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DE LA REDACCIÓN
by La Jornada
La exposición Una mirada al Totonacan se exhibe en la Galería Abierta del Cinvestav-IPN
JAVIER HERNÁNDEZ CHELICO ESPECIAL PARA LA JORNADA
La exposición Una mirada al Totonacan es un registro fotográfico que une lo artístico con lo histórico y lo testimonial, sin olvidar, lo social. La fotógrafa mexicana Alejandra Cerdeño Lance muestra en 62 imágenes el devenir de esta cultura ancestral asentada, principalmente, en el norte del estado de Veracruz que colinda con Puebla.
El origen de este proyecto lo cuenta su creadora: “Llegué a finales del 99, pero empecé en el año 2000 a fotografiar esa zona; hice dos libros, El arte de ser totonaca y Mujeres de humo. Y de 2000 a 2020 estuve trabajando en este proyecto. Fueron 20 años de relacionarme con la gente y conocer la cultura a profundidad. Este trabajo no es sólo un registro fotográfico, son imágenes que tienen historia y una conexión muy profunda con la gente. Estas personas han recibido los libros, se los he entregado a todas las que están en las fotografías; aparte, los fondos que se han recaudado con estos textos han sido para ellos, han recibido libros para promover su cultura y esto les ha permitido abrir muchas puertas a otros proyectos y que los inviten a diferentes partes del mundo. Esta exposición ha estado en Dubái, Madrid, Chile, Australia”.
Recientemente, la muestra de fotografía se pudo visitar en una galería al aire libre en la Ciudad de México; Cerdeño Lance detalla: “estuvo en las rejas de Chapultepec hasta el 7 de junio pasado; ahora está en el Politécnico con un ciclo de cine –cortometrajes de las artes indígenas–. Algo a destacar es que en las cédulas, la información está en español y en totonaco; en la pasada exposición invitamos a las personas que están en las fotografías, también vinieron familiares de quienes no están vivos, para estar presentes en la de Chapultepec. Era muy importante que leyeran en totonaco cada información sobre la foto. Fue una manera de enaltecer su lengua”.
Cuadros costumbristas
Los visitantes que acudan a la exposición Una mirada al Totonacapan, ahora instalada en la Galería Abierta del Cinvestav del Instituto Politécnico Nacional, harán un recorrido por postales que capturan diversos cuadros costumbristas de esa región y sus pobladores. Alejandra Cerdeño Lance, detalla: “están las ceremonias de protección, rituales, artesanías, los rezanderos, las procesiones en iglesias, en diferentes localidades y en El Tajín; una sección trata de lo sagrado y otra de altares; hay un apartado que está dedicado a mujeres y hombres que son médicos tradicionales, a sanaciones y a los tipos de medicina que utilizan; hay una sección que captura miradas, rostros de diferentes personajes importantes del totonaca: niños señoras y danzantes; también está la división de artesanía, alfarería, penachos, diferentes hilados, la vainilla, la panela; otro apartado de cocina tradicional donde se muestran diferentes platillos y cocinas –ésta del libro Mujeres de humo–. Otra serie de fotografías son de las diferentes tipos de danzas y de la escuela de voladores que son niños y que están en la sierra, aprendiendo. Están, primero, las de los Voladores de Papantla y también de otras partes; hay imágenes de los diferentes vestuarios. Y una pequeña semblanza sobre la Unesco y sus patrimonios. Es una exposición fraccionada porque hay muchos temas que tratar sobre la cultura totonaca”.
Una mirada al Totonacapan, estará en exhibición del 13 de junio al primero de septiembre de 2022. Como bonus a la exposición el jueves 18 de agosto, a las 17 horas, se proyectará el filme: Los Voladores. El árbol de la vida del director, Pacho Lane y el 25 de agosto Tottem Latam dirigida por Michael Walling y Jun Tiburcio. Dirección: Galería Abierta Cinvestav, avenida Instituto Politécnico Nacional 2508, colonia San Pedro Zacatenco.
¿LA FIESTA EN PAZ? “Detrás de esa suspensión improcedente, hay que seguir la ruta del dinero”, afi rma Antonio Rivera, coordinador de la reveladora edición La fi esta no manifi esta
LEONARDO PÁEZ
“E XTRAÑA QUE LOS taurinos en vez de replicar con tantos argumentos como existen, pongan la otra mejilla o guarden sospechoso silencio. Cualquier seudoperiodista puede insultar y nosotros como si nada, como si el que insulta tuviera un gramo de razón no digamos de respeto, pues insulta con adjetivos no con argumentos sólidos. Algunos metidos a defensores de la fiesta intentan conciliar pero son poco congruentes con lo que hacen dentro de la fiesta”, sostiene el culto aficionado Antonio Rivera, “yucatanense, no yucateco, de corazón”, quien con otros autores, fotógrafos y diseñadores hizo posible que viera la luz el libro La fiesta no manifiesta, la península de Yucatán y su tauromaquia, reveladora joya editorial.
“EL LIBRO ES un colectivo de investigadores y escritores −añade Rivera−, pero el verdadero autor es el pueblo de la península, la gente de Yucatán, Campeche y Quintana Roo, tan sencilla como auténtica ante un fenómeno taurino desconocido en el resto del país. El grueso de los asistentes a muchos de los cosos que ellos mismos levantan, son mestizos o población originaria que admira, se emociona y conserva una tradición cuyo origen español adquiere insospechadas expresiones, al grado de que a esa mayoría no le interesan los deportes, sino ¡los toros!, a partir de un sincretismo y una confluencia de visiones que no tiene paralelo y donde más que conquista y destrucción hubo el sometimiento de la población.”
“ASENTADOS LOS TOROS en la región a partir de 1563, sólo 21 años después de la fundación de Mérida, la afición taurina en la península surge de motivaciones y tradiciones taurino-religiosas. Esto es muy importante: el pueblo observó, reinterpretó, se apropió y finalmente se identificó con una tauromaquia regional luego de que antiguas ceremonias mayas sacrificaban seis venados para que su sangre fertilizara la tierra y participantes y asistentes bebieran y comieran de los animales sacrificados. Los pobladores originarios ven aparecer el toro, sin referencia en su cultura, pero como los primeros festejos taurinos se efectúan en los adoratorios y acrópolis originales, al toro lo llaman ‘venado castellano’, que embiste a lo que se mueve, haciéndolo una víctima propiciatoria más espectacular por su agresividad y anatomía.
“RELIGIOSIDAD Y TAUROMAQUIA −prosigue vehemente Antonio− confluyeron en el mismo canal prehispánico. De ahí su fuerte arraigo en la península de Yucatán, con más de tres mil festejos anuales en la región, sin toreros famosos ni toros de hierros renombrados. La fe ancestral del pueblo se mezcla con la fe de modestos empresarios, toreros desconocidos y un público con un claro sentido de celebración tauro-religiosa. El toreo no es ningún espectáculo, ¡es un milagro de supervivencia y de intemporalidad vigente en el inconsciente colectivo de sociedades menos contaminadas!
“EN LOS TOROS, como en lo demás, hay que seguir la ruta del dinero, lo que está detrás de determinado desempeño y de sospechosas gestiones. La fiesta actual es muy clasista, hace las cosas de espaldas al público y a la sociedad en general, relega a toreros que no sean clásicos o académicos y subestima al villamelón y al aficionado potencial. Este silencio de los taurinos es también reflejo de su claudicación ante la bravura y de su desdén e indiferencia ante cualquier anti. Se cayeron los puentes que comunicaban a la fiesta con el pueblo y se han perdido los coloquios que ilustraban y orientaban”, remata Antonio Rivera.