4 minute read

Sonidos de instrumentos del son jarocho toman fuerza en el mundo del cine

Participan en la canción de Rihanna de la cinta Black Panther: Wakanda Forever, nominada al Óscar // El centro cultural independiente CaSon celebró su 22 aniversario

EIRINET GÓMEZ CORRESPONSAL VERACRUZ, VER.

En el patio principal, sobre una tarima de madera, cinco mujeres y un hombre practican el zapateado jarocho. A un lado, debajo de un árbol, cuatro jóvenes percuten sus guitarras leonas, un instrumento de cuatro cuerdas que hace la función de bajo en el son jarocho. Y dentro de la casa, un grupo de niños siguen los versos de La Bamba que les dicta la instructora.

Son las 18 horas del sábado 18 de febrero, y el CaSon celebró 22 años de su fundación. Se trata de un centro cultural independiente que promueve el son jarocho. Aunque Gilberto Gutiérrez Silva, fundador del CaSon, prefiere que a este lugar ubicado en la calle Primero de Mayo esquina Díaz Aragón, en el Barrio de la Huaca, se le conozca como la esquina de la felicidad.

“En esta casa en el puerto de Veracruz promovemos talleres y actividades con la cultura del son jarocho, pero también de otros ritmos que forman parte de la cultura veracruzana, como el son montuno, el son veracruzano de raíz cubana, y el bolero”, destacó Gutiérrez Silva. No es el único que tiene su definición de este espacio, Gisela Farías Luna, integrante de Mono Blanco y quien participa de las actividades del CaSon, define este lugar como “La Casa de Mono Blanco, la casa de la música popular veracruzana, y donde se realizan los fandangos y se hace comunidad”.

A 22 años de su fundación, el también director y uno de los fundadores del grupo Mono Blanco celebró que La Casa del Son sea un semillero para que en la actualidad el género jarocho se encuentre revitalizado, y esté dando de qué hablar en su lugar de origen, pero también en otras ciudades de Estados Unidos, Europa, Asia, y no sólo en escenarios musicales sino también en el mundo del cine.

Hasta este sitio llegaron versadores, bailarinas y músicos del son jarocho para participar del tradicional fandango que se realiza cada tercer sábado de mes para que los artistas locales tengan un espacio en donde ejecutar su instrumento y participar con su zapateado en la tarima.

Proyecto comunitario

“Este lugar es una referencia del son jarocho, aquí la gente puede bailar un fandango, escuchar la música, ser parte de la convivencia, pasar un buen rato”, refiere Gisela, entrevistada unos minutos antes de que participó en el fandango de ese sábado.

Gilberto Gutiérrez Silva se involucró en los trabajos de difusión del son jarocho y la música popular veracruzana en los tiempos en que la historiadora y académica especializada en el estudio del arte Ida Rodríguez Prampolini fundó el Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC) y promovió talleres culturales itinerantes por el estado.

En aquel tiempo Mono Blanco había iniciado sus talleres itinerantes de son jarocho, y el proyecto de Ida Rodríguez, que daba particular importancia al arte popular, fue una excelente mancuerna para revitalizar el son jarocho. Y aunque los cambios burocráticos hicieron que la aventura fuera breve, dejó una semilla.

“Tras la salida de Prampolini del IVEC, y con los cambios en la dirección del instituto por razones ajenas a la cultura, todo se complicó, así que nos dimos a la tarea de fundar este espacio de trabajo voluntario”.

El CaSon es un proyecto comunitario que se nutre de aportaciones voluntarias. Los dueños del inmueble prestan el espacio, y en él se desarrollan talleres de zapateado, jarana, guitarra leona, danzas africanas, y un laboratorio musical. Todo se sostiene por medio de aportaciones.

A lo largo de estas dos décadas por este espacio han desfilado va- rias agrupaciones musicales para participar en el fandango que se realiza el tercer sábado de cada mes: Los Soneros de Tesechoacán, Los Cultivadores del Son, Río Crecido, Estanzuela, Son de Madera, Los Cojolites, Sonex, El Colectivo Altepee, los grupos indígenas Santa Rosa, Taconteno, y cantadores de oficio de Los Tuxtlas, que son versadores con gran destreza para improvisar versos en el momento. Como parte de los instructores que han desfilado por la casa del son, destaca la presencia de César Castro, quien fue fundador junto con Gilberto Gutiérrez de este proyecto, y quien impartió por varios años el taller de guitarra de son y jarana. Ahora Castro se encuentra en Los Ángeles donde continúa promoviendo el son jarocho con talleres de música y laudería.

“Desde allá ha sido solidario con el CaSon, la comunidad chicana ha hecho actos para apoyar la supervivencia del proyecto, una vez donaron una computadora, también han venido a convivir con nosotros.”

Otros talleristas que han pasado por este centro son Ignacio Nacho Hernández, de Los Cultivadores del Son, que encabeza Andrés Moreno, y Rafael Vázquez, grupo Estanzuela, que daban talleres de zapateado y jarana.

Ahora, los talleres de el CaSon están en manos de la familia Campechano de San Andrés Tuxtla. Mariana da el taller de jarana; Lorena imparte zapateado; y Juan instruye sobre guitarra de son.

Del laboratorio musical se encarga Luis Figueroa, quien va guiando a los asistentes para integrar un ensamble que permita desarrollar para hacer un acople, y puedan ejecutar alguna pieza musical en específico. Del son montuno se encarga Leonardo Huerta, de 90 años, quien enseña a todo el que quiera ejecutar los sones de la música tropical y cubanos.

“No tenemos orientación a que vayan a ser músicos profesionales, si alguien desea seguir ese camino

▲ Con fandango celebran la fundación del CaSon, recinto cultural independiente en Veracruz Foto Sergio Hernández nosotros lo apoyaremos, pero la finalidad es que puedan conocer la cultura en torno al son jarocho y pasar un buen rato”, compartió Gutiérrez.

Sobre este punto, Gisela Farías destacó el carácter de “pegamento social” que tiene el son jarocho, ya que en las actividades del CaSon se reúnen personas de todas las edades: niños, jóvenes, personas de edad adulta, y adultos de edad avanzada.

“Hay una señora que viene con su esposo, ya de edad avanzada, que viene porque si se queda en casa su esposo se queda paralizado, sin hacer nada. Aquí vienen, toman el taller, escuchan la música, y se regresan a casa contentos, esa es la importancia de este espacio.”

Fandango cada mes

La emergencia por covid que obligó al confinamiento domiciliario y la suspensión de actos multitudinarios, también afectó las actividades del Cason.

This article is from: