará: “La instrucción primaria es el fundamento de nuestro sistema, y a mi juicio, el gobierno que a sabiendas la descuida es el más criminal de los gobiernos. Al mismo tiempo que viola un derecho sagrado del pueblo, degrada la personalidad humana, privándola de uno de sus más santos patrimonios, el perfeccionamiento de sus facultades. “El gobierno que restringe la libertad de la prensa, comete un grave delito contra la soberanía que el pueblo le ha delegado”. Y finalizará esta primera parte de su estudio, al sostener que “la libertad de culto es otro de los derechos que reclama la conciencia humana, y el gobierno que no la establece o protege cuando el pueblo se halla apto para abrigarla en su seno, comete un atentado contra la libertad”.

La revolución justificada González tiene muy en claro cuándo se dan las condiciones que justifican la revolución y lo expresa sin titubeos: “La violación del pacto en cuya virtud, el soberano se halla en el ejercicio del poder, o la violación de los derechos del pueblo, y la tendencia natural del espíritu humano hacia la libertad, han dado origen a la revolución. Ella es tan antigua como la sociedad, porque ésta desde su nacimiento cometió abusos y violaciones”. E irá más a fondo al decir: “La revolución se funda en algo más grande que las pasiones de un circulo y las ambiciones de una casta; ella es un crimen enorme, cuando no es la manifestación de la voluntad de la gran mayoría de la nación, porque en caso contrario puede decirse muy bien, que el pueblo autoriza con su silencio los actos del poder que se pretende refrenar. “Pero es un derecho sagrado cuando tiene por objeto castigar un gobierno despótico que se arroga la suma de todos los poderes, y niega al pueblo los derechos evidentes grabados por Dios en su conciencia; cuando es atacado por la fuerza y ahogado por la sangre de las victimas. Al pueblo asiste, en este caso, el derecho de legitima defensa”. Más González piensa que el término revolución es mucho mas abarcativo y profundo del que suele tener en boca de ciertos personajes que abusan de la palabra, sin considerar sus profundas connotaciones: “la revolución, cuando es justa y legitima, y es el eco de la voluntad de la gran mayoría, no debe ser objeto de terror, porque siempre es una lección provechosa para la humanidad; la historia nos muestra que la revolución ha enseñado a los pueblos en materia de política más que todos los sabios que han escrito de esta ciencia. “La palabra revolución –subrayaría– en el orden político abraza una gran idea, porque es sinónima de progreso y de perfeccionamiento”. El tema hace a la base de toda la estructura jurídica posible, es clave para definir rumbos y adoptar posiciones y González muestra una elaboración y madurez de pensamiento destacados. Y si importa analizar, aunque sucintamente esta cuestión, es porque los acontecimientos revolucionarios del ´90 lo tendrán a él no como mero espectador sino al frente de una provincia a la que –siguiendo su pensamiento– había


tratado de impulsar rápidamente por los caminos del progreso, pero la crisis, la negación de valores en el orden nacional, lo llevaron a participar en dichas jornadas, desde una perspectiva diferente, pero no por ello menos digna de tener en cuenta, pues mucho de lo que diría antes y después de la Revolución del ´90, está presente en estas consideraciones que figuran en su tesis académica La revolución, ensayo de derecho político. Con la única y sustancial diferencia que en el ´90 muchas de las razones que dieron lugar a la revolución popular ya habían sido largamente pensadas y valoradas por él, en esta especie de juego de guerra elaborado en la quietud de los claustros universitarios cordobeses. Y afirmará algo que le cabe a la Argentina de entonces: “Los pueblos jóvenes en la vida de la democracia ofrecen aún más dificultades para su definitiva habitud en las practicas políticas, y en ellos, los principios que rijan en materia en revoluciones deben ser más estrictos que en otro cualquiera. “Antes de lanzarse a la revuelta, el pueblo debe manifestar su voluntad por medio de sus órganos, ora sea por sus representantes o por medio de la prensa. Esta última tiene influencia en la pacificación de los pueblos. En su país cuya prensa se elevase al nivel de los verdaderos principios y se hiciera, como debe serlo, la luz del pueblo, se podría contar como desterrada para siempre la semilla de las revoluciones”. Algunos pensamientos, verdaderos apotegmas, resumen en la parte final de su trabajo el pensamiento gonzaliano sobre la revolución. “La prensa debe ser libre como la voz del pueblo”. Y algo que es como un principio universal de lo que debe tener en cuenta toda revolución: ´Jamás un pueblo debe lanzarse a la revolución antes de asegurarse del triunfo y del consentimiento de la gran mayoría. “La soberanía –pontificaba González– reside originariamente en el pueblo y el gobierno posee la soberanía delegada por aquel, garantiza el ejercicio de las propiedades y de la libertad. “El pueblo tiene el derecho de derrocar el gobierno siempre que no llene aquellos fines, y establecer nuevo gobierno conforme a su voluntad. “Las revoluciones deben ser una lección de política, entrañar el planteamiento de un principio universal, y ser el eco de la gran mayoría y del asentamiento de la humanidad. “Son execrables y condenadas por la ley natural y de gentes, las sediciones intestinas, como violatorias de los derechos de la humanidad. “Los gobiernos deben suministrar a sus súbditos la educación primaria y los principios de la libertad que tiendan a prepararlos para la vida del ciudadano. “Cuando los soberanos no marchan de las ideas del siglo, una revolución es inevitable. “La historia es la maestra de los pueblos en todos los actos de su vida política”.

La Rioja en el ´90 Habiendo asumido el Ejecutivo riojano el 24 de junio de 1889 tras ocupar una banca como diputado nacional, Joaquín V. González parecía que intuía la brevedad de su mandato de poco más de dos años (finalizó en octubre de 1891) pues se lanzó frenéticamente a la realización de un ambicioso plan de gobierno, siguiendo no solamente la pauta de liberalismo a rajacincha impuesto por el gobierno de Juárez Celman, sino que se inscribía en pensamientos bien elaborados y atentos a la realidad inmediata que le tocaba presidir, puestos a la mejor labor de gobierno. Su programa estaba condensado en cinco puntos: reforma constitucional y legislativa; fomento de la instrucción primaria; sanción de una nueva ley de tierras publicas con vista al progreso


agropecuario y a fin de atraer la inmigración; impulso a las obras de riego, ferrocarriles y caminos; y mejoramiento de la hacienda publica. Tenía bien claro el joven gobernador de La Rioja lo que debía hacerse, y en parte y en el poco más del año previo al estallido de la revolución del ´90, pudo llevar a cabo buena parte de sus proyectos, alguno de los cuales aun perviven son singular fuerza. Y mientras reorganizaba en parte su administración –decreto sobre procedimientos administrativos (15 de julio de 1889); ley orgánica de la administración provincial (18 de julio de 1890 )–, se lanzaba de lleno a la creación de nuevos organismos que ayudaran a la salud, a la educación y al desarrollo de un pueblo postergado que no había restañado las heridas de las guerras civiles. El 7 de agosto de 1889 promulgaba la ley de creación del Consejo de Higiene, que pronto desarrollaría encomiable labor en pro de la salud pública. El 3 de octubre de 1889 aprobaba la nueva ley de educación que asignaba al Consejo de Educación toda la responsabilidad en el manejo del problema educativo. “Otra hermosa iniciativa –al decir del historiador Armando Raúl Bazán– fue la fundación de la Biblioteca Pública, formalizada mediante una ley del 30 de octubre de 1889. Su patrimonio se formaría con las obras que se adquiriesen por compra y las que fueren donadas por particulares. El propio González donó cuatrocientos volúmenes de su biblioteca particular y también se contaron entre sus benefactores, Lucio V. Mansilla, Juana Manuela Gorriti, Nicolás Calvo, Lisandro Segovia”. Esta iniciativa que junto con las obras referidas a la educación popular ayudarían al despertar cultural de la provincia, fue una de las muchas derrotas que sufriría González, aquellas que le permitían decir que ninguna de ellas haría mella en su espíritu, pues tiempo después tomaría razón que nadie se servía de esa biblioteca por lo que decidió pasarla al Consejo de Educación para elevar la cultura de los maestros en los que sí confiaba. La revista de la biblioteca dirigida por su amigo Pedro Delheye, editada a partir del 1º de diciembre de 1889 y de la que se publicaron ocho números fue realmente un esfuerzo digno y notorio y demostrativo de hasta dónde podía llegar la imaginación en el poder. Lo que realmente dificultó su tarea de gobierno fue no poder cubrir el servicio de una empréstito que por cuatro millones comprometía fuertemente a la provincia. “Para el ejercicio de 1889 –relata Bazán– habíanse previsto ingresos por valor de 1.022.912,50 pesos y se recaudaron en realidad poco más de 700.000 pesos. Además de los gastos ordinarios existían otros autorizados por leyes especiales relativos a obras públicas e intereses bancarios que sumaban $530.945,91. Para colmo de males el alza del oro hizo sumamente oneroso el servicio del empréstito contraído con el Banco Central. Se había calculado una inversión de $480.000 anuales y hubo que gastar en realidad $797.463,16 lo cual desbarató las previsiones hechas al respecto”. Muchas iniciativas quedaron en agua de borraja, aunque otras no obstante la crisis que ya se hacía sentir, se concretarían antes y después de la revolución. Así en agosto del ´89 se contrataba la construcción de una red de telégrafos que cubriría la provincia; un mes después “se declaraban de interés público y expropiables los terrenos necesarios para las obras de aguas corrientes, Tramway y luz eléctrica y el que requería la construcción de una avenida y paseo público en la capital”; además de varias leyes referidas a la construcción de mataderos en La Rioja y Chilecito, mercados, molinos harineros y demás. La crisis se hacía sentir en el país y golpeaba fuertemente las exiguas arcas de la provincia. Al año de asumir el gobierno riojano (24 de junio de 1890) González leía a la docena y media de legisladores provinciales y un selecto grupo de invitados, el balance de la


labor cumplida y faltando poco más de un mes del estallido revolucionario. Su mensaje, parecía referirse a otra sociedad, a otras circunstancias y realidad. Es que gran parte del conocimiento de González en las cuestiones públicas de las que daría acabadas muestras en sus altas responsabilidades posteriores, lo adquiría en estos poco más de dos años al frente del Ejecutivo riojano. Al referirse a la situación política y comentando las elecciones de diputados nacionales y provinciales, reflexionaba: “se han verificado en el mayor orden y con las formalidades y en los plazos fijados por las leyes, siendo de notar, sin embargo, que no existiendo partidos en lucha, que estimulen la concurrencia a las urnas, el número de sufragantes en ambas elecciones, ha sido bastante crecido para darnos a comprender que la indiferencia en el ejercicio del sufragio, no es todavía una enfermedad de nuestro organismo político. “Existe un partido organizado (el Partido Autonomista Nacional) que se preocupa de las cuestiones que la Constitución engendra en la vida democrática; y ahora es de suponer que uno nuevo venga a reclutar (el Partido Unión Cívica que en abril del ´90 habría mostrado su fuerza en el Frontón de Pelota de la Capital Federal) elementos para las futuras luchas electorales en toda la República. Mi deber, como gobernante, es garantir la libertad de todos los partidos que nazcan a la sombra de la Constitución cuya salvaguardia se me ha encomendado; y aunque he sido levantado por la acción de uno de ellos, comprendo que desde que he prestado el sagrado juramento por Dios y la Patria, me he consagrado a velar solamente porque todos los habitantes de la Provincia tengan la misma libertad y la misma seguridad para el ejercicio de sus derechos políticos”. En realidad, y electoralmente hablando, mucho de lo que expresaba González era más bien expresión de anhelos pues en esos tiempos y hasta muchos años después, las elecciones seguirían siendo canónicas pues los candidatos eran elegidos por unanimidad absoluta. Como previendo futuros e inminentes problemas por esta cuestión, advierte a esta nueva fuerza política que acaba de surgir: “Pero si mi palabra ha de llegar a sus oídos en previsión de una lucha apasionada que pudiera extraviar los criterios y lanzarlos a actos extremos de represalia; en obsequio a esta paz y tranquilidad que hemos conquistado, a cuyo amparo se siente en todas partes la armonía del trabajo que nos promete para días muy próximos una era de ventura y regocijo; cuando los ferrocarriles que ya se acercan, van a venir a exigirnos el producto de nuestro labor, para devolvérselo luego en moneda, esto es, en la fortuna, en el bienestar que todos soñamos, cuando apenas ayer hemos salido del caos de nuestras guerras civiles y comenzamos a encauzar nuestras fuerzas económicas cuando todo esto nos aguarda como una recompensa justiciera a tan largos y dolorosos padecimientos, evoco el patriotismo de mis conciudadanos de la provincia, y en nombre de su regeneración, de su porvenir y de su vida, les pido con toda la fuerza de mi espíritu. Que no sacrifiquen a sus pasiones políticas ni a sus ideales de partido, la paz laboriosa a que se halla entregado el pueblo, hoy que Dios ha enviado lluvias copiosas sobre nuestros campos, fecundidad a nuestros ganados, exuberancia a nuestra vegetación, y que nos promete frutos vigorosos y abundantes. Si viera realizado mi deseo, de que el ferrocarril nos encontrase ya vestidos de gala para recibirle en nuestro suelo en son de fiesta, todos unidos y reconciliados como en el seno de un hogar, creería, como en los tiempos bíblicos, que mi pueblo había recibido la unción del creador”.

Para concurrir a la obra de la salvación común


González puntualiza en ese lenguaje, mezcla de poesía y concreta y cruda realidad, los aspectos más crueles de una crisis que agobia la provincia de manera insoportable. Su gobierno ha heredado una difícil situación financiera que lo compromete con pagos perentorios y elevados, difíciles de satisfacer. Y a esa asfixia se agrega la suba desmedida del oro que agudiza el compromiso asumido por la provincia. Así da menuda cuenta de lo que se debe y de lo que se percibe, manejo escrupuloso pues en el orden provincial la crisis ha llevado a la paralización casi total de la obra pública y a dejar de lado nuestros proyectos ambiciosos que demostraban que si el gobierno carencia de fondos, no carecía de creatividad. Sigamos en la parte final el discurso que con su voz monocorde y pausada desgrana el joven funcionario, enfrentando a la peor crisis en toda la historia de un gobernante riojano. “Pesa sobre nuestro Tesoro una deuda que es preciso pagar, haciendo los mayores esfuerzos de economía y de trabajo para mejorar la producción de la renta pública, si hemos de iniciar obras de trascendencia para el progreso material de nuestra provincia. Este e el plan que me propuse desde que me di cuenta del estado del erario, y así, por medio de economías de todo género y de un cuidado esmeradísimo para evitar toda malversación de fondos, la deuda había disminuido en seis meses, al 31 de diciembre (de 1889), casi un 20 por ciento. “No hay pues, por qué desesperar. La provincia tiene recursos suficientes para sostenerse con dignidad en sus créditos; los tiene para pagar su deuda y aún para impulsar su desarrollo. Al principio nos costará sacrificio y nos privaremos de ver realizadas obras de ornato o de utilidad local; pero estimulemos la producción de la campaña que es rica y fértil, démosle agua y comunicaciones, y ya veremos levantarse nuestra renta a la altura que necesitamos para satisfacer nuestras ambición es de progreso”. Se referirá luego a la difícil situación económico-financiera que atraviesa la provincia, y a las medidas de austeridad impuestas a todos. Estos eran los tiempos en los que para solucionar ese tipo de problemas, gobernantes y gobernador solían recortarse sus respectivos sueldos en aras del bien común. Otros tiempos, por supuesto, y otros hombres. “Yo no soy –continúa diciendo González a los diputados– sino el humilde obrero que con el hacha, la pala y la azada trata de abrir el camino para que las generaciones venideras marchen sin obstáculos a la dicha que nosotros no alcanzamos. Esas esperanzas no son tan remotas, en embargo. Tres líneas de ferrocarriles se dirigen en estos momentos hacia la ciudad, surcando previamente nuestra rica y fertilísima campaña, y tengo la firme convicción de que antes de retirarme al silencio de mi hogar, podré señalaros ya muchos de sus grandes beneficios. “Para aprovecharlos con ventaja debemos ir desde ahora perfeccionando nuestra legislación fiscal, y especialmente la que se refiere a la renta pública; introduciendo la simplicidad y el método en nuestro sistema de impuestos y gastos, acostumbrándonos a la economía racional, que no paralice el desarrollo de nuestras fuerzas colectivas; fundando una situación financiera estable y exenta de complicaciones que dificulten nuestro crédito, para cuando llegue la hora económica de usarlo con la amplitud y la seguridad debida; es una palabra, debemos ir preparando nuestra reserva para aplicarla de lleno a la producción de nuestros campos, de nuestros colosos metálicos, de nuestras industrias hoy latentes”. La crisis del ´90 golpeó duramente la provincia y fue causa de que casi la mayoría de las obras emprendidas por González, imbuido del frenesí de los tiempos de hacer, sin hesitar ni dudar, obras de todo tipo desafiando no solamente las dificultades intrínsecas sino aquellas planteadas por el aislamiento, la despoblación, las distancias inmensas se


paralizarán. La Rioja vivía por esos años, el sueño todavía no frustrado de la posible y segura explotación de las riquezas del mítico Famatina. Es bueno recordar que a fine del silo González prohijaría, ley mediante, la construcción del fantástico proyecto de cablecarril a La Mejicana, obra ciclópea de 37 kilómetros de extensión que llegó a ser la segunda del mundo en su tipo. Por eso a la hora de la verdad, hora de decir realmente lo que pasaba en la provincia, a escasos días de que estallara la revolución, González hace un crudo análisis de la situación imperante en La Rioja y adhiere a una política que en el orden nacional, intentó sin éxito para el proceso de deterioro y evitar la revolución, cuya silueta ya entreveía, aunque realmente no la deseara. Y como era el político más consciente de que ello podía ocurrir en cualquier momento, es por lo que reacciona con prontitud y acompaña de manera total a las medidas que podrían impedir su concreción. Y esto se desprende claramente de la segunda parte de su mensaje en la que hace referencia explicita a la crisis nacional, con palabras que aun hoy a cien años de pronunciadas siguen conservando plena vigencia y oportunidad. “Honda perturbación –decía– ha causado en nuestro desarrollo económico la crisis porque atraviesa la República, producida precisamente en el momento de mayor expansion de los negocios y de las industrias que dan vida al Estado e impulso a la renta. Sus causas han sido manifestadas ya por el Excmo. Señor Presidente de la República en su mensaje del pasado mes, ante el Congreso Nacional; ´la rapidez vertiginosa de nuestro progreso; la expansión excesiva del crédito y sus abusos; la especulación extremada en el agio en las sociedades anónimas, en el precio de la tierra y en la creación de valores ficticios´. La escasez de moneda circulante y de depreciación, colocó a los bancos en difícil situación de poder seguir sirviendo los intereses de los comercios y de las industrias, paralizando las fuentes de recursos de que el Estado se provee para sus necesidades ordinarias. El Gobierno Nacional inició una política de economías que operó inmediatamente en contra del mal. Pero yo comprendí que esa política, para ser más eficaz, debía ser secundada por todos los gobiernos de provincia, para producir la reacción en todos los ordenes de la economía nacional porque la unión estrecha que existe entre las provincias y la nación, y su solidaridad de intereses, hace que la más apartada de aquellas sufra las inclemencias benéficas o adversas de la buena o mala situación financiera de ésta. La Rioja fue la primera en asociarse a este movimiento salvador; y su actitud le ha valido los aplausos de la opinión seria y sensata del país, representada por la prensa, la que sin distinción de colores políticos, ni de nacionalidad le ha enviado su palabra de aliento. La Rioja, siempre compadecida por los que no conocen su energía para el sufrimiento y su temple de acero para resistir la miseria. La Rioja que hasta ayer ha recibido un subsidio de la Nación para cubrir su presupuesto ordinario, es la primer en pagar su deuda sagrada de gratitud, despojándose de un pedazo de su humilde traje como los soldados de San Marin, para concurrir a la obra de la salvación común”. ¡Hasta qué punto fue consciente el gobernante riojano de la gravedad de la situación y hasta qué punto fue seguido por su pueblo en esta comprensión de la crisis por la que se atravesaba que obliga a González a abandonar en gran parte sus empresas de progreso y recortar el presupuesto provincial por todas partes! Veamos cómo fue el planteo: “Con ese objeto se dictó el decreto de fecha 12 de abril de corriente, que disminuye el presupuesto de este año la suma de $117.343,58 que añadida a la que importa la supresión de gastos creados por leyes especiales para obras públicas; los contratos pendientes por gruesas sumas de dinero y las concesiones para obras de utilidad, hace montar las economías en nuestros gastos ordinarios y extraordinarios a la cantidad de $832.632,58. últimamente nuestra crisis local ha


recrudecido, amenazando gravemente los 19 del mes que ha concluido, suprimiendo ya sueldos y gastos más importantes siendo de notar el hecho que habla tan alto en favor de nuestro patriotismo, de que casi todos los empleados afectados por tales supresiones han renunciado desinteresadamente la remuneración a su servicio que siguen prestando honoríficamente. Agregado esto a la suma anterior, nos da, pues, una economía general de $900.000 aproximadamente. “Economía real y verdadera, porque importa libertar el Tesoro público de erogaciones ordenadas por leyes y por contratos que han dado derechos a los particulares; economía real y verdadera, porque el gobierno se ha salvado de obligaciones onerosas que pesaban sobre sus espaldas desde hacía mucho tiempo sin esperanza de liberación, y porque privándose de ejecutar obras públicas decretadas, ha aligerado la carga del porvenir, permitiendo asegurar el presente; economía real y verdadera, porque suprimiendo gastos ordinarios y extraordinarios se pone en disposición de atender el servicio de sus deudas externa e interna con la seguridad de no faltar a su compromiso”. No hace falta, pensamos, que sigamos citando más aspectos enunciados en el mensaje a la Asamblea Legislativa a fines de junio del ´90, sí solo destacar los centrales del mismo: La Rioja, primera provincia que apoya el plan de austeridad propiciado por el Gobierno Nacional para paliar la grave crisis, los funcionarios y empleados riojanos renunciando a sus sueldos, pero continuando con sus tareas. Son muchas las lecciones ético-morales que surgen de estos días inmersos en una situación cuyo desenlace posible el propio Joaquín V. González avizoraba inminente.

Hacia la Revolución del ´90 en La Rioja Las restricciones presupuestarias de todo tipo invalidarían gran parte de sus planes, pero ello no obstante sigue laborando activamente en estos días previos al movimiento revolucionario en trabajos de urbanización de la capital que trataba de desprenderse de sus añejas e incomodas vestiduras. Más de 100 cuadras son empedradas en estos meses, demoliendo casas, ensanchando, rectificando y arreglando calles y veredas. Las sencillas planillas de jornales de los obreros que ganaban cada uno 1,50 pesos diarios en esta obra que el terremoto del ´94 destruiría en parte, testimonian este constante hacer. La administración de González, llena de imaginación y proyectos, estuvo signada por la catástrofe social y sísmica, queriendo quizás destruirla o pararla. Las boletas de pago por sumas importantes por los trabajos públicos pagados al empresario Juan Laforque, muestran que a pesar de la situación de escasez algo quedaba de presupuesto para seguir realizando obras necesarias en una ciudad que intentaba salir de su secular atraso y pobreza. Quizás su famosa Lección de optimismo, aquella de: “A mi no me ha derrotado nadie; y aunque así hubiera sido, la derrota solo habría conseguido hacerme más fuerte, más optimista, más idealista”… tuviera como inspiración estos días de malas noticias, como la que le comunicaba el presidente del Banco Provincial, Oscar de las Carreras, el 13 de junio de 1890: “A S.S el Sr. Ministro General de Gobierno: cumplo con el deber de manifestar a su senoría con debida forma; habiéndolo efectuado verbalmente en oportunidad al Excmo. Señor Gobernador que la gestión que el Excmo. Gobierno me encomendó a mediados del mes de enero último, ante el Banco Nacional en Buenos Aires con el objeto de obtener un crédito por la suma de 500.000 pesos no tuvo buen resultado, a causa de la crisis por la que atraviesa el país y que ha afectado hondamente a dicho establecimiento”.


A pesar de todo no había que perder el espíritu patriótico ni olvidarse de celebrar condignamente los principales fastos patrios. La pobreza franciscana de los padres de la Patria era un buen ejemplo a seguir por sus descendientes. La crisis del ´90 por las honduras alcanzadas, como lo hacía notar el funcionario riojano, obligaba a retemplar las fibras del patriotismo, bastante apabullado con tanta suba de oro, tantas quiebras bancarias y comerciales y tanta necesidad. Así el 14 de junio y de puño y letra de González se ordenaba pagar 150 pesos al cura y vicario doctor Eleuterio Mercado, valor del Te deum celebrado el 25 del mes de mayo. Por estos días los temas administrativos que lo preocupaban eran la educación popular y la obra publica. Al principio de su gestión proyectaba abrir 26 nuevas escuelas, proyecto que quedó frustrado; ello no obstante ordenaba con fecha 12 de junio al Receptor Municipal de Rentas: “Sírvase entregar al Consejo de Educación la cantidad de doscientos cincuenta y cuatro pesos sesenta y dos centavos, para completar con lo que se le tiene entregado en fecha 31 de mayo ppdo. la suma de $1.151,37, que le corresponde al fondo de escuelas por los impuestos municipales recolectados desde el 1º de enero a la fecha indicada”. Recordemos lo que supo escribir hacía 7 años: “La instrucción primaria es el fundamento de nuestro sistema y a mi juicio, el gobierno que la descuida es el más criminal de los gobiernos”. El 18 de junio el jefe de Policía comunicaba haber remitido 4 carabinas Remington al comisario del departamento Juárez Celman, jurisdicción que muy pronto cambiaria su nombre. Y así podemos registrar en los días previos a la revolución, una serie de notas y comunicaciones que muestran una administración preocupada no solo por cuestiones inmediatas sino por solucionar problemas de fondo y de significación para La Rioja. La crisis de la que tenia plena conciencia, quizás mas que ningún otro gobernador, no le impedía continuar buscando concretar sus planes. El 21 de junio, el doctor Carlos Herrera comunicaba al ministro de Gobierno: “He tenido el honor de recibir la nota de Su Señoría fecha 16 del corriente y a ella adjunto el decreto del Poder Ejecutivo, por el cual en asocio de otros caballeros me nombra en comisión para practicar el estudio del Código Rural para la provincia”. El 25, Arcadio de la Colina, que entre 1901 y 1904 sería gobernador de La Rioja, solicitaba del ministro de Hacienda prórroga para pagar los impuestos correspondientes a un nuevo periódico que saldría en la provincia, proyecto que debía postergar por el atraso en la entrega de una imprenta completa por parte de sus proveedores porteños. Y de junio 30, tenemos una cuenta parcial por el empedrado de una de las calles de la ciudad capital. Para la celebración del 9 de julio, el Gobierno hizo imprimir ochocientos afiches invitando al pueblo a embanderar sus casas y participar en los actos organizados, mandando imprimir 12 programas para el baile de gala y 300 programas para el concierto dado en los salones de la Escuela Normal de Niñas. Y escrupuloso como era en sus cuentas, pagó la suma de 62 pesos. El 18 de julio es sancionada la ley orgánica de la administración provincial, que significó, con otras medidas, las primeras tentativas en su época de sentar las bases de nuestro derecho administrativo. Y que fue uno de los logros de su administración. El 24 de julio, González dirige una nota al ministro de Guerra y Marina, acusando recibo de otra del ministro “por la que me comunica haber comisionado al teniente don Guillermo Mendoza para que proceda a la recepción de todos los infractores de la Ley Nacional de Enrolamiento en esta provincia, así como el enganche de los individuos


que quieran tomar servicio en el Ejército en calidad de voluntarios o enganchados en el Cuerpo de Ingenieros”. Y en la misma fecha le enviaba nota al gobernador de Catamarca en respuesta a una comunicación de aquel del 30 de junio “por lo cual hace notar que estando para resolverse la cuestión de limites entre ésta y esa provincia por el arbitro, el Exmo. Señor Presidente de la República, no puede considerarse legítimamente como un acto jurisdiccional para esta provincia una mensura particular ordenada por los Tribunales de la misma sobre terrenos situados al sur de la Sévila (cuesta próxima a Chumbicha), sobre las cuales ejerce posesión Catamarca desde tiempo inmemorial, y que por otra parte el gobierno de V.E. estima que las operaciones de mensura de terrenos particulares no dan ni quitan derechos de los que interesan al orden provincial, se limita simplemente a hacer constar que protesta del acto jurisdiccional ejercido con tal motivo por mi gobierno. Ya en otras ocasiones el Gobierno de mi Provincia ha declarado al de V.E. que no hay propósito de invadir ningún derecho así particular, como jurisdiccional de la Provincia de Catamarca, tratándose de mensuras en general y que todo cuanto se haga sobre terrenos comprendidos o que deba comprender el fallo arbitral que se espera lleva en si mismo carácter suspensivo cuya definitiva solución, ya judicial, ya simplemente administrativa, no puede pronunciarse sino después que el árbitro nombrado hay expedido su fallo. “Respeto pues la protesta de V.E. y a fin de evitar dificultades sucesivas con motivo de esta mensura he dado también conocimiento de ella al Juzgado de Primera Instancia ante el cual se tramita el respectivo juicio”. Una de las primeras misiones que cumplió González a poco de recibirse de Doctor en Jurisprudencia, fue la de estudiar y redactar el informe pertinente sobre los limites de La Rioja y Córdoba y lo que él determinó fue lo que en definitiva se aceptó. Todavía en 1970 La Rioja no había resuelto integralmente este problema fundamental para la legalización de le tenencia de la tierra que fue otro de los problemas encarados por González durante su gobierno. De julio 25 es una comunicación elevada al ministro del Interior transmitiéndole un pedido de vecinos del Departamento General Belgrano comunicado al Gobierno Provincial “pidiendo interponga su influencia ante el de la Nación, a fin de que se haga una variante en la traza del Ferrocarril Noroeste Argentino con el objeto de que dicha línea, en vez de atravesar regiones estériles y desiertas, vaya a beneficiar poblaciones y villas de mayor porvenir, que de otro modo no podrán en mucho tiempo salir del estado de atraso en que se encuentran. “Este gobierno –enfatiza González– penetrada de la alta importancia que entraña la variante pedida, por los grandes beneficios que reportará a aquellas nacientes poblaciones, que sólo esperan la llegada de la locomotora para entrar de lleno a la vida de trabajo, no ha vacilado en dirigirse a V.E. pidiéndole que si lo tuviera por conveniente, se sirva dictar las medidas del caso, a fin de llenar el justo pedido de los solicitantes”.

Las jornadas revolucionarias en La Rioja El 26 de julio la revolución estalla en Buenos Aires en horas de la madrugada. En La Rioja, ese sábado 26, la Legislatura sesiona y envía una comunicación al doctor González en la que le informa: “La Honorable Legislatura en sesión de ayer ha resuelto acordarle la licencia que solicitó en su nota de fecha 23 del corriente para ausentarse de la provincia por el término de cuarenta días y por asuntos urgentes del servicio público”.


El gobierno y la sociedad riojana, ese mismo día 26, ya están en conocimiento del estallido revolucionario, lo que no obsta para que siga sin mayores sobresaltos la tarea administrativa del Estado como lo demuestran dos documentos dirigidos al Receptor General de Rentas, señalándose en uno de ellos: “Por orden superior se servirá V. rescatar el documento firmado a la orden de Dn. Juan Laforque a ´90 días fecha, vencimiento al 27 del actual por cuatro mil novecientos ochenta y cinco pesos m/n legal formándose descargo de dicha suma”. Y ordenándosele en el otro “poner a disposición del jefe General de Policía un mil pesos, para ser descontados de las planillas a pagar”. Los partes policiales correspondiente a los días 26 y 27 dan cuenta al ministro de Gobierno e Instrucción Pública de un solo infractor: “el individuo Bautista Guardia por infracción al articulo 70, puesto a trabajar durante 8 días en la vía pública”. En la ciudad capital y en la provincia se vivían horas de intensa conmoción ante los acontecimientos que se desarrollaban en la capital de la República. González recordará algunos aspectos de esas jornadas vividas en La Rioja: “El 26 de julio recibí orden del Ministerio de Guerra de movilizar toda la Guardia Nacional de la Provincia, para acudir en defensa de la autoridades nacionales amenazadas por la revolución. El gobierno tomó ese mismo día todas las medidas pertinentes para cumplir aquel mandato con la prontitud que los sucesos exigían. La división en secciones a cargo cada una de un jefe militar, que establecí en 1889, y la concentración del mando en el Inspector General de Milicias, produjeron el éxito que me prometía, pues pudimos tener movilizados y dispuestos a ponerse en marcha a más de mil soldados, en menos de tres días, contando solamente, y al primer llamado, los Departamentos Capital, Castro Barros, Chilecito, Famatina, Lavalle y Sarmiento. “Los jefes de la Nación que han actuado en este movimiento, en ayuda del Gobierno y de cuyo comportamiento me complazco en hacer especial mención, han sido los tenientes coroneles don Carlos H. Herrera, don Carlos Exequias M. Bringas y don Vicente Bustos, los sargentos mayores don Felipe A. Acevedo, don Rodolfo Cisterna y don Aurelio Galindez –reconocido en su grado por el P.E. en uso de una atribución constitucional– y para reemplazar al jefe de la Sección Norte, comandante Herrera nombrado Inspector General, en reemplazo a su vez, del coronel don Ruperto Fuentes y el teniente don Eriberto Acosta”. El lunes 28, González dirige una breve comunicación al ministro doctor Roque Sáenz Peña como Jefe de las fuerzas del Interior – Rosario en la que informa: “Tengo el honor de dirigirme a V.E. comunicándole que el Señor Teniente Coronel Exequias M. Bringas, conduce a ésa cientos cincuenta hombres armados y municionados a ponerse a las órdenes de V.E.”. De los mil Guardias Nacionales movilizados hasta ese momento en toda la provincia marcharon inmediatamente hacia Rosario los ciento cincuenta hombres mencionados. La importante cifra de G.N. movilizados hay que convidarla en relación a los habitantes de la provincia, que por aquel entonces escasamente sobrepasaban los 60 mil. Y aunque todo señala que en la ciudad capital –de unos 15 mil vecinos– una movilización de tal magnitud había conmovido su tradicional paz y tranquilidad, el parte diario del jefe de Policía al ministro de Gobierno, del 29 de julio, rezaba: “Que pasaron sin novedad las 24 horas de ayer”. Todos cumpliendo religiosa y seriamente la movilización ordenada por el Gobierno Provincial. El 2 de agosto el gobernador envía nota al ministro de Guerra y Marina en la que le informa: “Tengo el honor de comunicar a V.E. que inmediatamente de haberse expedido por el P.E. de esta provincia el decreto movilizando las fuerzas de la Guardia Nacional, se presentaron a ofrecer sus servicios a este Gobierno los siguientes jefes del Ejercito Nacional residentes en esta Capital: Coronel Ruperto Fuentes, Coronel


Nicolás Barros, Teniente Coronel Exequias M. Bringas, Teniente Coronel Carlos H. Herrera, Teniente Coronel Marcelino Reyes, Teniente Coronel Vicente Bustos, Mayor Vicente Grimau, Mayor Rodolfo Cisterna, Mayor Felipe Acevedo, Teniente Primero Eriberto Acosta y Teniente Guillermo Mendoza. Lo que pongo en conocimiento de V.E. a los fines consiguientes”. Y mientras en la capital de la republica ya se había producido la primera renuncia de Juárez (5 de agosto), en La Rioja el día 6 se reunía la Legislatura presidida por Dermidio Carreño en su octava sesión ordinaria iniciándose con la lectura por Secretaría de los asuntos entrados para su consideración: “Nota del Poder Ejecutivo y Decreto Adjunto, invitando al funeral que tuvo lugar por el descanso de las victimas causadas por la Revolución, acaecida en la Capital Federal (una de las mas destacadas, la del coronel Julio Campos, que fuera gobernador de la Rioja). Se suprimió la lectura del decreto pasando al archivo. Al mismo acompañando el decreto que expidió en fecha 27 del mes próximo pasado sobre movilización de la Guardia Nacional”. Las actas registran lo que se dijo en oportunidad de sancionarse el proyecto de ley de movilización de la G.N. disponiendo los recursos pertinentes. “Presidente: va a dar lectura del acuerdo de fecha 26 del mes próximo pasado que en copia remite el P.E., solicitando su aprobación y por el cual dispuso solicitar del Banco Provincial un crédito por 20.000 pesos por la movilización de la Guardia Nacional “El secretario da lectura del acuerdo. “Presidente: Está en discusión este asunto. “Diputado Aravena: Que el Gobierno de la Provincia como agente natural del de la Nación y obedeciendo órdenes de éste, en momentos en que estallara la revolución en la Capital Federal dictó el acuerdo que se ha leído con cargo de dar oportuna cuenta a la Legislatura, sin que le fuera posible en un momento como aquel, proceder de otra manera. Que el Gobierno General como jefe de la Guardia Nacional estuvo en su perfecto derecho y entre la órbita de sus atribuciones para dar esa orden y el Gobierno de la Provincia procedió de la misma manera y que por tales conceptos hace moción para que se apruebe el acuerdo leído. Se verificó la votación resultando afirmativa y procediéndose la redacción del siguiente proyecto de ley que fue sancionado: Artículo 1: Apruébase el Acuerdo del P.E. de fecha 26 de julio próximo ppdo. en el que solicita 20.000 pesos del Banco Provincial por los gastos que ocasione la movilización de la Guardia Nacional ; Artículo 2: Comuníquese al P.E.” Y mientras los legisladores riojanos aprobaban los gastos para la movilización en defensa del Gobierno Nacional, éste presentaba ese mismo día la renuncia ante la asamblea legislativa que presidida por Roca la aprobaba, en tanto el pueblo celebraba la partida de Juarez Celman cantando alborozado aquellos versitos de “¡Ya se fue”! ¡Ya se fue! ¡El burrito cordobés!”.

Balance riojano de la revolución del ´90 El gobierno riojano movilizó inmediatamente a la Guardia Nacional, adoptó las providencias que las circunstancias imponían; envió una fuerza apreciable de Guardias Nacionales a Rosario e hizo aprobar una ley para sufragar los gastos que tal movilización demandaría; recordó con unción los muertos provocados por la revolución y de manera especial al coronel Julio Campos, gobernador de La Rioja de 1864 al 67, del que la provincia conserva un buen recuerdo por la importante obra realizada; resguardó la tranquilidad pública y siguió escrupulosamente administrando la pobreza de erario, de día a día más exiguo y fantasmal. Si la crisis del ´90 había golpeado fuerte en los grandes centros financieros, también sus consecuencias se hicieron sentir sin atenuantes en la ya de por sí difícil situación


financiera de La Rioja. Un largo y pormenorizado informe del Presidente del Banco Provincial, Oscar de las Carreras, del 14 de agosto, solicitaba del Ejecutivo riojano su intervención ante las autoridades del Banco Nacional al presentarse en lo inmediato fuertes compromisos y la imposibilidad de poder cumplirlos. González se hace eco de este pedido y acompaña el informe del Banco Provincial con una larga misiva dirigida al presidente del Banco Nacional en la que, entre otras cosas, expresa: “El Excmo. Gobierno de la Provincia ha resuelto en acuerdo de la fecha, dirigirse a este establecimiento en demanda de una modificación de las bases o condiciones del empréstito realizado con esta provincia en septiembre 13 de 1888. “Tratándose de un contrato concluido y ejecutado en todas sus partes por ese establecimiento, el Excmo. Gobierno no ignora que nada le es dado legalmente exigir, pero tiene el convencimiento de que sus indicaciones no han de ser desatendidas, en vista de las poderosas razones que le asisten y del carácter de institución nacional que ese establecimiento reviste”. “Indudablemente Sr. Presidente, el tipo de 79% sobre el valor nominal de 4 millones de pesos oro a que se realizó el empréstito de La Rioja con ese banco y los plazos establecidos para entrega, que obligaba al efectuarse, a dejar a esta provincia 284.400 pesos oro por intereses, amortización y comisión, sobre la suma de 4 millones de pesos oro, había bastado para hacer difícil el cumplimiento del contrato por parte de este gobierno. Si a esto se agrega la exigencia de ese banco de recoger los bonos de la deuda interna, adelantándole los 800 mil pesos a que hace referencia el Directorio del Banco Provincial, en la nota que se acompaña, la suba asombrosa del oro, el depreciamiento de la tierra, que ha obligado a este gobierno a suspender su venta y la imposibilidad en que se encuentran la mayor parte de los habitantes de la provincia, de cumplir con regularidad sus compromisos, a causa de la crisis general reinante en la República, el Señor Presidente comprenderá haya llegado el momento en que este Gobierno se vea en serias dificultades para satisfacer los suyos y no pueda prestar al Banco Provincial la ayuda que con tanta justicia reclama; a pesar de los esfuerzos y economía que hace algún tiempo viene realizando. “Las rentas de esta provincia apenas alcanzan para cubrir sus gastos de administración, la venta de las tierras públicas ha sido necesaria suspenderla y no es posible aumentar los impuestos, porque el estado económico de sus habitantes no lo permite. “El Excmo. Gobernador sabe que si el empréstito se realizó en las condiciones recordadas fue porque el Banco Nacional pensaba colocarlo en el Exterior y probablemente no era realizable en otra forma en esos momentos. “También reconoce que si la prosperidad general reinante en la época en que el empréstito se hizo se hubiera sostenido, no le habría sido imposible a la provincia hacer frente a los compromisos contraídos, con el producto del banco y de la tierra pública. “Pero como el Señor Presidente verá en la nota adjunta, el banco ha producido hasta el 31 de diciembre del año pasado 259.583,04, la tierra pública 32.028 pesos m/n y el servicio del empréstito ha exigido 1.103.729,42 pesos m/n a causa del alto precio del oro”. La provincia con escasos medios, el Banco Provincial sin tener cómo afrontar sus compromisos, la quiebra total a pocos días de ocurrida la revolución. Es digno de destacar que esa conciencia de la difícil situación por la que se atravesaba era toda la comunidad riojana. Y son numerosas las notas de ciudadanos e instituciones que en el ´90 y ´91 elevaron al Gobierno su disposición a renunciar a sus sueldos aunque no a sus obligaciones. De esos testimonios rescatamos uno en particular, el que


el 17 de mayo de 1891 elevara al ministro general de gobierno el Consejo de Educación de La Rioja: “Tengo el agrado de dirigirme a S.S. con el objeto de pedirle se sirva poner en conocimiento de S.E. el Señor Gobernador que el Consejo que tengo el honor de presidir, en atención a la difícil situación económica por la que atraviesa el país y deseando cooperar por su parte a la realización de los laudables propósitos que animan al Gobierno para conjurar la crisis que en estos momentos aflige a esta provincia, ha resuelto en sesión de fecha de hoy renunciar por unanimidad el sueldo que por ley les corresponde. “Me es grato asegurar al Sr. Ministro que todos los miembros de esta repartición continuaremos desempeñando nuestro cometido con el mismo celo y buena voluntad que hasta ahora lo hemos hecho. “Deseando que esta resolución contribuya benéficamente a facilitar los fines que se propone el Gobierno me es grato saludar al Sr. Ministro con mi más distinguida consideración y respeto W. del Moral”. En su último mensaje a la Legislatura (24 de junio de 1891), González al hacer un balance de su gestión valora con la perspectiva que da el cierto tiempo transcurrido la situación de la República y el sentido que tuvo, según él, la Revolución del ´90. “El caos económico en que se ha hundido la república, arrastrando en su caída a la Provincia, hace más indispensable levantarse por encima de los estrechos intereses partidistas, para conjurar el peligro con el esfuerzo coordinado de todos los ciudadanos. Una lucha electoral que encendiera la tea de la discordia civil, seria en la actualidad un golpe mortal asestado sobre el cuerpo desfallecido de la Nación y de cada una de las provincias. Paz y concordia son las palabras de orden que brotan de todos los corazones buenos en medio del peligro general; y para no perder la serenidad del espíritu en tan grave momento, hagamos un llamado a esas virtudes fundamentales que suelen permanecer ocultas en el fondo de nuestras almas en los tiempos de bonanzas, para servirnos de apoyo y de salvación en las horas de adversidad”. Y luego de un fervoroso llamado a la conciliación en todos los aspectos, González realiza un cuidadoso análisis de la revolución del año anterior: “La revolución de julio de 1890 ha producido una transformación radical en las ideas y en los hábitos políticos, que se habían ya caracterizado con ese sello peculiar a todo sistema prolongado. No es de este momento estudiarla a la luz de los principios, sino solamente poner de manifiesto su trascendencia e influencia en el pueblo y Gobierno de la Provincia. “El cambio de la persona que ejercía el mando supremo de las República, debía forzosamente llevar alguna perturbación en los partidos y en los gobiernos por la íntima conexión que entre ellos existe. Nacieron agrupaciones nuevas, y otras se fraccionaron, según como habían interpretado el estado moral y político de la opinión después de aquel trastorno revolucionario; pero, por lo general, una indecisión visible era lo que reinaba en el seno de los partidos mientras imperaba todavía la fuerza disolvente, como acontece en todo cambio repentino. Pero pasada la confusión y cimentado el orden, cada fracción volvía a obedecer a las leyes matemáticas de su afinidad histórica, y a la hora en que me escucháis, la opinión nacional y provincial está perfectamente definida. “La obra política de la revolución está consumada, aunque por las armas haya sido vencida, pero aquella situación desaparecida traía detrás de sí un profundo mal económico que persiste con alarmante tenacidad hasta el grado de que se crea llegado el momento de alejar todo interés de partido para constituir una grande y poderosa


fuerza, capaz de detener la enormidad del mal que nos agobia, y restablecer la vitalidad de la Nación entera, aniquilada por la crisis”.

Conclusión Quizás analizar la Revolución del ´90 desde La Rioja y en La Rioja, poco sentido hubiera tenido sin la figura protagónica del doctor Joaquín Víctor González. Y es que la marginalidad de la provincia, sus dificultades económico-financieras tradicionales acentuadas en aquella coyuntura y exacerbadas aun mas por compromisos contraídos en época de bonanza e imposibles de cumplir, llevaron al gobernante y teórico de lo que significa la Revolución, conceptualmente hablando, a apreciar con meridiana claridad que lo que vivió la República y La Rioja en estas jornadas de julio del ´90, constituían la expresión de un pueblo en armas contra un gobierno y un sistema que no lo representaban en absoluto. Por ello, quizás la importancia que tiene desde una perspectiva histórica, valorar esa particular revolución que tanto significó para el progreso de las ideas políticas y económica del país de clases sociales postergadas y por el surgimiento de nuevas expresiones político-partidarias que tendrían en La Rioja particular y profundo arraigo. Los largos y medulosos mensajes de González a la Legislatura, sus numerosos proyectos de leyes y decretos propiciando cambios sustanciales en códigos, instituciones y demás; el acentuado interés durante su gestión por la obra pública, la educación y la cultura popular, son los frutos tempranos de uno de los intelectuales y pensadores, mas provinciano y más universal que hayamos tenido. De allí los análisis que hiciera González de la crisis y la Revolución del ´90 y lo que significa como tremendo impacto en una sociedad llena de carencias y necesidades; la manera como encaró las mismas, el sacrificio que impuso pero que, además, el publico aceptó con alto espíritu de cooperación; las desilusiones ciertas al ver cómo se disolvían sus más cálidos y generosos proyectos, aunque algunos contra viento y marea siguieron su vuelo, crecieron y duraron hasta hace poco como su querido Consejo General de Educación, palanca y eje de la educación popular que él entendía era el único reaseguro contra la injusticia y la libertad en la Republica. La crisis y la Revolución del ´90 en la provincia, tuvieron un protagonista de primera línea, un joven gobernante que supo más que nadie lo que cabía hacer en las circunstancias que agobiaban a la Nación y La Rioja, que adoptó los recaudos necesarios para sobrellevarlas mejor y que una vez pasado el vendaval revolucionario, predicó la conciliación, la concordia y un curso de acción basado en la unidad fraterna. La Revolución del ´90 en La Rioja dejó profundas y claras lecciones que la historia y el protagonismo imborrables de González permiten, aún hoy, rescatar con provecho. BIBLIOGRAFIA Archivo Histórico de La Rioja: Cargas y Datas – Año 1890, carpetas, 49-52/1890 Archivo Histórico de La Rioja: Conocimientos Año 1890, Carpeta Nº 4. Archivo Histórico de La Rioja: Libro de Leyes y Decretos Año 1890. Archivo Histórico de La Rioja: Libro copiador de Notas locales – Año 1890 – Libro Copiador Notas Externas. Bazán, Armando Raúl: Historia de La Rioja, Ed. Plus Ultra, Buenos Aires, 1979. González, Joaquín V.: Obras Completas, Universidad Nacional de la Plata, edición ordenada por el Congreso de la Nación, Buenos Aires, 1935.


González, Joaquín V.: Estudio sobre la revolución – Córdoba 1895 – Mensajes del Gobernador Joaquín V. González a la H. Legislatura 1890 y 1891, Ediciones de la Constitución, La Rioja, 1892. Rosa, José María: Historia Argentina, t. 8, p. 428, Ed. Granda, Buenos Aires, 1969.

LA REFORMA UNIVERSITARIA Y LA RIOJA El movimiento de la Reforma Universitaria del ´18 tuvo algunos significativos prolegómenos o antecedentes que si bien ya estudiados no han alcanzado la suficiente divulgación al respecto. Por eso alguna vez supimos escribir al referirnos a este tema y parodiando al Génesis “Y en el principio fue una biblioteca…” Porque fue justamente en una biblioteca donde en gran medida se agitaron las ideas que culminarían en la Reforma. La biblioteca que dirigió un riojano Juan Zacarías Agüero Vera, nacido en Ontiveros, próximo a Malanzán, había cursado estudios de abogacía en Córdoba y desempeñando una serie de labores periodísticas y literarias cuando a los 30 años es nombrado director de la Biblioteca Córdoba, madres de las bibliotecas populares cordobesas, el 23 de mayo de 1916 por el gobernador radical Eufrasio Loza. El joven riojano había ya aquilatado en su breve desempeño en la actividad cultural de Córdoba una serie de condiciones y calidades que se pondrían ampliamente de manifiesto en esta función, con la que iniciaba una larga trayectoria que lo llevaría a ocupar importantes cargos en el orden nacional y llegar a gobernador de La Rioja en 1929-1930, cayendo por el golpe de Estado del 6 de septiembre del ´30. Jota Zeta, al humilde cargo de director de la Biblioteca Córdoba, pronto lo llenaría de respeto y significación y lo proyectaría hacia metas realmente importantes para Córdoba, el país y el mundo. A mediados de 1916 la Biblioteca Córdoba que dirigía Jota Zeta previa una reunión celebrada por un grupo de gente joven y de ideología renovadora, resolvió iniciar un ciclo de conferencias populares, con propósitos francamente agitadores. Debían ocupar la tribuna entre otros Arturo Orgaz, Martín Gil, Agüero Vera y Saúl Taborda. La primera conferencia fue la de Capdevila que trató de derecho hindú y, con tal ocasión, hizo un estudio de contraste entre principios y dogmas católicos y budistas. Estalló una tempestad de iras de los elementos anti-liberales que volcaban su furia en Los Principios, diario del Centro Juventud Católica. Empezaron a atacar al director de la biblioteca y a iniciar al gobierno a que impidiera la prosecución del programa cultural. Se agitó la opinión y la gente liberal se aprestó a la lucha, encendiéndose el entusiasmo estudiantil y popular. El núcleo de amigos, organizador de la conferencia, dio el 18 de agosto el siguiente manifiesto: “Un hecho auspicioso, la conferencia de Arturo Capdevila, la primera de las que deben realizarse por iniciativa de la dirección de la Biblioteca Córdoba, ha provocado la reacción agresiva de ciertos elementos, inspiradores de tendenciosas publicaciones, que impotentes para hacer triunfar sus normas en el terreno de la libre y serena exposición de las ideas, se afanan en fustigar todo alumbramiento de mentalidad, interpretándolo como una peligrosa amenaza contra su medrar infecundo. Así, pretenden con su voz salida de la penumbra sin rumores, voz que no es de apóstoles ni patriotas, que se ahogue la libertad de pensamiento, y que se cierren las bibliotecas en donde se aprende amar la libertad. Por eso, los que suscriben, profesionales y estudiantes, ante el


desborde de esa propaganda que trata de acallar toda discusión, de extinguir todo razonamiento en el quietismo de las mentes estériles, manifiestan su adhesión inquebrantable a los principios contra los que pretenden hacer retroceder la vida social a un estado indigno de la época en que vivimos. Córdoba, agosto de 1916”. Y siguen cientos de firmas de toda la provincia, entre las que se destacan las de los procónsules de la Reforma Universitaria posterior, intelectuales que darían qué hablar a la ciencia y a la cultura argentina. El timorato gobierno de Loza, trabado en su acción por rivalidades internas, atemorizado además, por la virulenta reacción de los intereses que se sentían afectados por esta acción de despertar de las conciencias que lo tenían a Jota Zeta como punta de lanza, reaccionó como no podía ser de otra forma. Y así, el 21 de septiembre, ordena al director la redacción de un reglamento que se regiría por las normas siguientes: “Que es necesario para que la Biblioteca de Córdoba llene los altos propósitos a que responde como institución del Estado, que se fijen normas generales que han de caracterizar la índole de su acción, que en su esfera es eminentemente docente, especialmente en la orientación que le ha señalado su Dirección actual adoptando la forma realmente eficaz de las conferencia periódicas”. Primero el halago, luego el palo. Veamos: “Que si bien para el estudio y dilucidación de los temas que en aquellas se desarrollan, debe existir amplia libertad de pensamientos e investigación como condiciones especial de todo adelanto científico, no es menos cierto que esa misma libertad, como todo derecho, no puede ser absoluta, desde que deben respetarse siempre reglas de moralidad y de orden publico, como igualmente principios de orden constitucional”. Pero mientras el gobierno trababa definitivamente la acción emprendida por Jota Zeta desde la Biblioteca Córdoba, la agitación desencadenada por él y otros se expresa por una serie de reuniones secretas que desembocaría en la constitución del comité “Córdoba Libre”, el 10 de septiembre, que resolvió de inmediato emprender una campaña liberal iniciando el ciclo de conferencias con una a cargo de Alfredo Palacios. El movimiento de la reforma universitaria estaba en marcha por más consumismo, reglamentarista y pedestre. Agüero Vera renuncia el 4 de noviembre. Es bueno tener presente que muchos jóvenes universitarios riojanos que estudiaban por ese entonces en Córdoba participarían del movimiento reformista, entre los cuales cabe mencionar al legendario López González de importantísima trayectoria posterior en la política riojana.

La proyección del movimiento reformista en La Rioja El doctor Enrique Vera Barros, adolescente en aquel año ´18, recuerda cómo impactó en La Rioja el movimiento reformista de Córdoba: “Cuando iba a los primeros cursos en el Colegio Nacional secundario riojano y un movimiento de apoyo a la misma”. En un largo artículo Ángel María Vargas en Don Joaquín de diciembre de 1970 recuerda el medio siglo transcurrido desde 1920 cuando se produjo “la primera huelga de estudiantes riojanos”, en estrictamente huelguísticas. “La promoción de treinta y seis maestros de 1920 de la Escuela Normal Pedro Ignacio de Castro Barrios se singularizó –anota Vargas– como extraordinaria y señera. Lo decimos tributando justicia a un magnifico núcleo de estudiantes que, en su hora, atrajo sobre sí la admiración y el respeto de todo el país. Fueron los primeros muchachos y las primeras chicas que se alzaron en La Rioja en gesto de rebelión en defensa de sus derechos. Pudo influir en esa actitud, posiblemente, el ejemplo de la reforma universitaria que eclosionó en Córdoba en 1918; pero de


todas maneras el acontecimiento evidenció en los huelguistas riojanos una madurez y una claridad de propósitos afirmadas por una decisión inconmovibles. Un martes 13 de junio –recuerda Vargas– estalló la huelga que duró hasta mediados de agosto de ese inolvidable 1920. Un memorial redactado por la pluma relampagueante de José Rivera y Armando Romero Chaves exigía la destitución de profesores incapaces y de otros títulos habilitantes. La chispa detonante fue una serie de exigencias impuestas por el profesor de francés, monsieur Gaston Lanne, que obligaba a los estudiantes a dedicar mayor tiempo de estudio para la lengua gálica con detrimento de las demás asignaturas. Además se exigía la asignación de titular para la dirección de la escuela ejercida interinamente por la señora Serafina G. de Coutouné. El alma de la rebelión bullía en los dos memorialistas mencionados y en Roberto de la Vega, los tres alumnos de cuarto año y a punto de recibirse de maestros. Los secundaba toda la escuela, a la que apoyaban el Colegio Nacional representado por Enrique Díaz, que posteriormente llegó a ser diputado provincial, y la Escuela Profesional de Mujeres cuya voz cantante y arrolladora en sus candentes discursos brotaba de los labios de la exuberante Olimpia Bellora. “Además, en la protesta que elevaron al ministro de justicia e Instrucción Pública proponían dos candidatos para cubrir la dirección vacante de la Escuela Normal: uno de sus profesores, muy querido y a la vez regente de la misma, don Domingo Hunicken y el Dr. Adolfo Bazán que por esa época actuaba como director de la Escuela Normal de Quilmes. “En sus dos meses de duración la huelga mantuvo a la ciudad en permanente vibración. No había clase en ninguno de los tres establecimientos mencionados. Los huelguistas, en asamblea permanente, se reunían por las mañanas en el Cine Crovara que funcionaba en un viejo edificio frente a la plaza 25 de Mayo, donde hoy se levanta la Farmacia Castore. Por la tarde salían en manifestación con los consabidos ´¡Viva la huelga!´ saturados de un intenso olor a pólvora de las bombas de estruendo que estallaban con mortero o sin mortero. “Además de la simpatía popular, que ganaron de inmediato, los revoltosos tuvieron el apoyo de los cocheros convertidos en mensajeros, informantes secretos y batallón de transportes. Como la policía buscaba a los cabecillas para detenerlos éstos recurrían a sus aliados, los aurigas, que los conducían de noche a los lugares secretos de reunión, pues es Cine Crovara terminó por ser vigilado constantemente. No bastando eso, el Intendente Municipal don Arturo Coutouné, esposo de la directora interina de la Escuela Normal, ordenó la demolición de una tapia ´en malas condiciones´ que limitaba el predio del Cine Crovara. El local, pues, dejó de ser local cerrado”. El doctor Vera Barros recuerda que “se notaba consciencia en los estudiantes sobre lo que era la Reforma. Ya gobernaba Benjamín Rincón, pero estaba el gobierno en contra de la huelga. Los directivos y profesores de la Escuela Normal y del Colegio Nacional eran radicales porque los habían sacado a los conservadores, y el gobierno a pesar de ser radical no apoyaba la huelga”. Según Vargas “como el conflicto no se solucionaba el gobierno empezó a minar las revueltas. Altos funcionarios aparecieron llevando sus hijos a clase. Los muchachos con gesto hosco y las chicas llorando avergonzadas. El espíritu de solidaridad para los compañeros y la lealtad a los principios proclamados habían arraigado profundamente en sus conciencias. “Ante la posibilidad de otros recursos que pudiera esgrimir el gobierno para quebrar la huelga, sus lideres decidieron jugarse el todo por el todo y así viajaron a Buenos Aires, en delegación, Armando Romero Chaves y Enrique Díaz para entrevistar al doctor Salinas, riojano nacido en Olta y que interpretaba el sentimiento reformista de


Yrigoyen, ministro entonces de Instrucción Pública. La solución no tardó. Los estudiantes fueron escuchados. Se produjo de inmediato la designación del doctor Adolfo Bazán y la Escuela Normal, con nuevo director, ya no tuvo problemas”.

Cuando las leyes eran defendidas a las patadas El 1º de agosto de 1935 en el periódico La Rioja y bajo el titulo “Dos diputados se tomaron a golpes de puño en la Legislatura” se daba razón de los graves incidentes ocurridos en la Legislatura y se iniciaba uno de los más curiosos, controvertidos, dramáticos o tragicómicos episodios de la más que centenaria historia del Parlamento riojano. Y aunque el periodista cargaba las tintas, este tipo de cuestiones, si bien con menos dramatismo, fueron frecuentes en la política local. Y seguía apuntando el periódico: “El desagradable incidente ha sido condenado en forma unánime”. Y luego pasaba a resaltar los hechos: “Interrupciones. Mientras sesionaba la H. Cámara de Diputados, el martes último a las 20 horas y en circunstancias en que el diputado Mario de la Fuente informaba como miembro de la Comisión de Presupuesto, sobre la disolución del Juzgado de 1º Instancia de Chilecito se produjo un incidente muy desagradable que, felizmente, no tuvo fatales consecuencias. “Mientras hablaba el diputado mencionado, que pertenece a la oposición, fue interrumpido varias veces por el diputado oficialista José María Villafañe. Como estas interrupciones tenían un carácter netamente personal el Sr. Mario de la Fuente dijo que ´solo aceptaría aquellas que aportasen una luz al asunto que se estaba tratando pero que para las cuestiones personales no era el recinto de la Legislatura el más apropiado para ventilarlas agregando que no debía interpretarse su prudencia personal y su respeto a la Cámara como cobardía; que aún estaba en el ambiente el olor a pólvora de la tragedia del Senado Nacional ( se refería al asesinato del senador por Santa Fe Enzo Bordabehere durante la sesión del 23 de julio de 1935, en plena culminación del debate sobre las carnes), y que no creía que con insolencia se quisiera reeditarla en La Rioja´. “A pesar de estas palabras –continúa La Rioja–, Villafañe siguió interrumpiendo en forma violenta a De la Fuente, aumentando así la tensión nerviosa de los legisladores presentes”.

Y comienza la tragicomedia “Golpes de puño: Levantada la sesión de diputados De la Fuente y Villafañe continuaron su violento diálogo. Villafañe aplicó un golpe de puño sobre la cabeza de De la Fuente. “Villafañe lleva la peor parte: De la Fuente, que es un hombre ágil y físicamente bien constituido tomó a Villafañe del cuello y lo asestó contra el suelo propinándole una serie de golpes que dejaron maltrecho al diputado oficialista. “Villafañe, enceguecido por la ira, extrajo un revolver intentando hacer fuego contre De la Fuente, pero éste logró desviar el caño en circunstancias en que el diputado Busleimán se interponía entre los dos, logrando despojar de su arma al agresor para entregársela al Presidente de la Cámara Dr. Wenceslao Frías. “Los amigos: Villafañe desarmado, pedía ayuda exclamando: “Mis Amigos, ¿dónde están mis amigos?” “Pero parece –comentaba socarronamente el cronista– que los amigos del Sr. Villafañe, temerosos que les sucediera lo mismo que a éste, no se animaban a intervenir”.


Y la cosa se complica y aparece una patada misteriosa y anónima Y como la tragicomedia debía aumentar o hacerse más completa, alguien que nunca se supo bien quien fue, introdujo una patada en escena y llevó las cosas a su clímax. Veamos. “Un puntapié misterioso. De resultas de éste desagradable incidente, que tan poco habla a favor de nuestra Legislatura, el Sr. Villafañe envió los padrinos al Dr. Busleiman Cabrera, a pesar de que todo el mundo esperaba que se los enviaría al diputado De la Fuente. “En efecto: el mayor Juaristi y el Dr. Armando Ocampo se apersonaron al Dr. Elías Busleimán Cabrera y, según la versión que ha llegado a nuestro poder le habrían exigido amplia explicación, por un puntapié recibido en la Legislatura por el diputado Villafañe o en su defecto una reparación por las armas (y esto de los duelos forma parte de un interesante capitulo de la historia riojana, que hasta bien entrada la segunda mitad de este siglo todavía vería llevarse a cabo este tipo de limpieza de honras y prestigios). “El Dr. Busleimán Cabrera habría contestado lo siguiente: “Yo no acostumbro dar la patada a mis amigos”. “Según parece, el dolor que dice sentir el diputado Villafañe provendría de uno de los golpes que le propinó su colega De la Fuente”. “Se quiso ocultar el hecho. Sabemos que de la Casa de Gobierno se solicitó a los corresponsales de los diarios metropolitanos que no trasmitiesen las noticias del incidente. Nosotros creemos que esa orden –así hay que interpretarla– será de efectos contraproducentes. Hechos tan desagradables como el que comentamos, hay que hacerlos públicos para que el pueblo sepa de qué manera se comportan sus representantes de las Cámaras Legislativas. Precisamente la publicidad es la mejor sanción aplicable a todos aquellos legisladores que olviden el cumplimiento con sus deberes, restan autoridad a sus investiduras y hacen de sus bancas que no les pertenecen, porque son del pueblo, algo así como el mostrador de sus rencillas personales. “Condena general: Nuestra imparcialidad periodística –continúa diciendo La Rioja– hemos recogido opiniones de numerosas personas autorizadas que presenciaron la roña del martes y todas están de acuerdo en condenar la actitud del Sr. José María Villafañe, quien en su calidad de vice primero de la Cámara estaba obligado a guardar mayor serenidad que el resto de sus colegas”.

“El gordo de la esquina” y un humor con mucha sorna y un acta muy seria El gordo de la esquina seudónimo del entonces periodista y luego gobernador riojano Don Herminio Torres Brizuela, autor de numerosas y divertidas cartas que por esa época aparecían en la prensa local firmando con ese seudónimo, envía una carta al director de La Rioja en la que dice: “Yo soy un tipo que no falta nunca a la barra de la Legislatura. Por esa circunstancia estoy en condiciones de poder escribir un par de líneas relacionadas con el enigma del día ¿Hubo patada? ¿O no hubo patada? “Sobre este tema y ayudado por la Arqueología y el Almanaque de las Píldoras de White, trataré de dilucidar este punto para que las generaciones venideras, no confundan la verdad histórica. “Anuncie mi conferencia, Señor director, para el número del sábado. Le sacude la mano. Su afectísimo. El gordo de la Esquina”. Pero si unos tomaban para el titeo y la burla esto de la patada, el pateado y sus padrinos no lo pensaban así y seguían la cuestión de la salvaguarda del honor con singular pundonor, como corresponde a las cosas del honor y más si éste agraviado o, mejor, pateado.


El 3 de agosto se daba cuenta de que no se había realizado el duelo entre los diputados Busleimán y Villafañe y se transcribía el acta en la que se establecía esa decisión. “En la ciudad de La Rioja a los veintinueve días del mes de julio del año mil novecientos treinta y cinco, reunidos el doctor D. Armando Ocampo y el mayor D. Eduardo Juaristi en representación del señor D. José María Villafañe por imperio del acta poder de la fecha se han apersonado ante el doctor D. Elías Busleimán Cabrera a las veintitrés y treinta horas, a los efectos de pedirle amplias explicaciones por incidentes personales suscitados en la Cámara Legislativa, entre el señor D. José María Villafañe y el señor D. Mario de la Fuente y por la participación que el Dr. D. Elías Busleimán Cabrera tuvo en el mismo y que el señor D. José María Villafañe considera altamente ofensiva para su dignidad personal, o en su defecto una reparación por las armas. “Apersonados los padrinos Dr. D. Armando Ocampo y mayor D. Eduardo Juaristi ante el Dr. Elías Busleimán Cabrera manifestó que se hallaba convencido de que se trataba de un error por cuanto el Sr. D. José María Villafañe tuvo el incidente con el Sr. D. Mario de la Fuente, a quien aplicó un fuerte golpe de puño en el rostro y que al inclinarse hacia delante fue tomado de la cabeza por el Sr. D. José María Villafañe al suelo, siempre tomado por el señor D. José María Villafañe consiguió desprenderse el sobretodo y sacar un revolver; que en esas circunstancias el señor Dr. Emilio de la Vega que se hallaba próximo lo tomó del brazo derecho a la altura de la muñeca a fin de impedirle que hiciera fuego; que dado las alternativas de la lucha y viendo el inminente peligro en que se hallaban los circunstantes, el Dr. D. Elias Busleimán Cabrera intervino al solo efecto de tomarle el revolver que mantenía el Sr. D. José María Villafañe en la mano y que en ese preciso instante, el señor D. José María Villafañe gatilló sobre el dedo del Dr. D. Elías Busleimán, lo que impidió que saliera el disparo, consiguiendo quedarse con el revolver mencionado y del que hizo entrega al señor presidente de la Cámara Dr. D. Wenceslao Frías; y que nunca lo han animado hacia el Sr. D. José Villafañe sentimientos de enemistad y por el contrario se consideraba su amigo leal y sincero. “Que no hace nombramiento de padrinos porque considera no haber necesidad ya que de él no ha partido ofensa alguna para con el señor D. José María Villafañe. “Nota: Al hacerse firmar la presente acta el Dr. D. Elías Busleimán Cabrera manifestó que si bien se notificaba en todo el contenido de la presente acta no creía necesario firmarla dado que considera no haber causa para ello”.

De nalgas doloridas y actas desmentidas Y lo que parecía un incidente terminado y superado no lo era ni muchos menos, pues el tema de la patada de marras siguió trayendo cola, pues de eso se trataba justamente. El 5 de agosto el doctor Busleimán Cabrera desmentía como “completamente falsas las afirmaciones de El Zonda así como las del acta últimamente publicada, porque no he dado satisfacciones al Sr. Villafañe ni tampoco ratifiqué amistad alguna con él. El día lunes 29 a las 22 horas más o menos –sigue aclarando el acusado pateador de nalgas– me encontraba en el Cine Monumental, fui llamado al hall del teatro, en nombre de los señores Dr. Armando Ocampo y Mayor Juaristi, y una vez en sus presencias me interrogaron con esta frase: ¿Qué ha tenido con el diputado Villafañe?, a lo que contesté que absolutamente nada y que el incidente ocurrido sólo fue entre aquel y el diputado Mario de la Fuente, concretándose mi actitud a tomar el revolver que en ese instante se disputaban los protagonistas, en el deseo de evitar desgracias personales. En esas circunstancias los presentados me manifestaron que al diputado Villafañe, le


dolían las nalgas y que yo o el diputado Emilio de la Vega podríamos haberle pegado algún puntapié, lo que yo desmentí afirmando que no tenia razones para ello, máxime cuando aquel estuvo en situación tan desgraciada, pidiendo clemencia y llamando a sus amigos. Estas y no otras fueron las explicaciones que di en ese momento y creí que con ellas todo hubiera terminado. “Debo hacer constar –insiste Busleimán Cabrera– que ni el Dr. Ocampo ni el Mayor Juaristi, invocaron el carácter de padrinos del diputado Villafañe y más bien traslucía en ello s una intención de conciliar posibles resentimientos, al extremo de que no exhibieron documento alguno ni yo se los exigí. “Sin embargo al día siguiente fui invitado por los nombrados al hall del Club Social, donde me sorprendió la actitud de éstos, al presentarme una acta en cuatro ejemplares de un mismo tenor, la misma que acababa de publicarse, que no he aceptado y que rehusé firmar; haciéndoles notar que, si bien eran ciertos los hechos que especificaba, en cuanto se refería a mi intervención en el incidente, en cambio, dije categóricamente, que no tenia que dar ninguna explicación ni satisfacción y menos hacer rectificación de amistad intima con Villafañe, porque no la tenia, ni deseaba tenerla. He afirmado también a los supuestos padrinos que el diputado Villafañe pretendía justificar su triste papel en el incidente, que él mismo había provocado procurando complicar a otros diputados, dando además la sensación publica de que es capaz de afrontar situaciones personales conmigo. Me complace que se haya ordenado la publicación del acta, porque este hecho evidencia los propósitos de Villafañe, recalcados por mí al Dr. Ocampo y al Mayor, que no podrán negar mis afirmaciones. Sin embargo aparecen suscribiendo un documento que está lejos de ser mi respuesta por el que dan carta de coraje al diputado Villafañe y que importa su habilitación para un nuevo incidente. “Por último –decía la crónica– en tono enérgico nos dijo el Dr. Busleimán que le molesta demasiado esta farsa, porque el usado duelo no es otra cosa, que sólo evidencia propósitos criminales. Y hagan saber al diputado Villafañe, que menos podría aceptarlo con hombres que lloran por un chirlo y que son incapaces de llegar con honor al terreno del honor”.

Conclusiones pundonorosas, porque de pundonores se trata El Gordo de la Esquina tenía razón, porque si hubo patada. Patada bien dada en plenas posaderas del diputado oficialista que a pesar de exhibir revolver y un espíritu pundonoroso en verdad se quedó sin que nadie aclarara quien había sido el autor de la susodicha patada. En La Rioja se repitió con menos dramatismo, más titeos y sonrisas, los que días antes había ocurrido en el Senado de la Nación. Y es que allá las razones eran serias y aquí no tanto. En definitiva un incidente que hoy día nos hace sonreír y pensar que sigue siendo cierto aquello de que el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y la piedra, sin duda, es una Legislatura que al menos ofrecía espectáculos tragicómicos y hoy, más son tragi-ridículos.

HACE 70 AÑOS LLEGABA EL PRIMER AVIÓN A LA RIOJA Fue justamente un aviador francés de los que vinieron a nuestro país invitados por el riojano Almandos Almonacid, el primero que llegó a La Rioja hace 70 años. En su


edición del miércoles 3 de junio de 1921, el periódico La Democracia, que dirigiera el político, revolucionario, periodista, químico y tantas otras cosas más, Francisco Baigorrí, publicaba bajo el título “Raid aeronáutico/Córdoba, La Rioja y Catamarca/con el piloto Sr. Julio Abel”, una extensa crónica que es, sin duda, la partida de nacimiento de la actividad aeronáutica en nuestra provincia. “Después de varios días de expectativas popular –decía La Democracia–, arribó a esta ciudad el avión destacado por el Aero Club de Córdoba, institución que patrocina el raid aeronáutico, siguiendo la ruta que por iniciativa del director general de Aviación del Ejército, coronel Mosconi, unirá en breve a nuestra provincia con el resto de la República. “El día del aterrizaje en la pista provisoria, fue esperado desde las primeras horas de la tarde propicia como estuvo por la temperatura y el despejado cielo, por todo el pueblo que se había dado cita allí, y que aclamó a los aviadores al descender éstos del aparato”.

Julio Abel y Crochard, dos pilotos franceses En la entrevista concedida a La Democracia, el piloto Julio Abel relató: “Soy francés, nacido en Los Alpes y cuento actualmente 27 años de edad. Hice el servicio militar en un cuerpo de infantería, en los primeros años de la última guerra, ingresando luego a la Escuela de Aviación de Pau, donde obtuve mi brevet de piloto militar, pasando después por las diversas escuelas de perfeccionamiento aeronáutico, entrando a formar parte de una de las escuadrillas de reconocimientos militares de gran alcance, donde permanecí actuando durante los tres últimos años de guerra (…) Tengo el grado de subteniente francés de aviación. Vine a la Argentina formando parte de la misión francesa que visitó este país y de la cual también era nuestro compañero el intrépido riojano Almandos Almonacid, una razón más de serme grata mi permanencia entre estas sierras, cuna del camarada; me radiqué en Córdoba, una vez que la misión regresó a mi patria, con el objeto de efectuar aviación civil. Soy miembro ahora del Aero Club de Córdoba, en cuyo nombre traigo este saludo, a los pueblos que visito en mi raid”.

El lunes 1º de Junio de 1921 aterrizó en La Rioja el primer avión “En respuesta a la pregunta de si habían realizado el viaje sin inconvenientes, el piloto Abel respondió: “Nuestro aparato Caudron provisto de un motor Ansaldi 90 H.P., nos obliga a bajar para cargar combustible, en los puntos que hicimos escala, habiendo también sufrido en Jesús María (8,30 horas) las furias de un violento huracán y el intenso frío que nos impidió continuar el viaje, pues estábamos yo y mi mecánico, señor Crochard, helados”. “–¿En cuánto tiempo podría realizarse el viaje de Córdoba a La Rioja? “–En un aparato de regular potencia en tres horas y media, directamente. En cuanto a las condiciones del viaje, es en el territorio riojano, penoso, a causa de los remolinos frecuentes y que sacuden el aparato de manera que obliga una cuidadosa atención en la dirección. “Este inconveniente se salva, naturalmente, usando aparatos de mayor potencia. Salimos de Córdoba el viernes (29 de mayo) a las 7,30 hemos hecho escalas en Jesús María, Cruz del Eje (17), Serrezuela de donde partimos a las 10,30 del lunes (1º de Junio); llegamos a Patquía a las 12,20 y salimos a las 16,05 aterrizando en La Rioja a las 17 horas”.


Los aviadores franceses continuarían luego a Catamarca para retornar a Córdoba con posterioridad.

La primera vez que un avión cruzó el Velasco Casi 15 años transcurrieron cuando en el periódico La Rioja del sábado 31 de agosto de 1935 se daba cuenta de otra hazaña en los anales de la aviación en La Rioja, como fue el cruce del Velasco por un avión que no pudo aterrizar en Chilecito por falta de pista adecuada. “El jueves 29 por la tarde –dice La Rioja– nuestra ciudad se vio sorprendida por la llegada de un avión militar procedente de Córdoba piloteado por el jefe del Aeródromo de la Fábrica de Aviones de ésa, capitán Cormack Lynch y trayendo como tripulante al mayor Roque Lanús (que fuera luego destacado historiador), jefe de 2º Batallón del 13 de Infantería, con asiento en aquella ciudad. Como este hecho causó expectativa popular, aprovechamos la oportunidad de encontrarnos en el Club Social, en donde el gobierno obsequió a los huéspedes con un vermouth para conversar en nombre de La Rioja sobre los motivos de este raid. “Nos manifestaron que el objeto era tan sólo de inspección de los campos de aterrizaje y que estos viajes se harían más periódicos una vez que aquellos se encuentren en mejores condiciones de seguridad, lo que pronto lo tendremos. “En cuanto a la importancia de este raid, nos dijo el capitán Lynch, es tan sólo a título de curiosidad ya que es el primer avión que cruza el Velasco y llega a Chilecito en donde no se puede aterrizar debido a la falta de pistas apropiadas. Después de evolucionar algunos minutos sobre aquella ciudad volvieron hasta La Rioja habiendo hecho el viaje en 3 horas, de las cuales 20 minutos corresponden a esta última etapa. El avión es del tipo AeM.O. 1 Nº 9, construido en Córdoba. “La seguridad del viaje –termina comentando el cronista– y el escaso tiempo empleado actualizan la necesidad hondamente sentida y reclamada por estas mismas columnas, de prolongar el servicio aéreo de correspondencia y pasajeros desde Córdoba a esta capital, el cual sería sin mayor distracción de tiempo y regularidad y beneficios indiscutidos”. Hacia un servicio regular La aspiración del cronista, interpretando la de los riojanos, se comenzarían a concretar unos pocos años después cuando la Legislatura riojana el 18 de diciembre de 1941 autoriza al Poder Ejecutivo Provincial a transferir a favor del Gobierno de la Nación (Ministerio de Guerra) 100 hectáreas del inmueble expropiado por Decreto 7228 del 22/3/1941, destinado al emplazamiento de un aeródromo en la ciudad capital de La Rioja. El futuro Aeropuerto Internacional Almandos Almonacid iniciaba su trascendente vida, y la aviación en la provincia se convertiría en algo cotidiano y común.

El primer avión que aterrizó en Chilecito En estos breves apuntes sobre la historia de la aviación en La Rioja podemos apuntar un dato significativo respecto a la primera vez que aterrizara un avión en Chilecito. El lunes 8 de febrero de 1943 el periódico La Rioja anunciaba que el próximo domingo 14 arribaría a esa ciudad por primera vez un avión. “Las diversas comisiones técnicas de instituciones aéreas que visitaron Chilecito manifestaron la imposibilidad de construir en esa una pista de aterrizaje a causa de la proximidad de las montañas. Pero estas comisiones se limitaron a estudiar los terrenos circundantes a la ciudad haciendo caso


omiso de otros que existen alrededor de los distritos y que están situados a distancias que oscilan entre 5 y 15 kilómetros. Por este motivo una comisión de caballeros del Distrito Anguinán e integrada por el señor Anacarsis Juárez, como presidente, Ordenes como secretario y Nicolás Iribarren como tesorero, resolvieron gestionar la llegada de un avión a la zona, habiendo conseguido que el piloto civil Gilberto Comelli efectúe el vuelo desde Buenos Aires hasta la mencionada población de Anguinán, distante seis kilómetros de Chilecito. El avión llegará a ésa el domingo 14 del corriente (febrero), por cuy o motivo se ha iniciado aceleradamente el arreglo de la pista, programándose actos para este acontecimiento en razón de que será el primer avión que aterrizará en tierras chileciteñas”. Lentamente La Rioja fue integrándose al progresivo desarrollo del transporte aéreo, desde aquel lejano 1921 pasando por el primer vuelo sobre el Velasco, la expropiación de tierras para construir su aeropuerto principal y construir en Chilecito la infraestructura apropiada. Hitos singulares y curiosos que tienen, sin embargo, al riojano Almandos Almonacid como inicial propulsor.

LOS CIENTO CINCO AÑOS DEL MUNICIPIO RIOJANO Esta es la historia del municipio de la ciudad de La Rioja. Cuando se establece el mismo han transcurrido casi 300 años de fundada la ciudad aquel lejano 20 de mayo de 1591. y no es que La Rioja hubiera fructificado tanto o fuera ya una desarrollada y evolucionada urbe cuando se dispuso por ley de la Legislatura darle la posibilidad de dirigir sus propios destinos. No, ni mucho menos, porque La Rioja seguía siendo pobre, escasa de población, alejada de las rutas principales del comercio y la industria, flagelada como las demás por las largas y sangrientas reglas civiles. Pero darle la responsabilidad de ser dueña de su destino, darle el gobierno de sí misma era un hecho significativo. No debemos olvidar que corrían por todo el país aires de progreso, de euforia creativa y esa euforia, esas ganas de hacer de ese extraordinario vacío geográfico una nación con todas las de la ley imponía, sin duda, la urgente necesidad de poner en marcha todo el país, no dejando rincón de la Patria sin participar. Ese sueño de grandeza que en muchos aspectos quedaría como un sueño, nada más, fue quizás lo que movió a los legisladores de aquella trashumante Legislatura de hace 100 años a dictar un 23 de agosto de 1886 la siguiente ley: “Articulo 1° –El Poder Ejecutivo queda autorizado para crear una Comisión Municipal de Fomento, cuyas atribuciones serán reglamentadas por el mismo; debiendo este reglamento regir mientras la H. Cámara Legislativa sancione definitivamente la reglamentación de las atribuciones conferidas a dicha comisión”. Por su articulo 2° se decía: “La Comisión nombrada gozará para gastos de oficina y empleados subalternos, de una asignación de cien pesos nacionales mensuales. “Artículo 3° –El Poder Ejecutivo queda autorizado para hacer de rentas generales los gastos que demande la presente ley, cuya imputación se hará a la misma”. Y tras los artículos de formal promulgación y la firma del gobernador Francisco Bustos, la ley se puso en marcha y en ejecución. De aquella trascendental decisión se han cumplido cien más de años. Pero veamos cómo ha sido esta historia o crónica o biografía de la Municipalidad de la Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja. Los primeros pasos de la mano de Dios


No pasaron muchos días de sancionada la ley anterior cuando el gobernador el 4 de septiembre del ´86 acordaba y decretaba lo siguiente: “En virtud de la autorización conferida por la ley de la H. Legislatura de la Provincia de fecha 23 de agosto último, el P.E. Acuerda y Decreta: “Artículo 1° –Nombrase Comisionados Municipales o de Fomento a los ciudadanos Daniel Sotmayor, Juan de Dios Vera, Dámaso A. Mendoza, Dermidio Carreño, Hércules Ciolfi y Presbítero Eleuterio Mercado. “Artículo 2° –Los nombres se reunirán bajo la presidencia provisoria del Jefe General de Policía a fin de nombrar entre ellos sus autoridades. “Artículo 3° –Constituidas que sean procederán a la confección de sus estatutos reglamentarios sometiéndolos la aprobación del Gobierno”. El último artículo era de forma. El niño había nacido y se lo había carismado. Ahora debía comenzar a andar. No solo ni mucho menos porque el municipio riojano siempre necesitó del constante apoyo de la provincia, pero sí con gobierno propio. Ese agosto de 1886 fue, sin duda, un mes que cambió varias cosas en La Rioja. Pues no solamente el mes de creación de la Comisión Municipal o Intendencia como se llamó mucho después. Ese mes fue creada la Biblioteca Mariano Moreno y también el Departamento Topográfico cuyos deberes eran: catastro e general; nuevas construcciones, vigilancia de los caminos provinciales, riego en los campos y canalización en las poblaciones. Y como si todo esto no fuera suficiente se ordenó el 6 de ese mes de agosto la construcción del mercado público. Pero es bueno poner de relieve lo siguiente: “mientras se vivían aires de laicismo en ocasiones medio cavernícolas y desorbitados, los miembros integrantes de la Comisión Municipal de marras designaban como primer presidente de la misma al presbítero Eleuterio Mercado”. Y vale la pena de la mano del padre Pelanda López, que escribió una entretenida biografía del primer intendente de la ciudad de La Rioja, conocer quien fue y qué hizo este ilustre sanjuanino arriojanado como el que más y que tendría a lo largo de su trabajada vida muchas y espectables responsabilidades. En la primera sesión preparatoria de los nuevos comisionados se estableció: “En la ciudad de La Rioja, a siete de septiembre de mil ochocientos ochenta y seis, reunidos en el Departamento General de Policía, los miembros de la Comisión Municipal nombrados por el P.E. de la Provincia en Decreto de fecha cuatro del mismo; Presbítero D. Eleuterio Mercado, D. Dámaso A. Mendoza, D. Hércules Ciolfi, D. Dermidio Carreño, D. Daniel Sotomayor y D. Juan de Dios Vera, procediose bajo la presidencia provisoria del Sr. Jefe General de Policía D. Natal Luna, de conformidad al citado decreto, al nombramiento de su Presidente permanente y de Secretario y Tesorero Interinos, siendo elegidos por votación nominal, para dichos puestos por su orden, Sr. Presbítero Eleuterio Mercado, Dr. Juan de Dios Vera y D. Dermidio Carreño. “En seguida –prosigue diciendo el acta de esta histórica primera sesión preparatoria– se acordó celebrar las reuniones siguientes en el mismo local hasta que tuviere la Comisión otro local en que hacerlo. Se nombró Vice-Presidente al Sr. Dámaso A. Mendoza. Con lo que terminó el acto firmando la presente para constancia en la fecha expresada. (Firma) E. Mercado”. Así comenzó todo. O así fue, diríamos, el primer vagido de este niño endeble, frágil y pobre que comenzaba a andar solo. Y tuvo la suerte de que su primera niñera fuera este ilustre varón que se llamó Eleuterio Mercado.


De misionero a Intendente Eleuterio Mercado nació en San Juan en 1845 realizando sus primeros estudios en el Seminario Conciliar de Córdoba ordenándose en 1869 de Presbítero. “Sus dotes – recuerda Pelanda López– son relevantes: de allí que en 1876 lo vea San Juan en el cargo de Vice-Rector del Seminario. Y en 1877 Mendoza lo tenga como Capellán de la Compañía de María hasta 1881. “Incardinado luego a Córdoba fue capellán del Hospital San Roque. En 1885 por disposición del Obispo de Córdoba, se encamina hacia La Rioja para hacerse cargo del Curato y de la Vicaria Foránea el 22 de agosto. “Pronto La Rioja, valoró las dotes del nuevo Vicario. Es un autentico misionero de la fe: catequesis, evangelización, misiones, ejercicios espirituales, ayuda al pobre, al enfermo y al extraviado espiritual… nada escapa al celo del nuevo Vicario: es un verdadero pastor evangélico… ¡Porque es trabajador como el solo! “Su tino, acierto en el consejo y seguridad en la ejecución lo han destacado entre todos los ciudadanos y entre los religiosos conventuales que sirven de puntal a su acción social y apostólica. “De allí que cuando La Rioja comienza su organización civil más adecuada a los tiempos, se fijan los ojos de gobernantes y gobernados en don Eleuterio. “Tras se designación como presidente de la Comisión Municipal y de Fomento, el Presbítero se pone a trabajar. ¡No tienen local! No importa: en el Cabildo hay una pieza vacía. Hay que determinar la jurisdicción; se lo hará. El mismo presidente de puño y letra escribe las actas con su hermosa caligrafía inglesa. “Ya en la segunda sesión se nombra la Comisión para redactar la ley orgánica. El ritmo es acelerado. El cansancio llega y don Eleuterio falta por enfermedad a la tercera sesión. “Luego, de nuevo en la brecha. A comprar los muebles. A nombrar el primer ordenanza: Benjamin Carrizo… y a hacer frente a las inesperadas eventualidades del devenir de los tiempos. “Un flagelo está azotando a Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba… y como río desbordando ya se lanza hacia el norte: el Cólera Grande… “Comienzan las sesiones extraordinarias: hay que crear el Consejo de Higiene… que se nombre al doctor Roque A. Luna, al Dr. Diego Catalán y al Dr. Eleazar Herrera Motta y a los Sres. Benjamin de la Vega Plaza y Juan Antolínez… y que las disposiciones se cumplan. “Habrá que afrontar el problema que trae el jefe de Policía; es decir, el complot de los abastecedores de carne… “Siempre dejan –comenta Pelanda López– a don Eleuterio la redacción de la ordenanzas… y van marchando con prudencia y con acierto: “que se autoricen puestos libres y se los libere de derechos…” la crisis se conjura. Pero un día don Eleuterio llegó a la sesión sin redactar la ordenanza: “…por disposición del Consejo de Higiene había que fumigar a todo pasajero que llegara a La Rioja…” ¡Tal vez le pareció mucho! Y así llegó diciembre del primer ejercicio de don Eleuterio Mercado como Jefe de la Comuna. Y presenta el Presupuesto para el año 1887: Todos, incluidos el Presidente e Intendente son honorarios. “El primer sueldo comienza con el Secretario de Actas con una asignación de $60. Y el total asciende a $15.412 anuales. “El calculo de recursos es de $9.417… y así comienza la historia de los déficits municipales de La Rioja.


“En la sesión 18° del 15 de febrero de 1887, se le concede licencia para ausentarse a Sanagasta… y aquí termina la documentación del primer intendente, don Eleuterio Mercado. Las actas hacen un alto hasta junio de 1888: parece que faltaba el alma de aquella Asamblea”. El presbítero Mercado continuaría en La Rioja practicando el bien y ejerciendo su ministerio yendo luego a Córdoba, a Roma y al mundo, falleciendo tras una larga jornada de trabajo y lucha el 13 de diciembre de 1912 en La Docta. Allí fue enterrado ¡Original e ilustre personaje! El positivismo a la riojana Francisco Bustos, a pesar de sus muchos defectos, soberbias y oligárquicas maneras, hizo por estos años un gobierno progresista. Roca y Juárez marcaban las pautas y aquí en La Rioja los seguidores del roquismo y del juarismo cumplían a pie juntillas. Por eso si bien desaparece de la escena, iremos municipal, don Eleuterio Mercado, la obra de buen gobierno sigue y sigue en forma constante. Incluso hasta desaparece la figura del presidente de la Comisión Municipal y de Fomento tomando a su cargo estas tareas el Jefe General de Policía y eso lo será en repetidas oportunidades hasta que la institución municipal se encamine y afiance. Por ello a pesar de que difumina un tanto la labor municipal, continúa haciéndose obras en la capital y ésta sigue su lento crecimiento. El 27 de junio de 1887 Bustos promulga una ley de “Fundación Monte de Piedad y Banco Provincial”, que buscaba por sobre todo contar con fondos propios para expropiación de una línea férrea, para catastro y obras públicas, negociándose fuera de la provincia un empréstito por 2.000.000 de pesos para fundar un Banco Provincial. Y el banco se hizo tiempo después pero no olvidemos que se avecinaban pesados tiempos de negociados y que bien definirían los comentaristas jocosos de aquellos tiempos con un adjetivo: del Uñicato (por unicazo y uña). Sabido es que ese banco provincial se fundiría y arrastraría por largos años su quebrantada presencia en la provincia como testimonio de las malas acciones hombres. El 12 de junio de 1887 se decidió que la plaza conocida por “Principal” se llamaría Plaza “25 de Mayo” y la “Nueva Plaza”, “9 de Julio”. No costaba nada, pero algo había que hacer. Y así siguiendo con el lento proceso evolutivo de la ciudad, podremos contabilizar la creación de tres Juzgados de Primera Instancia, la modificación de la Ley de Procedimientos y una disposición que indudablemente trajo buenas consecuencias: la ley del 16 de agosto de 1887 por la cual se autorizaba al Poder Ejecutivo para proceder a la expropiación del terreno perteneciente a las testamentarias Colina y Granillo, sito en la calle Litoral para ser destinado para la Escuela Normal. Y así aún sin don Eleuterio, La Rioja seguía progresando. El 29 de noviembre de 1887 se autorizaba al Ejecutivo para expropiar una manzana de terreno en la ciudad si no lo hubiese fiscal en los sitios adecuados para construir un Matadero Público, autorizándose a vender en pública subasta el anterior matadero. Podemos decir que así como en el orden nacional los hombres de la Generación del ´80 prohijaban toda medida de adelanto, integración tecnológica y demás, así también en La Rioja sus dirigentes aspiraban a hacer lo mismo. El medio no ayudaba, las dificultades eran mayores y la inmigración que motorizaba otras sociedades argentinas aquí a La Rioja llegaba en cuenta gotas. Así el 7 de diciembre de 1887 se autorizaba al Ejecutivo Provincial para contratar con empresas particulares la provisión de aguas filtradas y del alumbrado a gas o luz eléctrica a la capital.


Y así mientras los progresistas riojanos querían luz, telégrafos y hasta tranvías, otros más serenos y menos pretenciosos seguían bregando por logros más modestos pero también significativos. En tal sentido podemos anotar la autorización del P.E. para “mandar abrir cuatro avenidas que, unidas entre sí, rodeen la ciudad al Norte, de Naciente a Poniente, con la “calle ancha” al Sur, con la misma dirección, el Río de la Cruz, al Poniente, de Sur a Norte, la Acequia del Medio y al Naciente en la misma dirección cuatro cuadras de la Plaza Veinticinco de Mayo”. En la autorización que comentamos se especifica menudamente: “Las avenidas tendrán veinte metros de ancho y serán convenientemente arregladas con plantaciones de árboles de uno y otro lado de modo que puedan servir de paseos públicos, y se denominarán: la del Oeste, “Gral. Sarmiento”, la del Sur, “Gral. B. Mitre”, la del Este, “Baltazar Jaramillo” y la del Norte, “Juan Bautista Alberdi”. Y de nuevo se buscaba arreglar el tema del Mercado Progreso que motivaba a declarar de “utilidad pública la expropiación del “Mercado Progreso” de esta ciudad, con todo lo edificado en el terreno determinado en la concesión hecha a los Sres. Laforque y Compañía, por ley de fecha 7 de agosto de 1886”. Y algo que es digno de rescatar del olvido: “El Jurado para la tasación de las obras a expropiarse se compondrá por un representante nombrado por los dueños del Mercado, otro nombrado por el P.E. y un tercero sacado por suerte de entre los diez mayores contribuyentes del Municipio”. El 6 de noviembre de 1888 la ciudad dio un importante paso adelante, al autorizarse al P.E. para contratar con empresas particulares el empedrado del municipio de la Capital, previa licitación, no pudiendo hacerlo a más precio de dos pesos nacionales por metro cuadrado, obligándose a cada propietario a pagar al Gobierno por el frente de su casa un peso moneda nacional por el metro lineal. El Gobierno pagaría el resto. Una forma de aplicación inmediata en obras públicas de los impuestos.

Del progreso al derrumbe El Gobierno del doctor Joaquín Víctor González veló particularmente por la realización de importantes obras en la capital, algunas de las cuales se concretarían y otras esperarían muchos años antes de hacerse realidad. No nos referiremos a las obras en general que repercutirán directamente en el progreso de la ciudad capital, tales como caminos interprovinciales, telégrafos y demás, sino que nos ajustaremos a lo hecho en el ámbito específicamente municipal. En tal sentido el 9 de septiembre del ´89 se sancionaba una ley que decía: “Declarase de utilidad pública y expropiables los terrenos necesarios para las obras de Aguas corrientes, Tranway y Luz Eléctrica concedidas a los Sres. Juan Laforque y Cía., por ley del 12 de diciembre de 1887. “Se expropiará igualmente la extensión de terreno que requiera la construcción de un Paseo Público y una avenida de 20 metros de ancho, macadamizada, que comenzará en el boulevard Sarmiento en continuación de la calle Córdoba, hasta el kilómetro cinco y medio al Oeste, sobre el camino real a Chilecito. “Los terrenos para las aguas corrientes y luz eléctrica, serán los comprendidos entre el camino mencionado a Chilecito, hasta la Aguadita al Norte, de Este a Oeste, desde el kilómetro ocho y medio del mismo camino hasta la acequia que riega a Vargas, con excepción de lo cultivado y edificado hacia el Sur. “La empresa –se decía– se obliga a presentar los planos detallados de ambos proyectos dentro del plazo de sesenta días contados desde la promulgación de la presente ley”. El gobierno daría como única compensación a la empresa Juan Laforque y Cía., por las obras de Aguas Corrientes, Luz eléctrica, Tranway, Paseo Público y Avenida, una serie


de terrenos comprometiéndose el contratista a realizar los trabajos en año y medio so pena de una multa de 20.000 pesos. Y como no era cuestión de trabajar solamente y olvidarse de la diversión, trascartón y de inmediato, el mismo contratista es autorizado a construir el Hipódromo Bustos y se agregaba que “desde la promulgación de la presente ley gozará de los beneficios de dicha concesión, la sociedad denominada “Jockey Club La Rioja, adquirente del Hipódromo, terreno y edificio”. Es cierto que González se preocupó porque la capital realmente contara con los elementos necesarios de infraestructura como para justificar su capitalidad. Tambien es cierto que le tocó afrontar la más dura crisis del pais en lo que iba del siglo XIX, por lo que muchas de sus expectativas quedaron frustradas. En octubre 28 de 1889, Gonzalez proponía a la Legislatura lo siguiente en bien del municipio: “Tengo el honor de elevar a la consideración de V.H. el proyecto de ley adjunto por el cual se autoriza al P.E. para gastar hasta la suma de quince mil pesos moneda nacional en la apertura de nuevas calles y ensanches de algunas de las existentes actualmente. “La edificación en nuestra ciudad se ha hecho sin obedecer a su plano general, cuyo resultado fuera uniformidad y regularidad de sus calles, y de aquí que muchas de ellas han llegado hasta cerrarse en sus extremidades. El vacío de la propiedad aumenta cada día más y cuanto mayor sea el tiempo que pasa más rentoso sería para el erario llevar a eje esta clase de Vía. “Por otra parte el Ferrocarril, Tranway, Aguas Corrientes, Luz Eléctrica, contribuirán poderosamente al ensanche de esta ciudad, y reclamará nuevas vías públicas, para que nos ponga en contacto directo con estos centros de actividad, y aquí la conveniencia de abrir diversas calles en distinta dirección. “Tal vez no lejano el día en que esta Capital podrá llamarse populosa dado el número de inmigrantes que día a día se introducen en nuestro país en busca de nuevas riquezas naturales y es preciso pensar con tiempo en busca de aire y luz, en una palabra de vida para las grandes ciudades. El valor de la propiedad recibe también su impulso con la rectificación y apertura de nuevas calles, lo que al fin reporta en beneficio para el propietario en particular y para el tesoro público”. Y como no era cuestión de andar metido solamente en cosas serias por esos días, González derogaba una disposición legal anterior y prohibía las riñas de gallos, prohibición que poca o ninguna consecuencia tuvo si pensamos que a cien años de aquellas prohibición hoy las riñas son una popular práctica de muchos riojanos. Tiempos difíciles, muy difíciles al extremo que González debe recortar drásticamente el presupuesto de la provincia, prescindir de servidores públicos, rebajar sueldos y demás, pero nada es poco y ya los nubarrones de la revolución del ´90 que aquí en lo bélico pocas consecuencias tuvo, comenzaban a notarse en el horizonte político. Y a grandes males, grandes remedios. Así el 20 de noviembre de 1889, González promulgará una disposición legal que nos aclara aspectos de la vida municipal de esos años. Por lo que se dice en la ley podemos deducir que poca era la independencia del municipio capitalino o que ésta directamente era casi inexistente. Veamos. La disposición legal es la ley de Impuestos Municipales y en ella se dice: “Todo habitante del Municipio de la Capital según que se encuentre en condiciones de esta ley, está obligado al pago de los impuestos que en ella se establecen, lo que debe verificarse ante la autoridad municipal reconocida por esta ley, hasta tanto se dicte la Ley Orgánica de las Municipalidades de la Provincia”.


Y se agregaba: “La autoridad municipal será ejercida por un agente que nombrará el P.E. y por los demás empleados que designe la Ley del Presupuesto. (…) El Agente Municipal tiene facultad para proceder al cobro de estos impuestos por la vía de apremio para lo cual puede valerse de los mismos medios que determina la Ley de Contribución Directa, por los deudores morosos (…) La Policía auxiliará como agente natural a la Oficina Municipal para el cumplimiento de esta ley (…) Los impuestos que por esta ley se establecen para el año 1890 son los siguientes: papel sellado municipal, edificación; alumbrado y limpieza; cementerio; pesas y medidas; carruajes y carros; diversiones públicas; perros; sitios baldíos; leña, carbón y yeso; piedra y arena”. Y se decía en la parte final de este primer capítulo: “La oficina Municipal quedaba autorizada para imponer multas a los infractores de sus ordenanzas, pudiendo cobrarlas por la vía del apremio”. Lo importante de rescatar en esta ley de impuestos municipales es que por primera vez se le dan atribuciones específicas y amplias al municipio para el cobro de impuestos. Podremos considerar esta disposición legal de González el más alejado antecedente existente de la Ley Orgánica Municipal que se sancionaría años después y que en parte recogería la Constitución Provincial de 1909, redactada por el mismo González. Y que esto es así en términos generales lo muestra el Capítulo XV de la extensa ley de “Disposiciones transitorias” y que dice: “Art. 58 –El P.E. cuando lo considere necesario podrá nombrar Comisiones Municipales encargadas de la inspección de los diversos ramos que corresponden a la Administración Municipal y fijar su sueldo, las que funcionarán bajo la dependencia del Agente. Art. 59 –Toda duda que en el ejercicio de sus funciones ocurra al Agente Municipal, será consultada al P.E. por intermedio del Ministerio de Gobierno”. Y como de progreso se trataba y la ciudad capital muchas cosas necesitaba, el 22 de noviembre se autorizaba por ley al empresario “Domingo Viglia para establecer en esta Capital y en el punto que determine el P.E. un Molino a vapor el cual queda exonerado de todo impuesto por el término de cinco años”. Interesante ley de promoción industrial de hace cien años que a más de donarle a Viglia un terreno apropiado y fijarle ocho meses de plazo para dejar completamente montado el molino, decía: “El señor Viglia queda comprometido a surtir con la harina necesaria a todo el Municipio de la Capital, y a introducir familias extranjeras agricultoras para dedicarlas al cultivo del trigo, en escala suficiente para proveer al establecimiento”. La ciudad de La Rioja tras la renuncia de González a la Gobernación y el gobierno de Guillermo San Román, seguía lentamente creciendo y realizándose en ella algunas obras de interés municipal. Así por ejemplo en junio 13 de 1893 se ordenaba la construcción de un modesto monumento en homenaje a la memoria de los “beneméritos maestros de escuela Fray Laurencio Torres y don Patricio del Sacramento”; en agosto se sancionaba una ley creando la Banda de Música y el 21 de septiembre se otorgaba a Fernando Perrone la concesión para jugar lotería con la denominación de Lotería de La Rioja. El 27 de noviembre se declaraba de utilidad pública y se autorizaba al P.E. para expropiar los terrenos “que ocupe el Canal que por cuenta de la Nación se construye para proveer de agua a esta ciudad; ka expropiación –se decía– se hará en la exención que marque la traza que ha hecho el Ingeniero Nacional de Sección Sr. A. Beltrutti, por dos metros a uno y otro lado del eje del canal”.

Y una ciudad que se viene abajo, pero sigue luchando


El 24 de octubre de 1894 la ciudad de La Rioja sufre el más terrible terremoto de que se tenga memoria. Veamos lo que decía el propio gobernador de la provincia en carta del 28 al ministro del interior, Dr. Manuel Quintana, sobre todo lo acontecido en ese día. “Algunas horas después de haber firmado mi nota de esta fecha –dice Guillermo San Román–, referente al subsidio nacional que esta Provincia necesita para llenar los servicios de su Presupuesto, a las 4,30 pm acaba de estallar un espantoso terremoto, que ha destruido casi por completo esta ciudad derrumbando tres de sus templos y cerca de doscientas casas, y los edificios que se mantienen en pie, incluso la Casa de Gobierno, con muy pocas excepciones, quedan en condiciones de tal deterioro, que no son ya un techo seguro para sus moradores, sino más bien un serio peligro para la vida de los mismos, porque así universalmente amenazaba ruina, después de los estragos y desperfectos causados en ellos por el temblor. “Los edificios públicos en que funcionaban las dos Escuelas Nacionales, de varones y mujeres, que cuestan a la Nación y a la Provincia, considerables sumas de dinero, también se hallan casi en ruina, amenazando derrumbarse al extremo que sus directores los consideran inhabilitados para continuar ocupándolos, y no habiendo quedado ningún otro edificio en condiciones de solidez y seguridad para alojar dichos establecimientos, va a ser forzoso suspender las clases por ahora mientras esos edificios sean colocados en condiciones de ser habitados sin peligro para los niños que reciben su enseñanza en ellos. “Las victimas personales conocidas hasta la hora en que redacto esta nota, ascienden a número relativamente insignificante, dada la magnitud del desastre; y se explica este hecho, al parecer una anomalía, por la hora en que ha tenido lugar la catástrofe y las construcciones especiales de La Rioja, donde las casas se hallaban dotadas de patios y huertas espaciosas, que han servido de puntos de fácil salvación para los habitantes, que ocuparon aquellos sitios, apenas sintieron los primeros sacudimientos de la tierra. “Las victimas habrían contádose por millares, si, en vez de producirse de día, de lo cual debemos felicitarnos, seguramente si es que felicitaciones caben sobre las ruinas materiales de un pueblo, que principiaba a desenvolver sus iniciativas de progreso, en una situación de orden y de la más sólida tranquilidad política. Es verdaderamente conmovedor, Señor Ministro –sigue diciendo San Román– el lamentable estado en que ha quedado reducida esta Ciudad, cuyos habitantes todos poseídos del terror, han abandonado sus hogares (los no destruidos) para hacer vida de campamento en las plazas y en las huertas, donde sólo se consideran libres de peligro que amenazan los edificios todos. Innumerables familias quedan a la intemperie, sin hogar y sin abrigo; porque cuanto poseían ha quedado sepultado entre los escombros de las casas desplomadas. Calculo sin exageración, en más de un millón de nacionales las perdidas sufridas, que es mucho para un pueblo como La Rioja, donde la población y la fortuna tienen limites reducidos. “Varias casas de negocios han quedado también sepultadas entre los escombros, perdiéndose cuanto contenían. El terremoto parece haber extendido su acción devastadora por todas las poblaciones de la Provincia, como es natural suponer, siendo de presumir que los pueblos del Oeste, como la Ciudad de Chilecito sean de los que más hayan sufrido sus funestos efectos. “Aún no tengo noticias de la campaña, por hallarse interrumpidas todas las líneas telegráficas. Las espero con verdadera ansiedad; porque acaban de comunicarme de la villa más cercana a esta Ciudad, que allí también se han producido los mismos destrozos con el temblor de ayer. Apenas tenga esos detalles los iré transmitiendo a V.E. quien mejor que nadie puede interesar los elevados y patrióticos sentimientos del Excmo. Señor Presidente de la República y del H. Congreso de la Nación, en favor de


un Estado Argentino que acaba de caer herido de muerte por la fatalidad de su destino, a la vez que conmover en el mismo sentido el corazón altamente humanitario del noble pueblo de la Capital Federal, que jamás fue indiferente, cuando se trató del alivio del infortunio de sus hermanos. Para que V.E. pueda darse una idea aproximada del desastre no conocido aún en toda su intensidad, me permito acompañar el parte del Depto. General de Policía al respecto”. Y San Román, poniendo fin a su dramática radiografía del peor desastre sufrido por la ciudad en toda su historia, concluía: “Dejando así llenado el triste deber que me impone el doloroso acontecimiento que ha motivado esta nota; y con la convicción que abrigo de que la Nación ha de concurrir con sus poderosos recursos a la reparación posible de tamaño desastre, saludo al Señor Ministro con mi más distinguida consideración”. Nicolás González Iramain en su delicioso libro de recuerdos Del solar riojano escrito casi medio siglo después de ocurrido el sismo, pinta un cuadro tan doloroso y triste como el del gobernador. A La Rioja llegaron los recursos pedidos e incluso una comisión de expertos para ayudar a la reconstrucción de la ciudad. Pero La Rioja, si bien se recuperó de su desgracia, no sacó todo el partido necesario y en vez de ampliar sus avenidas y calles, mejorar la traza urbana, reconstruyó sus casas y edificios, templos y demás sobre los anteriores. Quizás de haber hecho lo que no hizo, muchos problemas de hoy no existirían.

La Rioja a fines de un siglo y comienzo del otro Lentamente la ciudad se recuperó, la Nación vino en ayuda, los propios riojanos reaccionaron y siguieron adelante. A fines del año siguiente y en consideración a las dificultades de los vecinos, se rebaja el pago de la contribución en la capital en un 30 por ciento, y en Chilecito y demás departamentos en un 20 por ciento. Los valores a cobrar por impuestos fiscales hasta el ´94 inclusive se abonarán con un 50 por ciento de descuento, siempre que fueran pagados hasta el 30 de junio del ´96. Y poco después la Legislatura prestaba acuerdo a la designación de Natal Luna como presidente de la Comisión Municipal de la Capital. Y desmintiendo aquello de que La Rioja olvida a sus hijos beneméritos, rescatamos un decreto del gobernador Capdevilla del 9 de julio de 1897 por el que nombraba una nutrida y selecta comisión que tenía como misión especial dirigirse al Gobierno Nacional, “solicitando se den las ordenes necesarias para que la misma nave que ha de ir a buscar a Chile los restos del Gral. Las Heras, sea portadora también de los del Dr. Castro Barros”, disponiendo además que “la comisión solicitará la autorización necesaria de los miembros de la familia del Gral. Ortiz de Ocampo para buscar en Anguinán y trasladarlos a la Iglesia Matriz de esta capital, haciendo las gestiones del caso ante la autoridad eclesiástica”. Y se autorizaba a dicha comisión a organizar suscripciones públicas en toda la provincia y solicitar apoyo a la Nación para llevar a cabo la patriótica obra. Y se fijaba también que “con los fondos recolectados construirán dos modestos monumentos, uno en la Plaza 25 de Mayo en honor al General Ortiz de Ocampo y otro en la Plaza 9 de Julio en honor del Dr. Pedro I. de Castro Barros”. Pasarían muchos años antes de que se concretara este anhelo de los riojanos. La Rioja capital despide el siglo XIX con la puesta en marcha de una obra largamente anhelada: su definitiva unión por ferrocarril con el resto de sus hermanas argentinas y la inauguración del ramal ferroviario a Chilecito. En los discursos que se pronunciaron con tal motivo, Joaquín V. González habló de su proyecto de construcción de una de las


maravillas del ingenio humano y del mundo: el alambre carril a La mejicana que entrado el siglo funcionaria con todo éxito alentando esperanzas de un fuerte despegue económico de la provincia y de la capital con base en la minería. Pero a mediados de la segunda década de este siglo la esperanza se esfumaría. Los riojanos iniciaron el siglo jugando a la Lotería de Beneficencia de La Rioja y adhiriéndose un año después al cumplirse el jubileo de Bartolomé Mitre, todavía no cuestionado por los riojanos y ya un patriarca del país: las calles Victoria de la capital y Comercio de Chilecito pasaron a llamarse Bartolomé Mitre a partir del 22 de junio de 1901. Tiempo después (18 de septiembre de 1901) se concedía un subsidio de 30 pesos mensuales para ayudar a costear los gastos de la fábrica de soda y hielo establecida en la capital, pero sus condiciones higiénicas eran tan mala que los diarios advertían seriamente los peligros que para la salud de la población significaba esta industria promovida y ayudada por el Estado. Y el 8 de octubre de 1901 se designaba en yunta por acto voluntario y gracioso del Ejecutivo Provincial a los intendentes de Capital y Chilecito, Vitaleano Carreño y Anacarsis Lanús. Y esta práctica que hablaba de gobiernos poco afectos a la voluntad popular seguiría por más que existían expresas disposiciones legales por muchos años más. Los diarios de esa época, como lo harían antes y después, se quejaban de muchos problemas existentes en la ciudad. De las muchas quejas: falta adecuada de luz, calles polvorientas, caballos sin control y demás, rescatamos un suelto del diario La Crónica de 1904 en el que decía: “Es una medida que se impone la de practicar una inspección en los coches de plaza, obligando a sus dueños a guardar en algún tanto las prescripciones de la higiene y a cuidar que sus carruajes ofrezcan siquiera garantía de seguridad, ya que no de comodidad. La mayor parte de los coches de plaza se encuentran en un estado tal que parecen carrozas vestidas de harapos”. Y como los tiempos que corrían eran de buenas costumbres y románticos, educados y versificados, vaya esta amable crítica dirigida al intendente capitalino de aquel entonces, aparecida en La Crónica, el 7 de octubre de 1904, que en verso libre decía: Alumbrado Si es que el Sr. Intendente no quiere ver defunciones no haga que nuestra gente se rompa, con tropezones! Pues por doquier que cruzamos vemos densa oscuridad! Ni un solo farol hallamos que dé buena claridad! Las gentes así lo gritan del uno al otro confín dispuestos a todo evento armar la de San Quintín! Más conociendo su afán por mal ratos evitar esperamos que le ordene al contratista, alumbrar!


Así también le pedimos como higiénica medida hagan que barran las calles que ya nos quita la vida, pues es tanta la basura y el polvo que se levanta, que se forma una espesura que ya la gente se espanta, con la tos y la bronquitis la neumonía y la influenza la fiebre y sin dineritos ¿Qué dice Doña Intendencia? No sabemos qué habrá dicho doña Intendencia, pero en una de ésas con excepción del periodista verseador nadie prestaba mayor atención a la cuestión, entretenidos los riojanos con los espectáculos teatrales que con singular éxito se ofrecían en la Normal, en casas de familia o en las veladas filodramáticas del Círculo de Obreros Católicos que juntamente con la Sociedad de Obreros de San José y otros mostraban las incipiente organización sindical en La Rioja de principios de siglo. Y si no era el teatro era el cinematógrafo como lo señala un aviso del 27 de octubre de 1905 que rezaba: “Hoy tiene lugar en su local la sesión de cinematógrafo suspendida el miércoles por mal tiempo. En adelante con bombas se anunciarán las sesiones que serán variadísimas”.

Primera Ley Orgánica del Gobierno Municipal En 1902, la Legislatura estudia y sanciona un proyecto de Ley Orgánica del Gobierno Municipal. En el proyecto de 1902 con 73 artículos y 12 capítulos se hacía referencia específicamente al gobierno municipal. Se decía que “el gobierno municipal es para la administración de los negocios públicos, de cada municipio. Se compone de dos poderes: el Legislativo o Concejo Deliberante y el Ejecutivo desempeñado por un ciudadano con el nombre de Intendente Municipal”. Decía más adelante este proyecto que “todas las localidades con una población que no pase de 2000 almas, un territorio proporcionado a dicha población y los medios de producir a las necesidades de su vida municipal, tienen el derecho que se les expida por la H. Legislatura una Carta Ereccional, que pedirán los mismos con un expediente justificativo de aquellos requisitos”. Los poderes municipales eran independientes, soberanos y resolvían sus propios problemas, no debiendo eso sí “contraer empréstitos por más del importe de su renta de un año, sin la sanción de la Legislatura”. El capitulo III se refería a las rentas e impuestos municipales y hablaba de algo que en realidad nunca se haría realidad: “Toda Municipalidad está obligada a proveer cumplidamente a todas las necesidades municipales de los vecinos y de la localidad (…) Todos los vecinos del municipio tienen la obligación de proveer los fondos de impuestos necesarios a los objetos del articulo anterior”. ¿De dónde salían los impuestos? Veamos: “Constituye materia imponible –decía el artículo 15°– por la Municipalidad los siguientes ramos: corrales de abasto y matadero; introducción de cereales para el consumo; piso y peajes; carros de tropa, changadores y leñadores, consumo de arena y cascajo y su extracción; rifas y carreras; marchamo; limpieza pública y alumbrado; marcas de pan; cementerio; permisos para edificar; mercados, puestos y carnicerías; contrastes de pesos y medidas; patentes de perros; servicio urbano de aguas; vidriera, letreros y carteles comerciales; placas profesionales y


comerciales; alineación y nivelaciones; matrículas de abastecedores; ambulancias; papel sellado municipal; reñideros; hornos de cal; billares; matrícula de rodados; carruajes de alquiler y particulares; teatros y circos; caballerizas; fábricas de alimentos y líquidos para el consumo local, a saber: fábricas de embutidos, chancherías, casas de baños, acopiadores de naranjas, bicicletas”. Si observamos esta lista vemos que algunos ítems imponibles son realmente risueños, ¿Impuesto a los perros? Impuesto a los reñideros: cuando estaban prohibidas las riñas de gallos… En el Capítulo IV se establecía: “Concedese carta ereccional de Gobierno Municipal Representativo a esta Capital y ciudad de Chilecito, para la administración de sus intereses comunales con arreglo a las prescripciones de esta ley”. Y por el artículo 19° se fijaba: “En la cabecera de cada Departamento de campaña crease un Concejo Municipal para la administración de sus necesidades municipales con las atribuciones determinadas por esta Constitución”. El capítulo V se refería a los “Concejos Deliberantes o Poder Legislativo Municipal” que estarían integrados por los llamados “Diputados Municipales” nombrados por el voto directo de los vecinos electores de los respectivos municipios y “cuyo número será de 5 en los municipios de 2000 a 5000 habitantes; 8 en los municipios de 5000 a 10000 y dos diputados por cada 15000 habitantes arriba de 12000”. Los diputados Municipales durarían dos años en funciones, pudiendo ser reelegidos, renovándose el Concejo Deliberante por mitad cada año. Las atribuciones del Concejo Deliberante eran amplias y resolvía la elección de sus autoridades, al expulsión de miembros de su seno y demás. Para ser electo Diputado Municipal se requería ser mayor de 22 años, leer y escribir en castellano y tener por lo menos dos años de residencia en el municipio. No podían ser Diputados Municipales, empleados del municipio o del Ejecutivo; los que estuvieren directamente o indirectamente interesados en cualquier contrato oneroso con la Municipalidad y otras cuestiones de ética ciudadana. Las atribuciones del Concejo Deliberante eran amplísimas y se constituía en realidad en el poder decisorio fundamental en todo lo concerniente al buen gobierno del municipio. Taxativa y específicamente y en 24 artículos, los Diputados Municipales entendían de todos los negocios concernientes al buen gobierno de la ciudad. En el capítulo VI se establecían condiciones y papel del Intendente Municipal que tendría que tener no menos de 25 años de edad y reunir las condiciones determinadas para Diputado Municipal, duraría dos años en su cargo pudiendo ser reelecto y tendría un sueldo fijado en el presupuesto municipal que no podría ser alterado durante su mandato. Y sus atribuciones, si bien numerosos e importantes, no pasaban de ser sino las fijadas por las disposiciones emanadas del Concejo Deliberante, al que daría cuenta anualmente de lo acontecido en cada año de labor municipal. A toda ordenanza en un plazo no mayor de cinco días él podía observarla pero si la misma era nuevamente sancionada por las dos terceras partes de los miembros del Concejo debía darle curso y promulgarla. En el Capítulo VII se hablaba de los Concejos Departamentales que lo conformarían cinco vecinos que designarían un presidente siendo elegidos por el voto directo de los vecinos… El sufragio municipal estaba contemplado en el Capítulo VIII, pero era un sufragio de voto restringido. Era apto para sufragar todo varón mayor de 18 años, argentino o extranjero, con tres meses al menos de domicilio en el municipio, propietario o con renta, que pagara impuestos fiscales y estuviera anotado en el Registro Municipal.


En otros capítulos de este proyecto de Ley de Gobierno Municipal se hablaba del sufragio, de las condiciones de emitirse, del escrutinio y demás, estableciéndose entre otras disposiciones las siguientes: “Art. 64° –El período ordinario Legislativo Municipal durará seis meses del año, desde el primero de Enero a treinta de Junio. Art. 65° –El padrón Municipal estará a cargo del Intendente y abierto todo el año, para los ciudadanos que vayan a inscribirse. Art. 66° –No se admitirá inscripción sin que se presente boleta o comprobante que lo acredite contribuyente municipal o fiscal”. Y como ocupar un cargo era considerado una responsabilidad ineludible se decía en el artículo 68: “El puesto de miembro del Concejo Deliberante es irrenunciable, so pena de una multa de cien pesos ($100) con destino a Renta Municipal”, salvo algunos casos de excepción como impedimentos físicos o contar con más de 60 años.

La ciudad de La Rioja hacia el centenario Una ley de la Legislatura riojana del 31 de julio de 1905, expresaba: “A los efectos del artículo 3° de la Ley Orgánica Municipal de fecha 21 de enero de 1902, señalase radio para el ejercicio de la jurisdicción municipal, cinco kilómetros hacia los rumbos Norte, Sud, Este y por el denominado “Los Sauces”, comprendiendo los nacimientos de agua”. Estos límites, con excepción del Oeste, se extenderían luego al establecerse los limites departamentales, crearse nuevos departamentos y fijarse los limites interprovinciales. En un informe del secretario local de la Dirección de Inmigración de septiembre de 1908, se decía sobre la acción comunal en La Rioja: “Actividad de los trabajos: actualmente se ejecutan los de una Escuela Rural, la Escuela Normal de Señoritas y sus anexos de aplicación de ambos sexos, cuyo edificio ocupa una hectárea y está en vías de terminarse aunque aún le faltan muchos detalles. Los de estudio, por el momento, de una galería filtrante cuyas aguas servirán para alimentar los filtros y depósitos de las aguas corrientes de esta ciudad, independizándolos del canal de riego que por hoy los surte. Practicando los estudios comenzarán estas obras. Los del stand de tiro y varias otras particulares, trabajos todos que unidos a los que ejecuta la Municipalidad y hace ejecutar a los particulares, están dando nueva vida y animación a esta capital hasta hace poco muy dormida”. En ese año y para ayudar al Tiro Federal se había otorgado una donación de 1.000 pesos. Además el 15 de septiembre de 1908 se donó el edificio fiscal ubicado en la Plaza 25 de Mayo contiguo a la administración de las aguas corrientes. El edificio era ocupado por la Escuela de Aplicación de Varones anexa a la Normal de Maestras: “La donación –se dice– subsistirá mientras dure la institución beneficiada, debiendo en caso de disolución de ésta volver el inmueble al dominio del Estado”. Pero antes de seguir debemos mencionar una de las pocas memorias de intendente que de hace más de cincuenta años se han conservado. Nos referimos a la presentada por el intendente municipal de la capital, doctor E. Esteban, ante el Concejo Deliberante del 1° de febrero de 1908 en la que tras referirse a la extrema pobreza del erario municipal decía: “Otra cuestión que afecta en alto grado el buen nombre de la cultura social de este pueblo y de sus autoridades, es la higiene pública, la cual toma hoy esta Intendencia para llamar vuestra atención solamente bajo un punto de vista, y dentro de él, bajo una sola enfermedad, por ser la que está dando un porcentaje considerable de defunciones y donde en todo pueblo regularmente culto se le ha declarado una guerra tan enorme como enormes son sus efectos; me refiero a la tuberculosis, que está


tomando un grado tal de desarrollo en este Municipio, por su abandono, que de no tomar algunas medidas, en breve plazo, tendremos que lamentar fatales consecuencias”. El intendente Esteban decía luego que esperaba que muy pronto se haría realidad la iniciativa municipal de crear un asilo para tuberculosos. Y luego, proseguía: “En cuanto al ornato de la población, excusado es decir, lo mucho que necesita hacerse, y lo hecho por esta Intendencia a pesar de los pocos recursos de que ha podido imponer y del corto tiempo que lleva en ejercicio, puede juzgarse por la cantidad de $2.093 que arroja el balance de estos 4 meses por concepto de obras públicas, habiendo compuesto el empedrado en algunas calles, barrido y sacado tierra en cantidades enormes, desmontando calles de árboles y cerros de tierra, limpiando y arreglando parcialmente los canales, colocado algunos marcos en los mismos, hecho la mayor parte de los faroles que están en uso, pintando los Bancos de la Plaza 25 de Mayo, desmontando y ensanchado la calle que el canal de Pango tiene a su lado Norte, etc, etc. a medida que los recursos aumenten se irán haciendo obras que algunas serán sometidas a vuestra consideración, como ser camino y edificio del cementerio, acequias y apertura de calles, arreglo de ambas plazas, principalmente 9 de Julio, Mercado, Matadero, etc. Entre las obras empezadas, y sobre la cual necesito llamar la atención de este Concejo, están los cordones de granito, que esta Intendencia ha considerado de gran importancia para nivelar y alinear las veredas, haciendo desaparecer esa especie de montañas rusas, y rompecabezas que existen por todas las calles; para realizar esta idea, se ha empezado por acordar, con algunos particulares, sacar a la licitación la construcción de ellos en las condiciones más ventajosas posibles, como ser no cobrar la línea y el nivel, abonar $4,35 por metro de cordón colocado a pagar en cuatro cuotas, de todo lo cual la intendencia sólo lleva la responsabilidad moral por el cobro a los particulares, para ofrecer así mayor garantía a los mismos y a los contratistas, comprometiéndose los primeros por solicitud y bajo su firma, al pago en las condiciones establecidas”. Como una curiosidad podemos citar algunas características de aquella municipalidad de los tiempos del Centenario. El Concejo Deliberante constaba a más de los Diputados Municipales o Concejales con un secretario y un portero. El intendente cobraba 2.400 pesos al año y el portero 345. la planta comunal tenia: un inspector de calle, un portero, un comisario de irrigación, dos cuidadores de canales de irrigación, ocho cuidadores de la ciudad, un comisario del Mercado y Cementerio, un peón del Mercado y un peón del Cementerio. Los gastos de alumbrado eléctrico insumían 4.057 pesos y el alumbrado a kerosén 731. El rubro carros de limpieza insumía 3.400 pesos y los peones de limpieza 1.219. El reloj público costaba al erario municipal 180 pesos. Y el veterinario municipal E. Tasart costaba 710 pesos. Los ingresos eran de 33.737,82 y los egresos 36.627,72. Y como una muestra de la intendencia franciscana que en 1908 tenía la ciudad de La Rioja, anotamos su inventario: “Una mesa escritorio; un tintero; un limpia plumas; tres lapiceras; una carpeta ule (sic); un secante; un timbre; dos aprieta papel vidrio; tres sellos de goma –uno de la Intendencia, otro Secretaria y otro de papel sellado municipal–; una regla cantos de bronce; un canasto para papel usado; un libro de ordenanzas y resoluciones municipales; un libro de ordenanzas usado; un libro registro de empleados; un libro registro de panaderías; y un libro apuntes de Secretaría”. Por Ley 120 de 1909 se declaran de interes público dos terrenos: 1°) Dos manzanas comprendidas entre las calles General Lamadrid, Telechea, Santiago del Estero y 8 de Diciembre para el edificio de la Escuela Monumental Primaria Superior, y 2°) los terrenos comprendidos entre las manzanas ubicadas en las calles Famatina, Progreso,


Córdoba y la Estación de l Ferrocarril Argentino del Norte de 200 por 200 para la construcción de un cuartel que servirá para un cuerpo de Infantería de línea. Pasarían muchos años, antes que este anhelo de los riojanos se concretara, que en definitiva era promover un importante asentamiento en el medio que contribuiría por los indudables aportes del Tesoro Nacional al desarrollo de la ciudad.

La Constitución que tardó 22 años en hacerse y el régimen municipal Armando Raúl Bazán al referirse al Gobierno de Guillermo Dávila San Román (19071910) dice que “sin duda la realización más trascendental fue conseguir que la Convención Constituyente que venía sesionando desde hacía 22 años, aprobara la nueva ley fundamental. El mérito fue primordialmente suyo. Como el cuerpo estaba desintegrado, convocó a elecciones en siete departamentos para llenar las vacantes, tratando de que resultaran elegidos los hombres más capaces que tenía La Rioja. “Una vez reorganizada –recuerda Bazán–, la Convención nombró una comisión encargada de producir despacho. El 1° de junio de 1909 se reunió nuevamente para oír al miembro informante doctor Joaquín V. González, quien hizo una extensa y docta exposición sobre los antecedentes elaborados a través de 22 años de debate. Su informe fue calurosamente aplaudido, luego de lo cual se aprobó el despacho. L a nueva Constitución fue promulgada por el Poder Ejecutivo el 22 de junio de 1909 y con ello la provincia dio un paso decisivo en su progreso institucional”. En el capítulo VIII de esta Constitución se trata del Régimen Municipal. Este abarca desde el artículo 132° al 149°. Se recogen en los mismos los antecedentes ya anotados de la ley de 1902 y se dividen los municipios riojanos en dos categorías: De Concejo y de Comisión. “Se establece –se dice– desde luego para la Capital y Chilecito la Municipalidad de Concejo; y en los demás Departamentos, las de Comisión”. Y como corrían tiempos aristocratizantes, el Régimen Municipal aplicado en La Rioja también lo fue. Veamos “Artículo 134° –La Municipalidad de Concejo se compondrá de ocho miembros que actuarán como cuerpo deliberante y un intendente ejecutor que la presidirá, los que durarán dos años en sus funciones al cabo de los cuales se renovarán íntegramente las dos ramas, en el tiempo que la ley lo establezca. El intendente será nombrado por el Poder Ejecutivo con acuerdo de la Legislatura. Artículo 135° –La Municipalidad de Comisión se compondrá de cinco miembros, uno de los cuales será presidente designado por la misma a instalarse”. Luego, en el artículo 138°, se decía: “Todo Concejo o Comisión Municipal será elegido directamente en lista única por los habitantes del municipio, con cualquier tiempo de residencia, que ejerzan una profesión liberal o hayan pagado el año anterior bajo su nombre contribuciones provinciales o municipales, por lo menos de cinco pesos por propiedades, capital, arte, industria, etc. en el municipio. La elección tendrá por base el padrón de los contribuyentes formado por la oficina de Rentas, las Receptorías y las Municipalidades. El que por omisión no estuviere inscripto, no será privado del voto si presenta a la mesa electoral el recibo de los impuestos satisfechos o su título profesional”. En el artículo 141° se disponía: “Son atribuciones inherentes a las Municipalidades de Concejo o Comisión las siguientes: juzgar de la validez o nulidad de elecciones de sus miembros y convocar a los electores para llenar las vacantes de aquellos; tener a su cargo las obras de salubridad, higiene y ornato, la irrigación, la vialidad vecinal, los cementerios, la moralidad, los asilos y hospitales de beneficencia que no estuvieren a cargo de corporaciones particulares, correspondiéndoles en todo caso la inspección


sobre las mismas y los demás objetos que por su naturaleza caigan bajo su jurisdicción; votar anualmente su presupuesto de gastos y los recursos para costearle, estableciendo impuestos sobre los ramos y materias no legislados por el Presupuesto General de la Provincia; recaudar sus impuestos, administrar libremente los bienes municipales, examinar y resolver sobre las cuentas del año vencido, dictar ordenanzas y reglamentos dentro de estas atribuciones”. Pero sabiendo que los municipios en general y en especial el de la Capital no estaban en condiciones de afrontar gastos muy excesivos en obras y demás, en el artículo 142° se decía que “la administración de las obras de salubridad o irrigación estará a cargo de una Comisión o Departamento especial, dependiente del Poder Ejecutivo en el Municipio de la Capital y en los demás se organizará en forma que la Legislatura crea conveniente. “Artículo 143° –Tanto las Municipalidades de Concejo como las de Comisión pasarán anualmente al Poder Ejecutivo de la Provincia una memoria en la que se hará constar detalladamente la percepción e inversión de sus rentas, y estarán sujetas a su inspección y vigilancia. “Artículo 144° –Las obras públicas cuyo importe pase los doscientos pesos nacionales, deberán sacarse siempre a licitación”. Otros artículos responsabilizan al intendente y demás empleados por acciones en el gobierno y se decía “están además sujetos a destitución por mala conducta o despilfarro de los fondos municipales, sin perjuicio de las responsabilidades civiles y criminales en que incurran por estas causas. “La ley de la materia determinará el procedimiento que deberá observarse en esta clase de juicios”. El año 1910, que para la Capital Federal y La Pampa gringa mostraba una porción del país en plena euforia triunfalista y exportadora, no fue sin embargo para La Rioja por demás significativo, aunque si podemos anotar que en el año del Centenario, la Municipalidad ensayaba caños de portland construidos en La Rioja, empleándolos en sifones para el paso de las aguas por las bocacalles, adelanto que no iba de la mano con el resto de lo que pasaba en la ciudad. “La actividad de los trabajadores en esta ciudad –apuntaba un testigo de ese entonces– es regular. El movimiento de edificación aquí donde los alquileres son relativamente bajos, tiene que obedecer al resultado de los productos de la agricultura y la ganadería que son las principales industrias. No habiendo afluencia de gentes de otra parte con ánimo de establecerse, las exigencias de la edificación tienen que estar en razón directa del crecimiento natural y lento de la población. Como industrias nuevas debe anotarse la del servicio a domicilio de leche fresca con vacas mestizas al precio de 20 centavos el litro. Ya son varias las parejas de vacas que con este destino recorren la ciudad mañana y tarde, llenando con su servicio una necesidad bien sentida. “El establecimiento de cordones de granito en las veredas continua aunque con alguna lentitud y en poco más de un año se han colocado aproximadamente tres mil metros, dando con ello un mejor aspecto a las calles y mayor comodidad para el tránsito”. y refiriéndose al comercio, el testigo de marras de 1910 anotaba: “Salvo raras excepciones, en general, el comercio siente algún abatimiento, cuya causa no puede atribuirse sino a los compromisos bancarios contraídos en la época en que el Consejo de Educación de la Provincia atrasó sus pagos en periodo de cerca de un año. Esto unido a falta de movimiento en obras en que se ocupe a muchos operarios, contribuye a producir cierto malestar en los negocios”.


El 22 de septiembre de 1910 a un poco más de un año de aprobada la Constitución Provincial y a días escasos de finalizar el periodo ordinario de sesiones, la Legislatura riojana sancionaba la Ley N° 127 del Régimen Municipal. La misma fue promulgada por el gobernador Gaspar Gómez derogando todas las anteriores disposiciones legales y ajustando su articulado a lo dispuesto por la novísima Constitución. En 61 artículos pormenorizaba aspectos ya comentados de las Carta Magna riojana. Difíciles años pasó La Rioja, capital y provincia, inmediatamente después de 1910. Por ese entonces la principal actividad edilicia era la construcción de la Iglesia Matriz, considerada “uno de los trabajos de mayor mérito en su género en la república”. Este templo que atrajo a La Rioja muchos y calificados artesanos que luego trabajarían en otras obras públicas y privadas de importancia fue inaugurado el 29 de junio de 1912 como Santuario de San Nicolás de Bari, vicepatrono de La Rioja. Lo que es digno de mencionar en estos tiempos del Centenario es algo a lo que argentinos y riojanos hace mucho han dejado de tener en cuenta a preocuparse seriamente: La extraordinaria, monolítica y constante estabilidad de los precios y los salarios. Pasan los meses, los años y hay estabilidad. Por ejemplo, un albañil ganaba por día cinco pesos, un carpintero $4, un jardinero $50 mensuales, un cocinero para hotel $100 y una mucama $20. Y por esas cosas del sexo el mucamo varón ganaba exactamente el doble: $40 ¿Se podía vivir? Sí y bastante bien. El kilo de carne valía 20 centavos y muy de vez en cuando llegaba a tener un incremento desmesurado y valía 30 centavos. La docena de higos, 5 centavos, el queso criollo 80 centavos el kg. y el pan francés 5 centavos.

Al rescate de la tierra municipal y la ciudad crece El 3 de abril de 1912 es promulgada por el gobernador Gaspar Gómez la Ley N° 145 de positivas implicancias para el municipio de la Capital. En ella se decía: “Artículo 1° –Declarase de exclusiva propiedad de la Municipalidad de esta Capital, todo terreno comprendido dentro del perímetro determinado como limites del Municipio por la ley de la H. Legislatura de la Provincia de fecha 28 de julio de 1905, tomando como centro la Plaza 25 de Mayo y que se encontraran actualmente en las condiciones del artículo 2.378 (2.344) del Código Civil. “Artículo 2° –El ejecutivo ordenará por el Departamento Topográfico el inmediato relevamiento de la planta urbana y suburbios de la ciudad en la mejor forma para servir de base al proyecto y ejecución de obras, formación de padrones catastrales de los servicios e impuestos públicos en general”. Los alcances de esta disposición eran muy importantes, pues buscaban rescatar tierras mostrencas que habilitaran al Estado para la realización sin mayores costos posibles de obras futuras para la ciudad. Y como la capital celebrara y adhería a todo lo que ocurría en el país, también celebró con comisión ad hoc y demás, la Fiesta Nacional del Árbol que se celebró por vez primera el último domingo de junio de 1912. Lastima que esta adhesión no fuera más sinceramente consciente y que desde entonces La Rioja hubiera tenido una franca política de promoción del árbol. Quizás una de las primeras muestras de atención del poder del Estado al movimiento sindical en La Rioja se dio con la subvención otorgada al “Círculo de Obreros” el 5 de junio de 1913 por la suma de 500 pesos con destino a la conclusión del edificio social de la misma. Ese año de 1913 fue bueno para los trabajadores, al menos para no trabajar


tanto: dos leyes, la N° 164 prohibiendo trabajar el 25 de mayo y el 9 de julio y la N° 179 que decía: “Eríjase en la Plaza 25 de Mayo de esta ciudad el monumento al General San Martín a que se refiere la Ley Nacional N° 9.098”. Y como las leyes se hacen para ser cumplidas y más cuando éstas son frescas y recién hechas, el 16, 18 y 26 de febrero de 1914 el pueblo fue convocado a elecciones para elegir las Comisiones y Concejos Municipales en la Provincia. Así en nota del 30 de mayo de 1914 el intendente Sixto Grandoli expresaba al ministro de Gobierno, doctor Félix de la Colina, las dificultades que debía vencer la municipalidad capitalina, “puesto que tiene que velar –decía Grandoli– por la higiene, moral, caridad, viabilidad (sic), etc. tropieza con mayores inconvenientes que otras reparticiones no sólo por la escasez de recursos en que se desenvuelve y el acrecentamiento de las necesidades a llenar que el progreso exige, sino también porque tratándose de ciudades pequeñas como la nuestra, es fácil rozar con ciertas costumbres que los particulares han convertido en derecho, por cuya razón las disposiciones municipales que las reglamentan no son siempre bien aceptadas. “Se hace necesario –insistía Grandoli– que la población secunde los esfuerzos de esta Independencia en pro del saneamiento, cuidado y embellecimiento de la ciudad. “Tendiente a este fin deben converger armónicamente los anhelos del Departamento Ejecutivo y del Concejo Deliberante. Desgraciadamente no sucede así con respecto al segundo. El Concejo, como es de dominio público, emprendió una campaña hostil hacia el Departamento Ejecutivo al extremo de no reunirse más con el propósito deliberado de hacer fracasar la acción de la Intendencia, oponiendo toda dificultad para la realización de sus iniciativas sin haber conseguido otro objeto que perjudicar los intereses de la comuna. “Felizmente –se consuela el intendente– no se necesitan tan urgentemente ordenanzas y reglamentos sino personal suficiente y preparado, de que carece, que haga cumplir los existentes, interpretándolos de una manera justiciera y equitativa porque los preceptos se olvidan, se violan a menudo en aras de intereses partidistas o particulares avasallando derechos y faltando con ello a los principios de la moral pública”. Finalmente el intendente cuenta algo que suponemos ha sido común a casi todos los intendentes de la ciudad de La Rioja: “Al hacerme cargo de la Intendencia traté de conocer en primer término los recursos que contaba la repartición, para lo cual solicité de Contaduría el estado general de la renta. Encontré que muchos propietarios adeudaban servicio de alumbrado y de limpieza por varios años, incluso los derechos de irrigación en algunas cuando la oficina de riego formaba parte de la repartición, acumulándose cuotas que venían a sumar cantidades subidas. “Se preguntará ¿a qué responde este estancamiento de valores? Se habían tentado, según referencias, los medios correctos para el cobro, llegando a la vía de apremio en algunos casos, dándome cuenta luego que toda tentativa de formar renta era ineficaz por la aglomeración de papeles sin valor, por haber operado la prescripción en unos y estar otros duplicados y triplicados, resultando que los menos eran los únicos boletos cobrables. “Basado en esta renta ilusoria está formulado el Presupuesto de 1913, el que fue puesto en vigencia para el corriente año por la Intendencia. “Con un cálculo de recursos de esta naturaleza no podía por menos que fallara el presupuesto, razón por la cual la Municipalidad se vio incomoda en los últimos tres meses del año pasado y los primeros del presente para hacer frente a los servicios indispensables y para satisfacer deudas de administraciones anteriores. “No se han tomado aún las medidas del caso respecto a esta deuda incobrable a la espera del momento oportuno.


“El rubro “cordones de granito”, en cuya ejecución se ja invertido parte de sus rentas, ha traído una sensible alteración en las finanzas municipales, sin poderse resarcir hasta la fecha más que un cincuenta por ciento de lo invertido”. Y recordando tiempos cercanos no podemos menos que rescatar algunos de los pesimistas conceptos que tenía el Intendente de La Rioja en 1914 referidos al Matadero Público: “Este establecimiento es el que más trabajo ha dado a la Municipalidad. No se ha respetado el contrato respectivo de concesión, violándose las cláusulas estipuladas en garantía de la repartición. “Nada posee el edificio y sus accesorios en condiciones de ser aceptado; en ruina el galpón del ganado, manga de arrime, roldana de ajuste, zorra conductora, sufriendo la res como primer martirio la fractura de alguno de sus miembros, todo lo que trae como consecuencia la exposición del matarife”. En fin, temas recurrentes que pasa el tiempo, se solucionan y vuelven a aparecer, como una obsesión, un trauma en la vida de una ciudad. El 1° de junio de 1915 el gobernador doctor Vera Barros en su mensaje a la Legislatura y sobre la cuestión municipal decía: “El gobierno comunal se desenvuelve dentro de su órbita y sin tropiezos desde la sanción y aplicación de la ley de reforma de la Ley Orgánica de las Municipalidades de 1910, que adolecía de algunas deficiencias. “Por esa reforma se legisla con más claridad y con más previsión los puntos relativos a acefalía de las Municipalidades, determinando los casos en que debe considerarse como producida y reglamentando la intervención del Poder Ejecutivo, respecto de lo cual guardaba silencio la ley anterior; se consignan disposiciones en lo referente a la percepción o inversión de las rentas municipales, se crean los jurys de reclamos en la formación de los padrones de impuestos y se establecen las bases para la confección de los presupuestos. “Además, como la Ley Electoral de la Provincia establece el voto secreto y obligatorio, se hacen extensivas, con las excepciones consiguientes, sus disposiciones a las elecciones municipales”. Y que la ciudad se embellecía y mejoraba en su ornato lo muestran algunas disposiciones legales que en estos tiempos son sancionadas y puestas en vigencia. Así el 28 de agosto de 1914 se autorizaba por Ley 219 a “la Municipalidad de la Capital para expropiar los terrenos necesarios para plazoletas que circundan la fuente del Boulevard Sarmiento, de acuerdo con los planos adjuntos”. El 23 de julio de 1915 se fijaba por decreto el día 28, al cumplirse el 94° aniversario de la Independencia del Perú, como fecha para inaugurar la estatua del General San Martín emplazada en la Plaza 25 de Mayo, declarándose feriado ese día en todas las reparticiones e invitando a los demás Poderes adherirse al acto. Ese día 28 La Crónica anunciaba: “Para el día de hoy se ha fijado la fecha de la inauguración de la estatua del General Don José de San Martín, con tal motivo la comisión nombrada por el P.E. ha formulado un programa de festejos y que no dudamos se ha de desarrollar con todo el entusiasmo y lucimiento que el acontecimiento representa. “El programa de actos será: 1. –8 a.m. Reparto de víveres a los pobres; 10 a.m. Comida a las clases y soldados del II Batallón del Regimiento 15 de Infantería. 2. – Inauguración de la estatua: a) Entrega de la estatua por la Comisión Nacional; b) Himno Nacional cantado por las fuerzas de línea, escuelas y pueblo; c) Discurso del doctor Joaquín V. González en nombre del P.E. de la Provincia; d) Discurso del señor mayor Tristán Rodríguez en representación del Ejército; e) Discurso de la señorita Delia Herrera en representación de las escuelas nacionales y provinciales; f) Himno a San Martín cantado por las escuelas; g) Desfile por ante la estatua por las fuerzas de


línea, sociedades y pueblo. A las 5 p.m. Recepción en la Casa de Gobierno; a las 7 p.m. Iluminación de la estatua; a la 8 p.m. Procesión Cívica con antorchas presidida por la comisión que partiendo de la Plaza 9 de Julio desfilará frente a la estatua. “Luego a las 9 p.m. Biógrafo popular y a las 10 p.m. Tertulia en el Club Social. La colonia italiana –se decía finalmente– se ha adherido a los festejos y se reunirá en su local para concurrir en manifestación a presenciar el acto de la inauguración de la estatua al Gran Libertador”. Al año siguiente la ciudad de La Rioja homenajearía como desde hacía mucho debía, a uno de sus hijos más dilectos: Pedro Ignacio de Castro Barros, inaugurando su estatua en la Plaza 9 de Julio. Lo cierto es que el gobierno del doctor Tomás Vera Barros fue activo y laborioso realizando a más de las obras comentadas otras de singular significación. Una de ellas fue la adjudicación a principios de ese año ´15 en pública licitación al ingeniero Félix Carli de la construcción del edificio destinado a Cárcel Pública de La Rioja. El monto de la obra en la primera parte ascendía a la por entonces cuantiosa suma de $80.000. Pero para iniciar esos trabajos se debió un arroyo que pasaba por medio del terreno elegido, trabajo que también fue encomendado al ingeniero Carli. El 17 de septiembre de 1915 se autorizaba “a la Municipalidad (Ley 267) de la Capital para expropiar la extensión de 420 metros cuadrados de terrenos ubicados en la manzana comprendida por las calles Córdoba (actual Vélez Sarsfield), Rivadavia, Progreso y Baltazar Jaramillo de esta ciudad, para ser cedidos a la Empresa Americana de Luz y Tracción en cambio de los que ésta cederá a la Municipalidad para ensanche de la Calle Rivadavia”.

La Rioja, la ciudad del valle inmóvil La Rioja durante el gobierno del ingeniero Benjamin Rincón mejoró su sistema de riego a las chacras y vio realizados diversos trabajos de mejoramiento en su Casa de Gobierno. Cuando se cumplió el primer centenario de la muerte de Manuel Belgrano la ciudad toda adhirió a los festejos conmemorativos, conformándose una comisión especial que tuvo a su cargo organizar los actos respectivos. Poco tiempo después la ciudad capital se vio conmocionada por la primera huelga que organizaron los estudiantes de la Escuela Normal Pedro Ignacio de Castro Barros. Así la promoción de 1920 de este prestigioso instituto puede revalorar este titulo preciado que habla de franca y noble rebelión de jóvenes que no aceptaron que sus derechos fueran avasallados. Según se cuenta en aquella revista que tantos prestigios dio a La Rioja, Don Joaquín, los estudiantes de 1920, “fueron los primeros muchachos y las primeras chicas que se alzaron en La Rioja en gesto de rebelión en defensa de sus derechos. Pudo influir en esa actitud, posiblemente, el ejemplo de la reforma universitaria que eclosionó en Córdoba en 1918; pero de todas maneras el acontecimiento evidenció en los huelguistas riojanos una madurez y una claridad de propósitos afirmados por una decisión inconmovible. Era el tiempo de las acequias y del empedrado al que arrancaban chispas los jamelgos de los coches de plaza pues no había automóviles o si los había eran vehículos rarísimos, exóticos y complicados. Los baldíos llegaban hasta media cuadra de la plaza principal y el loconte y las madreselvas los cercos que los delimitaban”. Era una Rioja distinta, una Rioja de paz. Un martes 13 de junio –recuerda Don Joaquín– “estalló la huelga que duró hasta mediados de agosto de ese inolvidable 1920. Un memorial redactado por la pluma relampagueante de José Rivera y Armando Romero


Chaves exigía la destitución de profesores incapaces y de otros sin títulos habilitantes. La chispa detonante fue una serie de exigencias impuestas por el profesor de francés, monsieur Gastón Lanne, que obligaba a los estudiantes a dedicar mayor tiempo de estudio para la lengua gálica con detrimento de las demás asignaturas. Además se exigía la asignación de titular para la dirección de la escuela ejercida interinamente por la Señora Serafina G. Coutouné. El alma de la rebelión bullía en los dos memorialistas mencionados y en Roberto de la Vega, los tres alumnos de cuarto año y a punto de recibirse de maestros. Los secundaba toda la escuela, a la que apoyaban el Colegio Nacional representado por Enrique Díaz, que posteriormente llegó a ser diputado provincial, y la Escuela Profesional de Mujeres cuya voz cantante y arrolladora en sus candentes discursos brotaba de los labios de la exuberante Olimpia Bellora”. En fin, la ciudad vivió conmocionada por esta primera huelga de estudiantes como pocos años después, el 6 de marzo de 1924 lo sería cuando la Unión Cívica Radical Principista haría una revolución contra el gobierno de Dávila San Román tomando la Jefatura de Policía, tras un fuerte tiroteo que dejó varios muertos y muchos heridos. La última revolución que hubo en La Rioja se caracterizó por su ningún éxito pues apenas dos decretos emitió el gobierno revolucionario. Pero dejó en el recuerdo de la ciudad los tristes y dramáticos momentos vividos en esa asonada revolucionaria. Pero no todo era conmoción social ni huelgas ni protestas: así el 16 de octubre de 1921 se constituye en La Rioja la “Asociación Magisterio Provincial de La Rioja” que buscaba “fomentar por todos los medios el espíritu de solidaridad entre los asociados”, propiciando los principios de la mutualidad. Y en noviembre del ´22 se autorizaba al Ejecutivo para donar gratuitamente al gobierno nacional 31 hectáreas de terreno que se destinarían a la construcción de cuarteles militares y campos de ejercicio. Varios años después la zona sudoeste de la capital vería construirse las importantes obras de infraestructura donde sentaría sus reales el Regimiento XV de Infantería, luego BIC 141 –actualmente Compañía de Ingenieros– y el Distrito Militar La Rioja. El 2 de junio de 1923 y por ley 414 se autorizaba la construcción y reparaciones efectuadas por la Dirección General de Obras Sanitarias de la Nación en los canales de Pango y Vargas, canalización de la acequia de la calle Sarmiento e instalación de la Usina Hidroeléctrica en el Alto de Piedra de la Capital, presupuestada en la, para aquel entonces, enorme suma de $344.998. a los efectos de completar las obras indicadas se autorizaba al Poder Ejecutivo a expropiar la Usina Térmica con sus edificios e instalaciones y redes que poseía en la capital la Compañía Americana de Luz y Tracción. Ese mismo día se donaba a la Liga Riojana de Foot-ball la suma de $2.000. Ya hacía bastantes años que las prácticas deportivas, fútbol, tenis, carreras y demás se habían impuesto a la afición riojana y muchos eran los centros deportivos que se levantaban en nuestra capital. El gobernador Adolfo Lanús en su último mensaje a la Legislatura en junio de 1929 anunciaba que el Mercado Modelo estaba construido, siendo el costo total del mismo, de $66.187,12. Y comunicaba además que tras la prolongada paralización de los trabajos en el dique Los Sauces y tras un mitin popular realizado el 29 de junio de 1926 los riojanos habían logrado que la Nación continuara con la remisión de los fondos necesarios para la finalización de una obra que estaba destinada a cambiar las posibilidades de desarrollo de la capital.


Cuando el pueblo se hace cargo de su destino En su primer mensaje a la legislatura (junio de 1929) el gobernador yrigoyenista Juan Zacarías Agüero Vera tras anunciar la designación como intendente municipal de Godofredo Barbosa, pintaba un panorama francamente desolador de la municipalidad capitalina. “Si bien se trata de una administración autónoma, la circunstancia de haberse desenvuelto ésta en la situación anómala a que me he referido, por medio de encargados nombrados por el P.E. sin el acuerdo de la Legislatura y sin Concejo Deliberante y Comisiones elegidos por el pueblo, ha obligado al Gobierno a tomar conocimiento directo de la misma por lo que a los fines que se estime conveniente para las iniciativas que ésta experiencia sugiera a las sanciones que correspondan, paso a dar cuenta de lo que arrojan los documentos y apuntaciones que han quedado como restos del naufragio. “Dice Contaduría de la Municipalidad de la Capital: Las normas y reglas prescriptas por la Ley de Contabilidad de la Provincia para el debido control de la renta han sido defraudadas en todas sus partes, no sé si por ignorancia, o conveniencia. Refiriéndome a la primera parte del Presupuesto en vigencia, o sea, al cálculo de recursos, aun hasta la fecha no se ha podido establecer los dados, a causa de que las anotaciones existentes no dan fe de nada, porque he podido observar que varios contribuyentes que fueron citados a los efectos de regularizar su situación, por figurar como deudores morosos, han resultado haber satisfecho el pago de los impuestos, según lo justificaron por los comprobantes otorgados por la Contaduría de la repartición”. Agüero Vera cuenta un panorama realmente lamentable. Falta de libros de contabilidad, falta de registros pertinentes. “No existe –dice el contador municipal– tampoco ningún libro en que conste a partir de la fecha de nuestra investigación, cuál es la deuda que tiene esta Administración ni de la deuda a cobrar por concepto de impuestos atrasados, obligaciones de una u otra naturaleza, etc. dado que no habiéndose llevado contabilidad alguna, no ha podido formularse cargo a la Receptoría General, conforme a la Ley de Padrones de Contribución, por concepto de alumbrado y limpieza, patentes de vehículos, pesas y medidas, y demás impuestos generales que la Ley de Presupuesto fija e impone como fuente de recursos para el sostenimiento de la Administración”. Pasamos por alto muchas otras cuestiones para citar algunos párrafos de este informe. “Para terminar diré, que más cabeza se ha necesitado para incurrir en semejante desorden que para ordenar y regimentar una buena administración. Ni siquiera libro de Caja ha existido y todas las cuentas han sido llevadas en pedazos de papel, las ordenes de pago expedidas en papel borrador y sin informe de Contaduría, etcétera.” Y dirá luego Agüero Vera: “La nueva Administración Municipal de conformidad con el P.E encuentrase empeñada en esclarecer y poner en orden esta situación, para lo cual ha dictado las providencias más urgentes, nombrando una junta de contadores que no ha terminado aún su ímproba tarea y dictando resoluciones de carácter provisorio. La tarea que impone un estado de cosas que no quiero calificar, y la circunstancia de no estar elegido el Concejo Deliberante, demorará necesariamente iniciativas fundamentales como la pavimentación de la ciudad, medidas tendientes a hacer obligatoria la remoción de ruinas (dejadas por el terremoto de 1894), el encalamiento exterior e interior de los edificios públicos y particulares, avenida de circunvalación y otros arbitrios edilicios tendientes a la higiene y estética de nuestra abandonada ciudad. “Se ha conseguido sin embargo, con la cooperación de Puentes y Caminos, Administración del Dique y Chacra Experimental, el arbolado del camino que va de la ciudad a La Quebrada, la formación de un parque en el corazón de la misma y la


plantación de sauces a uno y otro lado del río con lo que se tiende a embellecer nuestra paseo natural más hermoso e interesante desde todo punto de vista. “También se está arreglando el Matadero de la Capital, cuya renta ha subido automáticamente en un tercio de la nueva administración”. Un año después Agüero Vera tras comunicar la formalización municipal en toda la provincia refiriéndose a la labor cumplida por la Intendencia y el Concejo Deliberante decía: “Ha principiado por organizar su administración y darse un presupuesto de verdad pues el que regía, tenía un atraso de más de siete años. Ordenó también (Ordenanza N° 112) el deslinde y el inventario de los bienes inmuebles de la Comuna en colaboración con el Departamento Topográfico de la Provincia. De esta suerte se tiende a garantizar la propiedad de los actuales ocupantes de esos terrenos, situados en su mayoría entre la Ciudad y la Puerta de la Quebrada, a la vez que dejar libre de intrusos lotes llamados a convertirse en chalets, dada su ubicación y admirables perspectivas. El seno mismo de La Quebrada se presta para esta edificación ornamental, a cuyo respecto se estudia un proyecto que será sometido a la consideración de la Legislatura. “Por la Ordenanza N° 114 se autoriza a la Intendencia a trazar calles y avenidas en el nuevo barrio y a vender los lotes de edificación en las condiciones que se estudian. La misma autoriza a entregar en donación a los actuales ocupantes a título precario, el sitio de sus viviendas, en un lote de ochocientos metros cuadrados, sin otro cargo que la mejora e higienizacion de sus construcciones y el enclaustramiento de la propiedad con el alambre tejido. “Se han hecho reparaciones y ampliaciones en el Matadero Público y se han suprimido los pantanos y desparejos de la calle de Vargas, a la vez que se ha establecido un contralor sobre el agua de Arquillo que se expende para el consumo de la ciudad. Se está trabajando en el enripiado del boulevard Sarmiento y se gestiona para breve, la construccion de nuestras avenidas de circunvalación, de ancho uniforme y totalmente arboladas. “La pavimentación ordenada por la Ley 498 será también un hecho a breve plazo y en ella tendrá la Municipalidad la participación que le corresponde, lo mismo que en sus derivados necesarios sobre muros y veredas”. El 1° de julio del ´29 la “Sociedad de Socorros Mutuos Artesanos Unidos por La Rioja” había recibido en donación el terreno y edificio en ruinas de propiedad fiscal ubicado en la intersección de las calles Dalmacio Vélez Sarsfield y Boulevard Sarmiento, con “cargo de construir en el local donado el edificio social e instalar la biblioteca y la cooperativa de consumo en sus dependencias”. Y un hecho grave que recién seria solucionado tiempo después comenzó a alarmar seriamente a la población de la capital: el agua de consumo había comenzado a producir diarrea y otros males por lo cual el Gobierno Provincial, tras comprobarse esta alarmante situación solicitó a la Nación “la inmediata ejecución de las obras necesarias para independizar de la que está ambalasada en el Dique Los Sauces el agua de las cañerías que sirven para el aprovisionamiento de la ciudad”. Justo es reconocer que la revolución del 6 de septiembre de 1930 encontró al Gobierno Provincial e Intendencia de la Capital en plena tarea para solucionar viejos problemas y dar respuesta a una ciudad que crecía y aspiraba a más.

Hacia la capital moderna A poco de hacerse cargo las autoridades revolucionarias, el intendente del gobierno de facto por Resolución N° 44 de noviembre de 1930 decía: “Anhelando esta intendencia


ver que la ciudad de La Rioja alcance el progreso que le impone su calidad de Estado Federal de la Nación, y considerando: Que es un deber de todo intendente velar por el embellecimiento y mejoramiento de sus condiciones edilicias de la ciudad y haciendo un llamado al patriotismo y buena voluntad de los riojanos, el intendente municipal en uso de sus facultades: Resuelve: Artículo 1° –Dentro de los sesenta días de dada esta Resolución, todos los propietarios de los terrenos ubicados dentro del radio comprendido Sud, calle Corrientes; Norte calle 8 de Diciembre; Este, boulevard Sarmiento, quedando obligados a la demolición de los muros que amenacen ruinas, clausurando el frente de sus respectivas propiedades, dentro de los límites comprendidos por esta Resolución con muralla de material cocido o crudo de una altura de dos metros veinte centímetros sobre el nivel de las veredas. Las murallas deberán ser blanqueadas en el primer caso y revocadas con cal y arena en el segundo, como asimismo la construcción de veredas con cordón de granito, piso de mosaico, granito, etcétera”. Nada que ver esta prepotente y voluntariosa resolución con las anteriores disposiciones en la que el pueblo participaba y en las que se tenía en cuenta la difícil situación económica por la que atravesaba el vecindario. Poco o ninguna respuesta debe haber tenido la misma por testimonios posteriores que para nada hablan del éxito de esta medida voluntarista. El Dique de Los Sauces, obra magnifica de ingeniería destinada al embalse de las aguas para riego y consumo de la capital, fue inaugurado el 4 de enero de 1931. En 1932 se decía: “Construido para almacenar 21 millones de metros cúbicos en solo dos aportes anuales de las vertientes del río debido a las lluvias en las sierras, ha embalsado en la actualidad un volumen de agua que oscila entre los 6 y 8 millones de metros cúbicos, habiendo formado un lago con un espejo de agua de más o menos 80 hectáreas. Esta hermosa obra, tan criticada, objetada y desacreditada hasta por aquellos que han tenido que participar de ella porque pensaban erróneamente que seria un fracaso, está dando ya sus buenos resultados (1932) garantizando el riego oportuno a buen numero de hectáreas que si no llegan a ser todavía el que se calculó, no por eso dejan de estar mucho más beneficiados que antes, sin que aún haya derecho a suponer que no aumente el caudal y por lo tanto no se pueda aumentar la zona de riego. “El agua para beber que anteriormente a la terminación del Dique de Los Sauces se consideraba muy buena por tomarse directamente del río con el embalse de las aguas y su estancamiento, el enorme arrastre de materia orgánica en las primeras crecientes y posiblemente filtraciones del fondo de gases extraños, después de conectarse a las cañerías distribuidoras, el agua llegaba a las canillas con un aspecto muy oscuro y barroso y con un olor desagradable que se percibe con mucha intensidad en el dique, siendo muy natural la alarma que tal hecho suscitara. “Pero posteriormente y a medida que el agua fue aquietándose y se le trabajo en los filtros, su aspecto cambió, se clarificó y al venir la segunda descarga de la creciente del último verano si bien se enturbió un poco, volvió a componerse a los dos días. El resultado actual es que, después del recorrido de 10 kilómetros en el fondo del río en donde se agita y oxigena, pasa a los filtros y allí se la trata por el cloro para destruir toda bacteria peligrosa, entrando después a las cañerías de distribución de la ciudad, de tal modo que analizada el agua tomada en cualquier canilla no se le encuentra bacilos”. Entre las medidas que más repercutieron en la sociedad riojana de los años que estamos cronicando podemos mencionar la Ley de Descanso semanal del 11 de agosto de 1932.


se declaraba obligatorio en el territorio de la provincia el descanso semanal para las personas de ambos sexos ocupadas en el servicio doméstico a sueldo. Se fijaba un sueldo mínimo de $20 mensuales para los domésticos de Capital y sueldos menores para los del interior. Además se implantó la Ley de la Silla N° 527, que dispone que en la capital de la provincia y en las poblaciones cabeceras de los departamentos en cada sala de los almacenes, tiendas y demás locales dependientes de los mismos para la venta y exposición al público de mercaderías u otros objetos deberá haber en cada una de sus secciones un número de asientos con respaldo igual al número de las dos terceras partes de los empleados allí ocupados. Y en aplicación de una ley de promoción de radicaciones industriales se otorgaba a Víctor Fernández Abello concesión exclusiva por 20 años para establecer una fabricación de curtidos de cueros finos en general, fabricación y confección de guantes e industrias derivadas con cueros finos, concediéndosele el edificio fiscal del Molino de Cochangasta. La Rioja exportaría hasta hace pocos años guantes finos a EE.UU. y Europa. Otra radicación importante fue la fabrica La Riojana ubicada en el kilómetro 7 ½ de la Puerta de la Quebrada que llegó a ocupar hacia 1940 unos 200 operarios en la fabricación de arcillas refractarias de buena colocación en la industria nacional. En julio del ´33 se autorizaba a subsidiar una película sobre La Rioja con la suma de 2500 pesos. Y hacia fines de ese año se le daba carácter de municipal a LV 14 Radio Experimental La Rioja que saldría al aire hasta mediados de 1936. En lo que compete al régimen municipal es digno de destacar la reforma de la Constitución Provincial que ha regido en La Rioja hasta 1986, por las modificaciones que en esta cuestión se hicieron. La Constitución del ´33 consta de 161 artículos y las principales reformas hechas a la anterior Constitución de 1909, obra de Joaquín V. González, fueron: ampliación del mandato del Ejecutivo y Legislativo de 3 a 4 años, renovación parcial de la Legislatura cada dos años, elección directa de los intendentes de las ciudades de La Rioja y Chilecito y sufragio femenino en las elecciones municipales. En el artículo 45° se decía “La mujer ejercitará su derecho de sufragio en el modo, forma y tiempo que lo determine de la ley respectiva”. Y en el ítem 4 del artículo 138, correspondiente al régimen municipal, se agregaba: “El sufragio en las elecciones municipales será obligatorio para los electores del sexo masculino, quedando a la ley respectiva establecer el carácter en cuanto a los del sexo femenino”. “Pero en realidad –afirma Ricardo Mercado Luna– la mayoría se adhirió al dictamen y fundamentación del miembro informante Dr. Ángel Méndez, quien se pronunció favorablemente pero reclamando mesura y meditación para no cometer desaciertos irreparables”. Tal mesura no fue otra cosa que conceder teóricamente el voto femenino, pero impedir en la práctica su ejercitación inmediata. La Rioja y su capital, si hubiera sido aplicada esta medida pionera hubiera podido mostrar con orgullo al resto de sus hermanas argentinas que si estaba atrasada en muchas cosas, en otras podía estar a la cabeza.

El fin de un letargo El incansable viajero César Carrizo escribía en 1935 sobre la capital: “Las calles sin adoquinar, los muros sin revoque, las casa empobrecidas y aporreadas por el zonda, la lluvia y el sol, las tapias mordidas por el salitre, los callejones sin vereda conmueven el alma más empedernida. Y si bien algunos chalets y algunas casas de moderna arquitectura asoman por entre los tapiales, ello no hace sino acentuar los tonos sombríos del cuadro”. La ciudad de La Rioja, casi, casi se mantenía con la misma traza que marcara el fundador hacía 350 años. El periódico El Zonda (10 de mayo de 1935) publicaba una


nota con el siguiente título: “La ciudad de La Rioja debe cambiar su fisonomía de aldea y ponerse a tono con los capitales de provincia. Y en él se decía: “El aspecto edilicio y el mal estado de la pavimentación de La Rioja, dicen de la necesidad de un cambio fundamental, que ponga a la ciudad capital a tono con el progreso de sus hermanas de otras provincias. “Si bien el estado de la Comuna no es muy bueno que digamos o carece de un margen favorable para embarcarse en empresas de fuertes desembolsos pecuniarios, el estudio inmediato y consciente del problema que nos ocupa, dice que cuando hay buenas intenciones y capacidad en la materia, se los puede realizar con eficaz resultado. “La pavimentación –sigue diciendo El Zonda–, que es una de las obras requeridas por el pueblo y que cambiaría totalmente la fisonomía edilicia de la capital, puede realizarse. Para nadie escapa este criterio que hacemos. La materia prima lo tiene el medio. La mano de obra es económica en la provincia. La financiación ya está planeada por ley de un gobierno anterior (de Empréstito, Nº 486 de Fomento Urbano y Rural, de Agüero Vera). Sólo es menester optar por el tipo conveniente a la zona y ejecutar sin más trámite la obra”. Y se dirá finalmente: “También se obligaría en forma indirecta a la edificación, ya que los propietarios de terrenos no querían pagar impuestos por baldíos que no dan interés. De lo que se desprende que ejecutada la pavimentación la ciudad tomaría otro aspecto edilicio y otra importancia comercial”. Poco después (22 de julio de 1935) y tras referirse al mal estado sanitario de La Rioja se hacía mención al deficiente presupuesto municipal diciendo que fue sancionado sin ningún estudio, después de haber estado ocho meses en el Concejo Deliberante. La razón de esto sería seguramente el atraso de remesas a la provincia desde el Gobierno Nacional. Y se daba una noticia que hablaba de expectativas y anhelos de concretar futuras empresas: “Ayer se volvió a oír Radio La Rioja. Será sostenida por la Municipalidad. Respondiendo a los generales deseos de la población, las autoridades comunales se preparan en la adopción de las medidas necesarias para el sostenimiento de LV-14, estación que desde ayer volvió a deleitar con su onda amiga a los oyentes riojanos. Se anunció que el próximo domingo se realizará la audición inaugural en su nuevo carácter de “estación municipal” en cuyo acto participarán las autoridades provinciales, comunales y las personas que en diversas formas han demostrado su simpatía hacia nuestra radiofusora. El horario de transmisión adoptado es de 10 a 13 horas diariamente”. El año 1936 fue en la acción legislativa riojana, de singular importancia, pues además de la sanción de la Ley N° 737 que permitió contar con el dinero suficiente para construir la actual Casa de Gobierno, se sancionó la 752 por la que se autorizaba al Poder Ejecutivo a emitir un empréstito en títulos, hasta la cantidad de 2.000.000 de pesos, que se denominó “Provincia de La Rioja”. Las lógicas y eternas dificultades económico-financieras de la provincia pudieron paliarse en parte. Y de ahí que tiempo después se pudiera sancionar la Ley N° 758 que autorizó al P.E. a invertir la suma de $380.000 en diversas obras públicas. Y así La Rioja vio construirse los modernos cuarteles que en esa época albergaron a los efectivos del R.I.15, el arco de entrada a la ciudad, la pavimentación de las ciudades de La Rioja y Chilecito, el primer tramo pavimentado de ruta entre Nonogasta y Chilecito y otras obras que perduraron por su importancia. El periodista Ángel María Vargas en una amena recordación del entonces gobernador de La Rioja, general Eduardo Fernández Valdés supo escribir: “Todo el que pasara frente a la Casa de Gobierno y levantara su vista hacia sus siempre frescas tejas coloniales,


sus rejas y molduras de corte español tenía que decir: “la hizo el General”. El que condujera un vehiculo por las calles bien asfaltadas de la ciudad y no sufriera los barquinazos de la antigua “piedra bola” tenia que repetir: “lo hizo el General”. Y el que preguntara, frente al edificio que actualmente ocupa el Hospital de Niños Clodulfa Ozán (antigua Asistencia Pública) debía escuchar la misma frase: “la hizo el General”. “Frase que volvía a oírse cuando se mencionaban los edificios para escuelas que ordenó construir en la campaña o alguien decía frente a la estación del ferrocarril: ¡qué bonita! o ante los cuarteles del antiguo Regimiento 15 de Infantería: “tal vez sea los mejores del país”, pues con respecto a aquella y estos, el general Fernández Valdés interpuso su paciencia. Su insistencia y su influencia ante el general Justo, presidente entonces de la República, para que realizara esas obras”. Y tras mencionar Ángel María Vargas que otra obra del general Fernández Valdés fue el mástil de la Plaza 25 de mayo con el retrato en cerámica de Belgrano y la institución de la Semana de La Rioja, Vargas comenta: “Alguien calificó su administración de gobierno municipal; pero si se recuerda lo que era esta ciudad allá por la tercera década de este siglo, comprenderá que toda obra de renovación debía empezar por la capital de la provincia. Fernández Valdés así lo entendió y así lo hizo. “El general Fernández Valdés delimita claramente dos épocas en la vida de la provincia. Antes de su gobierno impera la colonia hasta en los adobes y en las tapias que llegan hasta la plaza principal; después de él, nada más que con lavarle la cara a la ciudad se inicia el progreso de la provincia”. Y dirá luego: “Había terminado su letargo”. Vargas comenta que Fernández Valdés “buscaba el asesoramiento de los más capacitados para la realización de sus obras. Así procedió con el arquitecto Arturo Ocampo, que confeccionó los planos juntamente con el general, de la actual Casa de Gobierno y dirigió su construcción (la misma costó 350.000 pesos). “Cuando se trató de asfaltar la ciudad buscó el consejo del Director de Obras Sanitarias de la Nación, en esa época ingeniero Edmundo Gellon. Cuando instauró la celebración anual de la Semana de La Rioja, encomendó los estudios previos a una comisión formada por el doctor Juan José Romero y los profesores Dardo de la Vega Díaz, Rafael Torres y Juan Carlos Gómez”. El día 26 de junio de 1936 y bajo el título: “La maquette de la nueva Casa de Gobierno” se decía: “Por varios días ha sido exhibida en los salones del Club Social la maquette que reproduce fielmente lo que será el edificio de la nueva Casa de Gobierno que dentro de poco tiempo comenzará a construirse en esta capital. “El público que ha visitado con el expresado motivo el Club Social, no ha escatimado su comentario favorable para esta obra que figura como primer punto en el plan trazado por el actual gobierno y que irán transformando la fisonomía de nuestra ciudad”. La ciudad de La Rioja tuvo en este gobierno del general Fernández Valdés un recodo fundamental en su progresiva marcha hacia la modernización. Se realizaron obras fundamentales, obras significativas y comenzaron algunas como el pavimento que el tiempo fue incrementando. Fue en la historia de la Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja un gobierno fundacional y creativo. En el breve lapso del cambio de gobierno y siendo intendente de La Rioja Ángel Molina Herrera, éste da a conocer un breve comunicado municipal (19 de enero de 1939), que decía: “Además de multados se publicarán los nombres de los que se bañen en la Quebrada. El intendente que suscribe pide al pueblo de la Capital que colabore con la Municipalidad para evitar que personas inescrupulosas se sigan bañando en el río de la Quebrada, que nos provee de agua. Esa colaboración consistirá en denunciar los


contraventores al Decreto Nº 1.622 que prohíbe bañarse en el río, los que no solamente serán multados sino que se publicarán sus nombres para que el pueblo los conozca. “La Municipalidad tiene un empleado permanente que recorre y vigila diariamente el río, pero dada su longitud es indispensable la colaboración del pueblo en defensa de su propia salud”.

Cuando la intendencia de La Rioja se puso los pantalones largos Al finalizar estos 100 años de vida municipal de La Rioja resalta con caracteres bien nítidos y contrastantes la labor del intendente municipal, profesor Rafael Torres (19391942). No afirmaremos que fue el mejor, el más imaginativo, el de mayores realizaciones. Sería emitir un juicio de valor que no hace el equilibrio del juicio histórico, pero su obra que aún pervive, sus muchas inquietudes puestas y expresadas en obras de real jerarquía, nos señalan un periodo intendencial brillante y positivo. Por eso decimos que la intendencia con don Rafael Torres se puso realmente los pantalones largos. Fue de ahí en más, mas madura, más jerarquizada y con más vuelo. Pues don Rafael Torres le supo marcar un nivel de jerarquía que posteriores intendentes no hicieron sino reafirmar. Apenas hecho cargo de sus funciones como intendente de la capital el profesor Torres, envía sendas cartas al inspector seccional de escuelas Láinez Rosendo Cano, y al director de la Escuela Normal, Dr. Adolfo Bazán, es la que dice: “Estoy empeñado en la actualidad en la tarea de realizar obra urbana, buscando por ese medio la mejor conservación edilicia y un mejor cuidado por parte del público de nuestros paseos. “Como la escuela es el medio más eficaz para difundir esta idea, pues ella llegará así hasta los hogares más apartados y humildes, me he valido en solicitar su eficaz apoyo en pro y defensa de nuestro urbanismo. “Si cree aceptable esta sugestión, puede obligar al personal docente de las escuelas ubicadas en los barrios suburbanos, a que den clases sobre urbanismo edilicio, tratando de inculcar al niño que es un deber cuidar la belleza de la ciudad, no manchando sus edificios, no destruyendo sus jardines, no escribiendo letreros en sus murallas y no quebrando los gajos de los árboles de las calles y plazas públicas”. Esta pequeña muestra nos señala el sentido docente de la función municipal. Y Torres en esto fue realmente un maestro. La tarea a realizar era enorme y la ciudad iba a necesitar de muchos esfuerzos, de mucha colaboración y ganas de hacer cosas. En una crónica de La Voz del Pueblo (abril de 1939), titulada “Recorriendo la ciudad” se anotaba: “Sitios baldíos de la gente rica que esperan ansiosa la hora que el gringo venga a edificar al lado para que se valorice su terreno sin que nada le cueste. “Casas en derrumbe o ruinas de escombros en pleno centro que no ven las horas que la pala del obrero acabe con ellas, después de todo, sus dueños tienen dinero en los bancos, automóviles nuevos y pasean hasta Mar del plata. ¡Cómo no criticar todo esto que nos grita nuestra indecisión y nuestra pereza riojana tan triste y legendaria! “Pero mejor que todo empecemos a caminar, demos una vuelta por la ciudad, que hace mucho no la hemos visto de cerca; llegamos a la calle Telechea esquina J. V. Gonzalez, una ruina nacional, las ruinas de San Nicolas de Bari, desde el tiempo del temblor grande 45 años de ruinas, a una cuadra de la plaza principal, medio manzano; todos los turistas que ahora llegan llevan de La Rioja como un recuerdo, la foto de estas ruinas, su dueño: el Obispado, que mucho puede y no ha querido en casi medio siglo arreglar esa esquina con cualquier pretexto; los franciscanos con menos medios, más


humildes y pobres, han edificado media cuadra en la calle 25 de Mayo y siguen a la vuelta por la calle J. B. Alberdi. “Continuamos una cuadra más y otro baldío. Casi todo un manzano, ¿de quien es?, de los dominicanos. Todo un manzano a excepción de la esquina de la P.B. Luna y Santiago del Estero donde se levanta la nueva Asistencia Pública, obra del último gobierno, signos de modernismo. Los dominicanos mantienen ese baldío en pleno centro de hace 350 años. “Seguimos a pocos pasos otro baldío: dicen que es de los señores Vera, gente que vive afuera, que han adquirido dinero y no quieren edificar. Pasamos allí frente mismo de La Merced, una esquina en ruinas, apenas blanqueadas, por casualidad tal vez, ¿de quién es? Su dueño un millonario que vive en Santa Fe y no edifica ni vende hasta que le valoricen edificando al lado. “Y dejamos para el último, hemos llegado a la misma Plaza 25 de Mayo, frente a nuestra casa colonial, en el corazón mismo de la ciudad, frente a la Catedral el mejor de los baldíos”. La verdad era que había mucho por hacer y hasta diríamos que pronto. Los vecinos se mostraban recios al pago del asfaltado de la ciudad y lo expresaban públicamente, pero no obstante la crisis, eterna crisis económico-financiera, la falta de fondo, la mala voluntad de muchos y el escepticismo de otros, don Rafael Torres puso manos a la obra. Así anotamos el 22 de julio de 1939: “Se llevó a cabo en el local de la Intendencia Municipal la apertura de propuestas en la licitación para la construcción de 700 metros cuadrados de veredas para las propiedades que circundan la Plaza 25 de Mayo y a una cuadra a todos los rumbos presentándose en dicho acto los proponentes señores Santiago Aquilino, Rodolfo Nechi y Alberto Caballero, comerciantes de esta ciudad. El Ejecutivo Municipal previo estudio de las mismas procedió a adjudicar por Decreto N° 1.749 al señor Alberto Caballero quien ha formulado precios por demás convenientes o sea de $3,55 m/n el m2”. Por otra parte el senador nacional por La Rioja Héctor González Iramain y en palabras transcriptas en el Diario de Sesiones del Senado de la Nación hacia el elogio del profesor Torres (6 de junio de 1939) : “El actual intendente municipal de la ciudad capital de La Rioja, profesor Rafael Torres movido por el mismo afán y cariño por el lugar, hace esfuerzos por acelerar ese progreso con economías casi heroicas; suprime todo gasto innecesario y se despoja del automóvil oficial que provee el reducido presupuesto municipal para el propio intendente con el fin de adquirir para la Municipalidad y para el servicio de la ciudad, barredoras y segadoras mecánicas. Actualmente proyecta la construcción de un matadero y de un frigorífico modernos, con la misma finalidad”. Y mientras el Intendente Torres ahorraba centavos para llevar a cabo sus planes, la provincia no le iba en zaga. Pues de esa época son iniciativas tales como la de otorgar un subsidio al historiador Dardo de la Vega Díaz para la edición de Toponimia Riojana; transfiriendo a favor de la Nación un terreno expropiado en la ciudad de La Rioja destinado a la construcción de un Hotel de Turismo. Y en su último mensaje a la legislatura el gobernador Héctor de la Fuente (1942) decía sobre un tema que encararían a fondo los gobiernos peronistas: “El problema de la vivienda que preocupa a todas las comunidades, se afrontó por primera vez entre nosotros, con la construcción de 42 casitas cómodas e higiénicas que forman todo un barrio (Barrio San Román) en terrenos antes incultos y despoblados”. Y agregaría: “Con la construcción del Palacio de Justicia, el Poder Judicial tendrá un edificio propio donde pueda cumplir sus altas funciones”. Pero no nos adelantemos en el tiempo y retomemos los problemas que planteaban los vecinos en septiembre de 1939: “La población de La Rioja, capital de la provincia, lucha por conseguir la mejora del servicio de luz, habiéndose creado al efecto una


junta permanente de acción pro-mejoras, ampliación y abaratamiento de la energía eléctrica que se suministra a la ciudad. En el manifiesto dado a conocer explicando los motivos de la fundación de la entidad, se expone el carácter negativo que representa para el desarrollo de la capital la deficiencia del servicio de luz que paraliza prácticamente su progreso en cualquier orden de actividades, especialmente en el industrial. Talleres y otros establecimientos de trabajo, deben instalar plantas eléctricas privadas, lo que representa una inversión sumamente gravosa, prohibitiva en muchos casos y no sólo las fábricas deben hacer frente a ese problema: el Hospital de beneficiencia San Vicente instalará sus propias máquinas para producir corriente. El documento que dio a publicidad la junta constituida en la Rioja permite conocer detalles interesantes sobre el suministro de luz a la ciudad, suministro que presenta deficiencias extraordinarias, mayores de lo que a la distancia se puede imaginar. “En primer término no se extiende más allá de cuatro cuadras de la plaza principal. Se interrumpe con frecuencia con una repercusión insospechada. Veces hubo en que la Legislatura se vio obligada a levantar las sesiones por falta de luz…”. Recordemos que desde principios de siglo La Rioja tenía problemas de luz. Casi había transcurrido medio siglo y el problema subsistía. A fines de 1939 y como consecuencia de una gestión del gobernador doctor Héctor de la Fuente llegó a La Rioja una comisión de senadores nacionales integrada por Alfredo Palacios, Benjamin Villafañe y el representante riojano Héctor González Iramain. Venían a constatar sobre el terreno las necesidades de las provincias y de su capital. Y de esa actividad daba razón una crónica del 9 de noviembre que decía: “Recorre la ciudad el doctor Alfredo Palacios”. “El Dr. Alfredo Palacios, integrante de la Comisión Legislativa que visita La Rioja en gira de estudio de los problemas que afectan a las provincias pobres del país, acompañado del Dr. Juan Maurín Navarro recorrió la ciudad capital, para testificar la pobreza que sufre la población, en especial la clase trabajadora, su estado sanitario, etc. “El Dr. Palacios al comprobar personalmente las condiciones de vida del grueso de la población riojana quedó vivamente impresionado por lo mucho que hay que hacer a favor de ella y manifestó que hasta tanto se reúna el Senado hará gestiones ante la Dirección de los FF.CC. del Estado y Obras Sanitarias, a fin de lograr algunas mejoras que son de urgencia para La Rioja”. Y como la cosa, parece que era mostrar los trapitos al sol y dejar bien sentado que la capital necesitaba de todo, en dos breves sueltos se hacía mención a que la capital carecía de un hospital bien dotado pues una partida de 200.000 pesos m/n para “la construcción de un nuevo cuerpo del Hospital San Vicente nunca se concretó” y que la “Cárcel de La Rioja necesita se le suministre luz eléctrica y de alguna mejora imprescindible. De lo contrario los señores presos tomarán la de Villadiego sin dificultad alguna”. Pero con altos y bajos, con atrasos y esperas, la ciudad de La Rioja marchaba e iba concretando algunas realizaciones importantes. Y así el 18 de diciembre de 1941 “se transfería a favor del Comando de Aviación del Ejército, 100 hectáreas del inmueble expropiado, destinado al emplazamiento del aeródromo de la ciudad capital de La Rioja”. Y un día después se autorizaba al Ejecutivo a pavimentar 24.000 metros cuadrados en la ciudad de La Rioja y la construcción de un barrio para empleados u obreros con un máximo de 25 grupos de viviendas de dos casas habitaciones cada grupo en La Rioja y la construcción de un parque balneario (Yacampis). Por ese entonces y al cabo de dos años y medio al frente de la Intendencia de la capital, la labor del profesor Rafael Torres no podía escapar al obligado elogio de propios y


extraños y así en el periódico Prensa Riojana (1° de octubre de 1941) y al hablar de la “Acción Municipal –Progreso Edilicio”, se comentaba: “Tócanos ahora pasar revista de la acción municipal desplegada por nuestro intendente don Rafael Torres. Su actuación al frente de la comuna no puede ser más eficaz al encarar problemas tan vitales y primordiales para una capital, como ser el Mercado, el Matadero, cementerio, arreglo de la Plaza 25 de Mayo, veredas y sitios baldíos clausurados. “Las importantes obras mencionadas que cambian fundamentalmente el aspecto edilicio de nuestra ciudad cuestan cerca de medio millón de pesos de nuestro erario municipal. Ninguna época como la actual ha sido menos propicia para llevar a la práctica obras de tanta importancia por su costo, pero la noble y patriótica comprensión del Sr. Intendente ha proyectado y ejecutado tales obras que ningún intendente anterior se animó ni siquiera de proyectar, a pesar de haber contado con épocas más prosperas en que recaudaba mayores recursos”. El aniversario de la ciudad (20 de mayo de 1942) adquirió ribetes hasta entonces nunca alcanzados, pues en esa oportunidad La Rioja contó con la presencia de una serie de invitados especiales, en la inauguración de varias obras de significación: los intendentes de Buen os Aires, Córdoba, Paraná y otros. “Los actos inaugurales contaron con la presencia de distinguidos intendentes de otras ciudades de nuestro país, los cuales acentuaron así la trascendencia de aquellos. “A las 10 horas de la mañana se llevó a cabo la inauguración del nuevo local de una Escuela Nacional donada con filantrópico gesto por el señor Roger Ballet. Llegada la tarde a las 18 horas de la misma, consumóse la bendición de los respectivos locales del Mercado Frigorífico Municipal “Ramírez de Velasco”, corralón y matadero modelo, que viéronse concurridos por un nutrido público; una hora después se hizo lo propio con el edificio del Mercado Frigorífico Municipal “Progreso”, donde usaron de la palabra el señor ministro de Gobierno e Instrucción Pública, doctor Germán Kammerath Gordillo, nuestro intendente, profesor Rafael Torres, y el de la ciudad de Paraná, doctor Enrique Aceval”. Y meses después, terminando casi el gobierno de Torres y al hacer una suerte de balance de su obra (21 de enero de 1943) se decía: “Intensa labor de progreso realiza la Intendencia Municipal de La Rioja”. Se ha escrito un verdadero capítulo en la historia municipal de la ciudad: el intendente municipal don Rafael Torres, ha sido el primer ciudadano de La Rioja que lo ha forjado merced a su constante afán de progreso y a su intenso amor por la tierra nativa. “Nadie, hasta la fecha, ha realizado como él una acción tan noble como eficaz a favor del adelanto edilicio de nuestra antigua ciudad.

Transformación plausible “Desde que el señor Rafael Torres gobierna la comuna se inició una era de total transformación: se adelantó enormemente bajo el punto de vista edilicio y la administración municipal se encauzó por nuevos rumbos que denotan perseverancia, trabajo y honradez”.

Autoridad municipal “Antes –y esto sinceramente se debe manifestar en rigor a la verdad– la autoridad municipal tenía una importancia relativa.


Pasaba casi inadvertida para todos. No se efectuaban obras siquiera de aliento. Absolutamente. Por lo común los intereses políticos y de familia, malograban a veces más de una hermosa iniciativa en bien de la colectividad. “Él dirigió las siguientes construcciones terminadas: Mercado Frigorífico Municipal “Progreso”, Corralón, Matadero, Refacción y ampliación del Mercado Ramírez de Velasco”. Este periodo al frente de la intendencia municipal de La Rioja del profesor Torres fue para la ciudad y en varios ordenes de cosas culturales, realmente importante. Y así el 20 de noviembre de 1940 se fundó la Junta de Historia y Letras de La Rioja, siendo su dirección provisoria y socios fundadores los siguientes: presidente, Dardo de la Vega Díaz; secretario-tesorero, Francisca Coppari; prosecretaria, Delina del Carmen Roldán; vocales, Ricardo Vera Vallejo, Carlos Vallejo, Francisco Baigorrí, Elías Ocampo, Fray Bernardino Gómez, Fray Rainiero Nieva, Melchor Sánchez, Marcial Catalán, Virginia Santirso y Domingo Nieto. Y en tren de prohijar las actividades artísticas se resolvió otorgar becas de $50 mensuales a estudiantes que desearan cursar estudios fuera de la provincia en pintura, escultura, música, canto, declamación.

La Rioja que crece y se desborda La revolución del 4 de junio de 1943 inicia en La Rioja un par de intervenciones federales dirigidas por militares y en la parte final un progresistas gobierno llevado a cabo por el doctor Rafael Ocampo Gimenez, que sensible y laborioso sería un adelantado de las ideas peronistas. Amigo personal de Perón, Ocampo Gimenez tras ocupar durante año y medio la intervención federal en La Rioja sería designado embajador argentino en Italia. Pero veamos lo que se hizo en la ciudad de La Rioja en esta intervención, una de las pocas que trabajó por el progreso efectivo de la ciudad y la provincia de La Rioja y no fue un azote como habían sido otras y lo serian en tiempos más cercanos. A mediados de febrero del ´45 se reunían en la Casa de Gobierno los Comisionados Municipales de toda la provincia convocados por Ocampo Gimenez. ¿El objeto de la reunión? El ordenamiento y clasificación de informes y ponencias de todos los municipios en orden a la participación de La Rioja a la Primera Reuniones Nacional de Municipios que se llevó a cabo en la capital Federal a partir del 12 de marzo de ese año. De las 3.027 ponencias presentadas La Rioja presentó 125. El presidente de la Delegación de Municipios de La Rioja, Ángel María Vargas, informaba posteriormente de las ponencias aprobadas y presentadas por La Rioja: “Intensificación de las obras de irrigación, asistencia social, vivienda obrera, dotación de agua potable, crédito industrial, enseñanza agrícola de orientación regional; liberación del canon de riego; creación de un centro de estudio de la brucelosis; reforestación del país; sistematización y uniformacion de la acción municipal en la política económico-social del país; cooperación intermunicipal permanente; coordinación de las estadísticas municipales con las del Consejo Nacional de Estadísticas y Censos…”. A principios de marzo del ´45 la Nación entregaba a la Provincia 70 viviendas preconstruidas en el barrio 4 de junio de la capital. A fines de abril el Comisionado Municipal interino doctor Carlos Fernández, acordaba por decreto un sobresalario familiar a los obreros y empleados municipales. En los considerandos de la medida se decía: “Que la Municipalidad de la ciudad de La Rioja, ha quedado rezagada en el progreso que en este sentido ha experimentado el


país como fruto de la política de economía social desarrollada por el Superior Gobierno de la Nación, por intermedio de la Secretaria de Trabajo y Previsión”. Percibirían el sobresalario todos los empleados y obreros que fueran jefes de familia y tuvieran sueldo de hasta $275 mensuales. Y a mediados de abril dos importantes hechos se producían en La Rioja: la reimplantación con toda su jerarquía de la Semana de La Rioja como festejo que imponía el propio gobierno municipal y no el de la provincia, y la empresa constructora del Hotel de Turismo de La Rioja hacía entrega del edificio a la dirección general de Arquitectura de la Nación para su inauguración el 20 de mayo de 1945. Este hotel es el actual Palacio Municipal. Al cumplirse 6 meses (julio de 1945) de la intervención federal se dio a conocer una reseña de lo realizado. En lo que corresponde al ámbito de la capital, podemos mencionar el barrio 4 de junio y las 70 casas pre-fabricadas, el barrio Caja Nacional de Ahorro Postal con otras tantas casas, lo que hacía que la ciudad sobrepasara el límite de la avenida Juan Facundo Quiroga hacia el sur; el sobresalario para los empleados y obreros municipales, al igual que e resto de los trabajadores provinciales; reinstauración pero esta vez bajo dominio municipal de la Semana de La Rioja, inaugurándose en la oportunidad la primera exposición de productos riojanos. Y se decía en cuanto a la acción comunal que había tomado “gran impulso especialmente en nuestra capital pues se arreglan y se ensanchan las calles, se han ampliado las instalaciones del matadero; se ha confeccionado un nuevo padrón de retribución general de servicios y se hace un verdadero control de la higiene pública”. Y se decía que el 16 de julio, luego de los trabajos realizados por la comisión respectiva, sería inaugurada la Universidad Popular de La Rioja y que la misma había sido posible por el apoyo del doctor Ocampo Gimenez, manifestando que “esta universidad está destinada a dar días de gloria a la provincia y al hacer esta rotunda afirmación no nos guía más afán que el de ver grande y respetada la tierra de nuestros mayores”. Con la firma del presidente Farrel el 25 de junio se promulgaba un decreto que aprobaba un plan presentado por la intervención federal, destinándose fuertes sumas de dinero a La Rioja para construir viviendas económicas populares; hosterías, institutos para el patronato de la infancia; un nuevo edificio para la Escuela Telechea y para otras inversiones importantes. La ciudad así como crecía en obras, crecía en sensibilidad. De ahí que la Regional de Trabajo auspiciara una colecta pública para comprar una carroza fúnebre que prestara servicio a los pobres y se daba cuenta del éxito de las romerías organizadas en la plazoleta de la Estación ferroviaria por personal del riel. Y se anunciaba el estreno el 7 de noviembre en el Cine Teatro “Monumental” de la comedia en tres actos del riojano Víctor María Cáceres, De vuelta al nido. Esta fue la primera velada organizada por el Centro de Cultura Escénica, que desarrollaría posteriormente una calificada labor en bien de la actividad teatral en La Rioja. Comentando el estreno, se decía: “Veamos ahora la obra estrenada, cuyo autor Sr. Víctor Cáceres, sigue siendo para nosotros el primer cultivador de este género en La Rioja; sus presuntos antecesores fueron diletantes o muy malos o muy urgidos por necesidades económicas, lo que hace que cubramos sus nombres con piadoso olvido pues ninguno de ellos tuvo la pasión, el fervor y la rendida vocación del autor de Don Fabián y de vuelta al nido”. Hacia el término de esta intervención federal que entregaría el gobierno de la provincia y de las intendencias a las autoridades surgidas de los comicios de febrero de 1946 y bajo el título “La revolución del 4 de junio y la Municipalidad de La Rioja” se decía (20 de marzo de 1946): “Eficiente y digna de aplauso es la obra realizada por la


revolución del 4 de junio en la Municipalidad de nuestra capital. No obstante la limitación del campo de acción que significa para las autoridades municipales y Concejo Deliberante el esfuerzo realizado es meritorio y revela en los funcionarios a quienes se encomendó la tarea de velar por nuestra vida comunal una comprensión clara de sus problemas de orden administrativo, financiero, higiénico y edilicio. Pero es necesario establecer también que la obra a que nos referimos es la realizada por el ex Comisionado Municipal, Dr. Carlos Alberto Fernández, hoy ministro de Hacienda y O. Públicas. Los primeros comisionados municipales que designó la revolución se caracterizaron por su ineficacia, intolerancia y aunque parezca absurdo su espíritu de hostilidad para el vecindario. Felizmente con los funcionarios que acabamos de nombrar –se decía en La Rioja de esa fecha– las cosas cambiaron fundamentalmente y hoy, nuestra municipalidad inspira respeto y confianza. Organización interna “La labor desplegada por el ex Comisionado Municipal, Dr. Carlos Alberto Fernández y que deseamos destacar es de aquellas que no por su carácter silencioso dejan de tener trascendencia, en este caso mucha, pues el referido funcionario ha imprimido (sic) normas nuevas y eficaces a la organización interna del trabajo en las oficinas municipales con lo que se gana tiempo y se asegura una mayor eficacia aparte de la formación particular de cada empleado aumentando su experiencia e idoneidad. “Otra tarea de gran importancia ha sido la confección de un padrón de contribuyentes ajustado a la realidad, los intereses del vecindario y los de la comuna. Labor edilicia “No obstante las dificultades propias de la depresión económica reinante en el mundo entero y de las que se relacionan con toda actividad edilicia, la acción desplegada por el Dr. Fernández y el señor Luis Basso, ha sido perseverante y eficiente. “En efecto: la conservación y apertura de calles; el cuidado y aumento progresivo del arbolado; la implantación de nuevas practicas higiénicas; la inminente inauguración de una plazoleta frente al Cementerio; la pavimentación de la avenida Facundo Quiroga; la guerra de los cercos reemplazados por murallas; la construcción de veredas, etc. Dicen claramente de la preocupación constante y sincera de estos funcionarios por el bien común. Situación económica “Actualmente la Municipalidad puede ostentar, con orgullo sus finanzas saneadas y su movimiento administrativo en franco tren de constante superación. “La deuda contraída por la construcción del Mercado Modelo (Progreso) se cubre puntualmente y dentro de algunos años ese establecimiento constituirá una de las más seguras y caudalosas fuentes de recursos de la comuna. Justo es reconocer –pues al César lo que es del César– la visión y el espíritu emprendedor del ex intendente, Prof. Rafael Torres, a quien pertenece tan importante iniciativa. Porvenir de la comuna “En base a lo que acabamos de consignar en esta breve reseña, el porvenir de nuestra Municipalidad no puede ser más halagueño. Depende, ahora, del acuerdo con que el vecindario elija, próximamente, sus nuevas edilicias que el progreso hasta hoy evidenciado en nuestra capital continúe con igual o mayor ritmo”.


Por ese entonces y a pedido de los vecinos del barrio El Pantanillo se remodelaba la avenida Castro Barros. Cabe mencionar entre las obras dejadas por la Intervención de Ocampo Gimenez la adjudicación para la construcción de un edificio destinado a la Terminal de Ómnibus de La Rioja. Quedó para los riojanos de este período el grato recuerdo de un interventor federal y un grupo de colaboradores que con humildad y eficacia dieron solución a muchos problemas de la provincia y de la capital. De los barrios obreros al gran Estadio de Vargas Si la fisonomía de la capital venía cambiando pausadamente hasta el ´46, a partir de ese año fueron tantas las obras edilicias, las urbanizaciones barriales, al accionar del gobierno municipal y provincial en la zona céntrica, la ejecución de obras de real jerarquía y significación que La Rioja adquiere características, realmente de ciudad capital. Casi al término de la intervención Ocampo Giménez se colocaba la piedra fundamental del edificio de Vialidad de la Provincia. Pero este ritmo de trabajo no decayó, sino que muy por el contrario las nuevas autoridades mostraron un ímpetu y ganas de hacer cosas realmente destacados. El 20 de noviembre de 1946 el intendente municipal, Aníbal Arguello daba razón del medio año al frente de la comuna capitalina, expresando que “desde que se hizo cargo se ha tratado de mejorar las calles, dispuso el emparejamiento y enripiado de numerosas cuadras en la zona no pavimentada, completó el embaldosado de las veredas que en casi su totalidad, fueron destruidas para colocar plantas. Solicitó ante la Administración Nacional de Agua, la ampliación del alumbrado público mediante el cual se iluminará la avenida Juan Facundo Quiroga y numerosas cuadras de la zona céntrica. “Se llamó a licitación para el embaldosado del centro y diagonales de la Plaza 25 de Mayo. Se proveerá de 20 bancos de madera a la Plaza 9 de julio y 20 de cemento al boulevard Sarmiento. Se está dando término a la construcción de una cancha de carreras de caballos la que será habilitada a corto plazo. Se construirá una plazoleta en el cementerio y se tiene a estudio la urbanización del Barrio de Vargas. Se ha dispuesto continuar hacia el Norte con las calles Joaquín V. González, 25 de Mayo, Belgrano y Catamarca. Se estudiarán y abrirán asimismo las calles transversales. “Como una medida de emergencia y a solicitud del vecindario, se ha ordenado la apertura de una calle en el extremo del barrio Pozo de Vargas y el enderezamiento de otras en Santa Justina. “Existen además en ejecución las siguientes obras: embaldosados interiores en el Cementerio Público, transformación de los depósitos de la playa de abasto, en amplios locales para arrendarse y reparación en los mercados y matadero”. Y tras expresar el intendente que al hacerse cargo de sus funciones la comuna tenía una gran deuda con la Provincia y empresas particulares, manifestó que “se construirá en nuestra ciudad un gran hospital policlínico. Este gran nosocomio ocupará una superficie de tres hectáreas sobre el boulevard Sarmiento a la altura de la avenida Juan Facundo Quiroga y calle San Román. El costo de la obra oscila en los 900.000 pesos m/n que con su montaje e instalaciones sobrepasará el millón. “Esta institución llevará el nombre de Hospital de Caridad Roberto Ramón Carro”. Por esas fechas el gobierno y representantes de la cultura, las fuerzas vivas, homenajeaban al Chacho Peñaloza en Olta, mientras que los riojanos amantes del buen


teatro asistían en el Cine Monumental a la puesta en escena de El avaro de Moliere representado por alumnos del profesorado. Y como desde siempre La Rioja fue calurosa y más en verano, la Dirección de Fomento Agrícola y Ganadero implementó un estricto horario para la utilización de la pileta de natación del Parque Yacampis. Pero para gozar de este beneficio todo riojano debía cumplir meticulosamente un largo y cuidadoso reglamento. Aunque los riojanos tuvieron en estos últimos meses de 1946 la satisfacción de que el mismo Papa Pío XII decretara que San Nicolás fuera consagrado Patrón Tutelar de La Rioja lo que motivó la sanción de una ley (954) por parte de la Legislatura declarando Patrono de la Provincia “a San Nicolás de Bari cuya imagen es venerada en la Catedral de la ciudad capital”. Ese fin de año era elegida Miss Rioja 1946 Beatriz Rebello que obtuvo 8.000 votos de admiradores. Y como correspondía a los buenos tiempos de solidaridad que corrían, la Federación Riojana de Basquet-Ball declaraba “la amnistía general para todas las entidades, dirigentes y jugadores que en cualquier oportunidad y por cualquier causa hayan sido expulsados o penados por la Federación”. Por otra parte los riojanos comenzaron a habituarse a noticias como esta titulada: “Se iniciará la construcción de viviendas económicas en esta ciudad”, de mediados del ´46 donde se decía: “Se formalizó en esta capital el acto de la entrega de los terrenos para dar comienzo de inmediato a la construcción en el barrio de Pango de 60 viviendas económicas recientemente licitadas por la Dirección Nacional de Vialidad”. En tanto se anunciaba la ejecución de obras de mejoramiento a lo largo del Tajamar, como así también la realización de trabajos de reparación en el camino al Dique Los Sauces. La expansión de la ciudad en los gobiernos peronistas Los gobiernos peronistas que se inician con la administración de José Francisco de la Vega se preocuparon fundamentalmente de construir barrios económicos, las infraestructuras edilicias correspondientes tales como escuelas, salas de primeros auxilios, centros deportivos y demás, que hicieron que la expansión paulatina y constante tenida por la ciudad de La Rioja hasta ese momento se transformara en una expansión violenta y hasta explosiva. Debemos considerar el marco referencial de los dos Planes Quinquenales y el acento puesto en este tipo de obras, generadoras a su vez de trabajo no calificado que se adecuaba bien a las características socio-culturales del medio. Al referirse al Régimen Municipal, De la Vega dijo que “su autonomía, en el juego regular de los diversos elementos que constituyen la vida de un país, es condición esencial para la definitiva normalidad de nuestras instituciones. Por ello, en su hora, procederé a la reorganización de las comunas de esta provincia iniciando esa tarea con la reforma de la Lewy Orgánica Municipal, pues ésta no se ajusta al espíritu de la Constitución que nos rige”. Esta iniciativa recién se concretaría en 1951 (gobierno del ingeniero Zuleta) al aprobarse la Ley Orgánica Municipal Nº 1871. En el gobierno de De la Vega se aprueban créditos de radicación industrial, y se realizan las obras de urbanización del barrio Norte de la capital en un trabajo conjunto de la Municipalidad y la Dirección de Obras Públicas de la Provincia en la persona del ingeniero Zolla; auspicio a la pequeña empresa y la instalación de tambos, explotaciones agropecuarias en la zona próxima a la capital; contribuyendo, además al desarrollo de la industria hotelera con créditos para ampliación de la “Hostería Central”


(Bartolomé Mitre 654) propulsó también la formación de una Estación de Turismo en el Dique Los Sauces. Se decía por Ley 1.096: “Declarase de utilidad pública y sujeto a expropiación por parte del P.E. los terrenos necesarios para la apertura, rectificación y ensanche de las calles del Barrio Norte de la Ciudad Capital (Vargas), comprendidas en el siguiente perímetro: calle Ancha (Río seco); avenida Leandro N. Alem; Callejón sin nombre: Canal Provincial de Riego Norte hasta la 8 de Diciembre y desde ese punto hasta la calle Ancha, comprendiendo las calles 8 de Diciembre, Catamarca, Belgrano, 25 de Mayo, Joaquín V. González, Avenida Leandro N. Alem y las transversales. Y abundaron y sería pura redundancia nombrar todas las leyes y ordenanzas respectivas, las disposiciones legales expropiando terrenos tanto en capital como en el interior para construir hospitales, escuelas, barrios, centros deportivos y demás. Como ejemplo de esto por Ley Nº 1.114 se autorizaba en la ciudad de La Rioja el terreno necesario para que a Liga Riojana de Fútbol, construyera su estadio. Un decreto, quizás uno de los más interesantes en lo que hace a la ciudad de La Rioja, promulga el Ejecutivo (D. Nº 12.180) en respuesta a lo solicitado por la Secretaría de la Junta de Defensa Antiaérea, de designación de una comision encargada del plan de urbanización de la Ciudad de La Rioja. En los Considerandos del decreto se dice: “que requerida la colaboración de la Municipalidad, ésta adhiere al propósito y propone los integrantes respectivos; que las disposiciones vigentes sobre urbanismo resultan anticuadas para las actuales normas de convivencia que rigen la vida de la colectividad; que es necesario dotar a la Ciudad Capital de los elementos de ornato, paseo y seguridad indispensable a su condición, orientando su aspecto y su vida; que las comodidades que debe ofrecer la ciudad a sus habitantes tienen que estar condicionadas a la seguridad de los mismos previstos por la Defensa Antiaérea Pasiva; que tales propósitos no pueden cumplirse con disposiciones o directivas aisladas, sino mediante un plan orgánico actual y permanente”. Y tras dichas consideraciones se creaba con “carácter ad honorem la Comisión Permanente de Urbanismo de la Ciudad de La Rioja integrada por el Intendente Municipal, Ernesto Aníbal Arguello y como vocales el secretario de la Junta de Defensa Antiaérea Pasiva, teniente Rodolfo Reynoso; rector del Colegio Nacional Joaquín V. González, ingeniero Pedro Capdevila; gerente del Banco Hipotecario Nacional, Luis Carrizo Vallejo; jefe de Obras Públicas Municipal, ingeniero Oscar Kammerath Gordillo; gerente del Banco de La Rioja, Jorge Ervino Hunicken; técnico de Obras Públicas de la Provincia, Arturo Ocampo; director de Tránsito y Turismo, Juan Bautista Cabral y doctor Miguel Strafezza”. El gobierno del ingeniero Enrique Zuleta en lo que respecta al accionar municipal tendrá similares características al anterior, pero siendo intendente el periodista y escritor Ángel María Vargas habrá una serie de medidas municipales tendientes a favorecer la cultura como hasta entonces no se había hecho. Prueba de ello es el Primer Salón Nacional organizado por la Municipalidad de La Rioja que logró concitar la atención de todo el país y al que enviaron obras los más importantes valores de la plástica argentina. En el ´49 se autorizaba la expropiación de terrenos para construcción de barrios en Capital y Chilecito y se destinaban 150.000 pesos para la construcción de la Casa del Trabajador en la Capital. Otra ley fue la 1.275 (20 de octubre de 1949) que expropiaba un terreno de 102.830 metros cuadrados para el edificio del “Hogar Escuela Fundación María Eva Duarte de Perón” y también a fines del ´49 se mandaba a construir un barrio de viviendas pre-fabricadas en Vargas. La organización municipal del peronismo


La Ley Nº 1.871 fue promulgada el 31 de agosto de 1951 y en sus 101 artículos se acentuaba el rol administrativo y ejecutor del municipio. Es decir, con respecto a las anteriores disposiciones legales, esta ley fue un paso adelante y modernizó el concepto del papel que debía y podía cumplir el municipio. Decía que “en cada departamento, con excepción de la Capital, los intereses morales y materiales del carácter local, serán confiados a la administración de un número de vecinos, que elegidos de acuerdo a la Constitución y a la presente ley, formaron un organismo denominado Concejo Municipal. “El Concejo Municipal estará compuesto por un Departamento Ejecutivo a cargo de un ciudadano con el título de intendente Municipal y un Departamento Deliberativo constituido por ciudadanos con el título de vocales o concejales”. Con respecto a las anteriores disposiciones se fijaba una nueva estructura funcional y se daban normas claras sobre presupuesto, impuestos y control de los mismos. Los artículos 60, 61 y 62 hablaban de que “la Municipalidad de la Capital de la Provincia, se regirá por las disposiciones del presente título y en cuanto no se opongan a ellas y a la Constitución por las que esta ley establece para las Intendencias Municipales. Art. 61° -La Municipalidad de la Capital estará a cargo de un Intendente Municipal, nombrado por el Poder Ejecutivo con acuerdo de la Legislatura por el término de tres años. La Cámara de Diputados actuará como Concejo Deliberante siendo presidida en estos casos por el vicepresidente 1° o sus reemplazantes. El Poder Ejecutivo puede remover al Intendente con acuerdo de la Legislatura según lo dispuesto por el artículo 100, inciso 8) de la Constitución de la Provincia. Art. 62° -El Intendente Municipal tendrá en lo aplicable las mismas atribuciones y deberes que la ley confiere a los Intendentes Municipales en general”. Una real obsesión del peronismo fue proveer casa propia a los riojanos. Así por Ley Nº 2.280 se transfirió en venta a los poseedores las viviendas construidas en los Barrios Caja Nacional de Ahorro Postal y Pango. El 14 de enero de 1954 se comentaba de “la obra del II Plan Quinquenal en La Rioja informada gráficamente”, y se decía que en la fecha tendrá lugar la inauguración de la muestra ilustrativa de la obra prevista en el II Plan Quinquenal para la Provincia de a Rioja y que ya tiene principio de ejecución en diversos aspectos. “Forman parte de la exposición de trabajos públicos –se decía- el proyecto de la escuela a construirse en el barrio Nueva Siria de esta ciudad, cuya ejecución se concretará en breve plazo toda vez que se ha llamado a licitación para adjudicar la misma”. La maqueta del cine El proyecto completo del Cine Teatro Provincial, alarde de moderna arquitectura que se levantaría frente a nuestra plaza principal, recién en tiempos de don Guillermo Iribarren se concretaría. Y se decía finalmente sobre la acción social que “el edificio destinado al servicio de Salud Pública de la Provincia ha de construirse próximamente, conforme al llamado a licitación dispuesto por el gobierno con fecha 12 del corriente”. El 30 de enero de 1954 con el título de: “La Caja de Previsión empleará 5.000.000 en construir viviendas”, se decía: “El directorio de esta institución ha resuelto la pronta construcción de 30 casa en el barrio Eva Perón, sobre la calle Facundo Quiroga. Por su tipo serán ampliamente confortables y destinados a empleados y obreros de la Administración Pública Provincial. “También se construirá un mercado, dotado con una moderna cámara refrigeradora. Anexo a dicho mercado se habilitarán cómodos locales para negocios, salas de primeros auxilios y bibliotecas.


“Sobre la calle Facundo Quiroga, entre ruta provincial y callejón Pagani, se procederá también a la construcción de 30 casas de diversos tipos. La ubicación obedece al propósito de hacer desaparecer todo ese rancherío existente en el lugar. En el barrio Matadero, simultáneamente con las construcciones mencionadas, se levantarán otras 30 viviendas. “A la vez y por cuenta del gobierno del ingeniero melis, se construirá una moderna escuela. Las inversiones a efectuarse -se decía finalmente- superan los cinco millones de pesos, los cuales se invertirán exclusivamente a tal fin en el presente año. Se proseguirá con este vasto plan de obras hacia el interior de la provincia”. Y como una síntesis exacta de lo que significó en concretas realizaciones para la ciudad de La Rioja el peronismo en esta primera etapa de su gestión, veamos las noticias de La Gaceta Riojana (6/2/1954) que bajo el título de “El Estadio Provincial concreta un sostenido anhelo del pueblo”, decía: “Será iniciada el corriente año la magnifica construcción. La Empresa Argentina de Cemento Armado de la Capital Federal será la encargada de realizar los mismos”. “Arriba de un millón y medio de pesos emplea O.S.N en trabajos. Las obras de ampliación de la red distribuidora de agua en la ciudad capital de la provincia han sido proyectadas por la administración general de Obras Sanitarias, autorizándose la ejecución de las mismas con un presupuesto de $634.538. En este presupuesto inclúyese el material, mano de obra especializada, dirección e inspección de las obras”. “Casas para el pueblo. Preocupación estatal. El martes el gobernador de la provincia ingeniero Melis acompañado del vicegobernador señor Juan Perelló y del director del Instituto Provincial de la Vivienda recorrieron los distintos barrios ciudadanos donde ya se ha iniciado la construcción de diversos tipos de viviendas por efecto de la aplicación de los sistemas de créditos que acuerdan las instituciones estatales en unos casos o con el aporte directo del gobierno que las entregará luego a los trabajadores en condiciones accesibles a sus posibilidades”. De muestra hemos visto varios botones. Cuando cae el gobierno peronista en La Rioja estaban en curso de construcción varias importantes obras que años después recién finalizarían. La monumental obra del Hogar Escuela y las avenidas que se extendían hacia la parte sur de la ciudad, importantes obras deportivas en lugares estratégicos de La Rioja, los barrios entendiéndose hacia los cuatro puntos de la ciudad, el centro de la ciudad con obras de jerarquía. Entre el respeto y el avasallamiento a la autonomía municipal El último periodo del Municipio riojano en sus dos terceras partes ha estado bajo el signo el avasallamiento de sus instituciones democráticas. En sus dos terceras partes quienes presidieron los destinos de la ciudad de La Rioja fueron delegados de las respectivas intervenciones federales aunque a partir del gobierno de Iribarren, eufemísticamente a los interventores se les llamó gobernadores. Esta falta de participación directa del pueblo en los destinos de su ciudad provocó, sin duda, el alejamiento del común de tareas que en otras latitudes suele acometer el pueblo o el vecino. Pues son los gobiernos con sensibilidad popular los que le imprimen a la ciudad, cuerpo vivo como el que más, esa característica amable, sensible y cálida en contraposición a aquellas obras de prestigio y grandilocuencia de los gobiernos de facto, que suelen esconder tras oropeles la miseria del pueblo o sus cotidianas necesidades. Es curioso el fenómeno pero casi podríamos definir quien hizo cada obra de esta capital observando el detalle de si presta real utilidad al pueblo o no. Mediando su gestión, el gobernador Herminio Torres Brizuela, decía sobre el Gobierno Municipal: “A nuestro


juicio el Gobierno Municipal es la viva célula del estilo de vida democrática, por lo que la recuperación de su prestigio y vigencia importan un gran paso en el camino de la reconstrucción institucional de la Provincia; tales conceptos han presidido la acción de mi Gobierno en materia municipal. “Mantener el mayor respeto por la autonomía municipal, ha sido una norma de conducta rígidamente observada por el P.E. sin perjuicio de mantener las mejores relaciones con los municipios y procurar toda la colaboración posible dentro de la ley y la realidad. “Mediante dicha colaboración, la totalidad de los municipios han recibido fondos para obras de promoción, los que no obstante no ser todo lo generoso que hubiéramos deseado, han contribuido a llevar adelante algunos planes de realización urgentemente necesaria. “En cuanto al municipio de la capital, hace breves días hemos tenido la oportunidad de asistir a la inauguración de su nuevo edificio propio, circunstancia que por sí misa representa un progreso extraordinario y que, además nos habla de un afán y capacidad de realización en sus autoridades que presagia el éxito de todos los planes elaborados por la Municipalidad para la prosperidad y embellecimiento de nuestra ciudad capital”. En el gobierno de De Caminos fueron importantes las obras realizadas en pavimentación. Y así lo fueron el barrio 3 de febrero (Evita), la calle Carmelo Valdés, Leandro Alem y acceso al Parque Yacampis. En 1968 la Intendencia Municipal de la capital cumplió el denominado Plan Promocional de Integración Comunitaria, pudiéndose apuntar obras significativas como: ensanche de la avenida Rivadavia, cediendo los vecinos parte de sus terrenos, liberándolos la Municipalidad del pago de impuestos por varios años; remodelación de plazas en Barrio 3 de febrero, San Vicente y San Román, y de la plaza 9 de julio, Parque Sarmiento y Las Padercitas. Preparose un plan de erradicación de ranchos y se implementaron planes de viviendas. Algo que podemos destacar de este periodo es la construccion de importantes edificios públicos y privados (central de ENTEL, Galería Sussex y otros), como el Hotel Casino, que respondían a planes de inversión o funcionalidad, sin tener en cuenta ni estilo ni nada parecido. Y eso que fuera muy discutido y zarandeado por los riojanos le cambió la cara a la ciudad, la modernizó, pero no la hizo más bella ni con un perfil urbanístico definido. Poco antes de iniciarse el primer gobierno del doctor Carlos Saúl Menem la creación de la Universidad de La Rioja y la implantación en el Hogar Escuela de la misma, la erradicación de la Terminal de Ómnibus de sus anterior emplazamiento y su traslado hacia el Barrio 3 de Febrero, muestra indicios claros de un nuevo proceso de expansión que significará en los años de 1973 en adelante, un vertiginoso crecer en obras y servicios hacia zonas que eran campo puro. No debemos olvidar que La Rioja hacia el ´72 logra en la capital solucionar en parte su siempre déficit de agua al realizarse importantes perforaciones de su subsuelo que complementaban las obras de aprovechamiento de agua del Faldeo del Velasco. Entrevista a Pedro Ratti, Intendente Municipal 1973-1976 Hombre enérgico, vivaz, pone a nuestra disposición gruesas carpetas con recortes periodísticos sobre su dinámica función. Ha sido uno de los mejores intendentes que ha tenido La Rioja, por su imaginación, su hacer cosas y pensar en el vecino. “En realidad a mi no me sorprendio la ascensión al cargo de Intendente Municipal con improvisaciones, sino que uno siempre tiene inquietudes provenientes de mi amor hacia


la ciudad de La Rioja, de modo que siempre he sido un ciudadano preocupado por el progreso, por el embellecimiento de la ciudad. Siempre he tenido inquietudes máxime que antes ya había desempeñado cargos importantes en el gobierno de la provincia como el de Subsecretario de Gobierno, Educación y Salud Pública en el año 1953 en el gobierno del ingeniero Juan Melis. Después fui diputado provincial también con inquietudes constructivas por cierto que no pudieron materializarse en su mayor parte porque fuimos sorprendidos por el golpe militar de 1955. Posteriormente sufrimos la proscripción durante 18 años y en esa oportunidad me tocó como militante de mi Partido Justicialista y presidente de la Junta de la Capital de dicho partido el honor de ser postulado a la Intendencia de la Capital, cargo que asumí el 25 de mayo de 1973. En ese caso había preparado específicamente y tenía mi programa que leí en un acto solemne al asumir el cargo. “En realidad nosotros pusimos inicialmente el acento en el aspecto social como surge de la esencia de nuestra doctrina. Como primera medida, recuerdo, iniciamos un plan de abaratamiento del precio de artículos fundamentales, principalmente la carne. El 4 de junio, a sólo 8 días de haber asumido nosotros pusimos en vigencia unas ferias donde vendíamos carne a precios sensiblemente menores a los que regían en plaza. Tengo documentos donde queda demostrado que nosotros redujimos el precio en una proporción mayor del cincuenta por ciento. “Pusimos el problema así porque era un aspecto acuciante el tema del costo de vida. Pero también no descuidamos el otro aspecto porque ya lo teníamos programado. Una obra malograda “En cuanto al plan de obras puedo citar una obra sumamente importante y que mereció el apoyo total de la población y que se malogró por las circunstancias conocidas del golpe militar del ´76. Me refiero ala obra “Entubamiento del río Tajamar y construcción de la Avenida de los Caudillos”. Una obra monumental que hubiera sido un orgullo para La Rioja, porque hacíamos desaparecer esa muralla china que viene a ser el murallón del Río Tajamar y quedó demostrado gráfica y técnicamente en los planos respectivos que el área urbana de la ciudad de La Rioja mediante esa obra se extendía, se triplicaba, incorporando los barrios de Alta Rioja, San Vicente y hasta el Yacampis o la zona céntrica. Y por otra parte, desaparecía ese tajo, hablando vulgarmente, que divide a la ciudad de La Rioja a sólo 5 cuadras de su plaza principal. “En mérito a las características de esa obra, yo logré de la Caja Nacional de Ahorro Postal, presidida por el compañero Antonio Cafiero, un préstamo especial de 4.700 millones de pesos de aquella época, que era el ciento por ciento del presupuesto de esa obra, incluidas las expropiaciones que había que hacer para el ensanche de la Avenida de los Caudillos. Esa resolución fue dictada personalmente por el compañero Cafiero, en mérito a esta obra que fue calificada allí en la Caja Nacional, en Buenos Aires, como una “obra maravillosa”. “A esa obra llegamos a licitarla, pero fue el periodo en el que se desató en forma abrupta la inflación (rodrigado). Pero eso no nos amilanó. Llegamos a licitarla, logré que el gobierno del compañero Carlos Menem asumiera el compromiso de financiar el mayor costo. Licitamos la obra y se presentó una oferta mínima de 12.000.000.000 de pesos. “Logré que el gobierno de la provincia se hiciera cargo del mayor costo y no obstante tampoco pudo ser. Continuamos con nuestro afán de realizar semejante obra y recurrí al Batallón de Construcciones 141 y a la colaboración del compañero Rodolfo Blanco, senador nacional por La Rioja, a fin de que se obtuviera un subsidio no reintegrable para la construcción de esta obra. El BIC 141 puso particular interés para la


realización de la obra, tan es así que envió al segundo jefe con la carpeta del proyecto para ser entregada al compañero Blanco en el Congreso de la Nación. Se trató inmediatamente en la Cámara de Senadores y se obtuvo media sanción sobre tablas, para el subsidio que era de 30.000.000 de pesos. “Pasó a la Cámara de Diputados y allí nos sorprendió el nefasto golpe militar del 76. “La obra del Tajamar no se limitaba al entubamiento y la construcción de la Avenida de los Caudillos que era una obra de 45 metros con 6 manos de tránsito totalmente semaforizada, un alarde de la técnica urbanística, sino que también incluía, y esto lo quiero recalcar muy especialmente la construcción de las 1.000 viviendas. “Esa es una iniciativa absolutamente mía. La idea de la realización surgió como consecuencia de que en la margen oeste de la Avenida de los Caudillos teníamos el Barrio Alta Rioja constituido por tierras municipales con edificación muy precaria, muy pobre. Entonces yo le propuse al Gobierno de la Provincia la construcción de viviendas en ese lugar por el Plan Alborada cediendo nosotros los terrenos municipales. Firmamos un convenio para la construcción de ese barrio y se inició el proyecto en el Instituto de la Vivienda en ese tiempo. Posteriormente vino el gobierno militar y realizó la obra, pero la idea original es mía. “Y para mí es una satisfacción verlo realizado aunque no totalmente porque también se preveía la construcción de edificios para los Ministerios en la parte que correspondía al Hospital San Vicente. Ahí se iba a hacer el edificio de la Municipalidad para lo cual había llamado a un concurso de proyectos, mediante un préstamo ya acordado de la Caja Nacional de Ahorro Postal. La D.A.R.D es mi obra predilecta “La D.A.R.D. es una obra absolutamente mía y es mi obra predilecta. Mi hija predilecta. Yo palpito y vivo emocionado cuando veo los triunfos, los logros de esos niños y cuando pienso haber realizado esa obra que hasta ahora ha beneficiado a millares y millares de niños riojanos. “En esa obra nosotros nos adelantamos, inclusive a la Nación, en el orden deportivo infantil. Sobre esto quiero rescatar un nombre que no se ha tenido en cuenta y es el de un gran amigo, el doctor Manuel Reyes Arias, con quien, mucho antes de que pensara ser intendente nos reuníamos a conversar en mi oficina inmobiliaria y cambiábamos ideas, soñábamos con las cosas que se podían hacer en nuestra Rioja y de ahí surgió la idea de la D.A.R.D. En realidad apuntaba hacia aquel objetivo del gobierno nacional justicialista en formar el hombre nuevo. Yo soy maestro normal y por eso tengo por mi formación como maestro, la inquietud de la formación del niño. “Inclusive hago notar que en mi mensaje leído en la Asunción del cargo anuncié la creación de la D.A.R.D. y nos abocamos inmediatamente a la obra, tan es así que en el aniversario de la muerte de Eva Perón, nosotros realizamos el primer acto con la participación de la D.A.R.D. en la plaza del Barrio Evita, donde desfilaron los niños de los equipos de fútbol ante el monumento de Eva Perón. Esta obra es para mí mi obra predilecta y yo me siento muy feliz de haber contribuido así, decisivamente, a su fundación. Es de destacar la acción de los profesores Ferrari y Martínez que fueron los fundadores como docentes y organizadores. Yo di la idea y los lineamientos generales y ellos se encargaron de la organización y puesta en marcha de esta obra. Una obra a destacar “Hay una obra que quiero destacar, que me inquietó y que observo molesto por el destino que ha tenido. Se trata de un paseo que considero prioritario para el pueblo de


La Rioja: el Bosque Comunal (que se sigue llamando Bosque Comunal pero del cual no ha quedado nada) que está ubicado en lo que es la Represa Almirante Brown. “En mi mensaje al asumir el cargo había anunciado la creación de un parque en la ciudad de La Rioja, que es una de las pocas capitales que carece de un parque. Alguien me dijo: “Tenemos el Yacampis”, pero para mí eso no es suficiente. Yo quería otro tipo de paseo. Una cosa totalmente arbolada, fresca. Logré que la provincia transfiriera a la Municipalidad 82 hectáreas, comprendiendo la represa Almte. Brown, que se ubican sobre la ruta al Aeropuerto. Con la sensibilidad propia del gobernador Menem se transfirió por ley y se escrituró a favor de la Municipalidad 82 hectáreas. Fue mucho antes que se pensara en el Parque Industrial. “Empezamos inmediatamente la realización. Hicimos una perforación de 240 metros de profundidad y obtuvimos el agua a 150 metros con un caudal de 150.000 litros por hora. Esa obra fue financiada totalmente con fondos propios de la Municipalidad, como la mayoría de nuestras obras municipales se autofinanciaban. “Y sobre esto quiero acotar lo siguiente: cuando nosotros nos hicimos cargo juntamente con los amigos concejales de los dos bloques recorrimos todas las dependencias municipales como se estila habitualmente. Cuando fuimos a la Dirección de Rentas de la Municipalidad, y sin que esto signifique un cargo a nadie, pero voy al hecho real y objetivo, nos dimos con que en la Dirección de Rentas de la Municipalidad, prácticamente no había padrones de contribuyentes. Había unos libros muy viejos, todos ajados y había un total de 7.000 contribuyentes. “Lo que nos dio la pauta que estaba totalmente desactualizado. Y los propios empleados de Rentas nos dijeron: “Acá viene a pagar el que quiere. El que no paga, no pasa nada”. Inmediatamente nos abocamos a la constitución del Padrón de Contribuyentes y mediante el sistema de computación contratado con la firma que hace los padrones de Catastro de la Provincia, convinimos en hacer un nuevo padrón y lo llevamos de 7 a 23 mil contribuyentes. “Entonces nosotros comenzamos a financiar todos nuestros gastos e inclusive el pago de sueldos con fondos nuestros. Y así con todo entusiasmo, con fervor, con fuerza, con amor por La Rioja trabajamos todo el equipo. Y sobre este equipo quiero ofrecer mis emocionados recuerdos a alguien que no está, y a los que están mi reconocimiento por su acción. En la Secretaría de Obras Públicas el extinto compañero don Ramón Miguel Vega. Un viejo maestro, un hombre intachable, un hombre de condiciones como persona. Un ser humano extraordinario. En la Secretaría de Hacienda un compañero y amigo muy capaz, laborioso, digno de los mayores elogios, el contador Julio Andrada. En la Secretaria de Gobierno mi compañero y amigo, el escribano Pacchioni Valdés. Yo creé la Secretaría de Servicios Públicos de la Municipalidad y en ese cargo se desempeñó Leopoldo Ernesto Celis. “Con este equipo nos dedicamos a trabajar con todo entusiasmo, con fervor por La Rioja y así logramos plasmar esa obra que después se vio truncada. Yo quería brindar a mi Rioja, a mi pueblo, a la gente más humilde principalmente ese solar que sirviera para la gente durante el verano. Conseguí que el Gobierno de la Provincia me donara 82 hectáreas. Inmediatamente realizamos la perforación, obtuvimos el agua necesaria, hicimos el alambrado perimetral por licitación, con trece alambres, vale decir que de un hilo al otro había una distancia de 10 centímetros para evitar todo tipo de entrada de animales. Yo conseguí del ingeniero Cersonimo, funcionario del Instituto Forestal Nacional de Santiago del Estero, la donación de las plantas, y por una ley el municipio se podía acoger a la construcción de estos bosques comunales sin cargo. Solamente los municipios tenían que aportar personal obrero. Nos donó 10 mil plantas de árboles 214, trajimos las plantas, las colocamos en viveros porque no era la época de plantar y


ahí estuvieron al pie de la represa. De modo que en pocos años nosotros hubiéramos tenido una arboleda divina. Hicimos una parte. Plantamos los álamos 2-14 y otras plantas tales como eucaliptos, olmos y otras plantas en el costado que da frente a la ruta y más hacia el sur hicimos los canales, hicimos la nivelación de los terrenos. “habíamos previsto la instalación de un hipódromo y lo habíamos ejecutado. El 23 de marzo de 1976 estaba terminado y nosotros esperábamos el día de La Rioja (20 de mayo) para la inauguración. Faltaban dos meses mas para la inauguración. ¡Se perdió todo! Habíamos hecho hasta los lugares de estacionamiento arbolado, para que la gente estacionara sus vehículos y presenciara las pruebas hípicas. Y el resto eran asadores, piletas de natación, camping. “Eso sea ha dilapidado como otras tierras municipales. En uno de los últimos actos del gobierno militar, en el orden municipal, eso se lo entregó a un club de fútbol. Se le han dado 8 hectáreas de tierra de un valor incalculable. Yo no estoy en contra de que se apoyen a las instituciones deportivas, al contrario, yo lo he hecho a través de la D.A.R.D. y de toda mi acción de gobierno. Pero creo que debe ser una acción responsable y racional. ¡Sobran tierras para los clubes!”. El ensanche de la Avenida Rivadavia Ratti se refiere a un viejo proyecto del diputado Carlos Quiroga de 1919 de ensanche de la avenida Rivadavia, y tras elogiar el sentido y proyección de futuro de ese legislador, expresa que durante seis meses de su gobierno comunal se hizo lo que no se había hecho en treinta años. Expresa que solicitó una línea de crédito especial al Banco Hipotecario para ayudar a aquellos propietarios que fueron afectados por las expropiaciones. Y agrega: “Hubo muy pocos, son contados, de los 71 propietarios afectados, los que se acogieron a esos créditos. Es una lastima porque hubiera cambiado totalmente el aspecto de ese lugar. Y en este sentido quiero recordar al padre Vocos, de la iglesia de La Merced, que creo que ha fallecido hace poco. Yo insistí tanto para que los religiosos de la iglesia La Merced me cedieran el terreno para el ensanche de la avenida, que una vez el padre Vocos me ofreció el púlpito. “¿Por qué no viene un día? Yo le cedo esto”, de tanto que había insistido, de mi perorata para que me cediera la avenida. Él era un poco reacio. “¿Cómo va a quedar el templo así, si le mutilamos esta parte?” “No. Va a quedar bien, padre”. Había un par de arquitectos en la Municipalidad, y entonces les encargué que me hicieran una perspectiva, una fachada de cómo iba a quedar La Merced sin la parte esa que ocupaba la avenida. Y logré convencerlo al padre y nos cedió el terreno para la ampliación que era el obstáculo físico más importante que había a todo lo largo de la avenida. “Y significó una obra grande. Nosotros tuvimos que hacer el ensanche, sacar toda una submuracion que había, rejas de hierro. Desapareció todo eso y se hizo el nuevo atrio, se hizo una nueva Sacristía, pues la vieja había sido afectada por el ensanche, e inclusive (y ése fue uno de los argumentos que yo empleé) les hicimos a los padres un lugar de estacionamiento en los fondos de la iglesia. Así hicimos ese ensanche que es tan importante. De motobarredoras y otras limpiezas “Cuando yo me hice cargo, a los tres días se rompieron todos los vehículos. Sugestivamente aparecieron rotos todos los vehículos de recolección de residuos. Me constituí inmediatamente en el Corralón Municipal. En ese entonces se usaban unos verdaderos tanques sobre cuatro ruedas que tenían una abertura en la parte superior


por donde se colocaban los residuos que se recolectaban de las calles. Y eso era remolcado por un tractor. Los obreros que hacían ese trabajo, dos obreros y un tractorista, iban por supuesto completamente a la intemperie. Y me enteré ahí que en invierno estos pobres hombres volvían del basural muertos de frío. Lógicamente, cuando volvían del basural que estaba a ocho kilómetros sobre la Ruta 38 (norte) lo hacían dentro del tanque donde habían llevado la basura. Eso no podía tolerar, no podía soportarlo. Desde allí hablé por teléfono con el presidente del Banco de La Rioja, que era el compañero Arnaudo. Y le dije: “Mirá, pasa tal cosa. Necesito un préstamo urgente para la municipalidad para comprar vehículos y elementos para la higiene de la ciudad, pero necesito una respuesta hoy, dentro de dos horas quiero tener una respuesta; sino, no permanezco aquí”. A la hora y media me llamaron y tenía acordado el préstamo. 69 millones de pesos de ese tiempo. De esos 69 empleamos 56 para comprar una máquina aspiradorabarredora, dos camiones compactadores que todavía se usan y un camión Ford-600. Como siempre he sido prevenido. Yo no quería que nadie dijera nada, formé una comisión donde tenía representación el periodismo, inclusive el Centro Comercial e Industrial, la C.G.T., el Concejo Deliberante y un técnico, el ingeniero Tortone, para la preadjudicación y estudio de las propuestas. Esa comisión decidió que vinieran a La Rioja a hacer una prueba para saber cuál era la más conveniente. “Gracias a eso yo logré tener una ciudad limpia. Cuando se realizó el Campeonato Argentino de Básquetbol en La Rioja, yo recibí infinidad de felicitaciones de gente que vino de todos los puntos del país y me preguntaban cómo era posible que yo tuviera en esas condiciones a la ciudad, que era un espejo. Una avenida en 20 días “Con motivo de la realización de ese campeonato en La Rioja había un problema de circulación hacia el Estadio de Vargas, que se hacía solamente por la calle Leandro Alem; vi la necesidad de construir otro acceso y así hicimos la avenida Benavidez. Como yo había estado en inmobiliaria durante muchos años, conocía y conozco por supuesto toda La Rioja: para mi fue una cosa fácil en muchos aspectos de la obra municipal ubicarme directamente en la forma de dar solución. Y así hicimos la avenida Benavidez que es la continuación de la Gordillo hacia el Estadio, la hicimos y pavimentamos, en 20 días. “Nosotros recibimos la ciudad con una reciente re-pavimentación en la zona céntrica que había hecho el comisionado municipal, doctor Hugo Pelliza. En nuestro periodo hicimos 200.000 metros cuadrados de pavimento. “También hicimos la rectificación y nuevo trazado de la avenida Córdoba, la avenida Ramírez de Velasco y dejamos listo el estudio de la avenida Leandro Alem cuando nos sorprendió el golpe del ´76. “Yo estoy satisfecho y orgulloso de lo que hice. Yo soy consciente de que mi administración municipal y perdóneme la inmodestia, ha sido la mejor administración que ha tenido en varias décadas La Rioja. He salido satisfecho pero aparte tengo ese sentimiento de algo trunco porque veo y me impacienta a veces ver y sentir las ganas de realizar esas y muchas ideas. Tengo inmodestamente el orgullo de lo que hice. Lo que más me compromete con mi ciudad y es el reconocimiento de todos sus sectores. FACUNDO Y GUEMES Dos caudillos ante la historia


Plutarco, en aras de encontrar semejanza entre grandes hombres de Grecia y Roma estiró las cosas a extremos increíbles y nos dio ese libro interesante pero mentiroso que se llamó Vidas paralelas. No es nuestra intención hacer ese tipo de paralelismos antojadizos y falsos que poco o nada enseñan, pero sí comparar en términos generales las vidas de estos dos caudillos. El extremo olvido y la negación a sabiendas Es extraño que sobre ambos una mala persona y un olvido a sabiendas de sus hechos principales, los cubriera con el más negro olvido. O aún más. Cuando se los recordó se lo hizo única y exclusivamente para menoscabar sus vidas y sus realizaciones, tergiversar sus ideas y llenarlos de oprobios. Gran parte de esta última actividad la supo realizar Mitre, que es sabido el olímpico desprecio que tuvo para con Facundo. Con Guemes su postura de hacedor de virtudes y vicios patrióticos fue bastante parecida. Lo consideraba un caudillo menor, un negador de su clase que si no hubiera sido por San Martín habría sido un caudillo del montón. Güemes y Quiroga, padecieron casi cien años de olvido y negación. Al primero, fue el Dr. Bernardo Frías que un poco por casualidad y otro por la curiosidad lo terminó por reivindicar con un trabajo minucioso y preciso. Lo seguiría luego el preciso trabajo del doctor Atilio Cornejo, sobre Güemes. A Quiroga lo reivindicaría el Dr. Peña y sus recordadas clases en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires a principios de siglo. De esos trabajos liminares, comenzarían los estudiosos de las historia a remar contra la corriente historiográfica liberal para echar luz sobre acontecimientos y hechos importantes de las vidas de estos caudillos que mostraron la verdad de las cosas. Hoy, con la serie de voluminosos trabajos hechos sobre ambos caudillos es imposible negar la significación e importancia de lo que hicieron, lo que significaron en su momento y siguen significando. A Quiroga lo terminaron de reivindicar historiadores como Félix Luna, Fermín Chaves, Ortega Peña y Duhalde, Pedro de Paoli, Manuel Gregorio Mercado, Ricardo Mercado Luna, Armando Raúl Bazán y muchos otros. A Guemes, además de los trabajos apuntados de Frías y Cornejo podemos agregar el completo corpus documental del doctor Luis Guemes sobre su antepasado bajo el título Güemes documentado. Pero hay más, mucho más. Está la labor que viene cumpliendo desde 1977 el Instituto Gemesiano de Salta que ya lleva publicados decena y media de tomos sobre aspectos curiosos, poéticos, sociales e ideológicos del caudillo salteño. Si el buscado propósito de hacer historia maniquea (buenos y malos, y nada más de discusión) impuso una concepción tergiversada de la pasada realidad que se mantuvo con cierto éxito durante casi una centuria, el andar del tiempo, el olvido de ciertas pasiones y la búsqueda de nuestra verdadera identidad como nación, fueron imponiendo conceptos y criterios que nada tenían que ver con lo aceptado y remachado. De allí que esos hombres negados y escarnecidos hoy son por la paciente búsqueda de la verdad y el sereno equilibrio que solo el tiempo concede, dos ejemplos vivos y actuales de argentinidad. Con sus pequeñeces y grandezas, con sus limitaciones y todo, pero con una exagerado amor por esta tierra americana y, fundamentalmente, por su pueblo. Los orígenes comunes de Güemes y Quiroga Los orígenes de los caudillos argentinos, su extracción social, es variada. Están aquellos como Ramírez que surgen del pueblo raso y que por su valor y capacidad, asumen el caudillaje, están aquellos que realizaron estudios superiores y sobresalieron como el


fraile Aldao o Alejandro Heredia; están también los que a partir de su origen netamente cuartelero lograron con el tiempo superar a sus pares y ubicarse en las máximas instancias del poder como Estanislao López. Pero también están en la topología que se ha hecho del caudillismo los que descienden de familias pudientes mobiliarias muchas de ellas por lo que es posible ubicarlos en las clases más altas o dirigentes de las sociedades provinciales y de la nación, por aquellos años inmediatamente posteriores a 1810. El padre de Güemes, Gabriel de Güemes y Montero, era un noble español que trabajaba en lo que venía a ser actualmente el ministerio de Hacienda. Trabajó en Jujuy y al poco tiempo, ya ubicado en Salta, casará con Magdalena Goyechea, niña perteneciente a una familia cuyos orígenes se remontaban a la fundación de la ciudad. Facundo pertenecía también a la parte más noble y aristocrática de la sociedad riojana. Incluso se hablaba que entre sus antepasados hubo reyes y pares de España. Es bueno que recordemos con nuestro escepticismo respecto a títulos y blasones con nuestra mentalidad republicana, lo que para aquellos tiempos significaba ubicarse socialmente en la clase alta, ubicación que daba acceso a muchas y difíciles oportunidades y que en el caso del caudillo salteño y el señor de los Llanos riojanos, tendrá sin duda, enorme trascendencia en sus respectivas vidas. Recordemos por otra parte que la sociedad salteña fue considerada la más preciada de sus escudos y nobleza. Y tengamos presente lo que supo escribir Félix Luna sobre la sociedad riojana. Las dificultades del medio, el desafío que significó esta circunstancia adversa y pobretona de La Rioja, dio lugar a una de las noblezas más altivas y orgullosas, como quizás no hubo otro similar en el país. Y decimos esto porque ambos, Güemes y Quiroga, tendrán en realidad las posibilidades ciertas de obtener, porque así se los ofrecía el medio en el que habían nacido, una educación que iba más allá de las primeras letras. Ambos tuvieron oportunidad de acceder a la cultura, a la filosofía y a los estudios superiores de la época. Ambos tuvieron buenos maestros y mostraron a lo largo de sus respectivas vidas que no tenían mayores inconvenientes de salir del trato habitual y cotidiano con sus soldados, el trato rudo y hasta brutal del cuartel y pasar a ser contertulios interesantes y centro de atracción en los salones más sofisticados de la más sofisticada sociedad de aquel entonces. Güemes lo mostró en Salta, en Córdoba, en Buenos Aires y a donde fuera. Pues su solvencia social y cultural lo ubicaba cómodamente hablando de temas rurales o de temas militares con sus oficiales y gauchos y de inmediato trenzado en cultas y refinadas charlas con doctos y frailes. Quiroga fue, en este sentido, muy parecido. El caso más conocido es lo que le ocurrió tras sus fracasos de San Roque, La Tablada y Oncativo donde mostró personalmente su extraordinario valor y entereza. Estando en Buenos Aires, su figura se hizo familiar en los salones de la época y es sabido que en ellos la presencia del educado y sociable general Quiroga era una suerte de galardón social. El común destino de Güemes y de Quiroga En estos dos caudillos se hace carne un estilo muy particular y que condicionará sus vidas. El cabal y absoluto conocimiento de la vida rural, de sus costumbres, de sus modos de vida, de su idiosincrasia. Ambos con la formación militar que tuvieron, asimilarán esas costumbres rurales e impondrán una nueva metodología al arte de la guerra. En ellos se consustancia e integra lo tradicional de la vida del campo y las novedades que imponen los nuevos tiempos, las nuevas ideologías. Pero por sobre todo esas íntimas vivencias y convivencias con el pueblo, les permitirá a ambos comprender en profundidad las creencias, los estilos de vida y lo que desean esos pueblos en los que


ellos atisban el mundo y lo van asimilando. Ya aquí, en los primeros años de sus vidas, están planteadas las bases de sus destinos comunes de fieles intérpretes de sus respectivos pueblos. Es de hacer notar que tanto Güemes como Quiroga, alejados de sus respectivos ámbitos, se encuentran como perdidos, desengañados y sin saber qué hacer. Y es justamente, en sus respectivos países, viviendo día a día las necesidades y trabajos de sus pueblos cuando realmente pudieron ser lo que fueron. Para entenderlos hay que entender a sus pueblos. Fueron lo que fueron, porque fueron sus pueblos. Caudillos, pero más que nada interpretes buenos y sensibles. El amor que los gauchos tenían por Güemes, mezcla de devoción y respeto, de adoración y entrega está señalado por el calificativo de Padre de los Pobres o de los Infelices. Con Quiroga fue muy similar todo. El pueblo lo adoraba, el pueblo el temía y quería hasta la entrega total. Él los conocía a fondo, sabia de sus supersticiones y todo lo que pensaban sobre él. E incluso el mito que se crea entorno a sus hechos y acciones, entre muchas veces en el orden de lo fuera de serie. De Güemes se decía que únicamente hablaba a sus gauchos cuando ninguno de los de su misma clase estaba cerca o podía escuchar. El camino de la comunicación de Quiroga con sus gauchos era también hermético y estaba destinado, únicamente para ellos. Eran caudillos de dos carriles y hacían de vasos comunicantes de una sociedad en la que las clases sociales, más que clases, era verdaderas castas. En realidad, si ambos caudillos no hubieran sido dominados por sus objetivos nacionales y patrióticos, americanos y universales si en ellos no hubiera existido todo un programa de acción, toda una ideología que los empujaba y les mostraba el camino cierto y adecuado, ambos, con el poder total que tuvieron sobre pueblos enteros, sobre miles y miles de hombres y mujeres, habrían terminado como terminaron otros caudillos de Argentina y de Latinoamérica. Podrán parecer un tanto frívolas estas consideraciones. Y para muchos tal vez n o sirvan para explicar nada. Se ha hablado y con razón de la traición de la clase alta argentina a la Nación. Porque sistemáticamente la clase alta argentina fue vende patria, fue entreguista, fue cipaya y se vendió al mejor postor y fue la primera en aflojar y prestarse a todas las maniobras de las potencias imperialistas y hegemónicas de turno. Pues bien, tanto Güemes como Quiroga, salidos del riñón mismo de esa clase alta, supieron enfrentarla, la dominaron, se sirvieron de ella, para el noble y común objetivo que ambos tuvieron como obsesión: la independencia y la libertad de los pueblos. Y fue justamente, esa clase alta al que los traicionó y los mató. Porque, cosa curiosa y sintomática, tanto Güemes como Quiroga desaparecen cuando más necesario y valioso era el concurso de sus personas, traicionados y asesinados por la clase alta. Los valores criollos de Güemes y Quiroga Cuando Güemes se hace cargo del gobierno de Salta (incluía a Jujuy, Orán, Tarija, Atacama) entre las primeras medidas que adopta es una disposición por la cual los gauchos que iban a la guerra no prestarían durante el tiempo que fuera la llamada “obligación” con el patrón de las tierras que el gaucho trabajaba. Además se la exoneraba de la mitad de las alcabalas parroquiales (impuesto eclesiástico al casamiento, defunción y demás). Hasta un año después de su regreso de la guerra estaba exento de pagar. Esto con el tiempo se denominó “fuero gaucho” y permaneció en práctica hasta veinte años después de la muerte de Güemes (1821). Era ya tradición de los tiempos coloniales


esta suerte de moratoria en las obligaciones por causas de fuerza mayor. Lo que hizo Güemes fue privilegiar a los gauchos reconociendo en ellos la fuerza y el coraje puestos en la causa común y a los de su clase, los propietarios, estancieros y demás, los golpeó en la parte más sensible: sus bolsillos. Estos lo aceptaron sí en un principio, pero a regañadientes, pues en este reconocimiento al gaucho y a su importante tarea en la lucha, Güemes comenzó a poner distancia con aquellos que luego lo traicionarían, le harían revoluciones y llegarían incluso al pacto sibilino con el invasor. Quiroga también prestigió y jerarquizó a sus gauchos. Para ello entregó su fortuna en la causa común y en la satisfacción de las necesidades de sus hombres y familiares. Esta y aquellos sabían que si seguían a Facundo no quedarían desprotegidos. Hay algo que en ambos caudillos resalta en sus respectivas personalidades: la generosidad, la entrega total de sus fortunas personales en la causa común. Y los dos eran, sin lugar a dudas, cuando inician sus respectivas luchas, quizás las fortunas más sólidas de sus respectivas provincias. ¿Qué los lleva a obrar de esta manera desprendida y generosa? Los dos no fueron en absoluto hombres medidos, cautelosos y discretos. Al contrario, Güemes, si tuvo problemas con Belgrano y éste lo expulsó del Ejército del Norte fue debido a sus conocidos excesos temperamentales y amorosos. No le importó las consecuencias de sus actos. Asumió sus excesos con todo el desborde e irresponsabilidad de la juventud ansiosa de aventuras. Con Quiroga, si no es cierto la historia al menos viene al caso, jugarse la hacienda de su padre a las cartas y la vergüenza y posterior huida y perdón, señalarían una actitud ante la vida similar. Uno y otro se dejaron llevar por sus temperamentos fogosos y aventureros, sin echar mientes en las consecuencias ulteriores. Luego vendrían los tiempos de reflexión, los de templanza y mesura, pero ambos caudillos llevaron siempre en sus pechos el ímpetu, la pujanza, el hacer frente a los problemas y el adoptar tajantes decisiones. No fueron hombres de duda y cavilación, de temores y cabildeos. Pero fueron, estos dos paradigmas del varón criollo imperturbables ante el peligro y la adversidad, una actitud casi idolatrita hacia sus respectivas madres, que fueron las únicas personas que realmente ejercieron autoridad sobre ellos. Un retrato exacto de estos dos caudillos es tal vez inútil. Rescatemos de ellos, de la descripción de sus personas, lo que más persiste en la memoria del pueblo: los ojos de ambos, en los que se refleja, quizás mas que en cualquier parte, el espíritu del hombre. Ojos profundos, de mirar vivos, terribles en la furia y en el encono, agudos, inteligentes. Unos azules, otros oscuros, en los dos, Güemes y Quiroga, el vigor intimo, la persistencia, la obsesión. J. Z. Agüero Vera escribió una de sus obras dramáticas, más logradas sobre Los ojos de Quiroga, porque allí estaba toda la fuerza del caudillo llanisto. Y en la que quedará más conocida de Güemes, los ojos que pintó Scheafino recogen, más que nada, lo que recordaba la memoria popular. Y algo que quedará como un vestigio del pasado fulmíneo de estos dos caudillos por nuestra historia, lo que para el pueblo los hizo invencibles, pues en realidad, la para la ingenua alma del gaucho, ninguno de los dos caudillos murió: la versatilidad, el estar en todas partes, la omnisciencia, el estar aquí y aparecer allá, el traslado a cientos de kilómetros, la aparición inesperada, todo –en fin– lo que contribuyó a la creación y persistencia de dos mitos que ya nada ni nadie podrá destruir: Güemes y Quiroga, los dos caudillos gauchos. Las muertes inoportunas


Las muertes de Güemes y Quiroga pueden ser consideradas como históricamente inoportunas. La historia debe ajustarse a la realidad de lo pasado. Y aunque sea ahistorico hacker presupuestos sobre lo que no ocurrió, es posible concluir que ambas muertes fueron oportunas para algunos pero inoportunas para el país. En el caso de Güemes por las causas siguientes. A su inesperada muerte, deseada fervientemente por aquellos que veían peligrosamente atacados sus privilegios, comerciantes, propietarios, realistas, Güemes acababa de dominar con mano dura y poner en su lugar a aquellos que se amotinaron contra su gobierno (24 de mayo de 1821) y proclamaron su derrocamiento. A partir de ese momento, cuando definió su posición junto a su pueblo, junto al gauchaje que no lo abandonó. Güemes estaba ya en condiciones de aceptar con todas las consecuencias la responsabilidad delegada en su persona por San Martín. El padre de la patria lo habría designa do jefe del Ejercito que –de una vez por todas– atacaría el bastión realista de Lima por el Alto Perú. Güemes, cuando muere estaba ya en condiciones para afrontar ese desafío y esa responsabilidad. Hasta ese momento su lucha había sido más que nada de tipo defensivo y en su táctica guerrillera había mostrado la capacidad, el espíritu de sacrificio y el valor de sus gauchos. Ahora en cambio, a principios de junio de 1821, el desafío era mayor y más difícil. Se trataba de utilizar la extraordinaria movilidad de sus gauchos, la dinámica impuesta a esos hombres para llevarlos a otras regiones y enfrentar otras responsabilidades. Pero no pudo, pues la traición lo acechaba ya. A su muerte se produjo el triunfo de los timoratos de los tibios, de los acomodaticios. Ellos fueron los que de inmediato aceptaron firmar un convenio de paz momentánea con el realista. Y la paz se firmó y los realistas se alejaron de Salta si sufrir ni una sola baja y San Martín debió proseguir solo su lucha. La muerte de Güemes trajo muchas y negativas consecuencias en todo sentido. Debilitó el frente interno, fortificó el realista, dejó solo y abandonado a San Martín impidiéndole cumplir acabadamente su perfecto y bien sincronizado plan. Analizando esta cuestión un historiador salteño afirma que la muerte de Güemes significó que San Martín enfrentara la entrevista de Guayaquil debilitado y sabiendo de entrada que debía subordinarse a Bolívar. Además, la muerte de Güemes significó que no fueran ya argentinas las tropas que entraran al Alto Perú y dominaran la situación, sino tropas al mando de Sucre. De haber sido argentinas esas tropas Bolivia no tendría por qué haber nacido, debilitando aun más el homogéneo cuerpo del bien estructurado Virreinato del Río de la Plata. Y en cuanto a Quiroga si no hubiera ocurrido Barranca Yaco la historia de Argentina también podría haber sido bastante diferente. Quiroga, un tanto enervado en su acción por el tiempo de molicie pasado en Buenos Aires comenzaba a impacientarse. Rosas sentía que Facundo no seguiría mucho tiempo más resistiendo esa inacción, que muy pronto iniciaría sus reclamos de constituir la nación, de no seguir aceptando el tácito dominio de Buenos Aires sobre el resto de las provincias. Estanislao López, astuto caudillo santafesino recelaba de Quiroga y poca o ninguna estima le tenía. En realidad fueron López y los hermanos Reinafé los que armaron la trampa de Barranca Yaco. Quizás de no haber muerto así en una oscura huella, los caminos de la Patria podrían haber sido mejor transitados y sin tantas luchas y enfrentamientos civiles. Quizás Rosas hubiera tenido un oportuno contrapeso a su indiscutido poder dentro mismo de sus filas federales. Pues ni López, ni Brizuela, ni Heredia, ni nadie en la Confederación tenia el prestigio, el valor y la fuerza espiritual de decirle a don Juan Manuel algunas oportunas verdades, si no era solamente Quiroga. Y es sabido que Quiroga en muchas


oportunidades le dijo todo lo que le pasaba por la cabeza a Rosas. No era un timorato, sus palabras tenían fuerza y eran sinceras. Y Rosas lo escuchaba. Por eso, aunque aparentemente Rosas ganó en autoridad cuando murió Quiroga, también ganó en soledad y aislamiento, ganó en autoritarismo y ya poco o nada le importó constituir o no a la Nación. Por eso muchos afirmaron que Rosas ordenó su muerte estuvo moviendo los hilos de la conjuración. Pero eso no es cierto. Quizás si Quiroga no hubiera muerto, no habría existido Coalición del Norte, acción y muerte de Lavalle, intervención anglo-francesa, pronunciamiento de Urquiza, Caseros y tantas otras cuestiones. Lo que si es cierto es que sobre esos dos cadáveres injustamente asesinados se erigió una Argentina muy diferente a la que pudo haber sido. La necesaria unión en torno a los héroes Al sistemático y centenario olvido y menosprecio en que se tuvo a Güemes y a Quiroga y la mayor parte de los caudillos, en razón directa al olvido de la tradición, las bases espirituales y morales de nuestra sociedad y la sistemática entrega del patrimonio nacional, siguió una etapa con altibajos y desviaciones en procura de reivindicar sus personalidades y acciones. Aunque ocurrió algo significativo. En el caso de Güemes fue la familia la que realiza los mayores esfuerzos. La minuciosa y sistemática acción de los descendientes del prócer, doctores Domingo y Luis Güemes permitió elevar el mayor monumento hecho hasta ahora a Güemes. Así, Güemes documentado quedará como un testimonio incomparable de fidelidad, amor y lealtad al antepasado. Pero hay más y quizás mucho más. Ha comenzado (la otra cara de olvido) una suerte de sistemática política de endiosamiento del caudillo salteño. Todo lo que hizo estuvo bien hecho, todos sus errores a la hora del balance histórico, eran errores o vicios positivos. Güemes ha sido cantado, estudiado, elevado a las alturas de los semidioses y de los héroes sin mancha ni defecto. Y esta política, algo así como obsecuencia histórica nos la ha deformado y tergiversado tanto o más que aquel menosprecio o minusvaloracion que se supo tener con Güemes antes de esta historia apologética que de él han terminado haciendo los salteños y demás historiadores que han hablado o estudiado su obra. Tanto han hecho los salteños por endiosar a su héroe que podemos hablar de una mitificación tan detestable como la anterior. En el caso de Quiroga ha pasado algo parecido. Los autores que en estos últimos tiempos han escrito sobre Facundo han seguido una huella paralela a la seguida por los estudiaron y elogiaron a Güemes. Con el agravante de que Güemes, el amor de sus descendientes, hizo conocer la totalidad de la documentación que sobre él había, algo que en el caso de Quiroga no ha ocurrido por la actitud egoísta de sus descendientes, que no han facilitado similar tarea. Ello no obstante también a Quiroga se lo ha ubicado o se intenta hacer similar deformación histórica. Este péndulo histórico no es bueno. Y nos alejará sierre de la verdad científica, histórica y real. Porque es bueno que busquemos explicar las causa de esto. A Güemes, a Quiroga y casi todos los caudillos se los ha repudiado y amado, se los ha despreciado y querido sin que la razón ni la ciencia hayan podido entrar realmente al estudio de sus hechos y acciones. Siguen siendo banderas de lucha, siguen ejerciendo sobre nosotros una influencia real y cotidiana, siguen tan vivos y discutidos como cuando vivieron realmente. Sobre ello no se ha ejercido el desapasionado y justo estudio histórico. Siguen siendo polémicos. En el año ´50, por ejemplo, Sarmiento en La Rioja (es cuestión de hojear los periódicos de esa época) era exaltado, elogiado, homenajeado por el gobierno y el pueblo


peronista. Años después la cosa cambió rotundamente. Y a sarmiento en La Rioja no se lo quiere más. Las maestras mismas hablan mal del sanjuanino. Y no sería simpático al pueblo riojano que el gobernador deposite una corona floral ante su busto. Todo esto nos señala algo: que aún no tenemos científicamente fijados (aunque sea la inestable fijación de la ciencia histórica) lo que fueron todos estos personajes y el papel que jugaron. Porque aún hoy las falsas antinomias siguen mostrando a los buenos y a los malos que, cosa curiosa, fueron los malos y los buenos de ayer. Hemos terminado por aceptar que ese giro de 180 grados que hemos dado en la historia es el camino de la verdad indiscutidos e incuestionable. Y no es así ni mucho menos. Pensamos que con todo el afecto que podamos tener personalmente por Güemes o por Quiroga o por Bustos o tantos otros, es bueno y prudente que el estudio de estos personales y sus realizaciones se lo haga de aquí en más con ese criterio imparcial, científico y serio, poniendo en el juzgamiento la cuota más pequeña de juicios de valor. Sólo así podremos decir que estamos haciendo historia y no como ha ocurrido hasta ahora, simples apologías.

EL TRIGO Y LA MOLIENDA EN LA RIOJA (1591-1991) Lo que fue hace 400 años una verdadera obsesión del fundador Juan Ramírez de Velasco en el sentido que lo hombres y mujeres que lo acompañaban en la fundación de Todos los Santos de la Nueva Rioja (20 de mayo de 1591) sembraran y se proveyeran de los alimentos suficientes para subsistir, entre los que tuvo prioridad el trigo, hoy sí es apenas un lejano recuerdo, pues los otrora campos de pan llevar son hoy o campos abandonados y cubiertos de hierbas o están dedicados a otros cultivos más rentables, con excepción de contados lugares: algo en el norte (San Blas de los Sauces) y algo en el oeste (Famatina, Pituil, Campanas, Villa Castelli, Vinchina), en extensiones de algunas pocas hectáreas. Este trabajo procura dar testimonio de esa sustanciosa y nutritiva historia que ofrece, sin duda, algunos hechos realmente curiosos y originales. La obsesión del fundador Comentando el sacerdote Juan Nieva los instrumentos de trabajo que se encuentran en el Museo Inca Huasi de La Rioja, utilizados por los indígenas para moler y preparar la algarroba, el maíz, etc. expresa: “Los morteros que se han recorrido son de los más variados tamaños y generalmente de granito común; pero algunos muy pequeños son a veces de granito más fino y muchas veces de color, presentando estos en su generalidad un pulido más esmerado y algunos hasta estilizaciones y grabados. El mortero ha sido uno de los adminículos de trabajo más usados, en la labor casera sobre todo. “Otro tanto debe decirse de las cananas –agrega el padre Nieva–. Son también en su mayoría de granito ordinario de grano grueso. Su factura siempre tosca aún cuando a veces llevan ciertas representaciones, lo que no impidió que les dedicaran poco esmero a su presentación exterior. También esto instrumentos de trabajo son de variados tamaños. Puede decirse muy bien que la conana es de los instrumentos más comunes entre los objetos arqueológicos y que por consiguiente son los que menos llaman la atención. “Con las cananas y los morteros están las respectivas manos o piedras de moler, que completaban el instrumento para su aplicación.


Son principalmente de piedra bastante dura, común y muchas veces de granito ordinario; también casi siempre carecen de ornamentación adicional, pero suelen ser bien pulimentadas”. Los nativos de por estas tierras eran laboriosos y justamente en el sitio escogido por Ramírez de Velasco para fundar la ciudad de La Rioja, practicaban sementeras y tenían una extensa red de canalizaciones aprovechando el río que venia de la montaña. Los instrumentos anotados por el autor citado, serán a su turno utilizados por los españoles, agregando casi de inmediato a la fundación la instalación de molinos movidos a agua, no solamente en el principal centro urbano sino en otros puntos de la actual geografía provincial, algunos de los cuales –Campanas, Vinchina– siguen en la actualidad moliendo harina de la mejor calidad. En su trabajo La viticultura en La Rioja el historiador Dardo de la Vega Díaz se refiere de manera pormenorizada a la tesonera labor que llevara a cabo Ramírez de Velasco en su gobierno del Tucumán y de manera especial a su preocupación por las labores agrícolas a desarrollar por los fundadores en La Rioja. “Pero la colonización de la extensa provincia de Tucumán recién puede considerarse comenzada a fines del siglo XVI con la diligente actividad del fundador de La Rioja don Juan Ramírez de Velasco, el más ilustre gobernador del Tucumán. “Ramírez de Velasco, durante sus ocho años de gobierno, no sólo pacificó a la provincia, corrigió costumbres, reedificó y fundó ciudades, sino que encaminó a los pobladores por la vía agrícola, acequiando los ríos de las distintas ciudades, instando al cultivo de la tierra y dando él mismo el ejemplo”. Por eso Efraín de la Fuente al historiar la actitud del fundador de La Rioja en los primeros años, difíciles y laboriosos, no puede menos que decir con prosa galana: “Contemplaba entretanto con paternal regocijo el empuje fecundo de su muy amada. Ciudad de Todos los Santos. Algunas docenas de casa trabajadas con piedra y barro habíanse levantado dentro de la planta urbana; los montes y campos iban siendo desplazados paulatinamente con diferentes cultivos, especialmente “trigo, maíz y cebada”, amén de casi todas las plantas de Castilla adaptadas maravillosamente a su suelo; tiernos viñedos y variados citrus prometían dulces y jugosos frutos. El sistema circulatorio de riego, apenas modificado en distribución (se refiere al sistema de riego implementado por los diaguitas) aseguraba permanentemente la cristalina linfa de la Quebrada y en los rústicos corrales retozaban alegres, esbeltos guanacos y mansas ovejas”. Fray Rainiero Nieva, que ha estudiado la época colonial riojana, ofrece un interesante fresco de estos primeros años, al decir: “La actividad de los pobladores se orienta desde un principio, bajo la conducción de don Blas Ponce, hacia la organización completa de las propiedades particulares, la correcta formación de la ciudad, la preparación de primeras sementeras y más que todo en una intensa búsqueda de buenas minas, que para el lugarteniente de Velasco constituían su fin principal. “El trabajo, aunque privados de algunas herramientas necesarias, no representaba una real dificultad, pues contaba con el indio benévolo y servicial por demás diestro en el conocimiento del terreno, del clima, de las maderas, y de sinnúmeros recursos de labor que él ya con antelación había usufructuado en sus faenas diversas”. Pero el entusiasmo del fundador porque sus subordinados trabajaran la tierra, aprovecharan la fertilidad de la misma, la colaboración de los indios mansos y demás, chocó de entrada (y seguiría siendo motivo de interminables conflictos) con el problema del agua, suficientes si se la utilizaba como era debido pero escasa si algunos olvidaban la solidaridad y se apropiaban de ella en exceso.


En Historia del agua en La Rioja, decíamos: “En las primeras actas del Cabildo Riojano se trataba de esta cuestión del agua (16 de octubre de 1600): ´…Y sus vecinos dijeron que por cuanto ha muchos años que no se ha escrito a S.S. El señor gobernador dando cuenta del estado de las cosas que pasan en esta ciudad´. Y así pide y hace. ´Y así mismo suplicarle mire y considere el daño que se le sigue a esta ciudad de la estada y mandamiento que han hecho los indios de Cilpigasta y Cochangasta del nacimiento del río desta ciudad pues es en gran daño que se le sigue a esta ciudad´. Y que el tema del agua y su aprovechamiento preocupaba a todos, lo muestra el nombramiento (19 de octubre de 1600) del alcalde de aguas. “Por cuanto soy informado –dice el teniente de gobernador– que en la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja hay grandísimo desorden en la distribución del agua de la acequia de la ciudad y chacras que ha sido y es causa de que unos rieguen y gocen del agua y otros queden sin ella y es cosa justa que participen los unos y los otros y que haya buena orden para remedio de lo cual nombro y señalo por el alcalde de aguas de la acequia de la dicha ciudad y chacras y cuadras a Diego López de Valencia para que entienda en el ministerio y repartición del agua y es que los señores de las chacras tengan sus marcos y sus pertenencias bien aderezados y hagan todo aquello que están obligados”. Pero tanta preocupación no logró los resultados queridos pues bien pronto este funcionario, por su incuria u dejadez, provocó mil pleitos más. No era fácil ni organizar el agua, ni los sembradíos, ni las encomiendas, ni mucho menos el molino que por estos años primeros del siglo XVII ya funcionaba en La Rioja proveyendo de harina a los vecinos, primer testimonio que conocemos de esta interesante labor en el medio. “Sobre que el encargado del molino no tenga gallinas, puercos ni patos” “En la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja –dice el acta capitular– en diez y siete días del mes de Noviembre de mil y seiscientos años con asistencia del capitán Juan Bautista Muñoz, teniente de gobernador y justicia mayor en ella se juntaron a cabildo la justicia e regimiento desta ciudad es a saber: Pedro Díaz y Francisco Robledo alcaldes ordinarios por su majestad y Marcos de Arroyo y Cristóbal de Contreras regidores y Sebastian de Loria Carrasco alguacil mayor con voz y voto e cabildo y estando así juntos y congregados trataron cosas convenientes al pro y utilidad de esta ciudad y su República y todos de unánimes y conformes dijeron que se notifique a Pedro Díaz Castillejo, vecino desta dicha ciudad ques guardador del molino que la traiga (…) moliente y corriente y que en él no tengan puercos y gallinas y patos para que haya orden y que de buen depidiente a los vecinos desta ciudad y con esto se cerró este cabildo y que se notifique al mayordomo desta ciudad que de papel al libro deste cabildo”. Preocupados se veía a los señores cabildantes por el estado sanitario del molino que proveía de harina a la ciudad. Y otros testimonios posteriores mostrarán ser esto una constante histórica. Del “Paraíso terrenal” a la acción de la Compañía de Jesús En Una desconocida descripción de La Rioja colonial, Félix Luna da cuenta de lo que supo escribir en 1630 el sacerdote carmelita Fr. Antonio Vázquez de Espinosa, refiriéndose entre otras cuestiones a la economía de la ciudad y sus cultivos. “Esta entrada de la ciudad, desde la distancia de dos leguas, forma una alegre y encantadora vista, con los árboles cubiertos de fruta todo el año y la gran frescura y verdura pero lo que ayuda a hacer de lugar semejante, el Paraíso Terrenal o pedazo de cielo, es la fragancia, dulzura y el perfume de los azahares; de ellos hacen en la ciudad cantidad de perfumes de azahar, y otras exquisitas esencias.


“La ciudad tendrá unos 250 residentes españoles; hay una iglesia parroquial y conventos franciscanos y dominicos; en el año 1623 los jesuitas tenían la intención de levantar uno. Hay muchos viñedos alrededor de la ciudad, y se hace mucho vino, que es su principal comercio. Para regar los viñedos y jardines tan bien como los campos de trigo, maíz, patatas y otros tubérculos y cereales, un largo canal de irrigación provee a todo, sacado de un río que corre cerca de la ciudad, otros más pequeños parten de éste para el servicio de la ciudad, que es un pedazo de Paraíso”. Observamos que los españoles utilizando en parte las obras de regadito construidas por los indios, sembraron casi en los mismos lugares, aunque al ciudad y su traza urbana se ubicaba más hacia el Este por lo cual no se habrían producido enojosos conflictos por superposición de derechos. El trigo, la molienda principalmente en esta zona poblada sigue las costumbres traídas de España: ruedas de molinos hechas de granito con sus correspondientes estrías movidas por la acción del agua. En los otros asentamientos ubicados en otras partes de la región delimitada como limites de La Rioja que son un poco más grandes que los actuales limites provinciales, sus pobladores utilizaban el método de molienda indígena. Recién a fines del siglo XVII existen testimonios de pobladores de molinos hidráulicos en sitio en los que los pobladores españoles comenzaban a tener cierto peso. El historiador cordobés Aníbal Montes dejó entre sus papeles póstumos un interesante trabajo denominado Encomiendas de indios diaguitas documentadas en el Archivo Histórico de Córdoba: “Escribanía 2º. Legajo 4, Expediente 22, Año 1687. Está fechado en La Rioja y en él, el Colegio de la Compañía de Jesús pide Merced de tierras (…) entre el herido de molino que el año quarenta (1640) compró el general don Juan de Adaro y la chacra o quadra de Cochangasta que caen a la parte del Sur del azequia o río principal desta ciudad que viene de la boca de la quebrada, ay en la del parte norte de dicha azequias o río un salto y un pedazo de tierra vacas que son a propósito para fabricar en ellas un molino (…). “´Otro sí (... ) tenemos un Estancia a la parte del Norte desta ciudad arrimada a la sierra, a quatro leguas desta ciudad, que se llama las cañas, que los antiguos llamaron Alipon (…). Además, pide que los vecinos no molesten con sus ganados´”. Ya por entonces los jesuitas poseían una serie de estancias ubicadas a todo lo largo del faldeo oriental del Velasco, aprovechando las numerosas vertientes, como lo muestran títulos y vestigios de su dedicación a las labores agrícolas y su fervor por plantar manzanos, hoy convertidos en manzanares silvestres. En Los jesuitas en La Rioja, sus autoras además de transcribir este documento agregan el siguiente interesante comentario sobre el molino de Cochangasta, lugar que por sus características topográficas y proximidad a la ciudad y a la existencia de un aprovechable salto de agua sería utilizado varias veces para instalar sucesivos molinos, ubicándose el último bien entrado el siglo veinte como una prueba contundente de la buena y perfecta obra llevada a cabo por los jesuitas en esto de instalar un molino harinero. “El gobernador –recuerdan las autoras– en 1687 les concedió la merced de las tierras solicitadas, previo pago de la medianata. “Don Pedro de Luna y Cárdenas, alcalde ordinario, los puso en posesión de esas tierras, en la siguiente forma: ´Vine al dicho sitio y paraje contenido en (dicha) merced y en su conformidad estando en el coji de la mano a (dicho padre) procurador Pablo de Aguilar en su nombre a (dicho) colejio y lo pasee por dicho sitio y herido de molino con las tierras en dicho título”.


“La instalación de este molino –afirman las autoras– no sólo favoreció a los miembros de la Compañía sino a la población riojana en general ´que por falta de un molino a tiempo padeze harta necesidad´”. Finalmente y referido a este molino, las autoras expresan: “Nos es difícil ubicar exactamente el sitio donde los sacerdotes levantaron este molino. En las investigaciones realizadas encontramos en la Avenida San Francisco Km. 4 ½ (frente al Barrio Panamericano) vestigios de una construcción de adobe y piedra, que según la tradición oral habría sido el molino harinero de los jesuitas. “Consultado el arqueólogo Nicolás de la Fuente, manifestó que podría tratarse de dicho molino, para lo que sugirió la realización de los estudios necesarios para determinar fechas y características. De comprobarse la hipótesis estaríamos frente a un monumento de gran importancia histórica y turística”. La propiedad del doctor Manuel Fernández Valdés de acuerdo al testimonio del mismo propietario de la finca la autor de este trabajo, es el sitio donde se ubica el molino de los jesuitas pues en el mismo patio de la vivienda principal se encuentran ubicadas sirviendo de funcionales mesas dos piedras de molino en perfecto estado de conservación, sin sunchos de hierro como hay en otras partes y lo suficientemente desgastadas como para demostrar haber sido utilizadas por mucho tiempo. La corroboración de ser éste el molino de los jesuitas está dada por la existencia de los elementos principales del molino, como lo son sus dos piedras para la molienda. Las mismas, de acuerdo a lo expresado por el propietario de la finca, se encontraban en el sitio donde todavía se levantan restos de la construcción de adobe y piedra mencionadas por las autoras. Aníbal Montes, en otro de los expedientes sobre encomiendas de indios diaguitas, dice: “El expediente es de 1687 y aunque está muy destruido por lo que se ha perdido harta información, establece algunas cuestiones respecto a la estancia de San Buena Ventura, instalada en el pueblo de Bichigasta (hacia el oeste riojano), cerca de Nonogasta (… ) De este documento se desprende que durante nueve años hicieron trabajar a los indios en largos viajes de carretas, en la fabricación de estos vehículos y en sembrar trigo (el maíz no se daba en el lugar) y a las indias en hilados y tejido sin pagarles nunca. Además el general don Gregorio de Luna, contraviniendo ordenanzas, poseía en este pueblo ganados que perjudicaban a las sementeras indígenas”. Por lo que se desprende de este exhaustivo trabajo de Aníbal Montes en toda la extensión de la jurisdicción de La Rioja hacia fines del siglo XVII los sembrados de trigo se ejecutaban en todos los pueblos encomendados, siendo en general molidos los granos con el sistema tradicional indígena, aunque en Villapima (Capayán) y Nonogasta hay ya testimonios de existir molinos hidráulicos. “Existia un litigio por aguas de riego entre los indios y los propietarios de una viña – recuerda Montes– y plantación de árboles frutales que existía en Villapima, la cual se llamaba estancia de Capayán (actual provincia de Catamarca). Había sido propiedad de Alonso de Tula Servin, Escribano mayor de la gobernación. Su viuda doña María Ramírez de Sandoban, era tutora de los hijos menores de don Alonso. En la merced que le otorgara Juan Ramírez de Velasco y que le fuera otorgada tal como Tula Servin solicitaba, se expresaba: ´para que en las tierras de la dicha estancia pueda hacer e haga molinos y batanes e sacar y saque en ella heridos y acequias del agua de dicho río, para que usen de dicha agua y toma´. En sus “Memorias de la vida forense” el doctor Ricardo Vera Vallejo al hacer la historia del pueblo de Nonogasta aporta algunos documentos realmente interesantes no sólo porque muestran la existencia de un molino hidráulico en la zona de Sañogasta, sino porque señala algo constante en la vida colonial riojana: los continuos pleitos por el


aprovechamiento del agua, no solamente en la capital sino en todas las localidades del interior. “En el año 1691, el Padre Blas Silva, Rector de la Compañía de Jesús, se presenta ante el maestro don Juan de Luna y Cárdenas, Cura Rector y propietario, vicario y Juez Eclesiástico y Juez de Diezmos de la ciudad de La Rioja, acusando al capitán don Gregorio de Brizuela, Teniente de Gobernador, Justicia Mayor, capitán de Guerra de esta misma ciudad y síndico del Convento de San Francisco, de que ´ha abierto una acequia nueva y está rozando tierras en parte donde no ha tenido jamás sementeras, por divertirnos el agua´… y pide que bajo penas graves se ordene al dicho capitán ´pare y cese del intento que lleva de sangrar y divertir el agua del río de dicho Nonogasta´. “El juez Eclesiástico, proveyó de conformidad en fecha 6 de Octubre de dicho año, concediendo el amparo, y exhortó en ese sentido al capitán don Gregorio de Brizuela, pero éste, que de intento mortificaba a los jesuitas y se valía de la autoridad suprema que ejercía en la ciudad y su jurisdicción, no recibió el exhorto, desconoció jurisdicción al Juez Eclesiástico y lo echó al Notario que quería notificarlo. “Al siguiente año el Padre Antonio Ibáñez de la Compañía de Jesús, Procurador General, ocurrió con igual demanda en Córdoba, ante el Previsor y Vicario General del Obispado en sede vacante y éste concedió ampliamente el amparo que se le pedía contra el despojo. Pero no debió tener fuerza pública para el cumplimiento de su auto, dictado el 3 de noviembre de 1962, o simplemente no se cumplió contra el demandado por los sucesos que en seguida se verán –cuenta Vera Vallejo–. “El 15 de diciembre de ese mismo año, el capitán don Gregorio de Brizuela, en la Estancia de San Sebastian de Sañogasta y a falta de escribano ante los testigos fray Laureano Sánchez, de la Orden de Predicadores, fray Gregorio de Luna de la Orden de San Francisco, y teniente Juan Clemente de Andrada, firmó un documento de pleno reconocimiento al derecho de la Compañía de Jesús que él había violado. Empieza por confesar el hecho diciendo que ´por ocasión de una discordia que tuve con el Reverendo Padre Blas de Silva… perturbé el agua que pertenece y toca a la Estancia de Nonogasta, de dicho Colegio, sacándola a mis tierras sin embargo de no tener derecho alguno a dicha agua´. Reiteradamente dice ´por descargo de su conciencia´, y para que sus sucesores supieran respetar, que la estancia de San Sebastian de Sañogasta, no tenia ningún derecho ni acción al agua del río de Nonogasta, ´más que para el uso de un molino que tiene´, por no serle de perjuicio, pues vuelve a caer dicha agua toda en la misma acequia de dicha estancia de Nonogasta”. La historia de la estancia de Huaco Como testimonio de lo que a lo largo de sus cuatrocientos años de historia significa la molienda y el trigo, estimamos significativo contar lo que fue Huaco, enorme merced (quizás la más importante de La Rioja) de cerca de 100 mil hectáreas ubicada a partir de Sanagasta hasta el Famatina. La historia de la estancia de Huaco que inspirara a Joaquín V. González para escribir su libro más eterno, Mis Montañas, se inicia con la llegada de los españoles a tierra riojana. Es un buen ejemplo de una unidad económica integral, origen de un núcleo poblacional que si bien en la actualidad no es significativo tuvo en otros tiempos real importancia económica. La primera merced de estas tierras fue otorgada a don Pedro Ramírez de Velasco, hijo legitimo de don Juan, el fundador de La Rioja en 1621.


Y así por decreto firmado por Juan Alonso de Vera y Zarate, adelantado de las provincias del Río de La Plata, gobernador, capitán general y justicia mayor en Santiago del Estero el 25 de octubre de 1621 se le hace merced de las tierras que solicita, “que son nueve o diez leguas poco más o menos de esta ciudad, en el valle de Sanagasta que llaman Guaco”. Y la merced le es dada a don Pedro Ramírez de Velasco, para él y sus herederos “con los pastos, montes, aguadas y algarrobales y lo demás en los cuales podáis tener estancia de ganado mayor o menor, sementeras”. Poco hizo el descendiente del fundador por no decir nada. Y así al tiempo don Pedro Ramírez, vendería la merced o estancia de Guaco a Isidro de Villafañe y Guzmán. Pero será recién cuando de Guaco tomen posesión los jesuitas al comienzo del siglo XVIII, que las cosas andarán mejor. No fueron muy amados los jesuitas en La Rioja, se desconfiaba de ellos o se los envidiaba. No por nada y eso lo apunta muy bien Armando Raúl Bazán en su Historia de La Rioja los jesuitas se apropiaron de todos los valles con agua que había en las laderas del Velasco. “Poseían en la campaña –apunta– cinco estancias llamadas Cuchillaco o Cuchaco, las Cañas, las Higuerillas, el Duraznillo, la Saladilla, dos de ellas pobladas con ganado y la otra de abundante producción”. Guaco en el siglo XVIII fue una buena posesión o estancia jesuítica y su progreso fue notorio. Muchos son los papeles sobre esta estancia que hemos tomado como modelo de poblamiento, existentes en su mayor parte en el Archivo Histórico de Córdoba, estudiados y ordenados por monseñor Pablo Cabrera. Tras la expulsión de los jesuitas, luego del público remate correspondiente, se hizo dueño de Huaco en 1795 Fabián González. De esta época es una descripción de lo que había en esta estancia a 200 años de fundada La Rioja. “Primeramente en la situación de dicha hacienda de Guaco que se reduce a un plan o valle circundado de una serranía alta que le constituye potrero tan seguro que tan solo tiene dos puertas, una al norte y otra al sur. Y dicho valle tiene la longitud de norte a sur cinco leguas y de latitud de oriente a poniente tres leguas (15 leguas cuadradas), comprendiendo otro terreno parte considerable de regadío para las sementeras con un arroyo que las fertiliza. “En dicha parte de terreno de pan llevar se halla fundada una capilla que está en pie con los utensilios necesarios para celebrar y en contorno, los edificios de vivienda que se reducen a una pieza de ocho varas y media de largo y cinco de ancho con su puerta de una mano sobre horcones, pared de adobe y techo de caña y madera redonda. “A la parte del poniente de las viviendas referidas, otros dos cuartos de igual construccion y capacidad de los primeros, el uno que sirve de bodega y el otro de despensa. Se hallan en dicha bodega trece tinajas de poner vino y aguardiente. Un ramadón que sirve de cocina sobre horcones y la mitad cercado de pared de piedras y barro. Cuatro pailas grandes la una de cobre de Castilla y las otras tres de Coquimbo. Al costado de la capilla un corredor de madera redonda de ocho varas de largo y más de tres de ancho. Un parrón que se halla inmediato a las casas de vivienda con ciento cincuenta y tres pies de parra todo encastrado de madera”. Y dirá luego: “y un molino corriente con su cuarto con paredes de adobe y techos de madera redonda”. Así terminaba el inventario de una enorme estancia que costaba para ese entonces la fortuna de 8.048 pesos. Este documento de 1796 nos demuestra que don Fabián González poseía una inmensa fortuna que fue distribuída entre sus legítimos herederos. Por ventas ulteriores el dominio de la estancia de Huaco empezó a disgregarse lentamente.


La vida que se llevaba en ésta (como cien años después relataría Joaquín V. González) era la de todos los hogares de aquel tiempo, sencilla y laboriosa en sus costumbres domesticas, afectiva en el círculo de familia, liberal en la hospitalidad. La proveeduría de la estancia estaba asegurada por el pan que cada uno cocía en su horno, por la carne que hasta el siglo actual se repartía gratuitamente a todos. En esta ración diaria que se daba a los peones se incluía maíz molido y no faltaban desde luego los corrales para el ordeñe. “Molinero, muele trigo y otros se comen en pan” El 19 de diciembre de 1728 el padre Francisco fray Felipe Cassales, redactaba un extenso y pormenorizado informe sobre la situación del convento de San Francisco, sus medios de subsistencia y la situación en los cuatro curatos del interior. Y al hablar de los réditos que tenían los franciscanos de La Rioja, escribe: “Lo que regularmente se recoge de limosna de ganado vacuno al año, son cincuenta o 60 cabezas, poco más o menos; de trigo, diez o 12 fanegas (de 550 a 660 kilos); de maíz, otras tantas y esto con indecible trabajo, por la fragosidad y distancia de los caminos, pues por algunas partes caminan los religiosos limosneros más de 80 leguas; y por otras muchas más”. Pero tan pobres no eran los frailes limosneros pues, agrega: “Tiene este convento 21 esclavos, entre chicos y grandes, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, fuera de uno que anda prófugo más de tres año ha”. Tras de hacer una larga y minuciosa descripción geográfica de la provincia (con limites muy parecidos a los actuales), se refiere a los distintos curatos: el de Los Llanos: “Lo que produce este curato es ganado vacuno, mular, caballar, y en los años fértiles, maíz y también hay algunas pocas viñas”. “El beneficio de San Blas de los Sauces, curato de Arauco, está a la parte del norte de esta ciudad de la que dista 29 leguas más o menos, y tiene siete capillas”. Y dirá luego: “Es dicho curato largo y angosto y casi todo él está poblado de españoles con algunos pocos mestizos y mulatos, hay muchas viñas que producen vino generoso, y el mejor que se conoce por estas partes. Se coge bastante trigo, y la algarroba en mucha abundancia con la que se mantienen los pobres lo más del año”. Al referirse al curato de Famatina, que abarca por entonces casi todo el oeste riojano, dirá, tras hablar de los pequeños pueblos los más de indios existentes: “Las demás estancias son de españoles que tienen sus haciendas de viñas, que es principal comercio que tienen, como también del trigo, porotos y maíz. La algarroba se coge en mucha abundancia de suerte que alcanza de un año a otro, y con ella se mantienen los indios y los pobres que son muchos, por ser muy escasa la carne, y por no haber criaderos de ganado”. Finalmente, fray Felipe Cassales, anota sobre el curato de Guandacol: “Es uno de lo curatos más pobres que conoce esta provincia por cuyo motivo ha habido tiempo, en que dicho curato ha estado anexo al de Famatina. Todo el terrasco que comprende dicho curato es vinculo de don Francisco Javier de Brizuela y Doria a quien pagan su estada en trigos que es lo único que producen dichos lugares y con ellos se mantienen”. Donde aparecen reiteradas referencias a molinos es en distintos testamentos que ubicamos a lo largo de estos dos siglos y medio en diferentes lugares de la provincia. Con exactitud es quizás imposible hacerlo, ello no obstante cabe mencionarlos como testimonio expreso de una labor que adquirió en nuestra provincia singular importancia. Así en el “Juicio testamentario del gobernador don Juan Gregorio Bazán de Pedraza, de su yerno Juan Brioso Quijano, su esposa Leocadia Bazán y de Isabel Brioso Quijano y su esposo Tomás Gordillo”, del año 1636 anotamos “(…) y que por otra parte del Alcalde Franco Sánchez se embargó el sitio, agua y molino, tierras y las


demás plantas que fueron primera y las que yo recibí”. Referencia interesante pero que no da ni la más mínima posibilidad de ubicación del mencionado molino. U otra referencia testamentaria de cas i 100 años después. En 1729 el general Juan José Brioso Quijano, hablará de un molino: “como también de Diego Carisso de Abaucan”. El trigo, pues, servia para satisfacer los pedidos de los padres limosneros, o pagar tributos o cumplir con el propietario del vinculo, institución medieval y curiosa y que en La Rioja se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Y es que todo muestra que el trigo, a falta de moneda, era utilizado como instrumento de pago en aquella economía natural, donde el trueque era lo común.

La harina que nos hizo libres e independientes En su exhaustivo estudio sobre La provincia de La Rioja en la campaña de los Andes, el coronel Roque Lanús, relata: “Es sabido que a raíz de las disensiones interiores que tan seriamente comprometieron el éxito de la guerra de la independencia, no todas las provincias argentinas realizaron los esfuerzos y sacrificios que la situación exigía. Muchas de ellas, tal vez las de mayores recursos materiales, estuvieron prácticamente ausentes en esa magna empresa”. Y dirá luego: “Para honor de su nombre, nuestra Provincia ocupó desde la primera hora el puesto que las circunstancias históricas le señalaban”. Lanús señala las numerosas e importantes cargas de pólvora, suelas, y de todo lo que solicitaba San Martín por parte de la provincia de La Rioja al esfuerzo por la independencia y liberación de los pueblos hermanos. “En abril de 1816 San Martín se dirige al Gobernador de La Rioja pidiéndole el envío de ´cincuenta quintales de plomo para balas y 300 suelas para monturas, corrajes y otros artículos de que sólo esa provincia nos puede surtir con el mayor efecto´. “En enero de 1817 el Gobernador de la Provincia comunica al Director Supremo nuevas contribuciones en pólvora y otros efectos. El Director contesta con fecha 26 del mismo mes agradeciendo la donación y ´aplaudiendo el celo y la actividad con que se ha conducido´. “Posteriormente –recuerda Lanús– bajo el gobierno de Barrenechea, se registra otra contribución importante hecha voluntariamente por los vecinos de Guandacol, Vinchina, Jaguel, Bateas y Anguinán consistente en 30.000 arrobas de harina (unos ¡350.000 kilos!). La contribución de La Rioja al éxito de las campañas sanmartinianas fue, sin duda, de singular importancia. Sin contar su aporte en hombres. Tiempo después, en la tercera década del siglo XIX, y entre los papeles pertenecientes a la señora Carlota de Zamora, figura un extenso escrito de un vecino de Pituil dirigido al general Quiroga, que por su jerarquía era por entonces la autoridad indiscutida, más allá de leyes, autoridades legales y demás. Dice el anónimo vecino a Facundo: “Ante vuecencua parezco y digo que hallándome en el total abatimiento e injusticia que me han hecho apelo a vuecencia por la justicia viéndome, en caridad pues no hallo otro recurso que tocar que use de conmiseración conmigo atendiendo a la injusticia tan notable que han practicado las autoridades sobre mis intereses que me han dejado en estado de mendigar sin darme oído a mi exposición, me hizo un despojo muy violento el gobierno de mis terrenos y huerta a sazón de estar principiando a cosechar me hicieron el despojo con tanta inhumanidad a no dejarme qué comer siendo así que mi sudor y mi trabajo me ha costado para poner la finca en estado de cosechar así se la han llevado sin trabajo y sin tener un derecho que haga a parte de ellos como acreditaré mi verdad


por los documentos falsos de contra parte, y los míos tan ciertos y seguros, y ahora acaban de despojarme de mi molino que se lo han tomado corriente”. Y los lamentos del despojado molinero claman justicia al caudillo. La Rioja en esta cuestión de trigo y la molienda con respecto a sus hermanas, tendría una situación realmente de privilegio pues cultivaba trigo y molía el grano e incluso exportaba trigo y harina, algo que provincias como Buenos Aires, tal como lo registra el Censo Nacional de 1869, todavía en esos años importaba trigo y harina. Y en torno a esto el valor que significaba la posesión de un molino lo tenemos expresado en una enérgica comunicación que el vicario delegado de la provincia envía al gobernador Vicente Motta para que ponga la administración de los bienes de la Merced a disposición del cura de la ciudad. “Viva la Confederación Argentina, Sarmientos, diciembre 23 de 1845. Al señor Gobernador (…). El infrascripto ha recibido una nota del cura de esa ciudad en fecha 15 del presente en que le instruye la tortuosa disposición que tomó el ex gobernador Tello de los intereses espiritualizados del convento de la Merced entregándolos a los religiosos de San Francisco con la pensión de dar misa todos los días. Los conventos monasterios ineptos sólo están sujetos a los prelados de ellos y en su defecto al Obispo, o al orden del obispado. El Sr. Tello no pudo disponer de los intereses del convento de la Merced sin anuencia del eclesiástico a quien por ahora están sujetos aquellos bienes como espiritualizados, y por consiguiente aquella disposición es nula, írrita y de ningún valor. “Los fieles que piadosamente dieron aquellos bienes al convento fueron con el objeto religioso de mantener el culto y conservación de una comunidad religiosa que coadyuvasen al bien de la iglesia y al general de la religión. Hoy según se me informa por nuestro cura se halla aquella iglesia arruinada, mientras que los religiosos de San Francisco sin titulo alguno disfrutan de las obenciones (sic) productivas que aquel convento, sin que éstos pongan mano en su reparación. “El infrascripto –dirá enérgicamente el vicario– reclama a S.E. la nulidad de esta disposición, y espera que conformándose con la disposición de los sagrados cánones mande poner la administración de los bienes existentes del convento de la Merced a disposición del cura de esa ciudad a quien se le encarga que repare esa iglesia con los productos del Molino y demás que hubiere redituable mientras ésta vicaría de acuerdo con el gobierno toma mejores disposiciones. De este interesante documento se desprenden varias cuestiones dignas de comentar: que las seculares rivalidades entre las distintas congregaciones seguían con plena vigencia casi tres siglos después de iniciada en La Rioja, que los franciscanos que nunca dejaron de estar presente en La Rioja tenían un extraordinario predicamento (eran los únicos que por esos años mantenían una escuela de primeras letras), que los mercedarios se habían eclipsado momentáneamente aunque en su momento se habían quedado, con toda seguridad, con el molino que perteneciera a los jesuitas y seguía funcionando a pleno y que era un negocio realmente redituable, pues con sus ganancias y se pedía fuera reedificada la iglesia de la Merced. La misma en plena terminación de esos trabajos se vendría en gran parte abajo con motivo del terremoto de octubre de 1894. Y si bien no poseemos datos estadísticos de producción de trigo y harinas, un decreto de gobierno provincial del 1º de febrero de 1850 prohibiendo la exportación de maíz, harinas y trigo, nos señala que este comercio era de significación, pues habitualmente tras satisfacer las necesidades del medio era exportado a otras provincias. El decreto firmado por el gobernador Manuel Vicente Bustos, establecía: “Sintiéndose la escasez de granos a consecuencia de la seca que actualmente se padece; y siendo el deber del gobierno velar sobre la conveniencia y bienestar de los habitantes ha venido en decretar lo siguiente: Art. 1º –Queda prohibida la extracción de maíz, harinas y trigos para afuera


de la Provincia por el presente año. 2º –Los contraventores del articulo anterior, incurren en la pena de comiso de todas las cargas que extrajeren a beneficio público; reservándose el gobierno de imponer las penas que haya lugar. 3º –El Juez de Policía en esta ciudad, los Comandantes militares y los Jueces de Paz en la campaña quedan encargados el cumplimiento del presente decreto. Y para que llegue a noticias de todos, publíquese por bando y circúlese a todos los departamentos”. Que llegó a ser muy importante la actividad molinera en la provincia de La Rioja a mediados del siglo XIX lo muestra el censo general levantado en la provincia el 26 de febrero de 1855. Uno de los ítems de este censo se refiere a los molinos de pan, departamento por departamento. Capital Famatina Llanos de la Costa baja Llanos de la Costa de Arriba Guandacol Vinchina Arauco Total de Molinos en la provincia

4 12 1 0 1 4 10 32

Por ese entonces la provincia tenía 31.384 habitantes. Y un dato realmente curioso es que el único molino de pan que trabajaba en Guandacol tal como lo señala el censo pertenecía Felipe Varela que además de ser estanciero, ganadero y molinero, cuando lo creía necesario salía a defender sus ideas con las armas en la mano. Una carta manuscrita por Varela que en 1852 regresara a La Rioja desde Copiapó integrando el grupo de exiliados argentinos como un oficial más nos muestra la labor de este hombre que años después encabezaría la reacción federal contra la guerra del Paraguay y la política del Puerto. La carta está fechada en Guandacol el 22 de julio de 1855 y dirigida al coronel Tristán Dávila: “Mui señor mío. En estos momentos acava de verme el peón arriero diciéndome que le de licencia para irse a esa, a traer una ropita. Con este motivo se va i logro la ocacion para avisarle que no pierda tiempo en mandarme el cordalaje para construir la escocedura que ya falta poco, el molino anda un poco lerdo pero el sedazo mucho más, en fin ahora le emos calado las telas y se le an mudado otras mejores, porque las que le avian puesto eran mui tupidas y estas estan vuenas, en fin señor ya estoi apurando lo más que puedo afin de que se concluya de un todo el 20 del que entra, día en que creo marchar de esta para el destino, sino determina V. otra cosa, así es que la tropa debe estar en su asienda el 8 del espresado mes, yo estaré allí el día que V. me indique para servirlo y acavar de aprontarme. Y es cuato se ofrese por ahora. Su affemo SS. Felipe Varela. Posdata. Don Emilio no asedió a la propuesta que V. me dio orden que le haga del trigo, con tal motivo le tomé a D. Evaristo Yañes, diesiocho cargas que le iva a mandar a Don Rafael Fregueiro, i me pide orden para arreglarse con este señor de su valor, la que se la e dado. Varela”. Trigo y harina de la mano del progreso Luego de las guerras civiles la economía de La Rioja había quedado desquiciada. Existe un informe del ingeniero Gustavo Zurffbain de 1874 en el que dice: “Para dar una idea de este sistema de distribución del agua, basta citar el hecho de que por ejemplo el


dueño de una cuadra ubicada sobre el camino de la ciudad a la Quebrada, que tiene un derecho de cerca de 1705 pies cúbicos por semana, los percibe en abundancia, mientras que el dueño de una área de 50 o 60 cuadras situadas al este de la ciudad y que tiene igual derecho, no recibe ni una gota. Lo que proviene de que en la llanura se han formado inmensos arenales, ocasionados por las crecientes periódicas y que absorben completamente el agua del río en su trayecto; y como nunca se ha pensado en limpiar regularmente de tiempo en tiempo las acequias que pasan por medio de los arenales, tapándose así aquellos, ha acontecido que en La Rioja, el número de los terrenos cultivados se ha bajado del 60 por ciento durante los últimos 20 años”. Lo que no dice el ingeniero Zurffbain y que también debe ser tenido en cuenta, es que las guerras civiles, que abarcan justamente esos 20 años, provocaron el abandono de las tareas rurales, del cuidado de acequias y sistema de regadío, por parte de miles de hombres que se dedicaron a regar con su sangre las yermas tierras riojanas. El gobierno del doctor Benjamin de la Vega (1868-1870) encarará más racional y legalmente los importantes problemas del agua y su distribución igualitaria. Y es así que dicta una serie de leyes (175,180, 185, 200 y otras) que a partir de 1870 establecen reglamentos adecuados para la irrigación en los departamentos San Martín, Chilecito, Arauco, Vinchina y otros. Es decir, la agricultura trataba de hacerse más acorde a los nuevos tiempos de progreso y tecnología y en eso entraba el trigo, la harina y la molienda. En aras de esta acción gubernamental tendiente a mejorar la actividad agrícolaganadera, en febrero 7 del ´71, se organizaba el Registro de Agricultores en el que se deberían inscribir los agricultores de los departamentos y, además, se convocaba a elecciones de Comisiones Departamentales de Irrigación. El 6 de agosto de 18870 por ley Nº 171 se autorizaba al Ejecutivo a gastar mil quinientos pesos en la adquisición, acondicionamiento y remisión de productos a la Exposición Nacional en la ciudad de Córdoba, en la que sin duda las harinas y los trigos riojanos estuvieron presentes. Y como no hay dos sin tres, el 24 de noviembre de ese mismo año el gobierno provincial aceptaba nombrar un comisionado especial para que concurriera a la verificación de los ensayos de máquinas agrícolas que le había hecho el ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública de la Nación, el doctor Nicolás Avellaneda. Los aires de progreso corrían también sobre los campos riojanos. Una ley, la Nº 268 del 10 de septiembre de 1875, sancionaba durante el gobierno de Jamín Ocampo, declaraba no comprendida en las industrias patentadas, la venta de pan en pequeña escala, “que ejercen personas pobres, sin tener un establecimiento formal en este ramo”. También para los molinos hidráulicos les había llegado la hora de permitir la competencia de molinos más modernos. En otras partes ya había ocurrido, ¿por qué no ocurriría aquí mismo? Tal parecía ser la cuestión al aprobarse el 22 de noviembre de 1889, siendo gobernador el doctor Joaquín V. González la ley que autorizaba al empresario Domingo Viglia, “para establecer en esta capital y en el punto que determine el P.E un molino a vapor el cual queda exonerado de todo impuesto por el término de cinco años”. Se le fijaba 8 meses de plazo para instalar el molino y se decía: El señor Viglia queda comprometido a surtir con la harina necesaria a todo el municipio de la capital y a introducir familias extranjeras agricultoras para dedicarlas al cultivo del trigo, en escala suficiente para proveer el establecimiento”. Del proyecto no poseemos sino esta información. Seria posiblemente otro de los muchos proyectos de real progreso que González vio esfumarse por causas de la crisis que llevaría a la Revolución del ´90.


Cesar Reyes, abogado y original personaje de La Rioja, supo escribir acerca de algunas costumbres populares de fines de siglo pasado y de un negro loco y voraz, el popular Solano, que en tiempos de brevas (noviembre) Solía marchar hacia Cochangasta a visitar las quintas. Y allí se hartaba de engullir brevas. “Después pasaba –recuerda Reyes– corriendo siempre y seguido por una recua de muchachos burlones a las otras quintas, yendo a rematar al Molino de la Merced, que tenía estos sacerdotes. “Esta era, allá por el año 1890, cuando aun funcionaba la molienda del trigo, utilizando la corriente del agua para hacer mover una rueda de granito, que hoy la veo tirada afuera de las ruinas del molino pues con la construcción del canal, no se dejó cascada allí, y desapareció esa pequeña industria, que lo era, pues de distintos lados de la ciudad y campaña vecina acudían los arrieros con sus tropas de trigo a moler, formándose en derredor de ese edificio, algo así como un mercado, pues allí se negociaba también la harina, se horneaba de lo lindo pan caliente de mujer, en los ranchos vecinos, divisándose desde lejos la banderita blanca característica avisadora de la venta de pan o semita, y allí acudían los pobres igualmente a pedir caridad”. El nuevo siglo traería, sin embargo, algunas novedades dignas de anotarse. Así el 10 de noviembre de 1904 era promulgada una ley por la que se concedía a Lorenzo Torres y Emilio H. González la autorización correspondiente para instalar un molino en el punto denominado El Infiernillo en la Quebrada, camino a Sanagasta. En su articulo 2º, la ley decía: “Concédese igualmente el uso como fuera motriz dada la maquinaria que al afecto necesiten, siempre que de este uso no resulte perjuicio de tercero, el agua del arroyo que surte a la ciudad. Articulo 3º –Exonéraseles por el termino de 20 años, a contar desde el primer día de funcionamiento, de todos los derechos e impuestos fiscales y municipales que a dicho molino correspondieren, debiendo el Excmo. Gobierno de la Provincia, gestionar del de la Nación, la liberación de los derechos de aduana de todas las maquinarias, cilindros, telas de seda, etc. que se introduzcan al efecto indicado”. Por los demás artículos la provincia le cedería los terrenos necesarios para instalar el mencionado molino, debiendo ponerse a funcionar el mismo en el término de dos años y medio a contar del día de promulgada la ley. Todo hace suponer que esta obra no se concretaría nunca aunque serviría de antecedente seguramente a un proyecto similar que el 2 de setiembre de 1920, sí se concretaría, pero esta vez como obra hecha total y absolutamente por el Estado provincial. Siendo gobernador de La Rioja el ingeniero Benjamin Rincón se aprobaba la ley Nº 345 que tuvo como curiosidad ser la primera empresa del Estado que por iniciativa del Legislativo provincial se realizara aquí: la construcción de un molino harinero. En la mencionada ley se establecía: “1º Autorizase al Poder Ejecutivo para invertir hasta la cantidad de 50.000 pesos moneda nacional de Rentas generales en la adquisición e instalación de un molino a fuerza motriz; 2º Queda autorizado asimismo para expropiar en el lugar donde ha de instalarse, los terrenos necesarios en una extensión hasta de 4 hectáreas, a cuyo efecto se declaran de utilidad pública debiendo cubrirse estos gastos con la suma asignada en el articulo primero”. Cumplidos los trámites licitatorios, este molino hidráulico es construido por la provincia y en 1922 funciona, moliendo trigo que el propio Estado compra a productores de la zona. No debe haber sido buen negocio pues en el gobierno de Adolfo Lanús y por ley Nº 427 del 6 de julio de 1926 se dispone su clausura, “hasta tanto se estudie su instalación en una región, apropiada al fin de su institución”. Luego se decidiría que el lugar indicado seria Villa Castelli donde fueron a parar las maquinas, no todas, sin embargo, y recién el 24 de noviembre de 1933 el gobierno de


La Rioja aprueba el contrato para que construya dicho molino en Villa Castelli el constructor Emilio Pollastre. La obra, su maquinaria, los canales para conducir el agua al molino aun hoy se encuentran casi en inmejorables condiciones a pesar del evidente abandono del molino, pero de acuerdo a comentarios de vecinos ya no se muele más trigo desde hace varios años. El amplio y moderno edificio del Molino de la Provincia en Cochangasta fue luego a cárcel de mujeres, pero ante el grave escándalo –dicen las crónicas que provocaban las reclusas se lo desafectó como cárcel, disponiéndose por ley Nº 523 que dicho edificio sirviera para la fabricación de guantes y cuero fino que allí se instalaría por muchos años, siendo sus productos exportados a Europa y Estados Unidos. Con los años sería Escuela de Policía, night club y tapera. Asi terminó con grandes pérdidas, sin duda, la primera empresa del Estado ejecutada en La Rioja. En la Capital, entonces, 1926 marcaría el final de la molienda, pues no tenemos testimonio de la existencia de ningún otro molino, pero en el interior sí continuó esta actividad en Aimogasta, San Blas de los Sauces, Vinchina, Campanas, Villa Castelli. Pero este proceso de paulatina desaparición del cultivo del trigo y la molienda en La Rioja respondía más bien, a un cambio de mentalidad en los hombres de gobierno que entienden los agricultores riojanos deben al cultivo de otras sementeras. Esto está perfectamente expresado por el gobernador ingeniero Carlos Vallejo cuando en su mensaje a la Legislatura al inaugurar las sesiones ordinarias en junio de 1934, expresa: “La naturaleza no ha sido prodiga con nuestra provincia. Los cursos de agua, al menos los visibles son tan escasos, que poco habría que esperar de ellos. En la actualidad no pasan de veinte mil hectáreas las cultivadas con riego y una vez que se terminen las obras actualmente en construcción no pasarán de treinta mil hectáreas y ello no significa un patrimonio como para asegurar la prosperidad de un Estado”. Y tras expresar otros conceptos, Vallejo concretaría su proyecto de cambio: “Nuestras tierras de regadío no deben dedicarse a producir maíz y trigo, que se producen con mucho menor costo en el Litoral; deben producir materias como los aceites vegetales, comestibles e industriales de olivo, de xiemenia, de jatropha, ricino, dulces, sirops, jarabes, olivas, nueces, frutas secas y abrillantadas, frutas y verduras de primicias, fibras de agave y de chaguar, materias todas que pueden soportar perfectamente los fletes forzosamente elevados”. Vallejo tenía razón en parte. En 1935, por ejemplo, las experimentaciones de Mansueto de la Fuente en Aimogasta llevaría a una verdadera revolución en la olivicultura riojana, pues los árboles que hasta entonces apenas producían escasos 20 kilos, comenzaron a producir 200 o más por planta y la variedad Arauco comenzó a ser conocida en el mundo entero. La vid, la nuez y demás cultivos beneficiarían ciertas zonas de la provincia, pero el tiempo demostraría que en esto de desalentar cultivos e industrias tradicionales y buscar su sustitución por otras de mayor valor traería aparejado situaciones de hambre y miseria como en La Rioja no se había visto antes. Algunos proyectos aislados como el de instalar una Escuela practica de agricultura y granja en Aminga como se pensó hacer en Salta, Catamarca, Jujuy y San Luis propuesto por la comisión especial del Senado de la Nación en 1942, fructificarían mucho tiempo después. Expedientes de los años 1939 al ´42 señalan que aun funcionaban en el interior provincial algunos molinos harineros. El 26 de junio de 1939 Adolfo Reyes, vecino de Aimogasta, eleva nota al ministro de Gobierno e Instrucción Pública, solicitando la devolución del importe abonado por patente de su Molino Harinero a Rodesno “y


cobrado por esta municipalidad indebidamente por cuanto esa patente ha sido abolida hace dos años por decreto de ese ministerio”. Los hechos muestran que se dejó de producir trigo, maíz y demás granos y esta producción no fue sustituida sino años después por olivos, viñedos u otros productos como en el caso de las colonias de Vichigasta a partir de 1967 en el gobierno de Guillermo Iribarren. Y esto se confirma en un grueso expediente que inicia la Junta Reguladora de la Producción Agrícola que el 4 de enero de 1945, se dirige al Interventor Federal en La Rioja, “con referencia a los envíos de trigo a esa provincia que, por un total de 300 toneladas ha efectuado este organismo con fines de asistencia social y de acuerdo con las disposiciones de los decretos números 12.651/43,6.140 y 11.434/44 del Superior Gobierno Nacional”. Y tras aconsejar una serie de minuciosas acciones a seguir, se decía: “que la rendición de cuentas requerida se considera aun mas necesaria en los casos que se haya procedido a la elaboración de harina toda vez que la obligatoriedad impuesta en el sentido de que medie previamente la conformidad de esta gerencia para proceder a la molienda, significa implícitamente, la condición posterior de informar con minuciosidad acerca de la s condiciones en que se ha convenido la industrialización del cereal”. Tiempo después se enviarían 100 toneladas más de trigo. La distribución fue minuciosa, con aclaración y firma de los beneficiados. Departamentos tradicionalmente trigueros como San Blas de los Sauces, Famatina, Vinchina y otros recibieron su cuota correspondiente que iba de 13 a 20 toneladas de trigo según la importancia del mismo. A siglo y medio de aquella sustanciosa contribución de La Rioja al ejercito de San Martín, La Rioja recibía no ya harina sino trigo para paliar sus necesidades. Algunas zonas de la provincia habían reconvertido sus cultivos o incentivado los mismos como la vid, la nuez, la aceituna, pero otras zonas especialmente trigueras habían abandonado este cultivo en gran parte y esperaban la dádiva del gobierno nacional.

CONCLUSIÓN La producción de trigo en la provincia ha disminuido paulatinamente en las últimas décadas. En 1960 se produjeron 790 toneladas de trigo; en 1970, 300 toneladas; y en 1985, 310 toneladas. Departamentos históricamente trigueros apenas si cultivan este cereal: San Blas de los Sauces en 1974 apenas si tenía 52 hectáreas cultivadas de trigo; Vinchina en 1974, tenía 107,35. Actualmente funcionando en la provincia hay dos molinos: el de Vinchina y el de Campanas. Este último fue reacondicionado por el vecino de esa localidad del departamento Famatina, Juan Nievas, que dedicó mucho tiempo y esfuerzo para reacondicionar el viejo molino harinero. En nota publicada por el diario El Independiente del 12 de febrero de 1991 se comentaba de un microemprendimiento consistente en sembrar de 3 a 5 hectáreas de trigo con semillas suministradas por la Asociación de Trabajadores Provinciales, en la tierra facilitada por un vecino para moler el trigo cosechado en el reacondicionado molino de Campanas. Quizás el poco trigo que se cultiva actualmente en La Rioja sea únicamente para preparar algunas de las exquisitas comidas regionales: ancho dulce (trigo, arrope y pasas de uva), locro de trigo o “el pan de mujer”. Esta historia del trigo y la molienda es una historia muy ligada a los cuatrocientos años de vida de una ciudad y una provincia en la que a todo lo largo de su amplia geografía


ha dejado los redondos y pĂŠtreos testimonios, sus morteros y demĂĄs muestras de un pueblo laborioso que ponĂ­a el hombro y agachaba el lomo para cultivar el trigo amable y nutricio.


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