La Jornada, 11/17/2015

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MARTES 17 DE NOVIEMBRE DE 2015 •

MUNDO 29

PARÍS 13/11

■ Población civil teme pagar las consecuencias de la matanza en París

Bombardeos de EU, Francia y Rusia contra el EI en Siria ■

Destruyen 116 camiones usados por yihadistas para traficar petróleo

AFP, DPA

Y

THE INDEPENDENT BEIRUT.

Al continuar la ofensiva bélica contra el Estado Islámico (EI) en Siria, Estados Unidos destruyó un centenar de camiones cisternas que la milicia extremista usa presuntamente para el tráfico del petróleo, informó el Pentágono. Los bombardeos franceses fueron precedidos por un ataque de cazas rusos que han impactado la ciudad varias veces desde septiembre, en su propia campaña de apoyo al presidente sirio, Bashar al Assad. Los bombardeos estadunidenses se realizaron el domingo, simultáneamente con los efectuados por la aviación de Francia contra supuestas posiciones del EI en la provincia de Raqqa, en el este de Siria, que destruyeron un puesto de mando y un campo de entrenamiento de los combatientes islámicos, según aseguró el ministerio francés de Defensa. Francia prometió una respuesta “implacable” a los atentados perpetrados el viernes pasado en París. El diario The Independent refirió que es poco probable que

las 20 bombas arrojadas por los diez cazas franceses en Raqqa, considerada la “capital” del EI y donde viven muchos de los combatientes extranjeros que se han sumado a las filas de la milicia, hayan logrado mucho, dado que los objetivos están dispersos y son difíciles de detectar. Las limitaciones de la campaña francesa se hacen claras ante las fallas de la más amplia y prolongada misión de Estados Unidos, que comenzó operaciones contra el EI en agosto del año pasado y no logró evitar que la milicia capturara las estratégicas ciudades de Palmira, en Siria, y Ramadi, en Irak, en mayo pasado, comentó Patrick Cockburn en The Independent. El opositor Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), con sede en Londres, confirmó que “hubo al menos 36 explosiones por la noche en Raqqa, algunas causadas por bombardeos y otras por explosivos”. Añadió que el EI reubicó en las últimas semanas como medida de seguridad a combatientes y familiares suyos que se encontraban en Raqqa, mientras un grupo de activistas anti EI aseguró que el ataque francés no pro-

o sólo uno de los atacantes se esfumó después de la matanza en París. Tres naciones cuya historia, acción –e inacción– ayudan a entender la carnicería cometida por el Isis han escapado en gran medida a la atención entre la casi histérica respuesta a los crímenes de lesa humanidad en la capital francesa: Argelia, Arabia Saudita y Siria. La identidad franco-argelina de uno de los atacantes demuestra de qué modo la salvaje guerra francesa de 1956-62 en Argelia continúa infectando las atrocidades de hoy. La absoluta negativa a contemplar el papel de Arabia Saudita como proveedora de la forma más extrema del islam, la wahabita sunita, en la que cree el Isis, muestra de qué manera nuestros líderes aún rehúsan reconocer los vínculos entre el reino y la organización que atacó a París. Y nuestra falta total de voluntad de aceptar que la única fuerza militar regular en combate constante con el Isis es el ejército sirio –que lucha por el régimen que Francia desea destruir– nos impide aliarnos con los inmisericordes soldados que están en acción contra el Isis con mayor ferocidad aún que los kurdos. Siempre que Occidente es atacado y nuestros inocentes perecen, caemos en borrar el banco de memoria. Por tanto, cuando los reporteros nos dijeron que los 129 muertos en París representaron la peor atrocidad perpetrada en Francia desde la Segunda Guerra Mundial, omitieron mencionar la masacre en París de

vocó víctimas civiles, y manifestó que la población civil teme pagar las consecuencias de la matanza en París. Los aviones de la coalición internacional liderada por Washington bombardearon el domingo 116 camiones cisternas en el este de Siria, informó el Pentágono. “No es la primera vez que se atacan camiones cisternas, pero es la primera vez que se golpean tantos”, precisó un portavoz. Los vehículos destruidos se hallaban en un estacionamiento en Bukamal, localidad conquistada por el EI cerca de la frontera con Irak. La coalición anunció hace poco que iba a atacar más las fuentes de financiación del EI, que controla la mayoría de los campos petroleros de Siria, sobre todo en la provincia de Deir Ezzor, al este. El grupo gana 1.5 millones de dólares diarios con el contrabando de petróleo, según una investigación publicada en octubre por el diario Financial Times. Para Charlie Winter, experto en movimientos yihadistas instalado en Londres, es “difícil creer que altos líderes del EI estén en Raqqa”, donde serían un blanco sencillo.

Fuerzas especiales de Bélgica buscan en el suburbio de Molenbeek, en Bruselas, a extremistas sospechosos de perpetrar los ataques en París ■ Foto Reuters

Hasta el estallido de la guerra civil en Siria, hace algo más de cuatro años, Raqqa era un importante enclave comercial para los productos agrícolas en el norte del país. Más de 200 mil personas vivían en aquel entonces a orillas del Éufrates. Desde entonces, se convirtió en uno de los feudos más importantes

París: la sombra de Argelia ROBERT FISK hasta 200 argelinos que participaban en una marcha ilegal contra la salvaje guerra colonial francesa en Argelia, en 1961. La mayoría fueron asesinados por la policía francesa; muchos fueron torturados en el Palais des Sports y sus cuerpos arrojados al Sena. Los franceses sólo reconocieron 40 muertos. El oficial de policía a cargo era Maurice Papon, quien trabajó para la policía colaboracionista de Petain en Vichy en la Segunda Guerra Mundial y deportó a más de mil judíos hacia su muerte. Omar Ismail Mostafai, uno de los atacantes suicidas en París, era de origen argelino, y acaso también lo eran los otros sospechosos identificados. Said y Cherif Kouachi, los hermanos que asesinaron a los periodistas de Charlie Hebdo, eran descendientes de argelinos. Procedían de la comunidad argelina en Francia, integrada por más de 5 millones de personas, para muchas de los cuales la guerra en Argelia nunca terminó, y que hoy viven en los barrios bajos de Saint-Denis y otros enclaves argelinos en París. Sin embargo, el origen de los asesinos del 13 de noviembre –y la historia de la nación de la que proceden sus padres– ha sido casi borrado de la narrativa de los horribles sucesos del viernes. Un pasaporte sirio con un sello griego es más emocio-

nante, por razones obvias. Una guerra colonial de hace medio siglo no justifica un asesinato en masa, pero ofrece un contexto sin el cual cualquier explicación de por qué hoy Francia ha sido tomada de blanco tiene poco sentido. Al igual que la fe sunita-wahabita saudita, que es fundamento del “califato islámico” y sus asesinos, presuntos practicantes de ese culto. Mohammed ibn Abdel al Wahab fue el clérigo y filósofo purista cuyo implacable deseo de purgar a los chiítas y otros infieles de Medio Oriente condujo a las masacres del siglo XVIII, en las que la dinastía original al Saud estuvo profundamente involucrada. El actual reino saudita, que con regularidad decapita a supuestos criminales tras someterlos a juicios injustos, construye un museo en Riad dedicado a las enseñanzas de al Wahab, y la furia del viejo prelado hacia los idólatras y la inmoralidad ha encontrado expresión en la acusación del Isis contra París como centro de “prostitución”. Gran parte del financiamiento del Isis proviene de los sauditas, aunque, una vez más, este hecho ha sido borrado de la historia terrible de la matanza del viernes. Y luego viene Siria, cuyo régimen Francia demanda destruir desde hace

del EI, que proclamó un califato en amplias zonas de Siria e Irak. El cambio ocurrió gracias a que los yihadistas recibieron apoyo de la población, de mayoría sunita. Entre la población sunita en Siria, el rechazo a Al Assad es muy fuerte, ya que el gobierno está formado principalmente por alauitas, rama de los chiítas.

mucho tiempo. Sin embargo, el ejército de Assad, rebasado en número y armamento –aunque ha recapturado algún territorio con ayuda de los ataques aéreos rusos–, es la única fuerza militar entrenada que combate al Isis. Durante años, estadunidenses, británicos y franceses han dicho que los sirios no combaten al Isis. Pero esta es una falsedad palpable: en mayor, las fuerzas sirias fueron echadas de Palmira cuando intentaban evitar que los convoyes suicidas del Isis se abrieran paso hacia la ciudad... convoyes que podían haber sido atacados por aviones estadunidenses o franceses. Unos 60 mil soldados sirios han perecido en Siria, muchos a manos de islamitas del Isis y de Al Nusra, pero nuestro deseo de destruir el régimen de Assad tiene prioridad sobre nuestra necesidad de aplastar al Isis. Ahora los franceses alardean de haber golpeado 20 veces la “capital” del Isis en Siria, Raqqa: un ataque de venganza por donde se le mire. Porque, si fue un asalto militar serio para liquidar la maquinaria del Isis en Siria, ¿por qué los franceses no lo hicieron hace dos semanas? ¿O dos meses? Una vez más, por desgracia, Occidente –y Francia en especial– responde al Isis con la emoción, más que con la razón, sin ningún contexto histórico, sin reconocer el sombrío papel que nuestros “moderados” y decapitadores “hermanos” sauditas representan en esta historia de horror. Y así creemos que vamos a destruir al Isis... © The Independent Traducción: Jorge Anaya


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